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Psicología interconductual y educación Zamudio Atilano Oscar Uriel

Trabajo final: Psicología Interconductual y Educación

Zamudio Atilano Oscar Uriel


Facultad de Estudios Superiores Iztacala
Grupo 2607
Licenciatura en psicología
Rojas Padilla José Roberto
28/07/2021

Resumen
En el presente trabajo, se abordan las diversas problemáticas que actualmente sigue viviendo el
sistema educativo mexicano, de entre las que destaca la baja calidad educativa. Asimismo, se
rescatan los intentos fallidos por parte del Sistema Educativo Nacional para solucionar dicha
problemática, por ejemplo, aumentos en puntajes de evaluación para ingreso a instituciones, el uso
de las TIC, nuevas reformas, etc. Por otro lado, se destaca el problema en la selección de la plantilla
docente y como esta entorpece la interacción de enseñanza, por esto mismo, a través de una
recopilación de varios autores, se hace mención el tipo de análisis y de evaluación que debería
usarse en el ámbito educativo desde un punto de vista interconductual, haciendo uso del término
competencia, explicándose a partir de la taxonomía de procesos comportamentales de Ribes y
López con el fin de aclarar su importancia para la evaluación y como objetivo meta del diseño
curricular. De esta manera, delimitando y centrando el aprendizaje en habilidades y competencias
que tengan una concordancia con el área de conocimiento de interés, buscando el ajuste variado a
las exigencias en situaciones novedosas y la tendencia a la efectividad de los egresados en
contextos dinámicos y cambiantes.
Palabras clave: Educación, Competencia, interconductual, taxonomía.
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Introducción

La educación en México, indudablemente, ha evolucionado constantemente con el fin según


el INEE (2018) de garantizar el derecho humano a una educación de calidad. Sin embargo, dicho
fin sigue siendo cuestionable, puesto que, para el 2018 México contaba con 125 millones de
habitantes, de los cuales, la mitad se constituía por persona menores de 28 años de edad, esto
representa una cantidad masiva de población a la cual atender, por otro lado, factores como la
diversidad cultural, la riqueza étnica, las distintas lenguas, la desigualdad, la exclusión social, la
pobreza y la gran dispersión de población en pequeñas localidades entorpece y limita el alcance
educativo que el estado pretende cubrir.

Ante dicha situación, el estado ha desarrollado el Sistema Educativo Nacional, el cual,


pretende ser un sistema amplio que abarque tres tipos educativos, educación básica, medio superior
y superior. Además, busca brindar atención en distintos servicios y modelos educativos, en tres
modalidades, correspondientes a la escolarizada, mixta y no escolarizada y, por último, abrir la
oportunidad para que instituciones particulares impartan estos mismos servicios en las mismas
opciones. (INEE, 2019)

Sin embargo, a pesar de este intento por parte del estado de generar una mayor cobertura y
de ampliar los grados de escolaridad cursados por las nuevas generaciones de mexicanos, aún no
se han podido resolver los serios problemas referentes a la calidad. Cabe aclarar que actualmente
la calidad del sistema escolar no se basa en estadísticas de reprobación o deserción, sino a partir de
la evidencia que genera el estudiante con base en su desempeño en pruebas estandarizadas, ya sea,
nacionales o internacionales. (De Ibarrola, M; 2012).

En ese sentido, las evidencias denotan que los niños y los jóvenes mexicanos no dominan
las nociones de matemáticas, lectura y ciencias naturales, de hecho, el porcentaje de alumnos que
se clasifica en la categoría de dominio insuficiente se coloca entre los más altos de los países que
participan en las pruebas. Así mismo, dicho desempeño no podría clasificarse como completo
indicador de la calidad, en todo caso, denotan la deficiente formación integral, por esto mismo, tal
como establece De Ibarrola (2012), para valorar la calidad educativa se deben poner en practica
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todo tipo de evaluaciones, por ejemplo, la evaluación para el ingreso al bachillerato, las pruebas de
evaluación del aprendizaje al egreso de la licenciatura, pruebas de evaluación para el ingreso a las
plazas docentes y una evaluación universal de maestros.

Y aunque, ante dicha premisa se ha tratado de poner en marcha diversas soluciones, tales
como, el incremento en el numero de aciertos en el examen para ingreso medio superior y superior
CENEVAL, la evaluación del desempeño de los maestros en el nivel básico, una nueva reforma en
el nivel preescolar con dos nuevas propuestas educativas, la introducción de las TIC en las escuelas,
etc. La realidad es que, pese a dichas propuestas y aunque los exámenes han ido cambiando, las
evidencias numéricas sobre la calidad no han mejorado y solo se han incrementado el número de
evaluaciones. (De Ibarrola, M; 2012).

