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Parte VI
ENTRENAMIENTO PARA LA
SALUD COMO PREVENCIÓN
Y REHABILITACIÓN
DE ENFERMEDADES
CARDIOVASCULARES
O DEBIDAS A CARENCIA
DE MOVIMIENTO
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• Hipertensión arterial no tratada (sistólica por encima de ¿Qué frecuencia y qué duración?
200 o diastólica por encima de 100 mmHg).
Como regla general, la frecuencia del entrenamiento
• Hipertiroidismo no tratado, pero considerable.
(con rendimientos de entrenamiento comparables) ejerce
• Lesiones graves, crónicas o descompensadas del hígado
sobre la capacidad de rendimiento corporal un influjo ma-
y los riñones.
yor que la duración (Strauzenberg, 1979, 37).
• Enfermedades crónicas, progresivas y destructivas (neo-
plasias).
• Entrenamiento en la fase de preparación
• Enfermedades pulmonares progresivas y cardiopulmona-
En un entrenamiento en la fase de preparación para el
res avanzadas.
desarrollo de la capacidad de rendimiento corporal, el
grado óptimo se sitúa entre tres y siete sesiones de entre-
¿Qué factores hemos de tener en cuenta? namiento semanales, con una duración de entre 15 mi-
• Interesa incrementar de forma moderada los parámetros nutos y una hora (cf. Israel, 1979, 114; Colectivo de Au-
de carga, sobre todo del volumen y la intensidad. tores, 1978, VII; Strauzenbreg, 1979, 37; Van Aaken,
• El incremento progresivo del volumen precede al de la 1979, 1440).
intensidad.
• Sólo se debería entrenar de forma intensa con la corres- • Entrenamiento de mantenimiento
pondiente continuidad o preparación deportiva. La cantidad de carga necesaria para mantener la capaci-
• Al principio se debería trotar sólo mientras no aparezca dad de rendimiento deportivo depende siempre del gra-
un cuadro sintomático doloroso. do de adaptación conseguido: cuanto mayor sea la capa-
• Se debería comenzar con el método de la carga interváli- cidad de rendimiento, tanto más voluminoso e intenso
ca: las fases de carrera se interrumpen con pausas cami- tiene que ser el “entrenamiento de mantenimiento” (v.
nando; su longitud se estima en función de la capacidad Harre, 1975, 273). Para el deportista, por motivos de sa-
de rendimiento del momento. lud las exigencias mínimas se sitúan en el ámbito de 1 ×
• El entrenamiento debería resultar divertido, sin plantear 45 min (Bartel, 1979, 56), 2 × 30 minutos o 3 × 20 minu-
un factor de estrés añadido a la vida laboral. tos a la semana (cf. Harre, 1975, 272; Strauzenberg,
• El entrenamiento se debería practicar de forma regular, 1979, 39; Brynteson/Sinnig, 1973, 29). No obstante, 5
durante toda la vida y sin interrupciones prolongadas. minutos al día suponen ya un estímulo de entrenamien-
• Un aumento de la capacidad de rendimiento corporal to favorable para la salud.
adquirido a largo plazo mediante entrenamiento es más
estable frente a las interrupciones que uno adquirido a Frecuencia de pulso con
corto plazo. No obstante, una pausa prolongada provoca Edad
también en este caso una caída progresiva de la capaci- en años 80 % 70 % 60 %
dad de rendimiento. 30-35 170 150 130
• Si se alcanza el límite del rendimiento individual, o se re- 36-40 165 145 125
nucia a dominar exigencias más elevadas, se trata enton-
41-45 160 140 120
ces de mantener el nivel de entrenamiento alcanzado.
46-50 155 135 115
Una estabilidad de este tipo se puede valorar como efec-
to de entrenamiento en el sentido de la conservación de 51-55 150 130 110
la salud. La capacidad cardiopulmonar y de rendimiento 56-60 145 125 105
en general de deportistas mayores entrenados en resis- 61-65 140 120 100
tencia corresponde a los valores de rendimiento de per- 66-70 135 115 95
sonas no entrenadas 20 o 30 años más jóvenes (cf. Harre, 71-75 130 110 90
1975, 271 s.).
