Está en la página 1de 6

Propuesta tesis final de grado - Elisa Filgueira

Pregunta de investigación: ¿Cómo se puede leer a los feminismos como movimiento social
desde las teorías sobre acción colectiva vigentes? ¿que aportan los feminismos como
movimiento a la interpretación de los movimientos sociales?

Introducción y planteo del problema:

El feminismo es hijo de la modernidad. Nace como movimiento con el comienzo de siglo,


marcado en Europa por la primera guerra mundial, y en América Latina por las olas
migratorias. Su segunda ola se concentra en la segunda mitad del siglo XX; en los 60 del norte
y en las primaveras pos dictatoriales en el cono sur. Su último pico de actividad es en los 2010,
donde logra un alcance global y masivo.

Esto pone al feminismo en un lugar privilegiado dentro de la historia de los movimientos


sociales ¿por qué? porque ha existido en tres contextos donde nacieron marcos interpretativos
diferentes y con gran desarrollo teórico para los movimientos sociales.

A su vez, el feminismo siempre es producto de su epoca para cada periodo histórico en el que
tiene auges de actividad. Se puede afirmar que esto se debe a su continuidad entrecortada, y
diferente a la de otros movimientos sociales (que pueden estar más determinados por su propia
historia política que por el ciclo de resistencia en el que se están desplegando).

Es un movimiento que es parte integral de dos de los tres1 periodos de mayor proliferación
sobre los MS como objeto de estudio de las ciencias sociales. Y es contemplado como parte de
los nuevos movimientos sociales (de los 60 en el norte y de los 80 en el sur), más allá de no ser2
un nuevo movimiento social.

Lo constituye si, por su forma; pero no por su naturaleza, al tener raíces directas en el
sufragismo de principios de siglo (movimiento también global). Es fundamental como nuevo
movimiento social en los 80 latinoamericanos, sin realmente serlo. Y posteriormente, pasa lo
mismo con el nuevo ciclo de lucha.

Cuando hablamos de los nuevos ciclos de resistencia de los 2000 en América Latina,
generalmente hay tres tipos de movilizaciones que concentran la atención, la indigena, la
organizacion popular, y la feminista. El feminismo aparece como el movimiento social más
abarcativo y el fenómeno más “joven” y “nuevo” de estos tres. Sin embargo -nuevamente- no
lo es.

1
Es objeto de estudio tanto para las teorías de los nuevos movimientos sociales, como de los estudios
sobre acción colectiva de este periodo.
2
A diferencia de el movimiento por la liberación negra, el movimiento de la diversidad sexual en el
norte, o el cooperativismo y el movimiento por los DDHH en nuestro país
Lo anterior llama profundamente la atención. Constituyéndose fácticamente como un
movimiento social de larga data en nuestro país3, tanto así como los movimientos sociales
tradicionales, el feminismo es reconocido subsecuentemente como nuevo movimiento social en
los 80, y de nuevo en los 2010. Esto alumbra algunas interrogantes: ¿qué es lo que parece hacer
al feminismo eternamente novedoso? y también ¿estamos frente a un error de tipificación
dentro de los análisis del campo social organizado para con el feminismo? ¿Por qué esto no
pasa con otros movimientos sociales, que también tienen auges y bajas de actividad?4.

Este trabajo busca entender lo que pueden decir los marcos interpretativos para la acción
colectiva sobre los feminismos. Esto con el cometido de buscar los espacios en donde el
feminismo puede iluminar o proponer nuevas formas de pensar a la acción colectiva.

Se desarrollará una discusión teórica que busque anudar análisis feminsta con diferentes teorías
de los movimientos sociales presentes. En diálogo con militantes feministas intentaré proponer
una lectura para los feminismos desde los marcos de interpretación brindados, intentando
comprender su lugar en la construcción teórica de los MS en el presente y en el pasado. Se
tomaran dos ciclos de resistencia feminista uruguaya: el de la apertura democatica, y el que
comienza en la segunda mitad de los 2010 y sigue vigente.

Ejes del análisis:


Para desarrollar el análisis de este trabajo, me concentraré en dimensiones tradicionales del
análisis de la acción colectiva. Dentro de estos tomaré los aportes fundacionales de dos marcos
teóricos de la movilización política: La teoría de los nuevos movimientos sociales, que tiene su
origen en los 60 del norte global y sus continuidades en las aperturas democráticas del cono
sur, y por último los desarrollos críticos de los nuevos ciclos de resistencia de los 2000 y los
2010.

Para está tarea trabajare sobre cuatro ejes de análisis, proponiendo en primer lugar como marco
teórico, las nociones sobre cada uno de ellos dentro de los marcos interpretativos a disposición.
Estas bases teóricas me permitiran dialogar luego con lo propuesto para el movimiento
feminista uruguayo en este periodo en cada uno de los ejes. Posteriormente realizare
conclusiones que busquen enhebrar el acumulado teórico trabajado con lo desarrollado a partir
del trabajo de campo; para presentar algunos aportes propios a este campo.