Aunado a lo anteriormente mencionado, la educación en México sigue presentando la


misma problemática referente a la formación de profesionales que solo pueden limitarse a la mera
transmisión de conocimientos, de este modo, encontrándose lejos de procesos de enseñanza y
aprendizaje mucho más sofisticados y enriquecedores. Dicha problemática se origina desde la
conformación de la planta docente, ya que, dicha planta docente que trabaja en las instancias
educativas, en su mayoría, no cuentan con una formación didáctica adecuada, sino que su
incorporación a la labor docente se dio en un contexto de necesidades por cubrir, como si alguien
que ha cursado por el aprendizaje de una disciplina, instantáneamente, está preparado para un
ejercicio docente. (Morales., Silva, & Carpio; 2011).

En ese sentido, es cuestionable aseverar que se cuenta con escuelas de calidad, con docentes
preparados, instalaciones adecuadas, pero con egresados con desempeños ineficientes, sin éxito
profesional y con un bajo nivel de vida individual y colectiva. De esta manera, conseguir la calidad
educativa de alto nivel depende de la medida en la que se articulen las medidas gubernamentales
con la participación interdisciplinaria y se redimensionen los aspectos funcionales de las
interacciones de enseñanza-aprendizaje. (Morales., Silva, & Carpio; 2011).
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Desarrollo del tema

Como ya se abordo anteriormente, durante las ultimadas décadas en México la evaluación


educativa ha tenido un auge en lo institucional, lo pragmático y lo docente, de esta manera
buscando mejorar la calidad educativa y la excelencia académica. En el caso particular del
desempeño docente Morales., Silva, & Carpio (2011) han observado dos claras tendencias de
evaluación, en el primer caso, referente a las actividades llevadas a cabo por parte del docente en
el aspecto laboral dentro de una institución de educación superior y, por el otro lado, todo lo
referente a las modalidades y habilidades en su trabajo como agente enseñante.

Sin embargo, aunque hasta el momento al hablar de evaluación se hace referencia a la planta
docente, esta misma también gira en torno al alumnado, de tal manera, que al igual que los docentes,
el alumno es evaluado por su desempeño ante distintas pruebas. De este modo, es importante
aclarar lo que compone una evaluación, con la finalidad de evitar caer en ambigüedades y malas
praxis, en ese sentido, la evaluación debe ser definida como una actividad para medir y que se
aplica a ciertos criterios, de esta manera, denotando que las palabras “medición” y “criterios” hacen
alusión al comportamiento humano. (Varela, 2008)

Así que, si se centra la evaluación en el comportamiento humano podría medirse de diversas


maneras, por ejemplo, cuanto tarda un alumno en realizar un conjunto de operaciones, cuantas
palabras lee por minuto, como le pega a una pelota, que tipo de instrucciones puede seguir, etc. En
otras palabras, se puede evaluar todo tipo de comportamiento, pero se debe especificar previamente
el para que evaluar, cuando se evaluara, que se evaluara y como se hará. (Varela, 2008)

De esta manera, hacer un análisis evaluativo con respecto al comportamiento debe


abordarse de una manera sistemática y objetiva, debido a que, usar términos ambiguos, asumir
procesos interiores, etc. Ha provocado una inexactitud teórica acerca del proceso y con ello, un mal
abordaje y confusión a la hora de evaluar. En ese sentido, ante la necesidad latente, la psicología
interconductual ha aportado los elementos tanto teóricos como metodológicos suficientes para
abordar los procesos educativos en general, de entre ellos, destacando la taxonomía de procesos
comportamentales de Ribes y López que permite identificar en el comportamiento del alumno,
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cinco niveles de aptitud funcional (Contextual, suplementario, selector, sustitutivo referencial y


sustitutivo no referencial) en los que pueden agruparse los desempeños individuales de distinta
índole, como los académicos y profesionales, y que se entienden bajo el concepto genérico de
competencia. (Ibáñez, 2007).

