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Bloque 6 - Tema 1

Bloque 6 - Tema 1

Proceso técnico de los fondos bibliográficos:


registro, sellado, etc.

Contenido:

1. Introducción.
2. Proceso técnico de los fondos bibliográficos.
3. Registro y sellado.
4. Sistemas antihurto para bibliotecas.
5. Catalogación y clasificación.
6. Bibliografía.

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1. INTRODUCCIÓN.
El concepto de gestión de la colección, supone en la actualidad la
realización de distintas tareas, y tiene un enfoque bastante globalizador:
abarca desde la selección y la adquisición, primeras dos tareas
bibliotecarias para la formación de la colección, hasta la evaluación, la
conservación y la cooperación, pasando por el proceso técnico.
La gestión de la colección se lleva a cabo a través del proceso
documental, que es el conjunto de operaciones que afectan al documento,
de forma que a través de la última, la difusión, el documento adquiere la
difusión social que lleva implícita.
Antes de nada señalaremos que todas las actividades que incluye la
gestión de la colección, deben ser cuidadosamente planificadas antes de
su ejecución y que durante esta fase se tendrán muy en cuenta las
características de cada biblioteca, sin olvidar, que el objetivo final de todo
fondo documental es su difusión.
El tratamiento o proceso técnico de los fondos bibliográficos de una
biblioteca es el proceso que se sigue para incorporarlos a los fondos de la
misma, hacerlos utilizables, conservarlos y mantenerlos actualizados. Se
compone de una serie de operaciones en cadena, básicamente iguales
para todo tipo de fondos, pero que difieren en algunos aspectos formales
cuando las características de los materiales así lo requieren.
Las operaciones de entrada conducen a la formación de los depósitos
documentales. La selección es una operación intelectual que consiste en
elegir los documentos que la unidad de información desea adquirir. A los
trabajos de selección se le pueden aplicar las 5 leyes de la biblioteconomía
del bibliotecario indio Ranganathan:
 Los libros son para usarse: si gastamos nuestro presupuesto en
adquirir un libro para conservarlo en un lugar reservado sin
posibilidad de uso, resulta antieconómico y antisocial
 A cada lector un libro: la finalidad última del bibliotecario es el
servicio, lo más ajustado posible, a las necesidades de los
usuarios. Debe procurar, por tanto, que cada uno de los usuarios
pueda localizar el libro o el tema que le interesa.
 Para cada libro su lector: la biblioteca debe ser dinámica, es
decir, debe acudir al encuentro del lector.
 Es preciso ahorrar tiempo al lector: un servicio bibliotecario llega
a convertirse en inservible si es demasiado complicado ya que
resulta antieconómico desde el punto de vista del tiempo.
 La biblioteca es un organismo en movimiento y que crece: crece
y se modifica porque se va adaptando a las nuevas condiciones.
Una virtud que debe tener toda biblioteca es su adaptabilidad a
las condiciones cambiantes, no debe quedar anclada en el
pasado, debe estar abierta a las innovaciones.

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Para Ranganathan y sus seguidores, estas cinco leyes fueron un primer


paso para fundamentar las tareas bibliotecarias sobre una base científica,
estableciendo los principios sobre los cuales se fundamentan las prácticas
actuales. Esto llevó a proponer como extensión la Sexta Ley: Cada lector
tiene su libertad.
Una vez seleccionados los documentos se procede a su adquisición, que
se podrá realizar a través del canje, la compra y el donativo.

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2. PROCESO TÉCNICO DE LOS FONDOS BIBLIOGRÁFICOS.


