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Universidad Central del Ecuador

Escuela de Sociología
2018-2018

Santiago González Teoría sociológica V 30/07/2018

Tema: Accionar del Partido Revolucionario de los Trabajadores Ejército


Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP), 1965-1975.

“Había decidido trabajar. Decir es hacer, y aquella


noche se había dicho a si mismo que ejecutaría un
diseño pergeñado hacia tiempo y que, una vez
compuesto, debía consternar el «poderoso corazón»”

Tomas De Quincey
“Lo que no olvidamos son esas manera de vivir que
aprendimos”.

Cristina Torres, militante del PRT-ERP

Introducción

Enero de 1959 es un punto de quiebre para la lucha de inspiración revolucionaria


en América Latina. A partir de la consecución cubana se extienden, casi en toda la
región, intentos organizativos en cuya propuesta estratégica las armas aparecen como
factor decisivo. Así,las décadas del 60 y 70 representan, para la historia social
Argentina, los años de mayor presencia por parte de las organizaciones que, en su
disputa con el poder dominante, asumieron para sus propósitos revolucionarios el
camino político-militar.

El Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del


Pueblo (PRT-ERP) es quizá, de las experiencias insurgentes más importantes del Cono
Sur. El intento “perretista” adquiere significancia por su acción en el escenario de la
lucha de clases en la Argentina, pues su despliegue organizativo tuvo que bregar contra
“viento y marea”, al tener que enfrentar, desde su emergencia en 1965, al régimen
estatal en su forma dictatorial y populista.

El presente trabajo indaga en los intersticos del proyecto “perretista”, pues


repara en el examen de sí mismo que la militancia partidaria y combatiente del PRT-
ERP asumió en su praxis cotidiana. Dicho sea de paso, nos interesamos en su condición
humana para dar cuenta de las implicancias de la guerra revolucionaria diaria, pero
también hacemos empeño en explicar, de alguna manera, quienes eran las y los
militantes “perretistas” que las sociedad oficial argentina llamó “tira-tiros”, “tira-
bombas”, “jóvenes dementes y aventureros” tras una corriente “irracional”,
“demencial”, deseosos de “adrenalina” y con un “delirio mesiánico”.

Para tal cometido se plantea como problema investigar ¿Cuáles son las
características del “mundo social” (las relaciones sociales) en el PRT-ERP?; ante lo cual
se propone que: las relaciones sociales en la militancia del PRT-ERP están signadas por
una tensión interna alrededor del habitus pequeño-burgués, sucede esto en su apuesta
por extender la guerra revolucionaria al ámbito de la introspección.

Marco teórico

Esta investigación se realiza a la luz de los postulados teóricos de Pierre


Bourdieu. Este autor propone superar aquella oposición, de larga data al interior de las
Ciencias Sociales, entre subjetivismo y objetivismo, sin negar el aporte que cada uno
hace al conocimiento del mundo social. A breves rasgos, el nivel subjetivo se trata de la
“experiencia primaria”, lo “fenomenológico”, la fuente a la que acuden los
investigadores viene de los datos que describen el mundo familiar y cotidiano. De su
parte el modo de conocimiento “objetivista” pregona el establecimiento de
“regularidades objetivas” sin dependencia de la “concienciaindividual”.

Ante este antagonismo Bourdieu esboza una práctica científica que permita un
conocimiento teórico tanto de la práctica como del modo de “conocimiento práctico”.
Para Bourdieu “la ciencia social no debe romper solo, como lo quiere el objetivismo,
con la experiencia indígena y la representación indígena de esta experiencia; le es
necesario, además, mediante una segunda ruptura, poner en cuestión los presupuesto
inherentes a la posición de observador ‘objetivo’ que, dedicado a interpretar prácticas,
tiende a trasladar al objeto los principios de su relación con el objeto” (Bourdieu 2007,
50).

De manera sucinta esto es lo que Bourdieu pone en consideración para una


aproximación al conocimiento del mundo social. Es bajo esta premisa que propone
conceptos centrales de su teoría como: Habitus, Campo, capital cultural y social. Esta
indagación interrelaciona estas tres propuestas categóricas para analizar una de las
clases intermedias en la estructuración social: la pequeña burguesía.

Nos interesa entonces reparar en la propuesta de Bourdieu que hace referencia a


un habitus de clase pues es desde allí que podremos fijar el análisis en la prácticas, es
decir en la sistematicidad de los estilos de vida.

