EN LA IGLESIA
Jesuítas, teología de la liberación,
carmelitas, maríanistas y socialistas:
la denuncia definitiva
RICARDO DE LA CIERVA
PLAZA&JANES EDITORES.S.A.
Portada de
JOAN BATALLE
La tesis de Comillas
El segundo combate
El fracaso de un silenciamiento
«Se ha lucido usted con este libro que denuncia todas las bar-
baridades que desde hace más de quince años venimos sufriendo.
Yo le aseguro a usted que lo que dice usted y yo conozco es la
pura verdad, la descarnada verdad» (Centroamérica, 25 de agos-
to de 1986).
«Te leo desde hace mucho tiempo y comparto tus ideas sobre
la Compañía de Jesús a la que tanto amo y que considero se en-
cuentra en el momento más bajo de su historia; la relajación (so-
bre todo en España) en ideas y vida es, desgraciadamente, muy
profunda» (Aragón, 21 de julio de 1986).
El silencio anegado
«Jesuítas.
Papa: Tocó espontáneamente el tema al comienzo de la audien-
cia. Se vuelve sobre el mismo al final. (Ya estábamos de pie: nos
invita a sentarnos de nuevo.)
"Es un fenómeno inexplicable de desobediencia —dice el
Papa—, de descomposición del ejército. Verdaderamente hay algo
preternatural; inimicus homo... et seminavit zizania.
"Le llegan numerosas reclamaciones, especialmente de Espa-
ña. Alude a su carta al General, para que resuelva... Alude también
a una carta que dirigió al congreso de publicaciones de los jesuí-
tas, en Suiza. Inútil.
"¿Qué hacer? ¿Dos Compañías? ¿Son todavía reconquistables
los díscolos? El Papa necesita ayuda, que no obtiene, para acertar
con el remedio..."
Obispos españoles: Se le insinúa que quizá no sea solución
dividir la Compañía, sino más bien mover a los Provinciales a
hacer cumplir las normas. Hay muchos padres excelentes. En el
peor de los casos, la Compañía se purificará de algunos miembros
inasimilables...
Papa: En la misma Curia Generalicia hay quien apoya a los
contestantes...
Obispos: Casos estridentes de jesuitas...»
Éstas han sido, a nuestro juicio, las principales ideas del número
extraordinario monográfico de Concilium sobre el Sínodo de la Recon-
ducción. Un muestrario de críticas y rebeldías, con escasas pruebas de
respeto y casi ninguna devoción a la Santa Sede y al Papa como su-
premo exponente del Magisterio. Por supuesto que casi todos los crí-
ticos ignoran la naturaleza teológica y pastoral del Sínodo de los Obis-
pos, al que consideran como una asamblea no sólo democrática, sino
constituyente dentro de la Iglesia. Y forman conjuntamente un frente
de oposición doctrinal al Magisterio que nos trae irresistiblemente a
la memoria una sentencia del político anticlerical español Manuel Aza-
ña en los años treinta: «Los católicos, cuando disienten, dejan de serlo.»
De la Instrucción «Libertatis nuntius» a la Instrucción
«Libertatis conscientia»: ¿Viraje o ratificación?
Excelencia:
Varias veces ya tuvimos la ocasión de comunicarle las graves
preocupaciones de la Santa Sede acerca de la Juventud Obrera
Católica Internacional (JOCI).
La situación crítica en que estaba viviendo esta Organización
Internacional desde muchos años acabó suscitando, dentro de la
misma JOCI, una fuerte reacción por parte de muchos movimien-
tos nacionales: ocho de ellos (GIOC de Italia, ZHN de Malta, JOC
France, JOCF France, YCW de Inglaterra, JOC de España (no re-
conocida por la JOCI), JOC de Portugal, VKAJ de Bélgica Flamen-
ca), sabiendo ya que otros Movimientos les seguirán, decidieron
dejar la JOCI y crearon la «Coordinación Internacional de la
JOC» (CIJOC).