El proceso técnico de los fondos bibliográficos empieza en el momento de
la recepción de los mismos en la biblioteca y termina con la puesta a
disposición del usuario.
Así, queda definido como el conjunto de operaciones mediante el cual un
registro cultural se convierte en fondo bibliográfico; entendiendo como
registro cultural la anotación o inscripción en forma artística, enunciativa o
simbólica de sentimientos, conceptos o información de cualquier clase,
que expresen el grado de desarrollo científico, estado social, ideas,
estética de un país o de una época.
Las operaciones que constituyen el tratamiento técnico se agrupan en tres
etapas sucesivas: formación y mantenimiento de una colección,
organización de la misma y difusión.
Cada una de esta fases se componen de otras y todas dependen de los
cambios que se operen en las materias a organizar y difundir, en las
técnicas de organización y difusión y en los usuarios a quienes van
destinados los fondos.
La formación y mantenimiento de una colección exige la consideración de
un contexto bibliotecario más amplio tanto local como regional. Las
características de una colección cambian radicalmente si pertenece o no a
una red bibliotecaria, de la infraestructura bibliotecaria existente y de la
existencia o no de planes operativos para la adquisición y demás procesos
técnicos.
Los distintos pasos del proceso técnico que siguen los fondos
bibliográficos en la biblioteca son los siguientes:
1ª etapa: Formar y mantener una colección: en esta primera etapa son el
bibliotecario lector y el referencista los que llevan a cabo las siguientes
tareas:
 Selección y adquisición.
 Registro y sellado.

2ª etapa: Procesos técnicos para la organización: en esta etapa, será el


bibliotecario catalogador, principalmente, el que actuará. Esta etapa tiene
por objeto fabricar el instrumento clave de todo centro bibliotecario, nos
referimos al catálogo. Para la elaboración de este instrumento informativo,
ya sea por medios manuales o asistidos por ordenador, será necesario
realizar las siguientes tareas:
 Precatalogación.
 Catalogación y clasificación.
 Signatura y procesado final.
 Depósito.

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3ª etapa: Procesos técnicos para la difusión: durante esta última etapa se


realizarán además de tareas y productos de difusión, tareas del proceso
técnico dirigidas al mantenimiento de la colección y su conservación, es
decir, en esta etapa entran todas las tareas relacionadas con la
preservación, restauración, encuadernación, etc.

En el caso de documentos electrónicos nos ahorramos los pasos de


sellado, registro, colocación del dispositivo antihurto, ordenación física, y
almacenamiento. Esto evidencia otra de las ventajas de la edición
electrónica, que permite al bibliotecario dedicarse a otras tareas.
A continuación pasaremos a analizar las tareas de registro y sellado de los
fondos bibliográficos en la biblioteca.

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3. REGISTRO Y SELLADO.
Es el último trámite en la adquisición de una obra por parte de la
biblioteca. Una vez recibido el pedido de los fondos se procede a
comprobar su integridad colectiva e individual (recepción y verificación),
así como el estado de los mismos. Realizados estos trámites se conforman
las facturas y en caso de que el examen de estas o de alguno de los
documentos no resulte satisfactorio se debe proceder a la reclamación
inmediata, antes de pasar al siguiente nivel del proceso que sería el
registro y sellado de los documentos, operaciones que completan la
incorporación de fondos.

3.1 Registro.
El registro es una operación administrativa y contable que permite
verificar que los créditos asignados a la compra de libros se han utilizado
efectivamente para ese fin (en algunos países, es obligatorio para las
bibliotecas dependientes de la administración pública). Con él se hace
efectiva la incorporación al fondo y es testimonio de que un documento
forma parte de la colección de la biblioteca. Se comprueba que el libro y
su precio se corresponden con lo pedido y con la factura y se incorpora a
la biblioteca. Antes de hacerlo se debe comprobar si el libro no es
defectuoso. En la factura se pone el mismo número para tramitarla a los
servicios de pago.
De esta manera, podemos decir que registrar es la inscripción de cada
uno de los documentos en el Registro General de Entradas. El registro,
junto con el catálogo topográfico, se usa para los inventarios, ya que él
mismo es un verdadero inventario de fondos de la biblioteca, donde se
registra todo lo que entra en ella y permite además hacer un seguimiento
del estado de los ejemplares y de posibles incidencias y es imprescindible
para realizar estadísticas y para los trabajos de evaluación cuantitativa de
la colección. Registrar es tanto como inventariar. Debe registrarse todo el
material, también las donaciones, indicando el número de registro que
será siempre correlativo (no debe quedar ninguno en blanco y jamás
deben repetirse). Los datos que deben contener los registros son los
necesarios para identificar bibliográficamente y sumariamente la pieza
(autor, título, editor, año), los datos de interés estadístico de acuerdo a la
política bibliotecaria (número de volúmenes y fecha de ingreso) y los
datos relacionados con la adquisición (precio y forma de adquisición).
Dependiendo de las necesidades del centro, se puede utilizar un único
libro de registro para todos los materiales o, por el contrario, diseñar un
libro para cada material. Normalmente, cuando en la colección de la
biblioteca existe diversidad de materiales, por motivos administrativos y
con fines estadísticos, se utiliza un libro de registro para cada tipo de
material, si el proceso es manual. En caso de que este proceso este
automatizado, un único libro de registro para todos los materiales no
supone ningún inconveniente.

