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Universidad Central del Ecuador

Santiago González
Desarrollo de la sociología ecuatoriana
Tema: La Universidad Central y las experiencias Político-Militares: el espacio
universitario como recurso organizativo.
Introducción
En la retina de quienes conocen, de cerca o de lejos, la historia de las organizaciones
populares de izquierda en el Ecuador, la década de los 70 aparece como la época en la que
el movimiento estudiantil fue el actor protagónico de la lucha social. Varias voces
convergen en que este es un momento en el cual el espacio universitario fue aprovechado
por las distintas agrupaciones de izquierda, tanto para acercar militantes como para generar
espacios de reflexión teórica y política.

Entre estas agrupaciones de izquierda habían emergido experiencias Político


Militares (PM) que también venían actuando al interior de la Universidad. El presente
estudio intenta hacer una aproximación a la dinámica organizativa de estos grupos al
interior del espacio universitario. En ese sentido la pregunta que guía nuestra investigación
indaga en ¿cómo las experiencias PM desplegaron sus propósitos organizativos en el
ámbito universitario, específicamente en la Escuela de Sociología?.

Para hacer un acercamiento a estas formas organizativas se hace un levantamiento


testimonial de quienes fueron profesores de estudiantes-militantes de experiencias PM en la
década del 70, así como de sus compañeros de promoción. Además se entrevista a
investigadores que se han especializado en el estudio de organizaciones de este tipo.

El estudio se hace a la luz de la teoría de movimientos sociales. Cabe señalar que las
experiencias PM no son un movimiento social en el estricto sentido de la denominación, sin
embargo, dicha teoría permite hacer un abordaje que repare en su estructura organizativa.
De esta manera recurrimos a la teoría de movilización de recursos, enfoque con el que
intentamos acercarnos al ¿cómo emergieron y se organizaron estos grupos en la esfera
universitaria?. Es importante señalar que esta teoría permite también visualizar lo que en
teoría de movimientos sociales se ha denominado estructuras de movilización.

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Los estudios hasta ahora realizados sobre las experiencias PM en el país han sido de
corte historiográfico y testimonial. Así, el trabajo de Darío Villamizar (1990) hace una
descripción de la emergencia de las organizaciones armadas en 1960 y su accionar en
nuestro país hasta 1990. Villamizar hace una exposición detallada de las agrupaciones que
confluyeron en las experiencias PM que serán abordadas en esta investigación, a saber:
OPM ( El “proyecto”, la “O”) y Alfaro Vive Carajo (AVC), entre estas resalta, por lo
menos para el caso de AVC, a agrupaciones que se habían gestado en el frente estudiantil.

En la misma dirección están el trabajo de Antonio Rodriguez (2015), quien nos


muestra un panorama de las organizaciones extranjeras que influye en las experiencias
armadas ecuatorianas, su adscripción ideológica. Este autor hace referencia al pensum de
estudios que se tenía en la Universidad y resalta con ello el entramado ideológico en el que
se vieron envueltos los estudiantes-militantes de AVC.

Finalmente se resalta los estudios de Carlos Celi (2018) sobre el movimiento


estudiantil ecuatoriano, mismo que da cuenta de las organizaciones que al interior de la
universidad fungieron como frentes amplios, es decir como espacios de coalición entre las
distintas agrupaciones de izquierda, entre ellas las experiencias PM, además Celi señala los
niveles de actividad en los que los estudiantes-militantes se ven inmiscuidos
cotidianamente.

OPMs en Ecuador

Como en toda América Latina, la Revolución Cubana vino a remover los cimientos
de la izquierda ecuatoriana. Así los años 60s son el caldo de cultivo para la emergencia de
varias experiencias PM:

Entre ellos cabe mencionar las experiencias truncas de la Unión Revolucionaria de la


Juventud Ecuatoriana (URJE) en los años sesenta, del Tercer Frente del Partido Socialista,
constituido con el apoyo del régimen cubano, a inicios de los setenta, de la
prolongadamente postergada puesta en marcha del “Ejército Popular” del Partido
Comunista Marxista Leninista del Ecuador (PCMLE) (a pesar de contar con todo un
contingente de militantes formados en China) y de los Comandos Revolucionarios de
Liberación dirigidos por Klever Gía Bustamante (Rodríguez 2014: 28)