Los cuatro ejes sobre los que se trabajarán son los siguientes: Población-identidad,
Adversario-oposición, Organización-práctica, Conflicto (generalizable),
3
Formándose el Consejo Nacional de Mujeres en 1916 o la Alianza Uruguaya para el Sufragio Femenino en
1919, la organización colectiva del feminismo se coloca casi tan temprana como la del movimiento sindical a
fines del SXIX, o la del movimiento estudiantil que tiene sus hitos más tempranos en torno a la década de 1920,
con la huelga estudiantil por autonomía y cogobierno de 1928 y la fundación de la Federación de estudiantes
universitarios del Uruguay al año siguiente.
4
Es interesante pensar que si se ha historizado de manera continua a movimientos sociales tradicionales, más
allá de su transformación en sus formas o objetivos (nadie supone que el movimiento estudiantil de los 2000 es
otro movimiento o uno nuevo en relación a el movimiento estudiantil de los 60, más allá de que las diferencias
entre estos sean mucho más radicales que las que se puede encontrar entre el movimiento de mujeres y la
primavera feminsita de los 2010).
historicidad-horizontes. Está división está orientada por la propuesta metodológica de Raquel
Gutierrez (2017) y a su vez por las categorías de análisis de Touraine para los movimientos
sociales. Mientras las posturas de estos dos autores son contrapuestas, y no tienen mucho
diálogo entre sí, encontré que ponerlas en común permite encontrar puntos concretos de foco
para las diferentes olas de producción teórica sobre la acción colectiva. El producto final
permite dimensiones amplias y que abarcan los desarrollos más sustantivos (y de interés para
este trabajo) de cada teoría que se tomará.

El análisis es exploratorio, debido a las limitaciones propias de una tesis de grado, y su objetivo
es en gran medida iluminar posibles líneas a ser continuadas, y no proponer perspectivas o
evaluaciones concluyentes sobre el campo.

Presentación del marco teórico:


Sobre los marcos teóricos utilizados: Se entiende que las dos corrientes teóricas desarrolladas a
continuación constituyeron en sus respectivos momentos históricos, una interpelación a las
formas tradicionales de leer a la acción colectiva. Esto significa que más allá de que podamos
encontrar numerosas corrientes sobre formas de participación que puedan hablar sobre el
feminismo específicamente, estas dos corrientes se toman por la orientación político-teórica
que los agrupa (crítica, innovadora).

En grandes líneas, se puede decir que estamos frente a dos campos teóricos que en diferentes
momentos históricos buscan analizar el mismo objeto: la movilización colectiva. Sin embargo,
a está aserción verdadera, se le deben hacer varias notas al pie: La naturaleza de la acción
colectiva en general para cada uno de estos periodos es radicalmente diferente5, y los tipos de
acción colectiva que están analizando también.

Para comprender a la teoría de los nuevos movimientos sociales, se debe referenciar


brevemente uno de sus grandes referentes, y con quien disputa parte de su marco interpretativo
la misma: El marxismo tradicional analiza a los movimientos sociales estrictamente como
fenómenos de clase, y lo hace en la primera mitad del SXX, donde la revolución social era un
futuro abierto y posible para la mayor parte de las sociedades occidentales.

Las teorias de los nuevos movimientos sociales son producto de la movilizacion de otros
actores que desbordan la nocion de clase obrera (feminsmos, estudiantiles, cooperativismo en
UY, movimiento negro 60s, DDHH), y en el caso latinoamiercano, estan vinculados a las
aperturas democraticas. Por último, como ya fue mencionado, los y las teóricas de los nuevos
ciclos de resistencia miran otras formas de organización con otros objetivos, propios del
capitalismo tardío.

Como consecuencia, podemos ver un primer acercamiento a la teoría crítica de los


movimientos sociales en el marxismo, pero con una rígida perspectiva de clase que, -mientras
5
Es muy evidente cuando pensamos que mientras los marxismos tradicionales entienden a la movilización de la
clase obrera como el camino a la revolución, los teóricos de los nuevos movimientos sociales de los 80 en
latinoamérica están leyendo la acción colectiva en una “primavera democrática”.
vigente dentro de la propia politicidad uruguaya de sectores como el movimiento sindical- no
tiene algunos elementos centrales para el análisis de la acción colectiva hoy. Al ser una teoría
que entiende como único sujeto histórico a la clase obrera, y como único actor movilizado a la
misma también; falla en dimensionar otras variables que han movilizado a través de la historia
a diferentes sujetos colectivos. Está perspectiva tiene su falla de raíz en la inhabilidad para ver
otros sistemas de dominación que se entrelazan con el capitalismo (Gutierrez, 2018) y que
producen multiplicidades de poblaciones vulneradas, a menudo subyugadas por más de una
forma de opresión6.

