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INTRODUCCIÓN
Para comprender la relación que existe entre el comportamiento humano, sea este social político
o cultural, es importante que se desarrolle correctamente la estructura o se determine el
nacimiento del cristianismo. Este se origina como una propuesta de igualdad entre las personas,
de amor y perdón por los enemigos. Puesto que antes de la propuesta señalada, no existía un
control o responsabilidad por mantener la armonía y la paz. El cristianismo se desarrolla a partir
del siglo I d. C, en la región Judea de la que formaba parte el imperio romano. Todo ello gracias
a las enseñanzas de Jesús de Nazaret, denominado como el “mesías”, quien difundió sus ideas
revolucionarias para la época a través de la predicación en resolución de la esclavitud y
desigualdad, donde no se dio hasta que se aconteciera la muerte de Jesús. Por la que su pueblo
comenzó a predicarlo por Asia Menor y luego hacia Europa, a América llegó cuando se produjo
lo que se conoce como colonización.
CUERPO
Una vez señalado el nacimiento del cristianismo, indaguemos acerca de la influencia que este
tiene en los seres humanos, generalmente expresado a través de su comportamiento. Existen
estudios que afirman que la religión tiene mucho que ver con los procesos psicológicos a través
de un gran grupo de variables, pero que principalmente todo se basa en cuatro razones; La
religión como base central para el juicio moral, la religión como molde de la auto conceptuación,
como influyente en relaciones interpersonales e intergrupales y como servidor de oportunidades
para considerar la forma en que las fuerzas culturales moldean la psicología de las personas.
De tal manera, la religión no solamente permite moldear los juicios morales de las personas, sino
que permite encontrar un vínculo en que los individuos se relacionan entre sí en consecución de
convertir el mundo en un lugar mejor, donde existan altos estándares de ayudar a los demás, así
como ayudar a los grupos a relacionarse entre ellos.
Otros estudios sugieren a la correlación de la religiosidad con mejores resultados clínicos tras el
padecimiento de destacables patologías, y con respecto al nivel de recuperación con
posterioridad a relevantes intervenciones quirúrgicas. Más aún, las investigaciones encontradas
que refieren una conexión entre religiosidad y salud física o mental son frecuentemente más
taxativas cuando se trata de enfermedades graves o crónicas, siendo éstas las que implican
mayor estrés en el paciente. En teoría esto se debe a que, sin quitar la fe y la creencia como algo
real, las personas al contar con lazos fuertes de sanación, grupos de apoyo y un ser todo
poderoso se sienten más a salvo del mundo. ¿Esto quiere decir que es solo una creencia sin
fundamentos? No en realidad, ya que en realidad al contar con ella se siente la paz que todo ser
humano necesita y requiere para hacer su vida mejor.
De modo específico, podemos encontrar estudios que han hallado un menor nivel de
complicaciones y estancia hospitalaria, junto a una más rápida recuperación, respecto a cirugía
cardíaca, intervenciones en cadera y en columna vertebral. A su vez, se han constatado menores
índices de supervivencia en pacientes con cáncer de mama que no estaban vinculados a religión
alguna, así como una relación directa entre la pertenencia a una confesión religiosa y mayor
longevidad posterior respecto a esta misma patología. Algunos de los efectos observados
pueden explicarse por el estilo de vida que prescribe una religión dada. Así, se ha constatado en
un estudio realizado en Israel que los habitantes desvinculados de vivencia religiosa algunas
consumían dietas con una mayor presencia de ácidos grasos saturados, expresando mayores
niveles de triglicéridos y colesterol-LDL en plasma, en contraste con lo encontrado en sus
conciudadanos religiosos. En base también a las prescripciones morales propias, se han
comparado resultados de la población general con los que se desprenden de creyentes
mormones y adventistas, encontrándose en éstos una menor incidencia e inferior tasa de
mortalidad respecto de cánceres asociados al consumo de tabaco y alcohol.
Existen investigaciones que han analizado los efectos de la religión sobre la patología depresiva.
Desde esta perspectiva, diversos estudios prospectivos han manifestado que la actividad
religiosa podría asociarse con remisión de la depresión, lo que se ha descubierto en población
neerlandesa, tanto protestante como católica, así como respecto a población estrictamente
anciana.
Para explicar mejor esto, puntualicemos aquello que es considerado como mecanismos
hipotetizados de la cultura o vivencia social de las personas;
CONCLUSIÓN
Para finalizar se puede mencionar que la religión tiene un aspecto muy influyente en la vida de
las personas, puesto que influye directamente en la manera de actuar y considerar las cosas.
Tanto actividades de las que quizás se alejan y les permiten tener cierto grado de estabilidad,
como las mencionadas anteriormente en relación a las enfermedades ya que, al contar con una
fe muy arraigada u creencia neta, los estudios consideran que cuentan con mayor probabilidad
de recuperarse o mantener su estabilidad emocional, todo ello por la fuerza de fe con la que
cuentan. Así mismo influye en el aspecto cultural, pues existe la formación de grupos grandes
donde predomina el objetivo de conseguir la paz y predicar por ella tal y como lo implantó en el
origen del cristianismo Jesús. Siendo así esto permite que haya más cooperación y solidaridad
no solo con ellos, sino con todos los demás.