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El zapato perdido

Pablo Gentili relata una circunstancia personal que le ocurre en un paseo con


su hijo pequeño que, aparentemente, había perdido su zapato. Al advertir que
Mateo estaba a punto de perder su zapato, Pablo se lo quita y lo guarda. En el
trayecto muchos le advirtieron que su hijo había perdido el zapato. Ese gesto
de solidaridad y preocupación al principio le dio cierta tranquilidad, pero luego
le hizo reflexionar sobre “la selectividad de la mirada” que se inquieta cuando
un niño de clase media ha perdido un zapato, mientras que los pies descalzos
de los niños pobres pasan totalmente inadvertidos.
Gentili reflexiona a partir de lo que ocurrido:
"Expresado sin tantos rodeos, lo que pretendo decir es que, hoy, en nuestras
sociedades dualizadas, la exclusión es invisible a los ojos. Ciertamente, la
invisibilidad es la marca más visible de los procesos de exclusión en este
milenio que comienza. La exclusión y sus efectos están ahí. Son evidencias
crueles y brutales que nos enseñan las esquinas, que comentan los diarios, que
exhiben las pantallas. Sin embargo, la exclusión parece haber perdido poder
para producir espanto e indignación en una buena parte de la sociedad. En los
"otros" y en "nosotros" La selectividad de la mirada cotidiana es implacable:
dos pies descalzos no son dos pies descalzos. Uno es un pié que perdió el
zapato. El otro es un pié que, simplemente, no existe. Nunca existió ni existirá.
Uno es el pié de un niño. El otro es el pié de nadie. La exclusión se normaliza y,
al hacerlo, se naturaliza. Desaparece como “problema” para volverse sólo un
“dato”. Un dato que, en su trivialidad, nos acostumbra a su presencia. Dato
que nos produce una indignación tan efímera como lo es el recuerdo de la
estadística que informa el porcentaje de individuos que viven por debajo de la
“línea de pobreza”…
Los pies descalzos de los que tuvieron algo y lo perdieron, de los que nunca
tuvieron nada, de los que desean tener lo que no han tenido… los pies
descalzos de los que no recibieron su parte en el reparto de los derechos, de
los bienes, de los servicios… los pies descalzos de los que supuestamente
derrochan lo que es para unos pocos y los pies descalzos de los que ya no
caminan el sendero de la política porque quedaron inmovilizados,
desencantados por las corrupciones del poder.
De este modo y en ese recorrido la metáfora descalza va tomando forma.
¿Quiénes piensan, gobiernan y trabajan para los pies descalzos? Si los
derechos ahora son considerados “un lujo” al que las clases medias y los
sectores de escasos recursos ya no deben aspirar, cualquier argumento sirve
para darle un contexto de justificación a la desigualdad y la injustica. Incluso la
cháchara del cuidado del medio ambiente es útil para decirnos: pasen frío,
pasen hambre, pasen necesidades, porque el planeta se agota. La austeridad
de los ricos, que han asegurado su presente y el futuro de sus hijos, es una
burla a los que ni siquiera pueden tener un presente de dignidad.
Por lo que llegamos a la conclusión en stos tiempo, donde ha ocurrido
muchas situaciones lamentables, pudimos observar en pandemia como
muchos, sobre todo niños han quedad fuera del sistema, por no contar con
un medio tecnológico, las ayudas sociales han sido insuficientes, han sido un
parche en la necesidad de muchos de nosotros.

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