Para ello se hace necesario volver al principio unificador y generador de las prácticas,
es decir, al habitus de clase como forma incorporada de la condición d clase y de los
condicionamientos que esta condición impone; por consiguiente, hay que construir la
clase objetiva como conjunto de agentes que se encuentran situados en una condiciones
de existencia homogéneas que imponen unos condicionamientos homogéneos y
producen unos sistemas de disposiciones homogéneas, apropiadas para generar unas
practicas semejantes, y que poseen un conjunto de propiedades comunes, propiedades
objetivadas, a veces garantizadas jurídicamente (como la posesión de bienes o de
poderes) o incorporadas, como los habitus de clase (y, en particular, los sistemas de
esquemas clasificadores) (Bourdieu 1998, 100).

Mediante el habitus podemos hablar de estilos de vida, pues confluyen en su


base “estructuras patrimoniales” y “trayectoria social”. Cada clase social tiene sus
preferencias, mismas que guardan relación con las disposiciones (economicas,
culturales, éticas, escolares, etc) que en cumulo forman un capital. Cabe mencionar que
en la sociedad capitalista la clase dominante es la que saca provecho del capital
económico y cultural (condensaciones del poder social, económico y simbólico)
superpuestos en las instituciones y en la costumbre misma.

La cultura burguesa aparece como la “cultura legitima” y es tendencia el que la


pequeña burguesía aspire a alcanzar el status que es privilegio de la burguesía. En tal
sentido será recurrente que la pequeña burguesía se las arregle (despliegue energía e
ingenio) para tratar de tener una vida aun por encima de sus posibilidades.

Hay entonces un “apetito de posesión” una “avidez acumuladora” un habitus


pequeño-burgués. Se confunde cultura con conocimiento, hombre cultivado es aquel
que atesora un arsenal de conocimientos. En su afán de ascenso social “la verdad de las
estrategias de acumulación cultural de los pequeño-burgueses ascendentes, o de sus
estrategias escolares, nunca se ve tan perfectamente como cuando se las relaciona con el
conjunto de las estrategias en que se expresa con toda claridad la necesidad que
constituye el principio de las disposiciones características del habitus pequeño-burgués,
ascetismo, rigorismo, juridicismo, propensión a la acumulación en todas sus formas”
(Bourdieu 1998, 335).
En esta investigación consideramos necesario referir la reflexión del PRT-ERP sobre el
campo pequeño burgués, que de cuenta de su percepción y cuestionamiento. Para ello se
hace un análisis de los documentos Pequeña burguesía y revolución (1971) y Moral y
proletarización (1972). Con el propósito de ubicarnos en su mundo social cotidiano se
observa la práctica militante a partir de documentos teóricos y documentales fílmicos,
de esta manera se intenta extraer datos que den cuenta de posibles tensiones en relación
al habitus pequeño burgués.

Reflexiones perretistas: Habitus y encaminamientos para un examen de si mismo

Ahora bien ¿Cuál era la reflexión perretista que hacía posible la construcción del
“mundo social”a la interna de la Organización?, ¿Cuáles eran los encaminamientos que
hacían, a la militancia del PRT-ERP desafiar los sistemas de disposiciones
estructurados, que funcionan a la vez como estructuras estructurantes, que han
perdurado y han sido transferidas entre lo que el PRT-ERP denomina como “pequeña
burguesía”.Nos referimos a un desafío a lo que puede ser considerado como un habitus.
Para mencionarlo con Bourdieu, estamos hablando de aquellos condicionamientos
asociados a una clase particular de condiciones de existencia que producen habitus:

sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas


predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios
generadores y organizadores de prácticas y representaciones que pueden estar
objetivamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda consciente de fines y el
dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos, objetivamente
“reguladas” y “regulares” sin ser el producto de la obediencia a reglas, y, a la vez que
todo esto, colectivamente orquestadas sin ser producto de la acción organizadora de un
director de orquesta (Bourdieu 2007: 92)

Dicho de otra manera, tal desafío, consiste en entrar a tensionar con aquellos
“productos incorporados” a partir de la “práctica histórica”, es decir con esas prácticas
anteriores que constituidas en la práctica, orientan también “funciones prácticas”
(definen disposiciones que vendrán después). De allí la necesidad de analizar, en
primera instancia, la reflexión perretista sobre esas prácticas “pequeñoburguesas”.
Practicas engendradas en medio de condiciones de experiencia no modificadas aún, y
que para Bourdieu constituyen las “anticipaciones del habitus”:
especie de hipótesis prácticas fundadas sobre la experiencia pasada, conceden un peso
desmesurado a las primeras experiencias;son, en efecto, las estructuras características de
una clase determinada de condiciones de existencia que, a través de la necesidad
económica y social que hacen pesar sobre el universo relativamente autónomo de la
economía doméstica y las relaciones familiares, o mejor, a través de las manifestaciones
propiamente familiares, o mejor, a través de las manifestaciones propiamente familiares
de esta necesidad externa (formas de la división del trabajo entre sexos, universo de
objetos, modos de consumos, relación entre parientes, etc.) producen las estructuras del
habitus que están en el principio de la percepción y apreciación de toda experiencia
posterior (Bourdieu 2007: 94).

