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TRABAJO HISTORIA

DEL LIBRO

MAESL 2021/20022
Cristina Moreno Chueca

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INTRODUCCIÓN
Para este trabajo se me ha pedido investigar la localización, así como las posibles causas
de esta de los siguientes ejemplares: Jerónimo Osorioi – De Nobilitate, edición de 1543,
Ystoria de las Yndias del capitán Gonzalo Fernandes de Obiedo. Primera edición en
Toledo, 1526, El Palmerino de Ludobico Dulze. Ludovico Dolce, Palmerino d’Oliva,
Venecia, 1561, los Sermones de Cornelio. Segundo libro. Fr. Cornelio Musso, traducción
española de Fray Diego de Zamora, Salamanca, 1602, y por último, Opera dello
elegantissimo poeta Serafino Aquilano, Venetia, per Francesco de Tomaso di Saló e
compagni, 1548. Todos ellos están numerados dentro del catálogo de la Biblioteca del
Inca Garcilaso de la Vega. Procederemos, pues, a exponer cada ejemplar con su
correspondiente número dentro de la Biblioteca del Inca para una mejor ubicación de los
mismos.

INDICE
- Ejemplar 11. Jerónimo Osorio, De nobilitate.........…………………………Pág. 3
- Ejemplar 103. Ystoria de las Yndias del capitán Gonzalo Fernandes de Obiedo.
Primera edición en Toledo, 1526....................................................................Pág. 7
- Ejemplar 110. El Palmerino de Ludobico Dulze. Ludovico Dolce, Palmerino
d’Oliva, Venecia, 1561.................................................................................Pág. 10
- Ejemplar 112. Sermones de Cornelio. Segundo libro. Fr. Cornelio Musso,
traducción española de Fray Diego de Zamora, Salamanca, 1602................Pág. 16
- Ejemplar 175. Serafino. Opera dello elegantissimo poeta Serafino Aquilano,
Venetia, per Francesco de Tomaso di Saló e compagni, 1548......................Pág. 19

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11. Jerónimo Osorio, De nobilitate. Jerónimo Osorio da Fonseca, De
nobilitate civili. Primera edición en 1543. Nicolás Antonio anota,
además, ediciones de Florencia, 1552, y de Basilea, 1571 (Bib. Hisp.
Nova, Madrid, 1783, vol. II, pág 595ª).

Este ejemplar ha sido localizado a través de la biblioteca del Inca del Colegio de Méjico,
así como en la biblioteca virtual Miguel de Cervantes del fondo antiguo de las
universidades de Salamanca y Granada.

Obispo de Algarve, humanista, teólogo e historiador portugués, nacido en Lisboa en 1506,


muerto en Tavira (Algarve) el 24 de agosto de 1580. Jerónimo Osorio da Fonseca
pertenecía a una antigua familia española que, debido a la hostilidad del rey Fernando I
de Castilla, fue exiliada a portugal Del matrimonio de Giovanni Osorio da Fonseca y
Francisca Gil Gouveia nacieron Girolamo (en portugués Jerónimo) y su hermano
Bernardo que, siendo aún niños, no pudieron ir con su padre, jurista nombrado
funcionario y defensor del pueblo, en la India portuguesa. Luego se quedaron en Lisboa,
donde fueron criados por su madre. Jerónimo fue a estudiar artes y derecho civil a
Salamanca y allí, disgustado por sus estudios y decepcionado por el deseo de convertirse
en caballero de Malta, abrazó el estado eclesiástico. En 1525 se fue a estudiar filosofía a
París, donde entabló relación con algunos de los fundadores de la Compañía de Jesús
como el jesuita Pierre Favre, y teología a Bolonia, para profundizar su erudición

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eclesiástica mediante el estudio de la Sagrada Escritura y el hebreo. Refinado erudito
humanista, retuvo en su palacio a muchos sabios y le gustaba leer algunos libros durante
las comidas, sobre los que luego iniciaba una discusión con los comensales. De regreso a
su tierra natal, recibió la protección del príncipe Luis, hijo de Emanuele I, estudioso de
las letras y las ciencias, y se convirtió en su secretario y tutor de su hijo natural Antonio,
obteniendo los ingresos de una parroquia. En esta época compuso algunas de sus obras
teológicas. Los libros De nobilitate civile y De nobilitate christiana salieron en un
volumen en Lisboa en 1542, De gloria en 1549, De vera sapientia solo en 1578. En el
libro III de De nobilitate christiana Osorio atacó tan duramente el pensamiento político
de Maquiavelo - reprochándole " habiendo enseñado que para la religión cristiana toda
grandeza de alma, y todas las virtudes civiles y militares han sido extinguidas"- quien
llegó a ser conocido como uno de los principales exponentes del antimaquiavelismo.

A partir de estas obras Osorio ganó fama como teólogo y sobre todo como eminente
latinista, recibiendo el sobrenombre de "Cicerón portugués", ya que estaba dotado de una
propensión natural a la oratoria, aunque el abuso de la redundancia de Cicerón le valió
las críticas de Francesco Bacone. , que, sin embargo, fueron contrarrestadas por las
elogiosas citas de J.-A. de Tú. Una epístola a la reina Isabel (Lisboa 1562) y una
refutación de Walter Hadden dieron a conocer el nombre de Osorio en Inglaterra.

