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Señor Jesús, tu naciste de la Virgen María,

hija de San Joaquín y Santa Ana.

Mira con amor a los abuelos de todo el mundo.


¡Protégelos! son una fuente de enriquecimiento
para las familias, para la Iglesia
y para toda la sociedad.

¡Sostenlos! Que cuando envejezcan


sigan siendo para sus familias
pilares fuertes de la fe evangélica,
custodios de los nobles ideales, hogareños,
tesoros vivos de sólidas tradiciones religiosas
haz que sean maestros de sabiduría y valentía
que transmitan a generaciones futuras los frutos
de su madura experiencia humana y espiritual.

Señor Jesús, ayuda a las familias y a la sociedad


a valorar la presencia y el papel de los abuelos.

Que jamás sean ignorados o excluidos,


sino que encuentren respeto y amor.

Ayúdales a vivir serenamente


y a sentirse acogidos durante todos los años
de vida que les concedas.

María, Madre de todos los vivientes,


cuida constantemente a todos los abuelos,
acompáñalos durante su peregrinación terrena
y con tus oraciones obtén que todas las familias
se reúnan un día en nuestra patria celestial,
dónde esperas a toda la humanidad
para el gran abrazo de la vida sin fin.

Amén
Que se sientan felices de haber recorrido parte del camino,
sostenidos siempre por tu Mano que fue Misericordia y
Providencia en su destino

De cabellos de plata y corazón de oro


De mirada llena de bondad
y palabras colmadas de sabiduría.
De silencios que hablan de prudencia
y cientos de consejos
para no errar en el camino.

Abuelos que son padres,


con amor que redobla en entrega
que es otra vez abrazo, cuidado
y excesivo cariño.
Abrazos y mimos que nunca faltan
en aquellos que hoy, son sus elegidos:
Nietos que buscan sin medidas esos tiempos
refugiados en sus cariños.

¡Quién como ellos para hablar de Amor desinteresado que es sostén y es abrigo!
Hoy Señor, te pido por sus corazones, su salud y todos sus caminos
Restablece sus cuerpos enfermos,
dales salud y largos años entre sus hijos;
fortalece sus almas y dales tu gracia
y bendición para que disfruten
de sus años en familia.

Cólmalos de alegrías siempre nuevas


y sana aquellas heridas del corazón,
que con el paso de los años han quedado
como huellas del tiempo en sus recuerdos.
Danos a nosotros la gracia:
De amarlos también sin medida,
de entender sus silencios, sus “caprichos” y “vueltas”.
Que nunca falte nuestro corazón agradecido.
Que nuestras manos se conviertan
en sostén, caricia y también abrigo.

Que nunca sientan la soledad


mientras tengan sus hijos,
más descubran que el amor que han dado,
hoy es tesoro que sus hijos
guardan como herencia aquí y en Cielo.
Que el amor no les falte, tu bendición
y cariños.