Recibimos esta información a principios del mes de Julio y
ahora hemos determinado nuestra postura: sostenemos esta Coor-
dinación Internacional de la JOC y confiamos en ella para la re-
construcción de una JOC fiel a sus intuiciones originarias. Le ha-
cemos llegar la copia de la carta que dirigimos a la JOCI, adjun-
ta, en la que Usted encontrará nuestras reflexiones al respecto.
Lamentamos que a los Movimientos antes mencionados, y a
todos aquellos que coinciden en el mismo punto de vista, no haya
sido posible llegar a una aclaración y lograr un acuerdo mediante
las estructuras de diálogo y confrontación normalmente previstas
para ello dentro de la misma Organización. Por esta razón, consi-
deramos que dicha iniciativa era necesaria y urgente.
La creación de una nueva estructura internacional llevará a
los distintos Movimientos nacionales a discernir y afirmar su pro-
pia postura. Esperamos que juntos, en un próximo futuro, poda-
mos ser testigos de una nueva JOCI dinámica, comprometida en
la causa de los trabajadores, preocupada por proponerles a Jesu-
cristo y su Evangelio, como lo quería su Fundador el cardenal
J. Cardijn.
Compartiendo con Usted esta esperanza, me es grato saludar-
lo atentamente en Cristo.
PAUL J. CORDES
Vicepresidente
Original en francés
1. ALGUNOS HECHOS
3. CONSECUENCIAS O IMPLICACIONES
DE UNA DECISIÓN COMO ÉSTA
El 20 de julio de 1986
Estimados amigos,
Dirigimos nuestros saludos solidarios y sinceros a todos los
Movimientos que luchan por la libertad de los trabajadores y con-
tra la explotación, la pobreza, la discriminación, la violencia y de-
más injusticias que oprimen a la Humanidad.
El motivo de esta carta a todos los M/N es ante todo para
expresar nuestro descontento con el contenido de las cartas en-
viadas por la JOC de Francia en fecha de 4 de abril de 1986, y del
Secretariado Internacional, en fecha de 30 de abril de 1986; por
otra parte, creemos que es nuestro deber como país miembro de
la JOC Internacional estar preocupados por esta situación.
Nos sentimos realmente afligidos por la decisión de la JOC
de Francia, de Italia, de Inglaterra y de Malta de dejar la JOC
Internacional. Huelga insistir sobre la importancia del diálogo para
lograr una solución y la solidaridad, para los que, como nosotros,
trabajamos de modo permanente en la formación de jóvenes tra-
bajadores y deseamos vivir en una sociedad sin clases. Además,
es imposible juzgar hasta qué punto esa división resultará nefasta
para los jóvenes trabajadores y la JOC. ¿Por qué motivo los jó-
venes trabajadores y los militantes, que deben luchar en un con-
texto de explotación, de discriminación y de condiciones inhuma-
nas, han de vivir la división dentro de su propio Movimiento, en
lugar de la esperanza y la solidaridad?
Francia, Italia, Inglaterra y Malta no nos han consultado;
simplemente hemos sido informados de su decisión. Si estamos
de acuerdo en aceptar un hecho consumado por parte de la JOC
de Francia, entonces no hay Solidaridad Internacional ni Organi-
zación Internacional.
Porque ¿no significa la Solidaridad Internacional un proceso
de reflexión y discusión juntos? ¿No se construye la Solidaridad
*; Internacional a través de un proceso de comprensión mutua?
Creemos que Movimientos como el nuestro, que anhela una
solidaridad que venga del fondo de nuestro corazón, merece más
i consideración.
Así pues, el Equipo Nacional de la JOC de Japón propone a
los otros M/N lo siguiente:
ti
KATO NOBUYASU
Presidente Nacional
¿
(ORIGINAL: FRANCÉS)
Juan Luis GENOUD
Casilla de Correos 14,066
Distrito 4
MONTEVIDEO — URUGUAY
El 26 de junio de 1986
Señores,
Vuestra carta de 4 de abril que he podido leer hace sólo diez
días me ha llenado de tristeza e indignación.
Debo mucho a la JOC, primero como asesor de equipos base
en Francia, en Blois, y es el espíritu del Movimiento que me ha
inducido a marcharme a América Latina hace dieciocho años.