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En la actualidad, se trata de una operación que realizan los Sistemas


Integrados de Gestión Bibliotecaria (SIGB). El programa de
automatización da un número de registro correlativo a cada documento
que se da de alta, que normalmente se coloca mediante una etiqueta
adhesiva en forma de código de barras legible por un lápiz óptico. De este
modo, adquisición, registro, catalogación y préstamo se convierten en
tareas en las que no hay que tomar repetidamente los mismos datos.
Actualmente el sistema de registro automatizado se ha impuesto al
manual, que tiene una serie de ventajas:
 Permite diferenciar el modelo de adquisición de forma que el
sistema le da el tratamiento correspondiente (compra, donación,
canje), identifica el estado actual del pedido y tiene una amplia
gama de posibilidades en lo relativo a los pedidos.
 Un sistema automatizado permite la rápida y sencilla
recuperación de los registros permitiendo la búsqueda por
múltiples campos (ISBN, ISSN, título,…).
 El registro automatizado impide la duplicidad de registros al
asignar el número y tener estadísticas actualizadas sobre el
número real de materiales, el número de volúmenes y de
ejemplares según tipología.

Por tanto, el registro es el acto por el que un libro se incorpora


formalmente a la colección; el número de orden asignado en el registro
correspondiente a cada obra, se indica en la misma, normalmente
precedido de la inicial R (registro) y también se anota en los asientos
bibliográficos (en las distintas fichas, principal y secundarias, o en la
información de ejemplares de los catálogos automatizados).
El número de registro debe ser un código de identidad. A cada obra se le
asigna un número de registro y este deberá ser distinto para cada
ejemplar de una misma obra. En cambio, las distintas partes de una obra o
las obras en varios volúmenes, tendrán uno único que se pondrá en todos.
Cualquier incidencia sobre el libro, que implique que éste deja de
pertenecer a la colección de la biblioteca, como puedan ser la pérdida, el
robo o el expurgo (los números de registro de libros perdidos, robados o
expurgados no se reutilizan), se anotará también en el libro de registro al
igual que cualquier otra incidencia. De esta forma, el número de obras
que forman una colección se obtiene fácilmente del total de números de
registros asignados, restando el número de obras expurgadas o perdidas.
Por otro lado, las revistas se solían registrar aparte, en fichas individuales
para cada título, del tipo Cardex. Cada título de publicación periódica tiene
el mismo número de registro para todos los fascículos.
Si se trata de material bibliográfico se anota en la parte superior derecha
o central de la portada, en el caso de materiales no librarios, el número de

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registro se indicará sobre la etiqueta o marbete de la cara A y en la


carátula o funda, si son discos de vinilo, cintas de casetes o vídeos, en el
caso de diapositivas, el número de registro se indica en la funda y los discos
compactos en una etiqueta adhesiva que se coloca en la parte posterior.
Las bibliotecas que tengan un fondo especialmente importante de algún
material especial, como las publicaciones periódicas, los audiovisuales,
etc., pueden optar por mantener libros de registros independientes para
cada uno de ellos. Por lo tanto existen además registros complementarios,
que son:
 Registro provisional para series, colecciones, etc.
 Registro especial para material audiovisual, informático, etc.
 Registro de publicaciones seriadas (Cardex).

