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viernes, 29 de julio de 2011

inteludio
Para cuantos parientes nos leen: Nos gustaría poder disponer de más datos, fotos, e historias antiguas familiares, con el fin de ir
ampliando cuanto narramos.

Añadimos algunas de las una canciónes que se oyeron en las muchísimas reunines de los años sesenta, que se celebraban en
casa; comenzando por la que se llama "Padre e hijo" y que hace no mucho un sobrino nos recordó.
http://www.youtube.com/watch?v=wWONUCxPwuw&NR=1

Esta otra me la enseñó a cantar mi hermano Mario en el castillo de Trujillo, cuando yo solo contaba diez años. Es Suzanne de
Leonard Cohen : http://www.youtube.com/watch?v=otJY2HvW3Bw .Algunos de los estadunidenses que venían a España en 1970 la
cantaban, y de entre ellos la prima de Huntie Bukley la recitaba, cuya voz era prodigiosa de oir bajo la cúpula de los castillos góticos.

Otra de las que mes se escuchaban cuando yo era niño fue este Bridge Over Trubled Water de Simon y Garfunkel, que considero
quedará como un clásico de la música (al igual que hoy existe Greenleaves o Scarborough Fair): http://www.youtube.com/watch?
v=GYKJuDxYr3I

de igual modo Scarborough Fair es un clássico del siglo XV o XVI, que fue superado por Simón y Garfunkel, quienes hicieron quizás
la versión más bella de la historia en esta melodía que ha sido cantada desde al menos hace quinientos años:
http://www.youtube.com/watch?v=nWu6ney5hYQ&feature=related

Uno de los más bellos poemas los tenía "Leaving on a Jet Plane", de Peter Paul and Mary. La versión cantada por aquellos tres fué
unsa de las más bonitas canciones que nunca he oido: http://www.youtube.com/watch?v=nWu6ney5hYQ&feature=related POEMA
No tan bella como la de Peter Paul and Mary era la versión de John Denver, aunque en internet no existe la original de los tres y
quizás la más bonita que podemos oir es esta de Denver (tristemente muerto en accidente de
aviación): http://www.youtube.com/watch?v=vLBKOcUbHR0
una versión preciosa de Peter Paul and Mary: http://www.youtube.com/watch?v=zzVdEyHicz8

Otra de las más bonitas canciones que se oian en los años sesenta era le Meteque de Georges Moustaki, que "los cultos" siempre
traducían mientras fumaban...: http://www.youtube.com/watch?v=rYtfoRw6lTo

Tras traducirte Le Meteque, siempre ponían "los progres" Ma Liberté" de Georges Moustaki, otra preciosa melodía que no necesitaba
ya de interpretación: http://www.youtube.com/watch?v=G4TBlPc18SM

Otras de las más bellas melodias era Bright Eyes, de Angel Claire Garfunkel, que a mi parecer seguro estuvo dedicada a los ojos
brilantes del Maestro Rodrigo (uno de los grandes genios de la música del XX). Art Garfunkel en mi opinión es una de las voces más
sobrenaturales que el siglo XX dió. Junto con su amigo y compañero Simon, realizaron las más bellas canciones imaginables y las
mejores versiones de los clásicos o populares : http://www.youtube.com/watch?v=a502RejLz8s http://www.youtube.com/watch?
v=mh7S2aIHF7c&feature=related

Pese a ello, de cuantas canciones he,os comentado, cuando voy con mis amigos japoneses al karaoke, tan solo puedo encontrar esta
divertida de Denver (que es preciosa): http://www.youtube.com/watch?v=MWzeInQaUk4

Aunque por suerte en todos los karaokes japoneses está siempre una de las más bonitas melodías del siglo XX: Knooking on Heavens
door de Bob Dylan. http://www.youtube.com/watch?v=5_swaxOidGU

Pero tristemente apenas no se encuentra quizás la más bella canción de los sesenta: Bloowing in the Wind. Cuya versión más bonita
es seguramente de Joan Baez, y que quizás supera a la de Dylan: http://www.youtube.com/watch?v=DFvkhzkS4bw

Ello fueron algunos ejemplos de lo que se cantó a fines del siglo XX. Era que fué una cumbre de la canción y de la melodía;
seguramente siguiedo un movimiento que se "revolvía" contra la música culta, que en esos años tristemente agonizaba (habrá que
preguntarse quién mató a la música clásica. Si sus hijos, sus padres sus enemigos o sus amigos más fanáticos... Pues quizás la muerte
se la dió aquel horror llamado Concierto; un esectáculo creado "para muchos"...). Esperemos que un dia resucite. Mientras tanto hay
otros que consiguieron acercarse a su belleza más sublime.
A cuantos se pregunten por qué un guitarrista clásico o flamenco (como yo) puede admirar tanto a algunos músicos de pop (solo a
algunos). Diremos que la Luz es luz; aunque nos ciegue. Y de ello, nos debemos plantear cómo y por qué alguien de apenas veinte
años (y sin casi conocimientos musicales), puede crear tanta belleza. La solución puede estar en que la vida quizás se creó (y se
genera) persiguiendo la belleza y cuanto de sublime esconde el Universo. Por ello, hemos de reflexionar de continuo quienes habrán
de gobernar nuestros corazones.

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé


martes, 2 de agosto de 2011

De música y estética (interludio II):

Foto mía tocando en un pequeño concierto en Japón (año 2010). En mi opinión, el concierto de guitarra nunca debería
superar las cincuenta personas de aforo y se debiera celebrar en donde la guitarra tenga un sonido que conserve sus
raíces; unidas al patio y al mundo hispano-mediterráneo. Quizás así consigamos promover de nuevo entre los jóvenes
el interés por la música culta.

De música y estética (interludio II):

Antes de continuar con el pasado lejano, desearíamos exponer algunas palabras sobre música (ya que hemos hablado de
la que se escuchaba cuando yo era niño -al menos en mi entorno-). Hemos deseado dejar un amplio paréntesis por ver si
alguien se interesaba sobre la magnífica obra de Pedro de Santafé: Poeta del siglo XV, cuya vida y muerte, antecesores y
descendientes; hasta el estudio que hemos presentado en entradas anteriores estaba prácticamente desconocida. Siendo
este un artista del primer Renacimiento por quien tan solo (y que sepamos), el profesor Mariano de Andrés Gutierrez y la
profesora Tato Cleofás, se han interesado (estudiando su obra y publicando tesis dorctorales sobre aquel). Advirtiendo
del triste abandono en el que se encuentra este poeta y trovador, del cual ni siquiera se sabe "oficialmente" que termina
sus días en la hogera, quemado junto a casi toda su familia por el Santo Oficio. Pasamos a reflexionar un poco sobre la
música en nuestros tiempos:

Pues es que nacimos cuando aún un "concierto" era solo de violines, violas y cellos (o, a lo máximo de percusión clásica).
Y es que en esos años sesenta en los que vine al Mundo aún vivían personajes como Igor Stravinsky y no hacía tanto que
había muerto Don Manuel de Falla: Gloria de las artes y el sonido; de seguro el mejor compositor que ha dado nuestra
España, tanto como posiblemente el más grande de los músicos del siglo XX. Pese a todo, fueron aquellos años sesenta
cuando no se sabe si por el disco, el afán de perfección en los intérpretes; debido a la difusión de la música como objeto
de consumo (no de disfrute), o "el vestirse" todos los clásicos de "tiralevitas" para subirse a un escenario a ver quien lo
hacía mejor... . No se sabe si por todo aquello, tristemente la música culta fue muriendo siendo sustituida por la pop y
etc.... Hasta llegar a la decadencia de hoy en el que el fantasma de la música culta persigue a la juventud, que en su
tremenda ignorancia muchos tienen maravillosos equipos de sonido, pese no saben si Bach es un desodorante o un
ambientador.

Y es que parece evidente que el interés por la música clásica (también llamada culta) ha decaido a cotas abismales; algo
que en un principio puede parecernos "asunto sin importancia", pero que de seguro va a terminar dejando sordos a una
generación que vaga por las calles portano unos "cascos" cuyo sonido parece el de una minitaladradora. Auriculares que
llevan metidos en sus orejas una mayoría de jóvenes y que impide que nadie se acerque a ellos, por lo incómodo de su
chasquido; pero que en su mayoría usan como tapones de cera inseparables (impermeables, impersonables e
impresenables). Por cuanto antes de quedar sordo oyendo tal "chunda chunda", les diremos que es una pena morir sin
haber escuchado maravillas como la Suite Nº 3 de Bach y sus conciertos de Brandenburgo; la 9ª y la 6ª de Beethoven, las
melodías de Häendel, las orquestaciones de Brahms, las deformacines de Debussy y el nacionalismo de Manuel de Falla
(o la belleza del Concierto de Aranjuez y del Concertino de Bacarisse).

Pero curiosamente, en esta nuestra época para llegar a escuchar aquellas obras que antes hemos mencionado, solo se
precisa apretar un botón (sin más). Aunque antes (antaño), la gente teníamos que ahorrar meses para comprar el disco, o
para llegar a ver el esperado concierto que pasaba en nuestras vidas como una hora de gloria (que a veces se recordaba
por siempre). Pese a lo fácil que se halla la música en internet, ya nadie o casi nadie escucha a los clásicos; quizás por eso
mismo, porque está al alcance de todos y ya nada cuesta. Las estadísticas y los números hablan y si mirásemos el
porcentaje de entre aquellos quienes tienen un aparato (ordenador, móvil etc), que les permite oír música y los que
escuchan algún clásico, el resultado sería = épsilon. Habiendo quedado la música clásica (entiéndase culta) en un armario
que parece el de los disfraces de las fiestas de los abuelitos y que por aburrimiento, sorpresa o pereza, nadie ya abre (o
que solo interesa quienes se quieren dedicar a este mundo).

Lo más curioso es que el pop el rock y otros movimientos son los únicos que se escuchan; tanto que puede oirse en las
noticias de las emisoras nacionales (TV o Radio) la comparación de grupos de Rock de finales del siglo XX con los
compositores clásicos. Llegando a decirse con toda normalidad que "fulanito" es el Mozart del siglo XX (ello sin tener en
cuenta que en ese siglo que nos antecede vivieron -solo en España- figuras como: Manuel de Falla, Joaquín Rodrigo,
Salvador Bacarisse, Granados o Turina...). Podríamos pensar que todo ello se debe a un complot contra lo culto, aunque
caeríamos en la triste "baza" del inquisidor, quien nunca se da cuenta de que los hechos sociales suceden por algo (no
porque la gente se "acomplote" o se "acomplete").

Y es que mucho de esta decadencia y "muerte" del mundo clásico en la música se ha motivado por el perfeccionismo y la
manía de hacer todos lo mismo y mejor cada vez. Puesto que lo perfecto es contrario a lo bueno. De ello, que muchos
imperfectos cantantes del pop o del rock, nos hayan podido ganar la partida a los de "lo culto". Simplemente por ello: Por
ser imperfectos y carecer de manierismos, haciendo las cosas a "la pata la llana y como salen". Ya que el ver a un hombre
vestido de frac, subido en una tarima de un teatro, normalmente con una gran dosis de stress escénico, e interpretando
siempre cosas muy parecidas (con una exactitud milimetrica); puede llegar a ser aburridísimo. Así, nos podíamos
plantear si Beethoven, o Chopin eran personajes con carácter de profesor (o de maetros), parecido al que hoy nos
imponemos entre los músicos. Pregunta sobre la que llegaremos pronto a la conclusión de que tanto uno como el otro
eran del "pop" (en su estilo y en su época), generando revoluciones "antisociales o antiacademicistas" en su arte.

Consecuetemente, quizás el único mundo del clásico que se ha salvado de esta situación de desinterés entre los jóvenes,
está en la guitarra y ello seguramente por efecto del flamenco (y porque los guitarristas suelen interpretar sin partitura,
algo que ya llena de rescura y cambios a un sonido). Figuras como Paco de Lucía -que ha revolucionado todo el sistema
de pulsación, acordes, armonías y medidas flamenco-clásias- y cuantos le han precedido y seguido en el flamenco clásico
desde fin de siglo XX, han creado una escuela en la que puede decirse que estamos ante algo similar a la Italia del
Renacimiento (salvando las distancias y refiriéndose a la guitarrra). Centenares de chicos jóvenes existen (sin ser apenas
escuchados) cuya calidad es inimaginable y en una magnitud y perfección que este fin del siglo XX y principios del XXI
ha sido sin lugar a dudas un Siglo de Oro de la Guitarra (como lo fueran en las letras el de la Generaciónes del 98 y del
27). Aún no conocemos cual es el siginificado y magnitud de figuras como Paco de Lucía o Manolo Sanlúcar, pero el
tiempo y la historia les juzgarán y de seguro junto a ellos a los compositores que hubo en la España del siglo XX, que
ocuparan el Olimpo de los sonidos. Todo ello, porque su perfeción no necesita de lo perfecto sinó de lo inalcanzable
(muchas veces pleno de defectos).

Animémonos pues, que quizás el mundo de la música culta reviva gracias a quienes llevan lo popular al terreno del
clasicismo.

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé


miércoles, 3 de agosto de 2011

INTERLUDIO III: De la éstética y la estática:

Foto mía del carnet de CANOE N.C., con unos trece años; cuando era semiprofesional del deporte (equipo español de
saltos de trampolín, hacia 1973 ). Entonces oía la frase: "que la gimnasia nada tenía que ver con el magnesio", aunque
cuando comencé a entrenar en gimnasio ví como había que darse mucho magnesio, para no resbalar... . En la entrada
de hoy veremos que la estética y la estática tienen también cosas en común. Sobre todo en lo que se refiere a los valores
de lo sublime.

INTERLUDIO III: De la estética y la estática:

De niño me decían aquello de que nada tenía que ver "la gimnasia con el magnesio"; auque para mi sorpresa, cuando
comencé a ser "semiprofesional" del deporte vi como todos los gimnastas habíamos de darnos magnesio, al comenzar la
gimnasia (para no resbalar). Y yo me preguntaba entonces, por qué existiría "tamaño refrán" que a más de
incomprensible era imposible. La respuesta estaba quizás en que a los hispanos nos gusta muchísimo "esdrujulear"; y de
tal manera intitulo este "interludio" como de "estética y estática". Pues entre ambas (la estética y la estática) parece que
nada pudiera haber en relación; más al leer a Kant pronto comprendemos que la diferencia entre "lo bello y lo sublime"
se encuentra precisamente en el equilibrio. Es decir, que la belleza tiene una estática (suele ser equilibrada), mientras la
sublimidad es estética aunque inestática -y de común, hasta inarmónica-.

Cuando era jóven (bastante jóven me refiero -entre los quince y los veinte-), me encantaba hablar con viejos (bastante
viejos entonces -entre los setenta y los ochenta-). Hoy ya estos no serían ni ancianos y se les llamaría de la Tercera Edad;
pero antaño (hace más de treinta) un hombre o mujer de setenta, se tenía por una venerable ancianidad. Recuerdo que
tras acabar la mili (a los veintidós) y aburrido en La Facultad de Derecho, casi a diario me escapaba a casa de una ilustre
poetisa, que vivía en Ferraz (cerca de la zona universitaria). Allí junto a sus amigos -el más joven de sesenta, por
entonces- pasábamos las horas muertas charlando sobre lo divino y lo humano. A ella le horrorizaba envejecer y así lo
manifestaba de continuo. Un día, ante sus quejas por tantos años como había cumplido; comenzó a hablar de cuanto
había visto y vivido, espantada de ser vieja. Miré a todos lo que allí se reunían (ya dije que el más joven era sexagenario)
afirmando que la vejez no deterioraba tanto al ser humano (como ella afirmaba). Entonces, reprochó mis palabras
imprecando que yo -quizás- no fuera un esteta; puesto que para ella era una gran humillación verse a diario cada día más
torpe, más arrugada y más fea. No sabiendo qué contestar le dije: -"Sí, pero cada día escribes mejor y quizás ello te hace
no más bella, pero sí más sublime"-. Me miró con cara de sorna y soltó con el morro retorcido aquello de: -"Angelito,
tómate lo que quieras que hoy te invito yo"- (el resto de los asistentes rompieron a reír y tristemente la conversación
quedó allí, sin avanzar más sobre cuanto intentaba expresarles).

.
Pues en verdad era así, la estética no está solo en lo bello. Pese a que nos hemos acostumbrado a pensar que lo estético es
solo la belleza, olvidando lo sublime. Y ello es como afirmar que la inteligencia son conocimientos; olvidando la
creatividad, la intuición o la empatía. Tanto es, que si preguntásemos al común de los mortales qué es lo sublime, no
sabrían definirlo (ni menos unirlo y diferenciarlo en sus aproximaciones a "lo bello"). Aunque para quienes amamos la
música nada nos cuesta separar "lo bello de lo sublime"; ya que quizás los definió Kant por ser el filósofo de la Era y la
nación de los músicos (la Alemania de los siglos XVIII al XIX). Puesto que todos sabemos que los valses pueden tener
algo de bello, pero nada de sublimes; mientras Bela Bartok o Stravinsky quizás carezcan de gran belleza, pero están
plenos de sublimidad. Y para quienes quiera entenderlo mejor les diremos que Chopin puede ser el gran dominador de la
belleza, pese a que las orquestaciones de Brahms o de Wagner, son el ejemplo de lo sublime. Siendo tan clara en la
música la franja que divide ambos conceptos, que puede decirse de una bonita melodía, que es la belleza; mientras una
nota dada en el vacío (que nos inquieta y nos sorprende), es sublime.

Cuanto exponemos viene a colación puesto que en la música actual parece que solo se busca la belleza (tanto en la clásica
como en la pop o moderna). Teniendo un empeño por ocultar o separarse de lo sublime, que en numerosas ocasiones
precisa de "un mundo" pleno de fallos e imperfecciones. La manía psicótica hacia la belleza (sola) del siglo XX
evidentemente nace del tiempo de la imagen y del disco. Era esta la nuestra en la que vemos en la pantalla hombres y
mujeres en el más auténtico plastificado: Sin defectos. Tanto como oímos unas grabaciones retocadas y limpiadas, que
carecen de un solo fallo, arrastre o sonido natural del instrumento (como puedan ser las uñas en la guitarra). Las
ecualizaciones intentando lograr la máxima "belleza", han ido dejando al margen lo sublime; tanto que cualquier defecto
se ve ya mal en una grabación (pudiendo ser maravilloso). En lo que corresponde a la belleza humana sucede lo mismo,
una simple cana o arruga pudiera ser motivo de bajada de un escenario. Y la "puntilla" a todo esto, se la han dado los
programas y digitalizaciones como el foto-shop o las ecualizaciones automáticas, que son capaces de quitar hasta las
pecas o las notas de reverberación de un instrumento... . Un desastre, porque en mi opinión: Lo perfecto, es lo contrario a
lo bueno. Y si alguien tiene muchas dudas, que observe a una mujer con el cuerpo perfectamente operado por estética (ya
no digamos que lo toque, pues el plástico es altamente desagradable).

Pudiéramos plantearnos de dónde nace (o procede) en la humanidad el sentido de la belleza y pronto nos contestaremos
que de la necesidad de crear y procrear (de la reproducción natural). Tanto es así, que casi todos los animales la
distinguen y en sus ciclos de apareamiento las hembras o los machos suelen cruzarse con los más bellos (o más fuertes).
Nos llamará la atención observar si ponemos a un perrito junto a dos hembras (una bonita y otra fea), como el macho se
irá hacia la más bella a toda prisa; al igual que la Urogalla sigue al gallo que más canta y al que más vivo color tiene. De
ello, habríamos de preguntarnos si el sentido de lo bello (puramente bello) tiene algo de sobrenatural, dado que los
animales lo conocen... . Quizás no (o no mucho). Pese a todo, existe en el arte un segundo valor que es el de lo sublime y
este sí que nace del espíritu. Procediendo de los conocimientos, de la cultura propia, de los valores intelectuales y hasta
de la interpretación de la fealdad en uno mismo.

Llegados a este punto quizás podamos ver por qué hay una terrible crisis en el arte en el siglo XXI. Arte que no admite. y
posiblemente no contiene lo sublime. Ya que parece que solo existe para el hombre de hoy lo bonito y lo feo, creando en
base a estos dos conceptos. ¿Y lo sublime, dónde está lo sublime?... . Posiblemente en lo inalcanzable o en lo
inconmensurable e intangible; tanto como en lo incrompensible. Como ejemplo para entendernos, podríamos decir que
Dali era lo bello y Miró lo sublime; siendo quizás Picasso lo bello junto a lo sublime. Pero a día de hoy esta segunda
categoría escapa del arte, porque no se sabe que lo sublime siempre transmite dolor, sufrimiento y hasta desesperación.
Dolor, sufrimiento y desesperación que "no gustan" en una Sociedad que no quiere ver lo triste. Pero que además nada
tienen que ver con la sublimación de lo horroroso, que hoy en día tanto ha querido hacerse; como si lo puramente feo
fuera también una manifestación del arte cercana a los sublime. Aunque el mal gusto nada tiene que ver con lo sublime
(no nos engañemos).

Sin embargo, así hoy y en nuestro siglo, persiste el empeño por separar la creatividad en la de "lo bello" y lo "antibello";
considerando que en una escala de valores que juegue con ambos conceptos pueda medirse la creatividad o la estética.
Pero en esta estética no hay estática, porque para que algo no sea bello en el arte y tenga valor habrá de ser sublime
(nunca feo o "antibello"). Además, lo bello por sí mismo puede llegar a no valer nada desde el punto de vista creativo;
mientras lo sublime siempre tendrá un valor artístico. Es por ello que (quizás) en la música clásica debieran de comenzar
a abrir las puertas a quienes invoquen un Mundo basado en otros valores muy diferentes a los de la perfección. Teniendo
en cuenta que llegar a dar una sola nota con personalidad, vale más que cuanto se pueda estudiar en toda una vida de
conservatorios. Personalidad que a veces ha de nacer de cambiar la partitura, los tempos y las notas; para tocar aquello
que uno quiere como le gusta. Pues no creemos que Chopin, Mozart ni Beethoven, interpretaran sus piezas siempre de
una manera igual y exacta; sinó que muy por el contrario cada vez que las tocabam improvisaban (y la modificarían)
según el ambiente o el lugar donde estuvieran.

De ello y siguiendo con esa forma de interpretar la música; como dijimos ayer, un ejemplo claro de lo que se ha salvado
de la "hecatombe" del mundo clásico está en la guitarra. Instrumento que desde Andrés Segovia hasta Paco de Lucía (cien
años de gloria hispana) ha dado una cadena de profesionales, que sin duda convertirán a España en un nuevo Siglo de
Oro musical. Ellos, junto a sus compositores (desde Falla a Rodrigo y larguísimo etcétera), interpretan cada vez y como
les viene en gana, piezas clásicas o flamencas. Y es que Andrés Segovia tocaba soleares, tanto como Cañizares (Sanlúcar o
Lucía) interpretan el Concierto de Aranjuez: Cada uno a su manera y hasta con sus notas. Como se debe de hacer. Puesto
que lo otro puede matar la música, ya que este no es el arte de repetir, sino de componer e interpretar. Puesto que lo
imperfecto, si es sublime, siempre será arte.

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé


jueves, 4 de agosto de 2011

INTERLUDIO IV: Ante un nuevo (e inadvertido) Siglo de


Oro en la música española.

JUNTO A ESTAS LINEAS: Francisco de Tárrega, concertista y compositor, quien consideramos inicia el primer
Siglo de Oro de la música española. Una de sus principales obras es RECUERDOS DE LA ALHAMBRA, de la que hemos
recogido en internet una preciosa grabación de Andrés Segovia realizada en 1927, cuando el intérprete no tendría
mucho más de treinta años y apenas nadie había oido ni podía tocar esta difícil pieza de Tárrega. VER:
http://www.youtube.com/watch?v=aUrqgdHcSTo&feature=related

.
El único lugar del Mundo en el que pudo haberse compuesto Recuerdos de la Alhambra es (sin duda alguna), España.
Ello, porque aquel lugar necesitaba haber llegado a crear y depurar un instrumento con un sonido semejante al del laúd y
la vihuela, pero con unos matices "intemperantes" similares al de la cuerda judía y musulmana. Con una caja en el tono
similar al de la voz humana (los bajos masculinos y las tiples femenina), pero con el sonido del agua; siendo ello: La
guitarra. Además, aquella música, necesitaba como inspiración y eco las fuentes del Generalife con la imagen de la
"Elvira" en la Alhambra. Pero sobre todo, precisaba del nacimiento de una generación de compositores incomensurables,
como se produce en la España de mediados y fines del siglo XIX; que comienza con una figura como Francisco de
Tárrega.

Dicen que "sobre gustos nada hay escrito", pero yo puedo afirmar que nadie, absolutamente nadie al que le guste la
música, podrá negarnos que Recuerdos de la Alhambra sea maravillosa. Para mí es una de las mejores obras que he
escuchado (e interpretado) y que tan solo puedo comparar con las más grandiosas composiciones de Bach o Häendel. Es
más, debo afirmar que cuando se toca Recuerdos de la Alhambra en paises como Japón, quienes la escuchan sienten y
comprenden profundamente todo el significado del palacio nazarí, de Granada y de la verdadera cultura hispana. Una
España que por fortuna es producto de un puente entre muchísimas civilizaciones y que han podido dejarnos un crisol de
estilos heredados; originando arquitecturas como La Alhambra, las de Toledo, o el mudejarismo (en Aragón y Castilla).
Al igual que una música hecha desde el sentimiento de las tres culturas (la cristiano-romana, la judía y la musulmana)
con piezas tan destacadas como estos Recuerdos de la Alhambra, el Amor Brujo o Noches en los Jardines de España (a las
que acompañan un prodigio de obras nacidas para guitarra y orquesta, desde los años del maestro Tárrega a los del
maetro Rodrigo).

.
Así es Tárrega el compositor con el que podemos decir -sin temor a equivocarnos- que comienza el Siglo de Oro de la
Música Hispana; "era" contemporánea y coetánea a las tres grandes generaciones de escritores -La de "el 98", el
Novecentismo y la del 27; en un periodo que ocupa entre 1890 y 1930-. Pero a la que le continúa un Siglo de Plata, que
renace en la postguerra, teniendo como "puente" y nexo a Andrés Segovia. Desde el que surgen las escuelas de guitarra
clásica con sus tres vertientes (Segovia, Regino Saez de la Maza y Yepes); para culminar con obras como El Concierto de
Aranjuez y un sifín de composiciones y compositores que basándose en la música española y en la guitarra, llegan a
completar un palmarés de creadores y creaciones muy superior al que cualquier otra nación tuvo en el siglo XX. Como
ejemplo citamos algunos de estos músicos llegados tras Francisco de Tárrega en la primera parte del Siglo de Oro:
Manuel de Falla, Turina, Granados, Albéniz, Bacarisse, Pittaluga, Halffter, Segovia, Mompou, Esplá, Joaquín Rodrigo y
Moreno Torroba (entre otros).

JUNTO A ESTAS LINEAS: El maestro Joaquín Rodrigo, quien quizás cierra el primer ciclo de la Edad de Oro (y plata)
en la Música Española. Comenzando en tras su obra cumbre (El Concierto de Aranjuez) una nueva Era Áurea en la
guitarra -esta vez capitaneada por la flamenca que desde los años setenta toma el relevo a la clásica-.