A la muerte del príncipe Luis en 1555, quien también le había confiado la educación de
su hijo, el autor encontró un protector en su hermano Enrique (luego cardenal y luego
rey), quien, siendo arzobispo de Évora, lo nombró archidiácono de su propia sede. (1560)
y más tarde, habiendo asumido la regencia del reino, obispo de Silves en el Algarve
(1564).

Por orden de Enrico Osorio escribió un tratado de teología, De regis Institutione et


Discipline (Lisboa 1571). De sus cartas en portugués recordamos la dirigida a Catalina
de Austria, viuda de Juan II y abuela del rey Sebastián, con la que el escritor intentaba
inducir a la reina a no abandonar la regencia, lo que en un principio atrajo el resentimiento
del cardenal. y la dirigida al rey Sebastián, en la que Osorio le desaconsejó intentar la
empresa de África con fuerzas inadecuadas (1574). De hecho, habiéndose convertido en
consejero del joven rey de Portugal Sebastián I, trató en vano de distraerlo del proyecto,
que estaba condenado al fracaso, de luchar contra los infieles y fortalecer el dominio
portugués en Marruecos. La empresa en realidad terminó con una seria derrota y con la

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muerte del propio rey en la batalla. Osorio, que se había negado a acompañar al rey
Sebastián, se había retirado prudentemente a la corte papal en Roma, recibido por el papa
Gregorio XIII.

La principal obra de Osorio es la descripción de las hazañas del rey Emmanuel (De rebus
Emmanuelis regis gestis, Lisboa 1571), dedicada a su hijo, el cardenal Enrico, por cuya
iniciativa asegura haberla compuesto en latín. El autor demuestra ser un historiador
imparcial, y estigmatiza algunas acciones del rey Emmanuel, como la expulsión y
conversión forzada de los judíos. En esta obra se destaca el intransigente espíritu católico
del autor, quien te cuenta en el libro VIII, como testimonio de fe ejemplar, el caso del
portugués Giovanni Machiado, quien mató por su propia mano a sus dos hijos pequeños,
para que éstos no caería en manos de los musulmanes y no se convertirían a su religión.
En 1576 Osorio fue a Roma a visitar al Papa Gregorio XIII, a quien dedicó el De vera
sapientia en 1578, y obtuvo el traslado de la sede de su diócesis de Silves a Faro. De vera
sapientia se remonta, por tanto, al último período de su vida, ya que fue publicado dos
años antes de su muerte, ocurrida cuando se dirigía a sofocar una revuelta que estalló en
su diócesis.
En las Cortes de Almeirim, donde se discutía la cuestión dinástica, se declaró a favor del
rey de España Felipe II, aunque su antiguo discípulo Antonio, entonces prior de los
hospitales del Crato, había presentado su propia candidatura. Las obras completas de
Osorio (Opera omnia, vol. 4, Roma 1592) fueron publicadas por su sobrino, un canónigo
de Évora, también llamado Jerónimo Osorio.

Los motivos por los cuales este libro se encuentra en el fondo antiguo de esta biblioteca
podrían residir en que, los primeros asentamientos Jesuitas se produjeron en la zona
alrededor de 1550. El colegio de la compañía de Jesús (Granada) poseía para entonces el
archivo histórico de la Facultad de Teología y como se trata de un libro de índole devota,
se difundía principalmente entre las instituciones educativas de naturaleza religiosa.

Además, el Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad de Granada (UGR) atesora


un rico patrimonio bibliográfico que refleja la dilatada trayectoria de la institución, al
servicio de la docencia y la investigación, tras su fundación, por iniciativa real, en el año
1531. Su colección de Fondo Antiguo, compuesta por más de 80 000 títulos que abarcan
desde el siglo XIV hasta el siglo XX, se custodia en la Biblioteca del Hospital Real. Desde
el punto de vista cuantitativo, ocupa el séptimo puesto, en cuanto al número de fondos

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pertenecientes a Patrimonio Bibliográfico, en el ranking de Bibliotecas Universitarias con
Fondo Antiguo elaborado por el Grupo de Trabajo de Patrimonio Bibliográfico de la Red
de Bibliotecas Universitarias. En la actualidad, gran parte de los fondos han sido
digitalizados gracias al Proyecto Ilíberis y están accesibles a texto completo a través de
Digibug, repositorio institucional de la Universidad. El origen de la Biblioteca
universitaria como institución se remonta a la fundación del «Estudio General de Lógica,
Filosofía, Teología y Cánones», tras la visita del rey Carlos I de España (Carlos V) a la
ciudad de Granada, en el año 1526. En esta primera etapa, la biblioteca se vincula al
Colegio Real y se ubica en el salón principal de la Curia. Por lo tanto, se encuentra
sometida a la autoridad eclesiástica. En 1980 la biblioteca central se traslada
definitivamente al antiguo edificio renacentista del Hospital Real, sede del Rectorado.
Ocupa el crucero y, en ella, se ordena reproducir las estanterías del antiguo Colegio jesuita
de San Pablo. Además de una sala de lectura e investigación, alberga la dirección y los
servicios centrales de la biblioteca universitaria.