Aunque el Real Decreto 582/1989 por el que se aprueba el Reglamento de


Bibliotecas Públicas del Estado y del Sistema Español de Bibliotecas, en su
capítulo II, nos dice textualmente:
Artículo 5º: Registros.
Las Bibliotecas Públicas del Estado deberán llevar dos registros:
1. Un registro para los fondos pertenecientes a la Administración
del Estado y para los depositados, en su caso, por la
Administración gestora de la biblioteca.
2. Otro registro para los fondos depositados por terceros.

No se inscribirán en los registros anteriores los fondos que reciban las


bibliotecas públicas de titularidad estatal, en virtud del préstamo
interbibliotecario o para celebración de exposiciones temporales y
actividades análogas, sin perjuicio del debido control administrativo de la
recepción y la salida de los mismos.
Artículo 6º: Inscripción de fondos.
Todos los fondos que, por cualquier concepto, a excepción de lo dispuesto
en el art. 5º, 2, del presente Reglamento, ingresen en las bibliotecas
públicas del Estado, deberán:
a) Ser inscritos en el registro correspondiente conforme a lo dispuesto
en el artículo anterior, por orden de ingreso, haciendo constar la
titularidad de los mismos y los datos descriptivos que permitan su
perfecta identificación en relación con el número de ingreso que se
les haya asignado. En estos registros se anotarán las bajas que
tengan lugar en la colección.
b) Ser marcados con su número de ingreso en dichos registros
mediante la inscripción de aquél por el procedimiento más adecuado
a la naturaleza de los fondos.

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3.2 Sellado.
La colocación del sello es la identificación y prueba de los fondos como
propiedad de la biblioteca, el acto por el que se declara formalmente la
propiedad de un libro; en el libro quedará una huella de un sello, en tinta
o en seco, en el que consta el nombre del centro propietario. Tiene su
antecedente en los ex-libris que indicaban el propietario del libro y
normalmente es ovalado o circular.
Aparte de permitir probar la pertenencia de una obra a la biblioteca, el
sellado, ayuda a verificar la paginación y a comprobar los posibles fallos.
A veces sucede que durante la encuadernación los cuadernillos se doblan,
se omiten o están mal impresos, en cuyo caso los materiales deberán ser
devueltos al proveedor, incluso, después de que los hayamos sellado; por
lo tanto, inutilizaremos el sello de la biblioteca, redactaremos una nota
comunicando la incidencia y se lo devolveremos al proveedor para que
proceda al cambio.
El sello debe ser presente pero discreto, debe ser de tamaño pequeño y se
hará con respeto y cuidado (sobre todo cuando se trate de documentos
valiosos) y debe estar en lugares donde resulte imposible arrancarlo sin
mutilar seriamente el documento, pero que no impida su lectura ni
perjudique la conservación de la obra. Se hace con un sello de caucho
para los textos y de cobre para los grabados.
El lugar del sello no está determinado, pero en el material bibliográfico
suele colocarse especialmente en la portada (aunque según Carrión
Gutiez, no debe ponerse nunca aquí, sino en el reverso), pero también en
cantoneras, última página o colofón y algunas páginas intermedias,
siempre sin dañar el material o tapar información. Ciertas bibliotecas
recurren a sellar siempre las mismas páginas como clave de la
pertenencia de un libro a la misma.
Si se trata de ejemplares de cierto valor conviene estampillarlo en el reverso
de la portada. Los mapas, grabados, etc., se sellan en la parte posterior.
Tanto la colocación del código de barras como del sello generan dudas
cuando se trata de materiales no librarios, como los discos ópticos. Al no
existir directrices claras al respecto y dadas sus pequeñas dimensiones,
no se sabe con certeza dónde colocar la pegatina y el sello sin afectar ni al
soporte ni al contenido. Así, el material no bibliográfico se sella en el
marbete o etiqueta; cuando no sea posible, se le adhiere una etiqueta en
la cara posterior, donde se estampa el sello y el número de registro.
Para grabados y obras de especial importancia suelen usarse sellos de
pequeño tamaño. En otros materiales, el sellado depende de su forma
física (solapas, caja, etc.).
El Real Decreto 582/1989 que aprueba el Reglamento de Bibliotecas Públicas
del Estado y del Sistema Español de Bibliotecas, en su artículo 1º dice que