Les escribo tanto más libremente cuanto no desempeño ya
ninguna función directa en el Movimiento. Después de asumir la
función de asesor nacional en México, y después de Linz 75, la co-
responsabilidad con las JOC de Venezuela y México de la exten-
sión en Centroamérica, trato vivir hoy en el marco más amplio
de la construcción del Movimiento popular en Uruguay las rique-
zas que la JOC me ha aportado, quedando a su disposición para
servicios ocasionales.
Desde hace dieciocho años, soy testigo de búsquedas, avances,
retrocesos, esfuerzos y sacrificios de muchos jóvenes trabajado-
res y militantes. Para la extensión de la JOC en América, nuestros
pequeños Movimientos han liberado a sus mejores militantes. Son
pequeños Movimientos cuya riqueza ha sido de no encerrarse den-
tro de sus propias fronteras, de situar su acción local en un con-
texto y un análisis global para lograr juntos una acción común
continental y que, debido a ello, les ha revelado a los jóvenes tra-
bajadores la vocación salvadora universal de la clase de los opri-
midos. Cuántos militantes aquí han sacrificado su empleo, su sa-
lud y los pocos medios que tenían para la JOC. La extensión de
la JOC ha costado sangre. Gracias a la JOC, jóvenes han optado
por dar su vida para su pueblo. Y como asesor, no puedo olvidar
a mis compañeros mártires, desde Rodolfo Escamilla, asesinado
en México, hasta Pepe Palacios «desaparecido» en Buenos Aires.
¿Entenderán ustedes que su decisión de dimitir por estar
«preocupados por la extensión» es para mí y para los militantes
de América una decisión totalmente indecente"}
Lo mismo vale para su preocupación «apostólica». No teñe-
mos la misma manera de evangelizar, no estamos hablando cons-
tantemente de Jesucristo y no colocamos una celebración o una
referencia bíblica en cada uno de nuestros encuentros. Pero tene-
mos el desafío de volver a escribir con nuestras propias palabras
la Buena Nueva y de admirar la obra del Espíritu, de captar sus
desafíos en nuestros movimientos de Liberación para siempre ir
más allá.
Ya no seguimos los esquemas de una pastoral a la francesa,
tributaria de una ideología que no pone en cuestión las relacio-
nes de fuerza en el mundo entre dominadores y dominados. Creo
que precisamente es el papel de una JOCI de ser portadora de
ese desafío y cuestionamiento evangélico desde los pobres hacia
los que en los movimientos obreros de los países del Norte que-
dan fácilmente engañados y utilizados por el sistema que nos
oprime. Eso también es apostólico. Es nuestro apostolado. Pero us-
tedes se encierran en su hexágono y en su verdad; y pretendéis
que hagamos aquí la JOC que les conviene a ustedes.
No cabe duda de que las «estructuras actuales de la JOCI»
deben ser transformadas. Pero, en los últimos años, tal y como
era, la JOCI ha permitido que se oyera la voz de los jóvenes tra-
bajadores del Tercer Mundo a todos aquellos que han querido oír-
la y de transmitir otras voces. La experiencia de nuestra JOC con-
tinental, que reúne movimientos de América Latina y del Caribe
en un intercambio con Quebec, con solidaridad, desafíos y una
búsqueda común, es la prueba de que esa JOCI sí desempeña su
papel.
En América, todos los grupos de base han participado en la
elaboración de la Declaración de Principios adoptada en Linz 75.
Seguimos viviéndolo y no es vano creer que la JOC es funda-
mentalmente un movimiento de jóvenes trabajadores, totalmente
dirigido y orientado por los jóvenes trabajadores. Por lo tanto,
rehusamos la constitución de cualquier Comité Central que, como
el de ustedes, se otorga el derecho de tomar decisiones tan gra-
ves en nombre de los jóvenes trabajadores.
Nos escriben ustedes «debido a los vínculos que nos unen».
¿Creen ustedes que haya algún vínculo que pueda unirnos ahora?
