Está en la página 1de 17
LA CUESTION SOCIAL EN ARGENTINA 1870 - 1943 Diseito de logo Grupo de trabajo, Movimiento obrero y sectores populares, diagramacién, armado y disefio de tapa: Laura Restelli - Claudia Solari ‘Supervisi6n editorial: Liliana Materi Prohibida la reproducci6n total o parcial por mediios electrénicos © mecénicos, incluyendo fotocopia, grabacién magnetofénica y cualquier sistema de almacenamiento de informacién, sin consentimionto expreso de los editores. Queda hecho el depésito {que marca la ley 11.723, Impreso en la Argentina Printed in Argentina ©Copyright 2000 by Editorial La Colmena Laprida 1608, 3° (1425) Buenos Aires Argentina Tel.: 4821-4859 / Fax: 4825-0798 E-mail: ajm@movi.com ISBN 987-9028-22-8 LA CUESTION SOCIAL EN ARGENTINA 1870 - 1943 Compilador Juan Suriano ‘Agencia Nacional de Promacién Cientifica y Tecnolegica. Ministerio de Cultura y Edueacion Secretaria de Ciencia y Téeniea EDITORIAL LA COLMENA Estado y Cuestion Indigena: Argentina 1878-1885, Enrique Mases Si bien en términos generales se acepta que el término cuesrién social abarque un perfodo especifico —desde aproximadamente 1890 y hasta los comienzos de la Primera Guerra. Mundial~ y se refiera coneretamente a I problematica obrera’ igualmente entendemos que la cuestion indigena tal como se denominaba contemporaneamente a la relacién del Estado con los indigenas y al problema de las fronteras interiores también formé parte de la cuesti6n social en nuestro pafs, aunque anterior en el tiempo y sin la significacién que tuvo la inmigracién masiva y Ia cuestién obreta, pero que sin duda_moviliz6 en su momento a un intenso debate ideolégico- politico acerca de Ia sociedad, e! Estado y los propios indi: A diferencia de lo que plantean algunos autores, tal el caso de Charles Hale quien sefiala que (...) Después de la conguista militar del “desierto™ (es decir, la frontera india) en 1879, los indios argentinos quedaron regionalmente aislados en el sur y en el noroeste, y los intelectuales y dirigentes de la era positivista apenas le prestaron atencién (...)*, 10s con~ tinuados debates y opiniones presentes en Ia prensa, en el Congreso y en los escritos de la época atestiguan que el pensamiento social también tenia su mirada puesta en el problema indigena y sus posibles soluciones. © Eduardo Zimmermann, Las Liberates Reformistas. La cuestién social en ta Argentina 1890 1916, Buenos Aires, Sudamericana - Univ. de San Andtés, 1996. © Chartes Hale. “Ideas politicas y sociales en América Latina, 1870-1030”. En Leslie Bethell (£8). Historia de América Latina. Barcelona, Critica, 1991. Tomo 8, América Latina: cultura y sociedad, 1830-1930. pig. 33. _ 301 “LACUESTION SOCIAL EN ARGENTINA, 1870-1949 ESTADOY.CUESTION INDIGENA: ARGENTINA 1878-1885 En efecto, la denominada Conquista del Desierto dzj6 como saldo ~més allé de las consecuencias politicas y econdmicas- en el plano estrictamen- te militar, ademds de los cafdos en combate, un gran ndmero de indfgenas prisioneros, ya sea como resultado de los enfrentamientos o bien por su presentaci6n voluntaria, Esto significé en un primer momento un serio problema para las autoridades nacionales que debian decidir prontamente cul serfa el destino final de estos indfgenas. Desechado el sistema de reservaciones, adoptado ante las mismas eixeunstancias por el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica se opté en cambio por el método de distribucién: es decir el trastado, desmembramiento y posterior reparto de las familias indigenas en diferentes destinos, lejos de la frontera. Sin embargo, esta primera decisién gubernamental es dejada de lado cuando, a partir de 1885, ya totalmente ocupado el espacio pampeano- patagénico, el Poder Ejecutivo envia al Congreso Nacional sucesivos pro- yectos de ley que prevén integrar a los indigenas a través de la conforma- Cién de colonias agricolas-ganaderas, en algunos casos. y en otros, a tra- vés de la entrega en propiedad de lotes de tierras que habian sido solicita- dos por los antiguos caciques en representacién de sus respectivas comu- nidades. Este tipo de iniciativas gener6 un fuerte debate en el seno de las ccdmaras y en ta propia élite gobernante, trasladindose luego a otros secto- res de la sociedad; aunque el resultado final de las mismas dist6 de ser relevante, o sirvié para delinear una politica un{voca y general sobre el destino final de los indigenas A partir de estas consideraciones previas, el presente trabajo intenta teflexionar acerca de la actitud asumida por el Estado argentino en la de- nominada Cuestién Indigena en el periodo que va de 1878 a 1910. En el mismo nos interesa conocer cudles fueron las controversias que en la so- ciedad generaron sus iniciativas; los argumentos esgrimidos y los limites que estos debates tuvieron, Finalmente intentaremos conocer los resulta dos de las mismas asf como las consecuencias que para los indigenas conllevaron estas decisiones Los antecedentes Para las autoridades nacionales, la cuestién de ta frontera y la relacién con los indigenas en el sur del territorio, dej6 de ser un tema més en la agenda de gobierno y pasé a ser ya en la segunda mitad del siglo XIX un problema acuciante cuya resolucién se volvia perentoria 302 | | Y si bien esta urgencia era una nécesidad sentida por todas las provin- ias por la cual pasaba la linea de fronteras y por ende estaban presentes los conflictos fronterizos, era mucho mas para Buenos Aires donde como seftala Halperin Donghi (...)la presencia amenazante de la frontera indf- gena toca de cerca a las zonas rurales dinamizadas por la expansion de la economia exportadora (...}. En rigor de verdad la cuestidn indigena esta presente desde muy tem- prano cn el devenir histérico de nuestro pais y fue para los diferentes gobiernos, tanto coloniales como independientes, un problema a resolver; siendo, por otra parte, muchas y muy diferentes las actitudes asumidas por éstos, tratando de encontrar una solucién sino definitiva por lo menos duradera. Algunas veces se escogié el camino agresivo, apelando al envio de expediciones punitivas al coraz6n del territorio indio, como forma de ase- gurar las fronteras interiores. En cambio, en otras ocasiones se opts por tomar una actitud contemporizadora, tratando por medio de subvencio- res, de contener los malones sobre las poblaciones fronterizas. Finalmen- te no falté tampoco la ocasién en que se combinaron ambas estrategias, es decir junto a la excursién militar la formalizacion de alianzas y la entrega de subvenciones como modo de mantener a raya a los indigenas. Sin embargo, la aplicacién altemnativa de estos métodos, en la préctica, no arrojaba resultados positivos ya que si bien remediaba momenténea~ ‘mente el problema, no lo solucionaba definitivamente. De esta manera llegamos al afto 1874, cuando asume Ia presidencia el Dr. Nicolés Avellaneda, quien desde un primer momento junto a su equi- po de gobierno, y a la propia oposicién, se propone darle una solucién definitiva al problema del indio y de las fronteras interiores. Razones de tipo econémico pero también ligadas a la soberania sobre los territorios australes y a la imagen del indio y del desierto que tenfa no sdlo el gobier- no sino la clase dirigente en general, influyeron en forma decisiva en la necesidad perentoria de dar un tratamiento diferente a la cuestién indigena. En este contexto el planteo que va a sostener junto a su ministro de Guerra y Marina, el Dr. Alsina, va a significar un cambio cualitative im- portante en el tratamiento de 1a cuestin indigena y se va a diferenciar * Tulio Halperin Donghi. Proyecto yconstrueciéin ce una nacién 1846-1880). op. cit. pég. 88. 