Que se sientan felices de haber recorrido


parte del camino, sostenidos siempre por tu Mano
que fue Misericordia y Providencia en su destino.
Abrázalos Padre Dios,
y hazlos sentir felices,
fuertes y llenos de tu amor divino,
y a nosotros danos vida y amor
para retribuirles, de alguna manera,
tanta vida, y tanto amor
que nos han dejado
marcado a fuego en nuestros corazones
como sostén e incondicional ayuda
en este camino.
Bendíce hoy Señor
a todos los abuelos.
Amado Padre Vengo ante ti para orar por mis padres ancianos. Te ruego que les
des tu cobertura, tu amor y tu cuidado. Que ellos puedan experimentar que Tú los
sostienes, y que cuidas de ellos todos los días de su vida.
Isaías, 46:3-4 "Escúchenme, gente de Jacob, todos los que sobreviven de Israel: a
los que crié desde su nacimiento y de los que me hice cargo desde el seno materno.
4.Hasta su vejez yo seré el mismo, y los apoyaré hasta que sus cabellos se pongan
blancos. He cargado con ustedes, y seguiré haciéndolo, los sostendré y los
libertaré."
(el Señor tu Dios te dice yo seré su Dios durante toda su vida; hasta que tengan
canas por la edad. Yo los hice y cuidare de ustedes; yo los sostendré y los salvare.)
Trae sanidad a sus enfermedades, trae alivio a sus dolores y permíteles transitar
sus días con paz y con alegría, sabiendo que aunque nuestro cuerpo físico se va
desgastando, el espíritu se fortalece día tras día, alimentado por la esperanza que
tenemos en Cristo.
Que recuerden cada día las palabras de Dios en Isaías 46:4 "Yo seré su Dios
durante toda su vida; hasta que tengan canas por la edad. Yo los hice y cuidaré de
ustedes; yo los sostendré y los salvaré."
Renueva sus fuerzas cada día. Que puedan vivir en manera confortable, sin escasez,
sin sobresaltos.
Tú eres su Dios, que puedan experimentar esa paz que sobrepasa todo
entendimiento, que sólo puede ser posible a través tuyo, Padre bueno.
Te ruego que les permitas estar satisfechos con la vida que han llevado y los frutos
que han dado, que puedan vivir cuidados y acompañados, cercanos a sus
familiares.
Que ningún abuelo pase frío, ni escasez, sino que en todo tengan abundancia para
pasar este tiempo con dignidad y cuidado.
Padre, los dejo en tus manos, y te ruego que estés con ellos todos los días de sus
vidas. Amén
De nuevo la Iglesia nos regala una fiesta hermosísima: la festividad de san
Joaquín y santa Ana, padres de la Virgen María y abuelos de Jesús. Dos personas
santas que conocieron al Hijo de Dios, que compartieron con él momentos de
intimidad, que lo cuidaron, lo escucharon y disfrutaron de su presencia. Y en este
tiempo en que la pandemia ha cercenado las vidas de tantos abuelos es un día
para revivir con gratitud la memoria de nuestros abuelos y nuestra responsabilidad
ética de ofrecer a los ancianos de nuestra sociedad el trato digno que merecen.

San Joaquin y santa Ana engendraron a María de una manera providencial:


preservada del pecado original con el fin de que acogiera en su seno y diera luz la
Palabra divina. Me imagino la disposición de los dos ancianos preparando a María
en su formación humana y espiritual. Me los imagino cuidándola y amparándola.
Me los imagino ayudándola a disponer toda su humanidad, en cuanto el ángel se
le apareció en Nazaret, para prepararse para tan gran acontecimiento. Me los
imagino protegiéndola y dándole todas las atenciones para que la Virgen diera a
luz al Hijo de Dios como éste merecía.

Somos deudores agradecidos de estas dos almas. Somos deudores porque Dios
les regaló a san Joaquín y santa Ana la gracia de ser los padres de la Madre de
Dios, la elegida para ser santa entre las santas.

Y cuando aquella noche de diciembre Cristo nació en la pobreza de un portal de


Belén, el Hijo de Dios entroncó con la vida de aquellos abuelos. Y como nos ha
ocurrido a tantos a lo largo de la historia Jesús pudo encontrar en san Joaquin y
santa Ana el amparo, el consuelo, el cobijo, la seguridad, el amor, la alegría, el
gozo de unos abuelos que amaban a su nieto con vocación cristiana. Los míos me
han demostrado siempre que eran el corazón de la familia, a imitación de san
Joaquin y santa Ana.

En el plan de Dios los abuelos tienen una transcendencia fundamental pues son
un pilar en el crecimiento de las familias. Ellos, en su sabiduría, forman en muchas
ocasiones la conciencia del ser humano, unifican familias, ellos suscitan la alegría
de vivir, son un tesoro que dan testimonio de fe, por nosotros se han entregado,
sacrificado e incluso inmolado. Si es así, en el plan de Dios san Joaquin y santa
Ana ejercieron un papel esencial en el crecimiento espiritual y humano de María y
también de Jesús. Esta fiesta nos permite recordar que ambos asentaron también
las bases para que se cumpliera la promesa de la salvación. Ellos pusieron la
semilla para el nacimiento de María. Hoy es un día para pedir por el beneficio de
su intercesión en favor de las familias del mundo, por los abuelos y por los
ancianos de nuestras sociedades para que su presencia viva en la familia, en la
Iglesia y en la sociedad no se apague en este mundo tan individualista, para que
no se permita a los abuelos quedar arrinconados de las familias y sigan siendo
testigos vivos de unidad, de defensa de los valores de la fe, de la esperanza y del
amor. Ellos todavía conservan talentos valiosos para hijos y nietos. De mis
abuelos he aprendido mucho, los amo, los respeto y doy gracias a Dios por
haberlos puesto en mi camino.