En tal sentido el militante perretista libraba una batalla en sus fueros internos contra
aquel habitus incorporado de manera espontanea, que encarnó en sus cuerpos, al tiempo
que engendró conductas “razonables” o de “sentido común” asumidas como
“naturales”. Esas cuasi-naturalezas que son los habitus–dice Bourdieu-, historia
incorporada, naturalizada:

En cada uno de nosotros, según proporciones variables, está el hombre de ayer; es el


hombre de ayer quien, por la fuerza de las cosas, predomina en nosotros, pues el
presente es bien poca cosa comparado con ese largo pasado durante el que nos hemos
formado y del cual somos resultado. Pero a este hombre del pasado no lo sentimos,
porque es inveterado: es la parte inconsciente de nosotros mismos (Bourdieu 2007: 98).
Contra el hombre de ayer también es la lucha, parece proclamar el PRT-ERP Al
respecto, la Organización condensa sus reflexiones sobre la praxis individual en los
documentos Pequeña Burguesía y revolución (1971)y “Moral y proletarización”, este
último, escrito, por “Julio Parra” (nombre de guerra de Luís Ortolani) y publicado en la
Gaviota blindada, revista elaborada por la militancia perretista presa en la cárcel de
Rawson durante 1972. Cabe resaltar que estas reflexiones son hechas al calor de la
práctica perretista, que ya llevaba años de accionar político-militar, recordemos que el
PRT se funda en 1965 y el ERP nace en 1970. No es pues una especie de
“reglamento”construido en el aire, tiene que ver con las practicas militantes observadas
por Ortolani.

En la descripción perretista la pequeña burguesía jugaría un papel positivo y otro


negativo en el proceso revolucionario. El primero tendría que ver con que
“históricamente es la intelectualidad, de origen generalmente pequeño-burgués la que
lleva la teoría socialista a los obreros” (PRT-ERP, s/f, 3). Pero por la traída de la teoría,
a los obreros, “desde fuera”, esta “vanguardia obrera” pagaría un “duro precio” pues
“junto con la teoría revolucionaria, los intelectuales pequeño-burgueses llevarían al
movimiento obrero sus características de clase: el individualismo, la pedantería, la
vacilación ante las grandes decisiones, la visión política mezquina que los arrastra al
sectarismo, al esquematismo, la disputa encarnizada por cuestiones secundarias y
rencores personales” (PRT-ERP, s/f, 3).

En la propuesta perretista los “partidos revolucionarios” alcanzarían madurez


solo si la “vanguardia obrera” penetra en estos. Se produce entonces un “doble proceso”
formativo dentro del partido revolucionario:

De un lado los obreros de vanguardia se elevan a la comprensión de su ideología de


clase, que les lleva la intelectualidad pequeño-burguesa. De otro lado, los elementos
obreros del Partido exigen a sus camaradas intelectuales la proletarización de su modo
de ser y de vivir, obligándolos a romper con su clase. Atrabajar, convivir y luchar con
las masas, adoptando sus puntos de vista y sus características de clases (PRT-ERP, s/f,
3-4).

Es en este doble proceso formativo que las y los integrantes del PRT-ERP,
tensionarían su vida militante. La reflexión expuesta por la Organización coloca en el
centro la discusión sobre los alcances de la “Guerra Revolucionaria”. Se habla de una
“nueva moral” (moral revolucionaria”) para enfrentar a la “moral burguesa”, misma que
tendría como trasfondo la “competencia”.Para el PRT-ERP esta “nueva moral” solo
podría construirse en la práctica de la guerra, entendiendo esta, “no en un sentido
limitado, como en los momentos de combate político y militar, sino en un sentido más
amplio y profundo” (PRT-ERP s/f, 16).

