Está en la página 1de 4

5 ejercicios para mejorar tu Inteligencia Emocional

¿Por qué es tan importante mejorar tu Inteligencia Emocional?

Inteligencia Emocional es esa dimensión de nuestra vida que todos deberíamos


desarrollar y gestionar adecuadamente.

Saber escuchar, comprender las emociones ajenas y controlar las propias,


saber comunicarnos y fomentar un respeto mutuo donde todos salgamos
ganando, es algo esencial.

Es un tipo de inteligencia que debería incluirse en el currículum de las escuelas,


para desarrollar en los niños desde edades muy tempranas esas habilidades
básicas.

La inteligencia emocional es un modo de autoconocimiento, de autocontrol y


también de expresividad, de conocer los límites de uno mismo y a la vez,
marcarlos ante los demás.

Evitando posibles manipulaciones.

Como ya sabes, no es más inteligente aquel que dispone de un C.I más elevado,
o el que dispone de un mejor trabajo y se dedica a acumular “cosas”.

La verdadera inteligencia es aquella que está asociada con una auténtica


felicidad, esa que nos hace estar orgullosos de lo que somos y lo que tenemos.

Sea mucho o poco.

Así que, me gustaría compartir contigo unos sencillos ejercicios que pueden
contribuir a mejorar tu Inteligencia Emocional.

Inténtalo, quizá al principio cueste un poco, pero el resultado merecerá la pena.

1. Conócete a ti mismo

Decía Aristóteles que “conocerse a sí mismo es el principio de toda sabiduría.”

Todos hemos oído hablar del Oráculo de Delfos, donde iban los antiguos
griegos a preguntar y a adentrarse en sus dudas.

Son unas piedras con una inscripción: “Conócete a ti mismo”


¿Por qué?

Pues muy sencillo el secreto de la sabiduría y la felicidad radica en el


conocimiento propio o tal vez habría que decir en el reconocer todo lo que no
somos.

El conocerse a uno mismo es una aventura que dura toda la vida y que.se
consigue día a día, marcándonos propósitos y haciéndonos preguntas.

Este es un ejercicio de introspección que podemos iniciar cada mañana.

Pregúntate qué deseas para el día de hoy y qué para el día de mañana.

Cuando llegue la noche, analiza cómo te has sentido a lo largo de tu jornada.

¿Has actuado cómo tu deseabas?

¿Te has expresado, defendido de acuerdo con tus propios valores?

Puedes utilizar el clásico papel, de tu diario o tu libreta de pensamientos.

Es un ejercicio sencillo, pero a la vez ilustrativo.

Plantéate preguntas, indaga en ti mismo

2. Regulación emocional

Piensa en tus emociones como en una balanza, no vale la pena llegar a los
extremos, ni aún menos caer en el drama, porque a largo plazo, siempre
acabamos perdiendo.

No te dejes manipular, ni acudas a respuestas cargadas de ira o rabia.

Lo ideal es ese término medio. Nunca roces los límites de tus emociones.

Cuando notes que estás a punto de “caer” o de “explotar” visualiza una pequeña
habitación tranquila y aireada. Es tu palacio de pensamientos.

Antes de actuar, piensa, razona y analiza la situación.

Solo después de haber conseguido esa autoregulación, toma una decisión.

Pero primero, piensa antes de actuar en esa habitación privada que tanta calma
te aporta.
Nadie más tiene control sobre tu vida más que tú mismo, no lo olvides nunca. Así
que no permitas que te lleven a terrenos ajenos donde perdamos la calma o
nuestra identidad. Trabaja tu equilibrio interior.

3. Empatía para mejorar tu Inteligencia Emocional

La empatía es un concepto que todos conocemos y valoramos, pero no lo


ponemos en práctica tanto como deberíamos.

Nos resulta más fácil ponernos en el lugar de esas personas que más
sentimientos positivos nos trasmiten.

Nos identificamos mejor con ellas y el nivel de comprensión y acercamiento es


más intenso.

Pero ¿y si un día intentamos empatizar con quien más nos incomoda?

Piensa en ese jefe que, por ejemplo, tan poco te respeta, o en es compañero
que siempre habla mal de los demás y que solo busca problemas.

Intenta “ponerte en los zapatos” del otro y tal vez descubras qué hay detrás de
ellos: inseguridad, baja autoestima… pruébalo, puede ser un buen aprendizaje.

4. Automotivación

Puede que hoy no te apetezca, que no tengas ganas. Pero a partir de este
momento haremos un sencillo ejercicio: vamos a mirar el lado bueno de las
cosas, dejando relegado lo negativo.

Levántate cada día pensando en algo que te ilusione y que deseas conseguir.

La vida sin ilusión no es vida. Busca tu motivación cotidiana.

A veces cualquier insignificancia nos resulta útil.

Acabar el día en esa cafetería a la que aún no has entrado.

Hacer, por fin, esa llamada telefónica a la persona que hace tanto que no ves.

Comprarte un vestido nuevo. Planear una escapada de fin de semana. Apuntarte


a un curso de yoga o pintura. Sonreír un poco más…

5. Habilidades sociales
Vamos a intentar comunicarnos un poco mejor, y no solo mediante las
palabras, también con los gestos. Pongamos atención a nuestro lenguaje
paraverbal

Acércate más a las personas que tienes a tu alrededor, dibuja una sonrisa,
ofrece una caricia, una palmada en la espalda o un abrazo.

Verás que la reacción de quienes te rodean es diferente.

Busca y ofrece emociones positivas, intenta escuchar un poco mejor a quien


tienes delante y escudriña en su mirada.

Seguro que descubres muchas más cosas que mediante las simples palabras.

Ponlo en práctica para mejorar tu Inteligencia Emocional y comprobarás como


llegas a ser más feliz, simplemente haciendo también felices a los demás.

Practica estos sencillos ejercicios incorporándolos a tus rutinas diarias y no


olvides que “La persona inteligente emocionalmente tiene habilidades en cuatro
áreas: identificar emociones, usar emociones, entender emociones y regular
emociones.” (John Mayer)

Tuneado del artículo publicado en www.lamenteesmaravillosa.com


Autor: Valeria Sabater

También podría gustarte