Como decíamos, al Siglo de Oro (de Falla a Joaquín Rodrigo), le continúa uno de Plata (con Yepes y Saez de la Maza);
pero que en su otra vertiente viene profundamente marcado por la creación y nacimiento de la verdadera guitarra
flamenca. Conformada y confirmada en los años cincuenta y que culmina en los sesenta. Ello debido al interés por el
toque (ya no por el cante) en los tras la postguerra y a la evolución del instrumento en el que los flamencos comienzan a
interpretar -tanto como a la "herencia musical de escuelas clasicoflamencas (como la de Linares)-. El éxito internacional
de la guitarra española hace que en los a mediados del XX triunfen ya figuras como Sabicas o El niño Ricardo y Melchor
de Mairena en todo el Mundo. Llegándose finalmente a la cúspide en los años sesenta con la aparición de ese prodigio
llamado Paco de Lucía, quien (junto con Manolo Sanlucar) daría un nuevo giro al mundo de la guitarra, promoviendo lo
que es sin lugar a dudas una segunda Edad de Oro. Era en la que nos encontramos y en la que apenas en España si hay
interés por las figuras de la guitarra que existen, mientras podemos afirmar que vivimos un verdadero Renacimiento, con
decenas de primeras espadas (todas españolas) triunfando por el Mundo y revolucionando la guitarra -clásicoflamenca-.
JUNTO A ESTAS LINEAS: Pepe Romero, uno de los más grandes guitarristas clásicos y flamencos que la Historia ha
dado y que vive desde hace cuarenta años en California como catedrático de su universidad. Pepe, junto a su hermano
Angel Romero han sido figuras mundíalmente conocidas y en verdad podemos considerarlos glorias nacionales. Les
citamos como ejemplo de decenas de guitarristas españoles que en verdad están en la élite de la música mundial, desde
los años sesenta. Como muestra de ello, traemos dos portales. En el primero podemos escuchar Recuerdos de la
Alhambra de Pepe Romero en un directo. VER:
http://www.youtube.com/watch?v=LrtW99qTk6E En el segundo llegamos hasta este disco grabado con Philips hace más de
cuarenta años, que es un prodigio de visrtusismo, genialidad y expresión. VER: http://www.technodisco.net/pepe-
romero/recuerdos-de-la-alhambra--jeux-interdits--asturias-762750.html

Pese a ello, parece que lo que nos importa (musicalmente hablando) son tres o cuatro "pasmarotes", que no saben ni
balbucear y se suben a un escenario solo por carecer de vergüenza. Mientras, entre las "oscuridades" y sin apenas público,
podremos escuchar a decenas (por no decir cientos) de guitarristas cuyo sonido es absolutamente personal y maravilloso;
músicos que han revolucionado cada uno y en su parcela, un pequeño mundo sonoro. Sobre todo si nos referimos a los
flamencos, quienes desde los años ochenta llevan un sistema de evolución y progreso que, siguiendo las bases sentadas en
los setenta por Paco de Lucía, modifica, alteran y cambian a diario sus fórmulas sin parar de enriquecerse ni menos de
crecer. Puesto que cada año salen (como si de debajo de las piedras fuera) cinco o diez nuevo guitarristas; cuya técnica y
sonido hace solo treinta años hubiera sido inimaginable. Todos ellos creando, componiendo y progresando, con una
perfección en el toque y un dominio, que les permite llevar programas que incluyen de Tárrega a "las Soleares" y de
Rodrigo a "los tanguillos".

JUNTO A ESTAS LINEAS: Paco de Lucía, quien (con Manolo Sanlucar) en los años sesenta-setenta revolucionó la
guitarra, hasta el punto de poderse decir que ha creado un nuevo Siglo de Oro de la música española. Como si de un
nuevo Tárrega se tratara, Lucía a propiciado el caldo de cultivo para que decenas (sinó cientos) de guitarristas de la
mejor calidad, técnica, gusto y purismo, hayan nacido en nuestras tierras. Para comprender lo que significa Paco de
Lucía y el Siglo XX en la música española, invitamos a escuchar este portal de youtube con el adagio del Concierto de
Aranjuez interpretado por él. VER:
http://www.youtube.com/watch?v=w8LL1x6J2rU&feature=related . De igual manera, para entender la técnica y capacidad
que Lucía tenía con apenas veite años, invitamos a escuchar y ver este video; recordando que en su segunda pieza (que
llama Panaderos) es un bolero clásico, del siglo XVIII, fechable hacia la época en la que nacía conformado ya el
flamenco. Contemporáneo a Sabatini y con melodías afines a las que inspirarán toda la música española desde finales
de ese siglo. VER: http://www.youtube.com/watch?v=xmqR93Us4SI&feature=related

Y es que sin lugar a dudas estamos ante un nuevo Siglo de Oro de la guitarra (esta vez flamenca), que muy posiblemente
termine en pocos años. Pese a todo, lo más incrleíble es que está pasando desapercibido en nuestro propio país, donde se
sienten muy orgullosos de tener los cuarenta o cincuenta deportistas más importantes en algunas disciplinas (fútbol,
motos, tenis, ciclismo, automivilismo etc.). Pero a quienes parece importarles muy poco, contar con los cuarenta o
cincuenta mejores guitarristas del Mundo (y en gran parte, con algunos de los más insignes artistas de nuestra
Historia)... .

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé


sábado, 6 de agosto de 2011

INTERLUDIO V : El arte que no es espectáculo.

Los años setenta y ochenta, fueron aún tiempos muy felices para la cultura -los sesenta quizás habían sido aún mejores-. No se trata
de emular a Jorge Manrique y su "cualquier tiempo pasado fué mejor"; pero si es obligado recordar lo que aquellas décadas fueron en
el ámbito cultural. Comencé a comprenderlo entre 1977 y 1979 (a mis dieciseis-deciocho años, aproximadamente), y la
concienciación vino mientras tuve una dura profesora de literatura, que nos legó una sólida y magna base lingüistica. Se llamaba
Alicia Blëiberg y era hija de un conocido profesor (académico) que trabajaba en Huston -amigo y conocido de la Generación del 27-.
Aquella mujer era admiradora de los entonces más innovadores (como Blas de Otero) y su filosofía y lecciones nada tenían de
sospechosamente elitistas. Es más, en sus explicaciones siempre había un apoyo y unas preferencias tendentes "hacia la Izquierda" o,
en su caso, muy cercanas a la Institución Libre de Enseñanza. Pese a ello, nos enseñaba que el arte, la filosofía y la literatura era para
una minoría. "Para la minoría siempre"; aquella que supiera apreciarla y continuarla. Explicando que esa era una de las frases y
preceptos más queridos por Juan Ramón Jiménez, quien dedicaba en numerosas ocasiones sus libros de poemas a "la minoría".

JUNTO A ESTAS LINEAS: Juan Ramón Jiménez dibujado sobre Platero por Rafael Munoa, en la edición de Platero y Yo
(Aguilar, Madrid 1970). En mi juventud pude conocer algún hijo de los sobrinos (de Zenobia Camprubí) y a personas
cercanas al genio literario, y por lo que me narraron debió tener un espíritu muy cercano al de Manuel de Falla (en nada
"atento" a las masas). Dedicaba sus obras a "la minoría", sin ser aquello ningún síntoma de "clasismo" (sinó solo de
"purismo"). Pero es que el amor hacia "el pueblo" nunca significa ser "populachero" y menos gustar de las cosas vulgares.
Sinó muy por el contrario, disfrutar con todo aquello refinado y cargado de buen gusto que "el pueblo" ha creado (en su
literatura, música, arquitectura, modas y costumbres). Intentando conservarlas como un gran tesoro cultural.

Hoy sería casi imposible dar una clase en la que se expusieran esos conceptos de minoría y de élite, pues parece que
aquello de elegir a los más destacados no debe nunca mencionarse (menos, hacerse). Pareciendo que ya no se debe
separar a los que tienen una mayor sensibilidad, ni más condiciones que el resto del grupo. Existiendo el dogma y el
deber de dirigirse a todos por igual. Por lo que hacer algo tan solo para unos pocos, puede definirse como un hecho
"políticamente incorrecto". Y con todo ello, hemos de replantearnos si personajes como Juan Ramón (o los artistas de la
Generación de 98 y del 27) que orientaban y dirigían sus obras solo para quienes pudieran entenderlas; quizás fueron
unos ignorantes, o unos tiranos... . Mucho lo dudamos y lo único seguro es que fueron intelectuales de la mayor talla
mundial. Pero que al igual que hoy hacen los amantes del deporte, que apartan desde niño a los destacados y solo dejan
participar en sus eventos a los más brillantes y excepcionales hombres (sin permitirles doparse ni engaño alguno).
Antaño, los verdaderamente creadores y pensadores, no dejaban entrar en "su mundo" al mediocre, ni menos al romo o
al torpe. Por lo que sus libros, su poesía, su música y su pintura se hizo para "esa minoría". Con ello, consiguieron que
con el paso del tiempo, aquel arte pudiera ser comprendido por la gran enorme mayoría; ya que todos hemos disfrutado
de J.R.J, de los del 98 y del 27, del cine de Buñuel, o de pintores como Juan Gris, Picasso o Maria Blanchard.

JUNTO A ESTAS LINEAS: El arte no es un espectáculo y como demostración incluimos la imagen de una de las más
importantes obras artísticas de la cultura hispana: El poema de Ruben Darío LO FATAL (copia de página 148, edición
de "Cantos de Vida y Esperanza" que me regaló Carmen Conde -Austral, Madrid 1983-). Recuerdo que cuando Carmen
Conde estaba triste, siempre recitaba este poema -a veces acompañándolo con una copita-. Le gustaba que tocara mi
guitarra para acompañarla también en su "canto" y al finalizar, siempre concluía que Rubén era uno de los más
grandes. Tanto como se empeñaba en regalarme el libro, para que me lo llevara; así llegué a tener cuatro o cinco
ejemplares iguales que me daba, tras argumentar que se lo sabía enteramente de memoria... . Ella, al igual que su
marido (Antonio Oliver Belmás) habían estado muy unidos al poeta nicaragüense, y me narró algunas anécdotas de
aquel, que otro día recogeremos. Del mismo modo había sido gran admiradora y cercana a Juán Ramón Jiménez y
siempre hablaba de las minorías "juanrramonianas"... . Fué la primera que me dijo que un buen creador y un
intelectual, no era nunca un artista (del espectáculo); ello era como confundir un intérprete con un compositor o a un
actor con un dramaturgo. Y es que el arte y el espectáculo son cosas bien diferentes.
.

Continuando con lo que tratábamos, a muchos lectores quizás les haya llamado la atención la intitulación que encabeza la
entrada, afirmando que "el arte no es un espectáculo"; pues actualmente arte y espectáculo parecen palabras sinónimas.
Pese a ello, nada hay más lejos del arte que obligar al que lo crea a hacernos algo espectacular; pues ello supone nuestra
intromisión en su privacidad y -quizás- la destrucción de la verdadera plasmación íntima (bella y sublime). Aunque,
como decimos, a día de hoy aquello que no es espectáculo no vende -ni se vende- y sin capacidad de darse a conocer,
carece de proyección y posibilidades de divulgación (propias del arte). De tal manera, arte y espectáculo son análogos
términos actualmente, pese a que así, aunados, van minando la verdadera función del artista. Trabajo del creador que
debiera ser el de: Expresar y recoger -en formas temporales o espaciales- el sentimiento de una época y transmitir a las
generaciones venideras los parámeros de estética, belleza, creatividad y humanismo, del tiempo y civilización en que
vivió.
SOBRE ESTAS LINEAS: Carmen Conde en casa de mis padres en 1986, junto a mi mujer y a mí. Teníamos entonces
veinticinco y diecinueve años, mientras la escritora era de una generación muy cercana a la de 1927. Esta poetisa se
negaba a autodenominarse "artista" y se decía "intelectual"; reconociendo que en aquellos años el arte ya se había
confundido totalmente con el espectáculo. Y es que el espectáculo triunfa cuanto más público asista, mientras el
verdadero arte puede nacer solo para quienes tengan capacidad de disfrutarlo (auque sea un reducida minoría).
.

Pese a ello, muchos no comprenden (ni ya comprenderán nunca) que "el espectáculo" y "el arte" son cosas muy
diferentes; tanto que en ocasiones al convertir una creación en algo espectacular, esta pierde gran parte de su "esencia".
Ello es lo que sucede en parte con la música clásica, nacida en salones y pequeños auditorios de concierto y que al
interpretarse en grandes auditorios (incluso, en estadios) se desvanece o se convierte en algo ajeno al mundo propio del
artista. Y es que no es lo mismo ver un cuadro, que la foto ampliada de un cuadro; ni menos una estatua que su fotografía
tridimensional. Por lo que oír la música clásica sometida a auditorios "solo dignos" del pop o del deporte -en ocasiones a
través de altavoces-, llega a transformar lo que fue un deleite de minorías y de élites, en algo sin intimidad y carente de su
verdadero sentido. No sé si me entienden, pero creer que puede trasladarse al mundo del espectáculo la música clásica, es
como aquel que piensa que lo mejor para leer a los clásicos de la literatura, es llevarlos a la pantalla... . Un error, pues tras
conocer el argumento ya sí que muchos jamás leerán esos libros, debido a que su curiosidad por la trama ha quedado
saciada.

Pues la curiosidad, la intimidad o la participación del que observa o se deleita con el arte, es parte de este. Es decir, que el
que disfruta del arte, también es una "porción" de aquel; de tal manera, de las condiciones en las que lo haga (psíquicas,
emocionales y físicas) dependerá totalmente lo que la obra le transmitirá. Consecuentemente, si un músico de calidad nos
diera un concierto en el salón donde tocaba Chopín (en París); en el que apenas cabían cuarenta personas -con las que el
maestro muchas veces cenaba y charlaba antes de sentarse al piano-; la percepción y audición de la música sería muy
distinta a la que recibimos en un auditorio. Ello, porque la música clásica (en su mayor parte) está hecha para
interpretarse ante una minoría cercana (y educada). Por lo que -a excepción de las misas o las óperas-, tocarla en grandes
espacios, sin contacto humano entre el intérprete y público, supone ya desvirtuar su valor; la esencia para la que ha sido
compuesta, rompiendo gran parte de su significado. Entonces es cuando se llega la conclusión que gran parte de los
jóvenes tienen sobre lo clásico, cuando tristemente nos dicen repetidamente: "Aquella música es un rollo y una pesadez".
No nos extraña, pues es como escuchar un recital de Rock realizado en un pequeño salón y con los cantantes vestidos de
frac y el público de corbata (un "sinsentido"...).

Habrá muchos que consideren mis palabras "clasistas" o elististas; a lo que respondería que lo único que pueden ser es:
"clasicistas" y "reclasicistas". Por cuanto la música ha de representarse en un entorno al menos "similar" para el que ha
sido creado. De ello, intepretar a Bach en guitarra eléctrica o en sintetizadores, puede ser muy experimental y muy
"novedoso", pero nada de auténtico tiene y de seguro muy poco nos va a transmitir sobre la "elevación" que contiene la
música de este genio alemán. Asímismo, tocar en un estadio de fútbol a Beethoven es poco más o menos como mostrar la
Goiconda en mitad de ese campo de juego, con unas cámaras y pantallas que aumenten el reflejo de su imágen (para que
todos los asistentes lo vean). Todo aquello desvirtúa el origen y la esencia del arte, que se convierte en espectáculo, pero
pierde su carácter humano y humanístico. Llegando a poder convertirse en "el aburrido concierto", del que hablan todos
los jóvenes.

Volverán muchos a acusarme de "elitista y clasista", al reivindicar conciertos para cincuenta (o menos) personas, en
salones y no en auditorios. Pero no es así; nunca lo he sido. Hasta tal punto que algunas de las cosas que más me atraen
en el arte, son las que ha creado "el pueblo"; siendo un verdadero entusiasta del folklore. Con el que sucede exactamente
lo mismo que en lo clásico: Pues si lo trasladamos de su entorno, hacia otra esfera; llevando al espectáculo la música, las
danzas, los cantes, los bailes y las costumbres populares; veremos como comienzan a desvirtuarse. No habiendo nada
más ridículo que los múltiples "espectáculos" de folklore que la Sociedad moderna a creado -entre los que pueden
destacar aquellos que celebran "las geishas" en Japón, ante centenares de turistas que les aplauden mientras ven la
"ceremonia del te" (sin comprender nada de cuanto presencian)-. En España ha sucedido algo muy similar con la música
del Sur, llegando a afectar terriblemente al purismo y a "la verdad" del Flamenco los espectáculos que se han creado
queriendo transformarlo y "renovarlo" (llegando a verdaderas aberraciones "fusionistas", uniéndolo al jazz, al pop, al
rock y etc.).

Por cuanto seguimos expresando, tal como en nuestra anterior entrada decíamos, desde 1960 hasta el fin de los años
ochenta, fueron tres grandes décadas para la cultura. Años en los que todavía el arte no era espectáculo. Un tiempo en el
que aún vivían parte de los intengrantes de la Generación del 27; en los que Picasso, Dalí y Miró seguían pintando y en
los que podía asistirse a una conferencia de Dámaso Alonso o de Lázaro Carreter; tanto como tomar un café en el Gijón,
junto a Camilo José Cela, Ana María Matute o Buero Vallejo. En lo que respecta a la música quizá estas décadas fueron
aún más llamativas, pues aún daban sus conciertos, Segovia, Yepes, Saez de la Maza y Pastor. Mientras Joaquín Rodrigo,
Halffter o Moreno Torroba (entre otros) seguían componiendo. Por su parte, el trio de Krauss, Carreras y Domingo (tanto
como La Caballé), dominaba la escena internacional. A la vez que desde 1970 comenzó a nacer la gran generación de los
guitarristas flamencos, encabezada por Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar.

De tal manera, para quienes no comprendan del todo el significado que España pudo tener en el mundo del arte en la
centuria pasada, diremos que de los diez primeros pintores del siglo XX, al menos cinco son españoles -al igual que entre
los diez mejores escritores, habría que incluir a varios de España-. Pero sobre todo, entre los diez primeros compositores
del siglo XX, cuatro son seguro nacidos en nuestro país, tanto como entre los diez principales cantantes del mismo siglo,
cinco pueden ser considerados igualmente españoles. Aunque, principalmente, entre los diez primeros guitarristas de ese
siglo XX, ocho serían de nuestra nación (al igual que hubo uno de los más grandes violoncellistas y diversos artistas más
que hacen su lista innumerable). Un verdadero Siglo de Oro, que parece va convirtiéndose poco a poco en latón y
esperemos no termine en "artistas de hojalata". Eso sí, la hojalata es muy buena para efectos especiales en el espectáculo
(y sobre todo muy barata)... .

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé


domingo, 7 de agosto de 2011

INTERLUDIO VI : El arte que no es industria; desaparece...

ARRIBA: Hace muchos años; una foto junto a mi amigo el empresario japonés Sr.Takaoka. El mundo de la industria y
de la empresa, me ha enseñado que el arte no ha de ser tratado de un modo muy distinto ni ajeno a este. Es más, si
consiguiéramos llevar las artes al terreno de la industria, quizás gran parte del trabajo que se desarrollase en las
empresas, sería mucho más feliz. Pese a ello, existen artes "incapaces para" industrializarse.

Durante casi veinticinco años tuve la dicha de ser "vecino lejano" de Luis García-Berlanga. En las reuniones de su
Comunidad (a las que asistí a veces de niño), me llamaba la atención que en repetidas ocasiones el director de cine,
aseverase una frase con sorna y repetidamente, para significar que habíamos que dar otro arreglo a lo problemas. Así,
muchas veces decía Berlanga -" Eso es como lo de mi profesión, que si la llevamos a Industria, pues se arregla"-.
(Entonces, me decía yo para mis adentros: -¿Y... Qué sería aquello de su profesión y de la Industria?-). Con el tiempo
supe que el cineasta se refería a que el Mundo del Cine solo podía arreglarse si se "excluía" del Ministerio de Cultura y
se llevaba al de Industria (como una actividad empresarial). Algo, que para aquel famoso director, posibilitaría generar
un verdadero negocio del Séptimo Arte, libre de yugos, servidumbres y lazos sociales; ajeno a la política y solo con una
actividad de cara a los espectadores. Así me llamó mucho la atención como Berlanga cada vez que había un problema,
siempre nos sugería que era peor el de su profesión, que solo debía tratarse de forma "industrial" y estaba siempre
sometida a un "filtro cultural".

.
Aquel razonamiento, en principio puede parecernos una aberración, debido a que las artes han de subvencionarse
conforme a su teórica "utilidad" social. Pese a ello, y por haberlo oído en boca de el genial director, lo estuve
recapacitando ya en edad madura; tanto que llegué a la conclusión de que quizás D. Luis García-Berlanga tuviera
muchas razones. Pues no todas las artes son iguales. De tal manera, un libro de poemas, las novelas de importancia,
las obras de teatro destacadas, o la música antigua y clásica; pueden y deben subvencionarse (con el mismo criterio
con el que se restaura un edificio del medioevo). Pero posiblemente subvencionar las nuevas películas, pudiera
llevarnos a grandes confusiones y "diferencias" sociales; pues también nos hemos plantear si el Estado ha de promover
la creación de discos de Rock, Pop (o todo tipo de música actual...). Llegando a concluir que cualquier creación, idea y
nueva actividad que realicemos -en la que afirmemos, se trata de un arte-, deberá estar apoyada por la Administración.

Pese a estas ayudas, parece más cierto que si el Cine fuera subvencionado como una industria (a modo de la
empresa), quizás la capacidad de conceder préstamos y ayudas del Estado fuera mucho mayor. Es más, asimismo
habría un control y exigencias para la permanente función del negocio, con el fin de que los contratos se prolongaran
por el mayor tiempo posible; tanto como para intentar que su actividad laboral no cesara . Consiguiendo quizás que
unos consorcios (o cooperativas formadas por determinados grupos de directores), estuvieran siempre en activo,
creando películas y cortos en una industria en la que se pretendería la máxima actividad continuada -para salvar sus
puestos de trabajo fijos-. Algo que en el caso de las subvenciones no ocurre, ya que ello solo supone recibir un dinero
del Estado; que solo espera y desea que el gasto para las películas sea el mínimo (no el máximo y con el mayor coste
posible, para generar más trabajos...).

El asunto, entendemos que puede parecernos -así visto y expuesto-, excesivamente pragmático y tratado de un modo
poco "romántico". Pués al hablar de "verdadero arte", quizás hay que tener siempre en cuenta que estamos
refiriéndonos al mundo de lo inútil, de lo inmaterial, de lo nunca rentable y de aquello que siempre va a ser una "carga
social". Porque el arte y el artista han de estar apartados, incomprendidos y hasta al margen de la Sociedad, para tener
calidad. Aunque esa visión del creador maldito y sin reconocimiento es absolutamente novedosa. Debido a que un
estereotipo nacido a principios del siglo XIX, "gracias" a los problemas sociales y espirituales que esta centuria trajo al
Mundo. Cien años en los que se pasó desde el absolutismo (derrocado en 1789) al Imperio Napoleónico; para
finalmente llegar al nacimiento de las filosofías marxistas y a las ideas anarquistas -que afirmaban como los Estados
eran el mismo origen del mal y la explotación humana-. Años en los que el arte se funde con esas tendencias y se
convierte en un referente de las turbulencias sociales decimonónicas, naciendo los llamados pintores malditos (como
Gaugin o Van Gogh). Un siglo en el que también surgen unas tendencias músicales, una literatura y unos movimientos
creativos, que van en contra de todo lo creado en el pasado.

Es en estos años, cuando arte y maldición se unen en un mismo término; hasta el punto de que cualquier creador de
éxito social llega a ser despreciado (tildado de académico decimonónico) . Sus nuevos movimientos artísticos,
finalmente pasarán a servir a las ideologías nacidas a fines del siglo XIX y principios del XX. Pese a lo que muchos de
sus más insignes "maestros" habrían de morir en el anonimato, la pobreza y la marginación social; aún habiendo sido
verdaderos genios de sus artes. Algo que sucede fundamentalmente a cuantos defendieron "tendencias" anarquistas
-como Valle Inclán-; o a los que prodigaban una ideología radical de izquierdas. Quienes si nacían en un "lado" de
Europa, morían en la pobreza (o en persecución); mientras si vivían en el extremo opuesto europeo ,obtenían los
mayores éxitos, reconocimientos y aplausos -algo que igualmente sucedió si "giramos el espectro" hacia la Derecha y
cambiamos el Oeste por el Este-.

Desde estos años y esas épocas, artista y maldición parece que se unieron en una palabra análoga, que tristemente ya
no pudo separarse. Ello, porque el arte convencional, el arte socialmente aceptado o el éxito artístico; desde mediados
del siglo XIX fué sinónimo de mediocridad. Un hecho un tanto absurdo, ya que en todas las épocas el gran artista y el
genio habia tenido que subyugarse y someterse al poder (o al poderoso), para poder conseguir sus fines: Crear su
belleza. De ese modo se reconoce a Goya junto a Carlos IV y Fernando VII; a Velázquez en el Obrador del Palacio de
Felipe IV; a Miguel Angel pintando para el clero y trabajando para Papas tan duros como Julio II; a Leonardo fabricando
armamento diseñando para Ludovico Sforza y Francisco I; o a Piero della Francesca desarrollando su filosofia y su
teoría de la estética, en "casa" de Federico de Montefeltro. Pese a ello y aunque estos artistas se "sometieron" y a
"grandes tiranos", con los que compartieron hasta su amistad -techo, mesa y mantel-. Nadie duda ni niega que Goya,
Velázquez, Miguel Angel, Leonardo o Piero della Francesca, sean genios.

Del mismo modo, tampoco se preguntan que fué del creador en la Antigüedad o en la Edad Media; pues en le era de las
Catedrales o en Roma sucedió igual que en el Renacimiento -tanto como en Grecia, o en Egipto-. Civilizaciones donde
los retratistas (en piedra o pincel), los arquitectos o los simples ceramistas; hubieron de servir siempre al poderoso (así
como al rico), para poder realizar sus obras. Además aquellos que les compraron sus obras y a los que tanto se critica
en otras facetas de su biografía (léase, Papas, reyes, faraones, emperadores, señores o condotieros). En lo que
concierne a su relación con grandes artistas, siempre se considera y denomina que actuaron de justos y benefactores
"mecenas". Tanto como se reconoce que en su vida al menos hicieron esa gran obra: Patrocinar a los genios de su
época.

Tras este repaso desde Egipto hasta nuestro siglo XVIII, en el que vemos como prácticamente todos los creadores
trabajaron para el Poder, o para los que dirigían la religión; se llega a una pregunta: ¿Por qué en el XIX se pierde este
valor y nace un nuevo "arte maldito"?. A lo que habríamos de contestarnos con dos respuestas: La primera -ya
explicada- expone el conocido hecho del nacimiento en este siglo de nuevas corrientes políticas antiestatales (o
contrasociales) que hacen al creador posicionarse en contra del Poder. Aunque una segunda es más simple y se basa
en la pérdida del valor industrial del arte; pasado en ese momento el artista a ser un creador y nunca un fabricante. Un
hecho que hasta mediados del siglo XIX no se había producido prácticamente en la Humanidad, debido a que siempre
el arte había sido un artículo de consumo (de ello su nombre: "artificio"). Consecuentemente, el retrato egipcio era ante
todo una efigie creada en un taller, con un proceso de fabricación por etapas, llevado a cabo con las manos
comúnmente de anónimos y con un fin similar al que hoy tienen las fotos de familia (para conservar al poderoso en la
memoria social, para servir al recuerdo de los parientes o para llevar el Kha y el Bha -almas del difunto- al más allá). Y
es así como el templo o la Pirámide -en Egipto- se realizaban casi del mismo modo que una obra pública romana, para
perpetuar la grandeza del espíritu imperial. Un carácter que también tuvieron muchos de los edificios sagrados y
públicos en Grecia, al igual que los retratos grecorromanos en mármol, que sirvieron para memorizar la imagen de sus
líderes y de sus dioses.
De tal manera, aquellos edificios cargados de columnas, capiteles y bajorrelieves; tanto como esas esculturas que
representaban a las deidades y los poderosos de su civilización; estaban "fabricadas" de un modo industrial y con un fin
puramente social (hasta el punto de hacerse varias obras o réplicas de un mismo tema). Igual sucedió en el Taller del
Renacimiento y sobre todo en el del Barroco, donde el encargo de la figura de un santo, se aprovechaba para pintar -o
esculpir- a la vez varias réplicas casi iguales del mismo cuadro; de las que solo el "maestro" (primer pintor) del Obrador
terminaba meticulosamente las obras principales. Siendo comúnmente acabadas o hechas casi en serie otras muchas
por los oficiales. Segundos de "abordo", quienes en su mayoría eran artistas más jóvenes que el maestro contrataba
para suplirse y que cada año iban aprendiendo una nueva técnica de cada parte del lienzo (o talla). Así hasta llegar
normalmente a dominar las técnicas y saber pintar toda una obra; podrían abrir estudio propio. Oficiales que fueron
verdaderos artesanos y a quienes en muchas ocasiones se les especializaba en un tema o en una zona del cuadro
(pies, fondos, o flores etcétera); siendo su vida durante muchos años muy semejante a la de un simple orfebre (o un
ceramista).

