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PADRE NUESTRO

Que venga tu reino...

Lucas 11.1 Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, le dijo uno
de sus discípulos: Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus
discípulos.

Mateo 6:6-10 Ustedes deben orar así: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea
tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo..

“Si Dios solo va a contestar los pedidos que estén dentro de su voluntad, ¿De que sirve orar?” Quizás se
te haya ocurrido esta pregunta mientras leías.
Tenemos que entender que por medio de la oración crece nuestra relación con Dios. Esta es una
relación de amor. Podemos compararla con la relación de un hijo con un Padre. A Dios le interesa toda nuestra
vida, y él escucha tus peticiones, por más descabelladas que sean. Es más, las está esperando.
Cuando yo era chico, algunos hermosos diálogos con mi mamá comenzaban porque yo iba a pedirle
algo. Que aquella cosa, que permiso para esto... y mamá terminaba explicándome, siempre con amor de madre,
por qué “si” o por qué “no”. ¿Me explico? Tus pedidos pueden ser el disparador de un hermoso diálogo con tu
Padre celestial. ¡¿ No es eso maravilloso?! Lo importante es no perder de vista el diálogo.
Esta es una verdad reveladora que Jesús enseño cuando vino a la tierra. Dios es para nosotros como un
Papá buenísimo. El siempre está dispuesto a llevar adelante los trámites de adopción, porque nos ama con amor
inigualable.

¿Con qué palabras te diriges habitualmente a Dios? ¿Te gustaría completar esta oración, pensando que
puedes hablarle como lo hacía Jesús?

Querido Papá.........................................................................................................................................................
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El Padre Nuestro

Cuando los discípulos pidieron Maestro, enséñanos a orar, Jesús no les contestó con fastidio: ‘Hay
muchachos! ¡Pero si es tan fácil! ¡Es como hablar con cualquier persona!’ Por el contrario, el Señor se mostró
muy dispuesto a satisfacer el pedido de sus seguidores, e inmediatamente aparece en escena el ‘Padre Nuestro’.
Esta oración modelo tiene muchas cosas para enseñarnos acerca del a oración (Lo cual es más que obvio
viniendo de nuestro Señor).

‘Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre’

Ya sabemos que Dios quiere que aprendamos a ser humildes y que reconozcamos que, por su amor y
sabiduría incomparables, es el único indicado para guiarnos. La oración modelo de Jesús no empieza con la
lista de pedidos; tampoco empieza haciendo alarde de espiritualidad, como la oración del fariseo en Lucas
18.10-12. Ni siquiera comienza con palabras de gratitud por la provisión celestial. No. Jesús comienza recono-
ciendo a Dios como lo más grande; lo exalta por encima de todo hasta un plano inigualable e inalcanzable.
Santificar algo significa colocarlo en un lugar especial. Con esa expresión Jesús estaba enseñando que
Dios es distinto y apartado, superior en todo sentido. El es grandioso. Enormemente distinto. Enormemente
santo. ¿No es maravilloso saber que a pesar de eso él se nos presenta tan cercano y accesible que podemos
llamarlo papá?
Mi esposa y yo conocemos una chica que observaba con dolor como su relación de noviazgo se volvía
conflictiva y frustrante. Le preocupaba verse pendiente únicamente de su novio y de lo que le sucedía con él.
Comenzó a tener dificultades en sus estudios, en su trabajo y con su familia. Se daba cuenta perfectamente que
el conflicto con su novio le estaba quitando tiempo para atender correctamente todas aquellas áreas. Pero no
podía ver aún algo más grave: su novio ocupaba un lugar más trascendente que el que le correspon-día. Un
novio o una novia, un esposo o una esposa son seres realmente importantes y deben ocupar un lugar privilegia-
do. Pero solo un nombre puede ocupar el centro de nuestras vidas, solo Dios debe ocupar el primer lugar.
Pensando que Dios es único y por encima de todo, ¿Qué querrías decirle ahora? ...............................................
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Yo no me sentiría seguro de volar un avión piloteado por quien no sabe pilotear... no me interesaría que
fuera muy buena persona, muy amable o simpático. Ni siquiera el mejor de los plomeros puede reclamar el
lugar de un neurocirujano. Tampoco el mejor de los gobernantes del mundo puede reclamar el sillón presiden-
cial de mi vida. Cada cual puede ser muy bueno en el lugar que le toca y puede ser un nombre reconocido en el
campo que se desempeña, pero solo un nombre puede ocupar el lugar más alto. Solo uno tiene las facultades
para estar por encima de todo. Solo un nombre. No es el tuyo, no es el mío ni el de nadie. Ese nombre es el de
Dios. Puedo reconocerlo y confesarlo con mi boca y con mi vida.

