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Cuando el premio era de diez libras,

saltaban chispas en el campo. Sabía por experiencia que a los jugadores les encantaban estas
cosas y que las disfrutaban de verdad.

Una vez nos enfrentamos con el Ajax en un partido amistoso. En

concreto se trataba del fantástico equipo que había forjado Louis van

Gaal y con el que había ganado la Liga de Campeones. Yo conocía el

sistema 433 del Ajax como la palma de mi mano, así que mi

preocupación inmediata fue hallar una manera de marcar la diferencia. La consigna fue «Pasar el
balón a Hughes y hacer que sus

centrocampistas suban hacia delante». No era una idea especialmente astuta ni revolucionaria,
pero sabía que los centrocampistas del Ajax odiaban tener que correr tras sus

rivales. Como siempre procuran jugar en el campo contrario, no

estaban acostumbrados a cubrir tanta distancia. Su estilo de juego se

basa en la posesión. Solo piensan en el futuro, y lo que suceda en la

defensa se solucionará por sí solo. Un grave error, sin duda. El Ajax tenía muchas posibilidades,
pero

fuimos nosotros los que ganamos el partido. Patrick Kluivert, el

delantero del Ajax que luego jugó con el AC Milan y el F. C.

Barcelona, me buscó después para felicitarme por el resultado, y sobre

todo por las tácticas: «Bien hecho, Ruudje».

Como es normal, después de haber pasado tantos años compitiendo en el fútbol holandés, sabía
cómo jugar contra el Ajax. La cuestión era

contar con los jugadores adecuados para lograrlo. Sin Hughes, no

habría funcionado.

Las cualidades específicas de Hughes resultaron decisivas porque el

Ajax no sabía cómo enfrentarse a él. De hecho, Van Gaal se puso a

hacer cambios enseguida, y más tarde se justificó diciendo que aún

estaba organizando su equipo... Desde luego, yo no me lo tragué.

Hay que situar a los jugadores en función de sus cualidades, y eso es

lo que traté de hacer siempre, en la medida de lo posible. Cuando

hacíamos ejercicios técnicos en las sesiones de entrenamiento, nos


acompañaba gente como Zola, Roberto Di Matteo y Franck Leboeuf, que podían hacer lo que les
daba la gana con el balón. Además,

también se encargaban de ayudar a los demás jugadores en el campo.

Como entrenador puedes dirigir a los futbolistas, pero depende de ellos

trabajar en equipo. Yo me limité a mostrarles el modo de actuar. Y no

debí de hacerlo muy mal, porque ese año ganamos la Copa de

Inglaterra.

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Siempre he tratado de resolver las tensiones de forma distinta, tanto al

jugar como al entrenar. Me quedaba con lo positivo e intentaba hacer que fuera divertido. Sin
embargo, a todo el mundo no le gustaba ese

enfoque, ni dentro ni fuera del club. A mucha gente del mundo del

fútbol le cuesta aceptar a las personas con sentido del humor. Como si no pudieran ser serias en
su trabajo. A mí siempre me ha costado

entenderlo. Como si ir todo el día con la cara larga y protestando te

haga ser más serio. Como entrenador necesitaba hallar un método

infalible, cosa que no resulta fácil, porque no tardas en perder el

contacto con tu verdadero yo. Y cuando te pierdes a ti mismo, no

rindes bien. Hay un montón de ejemplos de entrenadores que aparentan lo que no son y luego no
cumplen las expectativas.

Cuando mi amigo Robby Di Matteo era entrenador jefe del Shalke 04, se pasaba en el club desde
las siete de la mañana hasta las ocho de la tarde. Siempre que alguien le preguntaba si quería salir
a comer,

Robby decía: «No, la gente pensaría que no soy serio». Pero no le

sirvió de mucho: la directiva lo despidió al cabo de menos de un año.

De hecho, es más bien al contrario: si le das a los directivos, a los

jugadores y a tu personal la impresión de estar siempre ocupado con el

club y pierdes unas cuantas veces, estarás en la calle antes de que te des

cuenta.
Construir un equipo

Si miro atrás, me doy cuenta de que durante mi primer año en el

Chelsea aún estaba aprendiendo. Me limité a echar un vistazo por la

cocina, para ver qué ingredientes necesitaba el equipo para convertirse

rápidamente en una potencia dentro de la Premier League.

Para construir un equipo hay que empezar consiguiendo tener un eje:

del guardameta al delantero.

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