Para poder definir con mayor profundidad que es y como identificar una competencia, es
indispensable aclarar que, en primer lugar, dicha taxonomía anteriormente mencionada se basa en
la lógica desarrollada por J.R. Kantor (1924-1926) la cual consiste en un modelo de campo en el
que se define lo psicológico como interconducta o interacción, es decir, como un evento situado
dentro de un campo de relaciones que se influyen unas a otras sincrónicamente, sin que ninguno
de los elementos determine unicausalmente el rumbo que ha de tomar la interacción. (Ribes, 2010)

Así que, de esta manera, las competencias implican un tipo de interacción, más
específicamente, el ejercicio de habilidades determinadas para satisfacer un criterio de aptitud
funcional, es decir, las actividades que definen una competencia no son fijas, sino que su
composición y organización van variando dependiendo del criterio funcional que satisfagan, de
modo, que ser competente implica que variando el criterio varíen también las habilidades
pertinentes. Por ello, tal y como indica Ribes (2010) el ser competente implica ser apto en el
ejercicio de habilidades diferenciales, es decir, ser competente es más que ser hábil o experto,
implica ajustar las habilidades, como ejercicio de conocimiento, a criterios funcionales de diverso
nivel.

De esta manera, en forma de síntesis, se puede definir a la taxonomía de procesos


comportamentales como un modelo y guía para la investigación del origen y el desarrollo gradual
de competencias, así como de las condiciones necesarias y suficientes para su establecimiento y
operación. Actualmente, la taxonomía de procesos se ha convertido en la principal herramienta
para la planeación sistemática de la formación profesional, ya que, además de lo anteriormente
mencionado, auxilia a realizar tareas referentes a la definición de la practica social, determinar el
ordenamiento o secuenciación en las que se deberá desarrollar el conjunto de competencias
profesionales, especificar las condiciones situacionales idóneas para el establecimiento de las
competencias y derivar criterios objetivos para la evaluación del aprendizaje, la enseñanza y del
propio diseño curricular. (Ibáñez, 2007).
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Por esto mismo, se ha buscado que los diseños curriculares, al menos a nivel superior, se
basen completamente en el concepto de competencia, ya que, aunque se aporten criterios y una
forma de análisis objetivos, los diseños curriculares tienden simplemente a describir el acomodo
que guardan los diferentes contenidos de los distintos cursos planteados, sin considerar los
requerimientos del área de conocimientos y necesidades del entorno social que delimitan el perfil
profesional del egresado, delimitando de esta manera las habilidades y competencias a establecer.
(Carpio e Irigoyen, 2005)

Además, dichos diseños curriculares, si bien es cierto, buscan planificar las situaciones de
aprendizaje, al igual, incurren en el error de alejarse de una planeación situacional de cada momento
de aprendizaje, se presentan como esquemas mecánicos, limitando las relaciones que guardan las
actividades de aprendizaje con el contenido, con las técnicas, y recursos. Principalmente, no
respetan las nociones básicas sobre el proceso de aprender, dando pauta a un modelo de aprendizaje
donde se equipará la noción de aprender a la repetición de actividades. (Díaz Barriga, 1980)

Es por esto, que el diseño curricular basado en competencias busca formalizar las estrategias
didácticas pertinentes a establecer en el proceso de aprendizaje, y de esta manera delimitar que
habilidades y competencias requiere el aprendiz para entrar en contacto con el discurso didáctico
de los diferentes materiales educativos. Por otro lado, establece la delimitación del profesional en
términos de desarrollo del área de conocimiento y de los requerimientos de la dinámica social, ya
que, toda profesión supone un saber científico y técnico, tanto en el orden teórico como en el orden
práctico. Es decir, toda profesión supone un conocimiento más o menos especializado y unas
habilidades vinculadas a ese conocimiento, que permiten actuar el saber. (Martin Baró, 2015)

Por último, este tipo de diseño curricular, también permite adecuar la enseñanza con base
en el perfil de ingreso que se requiere, el tipo de profesional que se quiera formar, bajo que
perspectiva teorica-metodologica, etc. Su valor educativo recae en la promoción de habilidades y
competencias a generar por el alumno para poder llevar a cabo su función social vinculada a un
contexto cambiante y dinámico, donde se requiere que su desempeño se ajuste de manera variada
y eficiente a los requerimientos y exigencias de dicho contexto como de su área especifica de
estudio. (Carpio e Irigoyen, 2005)
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Conclusión

A partir de todo lo anteriormente mencionado, cabe destacar que la propuesta de visualizar


el aprendizaje como las habilidades y competencias desplegadas por un alumno, permite un análisis
objetivo y claro de lo que pretende reflejar el plan curricular, ya que, por su parte las habilidades
permiten una adecuación efectiva del hacer con respecto a un desempeño especifico o una situación
particular determinada que posteriormente, pueden evolucionar en forma de competencias,
permitiendo una disposición a la efectividad en el cumplimiento de criterios, es decir, tener la
capacidad de resolver efectivamente situaciones problema satisfaciendo el criterio impuesto en las
mismas.