¿En qué piensas la mayor parte del tiempo? ..........................................................................................................


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¿En que sueñas con frecuencia? ............................................................................................................................
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¿En qué gastas más tu dinero? ...............................................................................................................................
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¿Sobre que asuntos oras mucho? ..........................................................................................................................
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Considerando lo que respondiste, ¿qué o quién ocupa el lugar central en tu vida? ¿Hay algún otro
‘nombre’ que intenta ocupar el lugar que le corresponde solo a Dios?
............ La seguridad económica ............ Estudios o profesión
............ Los amigos ............ Placer o Bienestar
............ Tu novia/o o esposa/o ............ Los deportes

....Otros .....................................................................................................................................
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‘Venga tu reino’

Cuando Jesús vino a este mundo declaró que en su persona se acercaba el reino de los cielos, y les dijo a
sus discípulos que buscaran primeramente el reino de Dios y su justicia. Cuando mandó a los setenta en una
misión, de dos en dos, lo hizo para que anunciaran el mensaje del reino (Lucas 10.1-11). Es más que lógico
que, en la oración, también incluirá al reino de los cielos.

¿Qué significa para ti la expresión ‘venga tu reino’? ...........................................................................................


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¿Qué consecuencias podría tener para tu vida esta expresión? ............................................................................


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El propósito de Dios es gobernar en cada vida, para beneficio de quien acepta ponerse bajo su autoridad.
Decir ‘venga a nosotros tu reino’ implica la aceptación y sumisión al gobierno de Dios en nuestras vidas.
Si lees cuidadosamente, veras que esta oración de Jesús está llena de expresiones que ponen nuestra vida
bajo la autoridad del rey.
‘Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo’

Cuando entregamos el centro de nuestras vidas a Dios y lo dejamos actuar como rey, significa que
estamos dispuestos a acatar todo lo que él disponga. Aceptemos con agrado su voluntad. La oración
reinocéntrica incluye el profundo deseo de que, por encima de todo, sea hecha la voluntad de Dios.
En tiempos antiguos en algunas civilizaciones los reyes eran soberanos y hacían lo que querían con sus
súbditos. Con frecuencia sus propósitos no tenían nada de agradable y perfecto. Estos reyes solían ser
caprichosos e inmaduros. Muchas de sus decisiones tenían que ver con su estado de ánimo, cuando le dolían
los callos de los pies o con los cambios de humedad ambiental.
Dios es soberano. Esto significa que él puede hacer lo que quiere, cuando quiera y como quiera. La
buena noticia es que esta soberanía no se encuentra en manos de un caprichoso. Dios no usará su poder solo
por antojo, o para obligarte a sujetarte a él.
No puede sucederte nada mejor en tu vida que estar sujeto a la voluntad del único Rey que tiene las
facultades necesarias para ejercer para bien todo el poder.
En esta oración Jesús nos enseña a renunciar de hacer nuestros caprichos, y a dejarnos guiar por las
voluntad agradable y perfecta de Dios.
Al orar, nuestra fe debe sostenerse en estas dos verdades:

1. Dios sabe qué es lo mejor para mí. (No solo debo creer ‘en’ Dios sino que debo creerle a Dios)
2. Si él sabe que es lo mejor para mí, entonces los resultados de obedecerle serán excelentes para mi
vida.

¿Quién determina en tu vida qué es lo mejor para ti? Marca con una cruz.
............... Tus amigos
............... Tus compañeros de trabajo
............... Tus padres
............... La sociedad
............... Tus propios intereses
............... Dios
...Otros .....................................................................................................................................................................
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Si lo que Dios quiere es lo mejor para mi vida, lo más acertado es obedecerle, aunque las circunstancias
digan lo contrario. En otras palabras, mi fe debe tener como fruto la obediencia.
No siempre es fácil reconocer la voluntad de Dios, pero nuestro Padre nos ha dado hermanos y
hermanas que nos ayudan a poner en práctica su voluntad. ¡Gracias a Dios por ellos!