Sin embargo Bourdieu complejiza las condiciones en que estas relaciones se


dan. Bourdieu no intenta valorar como falsa o verdadera la imagen que el intelectual se
hace en la condición de obrero sin tener el habitus de obrero, pues este “aprehende la
condición obrera según unos esquemas de percepción y apreciación que no son los que
los propios miembros de la clase obrera emplean para aprhenderla” (Bourdieu 1998,
379). Para Bourdieu la imagen que se hace el intelectual es “verdaderamente, la
experiencia que puede tener del mundo obrero un intelectual” (Bourdieu 1998, 381). De
acuerdo a esto no habría posibilidad alguna de ponerse en los “zapatos” de quienes se
ubican en el extremo contrario del mundo social. “La adaptación a una posición
dominada implica una forma de aceptación de la dominación” (Bourdieu 1998, 392).

.La Organización menciona que “entre unos y otros, los pequeño-burgueses, compiten
como el que más, a veces para sobrevivir, a veces para “brillar”, a veces para progresar
en la vida” (PRT-ERP s/f, 17-18). “A veces para brillar”, según Bourdieu, este
pretender ser “llamativo” es característico en la pequeña burguesía:

El pequeño burgués es aquel que, condenado a todas las contradicciones entre una
condición objetivamente dominada y una participación en intención y en voluntad en
los valores dominantes, está obsesionado por la apariencia que muestra al otro y por el
juicio que el otro tiene sobre su apariencia. Llevado a hacer demasiado por temor de no
hacer bastante, dejando ver su incertidumbre y su preocupación por encontrarse
preocupado como está al tener que demostrar o dar la impresión, está destinado a ser
percibido, tanto por las clases populares, que no tienen esa preocupación de su ser-para-
otro, como por los miembros de las clases privilegiadas que, seguros de su ser, pueden
desinteresarse del parecer, como el hombre de la apariencia, obsesionado por la mirada
de los otros. Y ocupado continuamente en “hacerse valer” a los ojos de los demás
(“¿Me has visto?”, “llamativo”)” (Bourdieu 1998, 250).

En la disputa competitiva las personas no tendrían otro punto de referencia que


su propia individualidad “características y maneras de ser individualista se constituyen
en la personalidad básica de cada uno […] Mal podemos vencer a las fuerzas enemigas, […]
si no empezamos por destruir esa verdadera avanzada de las fuerzas enemigas, que opera en
nuestras propias mentes y nuestros propios corazones: el individualismo burgués y pequeño
burgués” (PRT-ERP s/f, 18-19).En el documento se señala la “autosuficiencia” como una
manifestación de este individualismo en las organizaciones revolucionarias, la cual consiste en
“subestimar la capacidad de los demás compañeros y de las masas y sobreestimar la propia
capacidad […] El apresuramiento, la irreflexibidad, la pedantería, son consecuencias y
complementos naturales de esa actitud” (PRT ERP s/f, 22).

Para Bourdieu, existe una propensión pequeño burguesa a la “opinión personal”,


misma que derivaría de sus adquisiciones en cuanto a capital cultural y escolar se
refiere:

De hecho, la institución escolaren su conjunto, desde la organización del trabajo


estrictamente individualista que impone, hasta los esquemas clasificatorios que emplea
en sus operaciones de clasificación y que privilegian lo original en detrimento de lo
común, pasando por los propios contenidos que enseña y la manera de enseñarlos,
tiende a reforzar la inclinación al individualismo o al egotismo que los hijos de pequeña
o gran burguesía llevan al sistema (Bourdieu 1998, 425).

Pero para explicar a cabalidad esta pretensión pequeño burguesa a la “opinión


personal”, no solo habría que tener en cuenta este reforzamiento hecho por el sistema
escolar, habría que reparar también en “las características específicas de las condiciones
sociales de la producción del habitus del que esta pretensión constituye una dimensión”
(Bourdieu 1998, 425). Así,
La reivindicación de la “opinión personal” y la desconfianza con respecto a todas las
formas de delegación, sobre todo en política, se inscriben lógicamente en el sistema de
las disposiciones propias de los individuos cuyo pasado y proyecto totales descansan
en la apuesta por la salvación individual, fundada en los “dones” y en los “meritos”
personales, en la ruptura de las pesadas solidaridades , e incluso en el absoluto rechazo
de las obligaciones entorpecedoras, en la elección de privilegiar sistemáticamente, tanto
en el hábitat como en el trabajo, en las diversiones como en sus pensamientos, lo
privado, lo íntimo […] contra lo público, lo colectivo, lo común (Bourdieu 1998, 426).