Las teorías de los nuevos movimientos sociales nacen del arraigo que ganan otras formas
políticas que escapan de la estructura de clase. Son una respuesta a las teorías ortodoxas de la
acción colectiva, y tienen un enfoque culturalista. Estos son autores que parten de la
explosividad de nuevas formas de organización y manifestación que se presencian a partir de
los 60 a nivel global. En América latina, ganar arraigo teórico en las aperturas democráticas.

Los nuevos movimientos sociales, según Melucci (1976), son movimientos con alta
heterogeneidad, que desafían el modelo de análisis marxista, que predomina en las lecturas de
izquierda a lo largo del siglo XX.

Como marco de análisis, el paradigma de los nuevos movimientos sociales entra en escena
buscando incorporar instrumentos para leer las nuevas formas de organización y protesta que
emergen en este periodo (Ayder, 2006). Esto se debe en parte a la necesidad de analizar con
un ojo más abarcativo este periodo de transformaciones y los proyectos colectivos que nacen
de él. Las políticas de la identidad, y la resistencia centrada en estos ejes que previamente
eran opacados por el orden de clase, implican una reinterpretación de lo que significa la
identidad de los movimientos de izquierda. La opresión ya no es únicamente de clase, la
revolución no es únicamente proletaria, y los fines de la misma se difuminan, y multiplican.
La razón de ser de los movimientos sociales cambia, y por lo tanto se comienza a debatir con
una forma de entender al mundo que comprendía a la acción social de clase económica como
la única capaz de transformar la realidad. Los nuevos modelos de comprensión emergen
como correlato de un quiebre en el sistema social, que permitió la entrada en escena de
nuevas formas de resistencia. En palabras de Ayder:

“En definitiva, la nueva cuestión social deriva del hecho de que los conflictos se desplazan
del sistema económico-industrial hacia el ámbito cultural y, concretamente, se centran en la
identidad personal, el tiempo y el espacio de vida, la motivación y los códigos del actuar
cotidiano.” (Ayder, 2006: 22)

6
Esto es fundamentalmente cierto para latinoamérica.
Por último, existen diferentes autores que generan perspectivas sobre los nuevos movimientos
sociales de nuestro periodo que interpelan a las teorías tradicionales, y entienden que las
discusiones teóricas sobre los movimientos sociales están siendo transformadas por nuestro
contexto, y atravesando un proceso de “intenso descentramiento, pluralismo y redefinición”
(Bringel, 2017:18)

Según Bringel (2017), la sociología de los movimientos sociales ha sido interpelada por las
diferentes formas de resistencia y lucha que emergen alrededor del globo. Son de interés
particular sus desarrollos en cuanto a la nueva "geopolítica de la indignación global" que se
desarrolla en el mundo posteriormente a la crisis financiera del 2008. De acuerdo con el
autor, hay pautas comunes para leer las nuevas configuraciones de la resistencia, que
presencia "un descentramiento progresivo del sujeto, identidades más multireferenciales, una
mayor autonomización del individuo, fronteras más porosas en la organización de la acción
colectiva, dinámicas más fluidas y virales en la circulación de las protestas y de los
referentes cognitivos, entre otros elementos" (Bringel y Pleyers, 2017:22)

El autor describe estas nuevas luchas como caracterizadas por un desbordamiento societario,
de base social heterogénea, y alejadas de las viejas formas de organización política y lo
institucional y partidario. Este ciclo de lucha persigue la horizontalidad, rechaza los
liderazgos formales, y teje redes de solidaridad que subsanan previas polarizaciones sociales.

En primera instancia, se puede afirmar que hay muchos de los elementos desarrollados para
cada momento teórico que son aplicables a estos ciclos de resistencia, y dialogan fácilmente
con ellos. Sin embargo, lo que interesa indagar, son los cruces y solapamientos que se
observan en estas descripciones de formas, objetivos e identidades para los distintos
momentos históricos de los feminismos.

Podemos ver que estas dos corrientes teóricas nacen de diferentes contextos territoriales y
temporales, y que observan diferentes despliegues de resistencia. Es necesario mantener está
perspectiva cuando buscamos sus puntos de encuentro y de desencuentro con los feminismos.

Propuesta metodológica:
Se trabajará sobre los ejes propuestos, haciendo dialogar las diferentes teorías con la
experiencia militante relevada y reinterpretada.

Se propone de está forma revalorizar el conocimiento situado, y el saber de los sujetos dentro
de sus campos; construido mediante la experiencia propia.
Herramientas:
- Se trabajará sobre el campo ya realizado en el marco del Taller Central de investigación
a jóvenes feministas militantes de la primavera feminista de los 2010 de 5 colectivos
feministas diferentes. Se complementará este campo con entrevistas a militantes del
movimiento de mujeres de la apertura democrática de diferentes colectivos de este
periodo (buscando respetar el criterio de construcción de la muestra utilizado para la
primera serie de entrevistas).
- Se realizará análisis documental para la reconstrucción histórica del discurso de las
propias protagonistas para ambos periodos. En el caso de los 80, se utilizarán las
revistas La Cacerola, Cotidiano Mujer y el boletín Plemunicandonos.

También podría gustarte