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Literatura y Cultura Grecolatina - Unidad II: Lit.

latina

Clase 9: El teatro latino

O bien antes, o bien luego de leer el documento de esta clase,


deberás comenzar con la lectura de las tres obras teatrales
latinas seleccionadas para su abordaje:

Séneca: Las troyanas


Plauto: Anfitrión
Terencio: Los hermanos

Todas se encuentran disponibles, digitalizadas, en la plataforma.

Introducción

Durante la época arcaica, a mediados del


siglo III a.C., adquirieron notoriedad dos formas de
representación, que se encuentran en las bases del
teatro y, más precisamente, de la comedia: la atellana
—a menudo referida como “farsa atelana”— y el
mimo. La primera constituía una forma improvisada,
originaria de Atella —una región al sureste de la
Península—, de la que sólo se preparaba un
argumento base, ya que los diálogos eran inventados
en el momento; los personajes —en principio cuatro, aunque luego se fueron sumando otros—1
eran formas estereotípicas con características bien definidas, que se identificaban con rapidez a
partir de las máscaras que los actores utilizaban:

• Maccus: la representación del tonto, interpretado además como glotón, perezoso e


insolente; en su fisonomía típica se encuentran una nariz picuda —como de un pollo—, joroba
y barriga prominente.

1
Manduccus era otro personaje de la farsa atelana, similar a un ogro, con una enorme boca y afilados dientes;
se encuentra en el trasfondo del Coco o Cuco, el monstruo popular que se alimenta de los niños
desobedientes.
Literatura y Cultura Grecolatina – Profesor Matías Sigot 1
• Pappus: una versión del hombre mayor, representado como “viejo verde”, libidinoso y
avaro, que se transforma por ello en objeto de burlas del resto de los personajes.
• Dossenus: otra variante del anciano, en este caso del prudente, que consigue salir
adelante de los problemas y sabe disfrutar de los placeres de la vida; también se lo muestra
jorobado.
• Bucco: el bocón, charlatán, fanfarrón y lascivo, que reúne una serie de rasgos morales
negativos; destaca por su locuacidad, mas no por su sentido común.

En el siglo I a.C., el escritor Lucio Pomponio —Lucius Pomponius, apodado “el


Boloniense”— recuperó las atelanas como género literario escrito; compuso alrededor de unas
sesenta obras, de las que se conservan sólo los títulos —La novia de Pappus, La hernia de Pappus,
Maccus disfrazado de muchacha, por mencionar algunos— y alrededor de unos cien versos sueltos.
Su obra parece haber eclipsado la de su contemporáneo Quinto Novio —Quintus Novius—, a quien
se le aribuyen algo más de cuarenta farsas atelanas. Otros autores de atelanas, cuyas obras se han
perdido casi en su totalidad, fueron Aprisio, Sila y Mumio (cfr. López y Pociña 2007).
El mimo —del latín mimus, y este del griego μῖμος / mῖmos, es decir “imitación”— por su
parte, fue una representación breve de escenas tomadas de la vida cotidiana, de tono festivo y
generalmente obscena; fue tomada directamente del mimo griego, que ya tenía trascendencia
desde el siglo V a.C. Como nota curiosa, figura la apertura del mimo en la incorporación de actrices
—quienes además, según indica Marcial, efectuaban con frecuencia desnudos integrales—,2
característica inédita en las otras formas de teatro en la antigüedad. En Roma, el género se
consagró cuando, en 46 a.C., Julio César organizó un certamen para determinar al mejor autor de
mimos, en el que participaron Décimo Laberio —Decimus Laberius, c. 105 a.C.-c. 43. a.C.— y
Publilio Siro —Publilius Syrius, c. 85 a.C.-c. 43 a.C.—, haciéndose acreedor del premio el segundo.
De las obras de estos autores casi nada ha sobrevivido, a excepción de los nombres de algunos de
sus textos y un conjunto de 734 Sententiae de Publilio Siro, que fueron muy difundidas en la época,
e incluso estudiadas en las escuelas. Otros mimógrafos menores fueron Núcula, Catulo —no el
poeta neotérico, sino un controvertido autor posterior, de la época de Calígula—, Marulo, Hostilio,
Léntulo y Emilio Severiano.
Algo más tarde, ya en tiempos de Augusto, el mimo evolucionó en pantomima, que se valió
únicamente de la gestualidad y el lenguaje no-verbal; los máximos cultivadores fueron dos libertos,
respectivamente ex-esclavos de Augusto y Mecenas, llamados Pílades —Pylades—, cultivador de
la pantomima trágica, y Batilo —Batillus—, quien se volcó a la variante cómica. Aunque fueron
rivales, escribieron en conjunto un tratado sobre la pantomima y llevaron a adelante obras conjuntas;

2
Manuel Gómez García (1997: 271) menciona que Dyonisia, una famosa actriz de mimos, llegó a ser
contratada por unos 200000 sestercios, una cifra exageradamente elevada para la época; piénsese que un
obrero cobraba, en promedio, entre 700 y 2000 sestercios al año.
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sin embargo, la disputa entre ambos llegó a tal virulencia que Pílades resultó exiliado de Roma,
donde pudo retornar tiempo después por pedido del público.

Tragedia y comedia en Roma

El teatro latino no tenía el carácter sacro del teatro griego; para los romanos, las
representaciones teatrales constituían un entretenimiento, aunque eran celebradas mayormente en
el marco de los ludi, ceremonias de orden religioso pertenecientes a las prácticas organizadas por
el Estado, como aclara Agustín Millares Carlo:

Las representaciones dramáticas, más frecuentes que en Atenas y estrechamente unidas a las
ceremonias del culto público, tenían lugar, en tiempos de Plauto y de Terencio, con ocasión
de los ludi megalenses, celebrados en el mes de abril en honor de la madre de los dioses; de
los apollinares, en julio; de los Romani o ludi maximi, en septiembre, y de los plebei, en
noviembre. Habíalas además con otros motivos, pues era costumbre que el general vencedor
las ofreciese al pueblo, que las organizaran los próximos parientes de un muerto ilustre,
etcétera. (Millares Carlo 1995: 23)

La primera obra dramática latina —aunque basada en los modelos griegos— de la que se
tiene registro fue compuesta por Livio Andrónico en 240 a.C., quien la presentó precisamente en los
ludi celebrados a propósito de la victoria en la Primera Guerra Púnica. Desde ese año, se incluyeron
obras de teatro en todos los ludi. Al igual que en la epopeya, el mencionado Andrónico, junto a Cneo
Nevio y Quinto Ennio son los antecedentes del teatro; compusieron, los tres, tragedias y comedias,
y fue Nevio quien se desprendió del modelo griego para crear obras con personajes romanos; Ennio,
por su parte, compuso una veintena de tragedias siguiendo el modelo de Eurípides, y se conservan
también dos tragedias —Sabinae y Ambricia— y una comedia —Caupuncula— de temas puramente
latinos.
Para distinguir el carácter de las obras, tradicionalmente se creó una división —tanto en la
tragedia como en la comedia, ambas denominadas fabula—3 de acuerdo con sus temáticas, origen
y personajes:

3
No se debe confundir esta denominación con nuestra concepción actual de “fábula”, ya que estaríamos
incurriendo en un anacronismo y en un error genérico; en latín, el término fabula designaba cualquier tipo de
representación dramática en verso.
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Lleva ese nombre por los coturnos o calzados altos de las
Fabula representaciones helénicas. Se trata de una adaptación de
cothurnata alguna tragedia griega tomada de las distintas épocas de esa
literatura.

TRAGEDIA
A partir de Nevio, aparece una tragedia de tipo nacional; su
nombre remite a la toga bordada en rojo que utilizaban los
Fabula
magistrados y los ciudadanos en los actos solemnes. Su
praetexta
finalidad era más patriótica, ya que tomaba su argumento y
personajes de la historia y las leyendas de Roma.

