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Un Cuento de Hadas

Diana Sofia Gaitán Herrera

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Este es un cuento de hadas pero no uno como el que todos conocen, es un cuento diferente, este
no tiene un final feliz, no es un cuento de hadas como cualquier otro. Esta es mi historia. Mi
nombre es Flora, soy un hada del bosque. Mi vida aquí era sencilla, vivía en un gran roble rodeada
de otras hadas y mi trabajo era proteger al bosque junto a las demás guardianas, era una tarea
sencilla por que el bosque solía ser un lugar tranquilo, sin invasores, sin nadie que quisiera
apoderarse de nuestro hermoso bosque.

Los cuentos no se equivocan al decir que el bosque es un lugar místico, hay seres mágicos de todo
tipo y todos tenemos un lugar aquí, dependemos de que cada uno cumpla su rol. Aquí también
existe una jerarquía, una pirámide que ubica a unos seres por encima de los otros. Pero eso nunca
fue un problema, o al menos no lo era. En lo más alto de la pirámide estaban las ninfas quienes
dirigían al bosque.

Luego estaban los duendes quienes vinculados a la tierra asumian la responsabilidad de protegerla
y de custodiar sus tesoros. Los gnomos cuidaban de las priedras mágicas escondidas en lo
profundo de las tierras del bosque, los elfos eran nuestros guerreros, las hadas tenían distintas
tareas, unas cuidaban de los animales, otras del agua, otras de las flores. Los dragones, centauros,
dríadas y un sinfín de criaturas más, cumplían su rol y todos éramos un pequeño engranaje que
hacía al bosque un lugar próspero.

Desde hace un tiempo comenzaron a pasar cosas extrañas en el bosque, empezamos a escuchar
sonidos extraños, algunas veces eran voces que no estaban lo suficientemente cerca para entender
lo que decían. Además de eso escuchábamos cosas que jamás habíamos oído antes, era algo
parecido al sonido de metal chocando con al tierra de manera muy rápida, golpes secos. Durante
al menos 1 semana estuvimos alertas, intentando descifrar de dónde provenía y que era eso tan
singular, aunque de algo estábamos seguros, esos no eran de los nuestros.

Al cabo de una semana, nos reunimos todos los habitantes del bosque, incluso aquellos que no
salían de la tierra nunca, todos estábamos realmente consternados por la situación. Alseide, quien
era la Ninfa principal, la más importante, empezó a darnos instrucciones de lo que debíamos
hacer. Ella siempre se mostró como alguien muy solidaria, alguien en quien podríamos confia,
también poseía una belleza singular. Como era tan querida por todos confiamos muchísimo en
ella y empezamos con las labores asignadas. Yo debía ir a investigar a estos individuos, entender
como eran y en dónde se encontraban.
Después de alrededor de una semana de vigilancia, convocamos otra reunión, habíamos
descubierto que eran seres parecidos a algunos de nosotros, caminaban a dos pies, dos manos, el
rostro , todo era bastante parecido. En esta misma reunión, diferentes criaturas denunciaron que
empezaban a faltar cosas del bosque. Perdimos muchas piedras mágicas, encontramos troncos
cortados, el lago sucio, flores marchitas e incluso nuestros animales empezaron a morir. No cabía
duda de que esos eran invasores que no buscaban más que apoderarse de nuestro bosque.

Si seguiamos permitiendo esto, nuestro hogar iba a morir y ninguno iba a permitir eso, o eso
pensábamos. Nos empezamos a preparar para la guerra, los elfos nos entrenaban, y todos
estábamos dispuestos a incluso dar nuestra vida por el bosque. Alseide únicamente nos apoyaba
con palabras, ella solo miraba como todo su pueblo luchaba por mantener el equilibrio que
siempre habían tenido, y todos estábamos esperando algo más de aquella Ninfa que siempre
pensamos nos iba a guiar incluso en la mayor de las guerras.

Unos pocos días después, los hombres estaban ya en el lugar que todos habitábamos y aunque
eran considerablemente más grandes y fuertes que nosotros, estábamos decididos a atacarlos. Ese
día empezó la guerra. Los invasores al percatarse de la situación, contra atacaron, pero no se veían
asustados, estaban asombrados, como si en su mundo no existiéramos, como si fuéramos solo
leyendas. Al vernos casi derrotados despertamos a Ent. El era un híbrido entre un gigante y un
árbol y tenía una fuerza monumental. Pero no contábamos con la fuerza de nuestros combatientes.

Atacaron a Ent con un artefacto que expulsaba pequeñas pelotas a una gran velocidad, un par de
esos impactos fueron suficientes para acabar con nuestro más fuerte guerrero. Las hadas de las
flores se apresuraron a llamar a nuestra dirigente, pero ella no estaba, ninguna de las ninfas estaba
ahí nos abandonaron a nosotros y a su bosque. Las criaturas del bosque perdimos la batalla.

Así fue como termine en dónde estoy ahora, encerrada detrás de un cristal, exhibida en un museo.
Ninguno de nosotros salió victorioso, muchos murieron, otros tuvieron el mismo destino que yo,
y nuestro bosque ahora está muerto.

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