El documento señala también a la “búsqueda de prestigio” como expresión de


individualismo que se complementa con la “autosuficiencia”, pues estaría mostrando su
rasgo más esencial: la anteposición de la propia persona por sobre los intereses de la
revolución.

Consiste en tratar de hacer las cosas bien pero no por la utilidad que reportan a las tareas
revolucionarias sino por ganar méritos, ser halagado y alagar el amor propio […] En
lugar de contribuir al éxito colectivo modesta y silenciosamente y ayudar a los otros a
realizar sus aportes, se busca sobresalir individualmente a costa de los demás, tratando
de acaparar las tareas que pueden aparentar brillos y dejar a otros las más oscuras y
difíciles, callando en los propios errores, en lugar de corregirlos, mientras que señalan
vocingleramente los ajenos, induciendo incluso al error o dejándolos caer en él, a
sabiendas para resaltar el propio acierto o disimular las propias fallas” (PRT-ERP s/f,
23).
Para Bourdieu “no es raro que las exigencias de la salvación individual
[…]entrenen conflicto con las exigencias de la salvación colectiva […] por razones de
prácticas y también porque están inspiradas en dos visiones totalmente opuestas del
mundo social” (Bourdieu 1998, 426).

La tendencia del pequeño burgués, a privilegiar en su hábitat lo privado, tiene


también su respuesta en la propuesta perretista. Cuando el documento hace referencia a
la crianza de los hijos, el llamado es a desprenderse de actitudes individualistas. “Esta
actitud individualista consiste en unilateralizar la relación padres-hijos[…] considerando
un solo aspecto de la persona. En este caso su condición de hijos nuestros” (PRT-ERP s/f, 31)

Se refiere una atención “revolucionaria” no “individualista”, misma que tendría


practicarse desde una ética que siente sus bases en la “vida colectiva”. De tal manera
que no se contraponga a las distintas actividades revolucionarias sino integrarse a ellas.

Los hijos de los revolucionarios deben compartir todos los aspectos de la vida de sus
padres, incluso a veces sus riesgos […] La crianza de los hijos es una tarea común […]
del conjunto de los compañeros que comparten una casa […] Cuando se habla de
compartir en el seno de la casa común no solo la actividad político-militar del grupo,
sino el estudio, la utilización del tiempo libre y las tareas comunes, de la vida cotidiana,
estas tareas deben incluir la tarea superior de la crianza de los hijos de lo compañeros
que comparten la casa […] También este aspecto debe ser integrado en la vida de las
masas, Los niños deben integrarse a las masas de la manera que es posible a ellos,
jugando y conviviendo con los hijos de los obreros. Y los padres debemos ocuparnos
mutuamente de los problemas de la crianza. Confrontar con nuestros vecinos las
prácticas y puntos de vista sobre ellas, compartir con ellos la crianza de nuestros hijos y
de los suyos, brindar una atención general a los problemas de los niños, sin establecer
diferencias odiosas entre “hijos propios y ajenos” (PRT-ERP s/f, 32-33).

Lo pequeño burgués: enclasamiento y conflicto en el espacio de la militancia


cotidiana
En el apartado anterior se había mencionado que, de acuerdo a los documentos
estudiados, en el mundos social perretista la militancia libraba una lucha, en el nivel
introspectivo, contra las “actitudes” generadas en un habituspequeño burgués, es decir
con ese esquema de disposiciones recreadas de forma inconsciente, y que han encarnado
en quienes provienen de esta clase; y que, como contrapunto,la Organización le
apostaba a lo que se menciona como “proletarización”. Ahora bien, ¿cómo se expresó
esto en la práctica?.

En esta parte, consideramos necesario echar un vistazo a testimonios que


permitan vislumbrar la práctica cotidiana perretista. Como contexto, según Pozzi “la
tendencia general de la vieja militancia setentista era dividir la sociedad en obreros y
pequeña burguesía” (Pozzi 2004, 70). Ya se había mencionado las características según
las cuales, para la Organización, los agentes son enclasados como pequeño burgueses.
Ahora bien, en su estudio sobre el PRT-ERP, Pozzi infiere que, de acuerdo a la
ubicación social de la familia de procedencia:
el 2,5% era de origen burgués; 6,5% procedía de familias pequeñoburguesas
(chacareros, comerciantes, dueños de pequeños talleres); 42% pertenecía a sectores
medios (empleados, profesionales, docentes, intelectuales); 45% procedía de la clase
obrera (obreros rurales, industriales y de construcción); 1,5% pertenecía al campesinado
y el mismo porcentaje a sectores marginales o lumpenproletariado; finalmente 1% no se
pudo precisar (Pozzi 2004, 73).

