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Tema N°8

Asignatura: Ciencias Naturales


Curso: 4to año de Secundaria

HUESOS DE LAS EXTREMIDADES INFERIORES

Concepto:

Las extremidades inferiores son extensiones del organismo humado cuyo principal propósito es
permitir su traslación a diferentes lugares. Los huesos que corresponden a estas extremidades son
fundamentalmente estructuras rígidas de soporte que permiten al ser humano tres acciones
principales: la bipedestación, la marcha o caminata, y la sedestación.

El ser humano ha evolucionado durante miles de años para perfeccionar estas estructuras.
Actualmente cada uno de los huesos que conforman las extremidades inferiores tienen el diseño
arquitectónico adecuado para soportar el peso del cuerpo, y a su vez, las múltiples tracciones
musculares de sus inserciones cuando estos se contraen y generan el movimiento.

REGIONES DE LOS MIEMBROS INFERIORES

Las regiones de las extremidades inferiores son segmentos específicos que engloban elementos
óseos, articulares, musculares y cutáneos. Estas regiones a su vez tienen distintas zonas cuya
importancia radica en la orientación anatómica de sus elementos más distintivos.

La Región Pélvica.

La pelvis es la región superior y anterior de los miembros inferiores. Continúa inmediatamente


debajo del abdomen y precede a la región púbica y los muslos. En su interior se alojan parte de los
intestinos y el sistema urológico, además de los órganos de los aparatos reproductores masculino
y femenino.

La Región Glútea.

Ocupa todo el espacio la pelvis, pero en la parte posterior. Continúa inmediatamente debajo de la
región lumbar de la espalda y da inicio a la región posterior de los muslos. Su nombre radica en los
músculos del mismo nombre que ocupan este espacio y lo recubren. Ciertos elementos distintivos
de esta región vienen a ser la línea interglútea y la línea subglútea.

Las caderas son elementos poco delimitados que recubren los espacios laterales de la pelvis y la
región glútea. Parte del desarrollo de los caracteres sexuales secundarios femeninos incluye mayor
amplitud de estos espacios en comparación con otros segmentos corporales.
La Región de los Muslos.

De forma cilíndrica y con un contenido muscular considerable para realizar distintos movimientos
que permiten la traslación o la marcha. Los muslos no tienen elementos anatómicos externos
notables, pero para estudiarlos se los suele subdividir en zona anterior, zona posterior, zona
medial y zona externa.

La Región de la Rodilla.

Esta región, igualmente poco delimitada, incluye principalmente la articulación de la rodilla. Tal
como el muslo y la pierna, puede dividirse en zonas anterior, posterior, medial y lateral. Es en la
zona posterior donde se forma un surco denominado surco poplíteo.

La Región de la Pierna.

Una zona más estrecha en comparación a los muslos. Esta zona cilíndrica puede también
subdividirse en cara anterior, posterior, medial y lateral. En su cara posterior y superior, debajo del
surco poplíteo, el notorio abultamiento a nivel de los músculos gemelos recibe el nombre de
región sural.

Región del Tobillo.

Esta región ocupa un espacio inferior a la pierna y superior al pie. Su contenido principalmente
será la articulación del tobillo, que permiten los movimientos finos de la marcha.

Región del Pie.

La región terminal. Para un mejor estudio de sus elementos se suelen considerar las zonas del
talón, de la planta y del dorso del pie.
MOVIMIENTOS DE LAS EXTREMIDADES INFERIORES.

Al igual que las extremidades superiores, existe gran movilidad de los miembros inferiores, pero
éstos se avocan a equilibrar el peso del organismo humano en sus diferentes actividades.

Los movimientos de la pelvis en articulación con los muslos pueden ser en sentido de flexión
(como cuando se acerca la rodilla al pecho) y extensión (cuando se estira el muslo hacia atrás), así
como también movimientos de abducción y aducción (abrir y cerrar las piernas respectivamente).
Todos estos movimientos juntos permiten la circunducción anterior y posterior; es decir, girar las
piernas en los tres ejes, permitiendo así la deambulación y el ejercicio de caminata. Es conveniente
puntualizar, también, ciertos movimientos un poco más restringidos de rotación interna y rotación
externa, que permiten girar los miembros para orientar los pies con las puntas hacia adentro o
hacia afuera.
Los movimientos de la rodilla, a diferencia de la pelvis, solo permiten movimientos de flexión y
extensión gracias a su mecanismo de bisagra; es decir, solo permiten doblar las rodillas y
“estirarlas”. Este movimiento limitado permite una mayor estabilidad en bipedestación.

