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sumisión perpetua
UAM Iztapalapa
Hay mucho que decir respecto a los aportes que los diferentes textos abordados
difícil mantener una distancia objetiva (aunque lo objetivo y toda regla de canon
comprender los espacios en los que se podía mover la mujer desde una época
que nos puede parecer algo lejana, sin embargo, nos vamos dando cuenta de que
restricciones, comenzando por este “deber ser” y “deber hacer” que implica lo que
nos tiene (o no) que agradar, o en qué tenemos que estar de acuerdo. Todas
estas ideas nos llevan a nuevos parámetros restrictivos que siguen sometiendo a
la mujer. Lo más importante para mí, fue la búsqueda de soluciones a través del
lenguaje que cada una de las autoras logró adaptar a sus necesidades para
específico para reconocer la historia y las estrategias que han tenido lugar luego
llegué a preguntar si existen posturas tan rebeldes y radicales que imponen más
que se nos dice que es lo que es correcto, nuestro lugar en la sociedad, nuestro
así que, de alguna manera, se genera un rechazo hacia una figura femenina. Este
rechazar una figura que se intenta defender, pero sí las ideas que tiene. La
antes, tiene que ser porque la mujer lo quiere, y todo el tiempo eso es lo
importante: ¿qué quiere la mujer? Pero una mujer que ya se dio cuenta de que
1
Marina Fe. Otramente: Lectura y escritura feministas, F.C.E., México, 1999. Pág. 151.
vive subyugada, porque la educación patriarcal puede estar muy arraigada -como
en el caso de las madres “malas” que condenan a sus hijas a la misma suerte,
casi cada una de las reflexiones de nuestras escritoras, como ya mencioné antes,
hay una teoría ni una ley que establezca que, para ser feminista, o para respetar a
debe estar apegado a las reglas de los hombres porque no están hechas para ella,
pero que ya conoce y que puede transformar. Es aquí en donde decidí enfocarme
ello se debe valorar como mejor o peor, sino que se debe sacar provecho de las
cuanto a la intimidad: “Pero mi deseo crecía conforme los días que nos separaban
departamento se veía el mar. Imaginé que mi deseo era una marejada que se
alzaba hasta el piso 22, que mi hombre abría la puerta del balcón y que mi ola
gigantesca lo inundaba”.3
que desde sus inicios mostró un modo marginal de tratar a su minoría, pero las
los asuntos feministas (por cuestiones de educación, tal vez), y esto lo podríamos
de ahí sale gran parte del problema, así como la posible solución. Alguna de las
Las cuestiones de todos los textos que llevamos años leyendo y procurando
sin que notáramos indicios machistas en los mismos también generó cierto
3
Ana Clavel. “Inocencias Hitlerianas”. Veinte siete hombres y un desnudo. Ficticia. 2004.
impacto en el pensamiento. Esto lleva a reconsiderar el mismo canon y lo que nos
han impuesto como obligatorio y “de cajón”. Todo esto no quiere decir que
tengamos que rechazarlo todo y volvernos radicales, puesto que cada mujer
soledad, pero nos pasa a tantas, que ciertamente no estamos solas. Lo más
diferencia.
Tenemos también algunas cuestiones que van más allá de lo aparente, nos
atención, sin embargo, son ideas que han fungido por años.
son tantas a las que se les ha dado el reconocimiento adecuado), así que tenemos
este problema del canon literario y qué se debe incluir o no. A todos los
4
Aralia López González. Sin imágenes falsas, sin falsos espejos. Narradoras mexicanas del siglo XX,
El Colegio de México, México, 1995. Pág. 14.
impedimentos que de por sí ya se tenían en cuestiones de teoría literaria le
agregamos el filtro del hecho de ser mujer, porque no hay reglas ni manuales para
hombre.
Nos damos cuenta de mucho y a “la mala”, porque darse cuenta nunca se siente
bien. En textos de Nina Baym vemos a una mujer “loca” casi bestial y desaforada,
que pierde los estribos por la cuestión de la carga emocional, del soportar por
moldearse de acuerdo con las necesidades de este. Aquí entra la cuestión de las
relaciones de poder, y del sometimiento de la mujer fuese por amor o por otros
motivos.
