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“María Moliner hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su
casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y
más divertido de la lengua castellana", afirmó Gabriel García Márquez. Además, esa
primera edición contó con el apoyo de Dámaso Alonso, director por aquel entonces
de la Biblioteca Románica Hispánica de la editorial Gredos. Se publicó en dos
volúmenes y nada más salir a la luz escritores como Miguel Delibes o Francisco
Umbral comenzaron a alabar su utilidad y la sencillez de un estilo que recogía el
habla de la calle.
Sin embargo, esta hazaña no pareció suficiente a los académicos de la RAE, quienes
jamás la incluyeron en sus filas a pesar de que Dámaso Alonso, Rafael Lapesa y
Pedro Laín Entralgo la postularon para ser la primera mujer en entrar a la
Academia. Una situación que, tal y como la propia Maria relató en varias
entrevistas, se debía a su situación de mujer. Ella misma afirmó que si su
diccionario lo hubiese escrito un hombre tendría una silla en la RAE. Para
compensar, le concedieron en 1973 el premio 'Lorenzo Nieto López' por sus
trabajos en pro del idioma; un reconocimiento que María Moliner rechazó.