Llegados a este punto, habríamos de plantearnos cual sería la frontera entre un artista y un artesano; cuya respuesta
consideramos es la siguiente: Artesano es aquel que produce un arte (artificio), que puede ser aprendido o copiado
prácticamente de forma igual por otros. Mientras artista es solo aquel que crea una obra o genera un objeto que nadie
puede imitar (en su carácter o en su técnica). Pues la copia de lo hecho por la mano de un verdadero artista, es solo
eso: Una imitación. Mientras la réplica de aquello que el artesano hace, sería "Artesanía". En todo ello, El Taller -del
Renacimiento o del Barroco-, plantea serias dudas. Pues no podemos poner una franja exacta en las labores que
realizaban allí los pintores, ya que muchos solo sabían colorear telas, dar tonos de carne y pinar flores o fondos.
Mientras el maestro a veces solo retocaba -simplemente- el trabajo de todos. Un problema sobre el arte y la artesanía
que plantea qué es lo artístico y cual su frontera con "lo industrial". Algo que quizás nos resuelve el mundo del Cine, en
donde está muy claro como existen varios "oficios". Unos de artista (director, fotógrafo o músico); junto a otros de
artesano (atrezzistas, decoradores, cámaras, iluminadores, maquilladores etc) y varios de simples trabajadores (los
técnicos y asistentes de este séptimo arte).

Así, entendiendo que el Cine es casi como "un Taller" renacentista, comprendemos las palabras de Berlanga, cuando
afirmaba que la mejor solución para esta disciplina artística era la de incluirla en el ministerio de Industria y separarla del
de Cultura. Pues seguramente, lo más positivo para este arte hubiera sido ser tratado como una empresa (fijándose en
su producción, no en su significado). Pretendiendo de ese modo que el dinero y los puestos de trabajo que el cine
generase fueran altamente protegidos por el Estado (no su purismo, ni su temática). Algo que quizás hubiera permitido
defenderse abiertamente contra las importaciones y realizar una política abiertamente de empresa en ese mundo
-favoreciendo un producto español y defendiéndolo a toda costa frente a otros-. Ya que es mucho mejor proteger que
subvencionar, o como dicen los chinos: "Enseñar apescar antes que regalar peces" . Tratando a la industria del cine
como una gran empresa que genera millones de beneficios y no como una ruina artística a mantener... .

Unas empresas bien defendida en las que para importar a nuestro país un producto que ya se fabrica en España,
habrían de pagar cánones y pluses de imposición (para evitar la competencia a nuestra industria). Con lo que las
películas extranjeras hubieran sido sometidas a múltiples tasas, que las hubieran hecho más caras y menos vistas que
las nacionales -dejando a un lado esa "farsa artística" llamada "doblaje"; que tristemente se permite en España, sin
haber educado y acostumbrado al público a oír la verdadera versión. Algo que educa muchísimo en materia de idiomas,
tanto como protege completamente al cine nacional-.

Pero por fin, volveremos a nuestro mundillo y entramos de nuevo en el "problema de la música"; un triste tema que cada
día plantea más polémicas (que parecen carecer de soluciones). Habiendo de plantearnos si la música también puede
ser industrial. A ello la respuesta es evidentemente: Sí. Aunque hay algunos géneros y estilos que pueden ser
"industrializables", mientras otros nacen incapacitados para ello. De tal manera los tipos de música capaces para ser
llevados al espectáculo (sin problemas) entran en el mundo de la industria. Mientras aquellas otras que nunca son ni
serán espectaculares; están incapacitadas para industrializarse. Nos explicamos: El Rock, el Pop, la ópera o los
conciertos de las orquestas; de los que pueden realizarse conciertos o recitales ante aforos de miles de personas.
Precisan una "parafernalia" empresarial y son en sí mismo, una industria. Pero los conciertos solistas, tanto como la
música religiosa o antigua, la barroca o la contemporánea -que pocas veces reunen a más de cien personas y cuya
"entrada" no paga los gastos de escena (ni menos el caché)-; son artes nunca industriales, ni industrializables. Ante
ellas solo tenemos dos opciones: La primera es dejar que desaparezcan por falta de interés; y la segunda solución pasa
por subvencionarlas y potenciarlas -con apoyo de medios y de prestigio social-, para que no se pierdan.

Volviendo nuestra preocupación por la guitarra y las letras (artes muy poco industriales...); ya decíamos ayer que los
años setenta y ochenta eran tiempos felices para la Cultura (con mayúscula). Ello, porque entonces vivían entre
nosotros un gran número de intelectuales de renombre. En literatura, por ejemplo: Vicente Aleixandre o Camilo Jose
Cela, tanto como Dámaso Alonso, Lázaro Carreter, Buero Vallejo, Blas de Otero o Claudio Rodríguez (junto a un elenco
casi infinito de escritores del mayor nombre, entre los que se encontraban figuras como Delibes o Matute -que llegaron
hasta nuestros días del siglo XXI-). Igualmente entre los músicos vivos y activos en los setenta y ochenta, estaban
inmortales como Segovia, Yepes, Saez de la Maza, Joaquín Rodrigo, Krauss, la Caballe, Carreras ( al margen de
Domingo, Los Romero, Bitteti, Paco de Lucía o Sanlucar; de los que aún hoy disfrutamos en activo junto a otro elenco
de grandes nuevos guitarristas).
Pese a ello, esta generación, parece que se acaba, ya que los grandes guitarristas (que son los únicos que van
quedando como músicos más destacados) tienen entre los cuarenta y los setenta años. Su arte se disipa al parecer
porque ya no es un gran negocio; y mientras antaño todos asistían pagando lo que fuera a los conciertos de Segovia
-en la Alhambra-, a los de Yepes -en el Real- o a los de Paco de Lucía y Manolo Sanlucar (allí donde tocaran). Hoy, la
guitarra, apenas despierta ni atrae al grán público. Quizás ello se deba a que en las televisiones cuando se habla de
"conciertos", normalmente se refieran a "recitales" dados por chicos de menos de treinta años, con apenas
conocimientos musicales ni técnicos y que se acompañan de instrumentos tan fáciles de manejar como las baterías o
las guitarras eléctricas (algo que ya nada tiene de "concertante"). No solo eso, sino que apenas se oye en los medios de
comunicación la guitarra -ni la música clásica hispana-, por lo que no existe una costumbre ni una necesidad creada de
escucharlas. Ello quizás por considerarse que "no vende" y como "no vende", pues no interesa... .
.
Un criterio mercantil para valorar las artes que quizás lleve a la desaparición de la generación de Oro y de verdaderos
músicos y guitarristas que tuvo España (desde comienzos del siglo XX hasta hoy). Pero no nos preocupemos por
promocionar la verdadera cultura, porque es aburridísima -a casi nadie le interesa-. Además es seguro, que dentro de
cien años todos van a taratear las canciones de este verano, al igual que muchísima gente recordará cuantos triunfos
tuvimos en el deporte. Mientras dentro de un siglo, ya nadie sabrá quienes eran: Manuel de Falla, Albéniz, Granados,
Turina, Rodrigo, Segovia o Paco de Lucía... . ¿"Un mundo feliz"?.
.

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé


lunes, 8 de agosto de 2011

INTERLUDIO VII: Cuando el arte no es aún Cultura.

SOBRE ESTAS LINEAS: En 1968 en Giëngen (Baviera, Alemania). Estoy junto a Ala Schmied, buena mujer y mejor
persona que con la mayor paciencia del mundo soportaba durante horas al día mis "ensayos y composiciones" de
piano. Con apenas siete años no dejaba de aporrearlo a todas horas y lo que más deseaba de la vida era poder llegar a
ser músico; algo que en aquellas épocas suponía un sueño, pues entonces se consideraba una profesión a la que solo
podían acceder unos (muy pocos) elegidos. Hoy, por suerte, el "espectro" de la música es mayor, con capacidad para
que muchos más podamos dedicarnos a este bello arte.

Seguimos con nuestras reflexiones, entre las que hoy intentaremos resolver (o contestarnos) en qué momento puede
decirse que es Cultura una obra arte. Escribiendo cultura con mayúsculas puesto que a esta voz le ocurre lo mismo que a
la palabra "pública"; término que añadido a cualquier otro sustantivo, nos dará resultados mágicos e intransferibles. Pues
no es lo mismo la administración, que la administración pública; red, que red pública, o fé y la fé pública... Y es que en
definitiva, esta voz no respeta ni siquiera a la mujer -que se nos queda en pública si la unimos a aquel término tan
"estatalizado" y "estatalista"-. Por ello, hoy deseamos hacer lo mismo con el concepto cultural del arte, hablando de la
Cultura (con mayúsculas), no de cultura privada, pública, moderna o antigua. Una cultura que significa aquello que nos
es: Impertérrito, indiscutible, insustituible, atemporal, ineludible, inolvidable -e incluso, indestructible...- . Es decir: El
Mundo de Cervantes, Góngora, Perez Galdós, Machado, Unamuno y otros tantos (en lo que se refiere a literatura). El de
los Berruguete, Sanchez Coello, Velázquez, Claudio Coello, Goya o Sorolla (en la pintura); tanto como el de Luis Narvaez,
Fernando Sor o Manuel de Falla (en la música).

Un mundo que para ser considerado Cultura necesita y precisa de una decantación nacida del tiempo. Tanto, que España
-nación absolutamente sabia en pintura-, tiene como condición inapelable nunca colgar una obra en su museo principal
(El del Prado), sin que hayan transcurrido cien años desde la muerte del artista. Ello nos podrá parecer extraño, pero es
un síntoma de la más absulota cultura e inteligencia; puesto que el arte -como el buen aceite-, precisa de una decantación
para saber realmente si fue arte. Un hecho para el que es imprescindible el paso del tiempo; años, decenios e incluso
siglos, que nos ponen a todos en nuestro lugar y sobre todo al creador. Quien de "aguantar y soportar" aquella prueba de
cronología, demuestra que su obra fue arte auténtico (y no moda o artesanía).
A muchos le resultarán retrógradas mis palabras; lo sé. Pero es que el arte es siempre una involución o una imitación;
algo que expresaba Eugenio d´Ors con su frase: "Todo lo que no es tradición, es plagio". Muchos se negarán a reconocer
verdad alguna en aquellas palabras del novecentista autor, quien se sentía tan genial que llegaba a firmar "Xenius"... .
Aunque para el que no desee admitirlas diremos que un verdadero artista, o bien sigue una tradición, o bien copia y
evoluciona sobre lo que imitó a otros. Siendo imposible la creación propia y nacida desde la nada. Pero para todo aquel
que afirme que ha hecho algo nunca conocido ni jamás existente, le recomendamos las casas de patentes y registros.
Donde podrá "escriturar" una nueva idea, pese a que en unos años esta caducará (prescribe); porque hasta en los
Derechos industriales y artísticos, se supone que el autor ha precisado de una tradición y una continuidad socialmente
aprendida (e imitada). Sin la cual hubiera sido imposible desarrollar cualquier nuevo invento, proyecto o arte (en este
punto se basa la ley de caducidad de Derechos de Autor) .

Por todo ello, decimos que es sabia la decisión de El Prado, que impide exponer en sus paredes obras de pintores cuya
"desaparición" se haya producido con menos de un siglo de antelación. Al igual que recta es la posterior decantación que
lleva el mismo museo, al colgar las obras de aquellos que comienzan a entrar en El Prado, en un salón o emplazamiento
diferente (el de baile). Allí, en el Casón del Buen Retiro, permanecen las pinturas de los artistas "más recientes" (a la
espera de pasar al museo central). Pintores en espera entre los que actualmente pueden verse aquellos que vivieron aún
en el siglo XIX, e incluso de coetáneos a Goya. Por cuanto, finalmente para llegar a tener un cuadro expuesto en este gran
museo, seguramente habrán de pasar al menos unos ciento cincuenta (o doscientos) años, después de la muerte del
autor.

Y me digo yo: -¿Es eso ser un retrógrado?-. Pues creemos que no, ya que solo se trata de ver y de catalogar el arte con un
enjuiciamiento claro y sabio. Aunque, tristemente, si costumbres como esta de El Prado nos parecen retrógradas, es tan
solo porque la sabiduría quizás ya sea "algo de viejos" (poco novedosa y aún menos interesante).

Parece que en la música no pudiera seguirse este criterio, puesto que es un arte mucho más joven y -sobre todo- sometido
a vaivenes sociales y tecnológicos. De ello, si aplicáramos un criterio similar para dejar entrar en El Real (o en los
auditorios clásicos) las obras, estarían ahora comenzando a representarse, estudiarse e interpretarse las de Chopin o
Wagner. Tanto como en los conservatorios las óperas apenas aún se considedarían música culta -mientras que Manuel de
Falla o Stravynski se tendrían todavía por compositores "amodernados" o en la espera de El Casón del Buen Retiro-. Pero
la música es mucho más rápida en la catalogación de clásicos; de tal manera que El Amor Brujo o El Pájaro de Fuego, se
han representado a los pocos años después de ser creadas, ya en los auditorios clásicos más importantes del Mundo. Muy
por el contrario, apenas en ningún Museo Nacional de pintura importante, existen cuadros de artistas coetáneos a los
compositores antes mencionados (ni siquiera se llega a Klimt o a Degas en aquellos que esperan en salas de
impresionismo o modernismo, lejos de los clásicos) .

BAJO ESTAS LINEAS: A los veinte años, tocando una guitarra flamenca. Era en esta edad y en este tiempo, cuando
existía una auténtica confrontación entre los clásicos y los amantes del rock y del pop. Llegándose en algunas
discusiones a muy desagradables términos y a "luchas" verbales que incluso acababan con amistades de largos
años... . Una de las más terribles en las que participé -quedándome solo frente a todos-, se produjo en la universidad,
hacia 1980 (años en que me tomaron esta foto). El motivo de aquella discusión versaba sobre si el rock era o no cultura
y si los rockeros eran los equivalentes a Mozart, pero en el siglo XX. Unos párrafos más abajo explicamos como
terminó aquella polémica en la aulas de Derecho y las conclusiones que he ido obteniendo con el paso del tiempo
(mucho, pues se trata de treinta años).
.

Así pues, para determinar lo que es cultura (o clasicismo) en la música, su criterio varía bastante y es altamente más
rápido que en otras artes -sobre todo en las espaciales-. Ello debido seguramente a que este (nuestro arte temporal) es
mucho más joven, vulnerable y "cambiante" que otros. Una disciplina que -como decimos- es muy posterior a la pintura.
Pues verdaderamente, tal y como la conocemos, la música nace -o renace- desde la creación de los instrumentos con
trastes y a raiz de las afinaciones modernas (la "bien temperada" de fines del XVII). Ya que las "otras músicas" anteriores
a esta, se consideran o bien populares, o bien religiosas. No habiendo prácticamente más vestigios que aquellos de
música sacra y del pueblo, en un pasado del que nada o muy poco nos ha llegado -por ser irreconstruibles sus afinaciones
y sus instrumentos, tanto como por no haberse escrito las melodías-. Así "la música clásica" comienza en lo que llaman El
Barroco, que se sucede cuando el barroquismo en la pintura y la literatura estaba más que superado, comenzando ya
entonces el Rococó o el Neoclasicismo en aquellas otras. Al igual que el romanticismo musical "cuaja" casi cinco decenios
después de que ese movimiento hubiera nacido en otras artes; tanto como el impresionismo melódico o compositivo,
llega en los años en los que en pintura ya existían expresionistas y hasta los "dadaistas y fauvistas" -...aquellos raros
"ismos" del siglo XX-.
.
Por ello, el criterio para determinar un clásico en la música (una "pieza culta") no es igual al de la pintura, que deja
decantar durante decenios o siglos los cuadros y las esculturas de un autor. Llagando a ser normal que muchos de los
compositores vean sus obras representadas, estudiadas y admitidas como clásicas, aún en vida (algo que resulta quizás
imposible en las artes espaciales). Un hecho que les llega muchas veces gracias a que este arte del sonido precisa además
del intérprete; quienes verdaderamente "llevan a los altares" las obras y las culminan definitivamente como "piezas
cultas". Pese a lo cual, la permanencia de aquellas en la Historia de la Música, solo dependerá realmente del valor que
tienen (y no de la prontitud con la que les llegue el éxito).
.
Por todo cuanto decimos, la frase aquella que dice "el rock es cultura", creemos que puede ser un poco "temeraria". Pese a
que parece ser que la primera que la pronunció y la puso de moda -al menos en España- , fuera una famosa ministra de
cultura; quien se sirvió de este precepto para gastarse una parte de los fondos públicos destinados a cultura y contratar al
grupo de Rock más caro y famoso de entonces... . Hace ya más de treinta años de ello y recuerdo las enormes discusiones
que tuve con mis compañeros de clase en la universidad, pues tan solo por decir que nada de cultural me parecía aquel
recital de rock, casi me hacen salir por la ventana del aula. No solo eso, sino que les advertí de que aquello era una simple
argucia para atraerse el voto de la juventud (ya que la famosa ministra era de un partido de Derechas). Pese a ello, las
acusaciones de retrógrado y hasta de "facha", por expresar libremente como me parecía fatal que la administración
pagara y subvencionara el Rock, fueron terribles. Lo mínimo que tuve que oir fue la expresión "carcamal" en agradables
tonos de abucheo, mientras les argumentaba que quizás algo más que ellos sabía de música (dado que además de estudiar
Derecho, llevaba desde los seis años estudiando guitarra y desde los quince, piano...) .
.
Lo peor se sucedió cuando un compañero universitario me increpó afirmando que aquel grupo de rock eran "los Mozart
del siglo XX". A lo que le pregunté públicamente si había oído a Stravinsky, a Manuel de Falla, a Granados o a Turina; o
que si para valorar a aquellos "Mozart del siglo XX" también se tenía en cuenta a Bartók, a Prokofiev a Skriabin o el
Carmina Burana de Orff (habiendo de prescindirse -evidentemente- de todos los intérpretes y directores clásicos...).
Creyose el estudiante de Derecho y "defensor del rock" que me estaba pitorreando de él, dándole nombres inventados;
tanto que afirmó parecían más bien los de políticos centroeuropeos y rusos (quizás se refería a Bakunin...). Por lo que dijo
que además de ser un "carca", yo era un desestabilizador... . Recuerdo como me largué de clase, enfadado, entre los
abucheos de todos. El resultado fué el no ir a la facultad -al menos entrar en clase- durante unos días, por ver si los
ánimos de aquellos fans rockeros se calmaban. Y todo ello, por defender la música clásica comentando que el Estado no
había de "subvencionar" o contratar a sus expensas al más famoso grupo de rock de aquella época... .
.
Pasaron los años -treinta va a hacer ya de lo que narrábamos antes- y el "panorama musical" mucho ha cambiado. Mucho
no: Muchísimo; pues si hace tres décadas "concierto" se llamaba a aquello que interpretaban señores de frac y con
partituras al frente. Hoy "se le dice igual" a espectáculos tan desconcertantes como el que puede dar un chico cargado de
tatuajes, vestido en camiseta y calzones, completamente "colocado", pegando gritos y dando saltos en el escenario -cual
un canguro con dolorosas almorranas-. Aunque "lo mejor" de todo es que comúnmente se anuncian y comentan en las
noticias, como si aquello fuera un evento cultural inigualable (similar al estreno de La 9ª de Beethoven).
.
En lo que se refiere a estos "conciertos", muchas veces los observo con detenimiento y en ellos veo todo el totemismo que
analizan en sus obras etnógrafos e historiadores de la talla de Frazer, Cambell o Gómez-Tabanera. Tratándose de explicar
por qué en el interior del hombre existe un "homo tribalis" que le es inevitable e ineludible. Algo que estoy seguro es el
que le lleva a desear de vez en cuando pegar saltos, moverse epilépticamente y revolcarse -como si se hubiera sentado en
un hormiguero-. Un comportamiento con el que quizás descargan toda la adrenalina contenida, pero que no parece
realmente muy artístico (ni menos, muy estético).
.
Al mirarlos, comúnmente, me he preguntado de dónde puede proceder este instinto tan "moderno" para necesitar
brincar al menos semanalmente (en plan orangután); un comportamiento sin el cual muchos ya no pueden ni vivir.
Asimismo, "me digo para mis adentros", por qué desde hace una décadas toda la música precisa ya de una síncopa
continua y continuada. Sonido "chunda-chunda" que se suele hacer con una repetitiva batería y que a veces es tan
machacona que destroza las bonitas melodías del pop o del rock. A lo que he creído en alguna ocasión encontrar la
solución en ese enigma. Respuesta que se basa posiblemente en que el niño y el hombre de hoy -incluso desde antes a
nacer-, oye de continuo sonidos semejantes (que corresponden a ruidos de motores, golpes y traqueteos). Por lo demás,
"la música" con la que los psicólogos afirman, primero se familiariza el humano; es el del corazón materno (que tanto
puede parecerse a las mencionadas baterías rítmicas). Por lo que es seguro que los hijos de las mujeres que trabajan duro
-o hacen ejercicio-, en el interior de la madre escuchan un "golpear" mucho más fuerte y acelerado.
.
Quizás este sea el motivo por el que la música popular es siempre muy asincopada y acompañada de tambores (o
batería); ya que las embarazadas en la antigüedad y en los lugares sin recursos, trabajan casi durante los nueve meses de
gestación. Al igual, habría la posibilidad de pensar que la música atractiva para los hijos de madres con embarazos
calmados -quienes no se "movieron" mucho durante la espera-, quizá pueda ser más sutil, lenta y melodiosa. Sin precisar
ni gustar tanto del machaqueo, del "pum-pum" y el "chunda-chunda" (tan similar a un corazón acelerado...), los nacidos
de madres que han podido descansar durante la gestación.
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Desde luego ello explicaría el por qué hoy en día todos precisan la síncopa, sin la cual no entienden la melodía; puesto
que desde hace años la mujer ocupa puestos de trabajo y se mueve en los embarazos -sin permanecer en reposo, como
antaño-. Además las madres ahora están en su gran mayoría orientadas para asistir a gimnasios y hacer ejercicios de
preparto. Ello, junto a una sociedad de hoy, rodeada de sonidos de motores; puede provocar que los niños ya nazcan
"amando" aquellos golpes y síncopas que han oído desde antes de nacer (tan parecidos a los de una batería)... . De tal
modo, no sería nada raro pensar que en ello está la razón de tanto "chunda-chunda" actual; similar -como dijimos- a toda
la música folklórica antigua, que también suele llevar este tipo de tambores a ritmo de infarto... Por ello, quizás a uno,
cuando no entiende mucho lo de la batería y le gusta más la música clásica (que el pop, o el rock), le miran como a un
"bicho raro"; llegando a colgarle el carteilto de pijo (pese a que la realidad sea todo lo contrario; ya que la clásica o culta
es mucho más barata y accesible).
.
Finalmente nos queda por dilucidar si tal como dijo aquella ministra: "el rock es cultura". Una difícil pregunta, pues para
conocer qué es o qué no es cultura, se precisa la decantación del tiempo y de la Historia. Pese a ello, podemos
contestarnos que, seguramente, "una parte del rock" (muy pequeña) será tenida el día de mañana por "Cultura". Aunque
el resto (la gran mayoría) solo habrá sido una moda de un tiempo o canciones "pasajeras". Lo mismo sucede en parte con
la música clásica, de la que solo nos llegará una porción muy escogida de cuanta hay en cada tiempo. Pese a que las obras
de arte "cultas o clásicas", al precisar de unos medios técnicos muy depurados, ya nacen con un carácter mucho más
permanente. Pues no puede ser lo mismo aquello que a un chico de veinte años se le ocurre melodiar en un par de días;
que el trabajo que un compositor lleva a cabo durante meses -o años-. Pese a ello, ni toda la música clásica es buena (y
culta); al igual que tampoco toda la moderna -pop, rock y etc- es de mala calidad, ni carente de misterios y recursos
artísticos. Hay bueno y malo en "ambos lados", aunque el porcentaje de piezas cultivadas pueda ser el mismo que existe
en el caso de visitar y comparar las obras del Prado, con las que se exponen en El Reina Sofía.
.
Eso sí, a los amantes del rock, pop -y de tantos otros nuevos movimientos-, solo les pediría que comprendan que nosotros
(los que gustamos de lo clásico) podemos entender y conocer un poco mejor la música. Teniendo un juicio y una
comprensión mucho más acertada y global de cuanto oímos, debido a que el mundo culto exige de mayor información y
formación. Por lo que cuando algún amante del mundo clásico te comente que un tipo de música "moderna es "inaudible"
o terrible, al menos ha de respetarse su opinión. -No siendo tan respetable esa eterna monserga que parlan los que dicen
no poder escuchar la música culta, por ser un aburrimiento. Ni menos "aquellos tantos" quienes argumentan que los que
la oímos, es solo para hacernos los finos y elegantes...- .
martes, 9 de agosto de 2011

¿Para qué sirven las artes?

SOBRE ESTAS LINEAS: Colegiata de Toro (Zamora), edificio que además de ornamentarse con unas valiosísimas
portadas románicas, luce un precioso estilo bizantino en su cimborrio (apenas existente en nuestra Península). En la
entrada de hoy analizamos para qué pudieron servir y por qué se elevaron este tipo de arquitecturas grandiosas y
colosales dedicadas a lo sagrado, que se construyenron desde los comienzos de la Civilización.
.

Cuando a mis veintidós años comencé a decir a muchos que no deseaba ser abogado y me encontraba considerando si
dedicarme al mundo del arte, las caras de susto (o asco) que vi fueron más que expresivas. Menos a mis padres y en mi
casa -a quienes no les extrañaba que me gustara más componer y tocar la guitarra-, un "gran resto" me miraba como se
observa a un caracol dentro de una botella vacía. Pensando seguramente algunos que como siguiera así de tonto, me iba a
morir de inanición -tanto como de aburrimiento-. Los peores eran los que daban severas lecciones, entre las que
destacaban frases muy desagradables, que terminaban llegando a afirmar cosas como: -"Donde te empeñas en entrar y a
lo que ahora deseas dedicarte, es un mundo asqueroso. Porque el arte, en sí mismo, no es útil para nada; absolutamente
para nada... . Hoy en día es solo un modo hacer vivir a muchos en un estado de ilusión y falsas fantasías. Lo importante es
ser un profesional, con un sueldo todos los meses... Así que deja de hacer el imbécil y dedícate al Derecho...".
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No eran pocos los que aparecían con aquella monserga tan desagradable. Que entendía si procedía de gentes que
entonces tuvieran cincuenta o sesenta años (en 1984). Ya que muchos habían pasado grandes problemas o penurias en su
vida -por lo que comprendía que me advirtieran con una intención "reparadora" o de consejo-. Aunque si esas
"palabritas", ya venían de compañeros y gentes de mi edad, me molestaban bastante. Sobre todo porque muchos de los
que así me hablaban, eran amantes de la música modera (mala y de la peor: Admiradores de algunos rockeros pésimos,
de esos que solo dan alaridos). Por lo que viendo yo, cómo al hablar de la música clásica, tus compañeros te despreciaban
(ya que no proporciona ni dinero "ni placer", ni fama); eso te hacía ser un tanto diferente y distanciarte bastante de ellos.
Por lo demás y pese a que los que así me aconsejaban se autodenominaban muy liberales; en sus argumentos solo vi
palabras muy cercanas a los más radicales y extremistas. Entre quienes también existieron los que escribirían ideas muy
semejantes, argumentando que: "El arte, casi siempre fue un simple motivo de explotación (durante milenios y hasta el
siglo XIX); debido a que los poderosos construían y encargaban grandes obras, solo con fines ególatras..."-.
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Unos y otros, pese a estar en puntos opuestos, siguen normas sociales y corrientes historicistas no muy lejanas, que
apoyan ese modo tan materialista de ver las artes. En las que el artista es un "don-nadie" si no triunfa, o bien sino se
opone al sistema y participa de pleno en polìtica. Puesto que las artes eran típicas y comunes en las Sociedades corruptas;
que sirviéndose de un creador y doblegando a un pueblo en nombre de una religión o un rey, generaba grandes
monumentos y "artificios". Consecuentemente (unos y otros), nos podían hablar y presentar a Egipto tal cual en tantas
ocasiones nos ha llegado en la memoria: Como un terrible Imperio, pleno de crueldades, que explotaba y machacaba a
todos, solo para construir un Estado y unos tremendos edificios (en beneficio del monarca, de su religión y de una casta
dominante). De igual manera, Babilonia sería un reino de similares y horribles características, muy parecido al del Nilo.
Tanto como otras civilizaciones posteriores -coetáneas o predecesoras a ellas (Fenicia, Israel, la hitita; e incluso la griega
y la romana)-, fueron también terribles infiernos sociales.
.
No siendo extraño leer a quienes en el siglo XX escribieron que todo aquel Mundo Antiguo no era más que una gran
miseria humana -al igual que el Medievo, el Renacimiento y el Barroco-. Épocas deleznables para la Humanidad; en
opinión de aquellos que afirman, que hasta la llegada de "las revoluciones", el Mundo fué un infierno, sin justicia alguna.
Por lo que, hasta entonces, las artes y la cultura que hubo no fueron más que la representación o la expresión de esta
civilización bestial, que vivió de la explotación humana... .
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BAJO ESTAS LINEAS: La Peste representada en un códice miniado de fines del siglo XV. Pese a cuanto podamos
pensar, en aquellos tiempos terribles y duros -como fueron los del medievo- hubo artistas que lograron sublimar e
incluso reírse de los peores males que en el Mundo existían. Un ejemplo de ello es esta bellísima estampa de La Peste, en
su carro enterrador; tanto como pueden serlo las famosas Danzas de la Muerte. Donde a través de poemas satíricos
(música y bailes), los artistas, el pueblo y los nobles de la época, se reían y danzaban entorno a la temática de la
terrible enfermedad que les azotaba. No existirá parangón con episodios modernos, para que entendamos la situación.
Pues muy difícil será que podamos comprender cuanto de espiritual puede llegar a tener una cultura y una Sociedad,
que azotada de un modo tan terrible por una enfermedad, hace fiestas, bailes y poemas en su honor... . Hasta el punto
de llegar a crear un género músico-poético que iniciaría una nueva etapa literaria. La Peste, que vemos en la imagen,
llegó a mermar en un tercio la población de algunas zonas de Europa; pese a lo cual la gente, los músicos y los poetas
cantaban y bailaban al son de melodías y letras divertidas, donde se ironizaba con el terrible mal que sufrían.

