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Hora Santa por la Patria

12 de Septiembre, 2014

Inicio de la Hora Santa


¡Oh Señor nuestro Sacramentado! Míranos aquí en tu adorable presencia. Venimos a bendecirte y
alabarte en unión de los ángeles que invisiblemente rodean esa Hostia Divina. Te encomendamos
nuestra nación, nuestros gobernantes y políticos, la paz de México y del mundo entero.

Venimos a consagrarte esta Hora Santa, gozándonos de estar aquí, en tu acatamiento, a gustar de
tu compañía y a conversar contigo, que tienes palabras de vida eterna.

Sí, Dios nuestro. Quisiéramos contemplarte a través de esa Hostia Santa con el tiernísimo afecto
con que os miraba tu Madre: con aquella devoción con que os seguían tus discípulos, y muy
singularmente el Discípulo Amado, cuando la noche de la Cena reclinó su cabeza sobre tu ardiente
Corazón.

Nos sentimos felices de hallarnos junto a Ti, y queremos aprovechar todos los momentos de esta
Hora Santa para hacerte compañía, que tu presencia nos hace tan agradable. Concédenos, oh
Jesús, no dormirnos, como se durmieron tus apóstoles la noche tristísima de tu agonía en el
Huerto de los Olivos.

Míranos, Señor; somos tus hijos, a quienes tantas veces habéis alimentado con tu mismo Cuerpo y
Sangre.

¡Señor! Vuelve hacia nosotros tus ojos misericordiosos; pon en nuestros pensamientos una ráfaga
de la luz de tu Rostro, y en nuestros corazones una centellita siquiera del fuego que abrasa tu
dulcísimo Corazón.

Concédenos, oh Jesús, sentir hondamente la verdad de aquellas palabras del Real Profeta: "es
mejor una hora en tu Casa, que mil años en compañía de los pecadores".
Momento de Perdón

Señor Jesús, nos arrodillamos ante ti, reconociendo tu presencia real en el Santísimo Sacramento.
Te agradecemos inmensamente tu permanencia con nosotros, y la fe que nos has dado.

Con profundo dolor sentimos que tantos hombres, redimidos por ti, te olviden y ofendan; que en
tantos sagrarios estés solitario y en tantos hogares no seas invitado.
Nosotros, arrepentidos de nuestros pecados, queremos en la medida de nuestras fuerzas hacerte
compañía por cuantos te abandonan, y dedicarte completamente nuestra vida, como ofrenda y
desagravio a tu Corazón pleno de amor hacia nosotros.
Santa María, Madre nuestra, confiamos en tu Inmaculado Corazón que nos alcances gracias para
perseverar en la fe, animarnos por la esperanza y vivir la caridad, como satisfacción por todos
nuestros pecados y para la salvación del mundo.

Jaculatorias de desagravio:
Perdón, Señor, perdón

1. Por las infidelidades y sacrilegios, por los odios y rencores. R


2. Por las blasfemias, por la profanación de los días santos. R
3. Por los hurtos e injusticias, por las debilidades y respetos humanos. R
4. Por la desobediencia a la Santa Iglesia. R
5. Por los atentados cometidos contra el Romano Pontífice. R
6. Por las persecuciones levantadas contra los obispos, sacerdotes, religiosos, sagradas vírgenes y
todos los consagrados. R
7. Por los crímenes de la prensa impía, blasfema e inmoral. R
8. Por las maquinaciones de las sectas. R
9. Por los justos que vacilan, por los pecadores que se resisten a la gracia y por todos los que
sufren. R
Momento de Adoración
Evangelio: Jn 6,51-58

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de
este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga
vida". Entonces los judíos se pusieron a discutir entre sí: "¿Cómo puede este darnos a comer su
carne?". Jesús les dijo: "Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su
sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna
y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El
que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha
enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí. Este es el pan
que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que
come de este pan vivirá para siempre.
Momento de Petición
Evangelio: San Mateo 7, 7-8

"Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el
que busca, halla; y al que llama, se le abrirá."