De alguna manera esto encaja con lo que Bourdieu llama capital social, y nos da
un panorama de la composición social del campo social perretista. Pero, el tener acceso
a testimonios sobre sus practicas militantes permite reparar en que es muy posible que la
distinción de los proletario y lo pequeño burgués responda a aquellos esquemas de
percepciónque todo agente de una formación social determinada guarda en común como
conjunto. Según Bourdieu de allí brotan los lugares comunes que se imponen por tener
a su favor el orden social. “Categorías históricamente constituidas y adquiridas que
organizan el pensamiento del mundo social del conjunto de los sujetos pertenecientes a
ese mundo y modelados por él” (Bourdieu 1998, 480).Bourdieu se refiere a una red de
oposiciones, así:

De igual modo que la oposición entre lo único y lo múltiple se encuentra en el


centro de la filosofía dominante de la historia, la oposición que es una forma
transformada de aquella- entre lo brillante, lo visible (“a la vista”), lo distinto, lo
distinguido, lo “conocido” (es decir reputado, ilustrado) y lo oscuro (los
pequeños, lo oscuros, los “sin graduación”), las tareas “oscuras”, lo apagado, lo
gris de la masa indiferenciada, indistinta, sin nombre ni renombre (el “ilustre
desconocido”) es una de las categorías fundamentales de la percepción
dominante del mundo social (Bourdieu 1998, 480).
La siguiente trama, encontrada en el estudio de Pozzi, si la estiramos en lo que
tiene que ver a su trasfondo, empata con lo planteado por Bourdieu. De acuerdo a los
resultados encontrados por Pozzi:

Los militantes del PRT-ERP eran "hacedores" y se los juzgaba como tales. Su actitud de
resolver los problemas con decisión generaba resultados, permitía el desarrollo de la
creatividad y la inventiva individual en las tareas prácticas, y seacercaba más a los
criterios que valoraba el obrero argentino medio, por lo general reacio a las largas
disquisiones teóricas. Pero también tuvo sus desventajas puesto que generaba problemas
de fondo en cuanto a la resistencia al estudio y a la formación política. Un militante con
capacidad teórica era visto como "discutidor" o simplemente como "intelectual" lo cual
se equiparaba con "pequeñoburgués (Pozzi 2004,127).
Estos esquemas de percepción y apreciación, que devienen esquemas clasificadores
elaborados por el conocimiento práctico del mundo social, aparecen como condicionamientos
diferenciados y diferenciadores que se encuentran asociados a las diferentes condiciones
de existencia, están en el origen de la estructura social (Bourdieu, 481). De esta manera el
orden socialse ha instalado progresivamente en las mentes. “Las divisiones sociales se
convierten en principios de división que organizan la visión del mundo social”
(Bourdieu 1998, 481-482). Con ello:

Los sujetos enclasantes que enclasan las propiedades y las prácticas de los demás, o las
suyas propias, son también objetos enclasables que se enclasan (a los ojos de los demás)
al apropiarse unas prácticas y unas propiedades ya enclasadas (como vulgares o
distinguidas, elevadas o bajas, pesadas o ligeras, etc, es decir en último análisis
populares o burguesas) según su distribución probable entre unos grupos a su vez
enclasados; las mas enclasantes y las mejor enclasadas de esas propiedades son,
evidentemente, las que están expresamente designadas para funcionar como signos de
distinción (Bourdieu 1998, 492).
Pozzi menciona que de la practica perretista surgieron formas comunes de comportamiento
entre la militancia.
El estilo partidario también se traducía en un lenguaje corporal, envestimenta, en tonos
de voz, en comportamientos que eran comunes a los militantes todos tendían a vestirse
similarmente, de manera simple, limpia y sin maquillaje para las mujeres. Inclusive
tendían a fumar la misma marca de cigarrillos (Particulares negros}. Esta tendencia
hacia la homogeneidad era impuesta casi informalmente a todos los miembros
partidarios Usar ropa más cara era visto como una muestra del egoísmo
"pequeñoburgués", como lo era cualquier tipo de concesión consumista tal como
comprar un televisor (Pozzi 2004, 136).