Los manuscritos más valiosos datan de los siglos XVI y XVII. Destacan los códices
Granatensis (siglo XVI) y el Slavicus Granatensis (siglo XVII), la Bula fundacional de la
Universidad (1531), las cartas náuticas (XVII), los comentarios de las Guerras de las
Galias y, por último, el libro sobre Cirugía de Teodorico Borgoñón (1509). En cuanto a
la temática, es rica y variada, fruto de su dilatada trayectoria como institución, así como
de la confluencia de colecciones de diversa procedencia. Principalmente son de tipo
religioso, científico, literario y jurídico. Sus principales usuarios son los investigadores
que acuden a consultar sus obras de manera local o presencial y remota.

Por su parte, la biblioteca también dispone de un Fondo Moderno destinado a satisfacer


las necesidades de investigación, docencia y aprendizaje de la Universidad. Los fondos
se dividen en grandes colecciones fruto de donaciones, incautaciones y legados, como por
ejemplo la Compañía de Jesús mencionada anteriormente. Al igual que otras bibliotecas
universitarias, es la colección más vasta y valiosa desde el punto de vista cuantitativo
(70.000 volúmenes) y, también, debido a su elevado grado de interés. Está constituida por
manuscritos, incunables, impresos y legajos firmados por los miembros de la Orden, o
bien, por los Santos Padres y las Sagradas Escrituras. Entre las obras, destacan los
incunables de Aegidius Romanus, San Alberto Magno y Sebastián Brandt.

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103. Ystoria de las Yndias del capitán Gonzalo Fernandes de Obiedo.
Primera edición en Toledo, 1526.

Este ejemplar ha sido encontrado a través la Historia general y natural de las Indias, de
la cual hay varios manuscritos y ediciones (ver en el capítulo siguiente, III Descripción
bibliográfica). Fue un trabajo laborioso, concienzudo, largo y lento, lo que permitió al
autor sucesivas ampliaciones; en verdad la redacción de la Historia tuvo lugar a lo largo
de un tiempo dilatado, con frecuentes interrupciones y con la atención del autor puesta en
otros asuntos, lo que puede justificar en el lector alguna sensación de desor- den. Ha
llegado a ser calificada de obra falta de unidad sistemática, de caos. Consecuen- temente,
pudieron darse cambios en la perspectiva del escritor a la hora de observar con respecto
al momento de recordar y valorar hechos, incluso algún autor (O’Gorman) ha subrayado
las diferencias descriptivas de la Historia en sus primeros diecinueve capítu- los, por
ejemplo, con respecto al Sumario en que trata materias afines.

Por otra parte, merece ser subrayada la existencia de los manuscritos de Oviedo en
diferentes lugares. Real Academia de la Historia, 6; Palacio Real, 2; Bibl. Lázaro Gal-
diano. Hay, además, siete manuscritos parciales en la RAH. Las principales ediciones
realizadas son las de Sevilla, 1535; Salamanca, 1547; Madrid, 1851-1855; Madrid, 1925-
1930; Madrid, 1959; Madrid, 1991; Madrid, 2006; Madrid, 2011; parcialmente, el «Libro
XX» en Valladolid, 1557, y en Madrid, 1944; también fueron publicados otros
fragmentos de la Historia de Fernández de Oviedo (los Viajes de Colón, Naturaleza,

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Nicaragua, Puerto Rico, Darién). Asimismo son reseñables las traducciones totales o
parciales de esta obra, al menos cuatro al francés, cinco al inglés y una al italiano.

Nacido en Madrid, en agosto de 1478, de familia hidalga, Gonzalo Fernández de Oviedo,


“el primer cronista oficial de las Indias, el historiador paciente, minucioso y juicioso de
la naturaleza física de América”, como lo llama Antonello Gerbi habría de comenzar su
vida por las mismas fechas en que los Reyes Católicos iniciaban su reinado, muriendo en
el año en que abdicaba Carlos V, retirándose definitivamente a Yuste, en 1557. Su
existencia y escritos habrían de coincidir, por lo tanto, con el punto de máxima expansión
del poder imperial de España, y su marco histórico no sólo incluiría la finalización de la
reconquista, contra los moros, el firme asentamiento de los pendones ibéricos en la
península itálica, la ascensión al trono imperial de un monarca español sino también, en
ámbitos distintos al europeo, con el descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo, en la
cual él participaría muy de cerca, y con el primer viaje en torno al globo. Este cortesano
madrileño del siglo XVI habría de viajar media docena de veces al Nuevo Mundo, y
finalmente habría de morir allí, en Santo Domingo, donde había residido sus últimos 25
años. Sin embargo, antes de su partida a Las Indias, el 11 de abril de 1514, como vendedor
de las fundiciones de oro, escribano mayor de minas y del juzgado de heriar a los indios,
centro de la expedición de 2000 hombres y 22 navíos que comandaba Pedrarias a Castilla
de Oro, Oviedo ya había hecho un dilatado periplo europeo que incidiría de modo
definitivo en su formación.