• Para prevenir la aparición de cuadros dolorosos ortopé- Regla 200 180 160
dicos se debería entrenar con un equipo adecuado (cal- básica – edad – edad – edad
zado apropiado) y en terreno apropiado (evitar asfaltos
duros o similares). Tabla 78. Valores orientativos de frecuencia cardíaca para la medi-
ción de una carga del 80, 70 y 60 % de la capacidad de consumo máxi-
mo de oxígeno (de Strauzenberg, 1979, 37)
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Mayor esperanza
de vida
Reducción de los
riesgos de dolencias
coronarias
Entrenamiento de
Para prevención Para la rehabilitación
la resistencia
Economía del
trabajo del corazón
mkg
Trabajo del corazón en 24 horas
24.000
22.000
20.000
18.000
16.000
14.000
Muestra de la población
12.000
10.000
8.000
6.000
4.000 Deportistas
2.000
0
Figura 428. Trabajo del corazón en de-
20 30 40 50 60 70 portistas de resistencia bien entrena-
dos, en comparación con el conjunto de
Edad en años la población (de Mellerowicz, citado en
Nöcker, 1976, 122).
Mortalidad (número)
130
120
110
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
9.000
Trabajo del corazón (kgm)
7.000
entre 10.000 y 25.000 kpm en sujetos no entrenados (Me- de miocardio. El entrenamiento de la resistencia produce
llerowizc/Meller 1972, 16). una dilatación más vigorosa de las entradas de las arterias
No obstante, el descenso de la frecuencia cardíaca de- coronarias y de las propias arterias, y por tanto una nueva
bido a entrenamiento de la resistencia –la frecuencia car- mejora del riego sanguíneo del miocardio en reposo y bajo
díaca en reposo más baja registrada hasta la fecha en la li- carga (cf. Bühlmann/Froesch, 1974, 48; Gottschalk/Isra-
teratura especializada, en un deportista sano, se sitúa en el/Berbalk, 1982, 57).
29 lat/min (Bogard, citado en Strauzenberg/Schwidt-
mann, 1976, 496)– no se puede explicar solamente por la
Influencia del entrenamiento de resistencia
transformación vegetativa y por la hipertrofia del cora-
sobre la hipertensión arterial
zón. Otra causa es la mejora del aprovechamiento perifé-
rico del oxígeno y de los sustratos, debida a su vez a una La terapia de movimiento es básica en casos de hiperten-
mejor capilarización (v. pág. 145). Con la optimización sión, combinada si hay necesidad con medidas dietéticas y
del abastecimiento energético de las células basta una medicamentos.
cantidad reducida de sangre y, en consecuencia, una fre- Numerosos estudios (cf. Hollmann, 1965; Schwalb/
cuencia cardíaca menor, para garantizar el abastecimiento Behrens, 1972; Israel y cols., 1973; Franz, 1979; Strauzen-
necesario. berg, 1982; Priebe y cols., 1982; Bringmann, 1982; Schrei-
ber/Biermann, 1982, entre otros) han mostrado que un
entrenamiento de la resistencia de intensidad media, diná-
Mejora del riego sanguíneo del corazón
mico y continuo, influye favorablemente sobre las más
El entrenamiento de la resistencia incrementa la capila- variadas formas de hipertensión. La influencia de un en-
rización y la formación de colaterales (uniones vasculares trenamiento corporal con carácter de resistencia es espe-
preexistentes en el ámbito de las arteriolas, pero ocluidas cialmente marcado en el caso de hipertensiones primarias
anteriormente) no sólo en el entorno del músculo esquelé- ligeras y moderadas (niveles de gravedad I y II) y de tras-
tico, sino también en el entorno del miocardio (Israel, tornos de la regulación debidos a hipertensión (cf. Matz-
1978, 750). doff, 1975, 235; Reinhold, 1982, 64; Strangfeld y cols.,
Las adaptaciones de este tipo, favorables para el riego 1982, 68).
