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Dándole Método A La Ética.
Dándole Método A La Ética.
Eso sí, un orden que no es aplastante, sino que es flexible y que sirve para planificar,
acertadamente, la intervención de conflictividades o el impulso de visiones de cambio
constructivo desde las personas. Sujetos de intervención y no objeto de la misma pues el
primer valor desde la ASD sería el de no negar agencias y de participar conjuntamente;
comunidad y equipo creativo del proyecto. Así mismo, con su apuesta de respeto de la
diferencia permite la confluencia de posturas disimiles que nunca intentará homogenizar,
disuadir o incluso extirpar como se observa en proyectos donde el enfoque está ausente y
que no dudarían en proseguir aún a costa de aplastar o lacerar unos mínimos éticos –
posteriormente abordados con detenimiento–. Invalidando sentires endógenos y
desconociendo enunciaciones respecto al deber ser de un proyecto, puesto que son
negligentes, conscientemente o no, de las voces comunitarias que debatan y se emitan a
manera de oposición. De hecho, es pertinente mencionar que en este punto nos valemos
de la acepción de un proyecto como el equivalente a la solución de necesidades que
esgrime Mojica en “La prospectiva. Técnicas para visualizar el futuro.” Es quizás básica,
pero nos sirve de acá en adelante una vez concluida la inserción teórica de lo que es e
implica el enfoque de ASD.
Ahora bien, partiendo de la definición del enfoque de ASD que a su vez proviene del
concepto de Do No Harm pero aplicado a estas latitudes en medio de una intervención
sensible al conflicto (Vásquez, 2010). Y sabiendo que el enfoque está encaminado a
evitar el dolo dirigido o en tal caso que el perjuicio ya esté, mitigarle en apuestas por la
reconciliación y reconstrucción. Por medio del respeto el tejido comunitario, débil per se,
al reconocer plenamente ethos y cosmologías particulares con tal de no lastimarles o de
incentivar divisores y conectores en estas. Así, en el marco analítico que Anderson (2009)
expone, se observa que los contextos se encuentran conformados por divisores y
conectores que exacerban ciertas dinámicas de manera positiva o negativa. Estos dos
factores de la realidad y que le interpelan. Siendo estos históricos o inmediatos; cortos o
amplios; externos o internos; actuales o potenciales.
Mientras que en la ASD también es esencial para desnaturalizar la guerra, que incluso da
pie al surgimiento del enfoque, traer a colación los efectos diferenciados de esta a través
del conocimiento histórico que se vale de análisis de expresiones coyunturales al conflicto
(Bello Albarracín, 2010). Logrando alejarse de la lógica lineal y de causa efecto para
situarse desde la complejidad misma de un sistema cambiante y multivariado; lejos del
aberrante reduccionismo. Puesto que “es necesario analizar el conflicto como parte de las
dinámicas sociales, entender su aporte y potencial para la transformación y la creación
“(Bello Albarracín, 2010, p. 40).
Por tal razón, es menester garantizar un análisis exhaustivo del contexto específico, que
proporcione lecturas pertinentes y útiles para el fortalecimiento de la paz. Considerando la
apuesta por unos horizontes de justicia que reconozcan la heterogeneidad material y
sociocultural propia del grupo con el cual se trabajará en la ejecución de determinado
proyecto. “Así, la ASD implica un posicionamiento ético frente a la intervención y pone a
prueba la capacidad de leer, interpretar y consultar continuamente el contexto a la luz de
las concepciones de bien-estar y justicia y de las características socio-culturales propias”
(Vásquez, 2010, p. 17).
La primera implica que “todo ser humano es un fin en sí mismo. No puede ser reducido a
instrumento para fines ajenos” (Rodríguez, 2010, p. 49). Y por tanto es contraria a la
instrumentalización que no ve personas con sus sentires y quehaceres sino fichas
utilitarias. Es más la dignidad es ese rasgo transversal que es aplicable a todas las
personas y es de carácter universal y absoluto como recalca Rodríguez. La segunda hace
referencia a la agencia de las comunidades y está ligada a la soberanía y
autodeterminación. Las personas son soberanas sobre su futuro que con sus capacidades
pueden proyectar; es necesario erradicar los paternalismos, las figuras mesiánicas o de
sabios monolíticos dueños de la única verdad y las jerarquías que relegan a esos sujetos
a estados de inferioridad como objetos. Para terminar la sintetizada y somera muestra de
estos mínimos éticos, la libertad puede ser definida desde el referente que Rodríguez
(2010) emplea: Amartya Sen. En donde esta significa unos horizontes de posibilidad que
no están coaccionados y que se sustentan en el goce de derechos que permite
precisamente posibilidades de ser.
El enfoque de ASD blinda para no seguir discursos con efectos prácticos, constructos
sociales, como el de la raza que impiden la garantía de derechos humanos al engendrase
artificios en contra de la igualdad de la dignidad humana. Excluyendo violentamente con
base en prejuicios y estigmas sociales que marginalizan a las personas. Bajo ciertos
paradigmas que aniquilan la diversidad, la dignidad humana desde, incluso, esqueletos
políticos a sabiendas de que “las sociedades tienen sistemas e instituciones que separan
histórica o tradicionalmente a la población y en consecuencia, pueden crear tensiones.
Entre éstos están los sistemas de discriminación, exclusión y dominación...” (Anderson,
2009, p. 43).
Aunque podría seguir con este despliegue de las características de la ASD y de lo que
ayuda a prever, me desviaría aún más de la idea central de estas líneas. Lo que nos
conlleva, como se prometió, a retomar la idea de un proyecto bajo el enfoque como uno
encaminado a suplir necesidad con la suma de ser orgánico y de abanderarse desde el
conocimiento autentico de las comunidades a las y con las que se interviene en un
contexto dado. Ya que la ASD implica una coherencia ética que evita que la estructura
estructurada, el caparazón metodológico, no de virajes perniciosos para los sujetos. No
altere un modus vivendi en el que se vulneren derechos y que con un orden que sirve de
veeduría y monitoreo se suscite la confianza y la transparencia. Siendo la ASD una
semilla que se aterriza con un sustento fáctico, despojándose de quimeras e
idealizaciones, desde la gestión de proyectos que robustezca un andamiaje idóneo para
alcanzar la prospectiva.
Cultivando desde el enfoque sólo proyectos sembrados desde él. Infértiles aquellos
escenarios -desde la postura humanista que reúne a muchas de las personas que
promulgan y aplican la ASD- que provocan nuevos daños o agudizan los existentes y en
los que sea un imposible maniobrar bajo el ropaje ético. Para finalizar, quiero enfatizar,
más explícitamente de lo ya hecho, que se debe ser metódico como el titulo sugiere,
salvaguardando siempre la autonomía, libertad y la dignidad de las personas. Es decir, se
debe llenar con la ASD, no un vacío, y significarle con una estética; la forma metodológica
del proyecto. Se debe buscar la virtuosidad, donde la ASD sea el derrotero genuino y
haya una dosis de realidad para no generar falsas expectativas. Dado que los proyectos
deben cimentarse en un intermedio entre la utopía y el sustento fáctico que se quiere
modificar, eso sí, sin dejar de imaginar mundos posibles.
Bibliografía:
ANDERSON, Mary. (2009). Acción sin daño: cómo la ayuda humanitaria puede apoyar la
paz o la guerra, Tr. Por Jacques Mérat, Bogotá, Universidad Nacional, Ediciones
Antropos.
RODRÍGUEZ, Ana Luz, 2010. El enfoque ético de la acción sin daño, Módulo 2,
Universidad Nacional PIUPC, Bogotá.