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La tónica de estas experiencias será el tener una fuerte influencia externa, principalmente
de Colombia y Centroamérica. En lo ideológico también había una variopinta adscripción a
las distintas corrientes: el marxismo-leninismo, el nacionalismo, la teología de la liberación.
Sin embargo Rodriguez resalta que:
Para la época, el conjunto de la izquierda, tanto sectores populares y obreros como
académicos y estudiantes, estaban claramente alineados con el marxismo-leninismo y sus
distintas corrientes. No es coincidencia que varios cuadros del proceso precursor de AVC
(Arturo Jarrín, Marcelo Andino y Consuelo Benavides) fueran estudiantes destacados de la
Escuela de Sociología y de la Facultad de Economía de la Universidad Central, donde
buena parte del pensum académico se fundamentaba en la lectura e interpretación tanto de
filósofos e ideólogos marxistas clásicos (Marx, Engels, Lenin) así como de intérpretes
contemporáneos de corte marxista, sobre todo latinoamericanos. (Rodríguez 2014:28)

Para el caso de AVC es válido resaltar las inquietudes que Quintero y Silva destacan
de cuando Arturo Jarrín, quien a la postre será en Comandante 1 de AVC, cursaba las aulas
de la Escuela de Sociología, “como profesor de la Escuela de Sociología y Ciencias
Políticas de la Universidad Central del Ecuador, atestiguará cuan cautivado estaba este
joven ecuatoriano por Alfaro, y el Alfarismo” (Quintero y Silva en Aguilar 2016: 16). Las
aseveraciones de estos autores se respaldan en la siguiente anécdota:

Eran los inicios de los años 70. En uno de los primeros cursos conocería al estudiante
Arturo Jarrín, por una circunstancia muy singular. Un día nos pidió que habláramos con el
historiador amigo nuestro, Oswaldo Albornoz Peralta, para que accediera a dar una charla
sobre la vida y obra de Eloy Alfaro Delgado, el líder de la Revolución Liberal de 1985. […]
Me inistió y le hicimos el pedido formal al afamado historiador ecuatoriano, miembro del
Partido Comunista del Ecuador (PCE). […] Oswaldo nos prometió una ponencia escrita que
nos envió uno o dos meses después. Era un extraordinario artículo de 15 paginas intitulado
“Eloy Alfaro: máxima figura de la historia ecuatoriana” que se publicó como un folleto en
el pequeño mimeógrafo de nuestra Escuela con el sello editorial de la Asociación Escuela
que Jarrín dirigía entonces (Quintero y Silva en Aguilar 2016, 16-17).

De acuerdo a este pasaje sus autores y Aguilar sugieren que el máximo dirigente de AVC
adscribía a posiciones nacionalistas antioligárquicas inspiradas en el Alfarismo.

Cabe señalar que una de las experiencias PM, la de la OPM cuyo dirigente más visible
Klever Gia Bustamante ya venía accionando en el país durante toda la década del 70 y
también tendría protagonismo durante los primeros años de los 80s:

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Era un “núcleo sin nombre público, que se autodefinió de alguna manera como OPM
(Organización Político Militar), dirigido por Klever Gía Bustamante. Este núcleo empezó a
estructurarse desde mediados de los años setenta, y bajo el nombre de los Comandos
Revolucionario de Liberación ejecutó, en 1978, el secuestro del industrial Antonio Briz
Sánchez, con el propósito de financiar su accionar insurgente. (Rodríguez 2014: 33)

Las experiencias PM como Movimiento social: legitimidad y activismo

Denominamos aquí experiencias PM a las organizaciones que extendieron su


política al plano de la lucha armada, cabe señalar que son procesos que emergieron en la
izquierda ecuatoriana desde la década del 60, y que en tal virtud su horizonte guarda
relación con la emancipación política y social, ese es su fin. El estudio que aquí se propone
intenta reparar en los medios que estas agrupaciones utilizaron para la consecución de sus
proyectos. Hablamos entonces de la iniciativa, creatividad y voluntad que sus militantes
pudieron materializar en su apuesta emancipatoria.