303 LACUESTION SOCIAL EN ARGENTINA 1070-1965 nitidamente de tas lineas de accién seguidas por los gobiernos que le an- tecedieron ‘Sumida la Argentina en una profunda crisis econémica derivada entre otro factores segiin el propio Avellaneda, de los limites productivos esp cialmente agropecuarios a que habfa legado el pais, to que Hevaba a un desequilibrio entre produccién y consumo, el godierno de Avellaneda le confiere a la cuestién fronteras un lugar preferencial (...) la cuestin fron- reras, es la primera cuestion para iodos y hablamos incesantemente de ella aunque no la nombremos (...)*. Y para resolver la misma propugna no ya la guerra ofensiva a través de expediciones punitorias contra las tolderfas indigenas sino lisa y Hanamente la ocupacién del territorio indio. Este planteo es un hecho novedoso en cuanto al tratamiento de la cuestién indigena no sélo por la decisiGn de ocupar efectivamente las tierras exis- tentes entre la linea de frontera y las mérgenes del rio Negro, sino porque también en esta concepeién el indio deja de ser el enemigo principal y su lugar es ocupado por el propio desierto (...)la guerra es contra el desierto para poblarlo y no contra el indio para exterminarlot...}. En esta afirmacién esté resumido el pensamiento del Presidente de ta Nacién y de su ministro de Guerra con respecto al problema del indio y de las fronteras interiores en el sur de nuestro pais. Y si bien la prematura muerte de Alsina no permitié a éste Ia concreci6n de estos objetivos, si en cambio los va a cumplir y con creces su sucesor al frente del ministerio el Gral. Julio A. Roca, En efecto, la ofensiva militar Hevada a cabo por partidas ligeras del ejército, que adentradas en el coraz6n del tertitorio indio golpeaban sisteméticamente sus tolderfas provocé, ya en la primavera de 1878, la muerte de numerosos indigenas y la toma de una gran cantidad de prisio- neros a los que se sumaban todos aquellos que viendo la imposibitidad de huir se presentaban esponténeamente ante los distintos jefes militares. En definitiva el método empleado por el presidente Avellaneda y sus ministros de Guerra, Alsina y Roca tayo consecuencias dis{miles respecto a la cuestidn indigena, Por un lado la puesta en prictica y el éxito obteni- + Cana - Prélogo 2 “Actualidad Financiera de la Repiblica Argentina” de Alvaro Barros. Es Alvaro Barros, Indios Fronteras y Seguridad Inveror. Ed. de Pedro Weimiberg. Buenos Aires, Solar Hachete, 1975 5° Congreso Naciona!, Cémara de Senadores. Diario de Sesiones, 1875. pag. 817, 904 [ESTADOY CUESTIONINDIGENA: ARGENTINA 172-1885 do con la estrategia elegida significé a la postre la desaparicién de las fronteras interiores en el sur del pais y la ocupacién efectiva del territorio con lo cual se dio por finalizada una larga etapa de enfrentamientos entre indios y blancos. Pero al mismo tiempo esta. situacién planted un nuevo problema en la cuestin de indios, tan 0 mas dificil de solucionar que el primero y cual era, como resolver la asimilacién social y cultural del indi gena reducido. En efecto, la ocupacién de los territorios indigenas por parte del Estado significs en Ia préctica también la incorporacién de aque- Hos que habitaban ese espacio; por lo tanto, resultaba perentorio para ese mismo Estado no s6lo integrar a esos habitantes al conjunto de la Nacién, sino también definir la condicién de los mismos. En los afios siguientes veremos a este Estado, a la Iglesia Catélica, a la prensa y a la mayor parte de la sociedad enfrascados en largas polémicas y en diferentes acciones tendientes a concluir con este nuevo y delicado problema. Las alternativas propuestas: el sistema de distribucién Miss all de la ocupacidn del espacio pampeano-patagénico, del fin de los matones y de la definitiva desaparicién de las fronteras interiores en el sur de nuestro pais, la campafia militar dejé como saldo un gran niimero de indfge- nas muertos y Otro tanto de prisioneros ya sea como resultado de los comba- tes 0 por la presentacién voluntaria ante los jefes militares en campaiia. En efecto, las diferentes incursiones que se Hevaron a cabo contra los in- dios, en el perfodo que va desde agosto de 1.878 a mayo de 1.879, y que culmina con la expedicién del General Roca al rfo Negro, arrojaron las si- guientes cifras: 1.271 indios de lanza prisioneros; 1313 muertos en combate; 10.539 no combatientes prisioneros y 1.049 reducidos voluntariamente, ° ‘Sumando la cantidad de indios prisioneros 0 reducidos voluntariamen- te, tenemos mas de 2.000 indigenas de pelea y 10.500 no combatientes; 8 decir, casi trece mil individuos que, a partir de ese momento, dejaban sus vidas y sus destinos en manos de las autoridades nacionales.” © Argentina. Ministerio de Guerra y Marina. Memoria del Departamento de Guerra y Marina. Ato 1879.71, pig. Vi > Conviene sefialar que a estas cifras hay que agrearles los indi que fueron tornados prisione- +050 se redujeron voluntariamente en los fos siguientes hasta el inal de los enfrentamientos en 1885 y que, si bien no contamos con datos totales, igualmente podemos coneluir que aumentan cconsiderablemente esta cif nical 308 LACUESTION SOCIAL EN ARGENTINA,1870-1943 Un serio problema se le presenta entonces al gobierno argentino: {Qué hacer con esa-masa de indigenas que, lejos de su habitat natural y sin medios, se hallaban imposibilitados de lograr su propio sustento y por ende poder sobrevivir a esta nueva situacién? Esa era la apremiante pre- ‘gunta que necesitaba una ripida y unfvoca respuesta. Sin embargo 1a mis- ma no fue undnime y, por el contrario, se plantearon una serie de alterna tivas, ya que tanto el Estado, como los diversos sectores politicos, la pren~ sa y la propia Iglesia Catélica coincidfan en que los indigenas eran seres salvajes y bérbaros y, por lo tanto, necesariamente debjan transformar sus habitos y costumbres incorporando aquellos que provenian de la socie- dad blanca, porque esa era la forma de civilizarlos. La controversia se planteaba en qué entendia cada uno por incorporacién, quién debia Ie- varla cabo y cémo tendria que ser. Por lo tanto los interrogantes a responder eran principalmente dos: cquign debia civilizar a los indigenas y cules eran los medios adecuados para cumplir con esta finalidad? La respuesta que cada uno dio, refleja el conflicto en torno al predominio de! papel civilizador, més que una dife- rencia de objetivos con respecto a los sujetos que estaban siendo someti- dos 0 rechazados violentamente de las tierras ¢ impedidos de mantener sus condiciones de produccién econdmica y social. ‘Asi, mientras la Iglesia entiende que a partir de fomentar el trato pact fico y promover su conversién al catolicismo los indigenas, a través de ta escuela y el trabajo, podrén integrarse social y econémicamente, El mejor método para ello es 1a creacién de colonias mixtas conformadas por inmigrantes ¢ indigenas, donde estos tltimos podrian aprender las téc cas agricolas de los colonos europeos; en cambio, los hombres que inte- gran el gobierno nacional conciben a esta incorporacién no sélo como un proceso de integracién a la sociedad blanca, sino que la misma, dada Ia légica del progreso, exigia una répida transformacion del indfgena de sal- vaje a civilizado. Para cumplir con estos objetivos, el método mis idéneo es el de distribucién, es decir, el traslado, desmembramiento y distribu- cién de las familias indigenas en diferentes actividades laborales ya que, como apunta el General Roca: © Femando L. Blanco, Kedueciones, Colontas y Misiones. Toras de regimentacion de lox indigenas en el Gran Chaco Gualamba {1883-191 )- Poneneia presentada en las V Jornada Inet Escuelas - Departamen 0s. Santa Rosa (La Pampa). 