No es que el PRT-ERP haya impuesto formas de vestir como reglamentación


obligatoria, era más bien esta tendencia a una especie de contra habitus pequeño
burgués, que parece hacer recurrir a representaciones de “uno mismo”. El relato de un
militante en la investigación de Pozzi es sugerente. “Se imponían hasta modas en el
vestir, para hablar[…] nosotros mismos era como si nos pusiéramos un uniforme, como
que cada uno trataba de ser más humilde de lo que era."(Pozzi 2004,136).

Se vuelve necesario exponer la explicación que hace Bourdieu cuando se refiere


a los usos, en términos peyorativos, que se hace del término pequeño-burgués:

Si es verdad que es en la realidad y no en la mente del sociólogo donde el pequeño-


burgés es un burgués en pequeño, es fácil ver lo que se perdería al abandonar el
concepto de pequeño-burgués en nombre de una definición objetivista de la objetividad.
Aquí, como en todas partes, los conceptos indígenas, concentran, bajo una forma
especialmente evocadora, el máximo de propiedades sociológicamente pertinentes.
Además, la reducción objetivante, por muy brutal que sea, no tiene nada en común con
el menosprecio de clase –que irrumpe en tantos escritos consagrados a los pequeño-
burgueses, […] blanco preferido del anatema político (piénsese en Marx hablando de
Proudhon…)-: dicha reducción relaciona las propiedades del habitus–percibidas con la
mayor frecuencia por el racismo de clase-, tales como la “pretensión” o la “pobreza de
espíritu” con las condiciones objetivas de las que son producto. (Bourdieu1998, 342).

En el estudio de Pozzi se matiza los criterios perretistas, como una “rigidez


moral”, a estos parámetros “opresores” que entre la militancia se los llegó a identificar
como “moralina”. Pero también se rescata su valoración en términos de que se los
aceptaba y se convivía con ellos aún cuando, en la práctica se imponían, por vías
informales, una serie de criterios que eran represivos. Ser acusado de "pequebu",
"intelectual" o "individualista" era una crítica fuerte”. (Pozzi 2004,136).

Y las relaciones a la interna perretista parecen conflictuarse por este uso


peyorativo que Bourdieu detecta en escritos dedicados a la pequeña burguesía. Esta
utilización como “anatema político” y que de alguna manera tiene que ver con la forma
de enclasamiento deliberado que se ha tornado sentido común. Pozzi habla de
mecanismos de control casi intransigentes sobre la vida cotidiana de la militancia.
”Varios testimoniantes recuerdan sesiones de “crítica y autocrítica" en su célula por
cosas como ir al cine a ver la películas equivocada ("escapismo"), o escuchar un tipo de
música errado (´enajenación pequeño-burguesa´)” (Pozzi 2004,137).

Además de este uso como “menosprecio de clase” o “racismo de clase” según el


estudio de Pozzi, habría también una posición mecanicista al atribuir ciertas
características a las personas según provenga de la clase obrera o de la pequeña
burguesía. Es decir detrás del “insulto” pequeño burgués, subyace una percepción
mecanizada. . “Así, se suponía que los miembros de! PRT provenientes de los sectores
medios, o de la burguesía, automáticamente debían trabajar mucho para superar su
"individualismo", "intelectuatismo", "egoísmo"; mientras que a los de origen obrero se
los consideraba como `solidario`, ´colectivos´, y que ´tenían un sentir de masas´” (Pozzi
2004, 147).
A estos enclasamientos, solo como producto de las condiciones materiales,
Bourdieu los relaciona con una “reducción objetivante”. De allí que este autor sugiera
reparar también en que “la representación que los individuos y los grupos ponen
inevitablemente de manifiesto mediante sus prácticas y sus propiedades forma parte
integrante de su realidad social” (Bourdieu 1998, 494), pues “una clase se define por su
ser percibido, como por su ser; por su consumo […] tanto como por su posición en las
relaciones de producción” (Bourdieu 1998, 494).

Campo de poder y capital cultural: a contracorriente del ascenso social

Para Bourdieu la posesión de capital económico, capital cultural y capital social


definen la pertenencia a la clase. Es su distribución la que “determina la posición en las
relaciones de fuerza constitutivas del campo del poder y, al mismo tiempo, las
estrategias que pueden adoptarse en esas luchas” (Bourdieu 1998, 317). Capital
económico y capital escolar son al mismo tiempo instrumentos (de poder) y apuestas
(por el poder).

En el espacio social hay una estructura de posiciones, es decir hay distintas


posiciones en el interior del campo y la lucha sería por los beneficios que producen
estos campos. “Las diferentes clases (y fracciones de clase) se distribuyen así desde las
que están mejor provistas simultáneamente de capital económico y de capital cultural
hasta las que están más desprovistas en estos dos aspectos” (Bourdieu 1998, 113). La
disputa es pues porque hay agentes que tienen más beneficios al venir de posiciones
dominantes.