No les faltaban razones para opinar así; aunque -tristemente- lo que sucedió tras aquellas Revoluciones cargadas de
proyectos, ilusiones y buenas intenciones, no fue tan de elogiar como se pensaba: Pues la francesa, terminó con una etapa
de "terror" y poniendo la nación en manos de un general, que invadió media Europa. Tanto como las sucesivas de
izquierdas, llegaron a crear un "Zar rojo" en el mismo lugar donde estaba el "Zar blanco" (sin contar con "las otras" que
llevaron a Europa a cuarenta millones de muertos...). Pese a todo, entre aquellas y aquellos quienes opinaron que el
Mundo fue una miseria social incalculable, hasta la llegada de las revoluciones; siempre hubo una fórmula común: Un
intento por despreciar los antecedentes históricos, llegando a la conclusión de que "cualquier tiempo pasado fue peor". Y
no les faltaban razones, pues en verdad, aquel pasado que arrastraban sus naciones, era terrible. Tanto como para haber
llegado a un estado de esquizofrenia social que les llevó a reventar y anular el sistema y el orden establecidos hasta
entonces.
.
Pero volviendo al tema que nos ocupa: Decía Ramón y Cajal, que lo malo no era cometer un error, "sinó perseverar en él y
además, justificarlo". Aquí quizás comienza el problema que hemos de afrontar sobre lo que sucedió durante el siglo XX,
prácticamente en toda Europa. Puesto que pudiendo ser comprensible que se llegara a este grado de "confusión" y
enfrentamientos. Absolutamente es incomprensible que muchos los justificasen (o aún los justifiquen). Siendo la única
explicación de "todo aquello" que por dos veces reventó en Europa (en 1914 y en 1941), una situación insostenible nacida
de múltiples fracasos sociales y políticos, que solo lo podemos considerar como un hecho accidental. Es decir: Un
accidente histórico. Pues viéndolo así; como un "terrible accidente", en el que nadie tenía malas intenciones y donde
muchos pretendían ayudar (o arreglar la Sociedad a su manera). Quizás lleguemos a la conclusión de que el ser humano
no es malvado ni perverso, sino que está sometido a acciones y situacoónes que le superan. (Acciones y situaciones tales
como: La enfermedad o la muerte, el hambre o la necesidad, o el individualismo y la sensación de ser imprescindible).
.
No vamos a decir que el Hombre sea por naturaleza "bueno" (aunque quizás lo es), pero creerle malo y perverso desde el
primer momento que ve la luz, de seguro será un modo peor de pensar. Ya que nos llevaría a poder odiarle y condenarle.
Conduciéndonos a pensar que la única especie que sobra y daña el Mundo, es la humana... . Y con todos mis respetos
hacia los "Schopenhaüeristas" y seguidores del pesimismo; en mi opinión, considerar y concluir que el mal en nuestro
Planeta reside en nuestra especie, es como aquel que juzga a su padre y le condena por haberle traido a un Mundo en
donde tendrá que morir... . Pues al fin, la Naturaleza es la que manda y en nuestra opinión, mucho peor que dañar sus
especies (o su hábitat), sería el intento de acabar con los Hombres y someterles a ella. Considerándoles tan malvados, que
puede tenerse al humano por un ser inferior a los animales y concluyendo que aquel simio avanzado, es en sí mismo
malo, dañino y perverso. Pese a ello, y para quienes piensen que la Naturaleza es magnífica y perfecta, siendo la
Humanidad una escoria deleznable, siempre está el recurso de vivir en un habitat sin nada artificial: Sin medicina y sin
enseñanzas; sin progresos, ni modificaciones del Medio Ambiente; tanto como sin orden ni defensa contra los animales
(pues quizás así se entienda que mucho de lo malo que ha hecho el Hombre durante su corta historia en este Mundo, fue
solo para defenderse).
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BAJO ESTAS LINEAS: El famoso tesoro de El Carambolo de más de tres kilos de oro, perteneciente a la civilización
tartessia (fechado entorno al siglo VII a.C.). Conforme algunos pueden entender, esta pieza debiera analizarse como el
producto de la avaricia un rey, que subyugó a su pueblo, para acaudalar esta gran cantidad de metal precioso y
convertirlo en sus joyas -quizás con el fines egóatras o de obtener un mayor poder sobre sus súbditos- . Otra manera
más lógica de verlo y entenderlo (en nuestra opinión) nos habla de que aquellos que fundieron, lucieron y escondieron
el tesoro (posiblemente al huir del reino); pertenecían a una refinada dinastía tartessia. Quienes se dejaron influir por
las civilizaciones más avanzadas de la época, adoptando sus modos y costumbres (entre ellas, la de lucir este tipo de
joyas). Por lo demás, gracias a que este tesoro ha llegado casi intacto hasta nuestros tiempos (fue hallado en 1958), se
ha podido reconstruir parte de la civilización perdida de Tartessos -de la que apenas había testimonios arqueológicos y
es una gran seña de identidad cultural para toda la Península Ibérica-.
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Consecuentemente, para comprender la Historia y la Protohistoria, lo mejor es pensar que en La Antigüedad, intentaron
organizarse lo mejor que pudieron y con los medios que tuvieron. Siendo -por ejemplo- admirable como en una época en
la que ni siquiera tuvieron hierro, pudieran construir edificios como los de Egipto. Unas pirámides y templos levantados
hace más de cuatro mil quinientos años, cuando aún faltaban trece siglos para que apareciera el acero, en zonas cercanas
al Nilo. Edificios, que aún la técnica y la tecnología no acierta del todo a comprender cómo y de qué manera pudieron ser
construidos. Que además, llevan beneficiando a todos quienes les rodean desde hace más de dos mil quinientos años.
Pues, aunque no lo creamos, en tiempos de Heródoto (mediados del siglo V a.C.) ya existía el turismo en Egipto; tanto
que este mismo historiador nos narra en su obra (Nueve libros de la Historia) las visitas guiadas que realizó a las
Pirámides, junto los sobre aquellas relataban los egipcios.
.
Por lo que venimos explicando y ya regresando al "problema" de la explotación social realizada a través del arte; muchos
pueden pensar que aquellas pirámides fueron el fruto de una extorsión a un pueblo, realizada por un faraón y su casta
dominante (como en numerosas ocasiones se comenta). Construcciones levantadas por esclavos, de los cuales muchos
morían en aquellas labores. Pese a lo que -modernamente- los arqueólogos van concluyendo que el trabajo es tan perfecto
en aquellos edificios, que es difícil pensar que estuvieran hechos a golpe de látigo. Al igual que los poblados de obreros y
circundantes a los grandes emporios, tampoco parecen propiamente de esclavos. Sinó más bien se ha podido ir
comprobando que corresponden posiblemente a agricultores jóvenes, quienes en los seis meses de sequía egipcia -en los
que no había nada que laborar en sus tierras-, se ofrecían a las obras públicas para realizar esas funciones a cambio de
panes, de cervezas (o para no molestar en sus hogares...) .
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Por lo demás y si deseamos ser realistas en la Historia, ante la polémica de si la sociedad del Nilo era justa o no,
habremos también de plantearnos quién vivía mejor: Si un esclavo egipcio del siglo XXV a.C.; o un libre hombre
habitante de nuestras tierras europeas, superviviente en su tribu a campo abierto (o en cuevas); inmerso en una
"civilización" en la que cualquiera podía venir a matarlos, apresarlos o aniquilarlos, del modo más cruel -incluso para
"echarlos a la cacerola"...-. De igual modo que hemos de considerar si el galo libre vivió mejor al que hicieron esclavo en
sus guerras los romanos. Teniendo siempre en cuenta que la ley celta permitía al padre matar a sus hijos y mujeres, si lo
deseaba -tanto como obligaba a sus sacerdotes a realizar sacrificos humanos, abriendo el vientre de sus víctimas para leer
aún en vida sus órganos (en especial el hígado, en una "ciencia" denominada extispicina druídica)-.
.
De tal modo, "las cosas del ayer" no están tan claras como algunos creen, afirman y consideran... . Pues podemos opinar y
afirmar que por aquel entonces, eran todos malos y perversos; tanto que durante milenios unos pocos explotaron a la
mayoría. Algo que sin lugar a dudas puede ser verdad; aunque el problema surge al intentar buscar otras soluciones en
una organización Social del pasado. Debido a que aún eran mucho peores las civilizaciones diferentes a esas que algunos
tanto critican; afirmando que se se trataban de simples explotaciones humanas. Para comprenderlo, bastará leer lo que
fué el mundo Escita (o el bárbaro), en el cual -por ejemplo- era una "costumbre obligada" para todo hombre que
comenzaba a perder las fuerzas y facultades para guerrear, que saltara desde la ladera de una gran montaña y se diera
muerte de este modo tan "volátil" (algo que solía suceder hacia los treinta y cinco años). Tanto como cuanto hacían con
los prisioneros y esclavos los mismos escitas, quienes como gran forma de salvaguardar sus vidas y para no tener que
acabar con ellos, solían arrancarles los ojos a los mejores o a los que preferían, para que se dedicaran a batir leche y
hacerles la mantequilla... .
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No juzgue el lector en mis palabras anteriores un intento de desprestigiar, criticar o minusvalorar al mundo celta o al
escita; pues bien es sabido que admiro las civilizaciones antiguas (a todas, aunque a algunas más que a otras). Pese a ello,
lo que he pretendido exponer es que no puede nunca hablarse en los términos que muchos usan, aseverando que las más
famosas civilizaciones del Mundo Antiguo fueron un simple abuso de autoridad (una casta dominante que subyugaba al
resto, sin tener formación de Nación). Puesto que eran Estados, con población territorio y poder (en toda regla y orden);
tanto que tuvieron muchos parecidos las que existieron hasta el siglo XVII en el Mundo. Y consecuentemente en Egipto,
Grecia o Roma, pueden encontrarse leyes, tratados internacionales, organización social y disposiciones, muy similares a
las que hubo hasta 1600 en Europa.
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Por todo ello, su arte, también tuvo un sentido muy similar; siendo aquel la expresión de la Sociedad que conformaron.
Sabiendo en Egipto, en Babilonia, en Israel y Fenicia, tanto como en Roma y en Grecia; que el arte era el medio más
seguro de perpetuar su civilización. Una inversión absolutamente eficiente, por cuanto aquello que se realizaba, construía
o propagaba, se podía llegar a mantener y comprender por los siglos de los siglos. Tanto que aquel concepto de pasar a la
Eternidad -que tanto buscaban los egipcios antiguos-, parece que realmente fue conseguido; por cuanto hoy en día nadie
puede ignorar su civilización (tanto como seguramente se recordará por siempre). Una cultura que hace casi cinco mil
años comenzó a construir con un enorme esfuerzo, grandes edificios que aún se mantienen en pié y que aún hoy son la
fuente de ingresos mayor que tiene la franja del Nilo. Del mismo modo que Grecia o Roma, quienes dejaron un legado de
arte (escultura, arquitectura, obras públicas y etc); con los que no solo perpetuaron su memoria, sino que aún hoy dan de
comer a millones de personas. Gentes cuya vida sería muy diferente de no existir -por ejemplo-: Las ruinas romanas de
Mérida, el acueducto de Segovia o los centenares de yacimientos de nuestra Península. Al igual que sería muy distinta la
vida en Italia o en Grecia, sin que en estas naciones hubiera miles de edificios antiguos para visitar (o decenas de museos
donde se exponen las piezas que la tierra "ha vomitado").
.
De un modo muy similar, cuando en la Edad Media, un pueblo o una ciudad se proponía elevar una catedral; aquel reto
social era pensado como una gran empresa (espiritual y civil; pero empresa). Un negocio cuya base se sostenía en la
participación de tantos en aquel proyecto con el fin de prestigiar la cultura cristiana en su zona (que por aquel entonces
comenzaba a "reconstruirse"). Prestigio que se adquiría gracias construir edificios que hasta entonces quizás nadie
hubiera pensado que se pudieran elevar (con torres de centenares de metros de altura). Lo que atraía a gentes lejanas
hasta la ciudad o el lugar donde se había elevado el templo; que no solo se hacía famoso, sino que servía para que cada
domingo (fiesta o celebración) pudieran ganar grandes sumas de dinero, los lugareños gracias a los mercados e
intercambios con los que hasta allí se acercaban a ver ese espectáculo hecho templo.
.
Una gran basílica, o una enorme torre (descomunal), elevada con motivo de exaltar y demostrar los conocimientos, las
posibilidades y la tecnología de la que habían dispuesto los ciudadanos de aquel lugar en donde se había llegado a
construir aquella nueva catedral (o iglesia). Ello no era solo un fenómeno del cristianismo en el medievo, sino que mucho
antes ya en el Mundo Árabe se realizaban proyectos idénticos. Algo que podemos observar en la maravillosa Mezquita de
Córdoba (o en la Alhambra); joyas constructivas encargadas por reyes árabes, que se han perpetuado por los siglos de los
siglos. Regalando a España -y en especial a Andalucía-, no solo millones de turistas; sino sobre todo unos edificios y una
civilización inexistente en otros lugares del Mundo. Por cuanto decimos, todo aquel que se afana en demostrar y decir
que las pirámides, tanto como los otros grandes edificios religiosos de la Historia (como las catedrales); son solamente el
fruto de la explotación humana en nombre de un dios, una casta o un rey. Ignora su verdadero significado, tanto como
cuantos beneficios han dado a la humanidad estas construcciones. Unos templos o cenotafios gracias a los que aún viven
y tienen trabajo millones de personas; y que además sirven para disfrutar de lo más bello que hay en la vida: El arte.
.
De tal manera, quizás pudiera concluirse que "el arte, sirve al propio arte". Aunque habría que añadirse que sobre todo:
Sirve a la civilización y a la cultura. Porque es la mejor inversión en la Historia y para el futuro; pudiendo perpetuar por
siempre unas creencias, un modo de vida y una época. De ello que reyes como Felipe IV (quien prácticamente ni se
preocupó de gobernar su país, dejándolo en manos de balidos); gocen del mejor recuerdo histórico. Porque, aunque no
fuera un gran monarca, nos legó la gran corte de pintores (entre los que destacó Velázquez). Y por cuanto exponemos, no
negaremos que el deporte pueda en un breve plazo dar un "lustre" o un cierto prestigio al país que destaque en ellos.
Pero, es sobre todo el arte, lo que perpetuará la memoria de una cultura y el recuerdo de nuestro tiempo y de nuestra
civilización -consecuentemente: Ya sabemos para qué sirve el arte-.
.
BAJO ESTAS LINEAS: Autorretrato de Diego de Velázquez; pintor de Felipe IV. Un rey que quizás hubiera pasado
inadvertido en la Historia, de no haber sido un famosísimo "vividor" y amante de las artes. Muy por el contrario, la
Historia le juzga como uno de los grandes monarcas europeos (benefactor de la cultura), recordándole como el
protector de una maravillosa Corte de pintores y el rey junto al que nació el Siglo de Oro de las letras y las artes.
Habiendo logrado dejar el mejor testimonio de lo que fué la civilización hispana, gracias a las obras de arte que
durante su reinado se crearon y adquirieron.

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé


viernes, 19 de agosto de 2011

El difícil arte de crear cultura (primera parte).


La intitulación anterior nace de un hecho cierto; que creemos nadie nos podrá discutir. Y ello es que: Ni todo arte es Cultura; ni toda
la Cultura, es arte.
.
BAJO ESTAS LINEAS: Andrés Segovia dando un concierto en el incomparable marco de la Alhámbra de Granada... . Estaba yo
hablando de esta época y de esos años en los que se daban aquellos conciertos, diciendo: ¡Esto sí que era arte, señores!... .
Entonces, me preguntó una persona si un famoso músico de rock (cuyas iniciales son J. H.) debía ir justo después de Segovia, en el
ranking de mejores guitarristas de la Historia... . (imagen de la portada del disco Alhambra; de Andrés Segovia).

.
Lo de que "ni todo el arte es cultura, ni toda la cultura, arte", es algo que fácilmente comprendemos al observar
simplemente que muchas de las ciencias pueden y deben considerarse Cultura. Al igual que algunas de las artes, son
simplemente modas y modismos. Por lo que aquellas artes que no son "cultas", pueden compararse en el mundo de la
ciencia con esas otras disciplinas que no son científicas. Y es que pudiéramos preguntarnos si hay ciencias que no son
ciencia, a lo que contestaríamos que sí; tanto como que además, hay muchas... . Refiriéndose estas últimas a cuantas de
estas disciplinas no se han podido comprobar, probar ni "desprobar"; pero cuyos "ejercitantes" y estudiosos consideran
que sus saberes son verdaderamente científicos. En este camino están todas las parapsicologías, los esoterismos y las
"ciencias ocultas", que hasta hoy nadie ha conseguido demostrar como verdaderas, pero que se toman por muchos de sus
"creyentes" por totalmente ciertas y verídicas.
.
Sobre si algunas de esas "ciencias ocultas" son (o serán) algún día consideradas como verdadera ciencia, solo nos queda
esperar. Puesto que muy cierto es que muchas otras teorías, que antaño se tuvieron como "cosa de magia y brujería", hoy
han quedado perfectamente probadas y admitidas por las universidades -citamos como ejemplo: La hipnosis o la
interpretación de sueños, que en muchos casos se tenía por arte de magos. Tanto como más modernamente: La
acupuntura, la reflexoterapía o la telepatía; que han sido admitidas en las teorías científicas-. De igual modo, para saber
qué hay de Cultura (en verdad), en muchas de las artes de nuestra época, habrá que esperar decenios -o más de un siglo-
para saberlo.
.
Pero, como decimos, todo ello ha necesitado y precisa de un proceso de maduración, por medio del cual la Sociedad llega
a demostrar y admite lo que es Cultura y lo que es probado; admitiendo que algunas disciplinas son realmente ciencias.
Por ello, y para saber si el arte es o no cultura, deberíamos considerar que el tiempo y el paso hacia el futuro de la obra
creada por un artista, es un factor importantísimo e imprescindible en todo ello. Aunque, a veces si hablamos de este
modo, es obvio que cuanto decimos es "políticamente incorrecto"; llegando hasta a molestar con quienes dialogamos
defendiendo estas ideas.
.
Y viene todo lo anterior "a cuento" (frase curiosa esta), porque hace no muchos días estábamos tocando la guitarra en
público y charlando sobre música con quienes nos escuchaban. Así, y como tengo por costumbre hablar normalmente,
comentando sobre las piezas que interpreto -dando datos que tratan de la historia de la guitarra, de los compositores más
famosos y sus obras, o los hechos sobre los que el público me pregunta-. En todo ello, me vi envuelto en una extraña
situación de la que no sabía (o no podía) salir. Ello sucedió cuando, mientras explicaba la importancia que tenía la
escuela de guitarra clásica de mediados del siglo XX en España -con Andrés Segovia (al frente); Narciso Yepes y Regino
Saez de la Maza (en sus flancos más importantes)-. Un invitado del público me preguntó por qué al tratar sobre los
guitarristas más importanes de la Historia, no hablaba de un famosisimo "eléctrica" de rock cuyas iniciales son J.
H. ... (omito el nombre para no generar "malos rollos") .
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Durante unos segundos me quedé parado, sin saber qué contestar. Tras lo que tan solo se me ocurrió decir que el tal "J.
H.", era de un mundo muy distinto al que hablábamos y no se trataba de un mismo arte. El "interpolador" volvió a
referirse a ello, preguntando por qué se podía decir aquello, si el mencionado de eléctrica y rock había sido considerado
por muchos ya el mejor guitarrista de la Historia... . Yo solo me atrevía a comentarle que eso sería de guitarra
eléctrica, tanto como que unas y otras no eran lo mismo; pues todo ello era como comparar la fotografía con la pintura. A
lo que, tras sucesivas preguntas, me limité a cerrar la conversación expresando: "Yo de esa música no entiendo y de lo
que no entiendo no hablo" (aunque no pude decir realmente lo que pensaba).
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Con ello quedó zanjada la discusión, pero no mi interés por intentar comprender en qué Sociedad vivimos, en la que
cuando hablamos de John Williams, Andrés Segovia y Narciso Yepes, aparece alguien preguntando si aquellos son
mejores o peores que los del rock como J. H. (o en qué puesto está ese "J. H." en una escala, frente a aquellos...). Pues
esta Sociedad es sin duda la misma en la que viven los jugadores de fútbol; quienes si tocan milimetricamente con el
hombro la pelota en el terreno de juego, son penalizados con "mano", pudiendo hasta ser expulsados... . Exactamente la
misma en la que si un corredor de ciclismo se come un filete con clembuterol, le consideran dopado y le quitan un Tour
de Francia. Y un igual Mundo en el que compiten los nadadores y los atletas, para quienes una diezmilésima de segundo
puede suponer la gloria, o perder una medalla... .
.
Por ello y aquello, me preguntaba yo: ¿Pero como puede nadie hablar de la guitarra eléctrica de "J. H.", mientras
tratamos de Andrés Segovia y John Williams?. Pero debía ser yo el único al que tanto extrañaba aquella alocución, pues
parece que hoy en día puede compararse la velocidad con el tocino, o la gimnasia con el magnesio. Aunque eso sí; queda
claro que si una pelotita traspasa o no pasa una linea (aunque sea por décimas de milímetro) es "gol", es "in" o es "out".
Al igual que si alguno llega a meta el primero, aunque sea por una milésima de milímetro, es el verdadero ganador. Y pese
a ello, pese a vivir en una Sociedad que aplica estos criterios de absulota y rigurosísima justicia en otros campos del
espectáculo (como es el deporte). Cuando llegamos al arte, hace comparable a guitarristas veinteañeros de eléctrica -que
no conocen ni lo más básico del instrumento en el mundo clásico o flamenco-, con aquellas figuras que han sido gloria de
nuestra nación y de nuestra Cultura (con mayúsculas).
.
.... Imaginaba yo después si al decir aquello de que aquel del rock "J. H.", pudiera ser comparable con Segovia o Yepes,
quizás algún exaltado pudiera salir a defender a sus artistas. Y, del mismo modo que un forofo del Barça o del R.Madrid,
comienza a gritar cuando le pitan una falta injusta; alguien hubiera podido argumentar que hay ciertos comentarios que
solo expresarlos en ciertos foros, pueden ser muy hirientes... . Pero parece ser que no es así y que hoy en día hay que
respetar a todos; pero sobre todo a quienes nada, o muy poco respetan de otros. Algunos que ni siquiera saben que
comparar a Segovia con guitarristas de veinte años "de eléctrica", es una absoluta falta de sentido común... . Para colmo,
quienes así opinamos y nos atrevemos a decir que una cosa es como la fotografía (la eléctrica) y la otra (la guitarra
clásica) es como la pintura; somos tachados de "autoritarios" o "ultraconservadores" en el mundo del arte, por no
considerar comparable al "pop" o el "rock" con el mundo clásico (y ni siquiera con el del folklore).
.
JUNTO ESTAS LINEAS: Vaso cerámico Ibérico datado sobre el siglo IV a.C., procedente del Cerro de San Miguel de
Liria y perteneciente al Museo de Valencia (al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). El enorme valor
cultural de esta pieza, es en su mayor parte arqueológico y testimonial; aunque sin duda guarda una divertida y
curiosa calidad artística (cercana a nuestro "mundo naif").

Pero para ver si nos entendemos un poco sobre qué es cultura y qué no es cultura, tanto como qué es arte y qué no es
arte; pondremos un pequeño ejemplo: De tal manera, encima de este párrafo, hemos querido recoger la imagen de un
vaso cerámico ibérico (quizás uno de los que mejor se conservan y de los que más valor arqueológico tienen). Este,
contiene -sin lugar a dudas-, un valor cultural y patrimonial enorme; aunque ello se deba en gran parte a que han
transcurrido más de dos mil años desde que se fabricó y por ser este uno de los pocos ejemplares de cerámica ibérica
conservados. Para comparar esta pieza con otras de su época, bajo este epígrafe incluimos la imagen de una jarra griega
(unos doscientos años anterior a la ibérica). Siendo este un "oinocoe" del taller del pintor Necóstenes, de una enorme
calidad artística. Por lo que entendemos cómo en sus años y en Grecia (al igual que en todo el Mediterráneo) estas piezas
se consideraran verdaderas obras de arte -no solo de artesanía-.

Dicho y entendido lo que exponemos, ya es muy importante considerar por qué desde el primer día en que se creó o
fabricó el "oinokoe" de Necóstenes (que vemos abajo), este pudo ser considerado arte y cultura. Mientras las cerámicas de
los ibéros, hubieron de tener otro sentido y consideración. Ello porque gozaban de una calidad muy inferior a la de los
helenos; y aunque los iberos pudieran creer muy artísticos sus vasos (como este de Liria), seguramente ni ellos mismos se
atreverían nunca compararlos con la cerámica griega... . Por lo demás, de intentar vender en la cuenca del Mediterraneo y
en aquella época, las vasijas iberas, es obvio que estas no hubieran sido admitidas en ninguno de los mercados
verdaderamente civilizados -entiéndase: Egipto, Fenicia, Anatolia, Grecia, Roma y largo etcétera de lugares cultos, donde
no aparecen de hecho ninguna pieza cerámica originaria de nuestra tierra. Aunque muy por el contrario, Iberia está
poblada de hallazgos de piezas negras helenas-.

JUNTO A ESTAS LINEAS: Jarrita (oinocoe) del taller del pintor Necóstenes que se encuentra en BRUSELAS (Biblioteca
Real, a la que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Esta pieza es una verdadera obra de arte, así como lo
constituyen gran parte de las "cerámicas negras" helenas; cuyo trabajo en esta técnica no ha podido ser superado.
Siendo ya desde los más remotos tiempos, consideradas aquellas pinturas en cerámica objetos de un enorme valor
artístico. De ello que en todo el Mediterraneo y desde el siglo VI a.C., estas fueran tenidas como ejemplo de una gran
cultura y un exquisito arte, que se vendía o exportaba a cualquier punto de Mare Nostrum.