Los movimientos del tobillo son relativamente restringidos, también. En este caso se habla de la
flexión plantar cuando el píe se dirige hacia abajo y flexión dorsal cuando el pie se dirige hacia
arriba. Existe cierta abducción y aducción que estabiliza el peso del cuerpo ente superficies
irregulares, como evidentemente la circunducción cuando giramos el pie.

Los movimientos de los dedos son de flexión y extensión; aunque son relativamente restringidos,
permiten andar “de puntillas”.

CONTENIDO ÓSEO DE CADA UNA DE LAS REGIONES DE LOS MIEMBROS INFERIORES.

A cada una de las regiones corresponde uno o dos huesos primordiales de


esa zona, aunque algunas de ellas no corresponden a un hueso completo.
Iremos mencionándolas:

Región pélvica y glútea: Huesos iliacos o costales y región sacra y coccídea.

Región de los muslos: Hueso fémur.

Región de la rodilla: Extremo distal del fémur, rótula y extremo proximal


de la tibia.

Región de la pierna: Tibia y peroné.

Región del tobillo: Extremo distal de la tibia y astrágalo

Región del pie: Huesos del tarso, metatarso y falanges.


ESTUDIO DE LOS HUESOS INDIVIDUALMENTE.

EL HUESO ILIACO O COXAL

De hecho, hablamos de dos huesos en lugar de uno. Los huesos iliacos o coxales son dos huesos
irregulares que articulan con su homólogo opuesto en sus extremidades anteriores y con el hueso
sacro en sus extremidades posteriores. Los tres huesos (coxal-sacro-coxal) forman lo que se llama
la cintura pélvica. Este tipo de disposición circular, perite sostener a manera de embudo los
órganos superiores infradiafragmáticos, como son principalmente los intestinos y los aparatos
urogenitales. Existen marcadas diferencias morfológicas de dimorfismo sexual, es decir, entre
hombres y mujeres; esto principalmente justificado en el proceso de la gestación o embarazo,
momento en el cual la mujer necesita el espacio suficiente para alojar al ser en formación y una
mayor excavación para el momento del parto propiamente dicho. Este tipo de diferenciación
morfológica es importante para la medicina forense, porque permite identificar cuerpos como
femeninos o masculinos si la evidencia no permite examinar otras morfologías distintivas.

El hueso coxal consta de tres partes: el ilion, el isquion, y el pubis.

El ilión es la parte más prominente, que tiene cierto parecido con las orejas de un ratón. Esta zona
consta de un fuerte reborde denominado cresta iliaca, que protege los órganos delicados.

El pubis es la extremidad anterior que se articula con su homólogo opuesto. Esta zona tiene la
forma de una v, donde su vértice forma la sínfisis pubiana, y sus ramas se unen la superior con el
ilion y la inferior con el isquion.

El isquion es la zona inferior del hueso iliaco, que une mediante sus ramas las anteriores dos
regiones coxales. Tanto las ramas del pubis como las ramas del isquion forman los agujeros
obturadores, unos anillos relativamente circulares que comunican el interior de la cintura pélvica
con otras regiones.

Las tres zonas de los huesos coxales convergen en un único elemento anatómico llamado el
acetábulo. El acetábulo es una excavación esférica que da cabida a la cabeza del fémur, cuyo
parecido es muy similar a la copa de un vino, y de ahí su nombre en latín: acetabulus.

Siendo este hueso bastante consistente y robusto, rara vez ha de sufrir fracturas si la causa no es
un traumatismo de fuerte impacto. Cuando este hueso se fractura a raíz de accidentes
automovilísticos (lo más común), suele dar grandes complicaciones al personal médico por la gran
cantidad de médula ósea roja que lleva en su interior que desborda a otros espacios pélvicos.
Muchas veces, aquellos pacientes con fracturas importantes en los huesos iliacos, fallecen no por
la fractura, sino por la hemorragia interna o el desgarro de alguno de los órganos que contiene.
EL HUESO FÉMUR.

El fémur es el hueso más largo del esqueleto humano. Es un hueso par, fuerte y consistente,
relativamente retorcido en su propio eje para darle mayor estabilidad. Al igual que todos los
huesos, lo estudiamos en sus dos epífisis y un cuerpo o diáfisis.