En ella, los actores visten el manto griego distintivo, que los


romanos llamaban pallium. El conjunto está compuesto, en su
Fabula palliata
mayoría, por adaptaciones o reversiones de la comedia nueva
helenística, sobre todo de obras de Menandro y Filemón.

COMEDIA
Para distinguirla de la palliata, el comediógrafo Titinio
instauró esta denominación, ya que los actores visten una
Fabula togata toga, vestimenta típicamente romana. En este caso, la
temática, la ambientación y los personajes pertenecen al
ámbito latino.

Como sucedió con otros géneros, los romanos adoptaron muchas características de la
tradición griega, sobre todo de la dramaturgia ática, especialmente en lo referido a la métrica. En la
tragedia, al principio sólo se admitían el trímetro yámbico y el tetrámetro trocaico. En los cantica o
partes cantadas de la obra, podían aparecer hexámetros, dímetros anapésticos, y otros tipos de pie.
En la comedia, que contenía mayor cantidad de partes cantadas y danzadas, la única parte hablada
utilizaba el senario yámbico; el recitado se valía del septenario y el octonario yámbico o trocaico; en
la parte cantada podían aparecer diversas formas métricas, a menudo aprovechando el recurso de
la polimetría. La música era aportada por un intérprete de flauta doble —el aulós griego—, que los
romanos llamaban tibicen, ya que la flauta doble era conocida como tibia, con sus partes
constitutivas tibia dextra —el tubo derecho, más grave, reservado a las partes serias— y la tibia
sinistra —el izquierdo, más agudo, usado en las secciones ligeras.

Sobre la tragedia

A continuación se realizará un recorrido por los principales autores de tragedia en el período


clásico romano:

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Marco Pacuvio

Marcus Pacuvius, nacido en 220 a.C. y muerto en 130 a.C. fue considerado por los romanos
como el más grande de sus poetas trágicos. Sobrino de Ennio, se especula que su relación de
parentesco con él le habría facilitado su ingreso al ámbito literario. De las obras de Pacuvio se
conocen los títulos de trece obras: una docena de cothurnatae y una praetexta —Paullus, sobre el
general Lucio Emilio Paulo, vencedor en la batalla de Pidna que finalizó con la Tercera Guerra
Macedónica—; de estos textos, han sobrevivido alrededor de unos 450 versos.

Lucio Acio

Amigo y sucesor de Pacuvio, Lucius Accius nació en 170 a.C. y falleció cerca del 86 a.C.
Desde muy joven destacó en la escritura de tragedias, y llegó a ser muy admirado por sus
contemporáneos; también se dice que era muy vanidoso y que mandó a construir una estatua de sí
mismo de grandes dimensiones, a pesar de que era bajo de estatura. Se conservan cuarenta y
cinco títulos de sus obras, que incluyen tragedias tanto de tipo griego como —en menor medida—
romano, entre las que se cuentan Los Eneidos y Bruto —con marcado contenido alegórico-político,
sobre la expulsión de Tarquinio el Soberbio. Compuso también una serie de volúmenes sobre
historia de la literatura que tituló Didascalias; escribió unos Annales en hexámetros, una obra
llamada Parerga —de contenido desconocido—, una Praxidica sobre agricultura y algunas poesías
amorosas.

Otros tragediógrafos menores del período clásico

Al referirse a otros autores de tragedias que desarrollaron sus obras entre el siglo III a.C. y
el siglo I a.C., el especialista Andrés Pociña Pérez (1974) cita los nombres de Atilio, poeta
contemporáneo a Plauto del que sólo han pervivido tres versos sueltos y el título de una comedia
no conservada, muy sugerente: Mysoginos; Pompilio, discípulo de Pacuvio, también muy
fragmentario y del que existen muy pocos datos; Gayo Ticio, conocido por haber sido citado en
algunos textos históricos, pero de quien no se conservan vestigios; Gayo Julio César Estrabón, un
afamado político de quien se conocen los nombres de tres tragedias —Adrastus, Teuthras y
Tecmesa— pero sólo se conservan cuatro versos; Casio de Parma, autor de una praetexta sobre
Junio Bruto —quien expulsó a los Tarquinios y terminó así con la monarquía—, antecedente de
Séneca en el desarrollo de la tragedia política; Lucio Cornelio Balbo alias “el menor”, para distinguirlo
de su tío del mismo nombre, quien escribió —en un hecho inédito en el teatro latino— un drama
sobre sí mismo, hoy perdido; Quinto Tulio Cicerón, hermano del afamado orador, quien escribió
unas cuantas obras de forma apresurada, que no pervivieron; Julio César también incursionó en la
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tragedia, con un Oedipus, aunque su producción no llegó a ser editada ni representada; y por último
un tal Santra, gramático contemporáneo a Cicerón, quien compuso una obra llamada Nuntii Bacchi,
de la que sólo se ha conservado el nombre y dos citas breves.
Apunta Andrés Pociña, como reflexión acerca de estos autores, que

la tragedia latina republicana ha conocido tres grandes y prolíficos cultivadores: 23 títulos


conservados de Enio, 13 de Pacuvio, 45 de Acio, unidos a los muchos que probablemente se
habrán perdido, parecen suficientes para abastecer un teatro en el que, contemporáneamente,
triunfaban las obras de un crecido número de cultivadores de diversos tipos de comedia:
palliata, togata, atellana y mimo. Empresa difícil debía ser el intento de sobresalir al lado de
esos tres grandes: sin duda Atilio y Pompilio no lo consiguieron; en cuanto a los demás,
creemos que ni siquiera lo intentaron. (Pociña Pérez 1974: 101)

Lucio Anneo Séneca

Lucius Annaeus Seneca, también llamado Séneca el Joven para distinguirlo de su padre,
fue un poeta, filósofo, orador y político del siglo I, ya que nació en Corduba —actual Córdoba, en
España— en el año 4 a.C. y falleció en 65 d.C., en Roma, condenado al suicidio por haber
participado en una conjura contra Nerón. De su amplitud de actividades, nos centraremos en los
aspectos literarios, ya que constituye uno de los escritores más prolíficos y destacados del período
postclásico.
Sus obras se pueden dividir de acuerdo a sus géneros, muy variados: en primer lugar, un
grupo de Diálogos, integrado por once textos de carácter moral; el segundo grupo está formado por
un epistolario conocido como las Cartas a Lucilio —Epistulae Morales ad Lucilium—, con 124
composiciones en las que Séneca expone, con un marcado desarrollo ensayístico, sus consejos y
reflexiones acerca de muy diversos temas; compuso también tres obras dentro del género de la
consolación —a Marcia, a su madre Helvia y a Polibio—; un conjunto de epigramas; las Naturales
quaestiones, con un acercamiento a la meteorología, oceanografía y mineralogía, en una fusión de
la filosofía con la física; la sátira Apocolocyntosis, o “Calabacificación”, una burla al estilo de las
menipeas, en contra del emperador Claudio, que lo había desterrado; y, por último, una serie de
tragedias cothurnatae.
Todas sus piezas trágicas están basadas en textos griegos, sobre todo de Eurípides. Sus
obras constituyen, además de las composiciones que hemos visto de los tres grandes
tragediógrafos griegos, las únicas representantes conservadas completas de la tragedia en el
mundo grecolatino, y las únicas íntegras del teatro trágico romano; estas son:

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Hercules furens —Hércules furioso—: está basada en el Heracles loco de Eurípides, en el
contexto del último trabajo —la búsqueda de Cerbero— del héroe; Lico, en la ausencia de
Hércules, pide a Mégara en matrimonio.

