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PROTECCIÓN RADIOLÓGICA
ÍNDICE
El organismo humano no puede percibir directamente muchos agentes físicos del mundo que
le rodea, como es el caso de las radiaciones ionizantes.
Por esta razón, el hombre ha ideado procedimientos y aparatos para detectar, medir y
analizar las radiaciones ionizantes a fin de prevenir sus posibles efectos perjudiciales. Para ello
se aprovechan diversos efectos que produce la radiación al atravesar la materia.
Las partículas cargadas a su paso por la materia producen perturbaciones al interactuar con
los componentes que poseen carga (núcleos y electrones) principalmente en la forma de
interacciones electrostáticas. La radiación electromagnética, al carecer de carga, no produce
directamente estos efectos, pero sí indirectamente a través de los efectos fotoeléctrico,
Compton, o creación de pares, en los que se producen partículas cargadas. El efecto directo
de la perturbación depende de la intensidad de la interacción electrostática, pudiéndose
clasificar en:
b) Producción de carga.
Si la cesión de energía supera ciertos umbrales el electrón puede recibir una energía suficiente
para que se produzca su expulsión total del átomo, lo que se denomina ionización, tal y como
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c) Disociación de la materia.
En casos más extremos de cesión energética, los efectos producidos pueden dar lugar a
disociación, proceso en el que se rompen enlaces químicos, formándose radicales libres de
gran reactividad química y produciendo alteraciones en la constitución de la materia. Un
ejemplo de este fenómeno es el ennegrecimiento de placas fotográficas. Las radiaciones
ionizantes pueden atravesar la envoltura que protege de la luz ordinaria a una película
fotográfica y ennegrecerla. Midiendo después la intensidad de dicho ennegrecimiento se
puede deducir la dosis de radiación que ha alcanzado a la película fotográfica.
Puede ser por tanto deseable trabajar en modo corriente, que es el modo principal en el que
operan la mayor parte de los detectores empleados en dosimetría personal, y en cuyo caso la
magnitud observada es la corriente media producida en el detector debido a la interacción de
varias partículas; o en modo impulso, donde se registra la carga liberada por cada suceso
ionizante que es como operan la mayor parte de los detectores.
Es necesario introducir una serie de conceptos que caracterizan a los detectores de radiación.
Si en una muestra radiactiva, cada átomo desintegrado tiene como consecuencia la emisión
de radiación ionizante (partículas cargadas o fotones), es en principio deseable que cada una
de ellas sea detectada por el equipo empleado, en especial cuando se miden muestras de muy
baja actividad. Desafortunadamente, salvo casos aislados, esta condición es difícil de cumplir y
en estos casos se requiere definir un parámetro, el rendimiento de detección o eficiencia ε,
expresable en principio como la relación entre las tasas de acumulación de impulsos N y del
número de eventos ionizantes que alcanzan el detector N0:
𝑁
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𝜀 =
𝑁𝑂
𝑁
𝑁𝑜 =
𝜀
El rendimiento intrínseco, εi, que se define como el cociente entre el número de impulsos
registrados entre el número de partículas o fotones “que inciden en el detector y dan señal”.
4𝜋
𝜀𝑖 = 𝜀𝑎𝑏𝑠
Ω
En todos los detectores existe una limitación en la tasa máxima de recuento de partículas o
fotones, ya que es finita su rapidez de respuesta. Así, todos los detectores ofrecen la
desventaja intrínseca de que dos eventos detectados deben estar separados un tiempo
mínimo para que ambos impulsos sean detectados; éste es el llamado tiempo de resolución o
tiempo muerto, 𝝉. Si un evento se produce en el detector durante el tiempo de resolución de
otro inmediatamente anterior, el segundo de ellos no será registrado.
cierta probabilidad de fallo en el registro de impulsos, cuyo valor crecerá cuanto más alta sea
expresión que permite el cálculo de la tasa real de recuento, conocida la tasa de acumulación
de impulsos y el tiempo de resolución del sistema.
energética o capacidad para discernir completamente dos líneas espectrales sería perfecta.
Evidentemente, cuanto más estrecha sea la distribución espectral de la línea observada, será
tanto mayor la capacidad de resolver detalles finos del espectro.
Al variar la tensión de polarización aplicada a los electrodos, varía la amplitud del impulso
obtenido según se ve en la gráfica de la Figura 3, estableciéndose tres tipos de detectores de
ionización gaseosa que se corresponden con las zonas de la gráfica: zona de cámara de
ionización (2), zona proporcional (3) y zona Geiger (5).
Hay que tener en cuenta que las cargas formadas como consecuencia de la ionización del
medio siempre están sometidas a dos efectos antagónicos: por un lado, estas cargas tienden a
recombinarse y por otro lado el campo eléctrico aplicado provoca el arrastre de estos
portadores.
Figura 3
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En la zona (1) se observa el crecimiento de la amplitud del impulso con la tensión debido al
predominio paulatino del arrastre de las cargas por el campo eléctrico, conforme crece la
tensión aplicada.
