Está en la página 1de 5

LOS SUEÑOS MÁGICOS

DE

CARLOS
Era un día gris, cuando Carlos,
deambulando por las calles, se encontró
un libro, que le llevaría a vivir una
experiencia inimaginable, guardo el libro
en su mochila, y se encaminó de regreso
a su casa. Se olvidó totalmente del libro
que guardaba en su morral, comenzó a
tener sueños donde él era el
protagonista, luchando heroicas batallas,
al lado de seres mágicos que no podía
describir.

Estos sueños se volvieron muy


constantes para Carlos, le gustaba
imaginar que podía ser un gladiador
como los que había en el imperio
romano, tal como le enseñaron en la
escuela, donde le contaban la historia de
Espartaco, un esclavo que lidero la
rebelión de los gladiadores.

Los padres de Carlos, unos arqueólogos


reconocidos, tenían que ir de viaje a
Italia. Carlos, al enterarse de esto,
emocionado por la posibilidad que había
de conocer Roma, pidió acompañarlos,
sus padres, un poco escépticos con esta
idea, aceptaron que su hijo vaya con
ellos.
Los días pasaron y el viaje se realizó, arribaron a Roma, quedándose en un hotel donde se reflejaba,
por las ventanas, un hermoso paisaje en donde se imponía unas montañas majestuosas.

Él, al ver todo esto, quedo impresionado al observar el paisaje, y fue a vestirse para cenar en el
restaurante que ofrecía el hotel. Y al mirarse en el espejo, mientras se acomodaba la corbata, se
imaginó tener puesto una armadura y músculos hasta al tope, como las personas que aparecían en su
sueño.

Al día siguiente, cuando los rayos del sol se asomaban en la ventana de Carlos, el junto con sus padres,
se dirigieron a visitar la biblioteca con el propósito de buscar información que les ayude a completar su
investigación; mientras que Carlos pasaba a buscar un libro sobre la historia de Roma, para
entretenerse.
En eso se dio cuenta de que era el mismo libro
que tenía guardado en su mochila, y que al ir
avanzando con la historia se dio con la sorpresa
de que el número de capítulos iban de acorde
con el número de sueños que él tenía,
asimismo, recordó que terminó despertando
coincidentemente en el final del penúltimo
capítulo. Cuando intento ver entonces cuál era
el final de la historia, él observó que esas
páginas están en blanco.

Lleno de dudas, Carlos, regresó a su cuarto de


hotel y se dispuso a encontrarle un final a
aquella mágica historia. Trató de dormirse, sin
mucho éxito, pues la emoción no se lo permitía.
Apagó las luces, buscó su inseparable manta,
aquella que lo salvaba en los crudos inviernos, y
cerró los ojos con fuerza.

Esta cigüeña le contó la historia de aquellas


tierras, de las cuales ella era guardiana. Se
ofreció a enseñarle la majestuosidad del lugar, y
alzando el vuelo comenzaron el recorrido. Lo
llevó por todo el valle y cruzaron un arroyo
hasta llegar a una cascada, en donde pararon
para beber de sus aguas cristalinas. A lo lejos,
Carlos observó una parte sin vegetación,
envuelto en penumbras, cuya única maravilla
parecía ser un volcán inactivo. El niño le
preguntó a Cicon sobre aquel paraje, a lo que
ella le relató el por qué no se debía cruzar sus
fronteras, pues, así como ella, existía un
guardián que no dudaba en asesinar a todo
aquel que osase pisar sus tierras sin permiso.
Esta especie es el cruce entre una loba
perteneciente a la manada que solía gobernar
aquella zona, y un perro que ascendió de las
profundidades del volcán, dando así origen a Argos.
Se decía que este ser solía ser muy despiadado
desde que era cachorro, culpándosele incluso de la
extinción de su propio linaje.

Carlos decidió no preguntar más, pidiéndole a Cicon


que continuasen con el paseo. Entre tanto alboroto,
la cigüeña no se dio cuenta de que estaban por
llegar a la frontera, por lo que sin querer la cruzó.
Tardíamente, se percató de su error, pues ya tenían
frente a ellos a Argos, gruñendo y botando fuego de
sus fauces. Asustados trataron de buscar la forma
de salir. Cicon elevó a Carlos y lo lanzó con fuerza
hacia las afueras del lugar.

Carlos logró escapar, corrió lo más rápido que pudo


huyendo de aquel paraje, volviendo de nuevo a la
vegetación y al hermoso paisaje; cuando en ese
momento se percató de que Cicon no iba con él, lo
buscó y grito su nombre "Cicon, Cicon, ¿dónde
estás?", lo buscó incansablemente, sin éxito alguno,
hasta que decidió volver a la frontera para así
confirmar lo que temía, Cicon había sido asesinado
por Argos, en su intento de proteger a Carlos. Él,
lleno de lágrimas, recogió del suelo a Cicon y lo llevó
de regreso al valle, dejo su cuerpo al costado de un
hermoso árbol frondoso, en ese momento despertó
de su sueño, aún con lágrimas en los ojos, pues el
sueño lo sintió tan real. Se reincorporó y fue en
busca del libro, encontrando ahí, una imagen de él y
Cicon mientras volaban en lo alto del valle. Se quedó
con ese recuerdo en su memoria y volvió a guardar
el libro, imaginándose otro destino para su amigo
Cicon.

También podría gustarte