Queremos recordar ¿cómo lo hicieron?, pues bien lo señala Clemens, el estudio


sobre ideología (fines) ha sido la voz cantante en este campo, es decir “El análisis de la
acción se sigue haciendo referencia a intereses materiales encuadrados en un sistema
infinito y elaborado, compuesto por problemas de clase y tomas de postura conflictivas”
(Clemens 1999: 288). En cambio cuando se habla de recursos (medios) se intenta
determinar si estos son abundantes o escasos, “El cómo de la organización ha sido siempre
algo secundario respecto del por qué y el para quién” (Clemens 1999: 288).

Bajo la lupa de la teoría de la movilización de recursos hablar sobre los medios


conlleva apartarse del por qué y para qué, el “¿Cómo nos organizamos? repercute
internamente a la hora de definir identidades colectivas, y extensamente, a la hora de fijar
las vinculaciones existentes entre movimientos e instituciones” (Clemens 1999: 295.

Es en este marco es que reparamos en la relación entre las experiencias PM y la


Universidad Central de manera general, y en particular, con la Escuela de Sociología, ya
que es precisamente en ésta que uno de los cuadros más importantes de la experiencia
denominada OPM, Klever Gía Bustamante (KGB), cursa sus estudios al iniciar la década
del 70. A decir de Napoleón Saltos, “KGB es de los más antiguos, que viene del proceso de
los 60, muy vinculado a la experiencias colombianas. Siendo estudiante KGB está operando
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y trabaja dentro de la universidad con el Negro Dávila, en esos años también fue presidente
de la Asociación Escuela” (Entrevista a Napoleón Saltos, 22 de julio de 2019).

Sucede lo mismo con el Comandante Uno de AVC, Arturo Jarrín, quien cursa la
carrera de sociología en la segunda mitad de los 70s, y en esos años será electo presidente
de la Asociación Escuela. Patricio Marchan, estudiante contemporáneo de Jarrín, lo
recuerda así: “Arturo primero fue mi vicepresidente en la Asociación Escuela, cuando
hicimos alianza el Partido Socialista Revolucionario del Ecuador (PSRE) de donde venía
yo, y el Movimiento Revolucionario de Izquierda Cristiana (MRIC) donde participaba el
Arturo. Después él será elegido presidente” (Entrevistas a Patricio Marchán, 19 de julio de
2019).

Cuando McCarthy resalta la importancia de las estructuras de movilización señala


también la trascendencia de las decisiones que los activistas puedan tomar en relación a la
forma organizativa que quiere para su agrupación (McCarthy 1999, 205), y sus
consecuencias tendrá que ver con “su capacidad para obtener recursos y movilizar a los
disidentes, asi como respecto a del grado de legitimidad que adquieran a los ojos de la
sociedad” (McCarthy 1999, 205), en el caso de KGB y Jarrín, ante los ojos de la esfera
universitaria. En ambos casos, el haber alcanzado la Asociación Escuela supone ya un
cierto nivel de legitimidad entre sus compañeros y compañeras estudiantes.

Para McCarthy de este tipo de esfuerzos dependen el que sus planes tengan éxito o
no. Para Aguilar la Asociación Escuela significó eso “logras legitimidad, una voz que
propone cosas, eso le permite tejer una serie de contactos que le llevan a Nicaragua”
(Entrevista a Santiago Aguilar, 17 de julio de 2019). Cuando Arturo cursa el cuarto
semestre de la Carrera triunfa la Revolución Sandinista, entonces Jarrín emprende viaje, a
conocer esa experiencia. Así, Jenkins sostiene que:

La movilización es el proceso mediante el cual un grupo se asegura el control colectivo


sobre los recursos necesarios para la acción colectiva. Las cuestione principales que se
plantean son, según esto, el control de los recursos previo a los esfuerzos de movilización
por parte del grupo, el proceso mediante el cual el grupo selecciona los recursos y los dirige
hacia el objetivo de cambio social ( Jenkins 1994, 14).