17 al 19 de setiembre de 1997, 306 z : ESTADO GUESTIONINDIGENA. ARGENTINA 1679-1865 (..)Sometidos al trabajo que regenera y a ta vida y ejemplos cotidianos de otras costumbres que modificaran sensiblemente los propios, despojandoles hasta el lenguaje nativo como ins- trumento initil, se obtendria su transformacién rapida y per- petua en elemento civilizado y fuerza productiva (..? Es decir, que tanto para Roca como para muchos otros politicos y mili- tares, la idea de civilizar a los indios por medio del trabajo libre esté clara- mente internalizada y por lo tanto éste aparece como un instrumento efi- caz para poder llevar a cabo la transformacién del indigena en un ser civilizado. Naturalmente, esta decisién esta intimamente relacionada con la imagen que se tiene del indigena como tal, abonada por las teorias cientificas en boga y expresada en los diferentes escritos y textos literarios de la época. En el primer caso, debemos decir que las ideas de Hipélito Taine y de Herbert Spencer entre otros, tenian una gran aceptacién por esta época Precisamente, los planteos de este tltimo que, desde la teorfa evolucionista de Darwin en et plano biolégico, intenta establecer la ley general del pro- ‘greso humano a partir de las leyes biol6gicas de la seleccién natural, la ra et caer lcs cone cc el areaa En este sentido, entonces, la civilizacién representa las adaptaciones, que ya se han llevado a cabo y el progreso aparece como la serie de pasos sucesivos que se van dando én ese proceso. Por lo tanto él progreso hu- mano aparece como una secuela del movimiento cdsmico general. del cual los sujetos sélo forman parte del camino predeterminado.” Las consecuencias politico-ideologicas de esta teorfa determinan que los pueblos considerados inferiores, lo son por una ley natural y, por lo tanto, no hay cambio histérico posible, De esta manera, en el marco del debate sobre las razas humanas, su clasificacién y fundamentalmente la creencia en la existencia de diferentes jerarquias entre las distintas razas, eva a la conelusién de que el indigena, al pertenecer @ una raza inferior por su constitucién biol6gica y por razones de evolucién, necesariamente debera desaparecer en el contacto con las razas superiores, Carta del General Roca al gobernador de Tacunn del 4 de noviembre de 1878. "© Mint Lischet. (comp.) Anzropologta. Buenos Aires, Eudeba, 1995. pig. 98 307 LACUESTIONSOGIALEN AAGENTINA 1870-1948 Esta visiGn, de alguna manera tiene su correlato en Ja propia literatura argentina, pues en muchos de los textos literarios de esta misma época apare- ce marcada la horrorosa presencia del indigena: desde Esteban Echeverria en La Cautiva 0 Hilario Ascasubi en el Santos Vega, pasando por el Martin Fierro de José Heméndez 0 el Facundo de Domingo F. Sarmiento, aunque este ultimo no se ocupa especificamente del indigena sino que lo engloba ‘conjuntamente con el gaucho, a los que adjudica un mismo nivel de barbarie En este panorama, tal ver la nica mirada discordante sea In del Coro- nel Alvaro Barros quien, a diferencia de estos otros autores, cree ast lo expresa en sus diferentes trabajos— en la regeneracidn del indigena y en su aptitud para la vida civilizada y propone como forma de integracién la constitucién de colonias agricolas. Precisamente la confrontacién de soluciones diferentes para la incor- poracién de los indios sometidos Heva especialmente a los representantes de la Iglesia y del gobierno a una sostenida polémica que excede la propia Cuestidn Indfgena y se extiende hacia otros aspectos que tienen que ver ‘con el clima de ideas imperantes y con la conflictuada relaci6n entre Esta do e Iglesia, caracteristica de este periodo. lo que determina finalmente el fracaso de los proyectos misionales y la imposicién, en esta primera eta- pa, del sistema propuesto por el gobierno nacional. Dicho sistema ademas etd avalado por algunas razones que tienen que ver con €] propio pensa- miento militar acerca del problema indigena y las cuestiones de tipo eco- némico como ya lo sefialara el Dr. Avellaneda, En el primer caso debemos decir que si para Alsina y Avellaneda la guerra era contra el desierto y no contra el indigena, en cambio para el General Roca y el resto de los militares de esa época, e] enfrentamiento inclufa también a éstos, segdn lo expresa taxativamente el ministro de Guerra y Marina en ef mensaje que acompaiia al proyecto de ley que envia al Congreso en 1878. (.JHemos sido prédigos de nuestro dinero y de nuestra sangre en las luckas sostenidas para constituirnos, y no se explica cémo hemos permanecido tanto tiempo en perpetua alarma y zozobra, viendo arrasar nuestra campaia, destruir nuestra riqueza, incendiar poblaciones y hasta sitiar ciuda- des en toda la parte sur de la Republica, sin apresurarnos a extirpar el mal de ratz y destruir estos nidos de bandoleros que incuba y mantiene el desierto (..)" 308 ESTADO Y CUESTIONINDIGENA: ARGENTINA 1678-1885, A partir de estas definiciones es facil deducir que el indigena es, tanto para Roca como para el resto de los militares argentinos, un enemigo de igual o mayor porte que el mismo desierto y como tal considerado y trata- do cuando cae prisionero o se presenta voluntariamente. (..) Es necesario hacer un escarmiento con todos los in- dios prisioneros y no quiero que queden de ellos por alld. Tan luego como desocupe los que tiene, mandemelos para rransportartos lejos de ta frontera (...)* ‘Ademés, desde el punto de vista econdmico, la aplicacién de este siste- ma implicaba en Ia prictica relevar al Estado del mantenimiento de tos ndigenas prisioneros, lo que Hevaba répidamente a reducir los gastos que significaba racionarlos 0 mantenerlos en colonias o reservaciones, erogaciones que, por otro lado, el Estado no estaba en condiciones ni dispuesto a realizar. En este aspecto, resultan por demis elocuentes los diferentes mensajes enviados por el Ministro de Guerra y Marina a los distintos jefes militares que operan en la frontera respecto de la conducta a seguir con los indigenas tomados prisioneros. (ou) Puede dejar esos 3 indios prisioneros con las familias que tengan, los demas de la chusma remitirla a Mercedes, de donde se mandaran a otra parte que no tenemos con qué mantener bocas inttiles(...) (..) Puede hacer quedar aquellos indios que Ud., crea in- dispensable para baqueanos, es cuestién seria y nos vemos en dificultades para la mantencién de tantas bocas iniitiles ee ° Congreso Nacionl. Cara de Dinas Diario de Sesones. Menssey Proyc 1. Diario de Ssiones, Mens y Proyecto dee creel Pee ate 14 de agosto de 1878. a g “2 eterna del Gr lio A Roenal Comandante M ie Buenos Ares 9d stembre Se 1878" En Manic J Olazcongs, fst Toporiico de La Pampa Rio Ney Buea Aes Oswald y Marne, 380 pe XVI 1 elgramacnviado port Gene A, Roca Coronel Nelson Buenos Ares, 26denovem- teed 1818" En M,Otacoapa, op. cc pi XLVI 7 elgrama et General Rosa Coronet Vie 9 de ied 167° EnM lac op. cit. pag. LXVI. Senet 309 LAGUESTION SOCIAL EN ARGENTINA 1870-1949, Digamos que, en este sentido, el sistema empleado Ilené cumplida~ mente los fines propuestos. ya que si comparamos las sumas gastadas por el Estado entre los afios 1876 y 1884 en el rubro Asistencia a los Indios, veremos que luego de la campafia militar del afio 1879, los gastos dismi- nuyen sensiblemente dentro del total del presupuesto militar. Cuadro No 1. Gastos en asistencia a los indigenas y total del presupuesto militar en el periodo 1876-1884. Ano Asistencia a ‘Total del Presupuesto los Indigenas Militar 1876 7 206,544.43 5.649.487,40 1877 145,800.00 5.015.911,92 1878 135.012,85 53.218.412.00 1879 1.46.400,00 5.110.037,00 1880 20,466.98 4.437.963,00 1881 sid 5.482.450,00 1882 63.178,65 7332.31.34 1883 .96.000,00 8.086,281.46 1884 96,000.00 3,700.978.60 eee = Fuente: Elaboracin propia sobre la base dels cifras tomadas de las Memoria del Departamento de Guerra y Marina corespondiente alos afios [876-1884 Puesto en ejecucidn el sistema