Su obsesión por echar por tierra a Pedrarias, sus acusaciones ante el Emperador se
estrellaron contra los apoyos del influyente Gobernador en la Corte, y la demanda con-
cluyó con una multa para Oviedo. Sin embargo, G. F. de O. seguía interesado en las Indias
y logró la gobernación de Cartagena de Indias, el título de capitán y hasta un es- cudo de
armas (1525). Al decir de él mismo, tuvo numerosas conversaciones con el Emperador y
le relataba muchas cosas de la naturaleza de las Indias. Fue entonces cuando concluyó e
imprimió su Sumario de la natural historia y la Respuesta a la epístola moral del almirante,
así como su Relación sobre Francisco I y la traducción de una obra de Boccaccio. De
regreso a las Indias viajó (30 de abril, 1526) junto a Pedro de los Ríos, que iba a tomar
posesión de la gobernación de Nicaragua. Oviedo iba con ánimo de colaborar en el juicio
de residencia al gobernador anterior, precisamente Pedrarias Dávila; no tuvo ocasión de

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presentar cargos contra él por resolverse el juicio mediante acuerdo con el nuevo. Tras un
recorrido por aquellas tierras, retornó al Sur, a su gobernación de Santa Marta y
Cartagena, que dejó, y partió hacia Panamá (1529) y, a continuación, a Santo
Memorial de Gonzalo Fernández de Oviedo sobre el mal gobierno de Pedrarias Dávila
presentado al Rey el año 1523.
El mismo año iniciaba su cuarto viaje a Indias. Arribado a Santo Domingo, obtuvo la
alcaldía de la fortaleza de la capital y como Alcaide actuó satisfactoriamente (el cargo de
veedor se lo traspasó a su hijo). Simultáneamente, con aprobación real, comenzó a
publicar su gran crónica de América (Historia General y Natural de las Indias), en la que
también mostró alguna habilidad como dibujante; para Carlos V era importante un texto
más en que basar la legítima posesión de las Indias, y confiaba en el autor. En 1536 se
hallaba de nuevo en Santo Domingo. En aquella capital atendió cuestiones familiares
(alguna deplorable), económicas y profesionales (de fortificación y defensa frente a los
franceses y a los piratas), y también escribió borradores de trabajos literarios que
proseguiría más tarde en Sevilla, como la traducción de las Reglas de la vida espiri- tual
del toscano al castellano, 1546, que miraba con cierto humor: «en la cual el impresor ganó
pocos dineros, e yo ninguno».
Cuando Oviedo regresó a España (1542), llevaba consigo la segunda parte de su Historia
General. Recibió el encargo de escribir una «breve relación de los oficios» de la casa del
príncipe don Juan, que andando el tiempo sería su obra Libro de la Cámara Real del
príncipe don Juan; además, amplió su Catálogo Real con un Epílogo o se- gunda parte
cuyos contenidos finaliza en 1534. Al año siguiente salía de imprenta su Historia General
y Natural de las Indias (primera parte) que tuvo un éxito notable y fue traducido
enseguida; tanto es así que, respecto a las versiones de la Historia, el propio autor
aseguraba que «estaba ya en lengua toscana e françesa, e alemana, e latina, e grie- ga, e
turca, e arábiga», pero dejando constancia de la lengua en la que él la escribió: «aunque
yo le escribí en castellana», por lo cual recibió acerbas críticas; Bartolomé de las Casas
se hallaba entre sus más conocido censuradores.

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110. El Palmerino de Ludobico Dulze. Ludovico Dolce, Palmerino
d’Oliva, Venecia, 1561.

Los libros de caballerías españoles tuvieron en Italia una excelente acogida y novelas
como Tirant lo Blanc y Amadís de Gaula fueron pronto objeto de curiosidad en los
ambientes cultos y cortesanos. En 1500 Isabel d'Este, marquesa de Mantua, encarga un
ejemplar del Tirant. De 1512 es la referencia de una carta de Pietro Bembo a la afición
quijotesca de un lector apasionado («il Valiero sepolto in quel suo Amadigi...»); el
Amadís, como se sabe, es una de las fuentes del Orlando Furioso (1516) de Ariosto. Otros
testimonios tempranos de notoriedad aparecen en el Cortegiano de Castiglione (1514-18)
donde se recuerdan la Ínsula Firme y el Arco de los Leales Amadores, y en el Libro de
natura de amore de M. Equicola (1525) donde se alude a Amadís «sotto il nome di Bel
Tenebroso». Merece la pena recordar que la primera edición del Amadís (Zaragoza, Jorge
Coci, 1508) conservada ahora en la British Library de Londres, fue encontrada en Italia,
en Ferrara, en 1872, donde la compró por una enorme suma el barón de Seillière.
El interés que las novelas españolas suscitaron se hace evidente si pensamos que varios
editores italianos se apresuraron a publicar en castellano nuevas ediciones de las novelas
más conocidas, como se aprecia en el siguiente listado:
1519 Amadís de Gaula, Roma, Antonio Martínez de Salamanca
1525 Las Sergas de Esplandián, Roma, Antonio Martínez de Salamanca y Jacobo de Junta
1526 Palmerín de Olivia, Venecia, Gregorio de Gregori
1533 Amadís de Gaula, Venecia, G. B. Pederzano e G. A. Nicolini da Sabbio
1534 Primaleón, Venecia, G. B. Pederzano e G. A. Nicolini da Sabbio