Concluimos en todo ello, volviendo a decir que el mencionado "oinocoe", era ya una obra de arte en su tiempo y así se
consideraba por todos (griegos, egipcios o romanos). Mientras que el vaso de Liria, tan solo fue tenido como un objeto de
importancia en tierras de Iberia. Ya que en este, podemos solo apreciar un tosco valor artístico, que a día de hoy es muy
interesante, pero no podrá decirse que goce de una técnica depurada, ni de difícil ejecución (cocción o pintura). Por
cuanto expresamos, las dos piezas son objetos de gran interés cultural. Pero mientras que una es simplemente ejemplo y
testimonio de una época, una manera de vivir y trabajar o un modo de hacer artesanía (la de Iberia). La otra, supone un
hito en el mundo del diseño, del buen gusto, del buen hacer y de la cerámica. Por lo cual si en su época hubieran
comparado una y otra, la persona que intentase exponer que ambas eran de un igual valor se vería en situación muy
difícil para mantener este criterio.

Hoy, parece ser que no es así; fundamental y principalmente, si lo dicen muchos... . Pues por nosotros y para una
eternidad, preferiríamos seguir con la frase de Juan Ramón Jiménez: "A la minoría siempre".

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé


sábado, 27 de agosto de 2011

El difícil arte de crear cultura (parte segunda).


Habíamos dejado "la cuestión" en el momento en que nadie quiere reconocerse "padre de la criatura". Siendo aquel precisamente
cuando hay que admitir que el arte es una disciplina cultural -perteneciente al "gremio" de las humanidades, muy enraizada con la
filosofía o la religión- y no una multidisciplina catalogable entre los modos de diversión (o de ocio). Aunque evidentemente "toca"
con el mundo de los entretenimientos, y ello porque una de las formas fundamentales del ocio está en el espectáculo (o en lo
espectacular). Siendo así que muchas veces por arte y espectáculo se entiendan una misma cosa; algo que está llevando a un profundo
declive del verdadero sentido del arte, en nuestros días. Nos explicamos:
.
Hemos dicho y comentado anteriormente que como formas más comunes del espectáculo, se encuentran los deportes; algunos de los
que muy desafortunadamente se están comparando con el arte (en su forma de exhibirse e incluso por escenarios y competitividad). Y
digo desafortunadamente, porque el espectáculo es fundamentalmente un "ejercicio" de entretenimiento de masas, mientras el arte es
un "proceso cultural y espiritual" de sublimar y embellecer la vida, para así mostrarla a todos. Siendo verdad que en muchos casos las
artes han sido grandes espectáculos (como fueron: La Ópera, las grandes obras orquestales, o de teatro). La puesta en marcha de ellas
y su escenificación, no se llevaba a cabo comúnmente por los creadores, sino por intérpretes y escenógrafos. A estos últimos, son a
los que en verdad ha de llamárseles artistas -en el sentido moderno de la palabra-; puesto que muchos de los creadores son simple y
llanamente, intelectuales (quienes en muchos casos, jamás serían capaces de presentarse ante un público, ni mucho menos, de
entretenerlo).
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Consecuentemente, la palabra artista que ya tiene una muy triste etimología (pues procede de artificio = lo artificial); tuvo aún un
peor final en nuestros días. Ello porque engloba desde el poeta o el literato, al actor y al músico de pop; o desde el fotógrafo, al
arquitecto, tanto como del pintor abstracto, al director de cine... . Algo, que por las enormes diferencias existentes entre los que
describe, convierte a "arte" en un término cuyo significado puede darse a tantas "especies diferentes" como lo hace la palabra
"mamífero". -Teniendo en cuenta que lo de "mamímero" no lo decimos con segundas, pese a que en verdad muchos de los artistas
somos bastante "mamones"-.
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De lo que se deduce que aquella voz tan utilizada y que tanto nos gusta hoy en día (artista), ha ido modelándose y adaptándose a
todas las circunstancias y gentes que a su paso toparon con ella: Por lo que actualmente podemos decir que ya es un "simple piropo"
o un "galardón" aplicable a cualquiera que haga algo estrambótico, y no un término con un sentido verdadero (ni menos definible).
Puesto que describir con una misma voz a los poetas, actores, escritores, pintores, diseñadores, fotógrafos, bailarines, cineastas,
músicos (de todas las especies) y largo etcétera de creativos y creadores de "artificios nuevos", entre los que se incluyen hoy,
cocineros, toreros y modistas... . Es como definir al Hombre como animal vertebrado; una catalogación que nos une a otros seres
cuya única virtud común a nosotros es tener gran cantidad del "calcio" en el cuerpo. Por lo que El Hombre estaría muy cerca de
cualquier bicho con cáscara, pezuñas o raspa, si aplicamos esos términos que son capaces de englobar tantas especies a la vez (tanto
como el vocablo "artista", parece que define a todos los "raros" de nuestra Sociedad).
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Todo ello, nos leva a concluir que la palabra "arte" ya, a día de hoy, ha dejado de tener un sentido comprensible, pasando a ser una
voz que describe lo que nadie sabe encasillar. Pudiendo compararse a "palabros" como "cacharro" o "chisme", con el cual puede
describirse cualquier cosa: Desde una cacerola, a un coche y una radio, pasando por un "aparato sexual"... . Tanto engloba ese
término, que nadie puede definirlo, siendo muy común oír como los críticos comentan que ya "el arte es solo provocación"... . A lo
que siempre me pregunto si llamar por la calle a la gente "hijo de tal", pudiera ser considerado "un arte".... . Pero no se asuste el
lector, que para nada somos exagerados; puesto que una de las grandes obras de arte hoy en día (consideradas como escultura móvil)
consiste en un escape de nitrógeno líquido, que a la puerta de uno de los grandes museos contemporáneos, aparece a cada hora en
punto. Una nube de nitrógeno, que como un "cuco" cada sesenta minutos "salta" y expande su halo, cubriendo el anverso de uno de
los mas bonitos museos de España. Siendo aquello considerado "arte en movimiento", dependiente de la climatología, debido a que el
aire o las condiciones atmosféricas, cambian el curso de la nube de nitrógeno y la rapidez con la que esta desaparece... .
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Sin duda alguna, el lugar donde esa "escultura" está, es un gran edificio, maravilloso en su arquitectura y con interesantes obras de
arte contemporáneo. Pero siempre creí que lo anteriormente descrito (una nube de nitrógeno) se llamaba "un efecto especial"; aunque
con el tiempo me doy cuenta de que debo ser un gran ignorante. Tanto como para no haber podido apreciar y ni siquiera soportar, una
obra similar a la anterior que se presentó en otro de los más famosos museos españoles (aplaudida por algunos críticos). Y que en este
caso, se trataba de una máquina de vaporización que cada determinado tiempo dejaba escapar su líquido hecho gas. Vapores que
procedían de aguas tomadas en la morgue de una ciudad italiana, tras haber lavado los cadáveres de pobres difuntos. Quienes seguro,
jamás imaginaron que los restos de su última "ducha" iban a ser así ultilzados (ni ellos ni sus familiares)... .
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Y es que el arte, según nos dicen es "provocación"; aunque eso, a mí, no me entra mucho en la cabeza. Puesto que de ser verdad,
habríamos de considerar una auténtica "obra de arte" ir pisando los pies a la gente en la calle (más en Metro y sobre todo a primera
hora de la mañana). Siendo ya la gran obra de creación, el momento en que acertemos y le apretamos bien a una viejecita en pleno
"juanete" (no doy ideas, no sea que se presenten como innovaciones, en algún salón o galería). Sea como fuere, el arte no es nunca un
sinónimo de "provocación"; puesto que de ser considerado así, las tristes calles en las que las pobres prostitutas lucen sus cuerpos
para encontrar clientes, deberían pasar a considerarse "zonas de interés artístico". Tanto como los locales de sptreep-tease, pueden
pasar a ser incluidos en la ruta de los museos; o las "pechugas y carnes" que allí tan provocativamente se enseñan, pudieran ser
propuestos como "bienes de interés cultural". De lo que confundir arte con provocación es algo como no diferenciar "enseñar" -de
culturizar y aprender-, con el "enseñar" -de las antes mencionadas "hermanitas de pecar"-. Y es que para mí, el que definió el arte
como "una provocación" sabía tanto de arte como aquel al que preguntaron qué le parecía que El Guggenheim viniera a Bilbao,
costando tantísimos millones. A lo que contestó, que le daba igual el precio; que si metía goles, bienvenido era... .
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Nos viene ahora a la memoria, referente a arte y provocación, un famoso chiste que se contaba en los conservatorios hace años. En el
que narraban que un padre muy orgullosos de su hijo adolescente, le había llevado ante el catedrático de guitarra. Aquel chico era de
pop eléctrica y se había inventado unas "variaciones" de la música de Bach, que al parecer sonaban horribles. Pese a ello, su papá
consideraba que eran geniales y allí le presentó, para una audición ante el profesor de guitarra. Así que sin vergüenza ni reparo, sacó
el nene el instrumento y se puso a tocar de manera terrible (cacofonías, que debieran decirse "caca-fonias" y que "recordaban" en
algo a Bach). Al terminar explicó que eran variaciones transcritas por él y para su ejecución en guitarra eléctrica. Tras ello, el
orgulloso padre preguntó al catedrático:
.
-"Qúe opinión tiene de la ejecución de mi hijo"-. A lo que el profesor respondió: -"¡Demasiado!"-. El niño muy alegre exclamó: -"Ves
papá, ha dicho que mi Bach en guitarra eléctrica es: ¡Demasiado...!"-. Apostillando el catedrático: -"No, nene. Yo lo que digo es que
tu ejecución es demasiado... . Pero que; por lo menos sino ejecutarte, un par de tortas sí habrían de darte, para que dejaras de
machacar la obra de Bach"-.
.
Lo anterior viene al caso, por lo ciertamente horrible del sonido de muchas versiones "modernizadas" de la música clásica; en las que
se introduce instrumentos electrónicos y "por detrás" una batería que marca un ritmo -nunca mejor dicho lo de "introducida por
detrás"- . Pero es muy común que se prefieran por el público esos arreglos tan vulgares, a la versión antigua y original; algo que nos
hace pensar que el criterio general sobre música, deja mucho que desear. Muy por el contrario, también es fácil ver como en el caso
en que los pintores como hace "interpretaciones" de obras clásicas. "Reconstrucciones" que a la gente por lo general, les suele parecer
algo un tanto feo e incomprensible. Ponemos por caso, Las Meninas, que Picasso transforma hace unos cien años en varios apuntes,
llegando a crear unas propias. Tanto como el cuadro de Velázquez fue objeto también de varias "versiones" hechas por diferentes
pintores (ene especial hace unas cuatro cinco décadas; destacando entre ellas, las del desaparecido "Equipo Crónica").
.
Siendo el efecto sobre el público en los casos en los que un pintor contemporáneo reinterpreta un cuadro antiguo, totalmente el
contrario al de la música. Pues cuando aquellas obras de Bach o Beethoven las arreglan y se versionan en estilo moderno (con batería
y electricidad), suelen tener incluso más aceptación que en su estado original. Mientras que en las reinterpretaciones de cuadros como
"Las Meninas", todos ven el gran mérito de Velázquez, considerándose las "nuevas" como muy "incomprensibles" y de menor
calidad. Aunque tristemente en este caso, aún siendo verdad que el cuadro original sea mejor, suele suceder que las réplicas pintadas
por otros, son comunmente de una enorme calidad artística. Ello, porque no se limitan a copiar y "arreglar" la obra (como sucede con
las piezas de Bach o Beethoven), sinó porque lo que hacen es lo que en música se denomina "Variación sobre un tema". Es decir:
Tomar una melodía y desarrollarla de manera diferente.
.
Y por cuanto decimos, mientras las versiones de música clásica modernizada -con batería, instrumentos elecrónicos y armonías
simplificadas- suelen ser una penosa obra. Las reinterpretaciones de cuadros o esculturas antiguas realizadas por artistas plásticos
contemporáneos, suelen tener un gran valor en sí mismas. Algo que quizás el público no entiende, pero que nos lleva a pensar que "el
criterio" realmente lo tienen muy pocos. Por ello debería haber quienes hicieran comprender al máximo de gente posible, lo que es el
verdadero arte. Enseñando en este caso y por ejemplo, que Las Meninas de Picasso son una gran obra, mientras poner batería y
chunda-chunda a Beethoven o a Bach, es un desperdicio... .
.
Pero continuemos con el tema, pues por lo que vamos viendo y opinando, parece que el arte tiene el dilema y el deber dirigirse a una
minoría entendida, quienes debieran tener por función educar a la mayoría. Aunque, de hacerse así, existe la posibilidad de que "la
mayoría" pueda llegar a aborrecerlo. Ello, es un hecho cierto y muy moderno, ya que en la antigüedad (y ni siquiera hasta hace cien
años), solo opinaban de arte los que estaban en este mundo. Tanto, que quienes no entendían o vivían en el arte, ni se atrevían a
opinar de aquel -siquiera para comprarlo-. Pero el problema a día de hoy, es que el juicio de la gran mayoría es lo que vale; ello
porque el mandato del arte ha caído bajo el del espectáculo. Algo que es ciertamente peligroso, ya que decimos y afirmamos que arte
y espectáculo no son para nada una misma cosa. Y para que entendamos la peligrosa situación en que vivimos y de lo que
exponemos, pondremos el ejemplo del qué pasaría con otras disciplinas, si las sometiéramos al juicio de todos. En campos como los
del Derecho (la justicia) o de la ciencia (medicina, física y etc).
.
Así, siguiendo los mismos criterios que se han llevado a cabo en las artes, podemos plantearnos por qué no es directamente "la gente"
la que juzga, o elige los jueces; e incluso, por qué no son la mayoría de los ciudadanos los que legislan y deciden la redacción de las
leyes. Del mismo modo, quizás sería "muy bueno" que entre todos (o a votación de la mayoría), se decidiera quien debe ser médico y
catedrático de medicina, qué recetas han de darse, cuales son los tratamientos mejores para las enfermedades, o qué medicamentos
son los mas adecuados en cada caso. De igual manera, debiera dejarse la física y química a la opinión de la gran mayoría;
permitiendo el juicio que entre todos ellos hagan. Quienes, de seguro van a dar un "verdadero vuelco" a las teorías de Newton y hasta
a las de Einstein. Tanto como posiblemente sería bueno someter a los mismos criterios con los que hoy se juzga al artista, al
matemático; siendo así que todos puedan dar su opinión y que obliguen a determinar a los sabios por qué 2 y 2 son 4; si a muchos les
gusta que sea 5.
.
Habrá quienes afirmen que cuanto exponemos es un absurdo, ya que el arte no es lo mismo que la justicia, la medicina, la física o la
matemática... . Evidentemente no son iguales; pero de igual manera, el Derecho y las Matemáticas nada tienen que ver, y no por ello,
los criterios que se marcan en ambos campos son diferentes. Nunca dejando elegir en ellos, la teoría o el juicio de aquel que cae más
simpático (o gusta más al pueblo). Debido a que si así se hiciera, no habría ni una ciencia efectiva, ni una justicia legal. De igual
manera, si se consume y se potencia solo el arte que tiene éxito por que todos entienden y a todos gusta (principalmente jóvenes, e
incluso niños); lo que finalmente conseguiremos es un desastre social. Una situación similar a la creada en épocas en las que se
dejaba que el pueblo ajusticiara y juzgase a quienes ellos consideraban culpables. Tanto como esas otras etapas en las que se
consideraban las gentes, herejes y brujos, a los estudiosos de la ciencia (llegando a matarles por investigar lo que iba contra sus
principios).
.
Sucediendo, tal como es sabido, que en las épocas en las que se deja la ley y la ciencia en manos de agitadores o dictadores del
pueblo; que se vivieron tremendas regresiones. Siendo etapas de una gran pobreza en justicia social, justicia común, conocimientos y
medios. De igual manera, si dejamos a libre decisión del total de los mortales, dirigir el arte y los artistas; sin intervenir o ayudar a
aquellos que han de ser los más admirados; puede llegarse a una tremenda regresión espiritual social. Ello, porque del mismo modo
que la Justicia alimenta y nutre la Sociedad, tanto como la ciencia la cuida y la hace progresar. Las artes la forman y cultivan
generando su espectro espiritual; siendo una verdadera guía que refleja las ilusiones e intenciones del Hombre. De tal manera, si una
persona desde niño está acostumbrado a consumir un arte de baja calidad, le ocurrirá lo mismo que cuando se educa a un menor
tomando comúnmente "comida basura". Apareciendo en el caso de la alimentación: La obesidad, el colesterol y diversas
enfermedades en su cuerpo. Tanto como si se "nutre" de arte basura, su espíritu (o su desarrollo intelectual) se verá muy mermado,
apareciendo seguramente enfermedades psíquicas, que pronto le pueden llevar al consumo de drogas o a necesitar ayudas.
.
Sin duda alguna, la época que vivimos es la mejor de la Historia; ya que es pefectamente demostrable que desde fines del siglo XX,
la Humanidad ha avanzado como nunca lo hizo en justicia social, prosperidad e igualdades. Pese a ello, un solo problema ha
generado todo este avance, como es el de que la abundancia que produce en tan poco tiempo este "adelanto", es muy difícil de
"digerir" por quienes la recibimos. De tal manera, el exceso de información, de medios de tecnologías (y hasta de comidas), ha
producido un empacho alimenticio, social -y sobre todo: Espiritual- en la humanidad. Creando una Sociedad que va estando hasta
incapacitada para generar cultura y que no llega ni a diferenciar entre lo que es arte, y lo que es espectáculo. Ya que como decimos y
mantenemos, el arte (de veras) es una disciplina que ha de comprenderse en el terreno de las humanidades, la espiritualidad y en el de
la cultura.
.
Por cuanto exponemos, creemos que las artes, que ya divide Lessing en Temporales y Espaciales; dando -como buen alemán-
primacía a las primeras (literatura y música, preferentemente) sobre las segundas (pintura, escultura, arquitectura etc). En unas
preferencias de Lessing que creemos nacen de ser protestante y de las diferencias entre las Iglesias europeas. -Debido a que en el
Concilio de Trento deciden los católicos potenciar la teatralidad de los templos, con pinturas y esculturas (prohibiendo la libre
interpretación de Las Escrituras y la música que no fueran de órgano o antigua). Mientras los protestantes para oponerse a este, crean
una liturgia plena de música y orquestas, centrándo además a sus artistas y personas de élite en la literatura. e estudio de la Biblia y la
filosofía-. Así, tal como decíamos al comenzar este epígrafe, consideramos que las artes hubieran de dividirse hoy de una forma
diferente a como lo hizo Lessing. Ello, porque la separación de este filósofo alemán no podría dar catalogación a artes como el cine;
del que no sabríamos si es Temporal o Espacial.
.
Consecuentemente, en nuestra consideración estas debieran separarse en Artes Intelectuales (o privadas) y Espectaculares (o
escénicas). Siendo las Artes Intelectuales, aquellas (temporales o espaciales) que se practican en soledad y que no precisan de un
público, ni se realizan para el disfrute frente a los demás. Muy distintas a las Artes Escénicas, que han de llevarse a cabo siempre
frente a las personas y que sin aquella espectacularidad (o puesta en escena) no existen. De tal manera, una obra de teatro, en sí
misma y leída, puede considerarse una obra de arte intelectual; mientras que su puesta en escena sería la segunda parte y llevada a
cabo como un Arte Escéníca (por lo que precisaría de otras artes del espectáculo -desde los actores, al decorador y el atrezzista-). De
igual modo, un plano con una obra de arquitectura es un arte intelectual, mientras la realización de su obra es puramente escénica
(necesitando de otras muchas artes como apoyo para llevarla al "espectáculo"). De forma similar, un cuadro sería obra de arte
privada, pero no ya su exposición, ni su promoción, que precisa de una "escena". Algo similar a lo que sucede con el libreto de una
ópera (o la partitura de un concierto), que es una obra intelectual, pero su representación es evidentemente un espectáculo. Habiendo
solo unas pocas artes que solo son intelectuales, entre las que solo nos quedarían: La poesía o la literatura.
.
De tal modo, dividiendo de ese modo las artes (en intelectuales y escénicas), quizás consiguiéramos comprender de una vez por todas
el concepto de lo que es cultura (para saber qué debiera ser ayudado y apoyado por todos, con el fin de que nunca se pierda). Aunque
para ello habría que tenerse perfectamente claro primero, cual es el concepto de lo que es "el arte". En este último punto, creo que
deberíamos seguir a Kant y poder definir por arte, aquello que es sublime o bello, habiendo sido solo creado por el Hombre (puesto
que un paisaje o una mujer, pueden ser muy sublimes y muy bellas, pero las crea la naturaleza y por lo tanto no es arte; un artificio).
.
Siendo la anterior definición algo que hasta nos llevaría comprender por qué el arte se llama así: Artificio. Debido a que se trata de lo
bello y lo sublime creado de manera artificial (por la Humanidad). Habiendo además de distinguirse (a nuestro juicio) entre Artes
Intelectuales y Artes Escénicas; para poder juzgar qué es cultura y qué es simplemente moda o espectáculos. Pudiendo definir que
todas las Artes Intelectuales, pertenecerían al mundo de la cultura. Mientras aquellas manifestaciones que solo son producto de una
escena o hechas para simplemente para el espectáculo, cuanto menos de "arte intelectual" tengan en su proceso creativo, más se
alejan de la cultura. Y aún siendo un arte, no serán cultura (quizás aún teniendo belleza y carácter en algo sublime). Pues no todo el
arte, es cultura.

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé


domingo, 28 de agosto de 2011

DIVISIÓN DE LAS ARTES (¿Es el rock cultura?)


BAJO ESTAS LINEAS: En la imagen, Laocoonte devorado por serpientes castigado por profanar el templo. Lessing, en su obra
homónima al sacerdote del mito griego, defiende una división de las artes a las que clasifica como: Temporales y Espaciales
(llegando a concluir que son superiores las primeras a las del espacio). En el artículo de hoy presentamos una diferente
catalogación del arte, dividiéndolo en Intelectual y Escénico. Llegando a la conclusión de que solo pueden considerarse "cultura"
aquellas artes que necesiten de un proceso intelectual para su creación. Siendo tan solo espectáculos aquellas que prescindan
absolutamente de una creación intelectual para ser llevadas a escena. Espectáculos, de los que sin negar que pueden ser artes (de
representación o interpretación), no los clasificamos como "culturales".

ANTES DE COMENZAR:
Agradecemos enormemente la atención y cariño de todos aquellos quienes nos leen; en especial nuestra gratitud hacia
las personas que se han incluido últimamente entre nuestros seguidores (encontrándose, desde hace pocos dias
Francisco Piney.). Por lo demás y para los que en ocasiones nos preguntan sobre nuestras opiniones o juicios -en este
caso, sobre las artes o las letras-. Diremos abiertamente que cuanto escribo es una opinión puramente individual y que
exponemos tras diversas reflexiones personales. Sintiendo mucho a veces poder contradecir a personas,
personalidades, e incluso a filiófosofos de la talla de Lessing; realizando afirmaciones que llegan a concluir que las
teorías de su "Laokoon" nos son aplicables en el arte del siglo XX y XXI. Deseando dejar muy claro que ello no significa
para nada que dejemos de admirar y valorar enormemente la obra y pensamiento de quienes a veces contradecimos
(en especial las de Lessing; tanto como las de muchas otras personas y personalidades a las que citamos o
mencionamos rebatiendo sus teorías o ideas).
.
DEFINICIÓN: Por cuanto veníamos concluyendo en los días anteriores, creemos que ya podemos dar una definición
más o menos exacta de lo que consideramos que es el Arte (para nosotros -definición que parte de un concepción
"Kantiana" de las disciplinas artísticas-).

CONSIDERANDO QUE ARTE ES: TODO LO BELLO O SUBLIME -O BELLO Y SUBLIME-, CREADO
ARTIFICIALMENTE -POR EL HOMBRE-. Entiéndase este última palabra "artificialmente" como "lo creado por la mano
del ser humano", puesto que "artificio" procede de esta voz "hecho por el hombre" (artificial). De ello. ARTE; habida
cuenta de que lo "bello y sublime" nacido por la Naturaleza, no es artificio y por lo tanto, tampoco Arte (sino naturaleza) .

.
CLASIFICACIÓN DE LESSING: De igual modo, en días anteriores habíamos concluido que la clasificación de Lessing
en Artes Temporales (música, literatura y las que no precisan de "espacio") y Artes Espaciales (pintura, escultura,
arquitectura y todas las que juegan con el espacio), creemos que no es válida en el siglo XX. Al menos desde la aparición
del Cine, pues si dividimos las artes en temporales y espaciales, habría que considerar que el guión y la música es un arte
temporal, mientras que la imagen, sus fotografías y etcétera, quedarían en un espacial. Pese a ello, pudiera decirse que se
trata del único arte "tempo-espacial" (que combina ambos). Pero no es el único ni el primero que ha combinado ambas
categorías, dado que existen infinidad de soportes, combinaciones y hasta publicaciones o maneras de escribir que tienen
los poetas y literatos, que igualmente son tempo-espaciales. Pondremos como ejemplo la poesía escrita de Rafael Alberti,
cuyos versos están en muchas ocasiones compuestos como si fueran verdaderos cuadros. De igual manera que en la
danza, ballet e infinidad de publicaciones y obras , se combinan lo temporal con lo espacial. Pudiendo concluirse que es
inseparable (en realidad) la temporalidad de la espacialidad en el arte.

Es más, esta división de Lessing, dejaría al descubierto una cuestión fundamental: En el teatro (por ejemplo), en su
escenificación, su representación y actuación ¿Es espacial o temporal?. Igualmente, en la Ópera, hemos de plantearnos si
un "libretto y partitura" (que es plenamente temporal), se corresponde con la actuación y escena, que tiene mucho de
temporal. Además a ello, habríamos de incluir la pregunta sobre si el actor o el que danza, es verdaderamente un ejecutor
del tiempo y de su arte temporal; pues ambos juegan plenamente con tiempo, en el espacio... . El problema se hace aún
mayor cuando aparece el cine. Aunque la dificultad para aplicar la clasificación de Lessing no es algo reciente, pues ya se
propuso con cuantas obras combinaban la música, la danza, el teatro, la poesía, la literatura; junto a la pintura, la
escultura, la decoración o la escena.

Pese a cuanto exponemos, siempre habrá un "Lessing-niano" (seguidor de aquel filósofo) quien afirme, como la
separación entre Espacio y Tiempo es justa y con arreglo a los cánones de la filosofía (sobre todo a la de su época;
refiriéndonos a la "kantiana", por ejemplo). Siendo el arte algo que solo se puede realizar por medio de intervenir (o
crear) sobre estas dos Categorías: Espacio y Tiempo. A lo que podemos contestar que existen plenas razones para
clasificar el arte en estas dos formas; pero el problema, es que toda la vida ha de sumirse a ellas, puesto que la realidad
entera está sometida al Espacio y al Tiempo. Debido a que son las Categorías, que -como dice Kant- nos permiten
percibir, clasificar y entender El Todo. Tanto es así, que cualquier disciplina puede dividirse en Espacial y Temporal y al
igual que separa Lessing las Artes, en estas dos tipologías podremos clasificar la Arqueología, la Historia, la Medicina, la
Física y hasta la Matemática de la misma forma. Siendo "Arqueología Temporal", la que se realiza en la investigación y en
la mesa; mientras la Espacial es la que llevamos al campo de excavaciones. De igual modo que la "Historia Temporal" es
aquella que escribimos e investigamos en los libros, mientras la "Historia Espacial" sería aquella que se acredita o estudia
en objetos y cosas que demuestran las evidencias de lo sucedido en el pasado. La medicina igualmente es clasificable
entre la escrita y pensada (Temporal) y la ejercida prácticamente (Espacial). Tanto como la física, que en su teoría es
temporal y en su práctica es espacial. Quedando al fin la Matemática como ejemplo mas claro de que existe en sus dos
tipos con arreglo a las Categorías: Una dedicada al número (temporal) y otra al espacio (espacial).