Lo curioso es que nada ha quedado escrito sobre san Joaquin y santa Ana en los
Evangelios. El Espíritu Santo, en su infinita sabiduría, por alguna sabia razón no lo
quiso revelar para no desvelar los pensamientos de Dios tan alejados de nuestra
concepción humana. Tal vez este silencio sobre su figura nos quiera mostrar algo
excepcional del que mucho tenemos que aprender: la trascedencia del trabajo
callado y silencioso de las personas que se desviven por los demás, tan bien
aplicable a la figura de los abuelos. Y hoy que veneramos a los abuelos de Jesús
tengamos un recuerdo especial para los que, con su experiencia y entrega, han
dado lo mejor de si mismos para los que viven a su alrededor.  

Cada año, en este día, rezo esta hermosa oración escrita por Benedicto XVI en honor de
los abuelos. Leedla despacio y con el corazón abierto, es un canto de amor a los que han
dado su vida por la familia:
Señor Jesús: Tú naciste de la Virgen María, hija de San Joaquín y Santa Ana.
Mira con amor a los abuelos de todo el mundo. ¡Protégelos! Son una fuente de
enriquecimiento para las familias, para la Iglesia y para toda la sociedad.
Sosténlos! Que cuando envejezcan sigan siendo para sus familias pilares fuertes
de la fe evangélica, custodios de los nobles ideales hogareños, tesoros vivos de
sólidas tradiciones religiosas.

Haz que sean maestros de sabiduría y valentía, que transmitan a las generaciones
futuras los frutos de su madura experiencia humana y espiritual.

Señor Jesús, ayuda a las familias y a la sociedad a valorar la presencia y el papel


de los abuelos. Que jamás sean ignorados o excluidos, sino que siempre
encuentren respeto y amor.

Ayúdales a vivir serenamente y a sentirse acogidos durante todos los años de vida
que les concedas.

María, Madre de todos los vivientes, cuida constantemente a los abuelos,


acompáñalos durante su peregrinación terrena, y con tus oraciones obtén que
todas las familias se reúnan un día en nuestra patria celestial, donde esperas a
toda la humanidad para el gran abrazo de la vida sin fin. Amén.

