Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. 6 Por nada
estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y
ruego, con acción de gracias. (Filipenses 4:5a)
Filipenses 4:10 En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido
vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la
oportunidad. 11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme,
cualquiera que sea mi situación. 12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en
todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para
tener abundancia como para padecer necesidad. 13 Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece.
10 Me alegra mucho que, como hermanos en Cristo, al fin hayan vuelto a pensar en mí.
Yo estaba seguro de que no me habían olvidado, sólo que no habían tenido oportunidad
de ayudarme. 11 No lo digo porque esté necesitado, pues he aprendido a estar satisfecho
con lo que tengo. 12 Sé bien lo que es vivir en la pobreza, y también lo que es tener de
todo. He aprendido a vivir en toda clase de circunstancias, ya sea que tenga mucho para
comer, o que pase hambre; ya sea que tenga de todo o que no tenga nada. 13 Cristo me
da fuerzas para enfrentarme a toda clase de situaciones. (TLA)
1 Timoteo 6:6 Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; 7 porque
nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8 Así que, teniendo
sustento y abrigo, estemos contentos con esto.
6 Es verdad que dedicarse a Dios es una manera de ganar mucho, pero en el sentido de
vivir contento cada uno con lo que tiene. 7 Cuando llegamos al mundo, no traíamos nada
y cuando morimos no nos podemos llevar nada. 8 Por eso, si tenemos alimentos y ropa,
podemos darnos por satisfechos. (PDT)
Hebreos 13:5 Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora;
porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; 6 de manera que podemos decir
confiadamente:
En este capítulo iremos a la escuela, pero no para estudiar las matemáticas, la ciencia y la
geografía. Cristo es el maestro y nos enseñará como podemos estar contentos y felices.
Hay diez lecciones. Los creyentes que estudien este curso encontrarán que pueden ser
felices no importando lo que les pasa en este mundo. Recuerden no solo que Cristo es el
maestro, sino también que su vida es el ejemplo perfecto del contentamiento en todas las
circunstancias.
¡Niéguese a sí mismo!
Ser un creyente tiene un costo. Los creyentes que pretenden que el cristianismo no sea
así, mienten. Cristo habló en una forma directa y franca de este asunto cuando dijo:
“Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz
cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que
pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.” (Luc.9:23-24)
Es Cristo mismo quien enseña a los creyentes cómo deben negarse a sí mismos. Les
enseña que no son dignos de la atención de Dios, y que solo merecen la ira y el desprecio
divino por sus pecados. Que no pueden hacer nada sin su ayuda. Cuando las cosas que
disfrutaban les son quitadas, deben darse cuenta que no merecían nada de Dios, puesto
que casi no le han servido. Cristo les enseña que son tan pecaminosos que son muy
propensos a echar a perder las cosas buenas que El les otorga. Aunque El les puede
bendecir y capacitar para usar correctamente sus bendiciones, si El les deja a sí mismos,
con seguridad serán mal usadas. Les enseña que si fueran a morir, la obra de Dios no se
desvanecería, sino que El fácilmente podría sustituirles. Entender estas cosas es una parte
de lo que significa la negación de uno mismo. Debemos humillarnos y darnos cuenta de
que no somos tan importantes, ni indispensables. Entonces, cada dificultad nos parecerá
pequeña, y cada bendición grande.
Nada satisface sin Dios.
“Vanidad de vanidades, dijo el Predicador... ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su
trabajo con que se afana debajo del sol?” (Eclesiastés 1:2-3)
Aquellos que no son felices con las cosas que este mundo les ofrece no son infelices
(como ellos suponen) por no tener lo suficiente, sino simplemente porque las cosas de
este mundo no pueden comprar la felicidad. La raza humana fue creada para conocer y
disfrutar de Dios. El gran teólogo Agustín escribió: “Tú nos hiciste para Ti mismo, y
nuestros corazones no estarán contentos, hasta que encuentren descanso en Ti.”
La gente infeliz que piensa que obteniendo más cosas encontrará satisfacción es como
una gente hambrienta que piensa que comiendo aire se llenará. “¿Porqué gastáis el dinero
y no en pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia?” (Isa.55:2) No vale la pena tener algo,
si uno no tiene a Dios.
Cristo satisface.
Jesucristo enseñó que es El mismo quien hace a una persona realmente feliz. El dijo:
“Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para
siempre”. (Jn.6:51)
También dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la
escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.” (Jn.7:37)
El pan y el agua son las necesidades más básicas de nuestros cuerpos. Jesús estaba
enseñando que El satisface las necesidades más básicas de nuestras almas, al igual que
Isaías profetizó: “Oídme atentamente y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con
grosura.” (Isa.55:2) Jesús prometió que su pueblo tendría “vida” y que la tendría “en
abundancia”, y que su gozo sería un gozo “cumplido” (Jn.10:10; 16:24)