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En 1995 me fui de Italia (tras jugar con el AC Milan y la Sampdoria de Génova) hasta Inglaterra
para unirme al Chelsea de Londres. De
nuevo tuve que adaptarme. Sin embargo, esta vez no fue a causa de la
veces; más bien fue porque casi ningún miembro del equipo estaba a la
altura que había visto en Italia. Eran buenos futbolistas, sí, pero tenían otro nivel. Pasé de jugar
entre lo mejor de Europa a una medianía
resultar duro para los nuevos jugadores: es difícil aprender a jugar con
rapidez y en constante movimiento, a la vez que te apañas para evitar las patadas y los empujones
del otro equipo. Pero yo contaba con una
punto de mira en varias ocasiones. Mi compañero Mark Hughes (exjugador del Manchester United
y
que está a punto de suceder, así que tienes más tiempo para hablar, para
decir a los demás lo que tienen que hacer y para dar consejos. Al final, los demás jugadores se dan
cuenta y acaban jugando como tú quieres.
Fútbol inglés
lanzaba la pelota a ciegas hacia las gradas. Lo cierto es que yo pensaba que podíamos armar un
ataque desde la
Para mí, la Premier League fue el lugar ideal en el que estar en ese
momento. Todo el mundo decía que el ritmo era muy rápido y que cada
partido era una batalla, pero yo sentía que tenía tiempo y espacio de
tiempo, pero estaba claro que no estaba bien y tuve que estar apartado del terreno de juego
durante un par de meses. Me encantaba Inglaterra. Como es lógico, tenía que hablar en inglés
nadie sabía inglés, así que tuve que apañarme con mi conocimiento
mínimo del italiano. Ni siquiera el técnico Arrigo Sacchi chapurreaba
fuerte acento italiano: «Yo Gullit, yo entrar y salir del área». Además, no dejaba de gesticular con
las manos para enfatizar, y se le hinchaba