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la denominación oficial de las Bibliotecas Públicas del Estado deberá figurar


en el edificio, en los sellos identificadores y en los impresos de la misma.
En el caso de documentos o revistas electrónicas nos ahorramos este
paso, al igual que tampoco son necesarias tareas de registro, colocación del
dispositivo antihurto, ordenación física, almacenamiento y encuadernación
de números anteriores. Esto pone en evidencia otra de las ventajas de la
edición electrónica, que permite al bibliotecario dedicarse a otras tareas.
En el caso de que el libro sea retirado de la colección y donado a otro
centro, el sello debe anularse con un contrasello, para evitar posibles
equívocos sobre su propiedad.

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4. SISTEMAS ANTIHURTO PARA BIBLIOTECAS.


Las bibliotecas no son recintos que guarden o contengan bienes de gran
valor, pero de todas maneras están expuestas a sufrir diferentes atracos o
acciones delictivas, es por esto que las mismas cuentan con sistemas
antihurto para bibliotecas. Estos dispositivos son muy similares a los que
se utilizan en los supermercados y tiendas y el objetivo es que no se
sufran pérdidas irrecuperables debido a los diferentes métodos de hurto
que los ladrones actualizan y perjudican haciendo desaparecer hasta el
15% de los activos de acuerdo a las estadísticas oficiales que se manejan.
Los sistemas antihurto para bibliotecas son desarrollados para controlar
tanto el nivel externo e interno del desarrollo de las tareas comerciales;
muchos se preguntarán cómo funcionan estos sistemas y la respuesta es
tan simple como sus métodos.
Los sistemas de detección antirrobo y de seguridad han evolucionado en
gran medida hasta llegar al moderno detector en forma de arco presente
en muchas bibliotecas.
Los dispositivos antihurto para bibliotecas controlan los libros o productos
situados en el recinto a través de etiquetas acopladas al bien y no a sus
clientes; el resultado que se obtiene es un ambiente agradable para los
usuarios sin perder de vista a las mercancías ni incomodando a quien la
pueda usar. A este tipo de sistema se le denomina vigilancia electrónica
de artículos. También contamos con lo que se conoce como CCTV (circuito
cerrado de televisión), con este equipo de alarmas y sensores lo que se
trata de lograr es proteger tanto a los productos como a las personas; a
su vez se obtiene un gran caudal de ventajas tales como la perfección de
los servicios, los excelentes controles internos y demás beneficios. Este
sistema antihurto para bibliotecas contiene cámaras visibles y ocultas,
grabadoras digitales, control de iluminación, sistemas de localización y
sensores de movimiento. Dentro de los dispositivos antihurto para
bibliotecas tenemos un modelo muy popular y efectivo denominado
“control de acceso”, esta posibilidad ha sido manejada también por
muchas empresas de renombre debido a la necesidad de auditoría y
recolección de datos para así lograr orden.
La empresa proveedora de estos dispositivos se debe ocupar al mismo
tiempo de su instalación como de los instrumentos de lectura biométrica,
magnéticos, de contacto, sensores, el cableado y de credenciales
personalizadas como del software necesario. El sistema antihurto para
bibliotecas de intrusión es básicamente un sistema de alarmas que se
activa en el recinto una vez que éste se ha cerrado y así evitar que
ladrones y malvivientes roben o dañen la propiedad del lugar. Las alarmas
utilizadas aquí cuentan con funciones tales como: detección de
movimiento, violación de aberturas, sensores de sonido y sistemas de
seguridad perimetral.

