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Queridísimo Pipe:

Hace poco en una terapia me pregunté porque me pesa tanto esta historia. Como de
costumbre, no supe darme una respuesta, en parte porque para explicar los motivos necesito
muchos pormenores que no pude tener presentes. Tienes la completa libertad para no
responder esta carta, inclusive para no leerla. Nunca pretendí una muestra tuya de simpatía
hacia mí, en lugar de eso, siempre me he escabullido de tu presencia, nunca he hablado
abiertamente contigo y hace poco en otra terapia descubrí por qué.
Cuando tenía cinco años un evento que superó mi memoria y mi capacidad de raciocinio,
algo que para mi madre resultó muy sencillo, al menos en la medida en que ella ha hablado
delante de mí y delante indiscriminadamente de muchos otros. Pensé más o menos lo
siguiente: He tenido la completa libertad para hacer lo que me ha apetecido, no he tenido
motivos de preocupación, sin embargo, siempre un vacío acompañó mi alma y una
incesante sensación de injusticia, de que algo se podría aceleradamente y yo no encontraba
el por qué. En conclusión, nunca tuve un espíritu de familia, sentía como si no perteneciera,
como si estuviera fragmentado y se lo eché en cara de una manera como si fuese su culpa.
Porque en el fondo nunca acepté su proyecto matrimonial. Si yo hubiera podido cambiarlo
todo con sólo dar un giro, pero en cambio muchas veces tuve la idea de suicidarme, una y
otra vez. En el fondo era el dolor de no haber podido tener a ambos padres, ni el cuidado, ni
protección, ni el amor.
Es curioso, pero una cierta idea de lo que quiero decir sí que tienes. Acepto mi
responsabilidad en esta historia y aunque mi mala consciencia, no me permitió ver lo que tu
viste, lo acepto y lo lamento. Ahora entiendo la influencia tan negativa que significó en tu
vida mi llegada, la falta de seguridad, lo pusilánime que te parecí. Luego entendí que la
conciencia vela por las condiciones para nuestras relaciones. También entendí que no
estuvo bien construir mi felicidad sobre el sufrimiento de otros y créeme que entendí a lo
que te referías cuando esa vez en la finca dijiste que a mí me faltaba compasión. Es
entonces que entiendo los límites de la libertad. Con esto quiero decir que entiendo que el
manejo contigo fue pésimo. Me hubiera encantado ser más sabio y menos egocéntrico,
menos narcisista, menos hedonista, haber sabido que siempre que entramos en una relación,
nos vemos dirigidos por un sentido interior, que reacciona automáticamente si hacemos
algo que podría dañar, reconozco las consecuencias de mis actos. Lamento haberte hecho
daño, indirectamente y sin intención. A tu padre le debo respeto y gratitud y reconozco la
importancia de su relación con tu madre. A ti te debo una compensación, porque sé que
participé en una separación irresponsable y sus consecuencias. Esa compensación sólo tu
alma la sabe. Tal vez el mismo hecho de pedirte perdón lo haga. Puedes llevar esto en la
dirección que desees y también es importante que sepas que no pretendo obtener nada.
Respeto tu suerte y tu decisión, te libero y te dejo en Paz, con amor.

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