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1534 Palmerín de Olivia, Venecia, G. Padovano e V. Ruffinelli
Más adelante se tradujo al italiano la serie completa de Amadís de Gaula, de Palmerín de
Olivia y varias novelas independientes. Con la excepción del Tirant, que ya en 1501
Nicolò da Correggio había empezado a traducir a instancia de Isabel d'Este (la versión de
Lelio Manfredi fue publicada en Venecia por P. Nicolini da Sabbio en 1538), las
traducciones aparecieron a partir de 1544 y se convirtieron pronto en una verdadera
avalancha, un verdadero éxito editorial. Los responsables principales de esta empresa
editorial fueron el tipógrafo-librero Michele Tramezzino y unos traductores (entre los
cuales destacan Mambrino Roseo de Fabriano y Pietro Lauro de Módena) que trabajaron
en Venecia, entonces el centro más activo de la industria europea del libro.
En pocos años, de 1544 a 1551, salieron de las prensas de Tramezzino las traducciones al
italiano de casi todos los principales libros de caballerías españoles. Las primeras (1544)
fueron las de Palmerín (Roseo) y de Lepolemo (Lauro). Pronto se añadieron Primaleone
y Platir (1548).
Además de estos dos ciclos caballerescos más conocidos, se tradujeron varias novelas
aisladas, como Cristaliano di Spagna, Valeriano d'Ongaria, Leandro il Bello, Florambello
di Lucea, Belianis, Felice Magno y Specchio de' Prencipi e Cavalier y la novela «a lo
divino».
En cuanto a las traducciones de los libros del ciclo de Amadís, realizadas por Mambrino
Roseo de Fabriano y editadas en Venecia por M. Tramezzino, más que aspirar a
reproducir las finuras o la energía del original querían satisfacer las exigencias de la
industria tipográfica, a menudo apresuradas por la cercanía del plazo de impresión. Los
libros italianos tenían un aspecto bien diferente de los originales españoles: mientras estos
solían ser de tamaño folio, en letra gótica con grabados xilográficos, los italianos eran
volúmenes pequeños con portada sencilla y escritura cursiva, dirigidos a un público
amplio: novelas «de bolsillo», de fácil lectura y de precio asequible. Fueron un producto
típico de aquella literatura «de consumo» que prevalecía entonces en la industria editorial
veneciana. Por esta razón las traducciones de los libros de caballerías, de seguro éxito
comercial, constituyeron en Italia un corpus más variado y extenso que en otros países
europeos y Venecia se convirtió en un centro de irradiación privilegiado para la narrativa
caballeresca, con numerosas reimpresiones hasta los años 1620-1630.
A un nivel superior, aparecieron también algunas adaptaciones en verso, que en el cauce
de la tradición italiana competían con modelos de gran prestigio como Boiardo y Ariosto.
La más famosa fue el Amadigi de Bernardo Tasso, publicado en Venecia por Gabriele

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Giolito de' Ferrari en 1560. El poema, reelaborado durante largo tiempo según los
preceptos aristotélicos (el primer proyecto se remontaba a 1540), obtuvo un gran éxito.
Dividido en cien cantos en octavas reales y dedicado a Felipe II, exalta la monarquía
española cantando las gestas del valeroso caballero Floridante, príncipe de Castilla. En
cambio, el «polígrafo» Ludovico Dolce dedicó sus esfuerzos al ciclo de Palmerín,
proponiendo sus refundiciones en verso de Palmerino d'Oliva (XXXII cantos) y de
Primaleone, figliolo di Palmerino (XXXIX cantos) (Venecia, Giovan Battista Sessa 1561
y 1562).
Cuando la publicación de nuevas traducciones empezó a escasear, para seguir explotando
el éxito del género los editores animaron la redacción de libros nuevos, escritos en italiano
a la manera de los españoles: la primera de las continuaciones, La historia del cavallier
Flortir, salió en 1554; desde aquel momento, Tramezzino publicó un libro original tras
otro, multiplicando las aventuras de los hijos y nietos de los héroes.
El ciclo de Amadís, ya prolífico de doce volúmenes en castellano, a partir de 1558 se
alargó con las seis partes de Sferamundi di Grecia, libro decimotercero de Amadís; otros
siete volúmenes se intercalaron entre un libro y otro, y que, en muchos casos, como se
indica en el listado, fue la base para traducciones al francés, al alemán y al holandés:
1563 Aggiunta al quarto libro di Amadis di Gaula, Tramezzino (traducido al alemán)
1564 Il secondo libro delle prodezze di Splandiano, Tramezzino (traducido al alemán)
1564 Lisuarte di Grecia, libro Secondo, Tramezzino
1564 La terza parte di Amadis di Grecia, Tramezzino
1564 Agg. al secondo libro di don Florisello, libro delle prodezze di don Florarlano,
Tramezzino
1564 Agg. al secondo vol. di don Rogelio di Grecia, quarto libro di don Florisello,
Tramezzino,
1568 Il secondo libro di don Silves de la Selva, Tramezzino (traducido al francés, al
alemán y al holandés)
1558 La prima parte del 13º libro di Amadis, nel quale si tratta di... Sferamundi,
Tramezzino (traducido al francés, al alemán y al holandés)
1560 La seconda parte del libro di Sferamundi, Tramezzino (traducido al francés, al
alemán y al holandés)
1563 La terza parte dell'historia dello invitissimo principe Sferamundi, Tramezzino
(traducido al francés, al alemán y al holandés)