Medea: inspirada en la obra de Eurípides del mismo nombre, aunque con una importante
variación, ya que los niños habían quedado al cuidado de Jasón y no de su madre cuando se
dispuso su destierro; de ese modo, Medea mata a los niños en presencia del padre, para
acrecentar su venganza.
Troades: toma su nombre y su argumento de Las Troyanas de Eurípides, en el que las mujeres
troyanas son sorteadas entre los generales griegos.

Phaedra: una variación del Hipólito de Eurípides, ya que es la propia Fedra la que declara su
amor a su hijastro; en la obra euripídea, es la nodriza quien se encarga de comunicar al
muchacho el sentir de la mujer.

Agamemnon: en este caso, el modelo está tomado de Esquilo, con el regreso del rey a su
patria y su posterior asesinato por Clitemnestra y su amante, Egisto.

Oedipus: una reversión del Edipo Rey de Sófocles, aunque sin el direccionamiento hacia el
autorreconocimiento, lo que ha llevado a su lectura como una inversión del modelo griego.

Hercules Oetaeus —Hércules en Eta—: esta tragedia está basada en Las Traquinias de
Sófocles, en la que se representa la muerte del héroe. Existen algunas dudas en la crítica
respecto de la atribución a Séneca de esta tragedia.

Phoenissae —Las Fenicias—: involucra los pasajes finales de la vida de Edipo, luego de lo
ocurrido en Edipo Rey; equivaldría a una fusión entre Edipo en Colono de Sófocles y Las
Fenicias de Eurípides

Thyestes: en esta tragedia, que no se basa en ningún modelo griego clásico conservado, trata
la venganza de Atreo contra su hermano Tiestes, ya que éste había seducido a su mujer,
Aérope.

Además de estas nueve de tipo griego, se le ha atribuido a Séneca una tragedia de tipo
palliata —la única que ha sobrevivido íntegra—, llamada Octavia; esta obra trata de la primera mujer
de Nerón, repudiada y luego asesinada por su ex marido. Sin embargo, la crítica coincide en que
este texto no pertenece al escritor y filósofo, sino que fue compuesta algún tiempo después.

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Sobre las tragedias de Séneca existe un amplio debate, aún no zanjado, acerca de la
representabilidad o su imposibilidad (cfr. Vizzoti 2007; López y Pociña 2011), ya que en ocasiones
realiza reflexiones metaliterarias dentro de los dramas, aunque también incluye variadas didascalias
que sugieren un interés por la escenificación. Por otra parte, aún cuando en la época de Séneca ya
no eran tan frecuentes las obras de teatro, esto no quiere decir que hayan quedado completamente
olvidadas en la esfera cultural y poética.

Sobre la comedia

Al igual que hemos hecho con la tragedia, realizaremos un breve recorrido por los autores
centrales de la comedia latina en el período clásico:

Tito Macio Plauto

Titus Maccius Plautus es uno de los poetas cómicos más relevantes de la época clásica; se
estima que nació alrededor del 254 a.C., y falleció en Roma en el año 184 a.C. Se desempeñó en
su juventud como soldado, marinero —experiencia que se observa en variadas referencias al ámbito
del mar en sus obras— y campesino. Destacó como autor de palliatae, es decir, adaptaciones y
reversiones de comedias griegas; recurrió a referentes de la comedia nueva helenística como
Menandro, Filemón, y también a Antífanes,4 escritor de la comedia media.
Es, junto a Terencio, uno de los dos únicos comediógrafos del que han sobrevivido comedias
enteras; sin embargo, ya desde su propia época surgieron conflictos en torno a la autenticidad de
las obras plautinas. Aunque se le habían atribuido alrededor de 130 comedias, el crítico Marco
Terencio Varrón5 configuró un listado —fabulae Varronianae— de 21 obras consideradas totalmente
auténticas: Amphitruo o Anfitrión; Asinaria o La comedia de los burros; Aulularia o La comedia de la
olla; Bacchides o Las Báquidas; Captiui o Los prisioneros; Casina; Cistellaria o La comedia de la
canasta —o “canastita”—; Curculio o Gorgojo —como nombre propio—; Epidicus o Epídico;
Menanechmi o Los Menecmos; Mercator o El mercader; Miles gloriosus o El militar fanfarrón;
Mostellaria o La comedia del fantasma; Persa; Poenulus o El pequeño cartaginés —o púnico—;
Pseudolus; Rudens —la palabra refiere, en latín, a un cable de navío—; Stichus; Trinummus o Las
tres monedas; Truculentus o Truculento —como nombre propio—; y Vidularia o La comedia de la

4
Antífanes —Ἀντιφάνης / Antiphánes, c. 408 a.C.-c. 334 a.C.— fue, junto a Alexis de Turios, uno de los
máximos representantes del la comedia media griega; extremadamente prolífico, se calcula que escribió cerca
de 280 comedias, de las que han sobrevivido los títulos de unas doscientas, con sendos fragmentos de sus
textos.
5
Marcus Terentius Varro, nacido en 116 a.C. y muerto en 27 a.C., fue un escritor, militar —lugarteniente de
Pompeyo— y político. Destacó por sus numerosos escritos sobre la vida y cultura romana, en especial sobre
la agricultura.
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maleta. Como síntesis del argumento de cada una de ellas, se reproducen las notas de Aurora
López y Andrés Pociña:

Aulularia (La comedia de la cazuela): Euclión, viejo muy pobre y tacaño, que vive con su hija
Fedria y una sola criada anciana, encuentra una cazuela llena de monedas de oro que estaba
oculta en su casa; a partir de entonces vive con un sobresalto constante, ante el temor de
que alguien pueda descubrir su tesoro. Fedria había sido violada por el joven Licónides, que
ahora está enamorado de ella; también pretende desposarla un tío de aquél, el anciano
solterón Megadoro. Viene éste a pedir la mano de la joven, lo cual hace que Euclión caiga en
sospechas, pues no es normal que un rico desee contraer matrimonio con una pobre; de todas
formas acaba concediéndosela. Con motivo de los preparativos de la boda, decide Euclión
cambiar de escondite la cazuela del oro, ocasión que aprovecha para descubrirla un esclavo
de Licónides, que de este modo consigue apoderarse del tesoro. Se ha perdido el desenlace
de la comedia, en el que, una vez puesta cada cosa en su sitio, Fedria se casaría al fin con
Licónides, matrimonio al que colaboraría el oro encontrado por Euclión (como ya había
advertido el dios Lar en el prólogo), librándose de esta suerte de aquella preocupación que no
le dejaba vivir. Tenemos una de las más famosas comedias de Plauto, quizá debido, más que
a la belleza del argumento, a la figura tan interesante del viejo Euclión, que no es un ejemplo
de avaro, como se dice muy a menudo con un ligereza imperdonable, pensando en el
Harpagon de L’avare de Molière, sino un anciano pobre, bastante tacaño eso sí, al que el
descubrimiento del tesoro lo convierte en un terrible desconfiado que no puede vivir tranquilo
ante el temor de ser engañado por alguien: no olvidemos a este propósito que Ἅλιστος (El
desconfiado) de Menandro es el título de uno de los originales griegos que se han propuesto,
aunque sin demasiado peso convincente, como modelo para esta comedia.