de distribucidn signifies en la précti que a medida que los contingentes indigenas arribaban a Buenos Aires y ‘otras ciudades del interior eran inmediatamente distribuidos en los dife~ rentes destinos a saber: las mujeres, los ancianos y los niffos en las casas de Familia portenas; los hombres en las diferentes unidades del ejército y fa marina y en algunas ocasiones en establecimientos rurales bonaeren- ses: mientras que algunos contingentes fueron reubicados en distintas pro- vincias tales como Entre Rios y Tucumén, para ser empleados como mano de obra en tareas principalmente agropecuarias. ; Sir embarg, eva nueva situaion no mejor Ia condiion del ingens ya que el sistema empleado adoleci6 de una serie de irregularidades, que Se hicieron evidentes apenas se puso en prictica. Tales anomalfns se con vietieron en un instrumento de explotaciGn més que de civilizacién. En efecto, la falta de una legislacién clara acerca de quién estaba encargado 310 2 ESTADO Y CUESTIONINCIGENA: ARGENTINA 1878-1885, de ese reparto, sumado a las continuas teansgresiones Ievadas @ cabo por Jos propios funcionarios estatales y por aquellos que recibfan indigenas y priorizaban intereses diferentes de los que habfan ideado este sistema, derivé en una seri de abusos que fueron oportunamente denunciados por la prensa de la época, Finalmente digamos que los resultados de esta ex- periencia fueron dis{miles y contradictorios; porque si bien el sistema lo- 216 su objetivo en cuanto a la desaparicién del indigena en términos cul- turales, pues en pocos afios su figura estereotipada de salvaje hijo del desierto se desvanece para dejar paso a otra que lo muestra como un hu- milde y anénimo ciudadano; por otro lado, su nueva situacién disté de mejorar su condicidn y, por el contrario, se convirtié en un instrumento de desaparicién no sélo cultural sino fisica Las repereusiones La decisién por parte det gobierno de aplicar el sistema de distribucién con Ios indios tomados prisioneros © reducidos voluntariamente, despert6 desde un primer momento, variadas y encontradas opiniones dentro de la sociedad portefia, muchas de las cuales fueron reflejadas por las periéd cos de la época, los cuales desde su particular alineamiento, apoyaran calurosamente o criticaron acerbamente el método utilizado. Estas controversias originaron un interesante debate donde no sélo es- taba en discusién el método empleado sino que el mismo se extendia ha- cia la consideracién acerca de la situacién juridica del indigena y su con- dicién de ciudadano. Asi por ejemplo, el matutino La Prensa, portavoz del Gral. Mitre y sus seguidores y por lo tanto alineado en la oposicién al gobierno nacional, en su editorial del 3 de diciembre de 1878, afirmaba que se combatia al indio no para exterminarlo sino para desalojarlo del tertitorio que ocupaba y desarmarle su brazo para aventar cualquier peli- aro. Pero una vez que el ind(gena cafa prisionero, afirmaba el diario, era necesario auxiliarlo porque carecfa de los medios indispensables para poder manejarse por sf mismo en el seno de la vida civilizada. Mis adelante el editorial se referia al método empleado, y si bien aprobaba la medida de las autoridades de entregar los indios sometidos al tutelaje de tas principa- les familias de Ia sociedad porteiia; expresaba su inquietud por saber en ‘qué condiciones se entregaban los aborigenes a aquellas personas que Lo solicitaban, Porque segiin el diario, el indigena: an LACUESTIONSCCULEN ARGENTINA 1870-1949 Oca EAR fo.) No es el peén contratado, por cuanto no media el con- trato previo de la locacién de servicio. Tampoco es un conde- nado que se entrega por via de penalidad a quien se encar- gue de hacer efectivo el castigo No hay ley, ni juez, ni sentencia gue aurorice tal pena. Mucho menos es un esclavo, porgue serfa un crimen vergon~ oxo autorizar la posesién del hombre por el hombre en la Republica Argentinal...) (..J En suma: el indio, dado el estado que se incorpora a nuestra sociedad, se encuentra fuera de las leyes que rigen el estado civil de las personas (...)" Finalmente, el autor de este editorial dando por sentado que Ios in nas eran ciudadanos argentinos. tal cual lo especificaba Ia Constitucién, propugnaba la rapida sancién de un cuerpo de nonmas legales que garan~ tizaran a éstos los derechos que tenian como ciudadanos ya que hasta ese momento la Naci6n carecfa de las. mismas. En lo misma direccién, pero desde una mirada impregnada por lo reli- gioso, el diario eatdlico La América def Sur también en un extenso articu- Jo publicado a fines de 1878, abordaba la cuestiér. y se preguntaba en qué forma se realizaba el reparto de los indigenas sometidos y qué fin tenfa: si cra Ja de tratar que esos indios fueran cristianos y ciudadanos © si, por el contrario, se los entregaba simplemente como en el sistema de Estados Unidos a consecuencia de la libertad de esclavos. El mismo consistfa en el establecimiento de escuelas para negros que tenia como objeto prepara les para a vida social, aceptando como base de la ensefianza el cono mmiento y la practica de la religién. El articulo remataba con una serie de propuesias que a juicio de La América del Sur insidirian positivamente en la efectiva integracién del indigena y que pasaban necesariamente por la aplicacién de los principios cristianos y catélicos, ou) Primero, que los indios sean evangelizados; segundo que no sean condenados a servidumbre. ‘No queremos en la Repiblica Argentina ni blancos ni es- clavos. La Constitucién Nacional impone al Gobierno la obli- ‘gacién de convertir a los indios a la religién catdlica > La Prensa, 3 de diciembre de 1878 rs {ESTADO CUESTION INDIGENA:ARGENTINA 1876-1888 Si el Gobierno da cumplimiento a la ley fundamental ha- bremos adquirido, con la conquista del desierto, hombres y ciudadanos. Si en cambio é! olvida su deber, el malén habré cambiado el teatro solamente, y los centros civilizados verdin acrecen- arse el mimero de ios delitos, porque la pampa nos habré enviado sus crimenes, en desquite de haberle quitado las va- cas y los salvajes. (..)!* Por el contrario, otro sector de la prensa metropolitana, sin plantearse cuestiones tan espinosas como cual era la condicién civil del indigena y su situacién juridica, aplaudfan calurosamente la decisién tomada, tal el caso de El Nacional (el diario més cercano a Sarmiento), quien a través de una extensa nota se expresaba sobre la conveniencia del método emplea- do justificdndolo a través de las siguientes razones: (..) No mds raciones a los indios, y disolucién de las die: madas tribus, como se estd haciendo, interndndolas y distri- buyendo a las mujeres v niftos en las familias. Este sistema ha sido desde tiempo inmemorial seguido por los colonizadores: y sus efectos son las poblaciones de nuestras ciudades y cam- Pos, cuyos habitantes conservan atin el color triguefto de la raza de su origen Por pequea que sea una tribu, desde que estd reunida, conserva y guarda sus tradiciones y su lengua. _La escuela, los aficios, son imposibles en esa aglomera- cin de salvajes hostiles a la sociedad basada en el trabajo: la racién ha de continuar, como carga sobre el gobierno; racién improductiva de todo resultado. Los indios son unos pensionistas holgazanest...)"" De esta forma se explayaba el matutino portefio acerca del método empleado; y en cuanto a la polémica desatada por la actitud del gobierno de distribuir a los ind(genas separando violentamente a los hijos de las madres, también expresaba su opinién favorable a esta medida, antepo- ‘La América del Sur, 20 de noviembre de 1878, "El Nacional, 30de noviembre de 1878. a3, LAQUESTION SOCIAL EN ARGENTINA 1870-1843, objetivos civilizatorios a cualquier otro, incluso a la propia nee os abivn canes «la Dense Se Uevenfan de la barbarie propia del desierto, necesariamente debfa ser eli- minada. (..) Pocas han de ser las madres que traigan consigo pequeftuelos, que deben acompaiarles siempre pero dejarles fos nifios de diez aftos para arriba, por femor de que sufran con la separacién, es perpetuar la barbarie, ignorancia ¢ ineptitud del nifio, condendndolo a recibir las lecciones mo- rales y religiosas de la mujer salvaje. Hay caridad en alejar- los cuanto antes de esa perdicién Los nifios distribuidos en las familias viven felices, porque el tratamiento que reciben, la educacion en las practicas vilizadas que les dan las casas y las personas, los hacen con- fundirse bien pronto con los demés nifos. Las madres salva- “jes no tienen autoridad alguna sobre sus hijos, que desde ‘ocho ais pertenecen mas bien a la tribu que a su madre, ni al padre que poco caso hacen de ella. Cualquier situacién que se les haga en el campo o en el servicio doméstico entre cristianos es preferible a la vida que evan al lado de sus padres. Que no haya raciones ni aduares de indios. Que cada uno dependa de si mismo, trabajandot...)