Mateo 6.11-15 Danos hoy el pan de cada día. Y perdónanos nuestras deudas, como
nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos metas en
tentación, más líbranos del mal. Porque tuyo es el reino y el poder y
la gloria para siempre jamás. Amén…

Cuando estoy en dificultades siempre pienso esto: Papá es el rey y dueño de todos los recursos. El no va
a permitir que me falte nada de lo que necesito. ¡Puedo decir por experiencia que esto es verdad!
Dios quiere ser autoridad en nuestra vida y también quiere tener con nosotros una relación de profundo
amor; quiere que sepamos que nos conoce, que él sabe lo que necesitamos.
‘Danos hoy nuestro pan cotidiano’

Santiago saca a luz una conducta común en los seres humanos: recurrir al esfuerzo personal para obtener cosas.
Por su equivocada actitud de autosuficiencia, el ser humano se cree el único hacedor de su futuro. Piensa que
nada tiene que ver Dios con su éxito o fracaso, y por eso no considera rendirla cuentas a él.
Aquellos que se someten al reino de los cielos, en cambio, comprenden que todo esta sujeto al Rey.
Aprenden a colocar todo bajo su voluntad y depender de su sabiduría y su amor en todos los aspectos de su
vida. El Señor Jesús nos enseña esto en su oración. ¿Podría haber pedido aquí cosas más difíciles de
conseguir, como una casa o un auto? ¡Claro que sí! Dios está atento a cualquier necesidad que tengamos. Si
Jesús mencionó un bien de primera necesidad, fue para enseñarnos que todo lo recibimos de Dios.

¿Qué aprendes en el Padre Nuestro con respecto a tus necesidades diarias? ......................................................
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El pan es uno de los alimentos más económicos y universales; era también de primera necesidad en la
cultura del pueblo hebreo. El pan, en muchas culturas, hace las veces de cubiertos con casi todos los alimentos;
todo se come con pan.
Jesús no solo estaba pidiendo a Dios por una necesidad básica; también estaba declarando que él es
quien satisface todas nuestras necesidades, por su gracia. Dios es quien provee hasta la última miga de pan que
llega a nuestra mesa, aunque a nosotros nos parezca que es sólo fruto del intercambio comercial con el
panadero de la esquina.
‘Perdona nuestras deudas’

Una de las razones por la cual Dios nos proveyó la oración es para que podamos mantener siempre
afinada nuestra relación con él. Por eso la confesión y el arrepentimiento son parte de la oración. Las deudas
con Dios nos distancias de él, deterioran su gobierno sobre nuestras vidas y detienen nuestro crecimiento
espiritual. Mantener en orden nuestras cuentas con el Rey nos afianza como ciudadanos de su reino.
Cuando asome algún pecado en tu vida, habla pronto con tu Señor. No lo dudes. El te espera. No te
echará fuera. Todo lo contrario; te va a recibir, te va a escuchar y perdonar, porque su deseo es mantener la
relación contigo.
Antes de contestar las siguientes preguntas, pídele a Dios que te guíe en las respuestas.

¿Hay algún pecado o alguna falta que no hallas presentado a Dios? Si tu respuesta es ‘sí’, no sigas leyendo sin
antes hablar de esa falta con tu Amigo y rey Jesús.

¿Está dañada tu relación con alguien? Si tu respuesta es sí, el próximo punto te resultará interesante.

‘Como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores’

En el reino de los cielos las relaciones verticales (Es decir, con Dios) y las relaciones horizontales (Es
decir, con nuestro prójimo) están fuertemente relacionadas. Por eso, al terminar su ración, Jesús explica:
‘Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre Celestial. Pero si no
perdonan a otro sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas’ (Mateo 6.14-15)
El Padre ama por igual a cada uno de aquellos que son su creación. Si Dios me trata a mí con amor, y
me perdona, yo también debo ofrecer amor a otros. Si el Rey perdona, ¿Quiénes somos sus súbditos para no
perdonar? Pedir perdón y perdonar requieren valentía. Implica poner al Rey en medio del pleito. Significa
poner las reglas del reino en pleno funcionamiento. Pedir perdón y perdonar es elegir mantenernos en la
dinámica de Dios, que es la del amor (Juan 13.34)
Si amo a Dios, voy a orar por aquellos a quienes Dios ama igual que a mí. ¡Y eso incluye a mis
enemigos, a aquellos que me hicieron algún daño!

¿Qué nombres vienen a tu mente cuando piensas en perdonar? ...


