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ENSAYO
Por supuesto, no dejó a un lado el problema del orden político que se superpondría
para la estructuración de la nueva nación. Dentro de un caudal de reflexiones y
documentos, contenidos en 14.740 páginas, agrupados bajo el título de “Colombeia”, el
Generalísimo esbozó sus ideas sobre el Estado que jurisdiccionaría esa gran nación y su
enorme territorio que abarcaba algo más del 60% de todo el espacio continental. Para
una etapa de transición colocó el poder ampliamente distribuido en los cabildos y
ayuntamientos que representaban las comunidades establecidas, de donde saldría los
diputados a un Congreso, para que este formase un gobierno provisional
(evidentemente parlamentario), que condujese a la independencia y a la libertad. Se
trataba de un régimen surgido desde las propias bases sociales de la gran nación. Por
supuesto, correspondía a un estado laico, donde las funciones eclesiásticas se
declaraban incompatibles con las civiles y militares y en el cual los indios y la gente de
color gozarían de los derechos ciudadanos, eliminando todas las consideraciones
excluyentes, racistas y religiosas que caracterizaban el régimen colonial.
Como punto muy importante, establecía la obligación de todos los ciudadanos de tomar
las armas en defensa de la paz, acogiéndose a la idea de la movilización en masa de
Carnot. Pero más significativo aún, y a tono con las actuales tendencias dominantes en el
gobierno nacional, en lo que podría denominarse una especie de Código Militar, se partía
de la supresión del fuero castrense para que todo soldado fuese responsable ante los
ciudadanos por infracciones a las leyes. Tal código es una cuidadosa reglamentación para
impedir los desmanes contra los civiles, indisciplinas y malos tratos a los prisioneros de
guerra, que deben ser objeto de cuidados generosos y dignos. Se anticipaba así el
“venezolano universal” a lo que más de un siglo después sería el derecho humanitario de
guerra. Una práctica que maximizó el Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre
y que contrasta severamente con los usos del imperio en su “estrategia de contención”.
En La Actualidad
Los conceptos, las estrategias y las definiciones anteriores han puesto en marcha un
nuevo pensamiento militar que –al decir de su propio inspirador – se debe fundar en unas
nuevas relaciones cívico-militares, y tener una orientación anti-imperialista, esto es
destinada a resistir a la influencia tradicional de los Estados Unidos como potencia
continental.