* ‘Sin embargo, tan categ6ricas apreciaciones, basadas en un cerrado es- quema teorico mas que en el estudio de las propits comunidades indige- fas, muchas veces no se compadecieron con la realidad, ya que ésta, en mds de una oportunidad, se encargé de desmentir al autor de esta nota, contradiciendo su teoria."” 8 pwidem - tem aio de éto 0m las noticias publicadas por los mismos peréias pores o fs relatos ; was patsicarescenas see soars slestanos quienes descrben con vvio raatisto a5 pal de ajgunos misono cua pr orden de as aordades de Uo, proce a Sepa 10s hits indigenas de sus progenitores. an wins en la Campana de 1880-81 y 83 contra los Indios, Js sokdados robérontes todos sus ebaitoss 1 ino mataban, contra el derecho de gente, desmembraban las familias, incorporando al ejérito [ESTADO CUESTIONINDIGENA:ARGENTINA 1872-1685 Volviendo a las controversias planteadas por la adopeién del sistema de distribuci6n, digamos que la misma se extendié no sdlo durante esta etapa de enfrentamiento militar, sino que fue tema de arduo debate una vez finalizado el mismo, Pero también es necesario sefialar que esta pol mica tuvo limites precisos y lo que separaba a La Prensa, La América del Sur 0 de El Nacional, como luego diferenciard a politicos y otros repre- sentantes de la sociedad de esa época, no es una disimil opinién sobre la necesidad de someter al indfgena, si no, mas precisamente, sobre el modo y condici6n en que esos indigenas debian ser integrados a nuestra sociedad. Es decir, cémo debian ser civilizados y quienes deberian Mlevarlo a cabo. Sistema de colo debates y controversias Esta primera decision gubernamental de aplicar el sistema de distribu- cidn como forma de incorporacién de los indios sometidos, es dejada de lado cuando, hacia mediados de la década del ochenta, asistimos junto a la finalizacién de la contienda militar y por ende a la desaparicién de la frontera interior a una nueva mirada acerca del problema indigena y su destino final, En efecto, la conclusin de la ocupacién militar, aunque termina con muchos de los problemas insertos en la cuestiGn indigena, no resuelve el tema de los indigenas reducidos y su destino final y mantiene vigente el mismo interrogante que ya se habia planteado el gobierno del presidente Avellaneda en su: momento, {Qué hacer con la masa de indigenas que todavia queda bajo la tutela det Estado? Si bien el sistema de distribucién adoptado durante el periodo de beli- gerancia se habia justificado por esta misma razén, el final de la etapa militar determinaba un cambio sustancial en la realidad y por ende ya no Sus hijos mayores yrepartiéndose entre ellos u ofreciendo en don a familias paniculares alos mis chicos, de suerte que dejaban solos al padeey ala madre sumergidos en amarga congoja y iste tan, En el mismo pueblo de Patagones, viéndose un padre arrebaiat a sus hijos por los soldados desalimados, aiendoen sbito furor eché mano de su timo hijo, y losesirell6 contra las ruedas ‘eun carro con tamafa violencia que por larudeza del golpe el cerebro, heto pavesas, salpies el, suelo, mientras a vozen cullo gritaba “Infamescristianos! este elo wendesie vival (..)" En Juan Caglero, (8.0) "El Camaro en fa Patagonia el Culio Pablico de! Espiritu Bueno y el Culto Privado del Espiritu Malo y su Terminaciéa”, En Bolesin Salesiano, Bucnos Aies, Sctiembre de 1895. Ano XN"9. pig. 211 a5, 31 |ACUESTION SOCIAL ENARGENTINA 1870-1848, CUERTIONSOGALENAAGENTIUNNETONMS legitimaba el método empleado, a més que é1 mismo. habia permitido en su aplicacién una serie de abusos ¢ injusticias bastante lamativas, las que, 4 pesar de los intentos oficiales por detenerlas, st segufan sucediendo tal cual lo denuncia este largo articulo de El Nacional. (..) Como se ha dicho, Hegaron el otro dia en el Villarino varios caciques con sus familias. fueron alajados en el cuar- el del 8° La tristeza, la desesperacién, el llanto, a pesar de kaberse presentado esponténeamente, no cesaron hasta algunos dias después de la Hlegada. Algunas de las familias fueron entregadas a otras de nues- tra sociedad. Ast debe hacerse. Porque lo que hasta hace poco se hacia era inkumano, pues se les quitaka a la madres sus hijos, para en su presencia y sin piedad, regalarlos, a pesar de los gritos, los alaridos y las suiplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigtan. Este era el espectaculo en el Retiro, y todos las que lora- ban su cruel cautiverio temblaban de espanto, en vez de ale- grarse y sonreir, en medio de nuestra gran civilizacion. Toda la indiada se amontonaba pretendiendo defenderse los unos @ los otros. Unos se tapaban la cara, otros miraban resignadamente al suelo, la madre apreteba contra su seno al hijo de sus entraitas, el padre se cruzaba por delante para defender a su familia de los avances de la civiliz dos espantados de aquella refinada crueldad, que ellos mis- mos no concebian en su espiritu salvaje, cesaban por tiltimo de pedir piedad a quienes no lo conmovian siquiera, y pedir a su Dios la salvaciOn de sus hijos. Hoy se entrega toda la familia o nada. Muy bien hecho. Sin embargo de esto, ha llegado haste nosotros el rumor de que después de evarse las indias sus duefos los reparten tentre el barrio, 0 mds lejos, de donde resulta que la hija se despide de la madre quizés para siempre. Seria bueno averiguar ésto, para evitar que se vuelvan @ repetir las escenas pasadas. ESTADO CUESTIONINDIGENA: ARGENTINA 1878-1885, (..) Una de las chinas que fue dada a una familia de calle de Florida, se presenté el otro dia, creemos al cuartel, toda llorosa, pidiendo socorro, pues su buena sefiora, segiin se lo dijo el lenguaraz, le habia dado unos palos, colaborando en esta tarea un sujeto de la casa con una patada certera. Nosotras le hemos visto. Estaba acostada y con cierta fatiga, teniendo a sus pies una ropa azul de marino con trencillas y maftos de raso, que le hablan dado en la casa. La pisaba como una venganza al tratamiento recibido. Sabemos gue la distinguida seftora del Ministro de Guerra ha dado drdenes severas sobre el modo de repartir las fami- lias, y hasta creemos que va ella misma a entregartas. Para hacer mas simpdtica y noble su conducta, deberia averiguar si es cierto lo que se dice. y si lo fuera, poner un correctivo definitivo a esa barbarie. Ast lo esperamost...