sanguíneo del corazón, se consiguen sobre todo con una El descenso de la secreción de catecolaminas y la consi-
mayor velocidad, inducida por la carga, de la corriente guiente vasoconstricción –dicha secreción provoca un au-
sanguínea –el aumento posible del riego sanguíneo debido mento de la tensión arterial– origina un descenso progresi-
a actividad corporal es entre 15 y 20 veces mayor que el vo y una estabilización de la tensión arterial. Esto supone,
debido a los fármacos más eficaces (v. Hollmann, 1965, por una parte, una nueva descarga del corazón (disminu-
34)–, y tienen una importancia básica para la protección ción del trabajo de presión, menos económico), y por otra,
del corazón; el estado de las colaterales condiciona, según la eliminación de un factor de riesgo considerable de en-
Israel (1978, 750), la mortalidad precoz en casos de infarto fermedades vasculares degenerativas.
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Tensión
sistólica
[mmHg]
140
Población general
130
120
Personas entrenadas
110
Diabetes mellitus
Hiperlipemia
Gota
Insuficiencia cardíaca
Enfermedad degenerativa
del esqueleto
Hipertensión esencial
Cálculos biliares
3 × 10 min a la semana
3 × 30 min a la semana
11 7 14 3 × 45 min a la semana
90
13 16
80 7 9
Masa corporal [kg]
70 11
60
50
40
n = 19 n=6 n = 13 n=5
Figura 433. Reducción de peso debida
n=5 n=8 n=4 n=4
a un entrenamiento básicamente de re-
sistencia, con volúmenes de entrena-
Hombres Mujeres miento diferentes (de Bringmann,
1980, 135).
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Sin embargo, la necesidad calórica derivada del entre- Así pues, para garantizar el abastecimiento de estas
namiento de resistencia habitual apenas desempeña un pa- “asociaciones de células de lujo”, el corazón se ve someti-
pel relevante para la reducción de peso. El mecanismo de do a una sobrecarga constante, máxime cuando en las per-
la reducción de peso se encuentra mucho más en una esti- sonas adiposas, por la habitual carencia de movimiento,
mulación del metabolismo general (Hollmann, 1965, 35) y presenta un tamaño y una capacidad de rendimiento redu-
en una serie de adaptaciones morfológicas y bioquímicas cidos. Esta sobrecarga prolongada puede provocar a largo
que dificultan la acumulación de tejido adiposo (Israel, plazo la aparición de una insuficiencia cardíaca.
1978, 213). Parizkova/Polende (citado en Israel, 1978, Pero las relaciones no se acaban aquí. Como el abaste-
213) encontraron en experimentos con animales que el cimiento de glucosa de las células adiposas está estrecha-
ácido palmítico C14, marcado con radiactividad, se dirigía mente vinculado con una mayor necesidad de insulina
más al músculo de los animales entrenados, mientras que en –que permite a la célula la absorción de las sustancias
los no entrenados se dirigía más hacia los tejidos adiposos; energéticas (glucosa, ácidos grasos libres, aminoácidos)–,
ello ocurría tanto en reposo como bajo carga. Así pues, el las personas con sobrepeso sufren a largo plazo una sobre-
entrenamiento optimiza la distribución de la energía inge- carga progresiva de las células productoras de insulina en
rida entre su almacenamiento y los órganos que consumen los islotes del páncreas, y por tanto una insuficiencia de es-
dicha energía. Además, el entrenamiento corporal, a través ta glándula. El resultado final puede ser una diabetes debi-
de la degradación de los triglicéridos y la inhibición para- da a la carencia de insulina.
lela de su síntesis, consigue una notable reducción del ta-
maño de las células adiposas (Israel, 1978, 213); de acuerdo
Entrenamiento de la resistencia e hiperlipemia
con Knittle, el hombre dispone como promedio de unos
25.000 millones de células adiposas.