Bacchides (Las Báquidas): Esta comedia gira en tomo a los amoríos de los dos adolescentes
y amigos Pistoclero y Mnesíloco con las meretrices gemelas Báquida I y Báquida II; el segundo
de ellos se cree engañado por su amigo al desconocer la existencia de las gemelas, lo que los
lleva a enfrentarse y a poner en riesgo el feliz desenlace, que de todas formas tendrá lugar
gracias a las buenas artes del esclavo Crísalo, el cual lo arregla todo como si se tratase de un
héroe troyano, y burlará una y otra vez a los dos ancianos padres, Nicobulo y Filóxeno; pero
ambos a su vez acabarán sumándose a la juerga de sus hijos con las meretrices, convencidos
por éstas en una larga y divertida escena final (vv. 1120-1211). No se conserva el comienzo
de Bacchides, comedia que presenta como importantes elementos de caracterización una
doble intriga amorosa, un doble engaño, con dos adolescentes, dos meretrices, dos viejos, si
bien la trama es conducida en última instancia por un personaje singular, el esclavo Clísalo.

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Captiui (Los prisioneros): Hegión ha perdido a sus dos hijos: Tíndaro le había sido robado
veinte años antes, cuando era un niño, por su esclavo Estalagmo, que lo había vendido en
Élide; Filopólemo había caído prisionero en la guerra contra los eleos. Ahora se dedica Hegión
a adquirir esclavos procedentes de Élide, esperando poder canjearlos algún día por sus hijos;
entre ellos, compra a Filócrates y a su esclavo Tíndaro, y decide mandar a este último a su
casa para que gestione el trueque de su amo; pero Tíndaro intercambia ropas y nombre con
Filócrates, facilitando que quien regrese a casa antes sea el amo y que quede como rehén el
esclavo. Hegión descubre el engaño que le han hecho y manda castigar a Tíndaro nada más
partir su joven amo. Pero Filócrates regresa para rescatar a su esclavo, trayendo consigo a
Filopólemo, así como al esclavo Estalagmo, que había raptado al niño de Hegión, que resulta
ser el esclavo rehén que ha mandado castigar. De este modo, el anciano Hegión recupera de
un golpe a sus dos hijos. Ya el propio Plauto reconocía en el prólogo (vv. 57-62) el carácter
diferente de esta comedia seria y sobria, en la que no aparecen «ni el lenón perjuro, ni la
meretriz malvada, ni el militar fanfarrón», sino una serie de personajes ejemplares que
construyen una humanísima comedia de nobles principios, eso sí, en detrimento de la habitual
fuerza cómica de las comedias de Plauto, de la que a todas luces carece.

Casina (Cásina): Un padre y un hijo están prendados de la joven esclava Cásina; para
conseguirla, pretenden recurrir al burdo recurso de casarla con sus criados, el padre piensa
en casarla con su granjero Olimpión, el hijo con su esclavo Calino. La disputa a favor de uno
u otro ha de resolverse por medio de un sorteo, en virtud de cuyo resultado Cásina debe
casarse con Olimpión, naturalmente para ir a parar a poder del amo viejo. Se fragua entonces
la burla, organizada por Cleóstrata, la esposa del viejo enamorado Lisidamo: en la noche de
bodas, Cásina es suplantada por el esclavo Calino, con el consiguiente escarnio de Lisidamo y
de su granjero. Se añade una anagnórisis final, gracias a la cual resulta que Cásina es libre
de nacimiento y de este modo podrá contraer matrimonio legal y sin problemas con el hijo de
Cleóstrata y Lisidamo; y este último, tremendamente burlado, tiene que suplicar perdón a su
mujer por su frustrado intento de engaño. Se trata sin duda de una de las comedias más
pícaras y simpáticas de Plauto, con el tema de la burla del viejo verde como elemento central,
al que se añade el ingrediente picante del travestimiento, que origina escenas tan divertidas
como aquélla en la que el granjero Olimpión, muerto de vergüenza, relata a las matronas
Cleóstrata y Minina y a la criada Pardalisca, que han tramado la artimaña, el resultado de su
noche de bodas con la falsa Casina (vv. 875-936).

Cistellaria (La comedia de la cestilla): La joven Selenia, que había sido expuesta en su infancia
y recogida por la alcahueta Melénide, no puede casarse con su enamorado, el joven
Alcesimarco, debido a su condición. El padre de éste intenta casarlo con una hija de su vecino
Demifón; de joven había violado éste a una mujer, con la que ahora está casado en segundas

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nupcias, y el matrimonio desearía recuperar a la hija que en tal ocasión habían tenido. Cuando
los dos enamorados están al borde de la desesperación y del suicidio, gracias a los juguetes
contenidos en una cestilla se descubre que Selenia es la hija de Demifón y de su esposa, con
lo cual nada impide ya que se case con Alcesimarco. A pesar de su desastroso estado de
conservación, que hace de Cistellaria la peor conservada de las fabulae Varronianae (hecha
excepción de la casi completamente perdida Vidularia), tenemos en ella un magnífico ejemplo
de comedia de reconocimiento, con todos los ingredientes de la exposición infantil de una
niña, posterior violación, enamoramiento, anagnórisis gracias a los juguetes de la infancia,
con la consiguiente recuperación de la ciudadanía y matrimonio final.

Curculio (Gorgojo): El joven Fédromo está enamorado de la joven Planesia, que, raptada de
niña, se encuentra en poder del lenón Capadocio. El parásito Gorgojo (Curculio), que presta
su nombre a la comedia, impide que la muchacha sea vendida a un militar, que a su vez
resultará ser hermano de Planesia, convirtiéndose de este modo de pretendiente en valedor
de Planesia, que en consecuencia ya podrá casarse con Fédromo. Esta breve comedia, la más
corta de las plautinas con sus tan sólo setecientos veintinueve versos, resulta un excelente
desarrollo completo de una historia de rapto infantil, dependencia de un lenón,
enamoramiento y anagnórisis; estos elementos hacen de ella una deliciosa obrita maestra,
con el mérito añadido de presentar uno de los más notables y mejor dibujados personajes
plautinos, el parásito Gorgojo.

Epidicus (Epídico): Complicada comedia de intriga, regida por el esclavo Epídico, que ha de
hacer frente siempre a las necesidades pecuniarias de su enamoradizo amo, el joven
Estratípocles, primero para comprar a la citarista Acropolístide, engañando a su amo viejo con
la treta de decirle que se trata de una hija que ha perdido, y después para pagar la deuda
contraída por la adquisición de una nueva enamorada, también a costa de embaucar de nuevo
al viejo Perífanes. El descubrimiento del doble engaño, que tan perjudicial podría ser para el
lioso Epídico, se soluciona afortunadamente para él, porque también se descubre que en
realidad la segunda enamorada de Estratípocles es la hija que había perdido Perífanes.

Menaechmi (Los Menecmos): Menecmo I, joven casado, mantiene relaciones con la prostituta
Erocia, a la que regala un manto que pertenece a su esposa. Llega en esto a Epidamno, la
ciudad en que habita, Menecmo II, un hermano gemelo suyo, del que está separado desde la
infancia, en que había sido raptado. Todos los personajes, incluido el parásito de Menecmo I,
su esposa y su suegro, son incapaces de distinguir al uno del otro, dando origen a una serie
de equívocos, que llevan al descubrimiento de las relaciones adúlteras de Menecmo I, e incluso
a considerarlo víctima de un ataque de locura. El reconocimiento de los dos hermanos pone
fin dichoso al equívoco: Menecmo I volverá a su patria de origen, Siracusa, con su su hermano

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Menecmo II, que vende sus bienes y abandona a su esposa, con la que desde hacía tiempo
mantenía unas relaciones poco agradables. Se trata de una de las obras más imitadas de
Plauto, como ejemplo máximo de comedia de equívocos, culminada por un excelente
desenlace, en el que nuestro comediógrafo enfrenta en el escenario a los dos gemelos en una
interminable escena de anagnórisis, que prolonga casi un centenar de versos para recrearse
en ella (vv. 1060-1162).