Dicho esfuerzo (iniciativa, creatividad, voluntad), para el caso de Jarrín parece


haber sido gestado desde que entra a la Universidad. Milton Benítez recuerda que “siendo

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estudiante participaba en las actividades intelectuales y políticas, era una persona activa y
con una visión más amplia. Fue mi ayudante de cátedra, en la organización de la parte
académica, en las materias de materialismo histórico, economía y teoría de la cultura, yo le
apoyaba a organizar conferencias, charlas etc.” (Entrevista a Milton Benítez, 15 de julio de
2019).

Este esfuerzo del activismo, a decir de McAdam, MvCarthy y Zald no es más que el
intento de que la organización que están generando tenga fuerza. “En el ámbito
organizativo, el problema más relevante en relación con el surgimiento de un movimiento
social es la cuestión de si los contestatarios cuentan con estructuras de movilización lo
suficientemente fuertes para poner en marcha el movimiento” (McAdam, McCarthy, Zald
1999:36.

Es decir todos los esfuerzos están dirigidos a crear un tipo de estructura organizativa, y
esto pasa por las dinámicas rutinarias, las estrategias y tácticas de las que sirven los
activistas. Carlos Celi describe así la actividad cotidiana del estudiante-militante (en los
años 70):

el despliegue de activismo copaba casi la totalidad del tiempo por parte de quienes se
encontraban en las organizaciones estudiantiles, […] en términos generales era una
cotidianidad harto politizada, las dinámicas en las que estaban inmersos parecían
interminables: el apoyo a huelgas y tomas de tierra, trabajo en barrios, marchas, jornadas
culturales y políticas de todo tipo como conciertos, conferencias, peñas, además de la
propaganda casi toda elaborada manualmente, panfletos, telas, pegar afiches, pintas en
paredes […] asambleas, formación, además de asistir a clases (Celi 2018: 282-283)

A decir de Celi esto “daba cuenta de la concentración de una cotidianidad bastante


radicalizada en el contexto estudiantil” (Celi 2018: 283), lo cual –señala McCarty- permite
“comprender de qué modo se inscriben los movimientos en la vida cotidiana de quienes
forman parte de ellos y cómo se articulan las formas típicas y los repertorios de formas de
acción colectiva” (McCarthy 1999, 211).

Para cerrar con los esfuerzos de parte de los activistas, queremos señalar también
como su accionar cotidiano rebasa el ámbito universitario y se instala también en la
totalidad de la vida misma. McCarthy resalta las redes de parentesco y amistad como
cruciales en el “reclutamiento” que hacen los movimientos. Estas son también “estructuras

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básicas de la vida cotidiana” (McCarthy 1999: 208). Aguilar reseña así un pasaje de la vida
de Jarrín : “ya empezaba a reclutar en su entorno a personas en las que podía confiar […] la
literatura ecuatoriana y la música fueron herramientas de las que se valía en casa para
sumar a sus hermanas en un proyecto que ellas desconocían” (Aguilar 2016: 72). En este
sentido Saltos coincide al mencionar que “los cruces eran entre políticos y afectivos, en
operativos solían participar nuestros propios familiares” (Entrevista a Napoleón Saltos, 22
de julio de 2019).

Infraestructura organizativa para la movilización: de los círculos de estudio a los


frentes amplios

Napoleón Saltos refiere que en la década de los 70s la Escuela de Sociología


prácticamente se volvió el espacio de formación de la militancia de izquierda. Pero ¿qué
sucedía en la Escuela en el ámbito académico para esos años?, al respecto Rafael Quintero
resalta que a partir de esta década: se van constituyendo nuevas matrices teóricas
(metodológicas y técnicas […] En este nuevo terreno se desarrollan múltiples estudios e
investigaciones sociales que abordaron la historia de la formación social ecuatoriana, el
carácter de la transformación agraria […] los movimientos sociales […] la significación de
los pueblos y nacionalidades indígenas (Quintero 2000: 14).