Finalmente, la ventaja de las cargas corporales prolon- Los valores elevados de lípidos en sangre (triglicéridos,
gadas radica además en la falta de apetito que se siente du- colesterol) se consideran factores de riesgo importantes
rante varias horas después del entrenamiento. Stevenson para la aparición de enfermedades cardiovasculares de-
(citado en Israel, 1978, 214) pudo constatar, incluso des- generativas, sobre todo de la arteriosclerosis (“calcifi-
pués de cargas intensas, la presencia en la orina de sustan- cación de las arterias”).
cias “anorexígenas” (inhibidoras del apetito”) en la forma
de un glucopéptido.
La frecuencia y la duración de un entrenamiento de la Según las concepciones vigentes en la actualidad, la
resistencia ejercen un influjo decisivo sobre la reducción aterogénesis resulta de una acumulación de determinadas
de peso conseguida (fig. 433). lipoproteínas –beta y prebeta lipoproteínas (LDL [low-den-
sity lipoproteins] y VLDL [very low density lipoproteins]) –
en la pared interna de las arterias, que emigran desde el
A la hora de practicar un entrenamiento de la resistencia plasma sanguíneo a la pared arterial.
enfocado sobre todo a la reducción de las reservas de te- El entrenamiento de la resistencia permite reducir los
jido adiposo, hemos de buscar un volumen elevado y una valores de lípidos en sangre (cf. Strauzenberg/Clausnitzer,
intensidad escasa: con una intensidad escasa –p. ej., con 1972, 240; Reuter/Liebold, 1972, 236; Lampman y cols.,
una frecuencia cardíaca de carga en torno a las 130 1977, 652 s.; Wolff/Busch/Mellerowicz, 1979, 10; Hanefeld
lat/min– se metabolizan sobre todo ácidos grasos, y por y cols., 1982, 68) y por otra parte incrementa la presencia
encima de esta cifra sobre todo hidratos de carbono (cf. de una fracción de lipoproteína alfa (HDL [high-density li-
pág. 158). poprotein]), que supone un factor de protección decisivo
frente a la arteriosclerosis (cf. Bang y cols., 1971, 1143 s.;
Dufaux y cols., 1979, 124; Mellerowicz/Franz, 1981, 16 s.).
El adelgazamiento no sólo tiene un efecto favorable so-
bre el descenso de la tensión arterial, normalmente eleva-
da en los individuos con sobrepeso, sino que impide tam- Entrenamiento de la resistencia y diabetes mellitus
bién a largo plazo la aparición de alteraciones perjudiciales
del corazón y del metabolismo. Intentamos aclarar la rela- Como factores causales de la manifestación de la diabe-
ción entre adiposidad, insuficiencia cardíaca potencial y tes se consideran, además de los factores hereditarios,
génesis de la diabetes. Las células adiposas tienen, como es una nutrición hipercalórica y un grado demasiado esca-
sabido, un elevado metabolismo de glucosa y necesitan so de movimiento corporal.
por tanto un buen abastecimiento de sangre.
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Como conclusión hemos de señalar que el trabajo cor- Esta exposición, breve y ciertamente incompleta, de los
poral es recomendable para los diabéticos estables, pero efectos de un entrenamiento de la resistencia sobre el cora-
que en el caso de la diabetes descompensada puede pro- zón y sobre algunos factores de riesgo de las enfermedades
ducir cetoacidosis. Por ello, un equilibrio correcto del me- cardiovasculares degenerativas y metabólicas debería acla-
tabolismo es condición previa para el trabajo muscular co- rar el sentido que tiene un entrenamiento corporal a lo lar-
mo uno de los pilares de la terapia de la diabetes (Wahren, go de toda la vida.
1978, 1257).
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