Todo el capital cultural objetivado, producto de la historia acumulado en libros,


artículos, documentos, instrumentos, etc, que constituyen el esbozo o de la realización
de teorías o de o de críticas de esas teorías, de problemáticas y de sistemas
conceptuales, se presenten como un mundo autónomo que, aunque sea producto de la
acción histórica, tiene sus propias leyes, trascendentes a las voluntades individuales, y
permanece irreductible a lo que cada agente o incluso el conjunto de agentes puede
apropiarse (esto es el capital cultural incorporado) (Bourdieu 1998, 225).

Entre los beneficios que proporciona la posesión de los medios legítimos


(teóricos) está la posibilidad de dominar. Lo que se intenta recalcar es que en medio de
esta disputa, el usufructo, si se quiere, que puede resultar de la lucha por aprovisionarse
de estos medios, que Bourdieu presenta como una lucha al interior de la estructura de
posiciones, y con ello de la lucha de clases; no va en pro del ascenso social. En la lucha
perretista la opción fue de alguna manera colectivizar el capital adquirido para cualificar
la “guerra revolucionaria”.

En su estudio Pozzi sostiene:

El PRT-ERP fue reorganizado a partir de la ruptura con el morenismo en 1968, y sus


activistas provinieron de las clases trabajadoras urbanas y rurales, e incluyó algunas
personas de la empobrecida clase medía del noroeste. Aquellos que eran estudiantes
universitarios por lo general trabajaban mientras estudiaban. De estos estudiantes,
muchos eran los hijos de familias que realizaban grandes esfuerzos para enviarlos a la
universidad. La combinación de origen humilde, expectativas y sacrificios familiares,
junto con el descubrimiento de un mundo intelectual de disensión y debate pare- ce
haber contribuido en gran parte a su politización hacia la izquierda (Pozzi 2004, 81-82).

Conclusiones

 El intento de construir una “nueva moral”, distinta de la “moral burguesa”,


implica una moral combatiente, lo cual, al tiempo que es una necesidad de la
Organización pues el escenario cotidiano es de guerra abierta contra el enemigo,
también, esa “nueva moral revolucionaria”, solo sería posible en la práctica de
la guerra político-militar.
 Las prácticas militantes desplegadas sobre la base de la “nueva moral” libran
batalla con una historia incorporada en cada militante, sobre todo en los de
extracción pequeño burguesa. El supuesto es que si no son combatidos los
esquemas de disposiciones anteriores de los agentes, se estructurarían habitus
contraproducentes en la dinámica, como colectivo (Partido-Ejercito
revolucionario), e individualmente para el agente revolucionario.
 El centro del estilo de vida pequeño burgués sería la competencia, con esto el
agente social (teniendo como única referencia su propia individualidad)
devendría individualista, con tendencias a la impostura (preocupación de su ser-
para-otro) lo cual vendría reforzado por el sistema escolar. De allí que priorice
los “privado” e “íntimo” frente a lo “colectivo” y “común”. Este entramado es el
centro de la crítica perretista a lo pequeño burgués.
 Las percepciones del enclasamiento perretista responden a parámetros
mecanicistas que tienen que ver con una “reducción objetivante” pues las
apreciaciones enclasantes tienen su base en las condiciones materiales.
 La lucha de la militancia perretista beneficiada de tener un capital cultural
incorporado, no guardó una trayectoria en pro del beneficio individual (ascenso
social). La lucha del agente perretista, al interior de la estructura de posiciones,
continuó, de alguna manera, con la colectivización del capital adquirido para la
cualificación de la “guerra revolucionaria”.

Bibliografía

Bourdieu, Pierre. 1998. La distinción. Madrid: Taurus.


Bourdieu . P, 2007 El sentido práctico. Buenos Aires: Siglo XXI
PRT-ERP s/f. Pequeña Burguesía y Revolución, Moral y proletarización. En Moral
revolucionaria, Moral Burguesa. Estudios realizados por el E.R.P Argentino. Ediciones Ideas.
Mascaro Cine Americano 2011. Gaviotas Blindadas. Buenos Aires. Recuperado de:
https://www.youtube.com/watch?v=HGciTxTxECw
Pozzi, P, 2004. “Por las sendas argentinas” El PRT-ERP La Guerrilla Marxista. Buenos Aires:
Imago Mundi.

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