No queremos decir que la sola malla curricular de ese tiempo haya convertido a los
estudiantes en militantes sino que la atmosfera misma de la Escuela parece haber estado
copada por organizaciones de izquierda. De allí que Andrés Madrid vaya más allá e
identifique, en la praxis de las experiencias PM, a los estudiantes como: “los primeros que
se convirtieron a la militancia política de izquierda y se perfilaron como el sujeto
determinante y, en segundo lugar, el campesinado –sin que haya significado la creación de
un sujeto integrante concreto-, porque vivía en las zonas rurales, estratégicas para los que
asumieron la alternativa guerrillera” (Madrid 2018, 75).

Ahora bien, ¿cómo fue posible que se construya un escenario así? entonces otra vez
volvemos los ojos sobre los sujetos activista (militantes-estudiantes). Pues si, como
menciona Jenkins la existencia misma de los movimientos “está determinado de forma

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importante por los factores estratégicos y por los procesos políticos en que estos tienen
lugar” (Jenkins 1994, 7) y si por “estructuras de movilización se entiende el conjunto de
organizaciones y redes informales que posibilitan la articulación de los movimientos
sociales” (Jenkins 1994, 25) las y los activistas son pues los únicos que puede ir tejiendo
este tipo de redes y organizaciones en correlación con su estrategia PM, dicho de otra
manera alguien tenía que hacerlo.
La memoria de Aguilar corrobora lo antes mencionado, los AVC “abiertamente
creaban círculos de estudio, de libros teóricos, de literatura, se juntaban en torno a la
música, al teatro; y ya operativamente este grupo de estudio hacía la selección para hacer
trabajo clandestino. Los Chapulos tienen esta dinámica hasta el 81” (Entrevista a Santiago
Aguilar, 17 de julio de 2019). Aguilar mismo resalta quienes son Los Chapulos: “un grupo
que aglutinaba a algunos miembros del MRIC entre los que estaban Ketty Erazo, Teresa
Mosquera, Alejandro Andino, Myrian Loaiza y Hamet Vazconez […] hacia 1980, Los
Chapulos, ya activan en la Universidad Central” (Aguilar 2016, 82).

El reclutamiento parece haber tenido entonces dos aspiraciones cualificar su


movimiento y cuantificar las fuerzas de la infraestructura organizativa, misma que no solo
se insertaba en el espacio universitario sino que abría el abanico hacia las demás
organizaciones populares. La actividad del estudiante-militante busca entonces fortalecer
elementos importantes para la estructura de movilización; “redes informales que se generan
entre activistas, comunidades de movimientos, así como todo un cúmulo de organizaciones
formales que contribuyen a la causa del movimiento” (Hans 1999, 221).

Aparte de las redes informales (pueden ser los círculos de estudio) las experiencias
PM y sus militantes mantenían relaciones con una serie de organizaciones formales que
funcionaban como espacios amplios de cobertura para los estudiantes-militantes. El caso de
Jarrin es muy decidor, Benítez resalta:
La manera de suscitar y motivar, tanto a estudiantes como a profesores, para desarrollar
actividades en los sectores populares. En los sectores obreros Arturo participaba en el sector
textil y también en los barrios populares, en la Lucha de los Pobres, El Calzado, La
Ecuatoriana, Pisuli, La Jaime Roldós, el Comité del Pueblo. Se buscaba la organización,
tanto de obreros como de pobladores, alrededor del salario, educación, salud (Entrevistas a
Milton Benítez, 15 de julio de 2019).

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También Aguilar reseña el siguiente testimonio:
El Arturo nos fue llevando por distintos grupos. En la Universidad Central creamos el grupo
llamado Movimiento Universitario de Izquierda (MIU). Ahí empezamos a actuar en la
Universidad. Con Arturo, más allá de las aulas, siempre estábamos pendientes entre
nosotros. Nos interesaba la situación de los trabajadores, de los sectores populares.
Entonces, nos íbamos a respaldar las huelgas de los trabajadores de la fábrica La
Internacional. Siempre estábamos ayudando en las huelgas que hacía cualquier sector
obrero (Teresa Mosquera, miembro de Los Chapulos, 02 de marzo de 2016 en Aguilar
2016: 72-73).

