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Este documento presenta un resumen de la introducción del libro de Oseas en la Biblia. En 3 oraciones:
El profeta Oseas predicó en el siglo VIII a.C. a Israel y Judá, advirtiendo sobre el juicio divino debido a su idolatría. Dios le ordenó a Oseas casarse con una prostituta como símbolo de la relación de Israel con Dios. Aunque los nombres de los hijos de Oseas pronosticaban el castigo, al final Dios prometió reconciliarse con su pueblo y llamarlos "hijos
Este documento presenta un resumen de la introducción del libro de Oseas en la Biblia. En 3 oraciones:
El profeta Oseas predicó en el siglo VIII a.C. a Israel y Judá, advirtiendo sobre el juicio divino debido a su idolatría. Dios le ordenó a Oseas casarse con una prostituta como símbolo de la relación de Israel con Dios. Aunque los nombres de los hijos de Oseas pronosticaban el castigo, al final Dios prometió reconciliarse con su pueblo y llamarlos "hijos
Este documento presenta un resumen de la introducción del libro de Oseas en la Biblia. En 3 oraciones:
El profeta Oseas predicó en el siglo VIII a.C. a Israel y Judá, advirtiendo sobre el juicio divino debido a su idolatría. Dios le ordenó a Oseas casarse con una prostituta como símbolo de la relación de Israel con Dios. Aunque los nombres de los hijos de Oseas pronosticaban el castigo, al final Dios prometió reconciliarse con su pueblo y llamarlos "hijos
Palabra del SEÑOR que vino a Oseas, hijo de Beeri, en días de
Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, y en días de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel. Oseas 1:1. Este versículo nos da a conocer al profeta y sus días. Su nombre, que también es el del último rey de Israel (2 R. 17:1) y el original de Josué, aunque ha sufrido algunas alteraciones en su viaje por el griego y el latín (en el cual es llamado Osee). Al igual que los nombres Josué y Jesús, procede del verbo “salvar”. Los reyes mencionados representan a lo largo de lo que fue el siglo VIII a.C. aunque sus figuras fueron opacadas por los profetas de aquel tiempo como Jonás, Amós y Oseas en el norte, y Miqueas e Isaías en el sur. Aunque Israel en algunos momentos de la historia y del reinado había tenido bastante prosperidad después había empezado una decadencia cada vez mayor hasta que, a mitad del siglo, su mundo empezó a desmoronarse. Dentro, dos de los reyes más fuertes, Jeroboam III de Israel y su contemporáneo, Azarías de Judá, estaban llegando al fin de sus largos reinados, mientras que, en la distancia, Asiria habían llegado a conseguir un nuevo grado de fuerza y combatividad aterradoras. Pronto, entraría en Palestina y, en una generación, el reino de Israel se habría extinguido. A esta generación fue enviado Oseas a predicar el arrepentimiento. UN COMIENZO DEL MAL AGÜERO. A partir de versículo dos comienza un mandato para Oseas, Dios le había pedido a Oseas para que tome por esposa a una prostituta y que tenga hijos con ella para representar la situación espiritual del pueblo, queienes estaban en desobediencia con Dios, en idolatría y adulterio espiritual. Tal era la situación que el SEÑOR dijo a Oseas: “Ponle por nombre Jezreel, porque dentro de poco castigaré a la casa de Jehú por la sangre derramada en Jezreel, y pondré fin al reino de la casa de Israel.5 Y sucederá que en aquel día quebraré el arco de Israel en el valle de Jezreel.”
EL SEGUNDO PRESAGIO: LA NIÑA “INDIGNA DE COMPASIÓN”
El nombre Lo-ruhamá, “Indigna de compasión” (o “no compadecida”), utiliza el mismo verbo (aunque una parte diferente de este) que aparece en el conocido dicho de, el efecto que produce el nombre es alarmante y trágico: su significado duele aún más que el primero, Jezreel, pues, aunque perder una guerra y un reino sea devastador, todavía es más desesperante perder la misericordia y la compasión de Dios.
EL TERCER PRESAGIO: EL NIÑO “PUEBLO AJENO”
Después de haber destetado a Lo-ruhamá, ella concibió y dio a luz un hijo. Y el Señor dijo: Ponle por nombre Lo-ammí, porque vosotros no sois mi pueblo y yo no soy vuestro Dios. Este hijo, Lo-ammí, como su hermana parece ser fruto de la “prostitución” de Gomer. Tanto si lo llegó a decir o no, seguro que las palabras “tú no eres mi hijo” le vinieron a la mente a Oseas muchas veces mientras contemplaba al niño. Para él, como para nosotros, el pathos de su situación no podía más que llevarle a la profunda tristeza causada por las palabras dirigidas a Israel: Vosotros no sois mi pueblo y yo no soy vuestro Dios.
UN CLARO EN LAS NUBES.
Los augurios que habían sido mencionados por Dios a través de los hijos de Oseas debido al pecado y la idolatría del pueblo finalmente se convierten en misericordia y gracia de parte de Dios posiblemente a se deba a la fidelidad de la promesa que Dios le había hecho a Abraham. El fundamento de esta promesa es la reconciliación. El gran “día de Jezreel” quedará explicado en los versículos 2:21., pero el mero hecho de dar nuevos nombres (2:1) como una acción puramente de gracia (como la del evangelio cristiano) cancela completamente la alienación actual; y la calidez del versículo 1:10 ya ha ido más allá, al cambiarse los términos del pacto por los de la familia: “Sois hijos del Dios viviente”, palabras que nos recuerdan una gran parábola: “porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado”. A LOS QUE NO ERAN MI PUEBLO, LLAMARÉ: “PUEBLO MÍO”, Y A LA QUE NO ERA AMADA: “AMADA MÍA”.