Siendo quizás la conclusión más importante que pudiera obtenerse de lo antes dicho, la de que quizás lo Temporal nace
del pensamiento y de la propia creación del hombre; mientras lo Espacial, está en el cosmos (en la Creación del
Universo). Algo que puede demostrarse por el simple hecho de que el Tiempo es una sucesión en el Espacio, ante lo que
hubiéramos de plantearnos qué pasaría si el Espacio no existiera; pues quizás dejaría de existir también el Tiempo.
Puesto que mientras puede concebirse un Espacio sin Tiempo, la inversa es de difícil explicación... Bastando imaginar el
Espacio en estado de reposo (sin movimiento) para que fuera difícil hasta la comprensión del Tiempo. Siendo quizás el
último dato que nos demuestra que el Espacio puede existir sin Tiempo, el hacho de que los animales (y menos los
vegetales) carezcan de esta comprensión del Tiempo sabiendo y teniendo consciencia del Espacio. Siendo así, claramente
el Tiempo el que crea el Espacio; quizás no puede admitirse la última coclusión de Lessing, quien afirma que las Artes
Temporales (literatura, música etc), son superiores a las Espaciales (pintura, arquitectura etc).

CLASIFICACIÓN QUE PROPONEMOS, EN ARTES ESCÉNICAS Y ARTES INTELECTUALES:


Como venimos diciendo en los artículos anteriores, consideramos que muy importante es dividir las artes en Escénicas e
Intelectuales. Siendo Artes de la Escena, aquellas que representan o presentan a un espectador la obra, en un espacio o
formas creadas para ese fin. Mientras el Arte Intelectual, es simplemente la creación de ella por el autor (o autores), pero
con un fin contemplativo, personal o intelectual -no para mostrarla al público en ese momento-. De tal manera, una gran
parte de obras de arte se dividen en dos fases: Una intelectual y otra escénica; siendo muy común que la segunda etapa
no sea realizada por el mismo creador intelectual de la obra. Ponemos como ejemplo el teatro, cuyo escritor termina el
drama siendo este punto en el se ha creado la Obra de Arte Intelectual. Más tarde, un director, un grupo o compañía de
actores (con coreógrafos, atrezzistas y etcétera), la representan ante un público. Este es el instante en el que se crea la
Obra de Arte Escénica. Así siendo ambas la misma, son completamente dos obras de arte muy diferentes.

Cuanto exponemos divide la creación en ARTES ESCÉNICAS Y ARTES INTELECTUALES; que consideramos han de
diferenciarse plenamente, debido a que las primeras tienen como fin dar a conocer al público (más o menos numeroso) la
obra; mientras las segundas, comprenden solamente el hecho de la creación intelectual artística (como un ejercicio
cultural o "espiritual"). De tal manera y trás haber dividido así las artes y para comprendamos mejor la idea,
expondremos algunos ejemplos en los casos anteriores. Deseando explicar los más complicados, puesto que en la música
parece ciertamente fácil deducir lo que explicamos, ya que una composición musical es una obra puramente intelectual,
al igual que interpretarla en público, entra ya en el terreno de lo escénico. De ello que existan en la música dos tipos
claros de artistas: Intérpretes y compositores. Además, hay un "segundo nivel mayor de escenificación" en este arte, que
se produce cuando la obra musical es bailada, cantada o representada. Entrando ya aquí de pleno el mundo escénico en
juego, quedando incluso la música como "algo" más dentro de toda la obra, y llegándose a valorar muchas veces más al
intérprete o al director, que al propio creador de la música.

En la poesía o el teatro, parece igualmente fácil comprender cuando una obra pasa a escenificarse (al igual que las
novelas que se llevan al cine o a la representación). Pese a ello, en el terreno de las artes espaciales (como llama Lessing a
la pintura, escultura etc), ya la compresión de "la escena" es más dificultosa. Sobre todo, porque desde el siglo XIX la
pintura y escultura han huido del "escenario", como el gato escaldado lo hace del agua fría. Ello quizás debido a que tras
el Concilio de Trento, el catolicismo se propone como forma de extender y dar a conocer la Fe, el generar una escena que
permita catequizar a los fieles. "Escena" que se construye en todos los templos barrocos; iglesias y monasterios que "a
imagen y semejanza" de la "casa de Dios", son decorados con cielos y ángeles en sus bóvedas, y plenos de retablos y
cuadros en sus paredes. Ello lleva a que las pinturas, esculturas (y hasta la arquitectura) en paises católicos, desde Trento
hasta fines del siglo XVIII, fueran en su mayor parte componentes de una "escena", que deseaba representar lo divino en
la Tierra (junto a lo humano). No siendo desde Trento el arte ya solo un instrumento para enseñar La Biblia y catequizar
(como se hizo en el gótico o en el románico); sinó sobre todo la esencia para crear "una escena propia a La Casa de Dios",
algo que transmita elevación, grandiosidad y hasta temor (sublimándose como una imagen del Cielo -pensemos en El
Vaticano, para entender lo que vemos exponiendo-).

Por cuanto decimos, gran parte de la estatuaria, pintura y hasta arquitectura, de los siglos XVI y XVII en el Sur de
Europa, pertenecían a esta idea y a esa "escena". Una filosofía que a fines del siglo XVIII fue muy rechazada por los
artistas del Siglo de las Luces, que identificaron estas obras con las ideas de la Inquisición o el atraso del Asolutismo. El
triste resultado fue el desprecio casi absoluto hacia todo el arte sacro barroco -sobre todo en el caso del hispano, que
hasta no hace muchos años se destruía, comido por las ratas en graneros, en edificios desamortizados y en las sacristías
de los pueblos, cuya parroquia no tenía ni para retejar la iglesia donde lo guardaba-. Por cuanto decimos, la escultura y la
pintura en el siglo XIX huyeron de "la escena" anterior (tal como la música clásica en el siglo XXI lo está haciendo de los
escenarios, pues hoy en día los espectáculos exigen por lo general ir dirigidos a la gran mayoría, lo que hace imposible
presentar así un arte de calidad).

Pero volviendo a la pintura, escultura y arquitectura en la "escena trentina" en la que vivieron desde los siglos XVI al
XVIII, ellas estuvieron tan unidas a la "representación del cielo en la Tierra" como el teatro lo está a "la función". Pese a
ello, un igual uso tuvieron en el siglo XIX y tal manera, la arquitectura se creaba para generar una grandiosidad imperial,
que cubriera de teatralidad la ciudad. Algo que puso en gran uso el mismo Napoleón, por lo que mandó derribar gran
parte de las manzanas centrales de París (entre el Arco de Triunfo y la plaza de la Concordia); para dejar allí una gran
avenida donde celebrar paradas militares, paseando a los ejércitos en sus victorias por aquel lugar que llamó "Los
Campos Eliseos". Teatralidad que venía compiada de la Roma Imperial y que siguió su hermano José (mal llamado
Botella en España), quien también derribó todos los edificios de la Plaza de Oriente en Madrid, para que se viera bien el
palacio; tal como tenía pretensión de unir con una avenida de Campos Eliseos esa plaza con San Andrés (donde iba a
poner el Senado y la Carrera de San Jerónimo (Las Cortes).

Del mismo modo, la pintura decimonónica comenzó con movimientos como los de Ingres o Delacroix, al servicio del
Imperio o de la Revolución. Por lo que el arte solía nacer unida a una escena. Escenario o emplazamiento que podía
coresponder a un retablo, o una capilla de iglesia o un Parlamento (ya en el XIX). Al igual que su escenario del siglo XVI y
XVI solía ser una estancia del rey o de las casas nobles. Siendo muy destacable en lo que se refiere a ello, el Salón de
Espejos que crea Velázquez a Felipe IV, en el que se "jugaba decorativamente con cuadros y reflejos de argentados".
Parece evidente que en el siglo XIX la pintura consigue huir del "yugo" de la escena, que le obligaba a crear de un modo
determinado y para un lugar concreto. Pese a la apariencia, ello no sucedió así; puesto que muy pronto surgirán los
museos y los potenciados (tanto como las ideologías) que desean "lucirse" con unos cuadros y unos pintores, que les
sirvan (como inversión económica y que apoyen sus ideas).

Finalmente, lo que sucede en la pintura y escultura, es que habiendo huido tanto de la escena, ya desde mediados del
siglo XX, solo crearon sus obras para los museos y las galerias. Es decir: Para la escena definitiva; pues la finalidad de
estos cuadros o creaciones es la de ser enseñados a un público, con la única intención de mostrar la obra de un pintor (sin
más). Lo cual ha generado ya un tipo de pintura escénica que es similar a la música escénica (espectáculo puro); que ya
nada intelectual le preocupa y que solo busca el "impacto social de lo que hace". Por ello, la pintura, escultura y
arquitectura que se genera solo para la galería o el museo puede llegar a pertenecer al mundo del artista del espectáculo,
quien solo trabaja para entretener, divertir y ser conocido (que considero, es lo que lo que los críticos denominan
"provocar").

FINAL ¿SON CULTURA EL ROCK Y EL POP?:


Hace días narrábamos la historia que nos sucedió hace treinta años, en la Facultad de Derecho; cuando me atreví a
afirmar que el rock (por sí mismo) no era cultura. Ello sucedió porque un poco antes, la ministra de cultura española
había aseverado que el rock era cultura y que por ello iba a contratar el Estado Español al grupo más famoso de entonces
(lo que costaba un dineral)... . En un coloquio en la Universidad, yo me atreví a decir que aquello era solo oportunismo
político, para atraerse el voto de la juventud y que el rock no podía ser subvencionado de ese modo; puesto que el
siguiente paso era subvencinar las discotecas y el contiguo, dar subveción a los bares y a los chiringuitos de playa
(argumentando en todo que "esa era nuestra cultura"). La cuestión que planteé en la Universidad, terminó en abucheos y
en echarme de la clase los compañeros mientras me llamaban "facha", por contestar que el rock, por sí mismo no era
cultura... (algo que todavía no me explico, pues esa ministra de cultura, era más de Derechas que una raqueta de tenis).

Años más tarde, he querido recordar y reflexionar sobre estos hechos tan desagradables que hube de vivir entre los
"fanáticos del rock" (que son muchos y ciertamente, muy extremistas siempre). Hoy, creo que podemos explicar aquella
frase que tanto molestó a muchos, si atendemos a la división de artes que hemos planteado, entre las que existirán:
ARTES DE LA ESCENA y ARTES INTELECTUALES.

NO PUDIENDO SER TENIDAS COMO CULTURA, AQUELLAS ARTES DE LA ESCENA EN LAS QUE NUNCA EXISTA
UNA ACTIVIDAD (O ARTE INTELECTUAL) EN SU CREACIÓN. Nos explicamos: Una artista de variedades y uno del
Circo, son evidentemente unos artistas, pero no pueden considerarse del mundo cultural (a menos cuando lo que
representen no ha tenido una historia, o un proceso intelectual en su creación). De igual modo un cantante de pop o rock,
cuya obra no tenga un componente cultural o nazca de una trabajo intelectual previo, no puede considerarse cultura. Por
lo que para concluir diremos que:

INDUDABLEMENTE, UNA PARTE DEL ROCK Y DEL POP, SERÁ CONSIDERADO CULTURA. UNA PARTE MUY
PEQUEÑA (minúscula), PUES ES SOLO AQUELLA CUYO ORIGEN ESTÁ EN UN ARTE PREVIO INTELECTUAL. Es
decir, que para considerarlo cultura, habrá de tener unas letras o una música que gocen de una calidad en sus poemas y
en sus melodías (no siendo nunca sonidos y efectos, para llenar y entretener sobre un escenario). De tal manera, los
artistas de los años sesenta extranjeros -como Simón y Garfunkel, Joan Baez, Bob Dylan o Leonard Cohen- claramente
contienen esa labor previa de creación de una obra intelectual, que luego se escenifica. No citaremos el caso de artistas
similares en España, aunque parece obvio incluir a Serrat con su generación, entre las personas que realizaron una labor
intelectual.

.
Pese a ello, la gran mayoría del rock y del pop, no tienen un arte intelectual que lo genere (o inicie) y por ello son solo
"UN ESPECTÁCULO" . -Como ejemplo final, para que todos lo entiendan de una vez y dejen ya de tacharme de
"ostrogodo", pondremos el caso de John Lennon, del cual lo que más se admira son obras como "Imagine". Ello, porque
responde a un trabajo intelectual y poético con un mensaje social (siendo esta canción completamente distinta a muchas
de las que había hecho en otros casos, en las que solo buscaba el espectáculo)-.

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé e


jueves, 1 de septiembre de 2011

¿ARTESANÍA, O ARTE?

JUNTO ESTAS LINEAS: Comenzamos la entrada de hoy con una pieza de orfebrería que tiene más de treinta siglos de
antigüedad y que convencionalmente debiera clasificarse como artesanía. Se trata de un vaso en plata (riton) del siglo
XIII a.C. de origen Anatolio (Hitita), perteneciente a la Coleccón Norbert Schimmel de Nueva York -a la que
agradecemos nos permita divulgar su imagen-. En principio, este riton hubiera de ser considerado "artesanía", por lo
que preguntamos al lector su opinión y si piensa que esta obra tiene menos calidad artística que muchas otras a las que
denominamos "artes".

INTRODUCCIÓN:

En las entradas anteriores hemos querido definir lo que es Arte -en nuestra opinión- pudiendo concluir que se trata de:
Todo lo sublime o bello, creado por el hombre. Posteriormente, hemos dividido las artes en dos tipos, con arreglo a sus
etapas y modos de creación. Distinguiendo entre Escénicas -dedicadas o creadas para el público-; y Artes Intelectuales
-que nacen como "necesidad intelectual", cultural, social o espiritual de hombre; quien las crea para sí mismo y sin ser
realizadas frente a un público y ni siquiera con arreglo a la opinión y juicio de los demás-. Aún siendo evidente que todo
arte debe tener primero una etapa intelectual y luego otra escénica (ponemos por ejemplo el cuadro que se pinta en el
taller, para posteriormente pertenecer a un retablo -una "escena"-); hay muchos casos en los que la obra carece del
primero o del último proceso. Ello es lo que sucede con la poesía o la literatura, que en principio solo nacen como
"ejercicios intelectuales" (prescindiendo prácticamente del público). Tanto como sucede a veces en el espectáculo, donde
muy al contrario, los artistas de la escena se deben a su público y de ello que en ocasiones prescindan de intenciónes
intelectuales (e incluso culturales, puesto que quienes disfrutan de su arte, solo desean diversión).
JUNTO ESTAS LINEAS: Recogemos continuación un exvoto ibérico, unos mil años posterior al vaso de plata
anterior. Se trata evidentemente de estatuaria religiosa, aunque su calidad desde el punto de vista técnico sea muy
baja. De todos modos, si la observamos con detenimiento, bien pudiera ser una obra de Modigliani (por ejemplo... o de
Giacometti). En nuestra entrada reflexionaremos acerca de las razones que llevan a considerar una estatua de este tipo
ibérica, como un ejemplo de arte de muy baja calidad (pudiendo clasificarse de artesanía). Mientras las de autores
modernos semejantes a las arqueológicas primitivas (Modigliani o Brancusi) se tienen por grandes obras de arte.
Mediando en todo ello lo que denominamos, "el ejercicio intelectual" en su creación. La pieza de la imagen se trata de
una estatuilla oferente ibérica, fechada entorno al siglo III a.C.; hallada en Castillar de Santiesteban, que se encuentra
en el museo arqueológico de Barcelona (al que agradecemos nos permita divulgar la imagen).

Evidentemente, un poeta es artista, al igual que lo es aquel que representa variedades; pero la intención intelectual de
ambos, a veces es casi opuesta. Ello, debido a que el literato por lo común, busca que la Sociedad medite y piense;
mientras quienes se dedican al espectáculo en ocasiones pretenden todo lo contrario: Entretener a su público, para que se
olviden y no piensen -al menos durante su representación-. Para que entendamos mejor cual es la gran diferencia entre el
Artista de Escena y el Intelectual (en todos los campos), llevamos el ejemplo hasta las artes espaciales. Donde se dan
pintores que igualmente fueron ajenos a la "escena" de su tiempo y que por ello revolucionaron de algún modo su
momento. Este es el caso de Van Gogh, cuyo valor precisamente debe verse en este ámbito en el que su arte es puramente
un ejercicio cultural e intelectual, completamente ajeno a las modas y movimientos de su época. Habiendo quedado libre
o ajeno a la Escena decimonónica, tanto que no logró vender más de un cuadro en vida -pese a ello, tras su muerte, fue
completamente reconocido-.

La fama de Van Gogh tras fallecer, es un hecho que pudiera justificarse como un "intento inversionista" o de monetarizar
el arte; al dar valor a un pintor desconocido, después de su muerte. Pero no es así, porque realmente se viene
produciendo desde el momento en el que los europeos tomaron cuenta de que aquellos artistas "malditos", habían
captado las corrientes intelectuales de su época. Mientras, la obra de muchos otros que en vida tuvieron gran fama,
carecía de interés para las siguientes generaciones. Debido a que los segundos fueron pintores o escultores academicistas,
muy preocupados por el aplauso o el éxito (artistas en su mayor parte puramente escénicos). Acudiendo aquellos a
salones y galerías, pretendiendo solo vender y triunfar, sin buscar plasmar con los pinceles o los cinceles aquello que se
"cocía" en su interior de hombre del siglo XIX. Muy por el contrario, Van Gogh -como otros artistas similares-, se olvida
de "escenificar" su arte y de llevarlo hasta el público, preocupándose fundamentalmente de lo que en su intelecto había.
Llegando a sufrir enfermedades mentales, por el simple intento de unir el desarrollo de su pintura al de su modo se
sentir, o vivir.

Evidentemente, el problema que planteamos hoy es de difícil solución, pues como veremos, la respuesta al "dónde está la
frontera entre la artesanía y el arte", se debe encontrar fundamentalmente en la calidad del propio arte. Es decir, que a
nuestro entender, arte es todo aquello sublime y bello, creado por el hombre.... Pero con una calidad técnica o intelectual.
Pues de lo contrario, si tiene una baja calidad artística y la obra es fácilmente "imitable" y puede tratarse de simple
artesanía. Comenzamos así este artículo en cuyo final podremos encontrar varias respuestas a esas preguntas sobre la
frontera o diferencia entre arte y artesanía.
JUNTO ESTAS LINEAS: Traemos de nuevo un ejemplo arqueológico y esta vez con la escultura de un bovino fechada
antes del siglo VIII a.C.. Bronce que para los antiguos no tuvo más valor que el del exvoto anterior ibérico, pero que sin
duda se trata de una verdadera obra de arte. De tal modo, nos hemos de plantear si el "tratamiento" de artista y
artesano tan diferenciado, que ha creado la Sociedad moderna no habrá desvirtuado las verdades del arte, cuyas
fronteras con la artesanía solo están en cada creador y en cada obra. Debiendo quizás considerarse como arte, las
grandes obras de artesanía; tanto como artesanía, a las mediocres obras de arte. (En la imagen: Vaca hallada en el
templo de atenea en Vulni. Propiedad del Museo Encomi en Chipre; al que agradecemos nos permita divulgar su
imagen).

¿ARTE O ARTESANÍA?

El artículo de hoy viene intitulado con una pregunta que nos hacemos en ocasiones: Dónde está el límite y frontera para
poder catalogar una obra como arte, o como artesanía. Pareciendo en principio que la cuestión pueda contestarse de
manera sencilla y referida simplemente a la disciplina; por lo que: Pintura, arquitectura, poesía, música etc., son artes;
tanto como, cerámica, orfebrería etc., serán artesanía. El tema transciende mucho más allá y consideramos que
comprende fundamentalmente a cada una de las obras y a cada autor en sí mismo. Llegando a plantearnos por qué una
buena pieza de cerámica, o de orfebrería, debe seguir siendo considerada artesanía; mientras, un mal cuadro o una
pésima música, continúan catalogadas como "artes" (de baja calidad, pero arte).

La ideas anteriormente expuestas, chocan con el concepto "moderno" de artista y que por lo común entendemos. Debido
que todo arte -fundamentalmente- lleva una firma de autor, mientras la artesanía queda sin rubricarse (poniendo en ella
un sello de taller, o una marca). Pudiendo catalogarse hoy como arte, todo "lo firmado y cubierto" con la seña de
identidad de un nombre propio -más o menos conocido-; a la vez que artesanal será aquello que se deja a la signatura de
un taller -de una fábrica, o de una escuela-. Llegados a este punto, debemos plantearnos si el arte (o la obras de este tipo)
no habrán entrado en el concepto de lo notarial o de lo jurídico. Aún más, hemos de reflexionar sobre si las obras de arte
no estarán siendo consideradas con una misma pauta a la que tienen los contratos y los documentos económicos.
Pudiendo haberse convertido aquellas, en nuevas modalidades de talones firmados, letras de cambio (con signatura); o
incluso en "otras formas" de Papel Moneda. Puesto que se llega a un punto en el que lo importante es la firma y quien
"firma" la obra; analizándose ello minuciosamente y abandonando a un segundo plano la calidad artística en cada pieza.

Esta situación nacida en el siglo XX, en la que lo más importante es la signatura del arte y no cómo es en sí mismo, tanto
como la imprescindible marca de su autor (la firma y fama). Han generado el extremo de necesitarse una gran cantidad
de producción realizada por un mismo creador, quien al no poder ayudarse prácticamente por nadie -pues todo ha de ser
por mano de "uno y genial"-, baja enormemente la calidad de su obra, en función de una cantidad, para ponerla en
mercado. Consiguientemente, es común que los artistas lleguen a un punto en el que por verse obligados a estar
continuamente de gira y conciertos, o bien por necesitar producir grandes cantidades de objetos para vender; quedan
estancados o prisioneros en una etapa (en la que conocieron el éxito y que comúnmente suele ser de juventud), sin serles
"permitido" evolucionar más.
.

JUNTO ESTAS LINEAS: Crátera griega del llamado "pintor de las inscripciones", en la que vemos como en la
cerámica, desde los siglos VIII a.C. hubo grandes obras de arte. El dibujo y diseño de estas cerámicas negras, aunque
pertenece a unas "escuelas" y se aprendiera a modo de taller, son sin duda alguna un ejemplo del más refinado arte
nacido en Occidente. Pese a ello, muchos las catalogan de artesanía; tras lo que creemos pudiéramos clasificar del
mismo modo todas las obras nacidas en el taller Renacentista. En la imagen: Heracles venciendo a Geriones, del pintor
de las inscripciones; crátera propiedad de la Biblioteca Nacional de París (a la que agradecemos nos permita divulgar
la imagen).

A todo ello, se une algo que nace desde mediados del siglo XX, que podemos considerar el problema de la marca (o la
firma), de la que ya hemos hablado. Siendo aquella la que tristemente entrega a la obra un nombre y con ello, su
verdadero valor. Un valor cambio que no había sido introducido en el arte hasta entonces, puesto que no sería hasta el
siglo XIX cuando los autores comiencen a firmar sus obras, con el fin de dar un verdadero precio a lo que crean. Ese
problema del que hablamos, seguramente proceda de la llegada al poder de la burguesía y con el nacimiento de las nuevas
tecnologías. Hechos estos que obligarán al artista a crear de manera muy diferente; debido a que los antiguos patronos
anteriores al "diecinueve", exigían obras religiosas y realistas (retratar a santos, nobles y ricos). Pero los creadores desde
mediados de siglo XIX ya deberán pintar, esculpir o trabajar para otras gentes, quienes pretenden invertir y lucir las
obras; solicitando un arte muy diferente al que necesitaban estamentos como la Iglesia, o los grandes príncipes. De tal
manera, influidos por el ambiente "inversionista", civil y hasta laico, que imperó hace ciento cincuenta años, e
impactados por la creación de nuevas tecnologías -como la fotografía, las pianolas y gramófonos, o la arquitectura del
hierro-. Los artistas de fines del siglo XIX y comienzos del XX, iniciarán una carrera en la que sus obras pasarán a
"manos libres" y como las acciones de bolsa, cotizarán a la baja y al alza, conforme la Sociedad y los poderosos decidan.

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SOBRE Y JUNTO ESTAS LINEAS: Arte persa. Arriba, frescos de la ciudad de Tell Ahmar; mural palacio rey
Tiglatpileser en el que se repersenta una audiencia del siglo VIII a.C. (agradecemos al museo de esta ciudad nos
permita divulgar la imagen). Observemos en la pintura que la calidad puede ser considerada de artesanía (de tal
manera algunos opinan que fueron pintados por ceramistas). Pese a ello, es muy superior tecnicamente y sobre todo en
belleza y sublimación a cuantos otros murales podemos ver en la Historia. Al lado, uno de los dos armelts (torques) del
tesoro de Oxus, del siglo VI al V a.C. (perteneciente al Britsh Museum, al que agradecemos nos permita divulgar la
imagen). Esta es una pieza se clasifica como artesanía, al ser de mano de orfebre, pese a lo que debemos considerarla
puro arte; tal como lo es "el salero" de Benvenuto Cellini, que igualmente se trata de una supuesta obra de orfebrería
artesanal.
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ARTE Y TALLER
Por todo lo anteriormente visto, parece que desde hace siglo y medio la firma se hizo imprescindible y que la artesanía,
quedó como "un arte huérfano" -carente de autor-, por lo que debía pasar a la inclusa de las fábricas (pudiendo entonces
considerarse artes industriales, aquellas que antaño fueron las de un taller...) . Pero ante ello, nos preguntamos: ¿Qué es
el taller y qué fue del taller?. Pues aunque muchos piensen que el taller era una pequeña fábrica, donde se creaba la
artesanía; en ese "lugar de oficios", precisamente nacieron las grandes obras del Renacimiento. Cuyos artistas y creadores
comenzaban ingresando allí como oficiales a cargo de un maestro, de los que muchos, en unos pocos años, salían
perfectamente formados como maestros de maestros (título que gracias a sus obras, han conservado a lo largo de le
Historia). Consecuentemente, hemos de plantearnos si fué "el taller" lo que hizo a los artistas del Renacimiento, o si fue el
Renacimiento y sus artistas los que crearon "el taller". La respuesta es inmediata y nace solo de una evidencia: El Taller
es muy anterior al Renacimiento... .

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SOBRE Y JUNTO ESTAS LINEAS: Arte visigodo. Arriba, capitel de Villalonso y al lado, ara o pie de altar visigótico del
museo de Burgos (al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Ante la pregunta de si los "objetos" de taller
son arte o artesanía, pudiéramos concluir que los visigodos prácticamente no conocieron el arte. Debido a que, salvo
sus iglesias, casi todo el arte vidigótico es de taller. Pese a ello, y aunque muchos puedan concluir que la calidad
artística no es la mejor, la belleza y la sublimación que tienen sus piezas es magistral. Entre otras, las de los tesoros
que como el de Guarrazar, que pese a ser joyas, nunca pueden considerarse artesanía. Y es que en el arte visigodo se
plantea el dilema de si es más bello lo sencillo y lo simple (carente de recursos), que lo perfecto y lo tecnicamente pleno
de conocimientos. Llegándose a la conclusión de que en ocasiones la belleza y la sublimación máxima está en lo más
sencillo (y hasta en objetos toscos).

De lo anteriormente visto, se hace evidente que la formación previa e inicial del artista en el Renacimiento, se hizo en
talleres y a la manera artesanal. Entrando casi todos sus componentes de Aprendiz (en la niñez), pasando luego a
Oficiales, y llegando -los que pudieran- a Maestros. Siendo este tratamiento "mayor" y de genio, solo para aquellos que
por su valía -reconocida por el gremio y por los mecenas y clientes-, llegarían a crear taller propio. Ello implica que el
grado de artesano, que se correspondía al de Aprendiz, está implícito necesariamente en el artista. Aprendiz, cuya
dedicación fue la de ayudante de taller, quienes trabajaban limpiando y arreglando el oficio, dejando la obras dispuestas
para que los superiores comenzaran sus trabajos, mezclando colores y materiales, tanto como "sacando de puntos" las
esculturas, o dando fondos en las pinturas. De ello hasta Maestro había un camino en el que tan solo el genio y el ingenio
capacitaba a un hombre para crearse una clientela y un taller propio. Pese a lo que prácticamente todo Maestro
-comúnmente- se había iniciado como aprendiz en un taller; lo que implicaba que todo artista hubo sido en sus
comienzos un artesano (algo que sucede al menos hasta el siglo XVIII y comienzos del XIX).