No se equivocan al decir que su decisión será mal recibida. Y no
es porque Francia sea un país rico (|vaya eufemismo!), sino por-
que Francia, tal como la vemos, es un instrumento esencial del
imperialismo que nos mata. Y sobre todo, porque la JOC de us-
tedes, al encerrarse en sí misma, no será capaz de verlo, denun-
ciarlo y proponer a los jóvenes trabajadores franceses la opción
de liberación de toda la clase obrera del mundo.
No me gusta su insinuación, que por supuesto niegan, de te-
ner un peso sobre las decisiones de nuestros países. ¿No se dan
cuenta de que la era colonial ya se ha terminado? ¡Qué política
más sucia! Y en cuanto al deseo de ustedes de que esto quede
a nivel confidencial, yo os digo que prefiero la claridad del Evan-
gelio: «Lo que te susurren al oído, ¡pregónalo a voz en grito!»
Y por último, no les puedo transmitir mi amistad. Deseo y es-
pero, eso sí, que antes de la Parusía, volvamos a vernos en la
verdad, hermanos. Ése es también el objetivo de nuestra lucha
aquí.
JEAN LOUIS GENOUD
Estimados amigos,
Lamentamos haber recibido carta vuestra informándonos de
vuestra dimisión de la JOCI.
Nos sorprende también que no deis ninguna razón por reti-
rar vuestra afiliación del Movimiento.
Si bien nos habéis indicado que pronto enviaríais vuestras
razones, hasta la fecha no hemos recibido nada.
De hecho, nos sorprende la decisión de vuestro Consejo Na-
cional, porque apenas hemos recibido cartas vuestras (sólo recuer-
do una sobre INFO) y la última es ya para anunciar vuestra re-
tirada del Movimiento.
Somos conscientes de que estáis estrechamente asociados a la
JOC de Francia, pero no queremos adelantarnos en decir que te-
néis las mismas razones que ellos, dada la falta de información y
porque no ha habido una comunicación como ésta anteriormente.
Reconocemos vuestro derecho a dimitir voluntariamente de la
JOCI. No obstante, nos parece que, por interés para todos, se nos
debería informar sobre las razones por dejar la JOCI.
Esperando vuestra pronta respuesta, os saluda atentamente,
JUANITO PENEQUITO
Presidente Internacional
S
III. «UNA CATERVA DE TEÓLOGOS»
El juego
Éstas han sido las reflexiones que inspira la lectura serena de los
textos conciliares a un cristiano de filas centrado ahora intelectual-
mente en los problemas de la liberación. Nada hay en esos textos que
pueda tomarse como pretexto para el arranque de los movimientos libe-
racionistas que estallan, como sabemos, en la primera estela del Con-
cilio. El cual tampoco menciona expresamente al marxismo (ya vere-
mos por qué; se trata de un punto oscuro del Concilio que conviene
revelar ya), aunque en sus sesiones sí que habló seria y profundamente
de marxismo, por ejemplo en el celebrado discurso del joven obispo
español don José Guerra Campos. Pero las alusiones al ateísmo mili-
tante y gobernante, las condenas al secularismo, las cautelas sobre la
preservación de los valores tradicionales al fomentar la renovación, nos
confirman en el camino emprendido en nuestro primer libro, y nos
facilitan nuevas razones para seguir ese camino y completar nuestra
tarea.
Maestros para el camino: don Marcelo
El profeta de Cuenca
No estamos solos
Daría cualquier cosa por que don Alfonso Guerra, el eximio inte-
lectual del marxismo español contemporáneo, me dijera lo que signi-
fica, de verdad, la rosa prístina; y por qué nomine —le doy la pista—
está en ablativo. Ya que se atreve a fijar etimologías latinas militantes
en la tribuna del Congreso, y por supuesto lamentablemente mal.