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Por último nombramos a los sistemas antihurto para bibliotecas


denominados inteligentes, que representan la forma más conveniente
para proteger cualquier documento a través de los sistemas de
identificación por radiofrecuencia (RFID o Radio-Frequency Identification).
Las etiquetas inteligentes son diseñadas a prueba de fallos y resisten las
temperaturas extremas, el polvo y la humedad; con respecto a sus
aplicaciones, decimos que son muy variadas ya que no solo se emplean
para controlar el producto sino también para su recepción, distribución y
posterior administración.
Estas etiquetas o pegatinas van adheridas a los libros y llevan un
microchip y un circuito impreso a modo de antena que permite emitir y
recibir información (en concreto, emiten o reciben series de dígitos) y
responder a peticiones por radiofrecuencia enviadas desde un emisor-
receptor RFID, que suele estar en la mesa del personal de la biblioteca o
en los arcos de detección y seguridad.
Eso sí, no sólo están las pegatinas, sino que un sistema RFID completo
consta de varios componentes: los lectores de etiquetas, los sistemas de
detección (arcos de seguridad) y las estaciones donde se programan las
etiquetas.
Los sistemas antihurto para bibliotecas de radiofrecuencia pueden ser de
dos, tres o cuatro antenas, proveyendo una atractiva apariencia con bajo
perfil. Estos dispositivos detectan las etiquetas tridimensionales que son
extraídas del lugar sin ser remuneradas o certificadas; como ventaja
decimos que los sistemas actuales cancelan las falsas alarmas haciendo
que el trabajo sea mucho menos tedioso. Los sistemas antihurto para
bibliotecas se comercializan junto con los desactivadores de etiquetas;
una vez que el cliente es autorizado a llevarse un libro del recinto,
entonces el encargado deberá deshabilitar la etiqueta antihurto que se
encuentra en el libro o producto para que la alarma no se dispare al
cruzar las antenas o los arcos. Las etiquetas son muy variadas, algunas
son plásticas y otras están hechas a base de papel laminado, el cual debe
pasar por un desactivador especial que gasta el código de barras para
evitar que la alarma se dispare.
En resumen, el sistema RFID sería algo así como el moderno sustituto de
los códigos de barras.

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5. CATALOGACIÓN Y CLASIFICACIÓN.
Una vez realizadas estas tareas administrativas pasamos al tratamiento
técnico propiamente dicho. Los documentos recibidos en una biblioteca
deben catalogarse y clasificarse en el momento de su recepción y antes
de ponerse a disposición del usuario.
La catalogación y clasificación forman parte del llamado análisis
documental, definido por Rosa Garrido como “conjunto de operaciones
que conducen a representar el contenido y forma del documento primario
de modo distinto al original, elaborando el llamado documento secundario
dotado de todos los elementos informativos necesarios que permiten
tanto su identificación como su recuperación”. Por lo tanto, el análisis
documental consta de dos fases: análisis formal y análisis de contenido.
La catalogación se encuadra dentro del análisis formal y la clasificación
dentro del análisis de contenido.
La catalogación comienza con la descripción de cada documento y termina
con la elaboración del catálogo (verdadera memoria de la biblioteca) y se
se define como el proceso de describir los elementos informativos que
permiten identificar un documento y de establecer los puntos de acceso
que van a permitir recuperarlo por el título, autor o materia que se
conocen de antemano, por lo tanto, es el conjunto de operaciones
bibliotecarias necesarias para la descripción completa del documento y va
acompañada de la signatura topográfica. Las operaciones incluyen la
catalogación descriptiva y la catalogación por materias, además de la
determinación del punto de acceso principal y de la asignación de los
encabezamientos secundarios, que nos permitirán recuperarlo por el
título, autor o materia.
El producto obtenido tras la catalogación de un documento es un registro
o asiento catalográfico. Un asiento catalográfico se compone básicamente
de tres partes bien diferenciadas: la descripción bibliográfica, los puntos
de acceso al registro y los datos de localización física.
Los catálogos resultantes de la ordenación de las fichas catalográficas
atenderán a entradas por autores y títulos anónimos, títulos, materias y
diccionarios.
La clasificación es la tarea del análisis de contenido que consiste en
agrupar los materiales por su contenido con objeto de facilitar su situación
y búsqueda, permite la división de documentos en grupos establecidos de
antemano de forma sistemática y se realiza mediante la asignación de un
código que indica la materia del mismo. La clasificación se hará siempre
de acuerdo con un sistema establecido de antemano y permite adjudicar
al libro unas claves que lo identificarán por su pertenencia a una materia o
grupo de materias. Clasificar un documento supone, por tanto, adjudicar a
un documento en función de su contenido intelectual, uno o varios
encabezamientos de materia, extraídos de una lista previamente definida.