De esta manera, se refleja la importancia de lo que se ha estado hablando a lo largo de todo


el trabajo, teniendo a la educación basándose en las competencias se puede lograr que el proceso
de aprendizaje deje de recaer totalmente en el docente o en el alumno, sino que a partir de la
interacción entre estos dos, el docente medie el comportamiento del alumno en su relación con los
objetos de conocimiento, los aparatos, los eventos y las personas, a partir de un criterio de logro
por cumplir, valiéndose de estrategias variadas en su morfología. Por el otro lado, al alumno le
permite desarrollar las formas de comportamiento que posibilitan el cumplimiento de los criterios
impuestos en las distintas tareas y niveles de complejidad.

Así que, en conclusión, si dicha propuesta se lleva de la manera adecuada en una institución
educativa, fácilmente se podría llevar acabo un análisis funcional del alumno íntegro en relación
con su ambiente físico y sociocultural; y a la vez, considerar las condiciones necesarias y
suficientes bajo las que adquiere competencias, habilidades o destrezas específicas y particulares,
y de esta manera, teniendo resultados objetivos y mejorando la calidad educativa.
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Discusión

A pesar de tener una propuesta solida para la mejora en la calidad educativa, las
problemáticas se siguen presentando de distintas maneras, por ejemplo en la plantilla docente, que
por un lado, tal como indica De Ibarrola (2012) la misma legislación le afecta, y por el otro lado,
en su mayoría se encuentra consolidada de docentes que se encuentran en el servicio por
oportunidad más que por las habilidades educativas que posean, de esta manera, haría falta tener
nuevas propuestas para la formación de profesores en servicio.

También un punto a considerar, es el que expone Ibáñez (2007) con respecto a la


metodología para un diseño curricular, donde es necesario evaluar el perfil de competencias
profesionales que constituye el referente general y sumario del curriculum académico, ya que, no
siempre la institución académica lleva acabo este rubro. Asimismo, y concuerdo con el autor al
indicar que debe evaluarse constantemente el plan de estudios, puesto que constituye el medio a
través del cual se pretende lograr el perfil de competencias profesionales y por esto mismo debe
tener el fin de evaluar la estructura del plan, su funcionamiento y el nivel de efectividad.

Sin embargo, a pesar de todas las problemáticas que a lo largo del tiempo ha presentado el
ámbito educativo, se debe destacar que la integración del concepto de competencia presenta un
gran avance hacia lo que respecta una calidad de aprendizaje, y tal y como indica Carpio e Irigoyen
(2005) un diseño curricular debe considerar al aprendiz, al docente y la estrategia de enseñanza a
seguir. De manera general, dicha estrategia es promover la descripción de relaciones, reglas,
principios y operaciones, así como implementar condiciones que promueven transferencia de
comportamiento inteligente e individualizar situaciones de enseñanza.
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Referencias

Carpio, C. e Irigoyen, J. (2005). Psicología y educación.

De Ibarrola, M. (2012). Los grandes problemas del sistema educativo mexicano. Perfiles
educativos. 34, 16-28

Díaz Barriga, Á. (1980) “Un enfoque metodológico para la elaboración de programas


escolares”. Perfiles Educativos, No. 10 pp. 3-28.

Ibáñez, C. (2007). Diseño curricular basado en competencias profesionales: una propuesta


desde la psicología interconductual. Revista de educación y desarrollo 6(2) 45-54.

INEE (2019). Panorama educativo de México. Indicadores del sistema educativo nacional
2018. Educación básica y Media Superior. México, INEE. Pp. 37-75

León, A., Morales, G., Silva, H. & Carpio, C. (2011). Análisis y evaluación del comportamiento
docente en el nivel educativo superior, En V. Pacheco y C. Carpio, coord. Análisis del
comportamiento. Observación y métricas. México: UNAM – FES Iztacala, pp. 79-99.

Martin-Baró, I. (2015). Ética en psicología (1980). Teoría y critica de la psicología (6).

Ribes, E. (2010). El concepto de competencia: su pertinencia en el desarrollo psicológico y la


educación. Bordón 63(1) 33-45.

Varela, J. (2008). Psicología educativa. México: Repositorio de la Universidad de


Guadalajara.

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