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Pascua es tiempo de alegría, de esperanza, de luz. Coincide con dos aniversarios
que me llenan de alegría. Doy gracias a Dios porque ha puesto en mi vida dos
ejemplos extraordinarios de fidelidad al Evangelio, de amor al hombre, de servicio
al prójimo. No hay nada más hermoso que aprender de personas como ellas. Hoy
quiero elevar al Señor un himno de agradecimiento y de alabanza por la grandeza
de la figura de los abuelos y la de tantas mujeres que han dedicado su existencia
a la vida consagrada. Quiero aprender de ellas a darme al prójimo porque abuelos
y consagrados sienten, con mucha frecuencia, el peso de los cansancios de la
vida sin recibir muchas veces la gratificación que merecen pero que para ellos es
innecesario porque lo hacen por amor a Dios y a los que aman. ¡Felicidades
abuela, felicidades hermana Rafael, que el Dios de la misericordia os llene
muchos años más con la abundancia de su gracia en vuestra vida!
¡Te doy gracias, Padre, por mi abuela Pilar y por todos los abuelos del mundo que
son riqueza para las familias, para la Iglesia y para el mundo! ¡Consérvala muchos
años para que siga siendo para nosotros testimonio de tu Evangelio! ¡Te doy
gracias porque ha sido para mi testimonio de amor a la familia, de firmeza en la fe,
de apoyo incondicional, testimonio transmisor de valores humanos y cristianos, de
sabiduría y de esperanza! ¡Te pido por todos los abuelos del mundo, Padre, para
que ninguno de ellos sea excluido, abandonado u olvidado, para que siempre
encuentren en todos los miembros de su familia amor, respeto y alegría! ¡Por
todos los abuelos, especialmente los que en estos tiempos de pandemia sufren en
los hospitales, en las residencias o confinados en sus casas, para que estén
protegidos por el manto protector de tu Madre! ¡Te doy gracias, Padre, por la
hermana Rafael testimonio de amor a Ti, a Tu Hijo y a tu Iglesia Santa! ¡Gracias
por ella y por todas las consagradas, especialmente a las Cooperadores
Parroquiales de Cristo Rey, por testimoniar el amor a Cristo con todo el corazón,
con toda el alma y con toda sus fuerzas! ¡Gracias, por que ellas te enseñan que
nada se antepone al amor de Dios! ¡Gracias, por su fidelidad al Evangelio que te
invita a seguir a Cristo con sus gestos y su vida! ¡Gracias por sus carismas, que te
llevan a ser fiel a tu fe y tu compromiso cristiano! ¡Gracias por su vida sobria y
consagrada que es una invitación a vivir de la riqueza de Dios y de las cosas
materiales! ¡Gracias por su vida de oración y de contemplación que te invitan a
vivir en tu vida al Cristo vivo y te recuerdan la vocación a la santidad personal!
¡Gracias, por su plenitud cristiana, que te invitan a servir a los demás como lo
hacen ellas! ¡Gracias por su libertad de espíritu, que te ayudan a descubrir la
fuerza viva de la libertad humana! ¡Bendice, Señor, a la Hermana Rafael y cúbrela
hoy y siempre de la gracia de tu misericordia! ¡Padre, gracias, por el don de la vida
y de la vejez; todo es creación tuya!
Me encanta la fiesta que celebramos hoy dedicada a san Joaquin y santa Ana,
padres de la Virgen María y abuelos de Jesús. Me une humana y espiritualmente
a mis abuelos, algunos ya en el cielo y otra todavía entre nosotros.
San Joaquín y santa Ana tuvieron el honor de engendrar a María, la Madre de
Dios, que fue preservada del pecado original por Dios para dar la bienvenida y
traer la semilla de Su Palabra a la humanidad entera.
Pero para que esta tierra buena diera frutos ambos dispusieron con su amor y su
entrega a María para recibir la Palabra de vida de modo que brotara en ella y diera
frutos de gracia.
Con su ejemplo de amor, de entrega, de generosidad, de pureza, de caridad, de
servicio fortalecieron el carácter de María, que sería virgen de espíritu, de alma y
de cuerpo antes de su nacimiento.
Al nacer de María, Jesús se unió a la línea de Ana y de Joaquin. En ellos,
contemplamos la belleza y la importancia de la presencia de los abuelos en el
corazón de una familia.
Jesús, siendo niño, pudo encontrar en ellos la seguridad de los cimientos de la
tierra en la que se hundieron las raíces de su humanidad.
No hay duda de que la relación de María con sus padres dejó una profunda huella
en el desarrollo de la humanidad de Jesús en Nazaret. Cristo vivió en un horizonte
sin nubes, un lugar pacífico y sereno, con grandes vivencias interiores que fue
formando su conciencia humana. Así, la calidad y santidad de la relación entre
María y sus padres permitió el surgimiento gradual de la conciencia humana más
sana en Jesús.
Con la figura de san Joaquín y santa Ana comprendemos que para realización del
plan de la salvación de Dios es necesaria la santidad en la vida cotidiana. Si la
gracia es lo primero, el hecho es que para actuar en la existencia de un hombre y
una mujer, la gracia necesita de su colaboración. Sin gracia, no hay frutos.
Hoy es un día para dar gracias a Dios por la figura de santa Ana y san Joaquín
que ayudaron a crear condiciones favorables para el cumplimiento de la promesa
de la salvación. Ellos fueron los cultivadores de esta pequeña porción de tierra
maravillosa de la humanidad en la cual la semilla de la vida eterna pudo brotar
para llevar los frutos de salvación y sanación. Y un día para dar gracias a Dios por
la figura de los abuelos que, en mi caso, han sido unificadores de la familia,
formadores del espíritu y grandes maestros de la vida. A todos ellos los llevo en el
corazón.

