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Título: Miranda y Bolívar, dos ideales que determinaron el futuro de las colonias

hispanoamericanas
La historia de la humanidad siempre ha estado enmarcada entre el poder y la libertad, de
esto existen grandes conglomerados de textos históricos que así lo avalan, pero de todo esto queda
algo claramente definido y es que vivimos de la memoria de un pasado que nos ha traído a este
presente. Venezuela no escapa de ello, somos un país libre de colonias extranjeras gracias a las
acciones independentistas de personajes de gran valor intelectual y gallardía, en las cuales brotaba
libremente las ansias de libertad, justicia e igualdad entre las naciones.
El siglo XIX, fue marcado por las conquistas, alzamientos, guerras e ideas revolucionarias
que dieron un vuelco a la forma de vida que se tenía concebida para ese entonces, emergiendo así,
la independencia, palabra de extensa trayectoria, así como la de las letras que la conforman. En
definición de términos, la independencia es la formación o la restauración de un país
inmediatamente después de la separación de otro del que solo formaba una parte.
Anteriormente, ya se expuso que las acciones independentistas de Venezuela se dieron
gracias a personajes de gran valor intelectual y gallardía, pues bien, Bolívar y Miranda fueron unas
de las piezas claves para llegar a la independencia de Hispanoamérica. Cada cual, con su ideal y
proyecto emancipador, lucharon para lograr el objetivo. Bolívar, por su parte se propuso acabar con
la discriminación racial y las estrictas divisiones entre las razas. Fue él quien difundió el espíritu de
la Ilustración, llevó tierra adentro la promesa de la democracia, abrió las mentes y los corazones de
los latinoamericanos a lo que podían llegar a ser. Fue quien vio el absurdo de emprender una guerra
por la libertad sin emancipar primero a sus propios esclavos.
En cuanto a Miranda, más conocido como «El precursor» por ser uno de los primeros
que pensó en la existencia de una gran Colombia unida, fue un español nacido en el  Nuevo
Mundo que no dudó en combatir a las órdenes de Carlos III convencido de la bondad de la
Corona. Así, hasta que se cambió de bando y luchó contra España en favor de la
emancipación de las colonias americanas. Una decisión que le granjeó llegar a Venezuela
como un héroe y ser nombrado general de su Primera República. 
Cabe destacar que, Miranda conoce a Bolívar, cuando este tenía 25 años, en Londres
por el año de 1810. Además, es importante conocer que Miranda nunca fue un revolucionario
social ni estuvo dentro de su agenda promover el desorden social. Sus ideas se limitaron
meramente a una revolución política, esto según lo explica el profesor Lucena en
declaraciones a ABC, en una oportunidad. Era preciso dar a conocer estos datos para entender
toda la conexión dada entre ambas figuras.
Siguiendo con el orden del contexto histórico – político, es importante señalar que la noción
de libertad y nacionalismo surgieron, en América Latina, para fines del siglo XVIII. Antes de
la independencia, el pueblo latinoamericano adquirió conciencia de las diferencias existentes entre
las metrópolis y los territorios coloniales, y, con esta toma de conciencia, comenzó a manifestarse el
sentimiento patrio y de identidad nacional. Esto, nos lleva a reflexionar en cuanto a la ignorancia y
sometimiento mental en el cual se encontraba la población de la época, y que luego al llegar el
concepto de la libertad, este adquiere gran significado con el nacionalismo, y la lucha por la libertad
y la preservación de la identidad nacional se convirtieron en los estandartes de los pueblos
latinoamericanos, contribuyendo a cuestionar el orden colonial prevaleciente. Estas posiciones de
las colonias engendraron serias diferencias con las metrópolis, lo que contribuyó a preparar la ruta
hacia la independencia.
Francisco de Miranda y Simón Bolívar (ambos independentistas) organizaron, en 1810, la
Sociedad Patriótica, con el fin de lograr la separación. Venezuela declaró la independencia en 1811,
y redactó una constitución que adoptó la forma de gobierno republicano y federal, similar a la
Constitución de Estados Unidos. Los conflictos internos y la movilización de las fuerzas españolas
sofocaron y suprimieron la Primera República de Venezuela. Ante el fracaso venezolano, y las
pocas posibilidades de lograr el apoyo de Nueva Granada para la recuperación de Venezuela,
Bolívar a sus 32 años, decidió exilarse en Jamaica. Bolívar expone en ella, las razones que
provocaron la caída de la Segunda República. En términos generales, era un balance del esfuerzo
realizado por los patriotas en los años transcurridos desde 1810 hasta 1815. En la parte central del
documento se exponen las causas y razones que justificaban la decisión de los "españoles
americanos" por la independencia. Posteriormente, termina con una llamada a la Europa para que
coopere con la obra de liberación de los pueblos hispanoamericanos. En la tercera y última parte,
profetiza y argumenta sobre el destino de México, Centroamérica, la Nueva Granada, Venezuela,
Buenos Aires, Chile y Perú. Finalmente, culmina Bolívar su reflexión con una imprecación que
repetirá hasta su muerte: la necesidad de la unión entre los países americanos.

Los intentos revolucionarios de Francisco de Miranda, lo llevaron a participar en las tres


grandes revoluciones que, entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, constituyeron eventos
fundamentales en el proceso de transformación de la estructura geopolítica de occidente: la
Independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa y la Independencia de América
Hispana. Su pensamiento y su avasallante personalidad constituyen la mejor referencia de su loable
labor, la cual estuvo entre desacuerdos, fracasos, traiciones y desméritos. Aunque, recordemos que
en la misma situación estuvo el Libertador ante los demás actores que fueron jueces de sus proezas.
Esto nos muestra que la critica puede construir un imperio o demolerlo en unos segundos, tal vez así
pueda ser vista la creación y disolución del proyecto de la Gran Colombia.