} Pero, ademés, este interrogante acerca del destino final de los indige- nas se planteaba dentro de un contexto nacional totalmente diferente y de tun clima de ideas que también aparecia con ciertas diferencias respecto a las existentes al comienzo de este proceso. En efecto, el fin de la lucha contra el indigena en el sur del territorio no slo va a significar la desapa- ricidn de las fronteras interiores y, consecuentemente, la definitiva expan- sin y transformacién rural, sino que de hecho va a plantear la desapari- cién de una serie de problemas que se abatian sobre el conjunto de la campaiia que iban desde el robo de ganado y la pérdida de capital que suftian estancieros y terratenientes, hasta el reclutamiento arbitrario que era uno de los grandes abusos administrativos a los que estaban expuestos los pobres de la campaita, Por Io tanto, los problemas de la campafia y, dentro de ella, la cuestién indfgena que habia estado hasta aqui en el cen- tro de la atencién colectiva, fueron répidamente desplazados por otros que posefan su epicentro en la ciudad y que tenian que ver con el fendme- no de la inmigracién masiva En este sentido debemos decir que el definitive sometimiento indfgena y la eliminacién de cualquier posibilidad de alteracién del orden en el sur 2 EL Nacional. Buenos Aites. 20 de marzo de 1885 pig, |. Sy LACUESTICNSOCIAL EN ARGENTINA 1870-1869, territorio trajo como consecuencia una sensacion generalizada en la Buenos Aires. Dejamos la palabra al colega que los describe ‘El primer cacique Tehuelche Orkeke fue recibido con gran plomaticos; debido a este cambio repentino de vida murié- el pobre cacique y sus acompafianies le hicieron del. hasta el palacio de Gobierno, acompafado de un oficial en Uno que otro le habré dado un peso y uno que otro le habré estrechado la mano. arado y en trabajar conseguird su (felicidad con el sudor de Estos tres cambios en el recibimiento de personajes como dado por terminada la guerra de salvajes en este territorio y que sus famosos caciques son considerados hoy como sim ESTADO Y CUESTION INOIGENA: ARGENTINA 1870-1886 ples individuos que se someten a la civilizacion y al trabajo que en cualquier parte de nuestra Reptblica encuentra el hombre laboriosa.(...)" Este ultimo pérrafo es suficientemente ilustrativo respecto no s6lo al nivel de atencién que le presta la sociedad al problema indigena sino tam- bién claramente demostrativo como ha ido variando a lo largo del tiempo la imagen que se tiene del indigena. En efecto, a diferencia de aquella visién que campeaba en la sociedad en las postrimerfas de la década de} setenta donde el indigena era visto ‘como un batbaro peligroso que podia sembrar el terror en la frontera, un producto exético del desierto con una incapacidad manifiesta de poder alcanzar la civilizacién precisamente por su origen; nos encontramos aho- ra con una mirada que percibe al indigena como un individuo comin, que hha quedado inerme ante la ocupacién y expulsion de sus antiguos territo- rios, que acepta la autoridad del Estado y las leyes que de él emanan y que ademas puede integrarse a la civilizacién a través del trabajo, espe mente del trabajo agricola. A partir de estas consideraciones no resulta extrafio entonces que el gobierno nacional propusiera otro tipo de solueisn para el destino final de los indigenas diametralmente opuesta a la que se habia empleado durante Ja etapa militar. Y ésta era, ya no el sistema de distribucién, sino la forma- cién de colonias agricolas con los restos de las tribus reducidas, de mane- ra que Ja prictica de la agricultura acelerara el camino a la civilizacién Sin embargo, las iniciativas oficiales presentadas generaron, como en oa época, arduas polémicas y controversias, aunque no en el seno de la sociedad sino circunscriptas s6lo al mbito legislativo. Los debates que allf se produjeron tuvieron que ver con el tema de Ia factibilidad de civili- zacién de los indigenas, pero principalmente con otras series de aspectos que si bien estén relacionados con éstos, en realidad refieren a temas tales como Ia colonizacién agricola, la ciudadania y la nacionalidad y el fend meno inmigratorio, cuestiones éstas que exceden al problema indigena y en cambio explicitan los nuevos nticleos de atencién de funcionarios, politicos ¢ intelectuales y en ditimo término del conjunto de la sociedad. De esta manera, las diferencias que se suscitan a partir de posturas ideoldgicas, se materializan en la diferente apreciacién que del indfgena 1 Idem. 4 de marzo de 1885 pig. |. a8 = ~ 319 LACUESTION SOCIALEN ARGENTINA 1870-1965, sent me 2 cg cién y por ende ineapaces de poder ejercer la ciudadanfa, Sin embargo, la mayoria de los diputados que intervienieron en ¢! debate hasta el propio et Ge Coons nerine el Br. Francero Ort, los consiersban in gozar de todos os derechos estipulados por la Constitucién Argentina, Fluide el derecho de bre acceso la irra, i a racién indigena, verdn en la entreg forma més segura de llevar adelante el proceso de int cumpliendo asi con el propésito civilizatorio. (oo) A indio hay que ensehare trabajar la tera de wna mnahira me produetva ae la que puede hecerto falto de me- Shasta de on propiedad, para tenga interés en caida a gorarla v esa ensehanaa tiene que hacerse por meio de a settan agricolas elementtes, donde se gen fecciones expe- rimentales (...)” Trunbien ext mirada aparece en It iteratura de ess aos, en imagen que ds por ejemplo Carlos Maria Ocantos eo Quilito de exa sivientita sitar ntatinea de 30 pasado 9 resigns por 30 destin, pero n0 por eso int la mente a la vida ciudadana.” sees ida ext conteovetiaspleteadss en el smbito legislative mten s una serie de cuestiones impliitas que, si bien no se expresan raustvamente en los debates palamentarios, aaparan a atencion y son Sento de prescupacien de fa lite gobernantey de buend parte de la stciedad, Porn lad, temas como el destino produtivo de fs tertonos Tnuigenas reientemente incorporads, dento de él la colonizacion ag 320 ESTADO CUESTIONINOIGENA: ARGENTINA 1670-1865, cola como agente econdmico dinamizador y, a la vez, instrumento de civiliza- cin; y por el otro, la cuestién de la ciudadania-nacionalidad de los ind{genas ante 10s fuertes flujos migratorios que arriban al pais durante estos afios y, que a juicio de estas éltes, ponen en peligro la propia unidad e identidad nacional, ‘cupan ahora el eje central de los problemas a resolver como antaiio habia sido el tema de las fronteras interiores y la cuestién indigena, No resulta extrafio, entonces, que ante este nuevo escenario socio eco- némicn y ante este nuevo clima de ideas, el indigena —en la pervepcidn de algunos sectores de la élite pasara de ser visto como un salvaje peligroso para la sociedad a ser considerado como un ciudadano, como un argenti- no mas, que puede integrarse a la sociedad civil, y por lo tanto, merecedor de recibir, por lo menos, el mismo trato y consideraci6n por parte del Estado que el que reciben tos inmigrantes. Por lo tanto si, como advierte Lilia A. Bertoni, (...) La respuesta a esta preocupacién que surgié en dis- tinros grupos de la elite dirigente y en sectores més amplio de la sociedad argentina (...) se encontré en la nacionalidad, que se consideré no solo un aglutinanse social para contrarrestar la disgregacién ihterna, sino un pilar en el cual afirmar la plena soberanta de la nacién frente a una situacin externa amenazante (...);* luego el indigena desaparecido ya como enemigo, y respetuoso de la Constitucién y de las leyes, es un individuo capaz de concurrir a a consolidacién de la Nacidn, al contrario det inmigrante que con su diversidad cultural y el acendrado nacionalis- mo que cultivan algunas de las colectividades mas numerosas, tal el caso de la italiana, conllevan el peligro de la disgregacién. A partir de estas consideraciones entonces el indigena puede y debe integrarse, ya sea cul- (ivando la tierra que el Estado le concede, o bien ofteciéndose como mano de obra en las nacientes explotaciones que van surgiendo en los territorios ‘ocupados. Sin lugar a dudas las iniciativas oficiales junto a los debates parlamen- tarios que las mismas suscitaron, expresan una nueva mirada de una parte importante de la sociedad, en este caso representada por los legisladores Ministerio de Guerra. Fuerzas en operaciones en ef Chaco, 1911. Buenos Aires, Talleres Graficos Arsenal de Guerra, 1912. a * Carlos Maria Qeantos. Quilito Buenos Aires, Eudebs, 1964, % Lilia A. Bertoni "Construir la nacionalidad: héroes, estatuas, fiestas patrias, 1887-1891". En Boletn del Insta de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani. Buenos Aires, Fac. de Filosofia y Letras - Fondo de Cultura Econémica, 3 Seri. | Semestre de 1992. N°5. pag. 79. 