¡Gracias, san Joaquín y santa Ana por convertiros en transmisores de los más
bellos valores familiares y una inspiración de como actuar en la vida cotidiana,
espiritual, familiar y social! ¡Señor, nacido de la Virgen María, que tantos amaste a
tus abuelos San Joaquín y Santa Ana, protege y mira con amor misericordioso a
todos los abuelos de todo el mundo que son fuente de riqueza humana y familiar!
¡Sostenlos siempre en la adversidad, la dificultad y el envejecimiento para que
sigan siendo para la familia auténticas columnas de la tradición, custodios de los
valores auténticos que se deben transmitir a la sociedad y maestros de la verdad,
la autenticidad y la sabiduría! ¡Señor, cuida a todos los abuelos del mundo para
que siembren en la sociedad las semillas del amor! ¡No permitas, Señor, que los
abuelos sean despreciados, olvidados, ignorados o marginados; que reciban
siempre el amor de hijos y de nietos, que sean respetados y amados!
¡Concédeles, Señor, el gozo de la salud para que puedan vivir una vida sosegada
y tranquila! ¡Y a Tí, María, que tanto amaste a tus santos padres, san Joaquín y
santa Ana, extiende sobre todos los abuelos del mundo tu manto protector!
¡Gracias, Señor, por los abuelos que me has regalado de los que tanto he recibido
y aprendido, que tanto amor me han dado y tantas enseñanzas me han
transmitido! ¡Espíritu Santo, desciende sobre todos nosotros, e infunde en nuestro
mundo un clima humano donde primer el respeto por los abuelos y los ancianos!
¡Haznos, Espíritu Santo, custodios del gran tesoro que es la familia, ayúdanos a
que no haya divisiones ni enfrentamientos sino paz y amor!
San Joaquín y santa Ana eran los padres de María, la madre de Jesús. A los ojos
de Dios, dos personas que debían destacar por su generosidad, su sencillez, su
fe, su constancia, su humildad, su amor y su vida de oración. De ahí su elección
Hoy, en la fiesta de estos dos santos, deseo profundizar serenamente en las
raíces humanas de Jesús y el valor que tienen para mí como cristiano. Es por
medio de Cristo como Dios se emparenta con el género humano. El
acompañamiento que san Joaquín y santa Ana dieron a María y, probablemente
también a Jesús durante su infancia, pone en solfa el valor que tiene el vínculo
entre las generaciones. Es un motivo para tener gratitud a la memoria viva de los
antepasados de la familia y, especialmente, a los abuelos. De los míos guardo un
entrañable recuerdo por su entrega, su cariño, su legado de amor, su
generosidad, su transmisión de valores, por mantener viva la esencia de donde
venimos, por su integridad, por sus historias siempre fascinantes y aleccionadoras
y por ser los guardianes de la tradición familiar.
San Joaquín y santa Ana gozaron del privilegio de cuidar al Niño Jesús, de tenerle
en su regazo, de orientarle… y esa reserva de sabiduría que son los abuelos les
permitió acercar a Jesús a la historia de la familia cuya estirpe procedía de la
Casa de David. Ellos hicieron de su hogar un lugar donde era sencillo encontrarse
a Dios.
San Joaquín y santa Ana permanecieron siempre al lado de María y del Niño
Jesús. Son también firmes ejemplos de santos a los que puedo encomendar mis
necesidades y, en concreto, aquellas que más relación tienen con la santidad que
anhelo para mi hogar.
Hoy es un día indicado para encomendar a estos dos santos escogidos por Dios
mis necesidades espirituales, materiales y, sobre todo, familiares, para que mi
hogar sea un templo de oración y un lugar donde Cristo, junto a María, se sientan
como en su casa de Nazaret. Y un lugar donde se quiera, se venere y se respete
a los abuelos, verdaderos transmisores de la sabiduría familiar.
¡Gracias, san Joaquín y santa Ana por convertiros en transmisores de los más
bellos valores familiares y una inspiración de como actuar en la vida cotidiana,
espiritual, familiar y social! ¡Señor, nacido de la Virgen María, que tantos amaste a
tus abuelos San Joaquín y Santa Ana, protege y mira con amor misericordioso a
todos los abuelos de todo el mundo que son fuente de riqueza humana y familiar!
¡Sostenlos siempre en la adversidad, la dificultad y el envejecimiento para que
sigan siendo para la familia auténticas columnas de la tradición, custodios de los
valores auténticos que se deben transmitir a la sociedad y maestros de la verdad,
la autenticidad y la sabiduría! ¡Señor, cuida a todos los abuelos del mundo para
que siembren en la sociedad las semillas del amor! ¡No permitas, Señor, que los
abuelos sean despreciados, olvidados, ignorados o marginados; que reciban
siempre el amor de hijos y de nietos, que sean respetados y amados!
¡Concédeles, Señor, el gozo de la salud para que puedan vivir una vida sosegada
y tranquila! ¡Y a Tí, María, que tanto amaste a tus santos padres, san Joaquín y
santa Ana, extiende sobre todos los abuelos del mundo tu manto protector!
¡Espíritu Santo, desciende sobre todos nosotros, e infunde en nuestro mundo un
clima humano donde primer el respeto por los abuelos y los ancianos! ¡Haznos,
Espíritu Santo, custodios del gran tesoro que es la familia, ayúdanos a que no
haya divisiones ni enfrentamientos sino paz y amor!