IV. EL SOPORTE CULTURAL DE FRANCIA:
LA MANIPULACIÓN DE MARITAIN
Renovación y romanización
El discordato
Los autores del libro que venimos siguiendo resumen este último
período de su gran historia con estas palabras: «Hecatombe, recons-
trucción, prosperidad.» Al estallar la Primera Guerra Mundial, la Gran
Guerra, los católicos de Francia (y de otros países beligerantes) se
muestran patriotas y belicistas; el nacionalismo exacerbado desborda al
sentimiento religioso de hermandad y caridad, como desborda al senti-
miento socialista de hermandad de clase. La Revista del Clero francés
interpreta la guerra como una cruzada de civilización. El presidente
Poincaré lanza la idea de Unión sagrada aceptada por los socialistas y
los católicos; con ello se hunde la Segunda Internacional, que lo había
apostado todo a la causa de la paz; y resurge la Iglesia ante el Estado
en Francia, que hace de la guerra europea una causa total. Entran en
el Gobierno dos socialistas, nueve masones pero de momento ningún
católico «clerical». Muchos sacerdotes van al frente como soldados. Se
movilizan los intelectuales católicos, con Claudel al frente, a las órdenes
de un gran animador de guerra, monseñor Baudrillart. Los obispos
consagran Francia al Corazón de Jesús en 1915, en plena guerra. Desde
1915 Benedicto XV, el Papa de la Paz, se esfuerza inútilmente por re-
ducir el conflicto, que es una verdadera guerra civil de Europa.
Estalla, en 1917, la Revolución soviética, que cambiará en una ge-
neración los destinos del mundo. Todo quedará, en adelante, condicio-
nado por ella. Se difunden desde Francia por todo Occidente los «Pro-
tocolos de los Sabios de Sión» engendro amañado por la Policía zarista
contra el brote revolucionario de 1905, y nueva biblia del integrismo
occidental. Maurras asume esta nueva incitación al antisemitismo. La
guerra aproxima la República francesa a Roma. Desde 1922 rige los
destinos de la Iglesia un nuevo Papa; Achule Ratti, Pío XI. La Maso-
nería se muestra muy activa a través de las izquierdas. En Francia el
general De Castelnau, católico militante, lanza una cruzada antimasónica
y funda la Federación Nacional Católica, con notable éxito. En 1922 se
crea el partido Demócrata Popular en Francia, democristiano, práctica-
mente simultáneo al Partido Social Popular, de la misma tendencia, en
España, aunque más a la derecha que sus homólogos de Francia e Ita-
lia. Su estrella es el joven Georges Bidault, y el PDP francés logra una
Prensa de gran calidad. La Action Frangaise que ha exaltado el patrio-
tismo durante la guerra, sale de ella reforzada, como el frente intelec-
tual de los católicos, que adquiere gran influencia y prestigio. En 1926
Pío XI pone en vigor los decretos suspendidos de Pío X y condena la
Action Frangaise. Gran conmoción en el campo católico: Maritain trata
de mediar inútilmente. La Santa Sede ha decidido la condena por los
artículos anti-vaticanistas de Maurras y de Léon Daudet. Cortada la
conexión con • sus masas católicas, la Action Frangaise entra en deca-
dencia desde 1929; pronto un sector de la derecha monárquica española
buscará inspiración en ella.
Jacques Maritain sale en defensa del Papado en plena crisis de la
Action Frangaise, con su libro Primacía de lo espiritual. El Papa se
muestra satisfecho pero lamenta que esa defensa del Papado no la hu-
bieran asumido los jesuítas. En diciembre de 1927, por ruego del Papa,
y con la colaboración de varios intelectuales católicos (entre ellos al-
gunos jesuítas) Maritain remacha su defensa del Papado en el alegato
Por qué ha hablado Roma. Comentaba el Papa, discretamente: «La Com-
pañía de Jesús no ha cumplido del todo su deber en este asunto» (op. cit.,
II, p. 309). Seguramente se trata de la primera queja pontificia sobre
los jesuítas en el siglo xx.
Surge una nueva generación de grandes intelectuales católicos que
arropa a los veteranos como Sertillanges, Claudel, De Grandmaison
y Blondel. Los jóvenes son Gilson, el filósofo del realismo crítico; el
gran Maritain; Francois Mauriac; Georges Bernanos; Massis y Archam-
bault. Mauriac y Bernanos encabezan una edad de oro de la novela
francesa; Claudel ve reconocido umversalmente su genio poético. Roma
canoniza a Juana de Arco, Margarita María de Alacoque, la vidente del
Corazón de Jesús; Teresa del Niño Jesús y Bernadette de Lourdes.