321 LACUESTION SOCIAL EN ARGENTINA 1870-1949, nacionales, acerca de la cuesti6n indigena y del destino final de éstos. Sin embargo, los mismos. po alcanzan para concluir definitivamente con la uestién y, por el contrario, el final de los mismos vuelve a marcar el destino incierto que cl Estado tiene reservado para éstos: porque si bien los distintos proyectos de ley que se presentaron, inclufan distintas formas de incorporacidn, lo cierto es que ninguno de ellos logrs plasmarse en Ia realidad y por el contrario el final de los debates solo dejé en el plano enunciativo las intenciones del gobierno y de la oposicién de marcar un rumbo definitive para el destino final de los indigenas sometidos. Hacia el destino final Hacia finales de los aflos ochenta, para la mayor parte de la sociedad argentina, el territorio ganado a los indigenas ya no es el inescrutable desierto de una década atrés, y los restos de las parcialidades indigenas Gue atin se asientan en él tampoco son ya las indémitas y salvajes tribus ue asolaban otrora la frontera. Por el contrario sobre el indfgena se han Constrtido nuevas imdgenes distintas de las anteriores y. a la vez, contra- puestas entre si De tal manera que algunos perciben a estos indigenas S6lo como unos habitantes mds que pueblan la campafia; incluso algunos Sstudiosos reconocen a éstos como representantes de una civilizacién con ‘aracteristicas propias, diferente a la blanca, pero civilizacién al fin, (ou) Bl Congreso segiin nuestro modo de entender, no ha comprendido bien el fondo del tema, es decir que cada raza tiene una civilizacién caracteristica de ella, que la de los in- dios americanos es distinsa de ta de los europeos intrusos, (que segiin el concepto cientifico es imposible atraer a una raza no europea a la civilizacién moderna. (..)* De ta misma manera, el desierto se ha convertido, a los ojos de esa misma sociedad, en tierras fértiles, 1a mayorfa de las cuales répidamente hhan pasado del dominio del Estado a manos privadas mientras que las que no han sido todavia ocupadas sélo esperan ser explotadas por quienes 1+ Roberto Lehman Niteche. “El Problema indfgrna. Necesida de destiarteritorios reservados pars los indigenas de Patagonia, Tiera del Fuego y Chaco seg el proceder de los Estados Unidos Uz Nonteamétiea”, Poneacia presentada en Congreso Cientifico Intemacional de Buenos Aires, En ‘pnates de a sociedad Cientfca Argentina. Buenos Aires, 1915, Tomo LXXX, pa 389 eee te eee een ESTADOY CUESTONINOIGENA:AAGENTINA 1872-1085 estén dispuestos a ello, adn hasta por los mismos indigenas, los cuales, en la medida que acaten el poder y las leyes de la Nacién, estin en condicio- res de acceder a las mismas incluso con algunas ventajas pues se les reco- noce ciertos derechos por ser los primitivos ocupantes de ta misma No resulta extrafio que, en los afios siguientes, politicos, hombres de ciencias y militares que participan de esta mirada, aboguen para que cl indigena pueda estar nuevamente en contacto con Ia tierra para que, cult vandola, pueda integrarse més rdpidamente; de la misma manera, tampo- co resulta extrafio que, casi naturalmente, et Congreso Nacional vaya otor- gando concesiones de tierras a las distintas comunidades indigenas que Jas reclaman sin poner obstéculos ni condicionamiento alguno. Aunque abe aclarar que estas cesiones tienen ciertas caréteristicas: son puntuales, favorecen sélo a unos pocos caciques y sus respectivas parcialidades y no al conjunto de las comunidades indigenas que aun se encuentran en el territorio pampeano patagénico; mientras que las tierras entregadas son escasamente productivas en la mayoria de los casos y, por lo tanto, estén fuera del interés de los privados. De la misma manera, estas entregas de tierras ya no persiguen fines civilizatorios como en la década anterior, en que se pensaba que el arado civilizador seria el vehiculo ideal para inte- grar a los indigenas, sino simplemente otorgar un espacio fisico para que Estos puledan sobrevivir. Y, si bien en algiin caso, las leyes que autorizan la cesién invocan la formacién de colonias 0 de reservas, estas denomina- ciones no van mas alla del nivel enunciativo.”” ‘Sin embargo, esta percepeién que tienen algunos sectores de la socie~ dad respecto del indigena se contrapone con la mirada de otros actores como funcionarios judiciales, estancieros y atin ciertos sectores de la Igle- sia que, si bien ya no caracterizan a éste como salvaje y un barbaro peli- groso, fo consideran en algunos casos -si se avienen al disciplinamiento Taboral- como Ia nueva fuerza de trabajo que necesitan las estancias y los establecimientos rurales que surgen en el nuevo espacio productivo; y en aquellos que no se avienen a ello, a un delincuente, un vago y ladon, que La denominacién de Reserva que se le da a determinadas cesiones de terras que el Estado ‘soncede alos ind/genas, poco tiene que ver con su homdnima norteamericana, En ef caso de fnuestto pais trmino designs ala tera fiscal entregada a uno varias comunidades indigenas era weuftuctutra communitariamente. Su condicisn de Feel le permite al Estado otorzarie ott0 A2Gino cuando ioctes conveniente.Esdecir que los ndigenas que usufructuan una reserva gozan de un permiso provisorio y gratuito de ceupacion, eaeaeeea2a {ACUESTION SOCIAL EN ARGENTINA 1070-1849, sobrevive a expensas de los hurtos y las depredaciores que eva adelante cen los campos de sus nuevos vecinos. Por lo tanto, ¢ partir de estos argu- mentos no sélo impugnan la imagen anterior sino que, ademas, se resisten 8 todas las iniciativas oficiales de entrega de tierras que en forma indiscri- minada realiza el Estado, entendiendo que las mismas no solo no aceleran el proceso civilizatorio sino que incentivan la concucta delictiva de los indigenas; por lo cual se aboga por el disciplinamiento social a través del wabajo y de lo religién como forma de inte: Es decir que estas nuevas miradas no hacen mas que reflejar una reali- dad que se presenta como inexorable para los restos de las parcialidades indigenas que todavia pueblan el sur del territorio. Una realidad que, enmar- cada en los cénones legales, eliminaba toda posibilidad de continuar con la vida anterior so pena de ser considerados delincuentes y sancionados penalmente: y oftecia s6lo dos posibilidades para sobrevivir: 0 bien em- pledndose como peones y jornaleros en las chacras y estancias que se habian formado, o bien ocupando algunas de las parcelas fiscales. que el gobierno les habfa entregado en algunos casos, 0 como intrusos en otras, dedicdndose a la cria extensiva de ganado menor y cierta agricultura de subsistencia, incorporsndose ocasionaimente al mercado de trabajo. Pareciera entonces que, finalmente, tras un controvertido camino tos snas habian encontrado su destino final: aciago, miserable, marginal “icin indi pero destino al fin Algunas reflexiones finales (J Cuando legaban tos barcos con familias indigenas prisioneras, las damas portefias concurrian en masa @ bu car sirvientes, pequeias v grandes, lo que produjo la separa- cidn de padres e hijos. El Gobierno carecia de un plan orgd- nico y maduro y digno de la causa en juego. Pero carecia