La epífisis superior o epífisis proximal contiene un espacio esferoideo recubierto por cartílago
hialino denominado la cabeza del fémur. Esta cabeza del fémur articula con el acetábulo de los
huesos coxales y provee una amplia gama de movimientos. Inmediatamente debajo de la cabeza
del fémur observamos una estrechez relativamente larga denominada el cuello del fémur, e
inmediatamente debajo de este, dos prominencias muy importantes denominadas trocánter
mayor y trocánter menor. Ambos trocánteres son lugares de inserción de los músculos pélvicos y
glúteos y son considerablemente más robustos que sus símiles del húmero por la gran fuerza
muscular que soportan.

El cuerpo o diáfisis del fémur tiene forma cilíndrica relativamente retorcida sobre su propio eje.
Tiene diversas rugosidades que permiten la inserción de los músculos propios del muslo. Asimismo
posee el agujero nutricio, un orificio muy pequeño propio de los huesos largos por donde se
recibe una arteria y una vena con el mismo nombre, que proporcionan nutrición al hueso por
medio de la circulación sanguínea.

La epífisis distal del fémur contiene dos grandes rodetes que reciben el nombre de cóndilos
medial y lateral del fémur. Estos cóndilos que recuerdan a un par de ruedas de camión, se
articulan con los cóndilos correspondientes a la meseta tibial, y con las diversas estructuras
articulares que son imprescindibles para el movimiento de la rodilla. En medio de ambos cóndilos
femorales, se forma un surco bastante notorio denominado surco intercondíleo, lugar donde se
insertan los ligamentos cruzados de la rodilla.

El fémur es muy consistente y está recubierto por grandes músculos, por lo que es poco probable
que se fracture en situaciones cotidianas. No obstante, el cuello del fémur es una parte muy
delicada en casos especiales, como en los adultos mayores. Basta una simple caída de la propia
altura para que este elemento se fracture en los ancianos. Cuando eso ocurre la cabeza del fémur,
que tiene apenas una arteria circunfleja que le da nutrición, se necrosa y muere a las pocas horas.
Como no se puede curar un hueso muerto, se decide optar por una prótesis de cabeza femoral,
llamada también prótesis de cadera, que suele devolver completamente la funcionalidad a esta
articulación.

LA RÓTULA.

La rótula es un hueso sesamoideo, de hecho el hueso sesamoideo más grande del organismo
humano, porque se encuentra “flotando” entre los ligamentos rotulianos y el tendón del músculo
cuádriceps. Los huesos sesamoideos generalmente son pequeños (de ahí su nombre por la
semejanza con una semilla de sésamo), que se localizan en medio de articulaciones muy móviles;
en el caso de la rótula, cumple la misión de “trabar” el movimiento de la rodilla, justificando así
evidentemente su tamaño.

Las fracturas de la rótula son relativamente comunes porque se encuentra muy expuesta a los
traumatismos. En casos más complejos, esta estalla en muchos fragmentos irreparables, que no
dejan otra alternativa que la extracción del hueso completo. Sin rótula, aunque con modificaciones
estéticas, se puede caminar sin demasiadas limitaciones.

LA TIBIA.

La tibia es un hueso consistente porque soporta gran parte del peso humano. Al igual que todos
los huesos largos, tiene dos epífisis y una diáfisis.

La epífisis proximal muestra dos rodetes “aplanados” que llegan a tener una forma rectangular.
Estos cóndilos tibiales, como se los llama, tienen una superficie superior relativamente cóncava o
plana. Es por esta característica que al conjunto de ambos cóndilos se les denomina “ meseta
tibial”. En medio de la meseta tibial, la tibia presenta una prolongación característica, denominada
la eminencia intercondilar, cuyo ápice se divide en dos tubérculos, un tubérculo intercondilar
lateral y un tubérculo intercondilar medial. Esta característica tan inusual tiene su fundamento en
la inserción de los ligamentos cruzados, aquellos que nacen del surco intercondíleo del fémur. En
la porción anterior, a manera de rugosidad, presenta la tuberosidad tibial, fácilmente palpable por
su cobertura de piel únicamente.

El cuerpo de la tibia no es demasiado cilíndrico, sino más bien triangular, mostrando


anteriormente su vértice más prominente que recibe el nombre de cresta tibial, fácilmente
palpable al igual que la tuberosidad ya que solo lo recubre la piel. La cresta tibial se hace más
medial a medida que se hace inferior, dando origen al maléolo medial, sobreelevación muy
conocida del tobillo.