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1563 La quarta parte della historia del principe Sferamundi di Grecia, Tramezzino
(traducido al francés, al alemán y al holandés)
1565 La quinta parte dell'historia dello invitissimo principe Sferamundi di Grecia,
Tramezzino (traducido al francés, al alemán y al holandés)
1565 La sesta parte dell'historia dello invitissimo principe Sferamundi di Grecia,
Tramezzino (traducido al francés, al alemán y al holandés)
Por otra parte, el ciclo de Palmerín se enriqueció con siete continuaciones.
1560 M. Roseo, Il secondo libro di Palmerino d'Oliva, Tramezzino
1560 M. Roseo, La quarta parte del libro di Primaleone (Darineo di Grecia), Tramezzino
(traducido al francés)
1560 M. Roseo, Seconda parte e aggiunta... al libro di Platir, Tramezzino
1566 P. Lauro, Historia delle gloriose imprese di Polendo, Girolamo Giglio
1554 M. Roseo, Historia dove si ragiona... del cavallier Flortir, Tramezzino
1560 M. Roseo, Libro secondo del valoroso cavallier Flortir, Tramezzino
1550 M. Roseo, Il terzo libro di... Palmerino d'Inglaterra, Portonaris
El principal responsable de este «frenesí editorial» fue el tipógrafo, editor y librero
Michele Tramezzino, que a partir de los años treinta estableció en Venecia una verdadera
fábrica para la producción de literatura caballeresca. El escritor Mambrino Roseo nos
parece dotado de una fecundidad sorprendente; si pensamos que los libros contaban con
unos quinientos folios, la densidad de su producción en el periodo 1545-1565 resulta
francamente asombrosa. Se ha pensado que trabajase con un equipo de colaboradores,
como los aprendices en los talleres de los pintores. Sin embargo, hay también razones
para imaginarle trabajando solo. Su experiencia de traductor le proporcionaba un
formidable depósito de memoria narrativa, una enorme enciclopedia mental que
comprendía un conjunto de fórmulas que podían ser variamente combinadas, replicadas
e imitadas, ensamblando «piezas prefabricadas seriales» a partir del repertorio de la
tradición, según un procedimiento ya largamente practicado en España como en Italia.
Merece la pena citarse, por su amenidad y exactitud, la descripción del modo en que
Roseo, adoptando el pretexto del manuscrito inexplicadamente desatendido por los
historiadores anteriores, consigue enganchar las novelas interpoladas respetando las
historias sucesivas.
“De ordinario, al final de la mayor parte de los libros originales, se había dejado a
algunos personajes convenientemente desamparados en estado de encantamiento, y
habiendo hecho una selección de estos, el autor advertía que su antiguo compañero debía

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de haber sufrido el más lamentable de los olvidos; de otro modo, no se explica, por
ejemplo, que no aprovechara unos documentos que él había encontrado en un arca
particular de la magnífica librería de Caloiam, el emperador de Trebizonda. Así,
basándose en estos documentos, el autor quedaba en libertad para novelar
caballerescamente a sus anchas, hasta que su manuscrito tuviera material suficiente para
llenar unas quinientas páginas en octavo, y conducir después a los protagonistas
atropelladamente a Costantinopla, a bordo de un barco encantado, en el momento
preciso de empezar sus aventuras en el próximo libro, ya publicado”. (Thomas, p. 142)

No se puede dar cuenta de la importancia de estos libros sin subrayar su destino europeo.
Los volúmenes de Roseo se reimprimieron varias veces como componentes de las
diferentes series, alcanzando el mismo éxito que los libros castellanos y llegando incluso
a confundirse con ellos. Los editores franceses y alemanes los consideraron como parte
integrante de los ciclos y los tradujeron sin más a sus idiomas. Esto acaeció sobre todo
con las continuaciones de Amadís. Terminados los originales españoles, la imprenta
francesa se dirigió a las fuentes italianas: los seis libros de Sferamundi fueron traducidos
al francés y publicados a mediados de los años setenta. Todos los libros franceses,
incluidos los Sferamundi, fueron traducidos al holandés a partir de 1546 y al alemán entre
1569 y 1593. Así la traducción francesa englobó una parte importante de la escritura de
Roseo, haciendo luego de enlace con otras lenguas. Más tarde los editores alemanes,
acabada la traducción de los veintiún volúmenes que resultaban de la fusión del ciclo
francés con el italiano, decidieron añadir algún libro más. Fue así como en 1578 se
tradujeron las continuaciones italianas a los libros IV y V y, entre 1594 y 1595, se
publicaron tres nuevos libros originales en alemán que proseguían la narración de las
hazañas de la estirpe de Sferamundi. El ciclo amadisiano alemán llegó a contar, así, con
veinticuatro volúmenes.
El destino europeo de las continuaciones italianas del Palmerín no fue tan relevante: sólo
el suplemento al Primaleón fue traducido al francés y publicado en Lyon en 1583.
En Italia, como en España, estas novelas tuvieron admiradores y detractores. En principio
los editores ofrecían sus «productos» a la nobleza: los dedicatarios eran jóvenes de las
mejores familias de Venecia y de Ferrara y hay evidencias de que las damas los utilizaban
fantasiosamente en sus tertulias y juegos. Entre los lectores encontramos también
burgueses y soldados y se puede imaginar que entre 1569 y 1575 algún ejemplar pasó
entre las manos de Cervantes. En los ambientes literarios neoaristotélicos cundía el