también de recursos ;Debieron crearse colonias escuelas para el indio? ¢Convendria mejorarle émicamente mezclandole con otras razas en vez de mantenerlo separado? Lo cierto es que el indio fue entregado a sus propios recursos en centros leja- nos, en donde siguié vegetando como pudo (..)" * Emesto Sticben. De Garay « Roca. La guerra con el indio delas pampas. Buenos Aires, 1941 pag. 360, papas ~ 324 ESTADO Y CLESTION INDIGENA-ARGENTINA 1678-1865, De Jo analizado hasta aqui, pareciera que algunas de las aseveraciones ‘que realiza Enrique Stieben en Ia cita que encabeza estas reflexiones fina- les, no estén para nada alejadas de la realidad, fundamentalmente respec- to a la carencia por parte del Estado, a lo largo de todo el periodo estudia- do, de un plan general y con cierta coherencia para integrar a los indios sometidos, Sin lugar a dudas en todo este tiempo, las diferentes soluciones ensa~ yadas por los gobiernos de turno cabalgaron sobre las necesidades de! momento y como afirmaba Estanislao Zeballos en su momento, nadie se preocup6 desde la esfera oficial, por concebir y aplicar una Ley General que contemplara el destino final que deberian tener los ind{genas someti- dos. 'Asf, de acuerdo a las circunstancias y a la coyuntura politica y social, a las propias necesidades tanto econémicas como de seguridad, se fueron implementando las diferentes politicas seguidas con los indfgenas que cayeran prisioneros o se presentaron voluntariamente en la etapa de ocu- pacién militar del espacio pampeano-patagénico. En este sentido resulta claro que la muerte del Dr. Alsina y su reempla- zo por el General Roca no sélo significé un cambio en Ia politica de fron- teras sino también una profunda modificacién en cuanto al tratamiento del indigena ya que la operacién de gradual insercién det indio tal cual lo planteaba el extinto ministro de guerra va a ser como sehala Blengino anulada por la exigencia temporal del progreso y subordinada a una estrategia militar* De esta manera el destino final de los indigenas queda atado, por lo menos hasta la finalizacién de la campana militar, a las decisiones que toma el mando militar que considera a éstos no sélo un producto del de- sierto, salvaje y bérbaro, sino también un enemigo peligroso, al cual hay que derrotar y reducir. Por lo tanto el sistema de distribucién empleado, resulta para esta mirada militar, totalmente conveniente ya que hace des- aparecer al indigena como producto de incivilizacién y a la vez come posible contrincante bélico. Vanni Blengino, “La Zanja de la Pampa y la Gran Muratla China”, en Chiara Vangelista Fronteras.emias, cueuras, América Latina Sigios XVI-XX. Quito, Ediciones Abya-Yala, 1996. pig. 146, 925 AGUESTIONSCOIAL EN ARGENTINA 1970-1945 Esta tesitura impuesta por esta misma mirada explica también en gran parte el por qué de los fracasos de otros intentos alternativos de asimila- ‘iGn como los Hevados adelante por los misioneros salesianos. En efecto, lificilmente en este periodo signado por la primacia de esta mirada im- sregnada por las ideas de la época pero fundamentalmente por la concep- :i6n militar, hubiera espacio para una propuesta altermativa y menos para iquellas intentadas por los misioneros salesianos; ya que si bien pueden parecer —la cruz y la espada~ como complementarios y coincidentes tan- © en el hecho de conquista -espiritual una, militar la otra~ como en la recesidad de ocupar el espacio indigena ese verdadero desierto, por el contrario las mismas se vuelven contradictorias y antagénicas cuando se rata de civilizar a los indigenas. Que entienden cada uno por ésto y cudl 's la institucién encargada de Hevar adelante esta tarea civilizadora En este sentido las palabras de Santiago Estrada, director del diario -atdlico La América del Sur, resultan por demés reveladoras de este sin- rular conflicto, (..) Es de lamentar, Senores, que entre la cruz y la espada ta decision sea a favor de esta iilima. La guerra puede exterminar no convertir y civilizar al salvaje. Donde el soldado reemplaza al misionero, nuestra sociedad no tiene casi auxilio que prestar Nos veremos limitados a aliviar al prisionero ya que no pode- ‘mos contribuir a que se lleve el evangelio a la Pampa(...)" Sin embargo al finalizar la campafa militar en 1885 también se deja de ado esta metodologia, que por otra parte serios inconvenientes habia aca- reado al gobierno nacional a través de los abusos cometidos contra los ndigenas, y se opta desde el propio plano oficial por el sistema de colo- tias, fundada esta decisién en un primer momento, en razones econdmi: ‘as ya que este sistema eliminaba la gravosa carga que significaba el ra- jonamiento de una importante cantidad de indigenas todavia bajo la tute- a estatal. ‘Aunque, a esta primera razén deberfamos agregar aquellas que tienen ue ver con Ia idea, ampliamente difundida, de la accién civilizadora de la igricultura y por lo tanto la formacién de colonias agricolas con los restos le las parcialidades indigenas que atin permanecen en el espacio ocupa- » La América del Sur Buenos Aires. 5 de marzo de 1879, pig. 1 26 ESTADO CUESTION INDIGENA ARGENTINA 1878-1885, do, aparece como una forma congruente de integracién, Para los sostenedores de esta propuesta, la accién civilizadora que encierra la actividad agricola debe abarcar al conjunto de la poblacién y por lo tanto incluir al indigena ppor lo que entonces es menester garantizar el acceso de los mismos ya sea conformando colonias agricolas, 0 como ocurrird mis adelante a través de reservas o directamente del otorgamiento de ta propiedad de las tierras me- diante concesiones 0 donaciones. ‘Sin embargo junto a estas razones aparecen en esia etapa y estén pre~ sentes en la intervencién de los legisladotes nacionales cuando se trata el problema indigena, otras cuestiones que hacen a las mutaciones que se producen en la propia sociedad argentina y que se relacionan con el fend- meno de la inmigracién y con las consecuencias que trae aparejada su ‘masividad en la propia integracién nacional y atin en el orden social lo que presupone razones por demés significativas para modificar Ia visién que hasta ahé tenfan buena parte de funcionarios y politicos respecto del indigena y la apelacién al mismo como ciudadano y argentino en inevita- ble comparacidn con el inmigrante. Sin embargo, a medida que va desapareciendo el peligro de disgrega- cién nacional se va diluyendo esta apelacin y por otra parte, también la crisis det 90 va marcando el fin de la utopia agraria lo que contribuye a sefalar la conclusién entonces de esta etapa dejando paso, en los afios siguientes y a hasta el final del perfodo, a una nueva imagen que se va construyendo a lo largo de estos afos, Esta nueva mirada se apoya en la percepcién de que el indigena ya no es un salvaje y barbaro producto del desierto sino un habitante mas de la campafia que se integra a ella a través de st actividad en las parcelas fiscales a las que se hace acreedor o bien empledndose como fuerza de trabajo en los establecimientos rurales que se van instalando en los nue- vos territories productivos. Por lo tanto ya no existe preocupacisn por elaborar leyes protectoras del indigena ni de demostrar su cardcter de ciu- dadano y argentino. $i bien se reconoce la necesidad de darle tierras, en cambio ya no estén presentes en el discurso de legisladores y funcionarios ni Ia intencién de civilizarlos, ni de protegerios ni tampoco de colaborar para su desarrollo social y productivo. Por el contrario la entrega de tierras en este periodo se fundamenta en la idea generalizada que aquellos caci ques y sus respectivas familins que se benefician con estas adjudicacio- nes, no sélo ya no constituyen un peligro porque viven pactficamente 327

También podría gustarte