Por cuanto venimos exponiendo, en las llamadas "artes espaciales" (escultura, pintura etc), a primera vista, la frontera
entre el arte y la artesanía tan solo puede observarse en la calidad de cada obra y en la especialización de cada Maestro o
Aprendiz. Debiendo a nuestro juicio considerarse un mal cuadro, artesanía; a la vez que una gran pieza de cerámica
-orfebrería (etc)-, hubiera de catalogarse como plenamente artística. De ello, los ejemplos que hemos ido recogiendo en
las diferentes fotos que han ido ilustrando esta entrada; en las que podemos observar múltiples casos de artesanía, que
son auténticas maravillas artísticas. Mientras, muchas otras que se dicen arte, son claramente piezas de artesanía. Ello es
algo que en la arqueología se percibe con pleno entendimiento, habida cuenta de en la gran mayoría de los casos,
desconocemos los autores y estamos exentos de prejuicios sociales o culturales, al analizarlas. Muy por el contrario, si
hoy se catalogase como simplemente "artesano" a un artista que por su baja técnica y calidad, en el Renacimiento no
hubiera llegado más que a Oficial de taller; evidentemente, chocaríamos con los cánones de conducta y valoración social y
cultural artística de nuestros tiempos.
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SOBRE Y JUNTO ESTAS LINEAS: Arriba, león del palacio de grajal, perteneciente a la escalera y muy dañado por el
tiempo y la barbarie (agradecemos al palacio de Grajal, nos permita divulgar su imagen). Al lado, estatua de ángel
sujetando un escudo atribuida a Alonso Berruguete, igualmente destruido por la rapiña (pieza del museo de Zaragoza,
al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). En ambos casos hemos de plantearnos si estas esculturas son
artesanía o arte. En el primero, por ser un simple adorno de una escalera y en el segundo y al haber perdido la figura
que había tras las armas, pues pensamos que el escudo fue tallado por los ayudantes de taller de Alonso Berruguete.
Pese a ello, bastaría con introducir en una casa, en un museo o en un salón estas dos "piedras", para observar que son
arte y arte de primera calidad. Pues en el taller de alta calidad se genera arte, tal y como en una fábrica especializada
pueda crearse tecnología de la más alta gama.
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CONCLUSIÓN:
Por cuanto hemos expuesto, nos parecería muy lógico que nos tacharan de ostrogodo y retrógrado, si tratásemos como
"artesano" al pintor o al escultor que hoy en día carece de la técnica que se necesitaba hace quinientos años para ser
Oficial de taller (no decimos ya Maestro...). Ello, porque el arte se corresponde a una época en la que ya hemos visto
como existe un primer proceso de creación, que pertenece al intelecto. Por cuanto lo que no es aplicable es la ecuación:
"Alta calidad y técnica = arte"; "baja calidad y poca técnica = artesanía". Ello porque existe la siguiente pauta de
valoración del arte, que es la "sublimidad" o sublimación; por la que, objetos, melodías, poemas o creaciones de muy baja
calidad técnica, pueden llegar a ser altamente sublimes. Ponemos como ejemplo de nuevo el caso de Van Gogh, cuya
técnica era muy inferior a la de muchos pintores de "salones" parisinos, pero cuyo valor y significado es muy superior.
Pero si alguno desea discutirnos, traeremos al caso a Francisco de Goya, cuya técnica era pésima al lado de la de Mengs;
pese a lo que a casi nadie le impresiona (no le impactaba) el arte de Mengs, frente al que hacía el torpe Pancho Goya.
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SOBRE Y JUNTO ESTAS LINEAS: Arriba, medallones renacentistas que conserva el museo nacional de Cataluña (al
que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Al lado, muñeco o maniquí hecho por el escultor Mateo de
Vangorle, para enseñanza médica -se encuentra en la Universidad de Salamanca a la que agradecemos nos permita
divulgar su imagen-. En ambos casos hemos de plantearnos la misma pregunta: ¿Son los medallones, y el maniquí;
arte, o simple artesanía?. Para contestarla bastaría con llevar estos objetos a un salón o un museo y observarlos allí... .
Por el impacto que nos causarán sabremos que son claramente obras de arte, pese a haberse creado en un taller y a
modo puramente artesanal.

Del mismo modo, en la música existen infinidad de casos en los que una obra es de una simplicidad absoluta, careciendo
de toda técnica, aún siendo aquellas grandes obras de arte. En el caso de lo popular, es flagrante como sus melodías y
músicas son ajenas a la técnica y pertenecen a la Historia del Arte. Llegando a haberse demostrado en este arte musical,
que el exceso de técnica y de conocimientos (por parte del creador o del intérprete), es lo que precisamente puede generar
unas obras manieristas, recargadas y hasta absurdamente creadas; que a nadie interesan y que ni a ningún ser humano
provoque sensación alguna.
De tal manera, muchos podrían pensar que artesanía es todo arte que carece de calidad y técnica; aunque no es así, pues
en al arte una de las más importantes funciones es la labor intelectual para ser creado. Consecuentemente, la copia de un
cuadro, por muy difícil que sea, puede tenerse claramente por artesanía (al carecer de una actividad intelectual en su
proceso creativo). Pese a que el proceso utilizado para copiar el lienzo haya sido muy costoso -desde el punto de vista
técnico-; las copias o réplicas, siempre serán inferiores a las obras, cuyo nacimiento se deba a un proceso intelectual
profundo (aunque esta carezca de técnica ni de medios artísticos). Ello se comprende perfectamente en el folklore, que es
fruto de siglos de depuración del gusto y de las formas, generando un arte popular; que tiene un altísimo proceso cultural
e intelectual en su historia. De aquí que nunca pueda definirse como simple artesanía (tal como se acostumbra) al arte
popular cuando transciende a las fronteras de lo sublime o de lo bello.

SOBRE Y JUNTO ESTAS LINEAS: Arriba silla de montar de Carlos V, obra del orfebre Desiderius Helmschmid, hacia
1530 (perteneciente al Patrimonio Real, Armería de Palacio a que agradecemos nos permita divukgar su imagen). Al
lado, medalla del orfebre Hans Frafft, en conmemoración de la ascensión al trono de Carlos V (Museo Arqueológico de
Madrid, al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). dejamos en este caso al lector que juzgue si ambas
piezas son obras de artesanía o de arte.
Por último, sabiendo que el arte es un paso más de la artesanía, en el que el creador ha superado la técnica del artesano, o
bien ha realizado un proceso de generación basado en una labor intelectual profunda (ajeno a la artesanía). Nos queda
por delimitar como puede conocerse y dónde está la frontera definitiva, entre arte y artesanía. Pudiendo decirse que en
aquellas creaciones que responden a las técnicas conocidas y admitidas por el academicismo y las escuelas; serán arte, las
obras que superan con creces esas técnicas y que por ello se hacen inimitables e inalcanzables para otros. De tal manera,
un cuadro hiperrealista, absolutamente perfecto e inimitable en su ejecución, parece que indiscutiblemente sea arte. Del
mismo modo, una obra musical que se ajuste a los cánones de las clásicas y tenga tal calidad técnica que se haga
imposible de realizar por casi todos, será igualmente arte. Idénticamente, la escultura, la arquitectura, la pintura y la
literatura creada conforme a los principios académicos, que goce de tales conocimientos y técnicas, y en las que se haga
imposible su copia similar (sin conocerse pronto que es una réplica), son indiscutiblemente arte.
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SOBRE Y JUNTO ESTAS LINEAS: Arriba, caliz del orfebre Bernardino de Porres, obra realizada hacia 1496 (Ampudia
Palencia, iglesia San Miguel, a la que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Abajo, medalla conmemorativa
de Carlos V e Isabel de Portugal, obra del escultor Leon Leoni (propiedad del Museo Arqueológico Nacional, al que
agradecemos nos permita divulgar la imagen). En ambos casos nos planteamos por qué la medella de Leon Leoni se
considera comunmente arte, al ser obra de ese conocido escultor. Mientras el cáliz puede catalogarse de "artesanía".
Dejamos a juicio del lector que califique de un modo u otro cada pieza.

Pero aún nos queda el escalón final, que consiste en analizar si son arte, aquellas obras que por su sencillez y simplicidad,
carecen de toda técnica y siquiera precisan de conocimientos para su creación. Nos referimos claramente a artes
abstractas y a "músicas modernas", que na de considerarse definitivamente artes. Siendo indudable como entre estas
obras abstractas o modernas, aquellas que nacen de un proceso intelectual profundo, llegan a tener una repercusión
social inigualable. Por todo ello son en un principio, inimitables. Aunque no pueden ser consideradas arte (sinó
artesanía) las simples imitaciones de otras obras abstractas o modernas (anteriores). Para comprenderlo mejor
pondremos un ejemplo: Un Miró, es arte por haber sido este autor el iniciador de esa estética y estilo. Aunque una obra
que imite o haga algo muy similar a Miró, ya solo puede llegar a ser considerada artesanía; puesto que el valor de los
cuadros de este pintor está en su proceso intelectual, lo que hace inimitable e incontinuable sus arte. De igual modo se
entiende en las canciones del Pop (de gran calidad), prácticamente no pueden ser interpretadas por otros, pues de
versionarlas se consideran simplemente una imitación (entrando quizás dentro del campo artesanal y no del arte).

Por cuanto es muy fácil de comprender que en la música (tanto como en las demás disciplinas) es artesanía, toda obra
que carece de una gran técnica, o de una gran labor intelectual para su creación (o interpretación). Estando el límite
verdadero entre arte y artesanía, en que el primero es de gran dificultad para copiar, mientras la artesanía nace
fundamentalmente de un proceso mimético, por repetición o imitación.

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé


lunes, 5 de septiembre de 2011

Nuevos tiempos, nuevas artes: ¿Son "Artes Mayores" la


gastronomía, el toreo o la moda...?

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes del cheff (retirado) Santos (Santitos Dien-t Sánchez como le gusta
denominarse). Fue uno de los cocineros más destacados de Castilla y León, regentando el "Mayte" de Valladolid, en
Mota del Marqués. Santos defiende nada más y nada menos que la cocina es el arte más sublime. No solo por la
capacidad que tiene de hacernos disfrutar, sino además porque es capaz de trabajar sobre los cinco sentidos: Gusto y
olfato (que son evidentes); tacto y vista (que se añaden al gusto) y -según él-, también el oído. A mi pregunta sobre
dónde está "lo auditivo" en el arte culinario, me contestó concretamente: -"En el `crunch´ de cuando uno muerde el
hojaldre (por ejemplo) y el el `chof´ `chof´, de los pucheros al cocer"-... . Su respuesta me dejó tan perplejo que solo
supe decirle: -"Menos mal que era en eso, porque creí que me ibas a responder que lo auditivo en la cocina, se halla en
todo alimento al que no se le añadan `auditivos´...". En la primera Foto, Santos dá de cenar a su caballo (llamado
Dolce Gabbana), antes que a sus invitados. En la segunda, nos confita un gallo de corral a su manera, cuyo sabor y
preparación son increibles y que se parece tanto al común pollo de jaula, como el pato salvaje lacado se puede
asemejar al pollo salvajemente cabreado.
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Decía Juan Carlos Alonso -un gastrónomo de los de antes, amigo de mi padre; para quien cuidarse el colesterol, era como
para el futbolista temer los balonazos-, que ya no existían pollos, ni menos gallos como los de antes. Siquiera el caldo de
gallina era ya bueno -era 1970, cuando se lo oí decir (no digamos que comentaría ahora)-, puesto que los grandes caldos y
los mejores gallináceos habían de criarse junto a las carreteras, y sobre todo habitar cerca de las vías del tren... . De tal
modo, siempre apostillaba al hablar de nuestras "hermanas las ponedoras", afirmando que no hubo pollo, gallo ni menos
gallina, como aquellos de los guardavías y ferroviarios. Pájaros cuyo sabor solo se podía comparar a los que se criaban
entre los peones camineros (de carretera); ya que estos también se espantaban y ejercitaban al paso de camiones o
coches, aunque no tanto como los que habitaban al lado de una vía y en el paso a nivel... . Dándose allí y gracias a la
máquina a vapor, las maravillosas aves de corral ferroviario, que cada diez minutos habían de salir revoloteando porque
no las arrollara el tren, la furgoneta, o en niño cruel que con la bici pasaba pateándolas. -Y... Es que no debe ser lo mismo
darle un bocado a un atleta, que a un triste oficinista; quien por mucho sueldo que logre, ha de haber carnes tan fofas y
blandengues, que tan solo podrían ponerse recias gracias a un tren que pasara por mitad se su despacho (cada diez
minutos)-.

Lo mismo sucede con el gallo llamado de corral; que por más, toma el tono y color relativo a aquello que se le dé como
alimento. Poníéndose anaranjado si se le ofrecen maices, al igual que rosado y morenito se torna aquel humano que
desde la ciudad es llevado al campo -o playa-. Así, mientras mi amigo "Santitos" aderezaba el gallo, me explicaba lo del
arte culinario de los cinco sentidos. Aunque era difícil atenderle, pues le sale tan bien aquel ave de cazuela, que bien
parece tuviera abuelos "avutardos". Por lo que me decía y repetía aquello de que la cocina es el arte supremo. Ello, porque
según nos afirma, une todos los sentidos; incluido el oido, ya que hay recetas que han de prepararse a puro sonido de
cazo y coladuras. Afirmando Santitos la teoría de los cinco sentidos razonada con frases como la de: -"Mira Angel y para
que me entiendas... Yo siempre me pregunto a qué puede oler un cuadro, o a qué sabrá esa música. Pero nada, eso carece
de respuesta"-.... . Bien mirado; pues tiene razón y deja a la pintura y las melodías por bastante sosas e indigestas.
Aunque si nos ponemos a pensar en olores, los cuadros no cambian mucho desde el punto de vista olfativo; aunque en
verdad y muy realmente, hay pintores que sí tienen su buen olorcillo. Al igual que los músicos, quienes de ser un poco
tímidos, antes de salir a escena llevan una mezcolanza de vinete con coñac muy "subida" -o de cosas peores-.

Por cuanto decimos, el tema de los cinco sentidos en el arte, ya se pone muy difícil si lo pasamos a la literatura, puesto
que los poemas suelen oler a poeta y en cuanto al gusto solo se puede decir de ellos, que los versos a veces son muy
indigeribles. Tanto como que lo relativo al gusto y al olfato, aplicado a la literatura, solo nos puede evocar al café y al
tabaco -o al cartón, ratón y bibliotecas-... . Sea como fuere, no nos cabe la menor duda de que si la gastronomía y la
cocina no son el arte más sublime, al menos puede decirse que casi toda ella sí que es cultura. Sobre todo en lo que se
refiere a la cocina clásica o antigua, con la que puede escribirse la Historia de un pueblo o de una civilización. Siendo
cultura gran parte de lo que toca al arte culinario, le ocurre lo mismo que a la escritura: Pues pese a que no todo lo escrito
es arte (ni literatura); la gran mayoría de lo que se escribe, es cultura (o trata sobre aquella). Consecuentemente, los
cocineros y los gastrónomos suelen tener unas raíces y unos conocimientos asombrosos; sobre todo porque normalmente
los han adquirido de manera autodidacta. De lo que a veces se fijan en lo que nadie siquiera pudiera observar y miran a
todos lados con intención de darle un "mordisco". Así vino "Santitos" muy contento hace unos días, en los que yo estaba
triste porque el mes de agosto terminaba con mal tiempo. Explicándome que si llovía mucho antes de primeros de
septiembre, salían las mejores setas. Me quedé admirado por la observación, mientras yo me preguntaba: -"¿Y a mí, eso
que me importa...? Si siempre compro las setas en lata"- ... . "-¿Será quizás hora de salir algún día por setas, aunque solo
sea porque un agosto con lluvias no resulte tan deprimente?".-.

Como bien decía, los gastrónomos son más que cultos: Cultivados. Reticentes y reincidentes en sus ideas, no miran las
cosas con ánimo de pintarlas, ni observan la vida para escribir poesía; siquiera alguno se fija en lo efímero de la
existencia, para componer una melodía que nos saqué -o nos lleve- a la tristeza. Nada de eso; todo se lo comen, y además,
tras ello lo razonan. Eso es lo que más me admira, puesto que yo me siento incapaz de razonar -y menos de poder
interpretar- lo que me echo al buche. Quizá porque una vez tragado -al haberme saciado-, ya no me preocupa seguir
pensando mucho en "aquel tema". Pero los de la cocina son diferentes; tanto que de comer se cansan, pero nunca de
hartan: Al igual que tampoco paran de buscar mezclas, matices y mil combinaciones que hacen del arte culinario (la que
sí es seguramente, más complicada de todas las artes). Puesto que si habíamos definido Arte, como "aquello bello o
sublime que el hombre crea"; separando este con la artesanía, por cuanto el arte ha de ser inimitable (ya que para
nosotros, arte es artesanía de tal calidad -o carácter-, que no deba ni pueda ser imitada). Por todo lo dicho "el tema
gastronómico" sufre un proceso de aplicación de igual dificultad a las demás artes, debido a que cuanto más "moderna y
extravagante" sea un cocina, más difícil puede ser admitida como arte. Mientras toda gastronomía histórica y clásica, al
menos de seguro es cultura; y pertenece a las bases de la civilización en la que nace (estando sometida a condiciones del
paisaje y de medio en que se desarrolla; al tiempo histórico, a las religiones y hasta a las condicioes sociológicas del
pueblo que la hace).

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: El periodista y crítico gastronómico, Javier Pérez de Andrés. Hombre cuyo aspecto de
bonachón corresponde al de su alma, es persona de gran cultura, que logra combinar el arte culinario con todas las
demás. Director de la revista Argi, del programa de radio El Picaporte (Punto Es) -entre otras cosas-, gastrónomo
experto en Historia, conoce Castilla y León palmo a palmo, teniendo plena consciencia de que la gastronomía es quizás
el arte que más beneficios deja en una Sociedad. Especialista en vinos y premiado por los mejores Sumillers -de Ribera
del Duero, Rueda, Bierzo o Cigales-, la promoción que lleva a cabo de nuestras tierras en el extranjero (y en el interior)
obliga a la gente a animarse para "comerse a Castilla y León" (como el que se zampa un bocata de cecina y jamón). En
verdad nunca sabremos los esfuerzos que hacen hombres como este para llevar el nombre de España fuera de nuestras
fronteras, tanto como para conseguir que la cocina, los vinos y el turismo interior, sean cada año más competitivos y
de mayor calidad. A todo ello, en Javier Pérez Andrés, se une una enorme cultura y un gran amor por la arquitectura
antigua, los edificios y pueblos castellanos, la pintura de nuestro país y la música de estas tierras. Facilitamos algunos
portales para visitarle
http://revistaargi.net/ http://www.javierperezandres.es/
.
Veníamos hablando de la cocina, de la que parece difícil discutir sea un arte, pese a que burros como yo, les es muy
complejo hallar la belleza en esta disciplina. Singularidad a la que se suma que no encuentro parte sublime en la
gastronomía, por lo que me pierdo y prefiero considerarme un desafortunado al que debido que como todo le engorda, ha
preferido decidir no abusar de estas "artes digeribles". Y tras haber quedado claro que es difícil desconsiderar la cocina
como arte, sería bueno entrar en otras modalidades para analizarlas. Por ejemplo, entraremos en la tauromaquia; donde
hemos de plantear igualmente si es o no un arte. Aunque claro parece que si damos por artística la danza, parece más que
indiscutible que la tauromaquia lo sea... . Pues no es solo una "danza" sino es el propio baile con el destino, la sangre y la
muerte. Algo que evidentemente puede parecernos muy cruel, ya que evidentemente está lleno de miedo y dolor. Pero si
quitamos cuantas artes hay crueles, posiblemente muchas grandes obras de la Historia de la Humanidad, habrían de
desclasificarse como artísticas, ya que en el mundo de lo creativo media gran parte de dolor. De tal manera, nada había
más terrible que "los castratis", aunque hemos de reconocer que la música que escribió Häendel para algunos de ellos
(como Farinelli) fue más que maravillosa... .

Por lo que crueldad y arte parece que no están del todo reñidas. Igualmente en el Mundo anglosajón -donde tanto sufren
por los toros-; observamos algunas de sus superproduciones maravillosas (de cine), en las que los "dobles", sus animales
y los extras, se ven sometidos a todo tipo de vejaciones, golpes y dolor. Pudiéramos plantearnos si es más ético torear a
un Mihura, o partir la crisma a varios actores secundarios, que se rebozan en rios y arenas, cayendo desde caballos (o
desde edificos). Ello por no hablar de cuanto de cruel tiene la exhibición en la escena y escenarios de los niños prodigio, a
los que roban la infancia y les someten a trabajos diários en horarios que ni un adulto soportaría (especialmente si son -o
fueron- prodigios de la música, la interpretación o del cine).
JUNTO ESTAS LINEAS: Contraportada del maravilloso libro de tauromaquia de Picasso, dedicado a Luis Miguel
Dominguín, titulado: TOROS Y TOREROS. Pablo Ruiz Picasso, al igual que Ignacio Zuloaga, Federico García Lorca (y
tantos), encontraron su fuente de inspiración en el mundo taurino. Sin duda, la tauromaquia es un espectáculo
durísimo y cargado de crueldad. Pero ello no significa que no sea arte, tanto como es un arte veraz y carente de
hipocresías (muy distinto a muchos otros espectáculos artísticos, que hablan de "alegría y felicidad", mientras el
público consume "sustancias" que ponen en riesgo la salud de los que a ellos asisten...). La vida es terrible; tanto que el
hombre, como todos los animales están abocados a la muerte y al dolor. La sublimación de este hecho en un
espectáculo tan duro como el de los Toros, nos lleva a recapacitar de lleno sobre el sentido verdadero de la existencia,
acerca del dolor y sobre la verdad interior del ser humano. Azorín definía los Toros como un hecho espiritual, donde el
hombre se enfrenta a la muerte en su trabajo a diario, pudiendo alcanzar la gloria. Nosotros nos limitamos a exponer
que aún considerándolo un mundo durísimo, es la única solución para quien nace torero y para el que nace toro
bravo... . Pues de lo contrario, el choto apenas vive un año y es sacrificado para carne; del mismo modo que el torero
sin poder enfrentarse así a la vida, quizás tendría que buscar el riesgo y el arte en otras actividades más peligrosas e
indefinidas. Por lo demás, para quienes consideran que se trata de una tortura animal, solo expresaremos que el
umbral del dolor en los toros es bajísimo. Consecuentemente, del mismo modo que el perro duerme tranquilamente en
invierno en la calle; el oso polar puede vivir a 50 grados bajo cero, o el tiburón baja hasta simas de tresmil metros de
profundidad, sin sufrir dolor alguno. El toro, nacido para la lucha en la manada, practicamente carece de sensibilidad
en la piel; tanto que regresa continuamente a la pelea -por mucho que se le castigue, algo que no hacen los mansos
(que sienten más el dolor)-. Ello es algo que fácilmente puede entenderse al observar como el boxeador baja el umbral
de sensaciones y sigue peleando, o al esquimal suda a 5 grados (temperatura a la que nosotros moriríamos de frío).

Por cuanto decimos, no vamos a hablar de la crueldad y arte, pues quizás el tema nos llevaría a tratar sobre los actuales
artistas de la escena. A los que se les obliga a llevar una vida tan trepidantemente dura; sometida a giras y a un público en
ocasiones desmedido. Artistas que en muchos casos se ven obligados a "tomar algo" para poder aguantar el ritmo de
actuaciones y de la fama. Llegando a sufrir por deber atender a sus obligaciones, adicciones que les pueden llevar a la
muerte en plena juventud. Pero, también de Arte y crueldad, está llena la gastronomía; que "exige" a la ostra morir
partida bajo el chorro de limón, o a los langostinos y a todo el marisco que tanto nos gusta, "palmarla" en agua
hirviendo... . Por cuanto no hablaremos del pato cebado para extraer su magnífico "foie", ni menos de lo que es la pesca:
Tomar un gusano (o cebo vivo), ensartarlo en un anzuelo de arriba abajo, para conseguir sacar encanchado por la boca a
un pez. Icteo que se atrapa del mismo modo que si a nosotros nos metieran un cuerno de toro atravesando la boca, para
arrastrarnos decenas de metros, hasta la muerte... .

Pero pasemos al arte (que no a "deportes"), y contretamente a la moda. Ya que al estar hablando de toros, nos es muy
fácil comprender si la moda puede o no ser arte. Debido a que nadie dudará (le guste o no la Tauromaquia), que un
torero, andando sobre la arena y con su capa, es una verdadera estampa artística. Ello, porque le rodea un traje
centenario, tanto como una arena, unas luces y unos colores inigualables. Pero, asímismo el vestido lleva implícito un
diseño cargado de oro y plata, con una moda que se remonta al menos al siglo XVIII (aunque más bien se trata de gustos
y diseños muy orientales). Una estética que une al individuo superior (religioso o militar) con la seda, el oro y la plata.
Algo que en Japón se comprende, completa y relaciona con el Kimono del Samurai; tan similar al traje de luces. Tanto
como a su capote es el lamado manto de kimono (de igual origen) y el estoque es la katana del Samurai.
Consecuentemente, para saber si la moda es arte, bastará con asomarse a Japón, donde un kimono puede ser tanto o más
valioso que un maravilloso cuadro.

JUNTO ESTAS LINEAS: Luis Miguel Dominguín, uno de los toreros más artistas, intelectuales y refinados que dió
España. Amigo de las personalidades más variadas -desde Franco a Picasso- y enemigo practicamente de nadie,
narraba que en una ocasión quiso recibir en su finca (La Virgen, de Jaén -que arriba vemos fotografiada-) a una
delegación de astronautas soviéticos. Aquellos, al llegar al cortijo y ver la plaza de tientas, la casa y la piscina; no
quisieron congeniar mucho con el millonario que les invitaba. Ni toreaban, ni se daban un chapuzón, por lo que el
torero preguntó al jefe de la delegación el motivo del malestar de aquellos. Contestando los astronautas rusos, que
siendo España un país gobernado por Franco, no les gustaba disfrutar de los beneficios que se habían obtenido
explotando al proletariado hispano. Luis Miguel, les respondió que él jamás había ganado un duro que no fuera en una
plaza de toros, jugándose la vida. Tras lo que los rusos ya querdaron contentos, y le dijeron que su gran riqueza era
muy merecida. Por lo que se pusieron todos a beber y saltaron junto a él en la piscina, tranquilos de estar con un
merecido millonario. Este episodio (que comentaba Dominguín) lo recogemos, para exponer cómo es mucho más
comprensible la postura de los rusos -atentos a los obreros y a su ideología-, que aquella de los que tanto se preocupan
por el dolor animal (habiendo tanto sufrimiento entre los hombres...).

Finalmente, nos queda por tratar las artes semi-industriales, o de taller. Entre las que destacarían la cerámica, o las
nuevas artes suntuarias y virtuales. Ayer decíamos que aquellos talleres pueden crear artistas, del mismo modo que hay
obras que se consideran artísticas y en realidad no son más que de artesanos. Debiendo diferenciarse unos y otros, por
cuanto el que crea un objeto, una música, un poema etc; cuando este verdaderamente de carácter o por su técnica
inimitable, ello es una obra de arte pleno. Aunque eso nada tiene que ver con la continuidad o aprendizaje en talleres.
Pues de lo contrario, habríamos de considerar artesanía: Los objetos de orfebrería (sean de Cellini o de Pompeo y Leon
Leoni); gran parte de los cuadros del Renacimiento y góticos (hechos en taller); al igual que los códices miniados, el canto
gregoriano -o casi todo el arte románico y visigodo-.
.

De manera muy diferente a la occidental, en Japón existen Talleres que se conservan como tesoros nacionales,
considerados de algún modo, bienes de interés cultural. Apoyados en su continuidad por el Estado, pasa de unas a otras
generaciones, realizando trabajos artesanales como los hacían siglos atras (en cerámica, papel, muebles y etc). Pues tal
como decimos, la diferencia entre artista y artesano tan solo está en la calidad de su obra; siendo arte toda creación de
alta calidad (intelectual o técnica) -y artesanía aquello que tiene poca perfección, o un bajo espíritu intelectual-.

BAJO ESTAS LINEAS: Teseo vence el Minotauro. Maravillosa cerámica negra griega fechada hacia el siglo V a.C., que
ha servido de inspiración para varias series de cuadros basadas en el Toro de Minos (entre ellos de Picasso).
-agradecemos al Museo Arqueológico Nacional nos permita divulgar la imagen de esta pieza-

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé


domingo, 18 de septiembre de 2011

¿Para qué nos sirve la cultura?