Dios te invita a perdonar.
Procura poner a Dios en el centro de la relación afectada. Pídele ahora mismo a Dios que te ayude a
perdonar y a buscar la reconciliación...

Hay muchas razones importantes para hacerlo; solo quiero mencionarte algunas:
1. El rencor te hace mal. Aprieta los dientes, junta toda la bronca sobre tus hombros, deja que el
sudor corra por tu frente, insulta a tu enemigo... y ‘tú’ sentirás mucho más la carga y el daño que
el destinatario de tu desprecio. Perdonar te libera de esa opresión interior. Conozco personas
hundidas en la amargura por no entender esa sencilla verdad.

2. La otra persona también es creación de Dios y objeto de su amor. Sí; lamento comunicártelo, si
esto te molesta... pero Dios te ama tanto como ama a esa persona. El que te hizo un mal es una
persona que necesita conocer el amor de Jesús. Tienes la oportunidad de mostrar que el amor de
Dios no se debilita por nada, ni por nadie. Responde al odio con el contragolpe poderoso del
‘amor’.

3. Perdonar a tus semejantes es una muestra clara de que eres hijo o hija de Dios; es una evidencia
de tu fidelidad a él. Esto le produce alegría al Padre. Tu perdón hacia tus semejantes es una
muestra clara de tu fidelidad a Dios y ésta siempre tiene como premio la alegría de tu Señor.
‘Y no nos metas en tentación sino líbranos del maligno’

La tentación puede ser una voz interna que nace en nuestro propio ser insinuándonos a no hacer la
voluntad de Dios (Concupiscencia – Santiago 1.13-15), o puede ser nuestro enemigo el diablo que conoce
nuestras debilidades y busca que caigamos. Recuerda que la tentación en sí no es pecado, sino una invitación
para desobedecer a Dios e ir en contra de su divina voluntad para con nuestra vida. A él no le gusta que
hagamos lo que Dios quiere, porque sabe que eso es lo mejor para nosotros y para el reino de Cristo.
Esta oración nos enseña a no coquetear con el pecado. Jugar con la tentación es cavarnos nuestra propia
fosa. Jesús lo sabía, y por eso en su oración pidió que Dios, con su poder, nos protegiera de los deseos que nos
hacen ir en su contra.
¿Crees que hay alguna situación en tu vida en la que estás permitiendo que la tentación te envuelva?
Si la respuesta es ‘sí’, pídele a Dios que te ayude a alejarte y te proteja de la tentación. Ora para que el
Señor te indique un hermano o hermana con quien puedas compartir lo que te aflige.

Luego de meditar sobre este asunto, te animas a compartir algunas ideas personales respecto a este
tema...

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‘Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre jamás. Amén.’

Hay una razón indiscutible para reconocer a Dios como el Rey de nuestras vidas: él es el Rey absoluto
sobre todo. Pero hay mucho más: Dios no sólo quiere ser tu rey sino también tu Amigo. Restablecer con él la
relación que se había roto por causa del pecado es lo más maravilloso que puede ocurrirnos. No hay nada más
estupendo que relacionarnos con Dios. Quienes lo prueban pueden contártelo. Es así porque el reino, el poder
y la gloria le pertenecen, y nunca nadie podrá robárselos.
El ‘Padre Nuestro’ comienza exaltando a Dios por encima de todo, santificando su nombre; y, como si
fuera un circulo que gira alrededor de su persona, termina reconociendo y declarando su majestad eterna,
inquebrantable e incuestionable.
¡Guauuu! Dios es un Padre bueno que quiere escucharnos. ¡Y es Rey sobre todo! Centro de todo. Señor
de Señores.

Puedes conformarte con tratar a Dios como el almacenero o como el supermercado al que vas con tu
lista de pedidos. O, por el contrario, puedes comprender su eterno poder y amor por cada uno de nosotros y
comenzar a relacionarte con él como Amigo. Ya ves que tienes acceso directo a él.
La oración que Jesús nos enseñó pone a Dios en el centro. Ese es el lugar que le corresponde, también
en tu vida. Caminar de la mano de Dios tiene consecuencias palpables. Decidirnos a orar (a orar en serio)
significa meternos con Dios, explorar sus cosas maravillosas, conocer íntimamente su persona cada vez más y
afianzar la amistad con el ser más grandioso del universo.

¡¿Cuáles te parecen que serán las consecuencias de todo esto?!. ..........................................................................


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