Llegando a una comparación de las ideas de Miranda y de Bolívar, en relación al futuro de


las colonias hispanoamericanas, el Libertador expuso una visión de la región en la que prevalece la
unión de los países americanos por medio de la lengua y la cultura, con la diversidad como base
fundamental. Por su parte, el proyecto constitucional de Miranda proyectó la creación de un nuevo
gran estado que abarcaría desde el Río Misisipi hasta Cabo de Hornos extensión de la América
colonizada por España. Este proyecto fue detallado en su obra Colombeia donde se constituía como
un nuevo imperio, que se estructuraría en poderes que legislarían en sus respectivas áreas. Se puede
considerar que el mismo era un proyecto más ambicioso que el de Bolívar, pues era extender y
abarcar desde América del Norte hasta la del Sur, lo cual no sólo buscaba un fin de liberación sino
de dar en cara el poder que superaría al imperio español, con la diferencia de que se garantizaba la
libertad y ciertos derechos en su conformación. Esta aseveración se da por supuesto de manera
personal, visto desde el actual momento en el que vivimos, a manera de paréntesis del contexto que
se estudia.
Como todo proceso de liberación, quedaba pendiente la organización que debía darse a las
colonias una vez independizadas, y determinar las formas de gobierno que debían adoptarse. Por
tanto, la idea de una patria y una ciudadanía común no es una idea ajena al pensar latinoamericano;
antes, por el contrario, tan antigua como la idea de independencia se constituyó en uno de los
fundamentos de nuestra identidad, en tanto permitió la concepción de la hoy América Latina como
unidad diferenciada de España y de cualquier otra potencia imperial. Propuesta primeramente por
Francisco de Miranda y retomada por Simón Bolívar, la idea se mantuvo como constante histórica
ante la imposibilidad de hacer de la independencia un verdadero proceso de liberación.
A juicio de Bolívar, era preciso estar consciente de las circunstancias que se vivían en ese
momento y por ello, en lugar de imaginarse repúblicas fantasiosas y gobiernos ideales, propone que
se busque aquel que en verdad responda a la realidad confrontada y a la idiosincrasia del pueblo. De
modo tal, que no le cabe ninguna duda de que en una situación frágil como la que en ese entonces
vivía Venezuela, en la que se comenzaba a ensayar la práctica de la libertad, un gobierno federal
como el que se había implementado, es decir sin una estructura central que coordinara y organizara
la defensa, estaba destinado a sucumbir al menor ataque. Es claro que lo que se trató de
implementar en ese momento fue el primer federalismo. La realidad confirmaba esta creencia.
A pesar de que la Constitución Federal de Venezuela, aprobada en diciembre de 1811,
aseguraba que la representación nacional residía exclusivamente en la autoridad general de la
Confederación ejercida a través de sus tres poderes, y que en adelante sería ella la encargada “de las
relaciones extranjeras, de la defensa común y general de los Estados Confederados, de conservar la
paz pública contra las conmociones internas o los ataques exteriores... de concluir tratados y
alianzas con las demás naciones, de declararles la guerra y hacer la paz ... y de establecer las leyes
generales de la Unión”, al presentarse la situación de guerra se hizo evidente que al estar la
Constitución Federal sustentada sobre la voluntad de las gobiernos provinciales y no del conjunto
de sus ciudadanos, la unión no pasaba de ser sino una especie de asociación coyuntural que se
cumplía en tanto no afectara los intereses locales, ocurriendo lo que ya también señalara Miranda
como una de las principales causas de la pérdida.
Sin embargo, aunque Miranda y Bolívar coinciden en el diagnóstico, difieren en la solución
y la razón parece estar en la manera cómo cada uno entiende la federación. El hecho de que Bolívar
no parezca creer en la cooperación mutua espontánea de los estados asociados o en la evidencia de
las ventajas del consenso, y de que proponga en consecuencia una federación impuesta desde arriba,
es decir, basada en la centralización del poder y no en una construcción del poder desde la base, nos
indica que se mantiene en la primera definición: federación como asociación de Estados.
Esta unidad política, que Miranda extiende a toda la América Meridional, habría de
sustentarse sobre una estructura jurídica común, establecida por consenso y en cuya elaboración
participarían todas las instancias de gobierno, tanto locales como provinciales. Para Miranda estaba
claro que el gran obstáculo a vencer en estos procesos es, como ya se mencionó, la cuestión de la
preservación de las autonomías de los entes que participan en los mismos, y lo va a resolver
estableciendo una estructura política piramidal pero construida desde la base: Cabildos, Asambleas
Provinciales, Congreso Continental, de modo tal que cada estado superior deba su constitución al
inferior y sustentado todo ello sobre la soberanía popular, en tanto los miembros del Cabildo han de
ser elegidos directamente por los ciudadanos. Vale destacar que Miranda está consciente del poder
y de la importancia de los Cabildos en el mantenimiento del orden y la productividad económica
local, pero también de que estos islotes de poder no podrían sostenerse por sí solos una defensa
efectiva del territorio ni hacer frente a otros conflictos de envergadura que pudieran presentarse. En
cambio, las Asambleas Provinciales, cuyos representantes son elegidos por los Cabildos,
garantizarían una visión de conjunto, una coordinación de esfuerzos y la aplicación de soluciones
integrales a los problemas de la región, sin por ello invadir la competencia de los Cabildos.

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