La liturgia celebra hoy la memoria de los padres de la Santísima Virgen y abuelos


de Jesús, san Joaquín y santa Ana, un matrimonio santo, de fe profunda y honda
confianza en Dios, que supieron educar a María en el camino de la fe,
preparándola para la misión que el Padre tenía pensado para ella y alimentando
en su corazón un amor íntimo con el Creador.
San Joaquín y santa Ana testimonian la grandeza de los valores del ser humano y
marcan el camino a tantos abuelos de este mundo —de los que son su patronos—
en ese papel tan destacado que desempeñan en la educación de sus hijos y de
sus nietos. Pero son también testimonio vivo de la ancianidad de nuestro mundo.
Nuestros ancianos portadores de experiencias y conocimientos que se convierten
en patrimonio de las familias y de la sociedad. Dejan constancia que con el paso
de los años la vida se convierte en un don gratuito de Dios.
En este día merece la pena tener muy presente a nuestros abuelos. Los míos han
sido siempre un referente de profundidad humana, de fe, de sabiduría, de
testimonio, de coherencia, de apoyo… Su sola presencia constituía para mí una
alegría inmensa, un orgullo, una seguridad. Los consideraba el patrimonio sobre el
que surgía el árbol de mi vida. En una sociedad que evita la vejez por todos los
medios, el envejecimiento de mis abuelos supuso para mí una lección de vida.
Ellos dignificaban la palabra «anciano» con sus gestos, sus palabras y sus
actitudes. Y con ese cariño que siempre sentía con su mirada.
En este día los tengo muy presentes. Con independencia de la relación que
hayamos tenido con ellos, en este día veneremos a nuestros abuelos como
hacemos con esos padres santos de Nuestra Señora. Veamos en ellos el modelo
sobre el que la Virgen enderezó el camino. Veamos en su disposición y su entrega
nuestro propio camino.
En este calor que es la familia los padres hemos de transmitir a nuestros hijos el
cariño y el amor a los abuelos, patrimonio de nuestra familia.
¡Amado Jesús, te pido que al igual que hiciste con tus abuelos san Joaquín y
santa Ana, contemples a todos los abuelos del mundo con el mismo amor!
¡Protege a todos los abuelos del mundo, llénalos de tu amor y misericordia para
que sean nexo de unión en las familias, en la sociedad y en Tu Iglesia! ¡Protege
también a todos los ancianos del mundo! ¡No permitas Señor que pierdan la
alegría de vivir, que sean excluidos, ignorados y abandonados! ¡Haz Señor que
todos ellos sean portadores de sabiduría y amor y que encuentren en sus familias
el amor y el respeto que merecen! ¡Señora, tu que amaste tanto a tus santos
padres, protege a todos los abuelos del mundo e intercede ante tu Hijo por todas
las familias de este mundo!