Nos hacemos hoy una pregunta importante. Sobre todo si la planteamos frente a una Sociedad basada en el mercado y en el consumo
(como la actual) en la que quizás ser una persona culta, pueda significar tener múltiples limitaciones -y hasta complejos-.
Limitaciones en el plano personal, puesto que nada hay mejor que la seguridad del ignorante; quien sin temor a lo que dice, ni
vergüenza de cuanto afirma, carece de complejos para manifestarse. Y para comprobarlo, solo hay que ver como sube de seguro y
feliz al escenario aquel que nada sabe de música y piensa que canta (o toca un instrumento) maravillosamente. Mientras, muy por el
contrario, quien ha estudiado y se ha preparado durante miles de horas (y en años), cada vez que ha de interpretar o cantar, está lleno
de dudas, de miedos y de tensiones interiores. Puesto que su criterio le hace conocer los fallos que existen en su arte; y es que cuando
alguien desea dar un arte de calidad, "nunca se es lo bastante bueno", ni perfecto. Estando obligado el buen artista, tanto como el
hombre de cultura, en sentirse socrático a cada minuto y aplicar a diario aquel principio de: "Solo sé, que no sé nada".
.
Tanto es así, que fácil será escuchar a los grandes músicos despreciar sus propias grabaciones. Y aunque aquellos artistas sean los
mejores de la Historia en su género, comúnmente les oiremos alguna crítica sobre ellos mismos. Como ejemplo me viene a la
memoria Paco de Lucía, quien reconoce cómo solo una vez "se gustó" tocando. Fue aquella, cuando sin advertir que emitían en la
radio una cinta antigua suya, pensó al escucharla: -"Qué bien toca este tío el Flamenco"-. A los pocos minutos, se dio cuenta de que
aquella era una grabación de él mismo y con muchísimos años. Trás -lo que dice-, comenzó a ver "cuantísimos fallos" tenía y a
plantearse lo mal que por entonces tocaba la guitarra... . Y es que ello es la obligación del buen artista: Ser cuanto más perfecto,
mejor; sabiendo siempre además, que lo perfecto es contrario a lo bueno... . Un terrible dilema.
.
BAJO ESTAS LINEAS: Joaquín Díaz: Músico (cantautor desde su juventud, y hoy catedrádico extraordinario y varias veces doctor
honoris causa). Es folklorista, compilador y estudioso de romances medievales y artes populares. Experto en estética y costumbres
del pueblo, tanto como coleccionista afamado; exhibe en Urueña un Museo de objetos donados por él mismo, que alberga la
Fundación Joaquín Diaz. Posiblemente se trata de una de las personas más cultas que he conocido en mi vida. Seguramente si
hubiera nacido en la España de finales del siglo XIX, o principios del XX; hubiese pertenecido a la Generación del 98 o a la del 27.
Hoy, a mi entender, permanece como un faro solitario que desde "su castillo" de Urueña donde vigila y piensa... . Advirtiendo
-quizás asombrado-, la enorme cantidad de datos y fuentes que nos proporciona la Sociedad informatizada. Aunque la cultura es
algo muy distinto a la tecnología... .

Siguiendo con el tema, volvemos a planearnos si realmente hoy la cultura es útil. Puesto que en lo personal hemos podido
comprobar cómo si carecemos de una absoluta formación musical, podemos subir al escenario con la facilidad de la
gacela. Mientras que aquellos que llevan años de estudio y perfeccionamiento, lo hacen como si fueran al quirófano. Por
lo demás, bien recordamos como de niño siempre me dijeron aquello de: "Si dejas esta guitarra y tomas una eléctrica, te
pones un poco de melena y te animas. Con lo que tú sabes hacer y tocar.... ¡Es que te forras!". Tanto, que hacia mis veinte
años llegaron a venir hasta mí personas muy agradables, a proponerme cambiar de estilo y promocionarme. Uno de ellos,
recuerdo que se trataba de un mánager de famosísimas celebridades, quien me repetía que no me encasillara en el género
clásico-flamenco y que me lanzara al "pop" y a lo "moderno", pues con él me podía "hinchar a vender discos". Le contesté
que para ello prefería dedicarme a otra cosa, porque y aquella música que me proponía hacer, ni la entendía ni me era
posible tocarla, pues no me gustaba (se trataba de los años de la movida de los 80, y había que hacer rock bastante
durito). Se lo dije con tal rotundidad, que siendo aquel una persona muy conocida en el mundo empresarial de la música,
creí que le iba a molestar. Pese a ello, la cara y la expresión de ese hombre al oírme estas palabras, fue de enorme alegría
y solo me dio su enhorabuena por haber encontrado yo algo por lo que vivir y en qué trabajar -sin preocuparme de lo que
me dijeran (ni en lo que por ello me pagaran)-.

Pero cuanto vamos narrando no hace más que acrecentar de nuevo la duda sobre si la cultura hoy en día puede llegar a
ser un problema para adaptarse a una Sociedad en la que lo que se exige es formación. Ya que "la cultura" es a "la
formación", lo mismo que "la enseñanza" es a "la educación". Y es que enseñar y aprender es algo que puede
hacerse a través de los demás, mientras educarse suele solo depender del entorno, de los familiares y -sobre todo- de uno
mismo. Tanto que aquello que se denomina ministerio (o consejerías) de educación, habían de llamarse, de enseñanza;
pues la educación normalmente se toma a través de los padres, de los familiares o de los mas cercanos. No debiendo ser
más obligación la del maestro -o del profesor- que la de enseñar; mientras que las familias y los cercanos son los que nos
debieran de educar.

Algo muy similar a lo expresado arriba, existe entre los términos formación (que depende fundamentalmente de lo
aprendido) y cultura. Siendo quizás la cultura aquello de cuanto hemos aprendido, que hemos logrado asimilar
verdarderamente; tanto que lo hemos integrado en nuestro espíritu y en nuestra personalidad. Muy por el contrario,
consideramos por formación casi un sinónimo de lo que son los conocimientos. Mientras a diferencia de aquello,
la cultura se correspondería verdaderamente con nuestra vida y mundo interior, creados o hallados por nosotros
mismos en base a esos conocimientos. De tal manera la formación es evaluable y mensurable, mientras la cultura sería
solo valorable desde un punto subjetivo. -Para que mejor lo entendamos, pondremos el ejemplo de que tener formación
sobre el pitagorismo sería dominar los datos sobre la vida de Pitágoras (conocida), tanto como saber aplicar su teorema y
las teorías suyas con respecto al número. Mientras tener cultura sobre Pitágoras, es comprenderlo, y no consiste tanto
en recordar todos los pormenores de su vida. En ello estriba en ocasiones la diferencia entre cultura y formación:
Consistiendo la primera en comprender y la segunda en recordar-.

BAJO ESTAS LINEAS: Tabla atribuida al pintor portugués Jorge Alfonso, que representa a Cristo apareciendo ante La
Virgen (propiedad del Museo de Arte Antiguo de Lisboa, al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). En el
texto nos planteamos que conocimientos y cultura son dos conceptos bien diferentes; tanto como formación y cultura.
De tal manera, considerar el más culto en un tema al que más conocimientos tiene de aquello, puede llegar a ser tan
equívoco como decir que el mejor cristiano es aquel que más datos tiene (o conoce) sobre la vida de Cristo. Ello debido a
que en la cultura se hace necesario que lo aprendido y recordado, no haya sido tan solo asimilado, sinó que además
forme parte de nuestro Mundo Interior (de nuestra personalidad).
.

Claro está que sin formación, dificilmente habrá cultura; pero ello no significa que aquel que mucho sabe sea el más
culto. No nos equivoquemos, que por aquel camino podremos llegar a pensar que el mejor cristiano es el que más datos
conoce sobre la vida de Cristo. Y es que ambos conceptos son muy diferentes. Tanto como lo es la gracia y el humor;
siendo lo primero aquello que procede de una intuición y del simple hecho de querer hacer reír, mientras lo segundo trata
de una intención mucho más profunda. Pues no es lo mismo tener gracia y ni ser gracioso, que tener sentido del humor.
Ya que la actitud del gracioso puede provocar la carcajada en un momento, mientras quien tiene buen sentido humor
debiera hacer gracia por siempre y para siempre.

Por cierto, sobre cultura y humor, me viene a la memoria una famosa anécdota sucedida hace más de cincuenta años,
entre un conocido ministro de Franco y las autoridades eclesiásticas de aquel entonces. Sobre la pude saber, que teniendo
intención el ministerio de crear un nuevo sistema de enseñanza (en el que se eliminaban muchas horas de latines),
habían de transmitirlo a los del clero. Franco, seguro de que la noticia del latín iba a sentar fatal en Roma y no sabiendo
como hacerlo, parece que envió a hablar con el Primado al ministro suyo que "más cara y mas labia tenía" (del cual
omitimos el nombre, por lo que a continuación escribimos). Así llegó este a Toledo y tras la charla consabida y las
presentaciones, le expuso al Cardenal que era necesario suprimir muchas horas de latín semanales, en la enseñanza.
Argumentando que ya, en aquellos días, esta lengua no servía prácticamente para nada (o casi nada). Se quedó muy
pensativo el Primado y en tono muy sutil le dijo:

-"Señor ministro, el latín es ultilísimo. Mire, por ejemplo para usted; que ha nacido en el pueblo de Cabra (en Córdoba);
pero que gracias a la lengua de Virgilio, le llamamos egabrense. Suprima el latín y verá cómo le denominamos en unos
pocos años..."-. Dicen las malas lenguas que aquel ministro andaluz, al que le dió la risa en ese momento, le contestó:
-"¿Ilustrísima, no me estará usted llamando cabrito?"-. A lo que parece ser, el Cardenal contestó: -"No, por Dios. Nada de
eso; ni se me pasaría por la mente. Pero es que no es lo mismo ser egabrense, que ser un egabrón... . Y ello solo gracias al
latín"-.

.
BAJO ESTAS LINEAS: Entrada de la Colegiata de Villagarcía de Campos (entre Urueña y Medina de Rioseco).
Fundada por Magdalena de Ulloa, madre adoptiva de Juan de Austria y esposa de Luis de Quijada; desde fines del
siglo XVI se convirtió el lugar de España donde probablemente mejor se enseñaba y estudiaba griego (y latín). Las
condiciones políglotas de sus seminaristas y estudiantes hizo que muchos de aquellos fueran eminencias en terrenos
tan dispares como la ciencia, la empresa, la política y las matemáticas. Puesto que la memoria y el ejercicio de la
mente tiene tanta relación con la cultura general, como el músculo y la gimnasia, con el deporte. Ya que cuanto más se
disciplina y ejercitan ambos (mente y músculo), más fácil nos resultará después poder realizar aquello que deseamos
con la cabeza, o con el físico. Tristemente, buscar el camino de "lo fácil" (en el deporte, o en el estudio), puede resultar
condenar al cuerpo y a la mente a cubrirse de toxinas, de "grasas" que nos impidan vivir libremente y hasta de posibles
enfermedades.
.

Continuando con cuanto exponemos, hemos de decir que quizás tanto supresión de cualquier dificultad en el ocio y en la
cultura, proceda de que actualmente lo que más se valora es "lo fácil". Tanto es así, que todo pequeño problema ya se
concibe como una traba insalvable, o una razón insuperable. Ello, seguramente debido a las facilidades y comodidades
con las que vivimos, aquellos que hemos conocido el siglo XXI; entre las que ya parecen absolutamente necesarios
artículos que hasta hace dos décadas a nadie le preocupaban (o, ni existían). No nos referimos al ordenador, ni al teléfono
móvil como herramientas de trabajo -que lo son-. Estamos hablando del aire acondicionado, de los mandos a distancia, o
de la cobertura en el móvil, para no tener que levantarse del sofa, ni salir a la calle a avisar al vecino. Evidentemente todo
esa comodidad genera una Sociedad invadida por la pereza, que tristemente donde termina afianzándose más es en
terreno intelectual. Puesto que se identifica lo bueno y beneficioso con lo fácil; algo que puede llevarnos a pensar que
aquello que no tenga dificultades para cocinarse, guardarse, o para comerse, es lo mejor para alimentarse. Produciéndose
de ese modo problemas como el de la "comida rápida", que llega a generar más mortandad en la Humanidad que algunas
de las más graves enfermedades (cuyo remedio y cura se ha conseguido lograr).

Pese a ello, lo fácil parece hoy lo mejor y es una cultura tan inculcada que cualquier día en los colegios van a enseñar a los
niños en educación física, como correr los 100 metros lisos por un atajo (para que sin esfuerzo, consigan todos bajar de
los 10 segundos). En lo que respecta a mí y en un caso similar; recuerdo tristemente como fuimos la primera generación
en la que los pedagogos se empeñaron en inculcarnos "unas nuevas matemáticas". Se llamaba "teoría de los conjuntos" y
era una simple lógica ajena a todo concepto de la matemática verdadera -al menos, en mi opinión, y nunca pudiendo
sustituir la aritmética, ni a la geometría-. El hecho cierto es que cuando nos dimos cuenta habíamos llegado hasta el
ingreso (como entonces se llamaba) sacando buenas notas en matemáticas. Pero con diez o doce años, nos
encontrábamos sin conocimiento alguno de geometría, ni de aritmética (porque hasta entonces todo habían sido
conjuntos y chorradas).

Lo siguiente fué el consabido desastre al llegar en bachiller -que antaño se empezaba con once años- y enfrentarse a las
verdaderas matemáticas, donde costaba terriblemente ponerese al dia (sin base alguna). Ello nos hizo aborrecer esta
disciplina a muchísimos de nuestra generación. Aunque el tiempo me hizo conocer que las matemáticas no solo eran
útiles, sinó preciosas desde el punto de vista filosófico y fundamentales para la comprensión de la teoría de la música. Eso
sí, lo tuve que aprender solo, por mí mismo y después de los veinticinco años; pues gracias a "la monada esa" llamada
"teoría de los conjuntos" para casi todos los de mi generación aquella asignatura era "la bestia negra" de los estudios.

BAJO ESTAS LINEAS: Juego egipcio del Senet. Este tablero con fichas era como un parchís en Egipto Antiguo, pero
más complejo pues en él se representaba el viaje del "mas allá", relacionando el calendario y el movimiento de los
astros, con la vida y la muerte. Para los egipcios, las matemáticas estaban tan unidas a la religión y al sentimiento de
lo sobrenatural y de lo bello, como actualmente puedan estarlo con la economía -no pudiéndose pensar hoy en una
teoría económica, sin una base matemática que la demuestre-. En mi opinión, el éxito de la civilización egipcia (que
mantuvo casi dos mil años de paz y de estabilidad), se basa en haber caminado siempre hacia lo difícil, dando una
simbología y un significado complejo a cuanto nos rodea. Porque el intento por simplificar la realidad puede quizás
llevarnos a la atrofia en nuestra percepción de aquella; produciendo incluso un desinterés en el hombre, hacia el
significado la vida misma. Muy por el contrario, Egipto obligaba a imaginar tantos hechos relacionando la filosofía,
con la ciencia, el arte y la religión; que quienes vivían en aquella civilización, eran rodeados un áurea y fantasía
místicas, en las que la indiferencia hacia la existencia, no podía existir. Debido a que la vida del egipcio estaba llena de
misterios, era bella y divertida; porque tal como decía Borges: "lo más bello son los enigmas y no sus soluciones" (en la
foto: Senet procedente de la Tumba del Kha en Deir el Medina, fechado en el Imperio Nuevo, propiedad del Museo de El
Cairo al que agradecemos nos permita divulgar la imagen).

Pero, regresemos al tema del cual partíamos y en el que nos plantaébamos para qué sirve la cultura. Pregunta que tras
realizar el pequeño periplo anterior (entre párrafos y fotografias), podemos quizás contestar de algún modo. Al menos, sí
deducir que aquella es fundamentalmente útil para producir un reflejo de lo aprendido y sentido, sobre nuestro interior.
Ello porque la cultura no son solo conocimientos, sinó que -como dijimos-, afecta fundamentalmente a nuestro Mundo
Interno. Generándose gracias a la formación, las vivencias y experiencias que la cultura nos da, una personalidad y
sensaciones, tan solo dependientes de aquello que intuimos y que pensamos. Siendo a través de la cultura cuando nos
conocemos a uno mismo, y con ello, cumplimos esa máxima que se encontraba en los lugares más sagrados de la
Antigüedad: El famoso "conócete a tí mismo", que lucía la entrada del Templo de Apolo de Delfos. Que evidentemente,
podemos interpretar de mútiples maneras; más si pensamos en lo que es la cultura verdadera (la cultura propiamente
dicha), llegaremos a la conclusión de que es el modo más auténtico de conocernos a nosostros mismos.
Consecuentemente a ello, el matemático o el científico podrá transcender a través de su disciplina y con ello, en su fuero
interno quedará lo que se llama cultura. Al igual que el artista deberá realizar el salto hacia sí mismo, pudiendo
transmitir y generar cultura, comunicando lo más íntimo con lo exterior.

De cuanto expresamos, se da el hecho cierto de que cultura y filosofía, cultura y religión, cultura y ciencia, o cultura y
arte; sean términos que hubieran de ir muy juntos. Ello porque cuando van completamente unidos, se produce aquello
que llamamos civilización plena. Ya que como siempre hemos mantenido, la civilización completa, nace cuando la
tecnología y la cultura se aúnan (entiéndase la conjunción plena de las artes, las humanidades y de las ciencias etc).
-Siendo fácil de comprender cuales son los conceptos que definen y diferencian: Cultura, civilización y tecnología. Algo
que se explica con el ejemplo de un poema; el cual se escribe valiéndose de una tecnología (a mano, a máquina o en
ordenador), se redacta por medio de una cultura (un idioma, unos valores y un sentido estético), pero pertenece a una
civilización (la egipcia, la romana o la nuestra)-.

Llegados a este punto y habiendo quedado muy claro que cultura y Mundo Interior (lo que comunmente se llama
espiritualidad) están plenamente unidos. Podemos contestar para qué puede servir aquella. A lo que quizás su primera
respuesta sea: Para tener un mundo interno y propio sólido, que de algún modo sea totalmente ajeno a la realidad que la
vida quiera imponernos. Pudiendo facilitarnos ello una espiritualidad y una capacidad interior mayor, para afrontar los
problemas de la vida. De tal manera, esa capacidad de evadirnos de la "cruda realidad" seguramente nos llevará a no
necesitar ni depender tanto de los demás, ni de "sustancias", ni de psicólogos... . Pero sobre todo, si tenemos
solidarimente cultivado ese "fuero interno" donde la imaginación, los conocimientos y la creatividad viven a sus anchas;
el impacto de la vida sobre nosotros, el del paso del tiempo y el de los problemas cotidianos, harán menor mella. Tanto
que es muy posible afirmar que el que tiene una sólida cultura será mucho menos propenso a depender de los demás y
hasta a no necesitar sustancias que le evadan de la realidad. Siendo cierto que para alguien con buena cultura, abrir un
libro interesante, soñar con un personaje histórico, admirar una maravillosa obra de arte, o viajar; le liberan
absolutamente en su interior. Mientras que para aquellos que carecen de cultura precisan de grandes emociones, fiestas,
reuniones, sustancias o cambios; para llegar a liberarse. Sin necesitar las personas con mayor cultura ni del consumo
compulsivo, ni menos de verse rodeados de muchos otros; y sobre todo, sin precisar tanto de "sustancias" y hechos
magnificados, que le evadan de la realidad.

Por cuanto decimos, la cultura sirve para ser verdaderamente libres. Tanto que podríamos sustituir en
la famosa frase (de San Juan) la palabra Verdad, por cultura, dejándola como: "LA CULTURA, TE HARÁ
LIBRE".

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé


domingo, 18 de septiembre de 2011

JOSE MARÍA POSADAS: El Maestro.


BAJO ESTAS LINEAS: Mi maestro, Jose María Posadas (Posaditas), dándome clase en casa de mis padres, hacia 1978. Nacido en
Linares, a comienzos del siglo XX, vivió y se formó aún en los años en los que la guitarra era solo Una y no se dividía en clásica y
flamenca. Bebió las fuentes del flamenco más puro, en las que Niño Ricardo o Sabicas fueron sus herederos y transmisores. Tanto
como se formó en la España que adoraba e interpretaba al Tárrega y a los clásicos revividos y transportados a la guitarra por
Andrés Segovia (también de Linares). En esos posos y con aquellos barros me formó. Aunque el motivo de haber sido yo guitarrista,
tan solo se debió a su bondad, pues a mí personalmente no me gustaba mucho la aquel instrumento (ni el flamenco). En los años de
mi adolescencia me apasionaba lo más clásico -el piano, el violín, o las obras para laud-; pero el maestro Posadas, viendo que tenía
yo condiciones, tuvo la enorme paciencia de hacerme guitarrista (sin quererlo yo). Su bondad y su temple eran incomensurables;
tanto que no pude negarme a ser músico y a interpretar lo que él quería que yo aprendiera. Porque es el maestro verdadero aquel
que nos talla la madera; después, uno a sí mismo, solo se da la policromía -lo que quizás vulgarmente se llama "darse el pote"-.

.
Han sido muchas las veces que me he planteado por qué "salí" guitarrista. Pues, aunque en principio fui para abogado, el
Derecho se me torció; y es que tenía menos vocación que el que se metió a fraile cuando lo que le gustaba era el vino. Así,
que fue de esperar que no saliera abogado, ya que en ello solo me movía "hacer lo que todos hacían" . Pero me fui para lo
jurídico, ya que quizás a los dieciocho no me atreví a dar "el salto" que tras "la Mili" y a los veintitrés, sí que dí: Tras
plantarme y replantearme la vida. Y es que el ejército da mucho que pensar, tanto como muchas horas para hacerlo.
Porque tras año y medio en Sevilla, de soldado en el Cuartel General, partiendo y departiendo por las mañanas con "los
meletares" (a los que les encantaba mi guitarrita) y por tardes con los que iban a los colmaitos a cantar y a tocar; tuve que
girar ciento-ochenta grados en mis sentimientos. Para colmo, me había tocado Sevilla -capital de los Tartessos; como por
entonces nos decía mi amigo Amos García Rey-. Y es que Tartessos, era mi segunda devoción. Ya que si la música suponía
mi vocación, la arqueología y el mundo tartessio colmaban mi verdadera ilusión. Tanto fue el impacto emocional que allí,
junto al Guadalquivir y en esos años del 82 al 83, hasta al más serio del Planeta se hubiera convertido en un Séneca del
Flamenco. Tanto fué así que al volver de la Mili ya no hubo forma de que los libros jurídicos encajaran mucho en mi
vida... .
.
Algo miento, puesto que intenté a mi regreso de Sevilla "ir para" profesor de Historia del Derecho; pero la tesina -ahora
se llaman "papers"- que fui preparando para convertirla en tesis sobre Protohistoria jurídica y Tartessos, me dijeron que
no valía para nada. Me desilusioné bastante, aunque me "animé" mucho a seguir con mis estudios (ya de forma
autodidacta), al verla publicada por otra persona -poco tiempo después y con otro título...- . Sobre todo al saber que la
había editado la empresa más importante de libros de arqueología. Y es que todo ello, no deja de ser un honor; pues al fin
y al cabo, el libro sigue siendo el escrito por mí, en 1984.
.
Así en esos años y pasando por esas vicisitudes en las que los únicos ánimos verdaderos me los daban los músicos y las
únicas risas divertidas, las "había hecho" en Sevilla (dentro y fuera del cuartel). Llegó un día en el que me planteé seguir
adelante con la guitarra. Era vocación tardía, pero fuerte y verdadera. Lo peor de todo fué la reacción de mis compañeros
de colegio, a quienes -exceptuando un par de ellos-, aquello de dedicarse a la guitarra les sonaba peor que ir a pedir
limosna. Muy por el contrario, mis amigos de la facultad me aplaudían en mi decisión. Lo mismo sucedió con mis padres,
quienes viendo que no paraba de tocar y que con veinte años ya había compuesto Tartessos -presentado en Sevilla en
1982, donde me llamaban "maestro" hasta los catedráticos de flamencología-, dijeron que hiciera lo que considerase más
honrado y honesto para mi vida. Así, fue como me dediqué definitivamente a la guitarra. Un martirio a veces, pues no hay
día en el que toque menos de seis horas para estudiar y mejorar.
.
Aunque, como ya hemos visto en el "pié de foto" anterior, el motivo fundamental de "salir guitarrista" fué el Maestro que
tuve (lo escribo con mayúsculas, porque aquel era: El Maestro). Algo que no sé si muchos han tenido, pero para todo
aquel que se haya formado con un genio de la enseñanza y de la paciencia, comprenderá lo que escribo. Y es que aquel
hombre que me hizo músico, se llamaba Jose María Posadas y era la mejor persona que nunca conocí. Tan solo en mi
suegro (el padre de mi mujer) volví a ver aquellas dotes de paciencia y bondad, que para mí se hacen incomensurables e
incomprensibles. Y creo que aquellos dos marcaron fuertemente mi carácter, que se hace incapaz de tener esas dotes que
tanto admiro.
.
BAJO ESTAS LINEAS: Mi suegro, Ichitaro Onozuka (a mi derecha, en la imagen). Fue aquel de las mejores personas
que he conocido y que quizás había en el Planeta -hasta que se nos fué-. Además, como "artista", creó la obra más bella
existente en el Universo: Mi mujer (a mi izquierda en la foto). Mi suegro era otro gran Maestro (con mayúsculas), con
tremendas dotes de paciencia y de bondad; aunque en su caso y en su sabiduría no pude seguirle, ya que era un
Maestro de la botánica y del paisajismo.
.

.
Pero regresando a cómo me hice guitarrista, diremos que yo era fundamentalmente un simple melómano que por
entretenimiento tocaba la guitarra. Comencé con ella a los cinco o seis años (como entonces se hacía en España), pero a
los diez empecé a dar clases con Posaditas. Aquel, que vio y conoció mis condiciones y sobre todo mi amor por la música;
decidió hacerme concertista -algo que aún está por ver, debido a mi timidez enfermiza; aunque lo de componer música
reconocía Posadas que había sido solo "idea mía"-. Pese a ello, viendo que desde los diez años me "inventaba música"
(pues componer es otra cosa), se propuso que lo hiciera en guitarra. A mí en verdad, aquel instrumento no me atraía
tanto como otros (más clásicos) y el flamenco tan antiguo que me enseñaba, no me gustaba mucho. Pese a ello, con su
bondad consiguió convencerme de que lo aprendiera y estudiara y que crease mi música para guitarra.
.
Tan solo siete años después de aquello (cuando tenía yo los diecisiete) lloraba cada vez que mo oía tocar lo que me había
enseñado. Fue entonces cuando me dijo que nada más me podía ya enseñar y que vendría a casa una vez por semana,
para que tocáramos juntos y por repasar lo aprendido. Con ello, lo que quiso fue potenciar que me formara
autodidácticamente como compositor y sin su infujo; así lo hice. Desde aquel momento me puse a componer a solas y a
estudiar a solas, tanto que tres años después ya tenía obra, que en Sevilla mucho valoraron los flamencólogos. Todo ello y
en gran parte, debido a las dotes del Maestro; que me había dejado formarme y hacer lo que yo quisiera, sin intervenir en
mis gustos, ni menos en mi forma de hacer las cosas. Tan solo facilitándome el medio de aprender, más nunca parando
mis intenciones, ni dirigiendo mis sentimientos o interviniendo en mis gustos.
.
Y es que eso era lo que significaba ser un maestro, lo que fué José María Posadas; quien conseguía hacer a todos amar la
guitarra. Ello solo con su bondad y sus dotes de genio como Maestro (con mayúsculas).
.
BAJO Y JUNTO ESTAS LINEAS: Al lado foto mía cuando empecé con la guitarra, a los seis años. Fueron M.Jose, Isabel
y Raquel (quienes trabajaban en casa), las que me regalaron mi primera guitarra por la "Comunión", cuando tenía yo
seis años. Antes ya la tocaba un poquito y a ellas les encantaba, tanto que intenté enamorar a Jose (que era guapísima)
con mis melodías. En la foto de abajo: Tocando la guitarra, junto a mi maestro, Jose María Posadas, unos diez o doce
años depués de la foto anterior (imagen tomada en casa de mis padres, hacia 1978, cuando tendría yo diecisiete años).

Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé

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