5
Helène Cixous. “La joven nacida” (1975). Pág. 22 y 23.
Comparé muchas veces el panorama con lo sucedido con el lenguaje que
había manera de expresarse sin usar uno de los medios por los cuales se perdió
la analogía no funciona por completo, y Weigel nos lo explicaba diciendo que los
otra cosa que no sea la historia con los hombres como protagonistas.
que se tienen que aplicar para sobrellevarla también son muchas y son
respecto -como conocer más a las escritoras que ya están luchando por dicho
Freud:
Prácticamente, lo mismo que para los antiguos había una vertical absoluta
con relación a la cual se definía la oblicua, así también hay un tipo humano
absoluto que es el tipo masculino. La mujer tiene ovarios, un útero; he ahí
condiciones singulares que la encierran en su subjetividad; se dice
tranquilamente que piensa con sus glándulas. El hombre se olvida
olímpicamente de que su anatomía comporta también hormonas, testículos.
Considera su cuerpo como una relación directa y normal con el mundo que
él cree aprehender en su objetividad, mientras considera el cuerpo de la
mujer como apesadumbrado por todo cuanto lo especifica: un obstáculo,
una cárcel. «La mujer es mujer en virtud de cierta falta de cualidades -decía
Aristóteles-. Y debemos considerar el carácter de las mujeres como
adoleciente de una imperfección natural.» Y, a continuación, Santo Tomás
decreta que la mujer es un «hombre fallido», un ser «ocasional». Eso es lo
que simboliza la historia del Génesis, donde Eva aparece como extraída,
según frase de Bossuet, de un «hueso supernumerario» de Adán. La
Humanidad es macho, y el hombre define a la mujer no en sí misma, sino
con relación a él; no la considera como un ser autónomo. «La mujer, el ser
relativo...», escribe Michelet. Y así lo afirma Benda en el Rapport d'Uriel:
«El cuerpo del hombre tiene sentido por sí mismo, abstracción hecha del de
la mujer, mientras este último parece desprovisto de todo sentido si no se
evoca al macho...6
Vemos esta parte en el texto de Ana Clavel, denunciado sutilmente sin señas de
parecía reprimido.
Con certeza, sólo sabía tres cosas de él: que le gustaban los autos
deportivos, que no bailaba tango, aunque era argentino y que le
apasionaban los libros que hablaban de la memoria. Había sido arriesgado
viajar para conocerlo, pero me decidió su indecisión, su escamoteo de
agente viajero pernoctando en diferentes ciudades, su irrefrenable
postergar nuestras citas.7
La mujer tuvo que tomar las decisiones, y lo que más le atraía de su hombre era esa
está cargado de pasión y deseo, y el lenguaje rompe con los estereotipos masculinos sin
necesidad de anularlos.
la recomendación que se le hace sobre los hombres argentinos. Termina siendo depilada
aspecto un gran giro que contrasta con lo tradicional, y el lenguaje de Clavel, de forma
transformadora que rompe con las limitaciones femeninas, ya sea con sensualidad, o con
Es interesante porque no se trata de una lucha genérica como nos decía Martha
solo es natural, ni solo cultural y tampoco es una sola elección. Las estrategias
llevan tiempo y avanzan gradualmente pero cada vez notamos más la presencia
Bibliografía
8
Simone Beauvoir. El segundo sexo. Los hechos y los mitos. Siglo veinte. 1949. Pág. 4.
Baym, Nina. “La loca y sus lenguajes. Por qué no hago teoría literaria feminista”
(1987).
Beauvoir, Simone. El segundo sexo. Los hechos y los mitos. Siglo veinte. 1949.
Domenella, Ana Rosa. “Una doble mirada masculina y femenina en dos casos de
Gilbert, Sandra y Susan Gubar, La loca del desván, Cátedra, Madrid, 1998.
López González, Aralia, Sin imágenes falsas, sin falsos espejos. Narradoras
Weigel, Sigrid, “La mirada bizca: Sobre la historia de la escritura de las mujeres””,