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-DENTRO DEL CONCEPTO-

DESESTRUCTURACIÓN DEL PENSAMIENTO EMPRESARIAL

A través de los tiempos la humanidad ha establecido diferentes normas que los rigen para
así poder dirimir sus propios conflictos. Encontramos de una parte normas jurídicas, que
son aquellas creadas desde el seno del órgano legislador y se plasman en documentos
escritos que son públicos, de obligatorio cumplimiento y de incidencia legal; normas
morales que no son externas a cada sujeto, sino que son internas, provienen de la
conciencia misma y del reproche de lo que cada quien considera como algo que está “bien”
o está “mal” hacer o en su defecto, dejar de hacer (omisión); normas deontológicas que
están asociadas intrínsecamente a la ética profesional, los principios que rigen una labor
gremial y frente a la cual los individuos contemplan de manera voluntaria, pero obligados
prácticamente por un colectivo para permanecer activos en la competencia laboral; y
finalmente encontramos las normas sociales que son las más difíciles de cumplir puesto que
con el paso de las generaciones van perdiendo su fuerza, están ligadas a las tradiciones, la
urbanidad y las costumbres. Es en éstas últimas que encontraremos la repuesta a nuestro
dilema, que radica básicamente en -cómo puede utilizarse en los procesos sociales una
teoría antropológica del siglo pasado y en relación con una unidad de explotación
económica como es la empresa-.

Pues bien, a partir del hecho que las normas sociales se ciñen a lo que es aceptado por
todos, y esa aceptación colectiva repetida de manera casi inconsciente es conocido con el
nombre de cultura, simple sería referir que “la cultura denota un esquema históricamente
transmitido de significaciones representadas en símbolos, un sistema de concepciones
heredadas y expresadas en formas simbólicas por medios con los cuales los hombres
comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento y sus actitudes frente a la vida”
(Geertz, 1973, pág. 88); sin embargo la simpleza de lo que se considera cultura, encasilla
un término que a voces del autor a lo que invita es a hacerlo vivencial. Partiendo de esa
tesis, me permito afirmar que, desestructurando las normas sociales, no desde el concepto
sino dentro de él, podemos llegar a entender las causas de los comportamientos de cada uno
de los miembros que interactúan entre sí, como si tomáramos un edificio y lo
desarticuláramos por cada una de sus partes, vigas, ornamentación, bases, paredes, pisos,
etc., y analizáramos microscópicamente su composición interna, así se podría definir con
perfecta claridad la utilidad dentro del todo sin que permanezca en aislamiento, pues de esa
forma no brindaría ningún servicio y de manera independiente no trascendería como si
puede hacerlo dentro de la gran construcción de la que forma parte.

El proceso social transmitido como la manera en que las relaciones de los miembros de un
grupo una vez se juntan, adquieren un carácter distintivo, nos lleva a pensar en que una
empresa puede ser considerada como una cultura, con su uniformidad que rige una
actividad económica común, pero que a la vez tiene individuos con prototipos diferentes de
pensamiento y aun así persiguen objetivos similares, puede ser financieros, profesionales,
académicos, o inclusive pueden existir algunos altruistas que defiendan el pensamiento que
el trabajo dignifica al hombre. “Este carácter del conocimiento humano es el que determina
el lugar del hombre en la cadena general del ser” (Ernst Cassirer, 1967, pág. 52)

Ahora bien, situando esas acciones en un rol desempeñado dentro de una empresa, ese
entendimiento permite crear relaciones con significado, pudiendo así maximizar sus
fortalezas y repotenciar la producción, desde un proceso meramente humano, conociendo la
fuente de sus motivaciones, de sus temores, sus debilidades y la sustitución de eventos que
puedan evitar poner en riesgo sus destrezas sin deshumanizar su labor, puesto que bajo la
premisa de ser proclives a la comisión de errores, se pueda minimizar las ocasiones en que
estos vayan a presentarse, por ejemplo bajo presión o ante la necesidad de crear un plan de
acción inmediata cuando hayan situaciones imprevisibles o poco comunes, “…si no
estuviera dirigida por estructuras culturales —por sistemas organizados de símbolos
significativos—, la conducta del hombre sería virtualmente ingobernable, sería un puro
caos de actos sin finalidad y de estallidos de emociones, de suerte que su experiencia sería
virtualmente amorfa. La cultura, la totalidad acumulada de esos esquemas o estructuras, no
es sólo un ornamento de la existencia humana, sino que es una condición esencial de ella”
(Geertz, 1973, pág. 52) por esta razón la propuesta de estudiar esa cultura, intentar
conocerla y sacar conclusiones con la delimitación de campo para este caso de análisis: la
empresa, se convierte en el reto, “ La meta es llegar a grandes conclusiones partiendo de
hechos pequeños pero de contextura muy densa, prestar apoyo a enunciaciones generales
sobre el papel de la cultura en la construcción de la vida colectiva relacionándolas
exactamente con hechos específicos y complejos” (Geertz, 1973, pág. 38).
Siguiendo con la argumentación de que la descripción densa puede desarrollarse en una
empresa, por medio de trabajo de campo -observación- en el lugar objeto de interés -
empresa- se pueden apreciar de manera directa -fuentes- las relaciones interpersonales y
puede desarrollarse ampliamente el objeto de la antropología, aplicado en la toma de
decisiones, la designación de funciones conforme cada perfil y la resolución de conflictos
en un tiempo oportuno, “La respuesta a esta doble crítica debería, me parece, tomarse al pie
de la letra, y pasar decididamente por una reafirmación del antropólogo como analista
exterior de verdades particulares y como enunciador de hipótesis generales” (Augé, 2007,
pág. 19).

Finalmente, no basta con encontrar la fórmula de la significación que comprende la suma


de la conducta más la cultura, sino que se hace necesario pasar de allí a la inscripción,
como hermenéuticamente refiere Geertz en su obra, se requiere fijar lo dicho en un texto,
para que el proceso reinicie nuevamente, pueda ser consultado por otros que igualmente
deseen concluir o reinventar nuevas premisas, puesto que la sociedad está en constante
cambio y por extensión su cultura, pues “escapa rápidamente a todo pretendido control o
sujeción a una definición por parte de los antropólogos sea cual sea la escuela que lo
pretenda o toda la disciplina en su totalidad” (Luna, 2013, pág. 22), para que nuevos
arquitectos puedan construir nuevas edificaciones con la lectura de observaciones de
experiencias reales.

Así las cosas, para que no se caiga en la tendencia a desaparecer - culturas inmanentes-,
cada núcleo social debe evolucionar basado en sus fortalezas, sus perfiles y la dinámica de
sus negocios, preocuparse por un auto cuestionamiento continuo y el insumo principal para
que esto suceda, es la profundización en su gente.
BIBLIOGRAFÍA

Augé, M. (2007). El objeto de la antropología hoy. psicoperspectivas, pontificia


universidad católica de valpariso, 7.

Ernst Cassirer. (1967). Antropología filosófica. Connecticut: Fondo de Cultura Económica


de México.

Geertz, C. (1973). La interpretación de las culturas. En C. Geertz, La interpretación de las


culturas (pág. 88). New York: Gedisa S.A.

Geertz, C. (1973). La interpretación de las culturas. En C. Geertz, La interpretación de las


culturas (pág. 52). New York: Gedisa S.A.

Geertz, C. (1973). La interpretación de las culturas. En C. Geertz, La interpretación de las


culturas (pág. 38). New York: Gedisa S.A.

Luna, R. B. (2013). El concepto de cultura: definiciones, debates y usos sociales.


Clasehistoria, 22.

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