Cuatro mujeres de Francia llegan a los altares en sólo trece años.
La burguesía de Francia recupera la práctica de la religión. Se re-
vitaliza en la posguerra el apostolado social. Despiertan los movimien-
tos católicos de mujeres y de jóvenes. Tras el innovador ejemplo del
futuro cardenal Cardijn en Bélgica —en 1925 había fundado la Juven-
tud Obrera Católica, JOC— el movimiento se extiende a Francia, y no
a España donde la dictadura de Primo de Rivera ahoga un tanto los
esfuerzos católicos en política general y política social; desaparece el
Partido Social Popular por el mismo apoyo de sus hombres a la dicta-
dura. Y el- general prefiere la colaboración con los socialistas, que con-
sigue, aunque es un arma de dos filos. La JOC francesa recibe el apoyo
inmediato de la poderosa central sindical de origen católico, la CFTC.
En 1929 el cardenal Verdier asume la sede de París. Y Eugenio Pacelli
en 1930 la Secretaría de Estado en el Vaticano. Aquí se detiene por aho-
ra la incomparable Historia que venimos resumiendo, con intercala-
ciones propias sobre problemas de España. En adelante debemos mar-
char solos aunque el período siguiente del catolicismo francés —los
años treinta hasta la actualidad— incide en el terreno de nuestra prin-
cipal especialidad y podemos abordarlo con ciertas garantías de orien-
tación.
Los católicos franceses ante la guerra civil española
El viraje de 1947
1. Destruir la caridad.
2. Poner en tela de juicio la estructura pastoral jerárquica.
3. Negar artículos de doctrina por los que se debiera estar dis-
puesto incluso a dar la vida.
4. Clasificar a todos los que piensan de modo distinto a nosotros
en la categoría de malos o irrecuperables.
5. No parece que puedan admitirse expresiones contestatarias en
la liturgia y por ejemplo en la homilía» (p. 508).
Durante los primeros años del siglo xx permanece como línea do-
minante en la teología evangélica la herencia del siglo xix: que consistía,
como ya sabemos, en el racionalismo, la aplicación del método histórico-
crítico al estudio de la Biblia y la aceptación acomplejada de la secula-
rización inevitable. El impacto de David Federico Strauss mantenía la
necesidad de distinguir entre el núcleo de la revelación y el ropaje mi-
tológico que la envolvía, EL teólogo principal para esta época es Adolfo
Harnack (1851-1930) que en su Manual de Historia de los Dogmas, publi-
cado con gran resonancia, cultiva el más depurado historicismo, asume
todos los nuevos datos arqueológicos y afirma, como tesis principal, que
el helenismo ha desfigurado la verdad cristiana primitiva. Harnack fue
maestro de toda una gran generación teológica protestante; sus investi-
gaciones impulsaron también a la Iglesia católica a organizar y fomentar
con todo rigor los estudios bíblicos, orientales y patrísticos, y gracias a
ellos la ciencia teológica del catolicismo no desmerece hoy de la que desde
el siglo xix se construyó en el protestantismo, lo que ha favorecido, sin
duda, el diálogo ecuménico entre expertos, basado en el mutuo respeto
y reconocimiento.
Desde el mismo impacto de la Vida de Jesús de Strauss, en pleno
siglo xix, arranca la viva contraposición protestante entre el Cristo de
la fe y el Jesús de la Historia, que como el contraste entre el núcleo y el
ropaje de la revelación constituye una constante del pensamiento evan-
gélico de nuestro siglo. Para W. Wrede (1859-1906) los Evangelios no son
más que una interpretación tardía de la comunidad cristiana primordial.
En esta línea de contraposición se inscribe también otra gran personali-
dad del pensamiento y la acción en el protestantismo contemporáneo, el
doctor Albert Schweitzer. Y también, en su primer período, Rudolf Bult-
mann, para quien en esta época los Evangelios carecen de valor biográ-
fico, y son expresiones del sentir colectivo de la primera comunidad cris-
tiana.
El movimiento de Oxford