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desprecio: «Le spagnole romanzerie quasi tutte di vanità son piene» (G. B. Pigna);
«Com'è possibile che piacere vi possino questi Amadís, Floriselli, Palmerini,
Splandiani..., ne' quali altro non si contengono che sogni d'infermi e narrazioni che non
hanno ne' del vero ne' del verisimile?» (O. Lando). El obispo Luigi Lollino (m. 1625)
llegó hasta la excomunión en su Amuletum adversus amadisianae lectionis maleficia.
Sin embargo, a pesar de las críticas, muchas generaciones de lectores amaron la
exorbitante imaginación de las novelas españolas, que entraron también a formar parte
del utillaje de escritores doctos: Ariosto y Tasso las comentaron favorablemente y se
inspiraron en ellas para la composición de sus obras.

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112. Sermones de Cornelio. Segundo libro. Fr. Cornelio Musso,
traducción española de Fray Diego de Zamora, Salamanca, 1602.

Los Sermones de Cornelio Musso han sido localizados en El proyecto de la Real


Biblioteca «Ex Bibliotheca Gondomariensi», que tiene como objetivo la edición
electrónica de los inventarios de la biblioteca que este embajador en Inglaterra del rey
Felipe III reunió en su Casa del Sol de Valladolid, y que en el primer tercio del siglo XIX
pasó a la Particular de S.M. El titulo que aparece en la biblioteca mencionada es: Primera
parte de los Sermones de Cornelio Muso, obispo de Bitonto y traducidos de lengua
toscana a castellana por el padre Diego de Zamora de la Orden de Predicadores. En
Salamanca por Andres Renaut 1602.

La traducción de obras italianas en los Siglos de Oro se halla estrechamente ligada a una
confluencia de factores: por un lado, el prestigio de la cultura renacentista y la dominación
española en su centro irradiador; por el otro, el repliegue autoritario del catolicismo frente
al desafío protestante y el nacimiento de una ideología imperial. En el primer caso, el
efecto fue un empuje sin precedentes a traducir; en el segundo, un freno a la libre
recepción de los textos, sometidos a la doble criba de la selección y la censura.
Importantes consecuencias ideológicas tuvo además el hecho de que en 1520 se sumara
a la conquista de América la reunión del imperio germánico y del reino de España en la
persona de Carlos de Habsburgo, porque ello acentuó el orgullo de un imperio «donde no
se ponía el sol» mientras restaba autoridad al saber antiguo en nombre de la amplitud sin
límites del Nuevo Mundo (Maravall 1963). Paradójicamente esta ideología de fondo
contrastaba con el prestigio de la cultura renacentista imbuida de clasicismo, cuyo influjo

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sobre los literatos españoles creció al abrigo de múltiples y prolongados contactos con la
península dominada (no es preciso recordar que Garcilaso pasó los últimos y más
fecundos años de su vida en la Nápoles de Sannazaro, o que Cervantes alternó varias
estancias en distintas ciudades italianas entre 1570 y 1575). Se abría así una fase
expansiva y a la vez contradictoria de la importación cultural, con decisivas
consecuencias para la historia de la traducción, que a menudo se mezcló con la imitación
y adquirió una dignidad literaria sin precedentes. Fundamental fue para ello la publicación
en 1534 del Cortegiano de Castiglione traducido por Boscán con «la última lima» de
Garcilaso (Morreale 1959, Piras 1999), y ello no solo por la calidad del resultado, «el
mejor libro en prosa escrito en España durante el reinado de Carlos V» (Menéndez Pelayo
1942), sino también porque en su carta dedicatoria a Jerónima de Almogávar, Garcilaso
defendía la posibilidad de una perfecta traducción capaz de hacer olvidar el origen del
libro («diose Boscán en esto tan buena maña que cada vez que me pongo a leer este su
libro […] no me parece que le hay escrito en otra lengua»), y a la vez reconocía la urgente
necesidad de importar obras foráneas para compensar la pobreza de las nacionales
(«apenas ha nadie escrito en nuestra lengua sino lo que se pudiera muy bien escusar»,
ibidem).