Mercator (El mercader): El anciano Demifón, que ha llevado una vida llena de sacrificios y
privaciones, envía a su hijo Carino a comerciar a Rodas, para de este modo apartarlo de una
vida del todo licenciosa. Allá marcha el joven, hasta que encuentra una prostituta, Pasicompsa,
de la que se prenda, la adquiere y regresa con ella a Atenas. Llegado al puerto, la mujer es
descubierta por el viejo, que también se encapricha de ella; el hijo intenta engañarlo, diciendo
que se trata de una criada que le trae a su madre. Demifón se compincha con su vecino, el
viejo Lisímaco, para que lleve a la muchacha a su casa, aprovechando que su mujer se ha ido
al campo. Pero inesperadamente regresa su esposa Doripa, encuentra a Pasicompsa en su
casa y culpa a su marido del intento de infidelidad. Por fin se descubre el entuerto, con la
burla de los dos viejos, el enamorado y su condescendiente amigo, que por fin hará las paces
con la ofendida esposa.

Miles gloriosus (El militar fanfarrón): El militar Pirgopolinices ha secuestrado a una muchacha,
Filocomasia, pero su enamorado, el joven Pleusicles, la descubre gracias a su esclavo
Palestrión; se instala en una casa de un amigo, lindante con la del militar, y hacen un agujero
a través de la pared, a fin de que los dos enamorados puedan verse cómodamente de forma
clandestina. Sin embargo, son descubiertos por el vigilante Esceledro, por lo que tienen que
recurrir a la estratagema de hacer creer que Filocomasia tiene una hermana gemela. Con
ayuda del amigo, engañan a Pirgopolinices, contratando a una prostituta para que se haga
pasar por su mujer y convenza al militar de que está enamorada de él, cosa que cree
Pirgopolinices ingenuamente y, descubierto en supuesto adulterio, recibe el castigo
consiguiente. Tenemos en esta comedia la más famosa caricatura del teatro plautino, el
engreído y majadero militar Pirgopolinices, cuya fanfarronería va implícita ya en su nombre,
algo así como «Polivencedordetorrelefantina», es decir, «Conquistafortalezasiciudades»,
nombre al que en realidad no hace gala más que de palabra. La burla a costa de este fanfarrón
es constante en la comedia: recuérdese, como ejemplo conspicuo, el escarnio que de él hacen,
en su propia presencia, primero el esclavo Palestrión, y luego la prostituta Acroteleucia y su
esclava Milfidipa en las escenas IV.iv y IV.v (vv. 1200-1283).

Mostellaria (La comedia del fantasma): Al igual que en Mercator y en Stichus, el asunto toma
como punto de arranque un viaje que realiza el viejo Teopropides, durante el cual su hijo

Literatura y Cultura Grecolatina – Profesor Matías Sigot 12


Filolaques, en compañía de su amigo Calidamates, arruina el patrimonio familiar. Regresa de
repente el viejo, y el esclavo Tranión le hace creer que su casa está habitada por un fantasma,
por lo que su hijo ha debido abandonarla; se presenta entonces un prestamista reclamando
una deuda, y se le vuelve a engatusar, diciéndole que Filolaques ha comprado una casa nueva;
desea el viejo conocer esta adquisición, y el engaño consiste ahora en mostrarle la de un
vecino. Pero de repente todos los engaños se vienen abajo con la aparición de otros dos
siervos del anciano burlado, que le cuentan la verdad. Calidamates defiende a su amigo
Filolaques y al esclavo Tranión de la lógica ira del padre y amo engañado en repetidas
ocasiones. A destacar el carácter novelesco que gira en tomo a la historia de la casa habitada
por fantasmas, tema tan grato a la fantasía popular, y la ingeniosa construcción de los engaños
con que se envuelve al infeliz Teopropides, cuyo nombre guarda relación con «adivino», arte
de la que carece por completo el pobre viejo.

Persa (El persa): El esclavo Toxilo queda al mando de la casa de su patrón, que se ha ido a
un largo viaje, ocasión que aprovecha el criado para darse a la buena vida; se enamora como
un adolescente libre cualquiera de una prostituta, Lemniselenis, que, como es habitual, ha de
comprarle al lenón Dórdalo. Se agencia los recursos gracias al esclavo Sagaristión, que recibe
una cantidad de dinero de su patrón para que compre unos bueyes, dinero que en realidad va
a parar a manos del lenón. Pero para engañar a éste, trama venderle engañosamente una
hija del parásito Saturión, a la que disfraza previamente de persa, al igual que al esclavo
Sagaristión; inmediatamente quedará la venta anulada, pero no el pago, por tratarse de una
mujer libre. Todo acaba de manera feliz con la habitual burla del lenón y una orgía en casa de
Toxilo. Un aspecto curioso en esta comedia es que gire en torno a los amores de un esclavo,
y que los personajes correspondan en su casi totalidad a bajas categorías (esclavos, lenón,
meretriz, criada), sin la presencia de más personajes de condición libre que el parásito
Saturión y su hija, una virgo que, igualmente en contra de lo normal en las comedias plautinas,
aparece en escena.

Poenulus (El cartaginesillo): Agorástocles, raptado cuando niño en Cartago, se ha convertido


en un rico adolescente, enamorado de Adelfasia, una muchacha cartaginesa que, junto con
su hermana Anterástilis, se encuentra en poder del lenón Lico. Para engañar al lenón trama
el esclavo Milfión una argucia, consistente en hacer pasar por militar a un esclavo, que va a
pedir hospitalidad en casa suya, descubriéndosele allí a continuación, con lo que el lenón,
sorprendido contraviniendo la ley, ha de aceptar lo que le ordene Agorástocles. A continuación,
de forma un tanto inconexa, se produce una triple anagnórisis, pues aparece el cartaginés
Hanón, que resulta ser nada menos que tío de Agorástocles y padre de Adelfasia y Anterástilis.
Dos elementos a destacar en esta comedia son el prólogo, que comienza con una alusión
paródica a la tragedia Achilles de Enio, y presenta un desfile curioso y muy ilustrativo de toda

Literatura y Cultura Grecolatina – Profesor Matías Sigot 13


clase de espectadores de una comedia (vv. 1-128), así como la presencia de Hanón en el
último acto, expresándose de forma sorprendente en lengua púnica.

Pseudolus (Pséudolo): El joven Calidoro está enamorado de la meretriz Fenicia, que se


encuentra en poder del lenón Balión; éste ha prometido no vendérsela a nadie más que a él,
pero se descubre que ya ha recibido quince minas de un militar que también la quiere para
sí: habrá que entregársela a quien, en su nombre, le traiga una determinada contraseña y las
cinco minas restantes. Con esta finalidad aparece Harpax, esclavo del militar, al que engaña
Pséudolo, quitándole una carta del militar, y haciéndose con las cinco minas que faltan logra
que su joven amo pueda conseguir a su Fenicia. El lenón es burlado y pierde además otras
veinte minas en una apuesta con el viejo Simón, padre de Calídoro, del que a su vez se burla
el propio Pséudolo en el último acto. Aunque no sea normal hablar de maestría en la
caracterización psicológica de los personajes de Plauto, sobresale en esta comedia el acertado
tratamiento de los personajes del esclavo Pséudolo y del lenón Balión, este última caricatura
humana de un tipo destestable muy frecuente en las comedias plautinas.