Para ilustrar esta meditación nos deleitamos con la Canción del abuelo, una
hermosa pieza para guitarra de Atahualpa Yupanqui.
Escúchame Padre Mio.
Ampara mi protección y salud siempre cada día.
 
 Me sincero para ti para pedir no para mí, sino por alguien en especial.
Es una persona plena, feliz y divertida,
siendo un símbolo de amor incondicional.
 
Tú que lo conoces mejor que yo, porque fuiste su creador.
Te pido con benevolencia que mi abuelo sea bienaventurado

No necesito decirte toda su vida, pero el me dejo muy


 en claro que en todo hogar debemos ser honesto, respetuoso y feliz.
 
Quiero que mi abuelo viva hoy y siempre,
toda persona necesita un abuelo
para crecer con protección en este mundo.
Protege a esos abuelos que
los abandonaron y no valoraron su esfuerzo.
Cubre con tu manto y tu luz a esa
persona que viven en lugares de decadencia.
 
Sé que mi abuelo es bendecido en
muchas cosas, pero quiero que lo resguarde
en cada momento, permitiendo con mis acciones
de manera personal, emocional y familiar se sienta orgulloso.
 
Dios Soberano, Dios Altísimo,
Dios Padre y Dios Todopoderoso.
Con mi oración ten piedad de todo mal maligno o de salud.
 
Solo tú sabes que merece la gloria en el cielo y en la tierra.
Respeto su educación, porque con su sabiduría
pude conocer de ti y tu devoción por tus hijos.
 
Mi abuelo es un mago, dame el
placer de no solo verlo como protector.
 
Ilumina su vida y sigue guiando su
camino con salvación y perdona sus pecados,
permitiendo que cada segundo lo viva en
plenitud con una salud optima, viviendo con
gratificación esa familia fabulosa que ha creado.
 
Solo deseo que seas misericordioso,
gracias siempre por todo lo que haces
con esperanza, fe y ternura por nosotros.
 
Padre mío, te lo dejo en tus manos
porque solo tu sabes lo que merece en la vida y muerte. 
 
Amén.

“Llegar a viejo es una honra; las canas son la corona que s gana por ser honrado”
Prov. 16: 31

Oración por los abuelos Enfermos


Mi buen Jesús, te alabo y adoro, te amo con todo mi corazón y agradezco tu entrega
por nosotros en la Cruz, acudo ante ti sabiendo que estás siempre a nuestro
lado que todo lo ves, todo lo sabes y nunca abandonas. 

Tú que concedes vida en abundancia y eres medico verdadero y dador de


salud, Tú que eres el Buen Pastor y cuidas  de tu rebaño te ruego que desciendas
y concedas tu protección y amparo a este ser querido que tanto padece por su
enfermedad, apelo a tu infinito Amor, a tu bondad y clemencia, y solicito la gracia de
la salud para (nombre del enfermo). 

Dulcísimo Jesús, que dijisteis: "Yo soy la Resurrección y la Vida", que recibiendo y


llevando en Ti mismo nuestras enfermedades, curabas las dolencias y males de
cuantos se te acercaban; a Ti acudo lleno de esperanza, lleno de seguridad, para
implorar de tu Sagrado y Divino Corazón la sanación de (nombre del enfermo).

Jesús bendito, por tu inmensa potestad, y por la intercesión de tu Santísima Madre, la


bienaventurada siempre Virgen María que es salud de los enfermos y consuelo de los
afligidos, solicito que alivies y atiendas en la resente enfermedad a tu siervo-a
(nombre del enfermo), si es conveniente para su bien espiritual y el de mi alma.  

Señor Jesús, que al funcionario real que te decía: "Venid, Señor, antes que mi hijo
muera", le respondisteis: "Vete, tu hijo vive", te pido con todo mi ser: Señor cura con
tu poder a (nombre del enfermo) Señor Jesús compasivo, que al ciego de Jericó que
sentado junto al camino te decía en alta voz: "Jesús, Hijo de David, ten piedad de
mí", le respondiste: "Recupera tu vista, tu fe te ha salvado" y al momento pudo ver, te
pido con toda mi fe: Señor, devuelve la salud a (nombre del enfermo).