Traducir y naturalizar era, en suma, la palabra de orden para superar el gap cultural con
los logros del Renacimiento. Cerca de un siglo después, la imitación había cambiado la
faz de la poesía española, pero, en cuanto al arte de traducir, Cervantes hacía un balance
mucho menos optimista: por un lado restaba valor al traslado «de lenguas fáciles»
(Quijote II 62), por el otro encarecía la dificultad de óptimas versiones poéticas,
aduciendo como prueba el fallido intento de Jerónimo de Urrea con el Orlando furioso de
Ariosto, «que le quitó mucho de su natural valor» (Quijote I 6), aunque reconocía dos
importantes excepciones: el Pastor fido de Guarino en la versión de Cristóbal Suárez de
Figueroa, y el Aminta de Torquato Tasso en la de Juan de Jáuregui, ambas capaces de
poner «en duda cuál es la traducción o cuál el original» (Quijote II 62). Entre la
experiencia de Garcilaso y la de Cervantes transcurre el grueso de las traducciones
españolas de obras italianas en los Siglos de Oro, cuya cifra total alcanza los tres
centenares si se añaden las versiones aisladas de poesías, los traslados del latín y el aporte
de literatura religiosa, indispensable para completar el cuadro general de una época
marcada por los conflictos de creencias (Farinelli 1929, Meregalli 1964, Muñiz 2007,
Proyecto Boscán). Las obras religiosas vivieron una inflación de traducciones: el célebre

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Roberto Bellarmino, responsable de los procesos contra Giordano Bruno y Galileo
Galilei, acumuló siete entre 1615 y 1650, aunque el autor más divulgado fue, sin duda, el
jesuita Paolo Segneri, con trece traducciones, la mayor parte debidas a José López de
Echáburu. En cuanto a la oratoria sacra, los sermones de Cornelio Musso y de Francesco
Panigarola fueron puestos en castellano el año 1602, respectivamente, por fray Diego de
Zamora y por Gabriel de Valdés.

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175. Seraffino. No identificado. Serafino. Opera dello elegantissimo
poeta Serafino Aquilano, Venetia, per Francesco de Tomaso di Saló e
compagni, 1548.

Este ejemplar ha sido localizado dentro de Archivi del Rinascimento, más


específicamente, dentro de la biblioteca de San Donà di Piave (Venecia), en la Collezione
privata Casagrande. Los Archivi del Rinascimento, son un proyecto de investigación que
tiene como objetivo promover la mejora de los repertorios digitales italianos y europeos
dedicados a la civilización del Renacimiento italiano. Consistente en un mapeo de la
información y los objetos recopilados en Archilet, Autographs of Italian Literati, Italian
Academies y Lyra. Ofrecen la oportunidad de realizar una investigación cruzada sobre
escritos y cartas autografiados, sobre la producción lírica y sobre la actividad realizada
dentro de las academias, con referencia a un gran número de autores, distribuidas en un
amplio período cronológico pero concentradas en particular entre los siglos XV y XVII.
A partir de septiembre de 2020, los datos relacionados con Edit16 y el aristotelismo
vernáculo en la Italia del Renacimiento se publican en los Archivos del Rinascimento; a
partir de septiembre de 2021 los datos relativos a la exégesis de Petrarca en la Italia del
Renacimiento.
La consulta conjunta nos permite acceder a diferentes bases de datos al mismo tiempo, y
recibir como respuesta una lista de resultados divididos por base de datos de origen y por
autores directamente involucrados. La noticia única consta de una breve descripción
acompañada del enlace al archivo completo presente en la base de datos original.
Además, los Archivi del Rinascimento fueron creados para relacionar proyectos que se
desarrollan de forma independiente, está abierto a colaboraciones e investigaciones
dedicadas al Renacimiento italiano en su conjunto.

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Serafino de 'Ciminelli (L'Aquila, 1466 - Roma, 1500) fue un poeta y músico italiano,
conocido bajo el seudónimo de Serafino Aquilano o dell'Aquila. Hijo de los nobles
Francesco Ciminelli y Lippa de 'Legistis, el joven Serafino fue a Nápoles en 1478 junto
con un tío materno y fue contratado como paje en el Conde de Potenza Antonio de
Guevara, iniciando el estudio de la música bajo la dirección de Guillaume. Garnier y,
posteriormente, Josquin Després. Regresó a Aquila en 1481, donde tal vez estudió a
Petrarca, y permaneció allí hasta 1484 cuando se mudó a Roma con el cardenal Ascanio
Sforza y en 1490 lo siguió a Milán, donde rápidamente se hizo apreciado por sus
habilidades como poeta. Al año siguiente regresa a Roma donde comienza a frecuentar el
grupo literario que se reunía en torno al secretario apostólico Paolo Cortese y entabla una
amistad particular con Vincenzo Colli, conocido como Calmeta, quien más tarde sería su
biógrafo. Pasó en 1493 al servicio de Fernando II de Aragón en Nápoles y conoció y se
asoció con Giovanni Pontano y Jacopo Sannazzaro. Más tarde fue llamado a Urbino en
Elisabetta Gonzaga, luego a Mantua en Isabella d'Este y luego a Milán. La obra poética
de L'Aquila, copiosa y polifacética, está compuesta por epístolas amorosas en rima, tres
églogas de carácter pastoril, dos actos escritos para ser representados (el Horóscopo y el
Reloj), una representación alegórica de la voluptuosidad y por la Virtud y fama que se
recitó entre 1495 y 1597 en la corte de Mantua, así como numerosas rimas de diversa
índole, como strambotti, sonetos y capítulos ternarios.

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