Rudens (La maroma): El viejo Démones vive en la costa africana, cerca de Cirene; una hija
suya, que actualmente se llama Palestra, le había sido raptada de niña; ahora está en poder
del lenón Labrace, y se ha enamorado de ella el joven Plesidipo, que paga el dinero exigido
por el lenón y se cita con él precisamente cerca de la casa de Démones. Pero éste, ambicioso
y falto de escrúpulos como todos los de su ralea, trata de escapar con sus chicas a Sicilia,
cuando le sorprende un temporal en el mar y naufraga su barco. Palestra y una compañera
consiguen llegar a la playa y se refugian en el templo vecino a la casa de Démones; el viejo
las defiende, y Plesidipo lleva al lenón a los tribunales. Un esclavo de Démones, Gripo, pesca
en el mar un baúl, donde se encuentran precisamente los juguetes de Palestra, por medio de
los cuales es reconocida por su padre, y puede por tanto casarse con Plesidipo. Sin lugar a
dudas la gran originalidad que tiene esta comedía dentro del conjunto de la obra plautina le
viene dada por su relación con el mar, tanto por lo que se refiere a la historia del naufragio
como la playa donde habita el viejo Démones y transcurre la trama. Como escribe con gracia
y acierto Della Corte, «la brezza marina, che alita per tutta la commedia, la rende fra le piü
fresche e aerate».

Stichus (Estico): Dos hermanos, Epignomo y Panfilipo, han tenido que irse lejos de sus
hogares en búsqueda de solución a sus maltrechas economías ejerciendo el comercio; para
hacerlo, han debido abandonar a sus esposas, las también hermanas Panegiris y Pánfila, que
aguardan inquebrantablemente, cual nuevas Penélopes, el regreso de sus maridos, a pesar
de que su padre Antifón quiere obligarlas a contraer nuevas nupcias, como si de viudas se
tratara. Retoman al fin los dos hermanos, enriquecidos para felicidad de ambas esposas, pero

Literatura y Cultura Grecolatina – Profesor Matías Sigot 14


no del parásito Gelásimo, que en el pasado había colaborado con ellos en la dilapidación de
sus haciendas. Como conclusión, se celebra una doble fiesta por parte de libres y de esclavos.

Trinummus (Las tres monedas): El viejo Cármides marcha a un largo viaje, confiando a su
amigo Calicles un tesoro escondido y toda su hacienda; mientras dura su ausencia, su hijo
Lesbonico malgasta el patrimonio y hasta llega a vender la casa familiar al propio Calicles.
Regresa entonces Cármides y se encuentra con un impostor, que trae dinero a Lesbonico de
parte de un amigo. El desenlace de la comedia se arregla gracias a un doble matrimonio;
Lesbonico se casará con la hija de Calicles, y su amigo Lisiteles con la hija de Cármides.

Truculentas (Truculento): La prostituta Fronesia mantiene relaciones con tres amantes


habituales: un joven ciudadano, Diniarco; un militar, Estratófanes; un adinerado campesino,
el joven Estrabace. A todos engaña, fingiendo un embarazo y un parto, de un niño que en
realidad resulta ser del joven Diniarco y de una muchacha Ubre a la que había violentado, y
con la que acabará casándose. Truculento es el nombre de un esclavo con un papel de menor
relieve en el desarrollo de la trama. La peculiaridad de esta comedia consiste en girar en su
totalidad en tomo a la insaciablemente ambiciosa Fronesia, que reúne en su persona sin
paliativos todos los defectos de las meretrices y maneja con todo descaro a sus tres amantes,
como si de muñecos se tratara.

Vidularia (La comedia de la maleta): Tan sólo conservamos de esta comedia poco más de cien
versos, buen número de ellos en fragmentos dispersos. Debía de ser parecida al Rudens, pues
en el reparto intervenían también aquí dos pescadores, Gorgines y Cacisto; el joven Nicodemo,
víctima de un naufragio, trabaja en casa de Dinia, un anciano que luego resulta ser su padre,
cosa que se sabe al recuperar del mar un baúl que pertenecía al joven, con objetos que
facilitan el reconocimiento. (López y Pociña 2007: 67-75)

La mayoría de las obras mencionadas se encuentran completas —salvo algunas pequeñas


lagunas—, con la excepción de Vidularia, que nos ha llegado muy fragmentada. Sin embargo, y en
esto se distingue la obra de Plauto de la de Terencio, no existen fechas fehacientes ni didascalias
—con la información de músicos y actores, por ejemplo— para casi ninguna de sus obras: sólo
Stichus, presentada en 200 a.C., y Pseudolus, de 191 a.C., proveen alguna precisión. La datación
ha sido históricamente un tema controversial, ya que los manuscritos han ordenado las obras
plautinas alfabéticamente.
Las estrategias de escritura de Plauto consistían en la reelaboración, más o menos libre, de
originales griegos; en algunas ocasiones, se explicita el nombre del autor y hasta de la obra utilizada
como fuente. No hay que pensar en esta forma de escribir como una “copia” o asunto negativo: en
la época, la imitatio —escribir “a la manera de”— y la contaminatio —la fusión de dos o más
Literatura y Cultura Grecolatina – Profesor Matías Sigot 15
elementos de textos anteriores en una obra nueva— formaban parte de los procedimientos
compositivos habituales, ya que era lícito tomar personajes, argumentos, espacios y acciones de
autores previos. Sin embargo, dado que las obras griegas no se han conservado, es difícil indicar
qué tanto hubo de préstamo y cuánto hay de factura propia en los textos del comediógrafo.
Por otra parte, son distintivos los personajes que Plauto incorporó, basándose en los
modelos helenísticos; más allá de sus nombres y variaciones de obra a obra, son categorías antes
que personajes, con características estereotípicas, en una evolución de los de la atellana. Los nueve
tipos de personajes plautinos distintivos son:

• Leno: el proxeneta o esclavista, antagonista por antonomasia


• Adulescens: el joven, frecuentemente enamorado, atolondrado y desobediente;
también forma parte de esta categoría la jovencita huérfana o pobre pero honrada
• Meretrix: la cortesana joven o de mediana edad, materialista e interesada
• Senex: el hombre viejo
• Servus: el esclavo, generalmente astuto y con frecuencia el héroe cómico
• Milites: el soldado, fanfarrón y pedante
• Parasitus: el parásito social, que se aprovecha habitualmente de los jóvenes
• Matrona: la mujer vieja, gruñona
• Cocus: el cocinero, pícaro y ladrón

Cecilio Estacio

Caecilius Statius nació alrededor del año 230 a.C. y falleció probablemente en 167 a.C. Fue
amigo muy cercano de Ennio, e incluso llegó a vivir en su casa. Gozó de mucha fama, al punto de
que un crítico literario del siglo I a.C., Volcacio Sedígito, lo puso en el primer puesto de su listado
de los diez mejores autores de comedia latinos; Horacio, posteriormente, lo mencionó en su Arte
Poética para quejarse de que el uso de neologismos que se les permitió a Cecilio y a Plauto ya no
era deseable en su época.
Su obra actúa como nexo entre la de los dos comediógrafos más destacados, ya que “se
sitúa en la historia de la palliata en el espacio intermedio entre Plauto y Terencio [...]; con más
precisión, representó sus comedias en parte cuando aún vivía Plauto, en parte en el espacio que
media entre la muerte de éste y el comienzo de la representación de las comedias de Terencio”
(López y Pociña 2007: 172). Se conservan cuarenta y dos títulos de su producción, exclusivamente
de palliatae, manifestada en casi 300 versos. Algunos de estos títulos los colocó en latín —a la
usanza plautina— y en otras mantuvo el griego original —en una estrategia terenciana—, para
explicitar el modelo helénico en el que se había basado; una muestra de ello se encuentra en que

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18 de sus títulos en griego son exactamente los mismos que los de comedias de Menandro, a quien
imitó.