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Los sistemas de clasificación pueden ser alfabéticos, como las listas de


encabezamientos, o sistemáticos, como la CDU. La CDU es otra
clasificación usada paralelamente a los encabezamientos de materia, y
también sirve como punto de acceso temático.
Una vez realizadas estas operaciones se elaboran los catálogos
bibliográficos, que son listas ordenadas de las piezas que constituyen el
fondo de la biblioteca. Los catálogos permitirán conocer los fondos de que
dispone el centro, tanto en su totalidad como en cuanto a criterios
determinados (obras sobre un tema, títulos de un autor, ediciones de una
obra, etc.) y son el instrumento básico para el acceso al documento. Por
último, los materiales que han sido procesados pueden integrarse en la
colección, según el modo de ordenación establecido en la biblioteca.

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6. BIBLIOGRAFÍA.
 Manual de biblioteconomía. Luisa Orera Orera (editora). 1ª ed.,
3ª reimp. Madrid: Síntesis, D.L. 2008. 509 p.: il. ; 23 cm. ISBN
84-7738-363-4
 Real Decreto 582/1989, de 19 de mayo, por el que se aprueba el
Reglamento de Bibliotecas Públicas del Estado y del Sistema
Español de Bibliotecas. Boletín Oficial del Estado, 31 de mayo de
1989, núm. 129
 Las leyes de Ranganathan y el Web de la Biblioteca [en línea]
[ref. de 4 de marzo de 2015]. Biblioteca Médica Nacional.
Disponible en la web: http://www.sld.cu/sitios/bmn/temas.php?
idv=12291
 Sistemas antihurto para bibliotecas [en línea] [ref. de 4 de marzo
de 2015]. Antirrobo.com. Disponible en la web:
http://www.antirrobo.net/antihurto/antihurto-bibliotecas.html
 Gestión de la colección: tratamiento técnico de los fondos y
gestión de depósitos [en línea] [ref. de 4 de marzo de 2015].
Disponible en la web:
http://ruthcarvajal.blogspot.com.es/2010/12/gestion-de-la-
coleccion-tratamiento.html
 MUÑOZ CORONADO, María, y VILA HERRERO, Mª Victoria.
Montar de cero una biblioteca. Teoría y práctica de la
biblioteconomía en 40 minutos [en línea] [ref. de 4 de marzo de
2015]. María Muñoz Coronado y M.ª Victoria Vila Herrero.
Disponible en la web:
http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/publicaciones_c
entros/PDF/oran_2013/04_munoz-vila.pdf
 LÓPEZ DE PRADO, Rosario. Tratamiento técnico de libros,
publicaciones periódicas y materiales especiales [en línea] [ref.
de 4 de marzo de 2015]. Rosario López de Prado. Disponible en
la web: http://www.oocities.org/zaguan2000/305.html
 FERNÁNDEZ OLIVA, Javier. “¡Cuidado con los libros! : sistemas de
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marzo de 2015]. Javier Fernández Oliva. Mi biblioteca. Nº 5,
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http://gredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/120038/1/MB2_N5_
P40-44.pdf
 MATURANA M., Cristián. “RFID: el código de barras inteligente
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Maturana M. Serie Bibliotecología y Gestión de la Información. Nº
18, octubre 2006. Disponible en la web:
http://eprints.rclis.org/8438/1/CCF70ADC.pdf

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 GÓMEZ HERNÁNDEZ, J.A. Tema 8: el desarrollo de la colección


[en línea] [ref. de 4 de marzo de 2015]. J.A. Gómez Hernández.
Disponible en la web:
http://es.scribd.com/doc/137156472/TEMA-8-EL-DESARROLLO-
DE-LA-COLECCION#scribd

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