La epífisis distal, ya habiéndolo adelantado antes, consta principalmente del maléolo medial y un
par de carillas articulares que conectan con la extremidad inferior del peroné lateralmente, y con
las carillas articulares del hueso astrágalo inferiormente.

Cuando este hueso se fractura suele dañar estructuras vecinas como músculos, vasos y nervios,
pero no requiere tratamientos especiales ni resulta en casos demasiado complejos.

LA FÍBULA O PERONÉ

Es un hueso par, lateral, tan delgado que semeja un lápiz alargado en su extremo superior. Su
función principal no es ser sostén del peso del cuerpo, sino más bien estructura sólida de los
músculos de la pierna que lo envuelven completamente.
En su epífisis proximal tiene una sobreelevación en forma de flecha llamada el ápice fibular, en
cuyo extremo posterior articula con la región lateral de los cóndilos tibiales. Inmediatamente
debajo del ápice se encuentra la cabeza fibular y debajo de ella el cuello fibular.

El cuerpo del peroné o fíbula es delgado pero con varias rugosidades de dan inserción a diferentes
músculos de las piernas.

La epífisis distal forma el maléolo externo, aquella prominencia fácil de palpar que da forma al
tobillo y que se articula con el hueso astrágalo.

La fíbula es muy fácil de fracturar y de hecho sucede frecuentemente. Pocas veces requiere
medidas complejas y, la mayoría de las veces, no afecta la capacidad de caminar.

HUESOS DEL PIE

Los huesos del pie, a semejanza de los huesos de la mano, se dividen en zonas que engloban una
cantidad variada de huesos. El tarso consta del astrágalo, el hueso que forma el tobillo; el
calcáneo, cuya forma robusta soporta todo el peso del organismo al formar el talón; el cuboides o
navicular, que tiene forma similar a un barco o una nave; y los tres cuneiformes de apariencia
homogénea a manera de cuña. El metatarso consta de los cinco huesos metacarpianos nombrados
de medial a lateral, semejantes a los de sus símiles en la mano; y finalmente las falanges
proximal, medial y distal en los dedos del pie, excepto el primer dedo que, como el pulgar, solo
tiene una falange proximal y una distal.

ENFERMEDADES PROPIAS DE LOS HUESOS

LA OSTEOPOROSIS.

Antes de hablar de los fundamentos de la osteoporosis, conviene recordar un aspecto esencial en


la conformación de los huesos, aquella propiedad que permite la renovación continua de la
estructura ósea, denominada remodelación.
La remodelación de los huesos es el proceso en el cual constantemente se destruye y disgrega la
mineralización ósea a la vez que se va produciendo hueso nuevo paralelamente. Este proceso
ocurre con tal equilibrio que en condiciones normales nunca nos percatamos de tal suceso. Es así
que podemos afirmar que no queda nada de los huesos que tuvimos hace apenas unos años
aunque estos siempre hayan tenido la misma forma y estructura. Cuando se altera este equilibrio
entre renovación y destrucción, es cuando aparece la enfermedad; y de hecho, la gran mayoría de
enfermedades deriva de desequilibrios notorios en la tan exacta y maravillosa maquinaria que
hace la vida posible.

Cuando este desequilibrio entre la renovación y la resorción del hueso está inclinado hacia la
resorción se pierde más hueso del que se gana; en otras palabras, el hueso pierde masa ósea. Esa
pérdida conlleva a la formación de poros o celdillas en la conformación esponjosa de los huesos,
principalmente en las epífisis de los huesos largos, y en la región del cuerpo de las vértebras.
Además de la formación de los poros, que le da el nombre a la osteoporosis, existe un trastorno en
la dirección de las trabéculas del hueso esponjoso. Siendo que estas normalmente se orientan en
dirección a las líneas de tracción producidas por los músculos, la osteoporosis altera tal propiedad
orientándolas sin ninguna dirección aparente.

Es evidente así que la formación de poros y la pérdida de la microarquitectura de las trabéculas


altera considerablemente la resistencia de los huesos, y los predispone a fracturarse ante
eventuales traumatismos que normalmente no serían suficientes para vencer la rigidez ósea.

¿De qué depende la formación de poros en el hueso?