Publio Terencio Afro

La obra de Publius Terentius Afer —nacido en Cartago cerca de 185 a.C. y muerto en 159
a.C.— está compuesta exclusivamente por seis comedias, que fueron las únicas que compuso y
estrenó durante su vida. Además, Gayo Suetonio Tranquilo, en el siglo II d.C. le dedicó una detallada
biografía, y Elio Donato, un gramático del siglo IV, elaboró concienzudos comentarios a cinco de
sus textos; estas fuentes, más la innumerable cantidad de citas y referencias que hicieron de él
otros escritores romanos, nos permiten conocer mucho más fehacientemente la vida y obra de este
autor que la de otros poetas contemporáneos suyos.
Las seis obras que integran el corpus terenciano, acompañadas de una breve síntesis, se
presentan a continuación:

Andria, o “La muchacha de Andros”, estenada en 166 a.C.,6 se basa en los problemas
amorosos de dos parejas: Pánfilo está enamorado de Gliceria, pero su padre —Simón—
prefiere a Filomena —hija de su amigo Cremes— como nuera; a su vez, Carino, amigo de
Pánfilo, está enamorado de Filomena y no quiere que la boda arreglada se lleve a cabo. Así,
se van dando una serie de enredos —que se complican aún más por la intervención de los
esclavos—, hasta que aparece Critón, un anciano de Andros que descubre que Gliceria es una
hija perdida de Cremes y, por lo tanto, hermana de Filomena; de este modo, los amigos
pueden casarse con las muchachas, cada uno con su amada, y los ancianos cumplen su deseo
de ser familia política.

Heautontimorumenos, que se traduce como “El atormentador de si mismo”, fue representada


en 163 a.C., con un argumento complejo: Menedemo se encuentra muy triste porque su
dureza como padre ha hecho que su hijo Clinia se fugue de casa, para enrolarse como soldado
en el extranjero; sin embargo, el muchacho regresa rápidamente, enamorado de Antífila. Para
mantener su constante de un doble conflicto amoroso, Terencio introduce también a los
personajes de Clitifón, amigo de Clinia, y a Báquide, una cortesana de la que el joven se
encuentra prendado. Los enredos se van sumando, especialmente para engañar a los padres
de los muchachos y para conseguir el dinero que Clitifón requiere para estar con Báquide. En

6
La cronología de las obras de Terencio es un tema aún controvertido, ya que diversas fuentes —incluidas
las propias didascalias de las comedias— brindan datos distintos y hasta incongruentes. Las fechas aquí
presentadas corresponden a las propuestas por K. Dziatzko, un filólogo del siglo XIX, que gozan de bastante
reconocimiento por la crítica. Lo que sí consituye un dato certero es el hecho de que Terencio estrenó las seis
comedias en Roma en un lapso de seis años, entre 166 a.C. y 160 a.C.
Literatura y Cultura Grecolatina – Profesor Matías Sigot 17
el final, las chicas resultan ser hermanas, Antífila y Clinia se casan, y Clitifón consigue que su
padre lo deje estar con Báquide, bajo la promesa de casarse según las convenciones sociales.
Eunuchus, es decir “El eunuco” fue estrenada aparentemente en 161 a.C. Trata de la cortesana
Tais, que mantiene relaciones con dos amantes; Fedria, un muchacho, y Trasón, un militar.
Este último le regala a Pánfila, una muchachita huérfana, y Fedria le promete a su amada un
eunuco; cuando la chica es llevada a casa de Tais, Querea —el hermano de Fedria— la ve y
se enamora de ella, por lo que decide disfrazarse del eunuco que su hermano le había
prometido a Tais, y así consigue ingresar en la casa y abusar de Pánfila. Más tarde, aparece
un joven ateniense llamado Cremes, que revela ser hermano de Pánfila; su intervención hace
que Querea se case con la joven para reparar el daño; además, Fedria y Trasón hacen un
pacto para compartir los favores de Tais y así quedan todos felices. Esta obra cuenta con la
particularidad de haber sido llevada al escenario dos veces en un mismo día, y que se pagó
una elevadísima suma de dinero —unos ocho mil sestercios— por su manuscrito; fue la obra
más afamada de Terencio y la más representada, tanto durante su vida como póstumamente.

Phormio o “Formión”, de 161 a.C., versa sobre dos hermanos, Demifón y Cremes, que deben
emprender un viaje y por ello dejan a sus hijos, Antifón y Fedria, a cargo de un esclavo. Los
jóvenes, en ausencia de sus progenitores, entablan relaciones amorosas con unas muchachas:
Antifón con una huérfana llamada Fania —con quien se termina casando— y Fedria con una
esclava a la que no puede liberar por falta de dinero. Formión, un emabucador y parásito, se
aprovecha de los muchachos y urde complejas estratagemas para vivir de ellos. Al regreso de
los padres, se descubre que Fania es hija de una aventura que Cremes tuvo en Lemnos,
aunque se termina autorizando la boda y todos los personajes perdonan los comportamientos
indebidos de los otros: Nausístrata perdona a su marido Cremes por su antigua relación
extramatrimonial, los padres disculpan a sus hijos por sus acciones irreflexivas en su ausencia,
y todos perdonan los manejos tramposos de Formión.

Hecyra, es decir, “La suegra” fracasó en sus dos primeras presentaciones —la primera habría
sido en 165 a.C.—, y recibió una buena acogida por el público recién en 160 a.C. En ella,
Pánfilo se casa con Filomena sólo por conveniencia —ya que se encontraba en relaciones con
la cortesana Báquide—, aunque luego se termina enamorando de ella. Sin embargo, al volver
de un viaje, se encuentra con que su esposa se ha marchado a la casa de su padre, y que su
madre parece haber sido la ideóloga; más tarde, se descubre que Filomena se ha marchado
porque había sido violada dos meses antes de la boda y estaba embarazada. Pánfilo pretende
anular su matrimonio, ya que no quiere adoptar al hijo de un desconocido, aunque Báquide
termina por involucrarse, y se descubre que había sido el mismo Pánfilo, borracho, el que
había abusado de quien luego sería su esposa; de este modo, se soluciona el conflicto y el

Literatura y Cultura Grecolatina – Profesor Matías Sigot 18


matrimonio vuelve a la regularidad. Es la única de las comedias terencianas que no tiene un
doble juego amoroso en su argumento.

Adelphoe o “Los hermanos”, de 160 a.C., se centra en la educación que dos hermanos
propician a sus herederos, hermanos también; Demea es padre de Ctesifonte y Esquino,
aunque sólo se ocupa de la crianza del primero, ya que su otro hijo ha sido adoptado por su
tío Mición. Mientras Demea se muestra preocupado en exceso, rígido en las normas y muy
severo, Mición es un educador más liberal. Como es constante en las obras terencianas, surge
un doble conflicto amoroso, en este caso cuando Esquino se apodera de Báquide, una
cortesana, pero no para sí mismo sino para su tímido hermano Ctesifonte, criado con mayores
represiones; él, por su parte, se encuentra enamorado de Pánfila, que es la estereotípica
muchacha virtuosa y pobre.

El gran modelo para Terencio fue Menandro, al punto de que cuatro de sus seis comedias
—Andria, Heautontimorumenos, Eunuchus y Adelphoe— llevan los mismos nombres que las del
dramaturgo griego; en el otro caso, siguió a Apolodoro de Caristio, un seguidor de Menandro del
que apenas existen referencias. Sin embargo, el poeta recurrió con frecuencia a la fusión de dos o
más obras, y la incorporación de diversos elementos en sus textos, tanto de fuentes anteriores como
de su propia factura; por este procedimiento, denominado contaminatio, fue criticado en repetidas
ocasiones por sus detractores, y tuvo que defenderse en los prólogos: si bien la contaminatio estaba
permitida, no así el plagio, y la línea entre ambos procederes podía volverse difusa. Por esta razón,
los prólogos terencianos resultan muy valiosos para entender la ética y la estética del autor, así
como los valores literarios que circulaban a mediados del siglo II a.C., ya que “el tema central de
todos ellos consiste en una autodefensa de Terencio frente a acusaciones que le hacen sus
competidores. Tales acusaciones tienen como base su «falta de energía en diálogo y debilidad de
estilo»; haber sido ayudado en la composición de las obras por sus cultos protectores; haber
plagiado a comediógrafos latinos anteriores, «robándoles» personajes o trozos de sus comedias;
utilizar la práctica de la contaminatio, esto es, servirse de varios modelos griegos para sacar de
ellos una pieza única” (López y Pociña 2007: 204).
Con esta aclaración, no se pretende sugerir que Terencio fue un autor poco original, ni que
se limitó a refundir textos que ya existían; su proceder responde perfectamente a las estrategias
compositivas que se desarrollaron en su época, por lo que evaluarlas desde parámetros actuales
—además de un anacronismo— resultaría absurdo.