Presentemos al Padre la ferviente súplica que brota de nuestro corazón a favor de la Iglesia y de
nuestra patria, en esta hora santa en que oramos de modo especial por las necesidades de todos.
Después de cada petición diremos: Escúchanos Padre.

1. Por la Iglesia, que busca en todo el bien de la nación mexicana, para que sea un vínculo de
unidad y de paz entre todos los que habitan estas tierras. Oremos.
2. Por los políticos de nuestro país, para que Dios les conceda la gracia de saber que están
llamados a ser instrumentos de progreso social. Oremos.
3. Por los ciudadanos de nuestra patria, que durante tantos años han buscado la auténtica
libertad, para que ésta abrace a todos los mexicanos y sea instrumento de crecimiento
personal y comunitario. Oremos.
4. Por las fuerzas armadas que vigilan la soberanía nacional, para que sean auténticos
promotores de ayuda, especialmente en las situaciones de emergencia. Oremos.
5. Por los intelectuales, que por medio de sus conocimientos buscan participar en el desarrollo
de nuestro país, para que sus convicciones estén siempre fundamentadas en la verdad.
Oremos.
6. Por nuestra nación, que paso a paso construye la democracia por medio de la participación
activa de los ciudadanos, para que todos sintamos que con nuestra participación en la vida
nacional ayudamos a la promoción de la paz y de la justicia. Oremos.

Oración del sacerdote: Padre santo, tú siempre escuchas a tus hijos que te invocan con fe,
ayúdanos a todos los miembros de la nación mexicana para que nos sintamos estrechamente
vinculados con el progreso de nuestra patria. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén
Momento de acción de gracias

Evangelio: Mt 11,25-30

Jesús exclamó: "¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas
cosas a los sabios, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido
bien. El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie
conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí, todos los que
están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y
aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es
suave y mi carga, ligera".

Demos gracias al Señor por el misterio de la Eucaristía y por su presencia real en medio de
nosotros. Respondamos diciendo: Te damos gracias Señor

1. Gracias, Señor, por haber instituido la Eucaristía antes de padecer tu muerte. R


2. Gracias, Señor, por haberte quedado sacramental mente entre nosotros R
3. Gracias, Señor, por darnos tu Cuerpo y Sangre como alimento. R
4. Gracias, Señor, por este tiempo que nos has concedido para adorarte y venerarte en el
sacramento. R
5. Gracias, Señor, por la Eucaristía que se celebra en todo el mundo. R
6. Gracias, Señor, por tu presencia sacramental que nos estimula a participar en la Eucaristía. R
Conclusión
El Cuerpo de Cristo que hemos adorado se formó en el seno de la Virgen María.

Los ojos de Cristo que nos han mirado se formaron en la contemplación de su Madre, María.

El corazón de Cristo que nos ha amado se formó junto al corazón de María.

Por eso a ella le decimos.

Bendita sea tu pureza y eternamente los sea….

Terminada la oración, todos inclinan su cabeza y se hace la siguiente oración:

Oh Dios, que nos diste el verdadero pan del cielo, concédenos, te rogamos,

que, con el poder del alimento espiritual, siempre vivamos en ti y resucitemos

glorioso en el último día. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oración por la paz en nuestra patria

Señor Jesús, tú eres nuestra paz,


mira nuestra Patria dañada por la violencia
y dispersa por el miedo y la inseguridad.
Consuela el dolor de quienes sufren.
Da acierto a las decisiones de quienes nos gobiernan.
Toca el corazón de quienes olvidan que somos hermanos
y provocan sufrimiento y muerte.
Dales el don de la conversión.
Protege a las familias,
a nuestros niños, adolescentes y jóvenes,
a nuestros pueblos y comunidades.
Que como discípulos misioneros tuyos,
ciudadanos responsables,
sepamos ser promotores de justicia y de paz,
para que en ti, nuestro pueblo tenga vida digna. Amén.

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