Para Dieter la movilización tiene que ver con la creación de estructuras de los
movimientos, mismas que son “las bases organizativas y mecanismos que permiten
unificar y utilizar los recursos con que cuenta un movimiento” (Dieter 1999, 264). Dicho de
otra manera son los canales tanto formales como informales, a través de los cuales la gente
puede movilizarse e implicarse en la acción colectiva” (McAdam, McCarthy, Zald 1999:
24).

En tal sentido la movilización emprendida por las experiencia PM buscaban ampliar su


radio de acción vinculando las luchas de los distintos frentes. Saltos menciona que si bien
había un “activismo estudiantil, era prioridad el trabajo afuera, sobre todo los AVC se van
vinculado hacia la costa a sectores campesinos. En general en las experienncias PM había
militancia estudiantil que manejaba un poco lo intelectual que se disputaban las
Asociaciones Escuela, pero cada uno tenía su espacio de responsabilidad afuera, el objetivo
fundamental era reclutar gente para hacer trabajo en sector obrero y campesino, había una
visión clasista fuerte, incluso había una consigna que se cantaba: estudiantes auxiliares de
las luchas populares” (Entrevista a Napoleón saltos, 22 de julio de 2019).

Coexistencia, Coaliciones y Radicalidad: El trabajo amplio de las experiencias PM

Tanto la militancia de los partidos como la de las experiencias PM incidieron en la


conformación de organizaciones al interior del espacio universitario cuyo fin principal era
el aglutinar gente en la perspectiva de desarrollar un frente estudiantil. Tiene esto que ver
con la diversidad de formas organizativas a las que los movimientos sociales dan lugar.
Estos “frentes amplios” permitieron a su vez que las organizaciones “moderadas” y
“radicales” actúen bajo una “coalición política”. Estos “serían el prototipo de lo que hemos
denominado ‘grupos de base’” (McCarthy 1999:210)

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Este parecería ser el caso del MIU, el cual surge y gana la Federación de
Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE) de 1972 a1975,el MIU surge de “algunas
alianzas entre el FRE -Frente Revolucionario Estudiantil- ligados al MIR, junto a disidentes
Demócrata Cristianos, del PC y otros” (Celi 2018: 280). Al respecto Saltos refiere que
“cuando Jarrin entra a la Universidad se vincula al MIU, en el cual confluyen cuadros
radicalizados de la Democracia Cristiana, el MIU es una especie de Frente Amplio, pero la
estructura orgánica de Jarrin era el MRIC, el grupo que llega a la Asociación Escuela con
Jarrin esta vincualdo al MRIC pero también esta ligado al MIU” (Entrevista a Napoleón
Saltos, 22 de julio de 2019). Lo cual deja ver, a su vez, la correlación orgánica entre la
“estructura interna” (MRIC) y la “estructura externa” (MIU). Esto en cuanto la “evolución
organizacional” y los niveles de estructura organizativa planteados por Hans, “Al hablar de
estructura externa estamos haciendo referencia a la integración de MS en su medio
organizacional” (Hans 1999: 226). Para Hans todo esto guarda relación con la ampliar el
espectro de su “base de recursos”, pero también esto está ligado a la búsqueda de
“militantes concienciados”, Salto menciona que el principal fin de la actividad estudiantil
era reclutar gente.

A su vez las coaliciones deja ver una instancia de coexistencia entre organizaciones
“moderadas” y “radicales”. Misma que si bien apela a la acción conjunta es también un
espacio de disputa por la ampliación de recursos paras sus estructuras internas. Al hacer un
análisis del actuar insurgente MacAdam, MacCarthy y Zald señalan que el actuar
“novedoso” y “provocativo” de la insurgencia, su utilización de la fuerza y la violencia
“tenían más éxito que los que no lo hicieron […] ante la falta de recursos políticos
convencionales (dinero, votos, influencia) […]a los grupos no puede quedarles más
recursos que “alterar el orden público e inducir así, negativamente, la negación” (McAdam,
McCarthy, Zald 1999:38). El testimonio hecho por Maria Clara Eguiguren ex militante de
AVC en el Documental AVC del sueño al caos corrobora quizá lo antes mencionado:
“Cuando entre al pre-universitario, siempre oíamos de los Alfaros, yo sentía admiración
cuando me enteré del asalto al Banco del Pacífico, cuando entraron vestidos de monjas,
entonces dije que del carajos que pilas esos manes” (Eguiguren AVC del sueño al caos). La
radicalización –dice Hans- “está pensada para dar nuevo vigor a la movilización” (Hans
1999: 228).