Literatura y Cultura Grecolatina – Profesor Matías Sigot 19


Titinio

El creador de la comedia togata ha sido identificado como Titinius, ya que no se conocen ni


su praenomen ni su cognomen; tampoco hay fechas ciertas de su nacimiento o muerte, aunque se
calcula que alcanzó su florecimiento entre el 200 a.C. y el 190 a.C. De su obra, existen 124
fragmentos de quince comedias identificadas diferentes; de la mejor conservada, Fullones —“Los
tintoreros”—, sólo quedan veinte versos sueltos. Aparentemente, desarrolló una forma de comedia
que tomaba personajes de las clases sociales más bajas, en actividades de la vida cotidiana, para
presentarlos en situaciones burlescas.

Lucio Afranio

Lucius Afranius, continuador de la creación de Titinio, se erigió como máximo representante


de la togata, y alcanzó su florecimiento cerca del 120 a.C. Fue muy prolífico, como lo atestiguan los
nombres de cuarenta y cuatro comedias suyas conocidas; sin embargo, sólo nos han llegado de
sus textos unos 300 fragmentos. De acuerdo con la crítica, fue un continuador de la obra de
Menandro, al punto de llegar a copiarle fragmentos que creía inmejorables; en esto, se acercó a la
producción de Terencio, quien había aplicado procedimientos similares.

Tito Quincio Ata

La única fecha cierta referida a Titus Quinctius Atta es la de su muerte, que acaeció en 77
a.C. De sus textos, han sobrevivido dieciocho fragmentos, correspondientes a una docena de
comedias togatae, de las que fue el último poeta destacado. Parece haber tenido algún mérito en
la representación de la figura femenina, sobre todo en relación con la forma de expresión de las
mujeres de su época. También fue autor de epigramas.

Otros comediógrafos menores

Al igual que en la tragedia, existieron en la comedia muchos autores de menor renombre


cuyas obras han llegado a nuestros días muy fragmentadas. Esto no quiere decir que hayan sido
necesariamente inferiores a otros autores —a muchos de ellos los colocó Volcacio Sedígito en su
canon—, sino que, por diversas razones, sus textos no se han conservado en la medida en la que
sí lo hicieron los de Plauto y Terencio.
Los estudiosos de la literatura latina Aurora López y Andrés Pociña (2007) mencionan a
Licinio Ímbrice, autor de una Neaera; a Luscio Lanuvino, autor de palliatae que se hizo famoso a

Literatura y Cultura Grecolatina – Profesor Matías Sigot 20


partir de sus duras críticas hacia Terencio, de las que éste se defendió en sus prólogos; a Juvencio,
contemporáneo de Plauto, de quien se conoce nada más que un título —Anagnorizómene, es decir
“La reconocida”— y un sólo verso; de la misma época nombran a Vatronio, autor de una comedia
titulada Burra —“La pelirroja”—; a Trabea, muy elogiado por su manejo de los sentimientos; Sexto
Turpilio, quien vivió en el siglo II a.C., y del que han sobrevivido 220 versos de trece comedias
diferentes; Aquilio, de quien se conservan un título de comedia —Boeotia— y 10 versos; Quintipor
Clodio, conocido a través de menciones en textos de gramática que citaron algunos versos suyos;
Lucio Valerio, escritor de un Phormio; Marco Ariscio Fusco, ya de la época de Augusto, mencionado
por Horacio como un gran amigo suyo; Marco Fundanio, también referido por Horacio, en este caso
como el más destacado de sus contemporáneos en el oficio de la palliata; Virgilio Romano, muy
alabado por Plinio aunque sin textos que lo hayan sobrevivido; y, por último, Marco Pomponio
Básulo, traductor y compositor de comedias a la manera griega.

El canon de Volcacio

Volcacio Sedígito —Volcacius Sedigitus— o “Seisdedos”, crítico literario del siglo I a.C.,
elaboró en su obra De poetis un listado de los que, en su opinión, eran los diez mejores autores de
comedia latinos. Esta lista, que pasó a la posteridad como “el canon de Volcacio” y sorprende por
las jerarquías que el crítico estableció, ordenó a algunos de los dramaturgos que hemos
mencionado de la siguiente manera:

1. Cecilio Estacio
2. Plauto
3. Nevio
4. Licinio Ímbrice
5. Atilio
6. Terencio
7. Sexto Turpilio
8. Trabea
9. Luscio Lanuvino
10. Ennio

Lamentablemente, de la obra de Volcacio sólo se conservan cuatro fragmentos, todos ellos


sobre comediógrafos, ya que fueron incluidos como incorporaciones en forma de citas, en obras de
Aulo Gelio —Noches Áticas—, Suetonio —Vida de Terencio— y Donato —Comentario a Terencio;
por ello, no podemos estar seguros de todos los motivos que lo llevaron a elaborar dicho listado,
con esa jerarquización en particular.
Literatura y Cultura Grecolatina – Profesor Matías Sigot 21
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---. (1975). “Recursos dramáticos primordiales en la comedia popular latina”. En Cuadernos de
Filología Clásica (8): 239-276.
---. (1983). “El comediógrafo Cecilio Estacio”. En Estudios Clásicos 25 (86): 63-78.
---. (2010). “Algunas aproximaciones a Terencio”. En Revista Auster (15): 23-35.
Requejo, José María (1993). Virgilio y la poesía épica latina. Madrid: Ediciones clásicas.
Seisdedos Hernández, Antonio (1984). “Estructura, temas e imágenes en Las Troyanas de Séneca”.
En Cuadernos de Filología Clásica (18): 395-405.
Verón Gormaz, José (2015). “La literatura en tiempos de Augusto”. En Anuario del Centro de la
Universidad Nacional de Educación a Distancia en Calatayud (21): 17-26.
Von Albrecht, Michael (1997 [1994]). Historia de la literatura romana. Desde Andrónico hasta
Boecio. Barcelona: Herder.

Literatura y Cultura Grecolatina – Profesor Matías Sigot 22


Ahora que has finalizado la lectura de la clase, podés comenzar
con la lectura de los materiales críticos, en el siguiente orden:

Enríquez, José Antonio (1995). “El hecho social del teatro latino”.
En Cuadernos de Filología Clásica (8): 45-58.

Seisdedos Hernández, Antonio (1984). “Estructura, temas e


imágenes en Las Troyanas de Séneca”. En Cuadernos de
Filología Clásica (18): 395-405.

López, Aurora (2010). “Algunas aproximaciones a Plauto”.


En Revista Auster (15): 9-22.

Pociña Pérez, Andrés (2010). “Algunas aproximaciones a Terencio”.


En Revista Auster (15): 23-35.

Todos se encuentran disponibles, digitalizados, en la plataforma.

Para complementar la información, se adjunta un enlace de video


en el que se repasan algunos conceptos vistos en esta clase:
https://www.youtube.com/watch?v=gTxWxr27a34

Literatura y Cultura Grecolatina – Profesor Matías Sigot 23

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