Señor Jesús, que diciendo: "Quiero, sé limpio", limpiaste al leproso, que te decía


suplicante: "Señor, si quieres puedes limpiarme" te pido Señor, no dejes que sufra,
sana a (nombre del enfermo).

Señor Jesús, que librasteis al mudo poseído del demonio y luego, el que antes era
mudo habló elocuente a las turbas, te suplico extiendas tu milagrosa Mano y sanes
a (nombre del enfermo). Señor Jesús, que sanaste al enfermo que llevaba treinta y
ocho años de su enfermedad, junto a la piscina de las ovejas, diciéndole: "Levántate,
toma tu camilla y anda" y anduvo, te ruego: cúralo, Señor mío. 

Señor Jesús, todo bondad y misericordia que delante del hijo muerto de la viuda de
Naím, enternecido, dijiste a la madre: "No llores"; y tocando el féretro,
añadiste: "Joven, a ti te digo, levántate" entregándolo luego vivo a su madre, Señor te
suplico, haz un milagro y restituye la salud a (nombre del enfermo).

Señor Jesús, que dijisteis: "Bienaventurados los que lloran porque ellos serán


consolados". Dale el consuelo y alivio que precisa en su dolor a (nombre del enfermo).

Señor Jesús, que dijisteis: "En verdad, en verdad te digo que todo cuanto pidieras al
Padre, en mi Nombre, os lo dará", apiádate de tu siervo-a (nombre del enfermo) y
cura su cuerpo llénalo-a de bendiciones y no lo-a abandones, recurro a Ti con toda
humildad y lleno de confianza para que lo-a ayudes a vencer su enfermedad apartes
todo sufrimiento y dolor de su cuerpo y le devuelvas la salud perdida que tanto
necesita. 

Omnipotente y sempiterno Dios, eterna salud de los que creen escúchanos en bien de


tus siervos enfermos, por quienes imploramos el auxilio de tu Misericordia; a fin de
que recobrada la salud, te den en tu Iglesia 

ferviente acción de gracias. Por Cristo Nuestro Señor. 

Rezar el Credo, Padrenuestro, Avemaría y Gloria y repetir la oración y los rezos tres


días seguidos.

Señor en este día intercedo por la vida


y la salud de mi abuelo.
Un ser con una mirada llena de completa bondad.
Señor me humillo ante ti y tu presencia.
 
Amado Padre de los cielos, soy tu hijo,
pero vengo a ti en nombre de mi abuelo
para una curación y un milagro.
 
Nosotros, como su familia, oramos por su salud.
Padre celestial, hay gastos que él requiere,
que muchas veces no podemos pagarlo.
Pero sé que tú ya conoces su situación
y también creo en ti Dios.
Creo que eres el rey de reyes y señor de señores.
 
Eres el maestro de todas las situaciones
y contigo nada es imposible.
Creo que tu hijo Jesucristo murió en la cruz
por nuestros pecados.
 
Creo que cualquier cosa que pidamos en su nombre, recibiré.
Por lo tanto, Padre celestial, Dios poderoso,
pido en el nombre de Jesús que se cure a mi abuelo.
Que reciba un milagro en el nombre de Jesús,
por el poder del Espíritu santo
y por la gracia de Dios.
 
Tú mi Señor eres poderoso para sanar su vida.
Solo tú tienes la potestad de tomar su salud
y transformarla para bien.
Solo tú puedes mejorar su condición de vida
Para que pueda disfrutar de esta vida.
 
Porque sé que él te ama mucho
y cree en Jesucristo tu hijo.
Mi abuelo cree en tu poder.
Él cree que tú puedes sanar todas sus dolencias.
Que puedes guardar su vida por completo.
Mi abuelo cree con todo su corazón que tú eres su Dios.
 
Ato cualquier tipo de maldad que se presente
en el camino de mi abuelo.
Gracias Dios por tu misericordia,
gracias por tu amor, esperanza y ternura.
 
Te amo Dios,
mi abuelo no es nada sin ti,
Ayúdale Padre para que él siempre este bien.
 
Amén.

Amado Dios te pido en este día


Valor y fortaleza para superar las adversidades, sabiduría para alcanzar mis
metas, tu bendición y compañía, Ya que si estas a mi lado nada abre de temer.

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