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Así también en medio de la coexistencia el “ala radical” puede apuntarse puntos
cuando parte del activismo de los sectores “moderados” se adhieren a los propósitos de la
estructura internas de los “radicales”, “curiosamente, la presión ejercida por los extremistas
puede llevar a los moderados a adoptar ellos mismo, posiciones más radicales” (McAdam,
McCarthy, Zald 1999:38). Este podría ser el caso de el acercamiento que hizo la militancia
del PSRE a las estructuras de AVC, sobre ello Saltos refiere que:

SR había construido la Avanzada Obrero Campesina, donde confluía un importante sector


juvenil. Yo diría que por lo menos unas 20 células de SR van para AVC, es quizá el número
más numeroso, por ejemplo de la Avanzada va PP (alumna de Sociología) que llegará a ser
una de las comandantes de AVC y que luego se vinculará el M19 de Colombia, entonces
AVC funcionó también como un punto de confluencia

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Conclusiones
- Las experiencias PM en el Ecuador tuvieron una fuerte influencia ideológica
externa, es decir su adscripción a una determinada corriente teórica estaba en
estrecha relación con la organización externa con la que se habían vinculado, esto
también influye en los principios y formas de lucha que estas adoptan.

- El papel del Sujeto (activista) va a ser dirimente en la evolución organizativa de las


experiencias PM, de su capacidad para acceder a recursos, así como de su
legitimidad en aras de ir construyendo una estructura organizativa, la fuerza
(cualificación y cuantificación político-organizativa) que estas lleguen a tener.

- La construcción de una estructura organizativa significó, para las experiencias PM,


el que su movimiento haga carne en la dinámica cotidiana, tanto de los estudiantes-
militantes, como en los espacios organizativos universitarios. Esta rutina que tenía
como trasfondo empujar estrategias y tácticas de la estructura interna hizo posible la
radicalización del estudiantado en ese contexto político (década de los 70s). Dicha
dinámica llega a abarcar también la vida familiar y los círculos de amistades, los
lazos son entonces políticos y afectivos.

- En la década de los 70s, el espacio universitario fue el que más nutrió de militantes
y activistas a las experiencias PM, con ello la estructura interna cumplía su
cometido de cualificación a partir de la dinámica que se imprimía a las estructuras
externas (organizaciones formales como el MIU o informales como los círculos de
estudio). Tienen aquí gradual importancia las organizaciones formales que son
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externas a la universidad, pero que en la praxis de los activistas guardan estrecha
vinculación, nos referimos a los sectores obreros, campesino y de pobladores donde
también activaban los estudiantes-militantes.

- Los frentes amplios como el MIU no solo fueron un espacio de coexistencia y


coalición entre organizaciones “moderadas” (partidos, movimientos o colectivos
formales de izquierda) y “radicales” (experiencias PM), fue también un escenario de
disputa por ganar adeptos. La coyuntura política de la época y las acciones PM
emprendidas por estas organizaciones generaban simpatía entre algunos estudiantes,
esto y la presión ejercida por las organizaciones armadas llevó a que varios
activistas del SR confluyan en AVC.

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de la historia. Quito: IAEN/Abya-Yala.

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AVC del sueño al caos, recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=T61NsGMZIZg
Entrevistas
Saltos Napoleón, 22 de julio de 2019
Marchán, Patricio, 19 de julio de 2019.
Aguilar Santiago, 17 de Julio de 2019
Benitez Milton, 15 de Julio de 2019

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