De muchos factores. El más importante, al menos por su frecuencia, es la pérdida de la producción


de la hormona femenina llamada estrógeno, evento que ocurre en las mujeres luego de la
menopausia.

Se dice que 1 de cada 4 mujeres sufrirá de una pérdida ósea formadora de poros con mayor riesgo
progresivo a partir de los 45 años. Los estrógenos, de forma indirecta, regulan la remodelación
ósea como una de sus múltiples funciones. Cuando esta cae a niveles mínimos a causa de la
inhibición natural del ciclo ovárico, muchas mujeres ya no pueden equilibrar dicha circunstancia
apropiadamente. Las mujeres adultas, que ya llevan años con este mal, suelen sufrir fracturas sin
ningún antecedente; algunos huesos colapsan sin dar apenas molestias como las vértebras
cervicales, pero sí generan una deformidad muy evidente en los adultos mayores, una joroba
denominada en este caso “giba de viuda” que aparenta mayor edad a quienes la sufren.

Más allá de la menopausia, otros factores directamente relacionados con la aparición de la


osteoporosis son el alcoholismo, las cirugías gastrointestinales y el uso de corticoides. El
alcoholismo, marcadamente más frecuente en varones, altera progresivamente el equilibrio de la
remodelación ósea, y sumado al hecho de que pocos alcohólicos tienen buena nutrición y son más
proclives a los accidentes, las visitas a las salas de emergencia a causa de fracturas son bastante
frecuentes. Las cirugías gastrointestinales predisponen a la osteoporosis dependiendo del tipo de
cirugía que sean; algunas de ellas que requieren la remoción de un segmento de intestino delgado,
disminuyendo así el área de absorción del calcio, lo que en determinadas situaciones predispone a
esta enfermedad. Por último, el uso de corticoides, medicamentos utilizados en muchas
enfermedades por su gran poder antiinflamatorio y como terapia anti-rechazo en trasplantes de
órganos, suele tener como efecto secundario la desmineralización ósea, muchas veces comentada
en este tema como desencadenante de la osteoporosis.

¿Es posible prevenir la osteoporosis?

De hecho sí. A pesar del desequilibrio en la remodelación, se puede compensar la pérdida ósea
con el correcto suministro de nutrimentos como alimentos ricos en calcio (lácteos y vegetales de
hoja verde), fósforo (gran variedad de pescados) y vitamina D (los alimentos anteriores y cierta
exposición al sol), además de ejercicio físico moderado que incrementa directamente la masa ósea
y su resistencia. Cuando esta enfermedad se manifiesta de manera más agresiva suele utilizarse
una amplia gama de medicamentos que regulan el remodelado óseo a través de la interrupción de
distintos pasos que son cruciales en la progresión de la enfermedad.

EL RAQUITISMO.

El raquitismo es una de las enfermedades pediátricas más importantes en los países en vías de
desarrollo, porque se relaciona directamente con las deficiencias nutricionales y con la falta de
medios de información en salud.

A diferencia de la osteoporosis que reduce la resistencia ósea y predispone a fracturas, en el


raquitismo la resistencia y solidez están ausentes. Los huesos tienen a perder su mineralización y
se vuelven blandos y flexibles, a tal punto que pueden doblarse las extremidades sin mayores
esfuerzos. Se dice que el hueso raquítico semeja la masa de arcilla.

Esta deficiencia en la mineralización es causada por la falta de ingesta de vitamina D. La vitamina


D, obtenida a partir de los alimentos de hoja verde y los lácteos, como también obtenida por la
piel por medio de la exposición a rayos ultravioletas provenientes del sol, es procesada en los
riñones y enviada al intestino para mediar la absorción de calcio. Si no existe vitamina D el calcio
de los alimentos no ingresa al organismo y no puede formar parte de los huesos.
Cuando los huesos no tienen el suministro necesario de calcio tienden a ser blandos. Dado a que
una de las funciones primordiales de los huesos es sostener el peso del organismo, conforme el
niño crece y aprende a caminar, son las extremidades inferiores las que se verán más afectadas al
desarrollar una curvatura muy notoria “hacia adentro” a nivel del fémur y la tibia. Esta deformidad
en valgo impide la marcha normal y dificulta el ejercicio, sin mencionar la deformidad evidente.

Otro de los aspectos que produce la falta de calcio en el organismo incluye la constante fatiga y
dolor muscular, ya que el calcio tiene una relación estrecha con las contracciones musculares.
Como añadido, es poco probable que un niño raquítico no tenga además otras deficiencias
calóricas, por lo que es común observar desnutrición severa y ciertos abultamientos visibles en las
extremidades anteriores de las costillas que semejan cuentas de rosario, además de otras
deformidades craneales.

El Raquitismo es muy fácil de prevenir, ya que requiere de relativamente pocos suministros de


alimentos ricos en calcio y vitamina D, más apenas cierta exposición a los rayos solares. No
obstante, debido a que en muchas comunidades rurales no se tiene demasiada variedad
alimenticia por limitaciones sociales, el raquitismo sigue siendo una enfermedad importante en
nuestro país.

ENFERMEDAD DE PAGET.

Esta es una enfermedad que también tiene que ver con el desequilibrio de la remodelación ósea,
pero a diferencia de la osteoporosis en la que se pierde densidad, en este caso se gana demasiada.
No obstante, son solo determinados huesos los que se afectarán por este desequilibrio.

La enfermedad de Paget afecta casi exclusivamente a personas de edad avanzada. Se dice que el
riesgo es mayor a partir de los 40 años, pero es raro que esta enfermedad se inicie antes de los 60.
A diferencia de las enfermedades precedentes, no se conoce la causa, pero sí se ha relacionado
estrechamente con las etnias caucásicas provenientes de Europa, siendo muy poco frecuente en
etnias asiáticas o nativo americanas.
Ciertas manifestaciones forman parte de esta enfermedad: el progresivo engrosamiento de la
bóveda craneal, el acortamiento de la columna lumbar, el arqueamiento de los fémures y las tibias
en forma de “paréntesis”, el engrosamiento de los trocánteres femorales, y la prominencia tibial
anterior llamada “tibia en sable”. Paget hacía bien en definir las dolencias e inquietudes de los
enfermos con la frase: “A los enfermos de esta osteítis les va pequeño el sombrero y largos los
pantalones”.

Algunas veces el engrosamiento del cráneo reduce el espacio de los agujeros craneales por donde
discurren los nervios de los sentidos, causando ceguera o sordera importantes, que en muchos
casos suelen confundirse con los síntomas propios del envejecimiento.

No se tiene un tratamiento curativo para esta afección, pero pueden resultar útiles los
medicamentos que regulan la remodelación ósea, como también algunas cirugías correctivas con
todos los riesgos que implica entrar a quirófano con personas de edad avanzada.

Cuestionario.
Siga las instrucciones enunciadas y responda brevemente las siguientes preguntas. Es posible que
para responder algunas deba buscar más información en libros referentes o en páginas web
confiables. Una vez terminado el cuestionario, se instruye subir el archivo con las respuestas e
ilustraciones a la Plataforma Moodle del colegio.

1. Realice en su álbum de Biología las ilustraciones correspondientes al segmento ESTUDIO


DE LOS HUESOS INDIVIDUALMENTE. Las ilustraciones deberán ser realizadas a mano y
señalando correctamente cada uno de los elementos anatómicos escritos en negrilla.
2. Las rodillas tienen movimientos limitados que solo permiten la flexión y la extensión. Para
evitar que la pierna “de doble hacia adelante”, ¿qué tipo de elemento anatómico sirve
como traba?
3. El hueso iliaco se compone de tres regiones poco apreciables en las ilustraciones. ¿Existe
algún momento en la vida del ser humano en la que las tres regiones del hueso coxal sean
notoriamente diferenciadas?
4. La cintura pélvica es una estructura perfectamente simétrica. Investigue qué es lo que
sucede en la enfermedad llamada displasia de cadera.
5. En el mundo del fútbol una de las lesiones más complicadas de los jugadores es la rotura
de los ligamentos cruzados. ¿Qué elemento de la tibia se ve involucrado en esa lesión?
6. En las lesiones que corresponden al peroné, ¿se pierde la capacidad de caminar? Justifique
su respuesta.
7. Ante diversas lesiones no muy fuertes en el pie, la gente suele caminar de puntillas. ¿Qué
huesos del pie estarían en contacto con el suelo al tomar esta actitud?
8. ¿Qué otra causa además de las mencionadas podría mencionar acerca de la osteoporosis?
9. ¿Puede el raquitismo, u otra variante similar, desarrollarse en adultos?
10. En la enfermedad de Paget, ¿podrían haber otras manifestaciones que no incluyan el
deterioro de los huesos?

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