Superado el potencial de polarización Vg, se entra en la zona Geiger, zona (5), en la que la
descarga ocasionada por la partícula ionizante se extiende a todo el volumen del contador y
por ello el impulso originado posee una amplitud independiente de la energía y naturaleza de
la partícula.
Por último, si se continúa aumentando la tensión, se entra en la zona (6) con lo que el
detector alcanza la zona de descarga continua produciéndose ionizaciones incluso en ausencia
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Figura 4
El rendimiento de detección, definido como el número de partículas detectadas por cada 100
partículas incidentes, se aproxima al 100% para partículas alfa y beta que alcancen el volumen
sensible de la cámara. En cambio para fotones sólo se logran rendimientos del orden del 1%.
𝐴𝑛𝑒0
Δ𝑉 =
𝐶
Aunque la magnitud de los impulsos de tensión generados, del orden de 0,1V, es mayor que
en la cámara de ionización, se requiere como en ésta una amplificación de la señal. El tiempo
de resolución es del orden de 0,1µs.
Los equipos detectores de radiación basados en tubos Geiger resultan así mucho más
sensibles que los basados en cámaras de ionización y más adecuados por tanto para medir
niveles de radiación muy bajos. En cambio, un sistema Geiger no supone más que un contador
de las partículas ionizantes que alcanzan el volumen sensible pero no suministra información
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b) El cristal luminiscente debe ser lo más transparente posible a la propia luz emitida, por lo
cual se usan, siempre que sea posible, monocristales de tamaño adecuado.
d) El espesor del cristal debe ser en lo posible igual al alcance máximo si se trata de partículas
cargadas. En el caso de radiación gamma debe tener el mayor espesor posible (limitaciones
prácticas y económicas) y poseer un número atómico lo más elevado posible para favorecer la
absorción de energía.
Al incidir luz sobre el fotocátodo, se emiten fotoelectrones que son dirigidos hacia el primer
dinodo donde cada uno de ellos produce por ionización secundaria un número variable de
electrones. Este proceso de multiplicación se repite en cada dinodo, formándose una
avalancha de electrones con un factor de multiplicación del orden de 105 - 107 electrones por
cada fotoelectrón inicialmente emitido.
Figura 6
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La termoluminiscencia es una propiedad que presentan algunos materiales por la que son
capaces de almacenar radiación en trampas electrónicas para emitirla posteriormente en
forma de luz al ser calentados. Los dosímetros termoluminiscentes, TLDs, son detectores
pasivos basados en esta propiedad y que se pueden clasificar en varias familias principales
como las del CaSO4, el CaF2, el LiF y el Al2O3 todos ellos con diferentes impurezas. Su
aspecto físico es fundamentalmente cristalino, formando obleas o chips, o en polvo y
presentan densidades variables entre 2 y 3 g/cm3.
Estos detectores están formados por la unión de dos semiconductores tipo N y P formando así
un dipolo eléctrico P-N. Cuando la radiación incidente ioniza la zona útil del detector, los
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Recordemos los principales procesos que puede sufrir un neutrón en su interacción con un
medio material.
a) Dispersión elástica (n,n): el neutrón sufre una colisión con un núcleo sin ser absorbido por
éste, siendo desviado de su dirección de incidencia pero conservándose la energía cinética
total del sistema neutrón-núcleo. La energía media cedida por el neutrón al núcleo será tanto
mayor cuanto más semejantes en masa sean ambas partículas, por lo que la máxima
transferencia media de energía por colisión tendrá lugar al chocar un neutrón con un núcleo
de H, que se convierte entonces en un protón de retroceso. Este fenómeno puede ser
empleado para la detección de neutrones rápidos (con En > 0,1MeV).
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c) Captura o absorción (n,γ): en este caso se produce la captura del neutrón por el núcleo que
forma un núcleo compuesto y queda excitado. Esta energía de excitación se emite de forma
prácticamente instantánea como una o varias gammas, por lo que se conoce también esta
interacción como captura radiativa. Algunos elementos presentan una alta sección eficaz
de captura para el rango térmico, mientras que otros elementos (p.j. El Au) muestran
resonancias a otras energías. Estos elementos se podrán emplear como detectores
neutrónicos en forma de láminas de activación.
e) Fisión nuclear (n,f): en algunos átomos pesados, tras absorber un neutrón se produce
una escisión en dos grandes fragmentos de fisión con energías cinéticas del orden de 100MeV
y uno o más neutrones. La fisión nuclear puede tener lugar para todos los elementos con Z
> 30 si se irradian con neutrones suficientemente energéticos (del orden de varios
centenares de MeV), pero energías inferiores a 10MeV sólo se presenta la fisión para
secciones eficaces apreciables en elementos con Z > 90.
Bibliografía:
- CSN. Material didáctico para la obtención de la licencia de operador en instalaciones
radiactivas.
- ICRP. Publicación 103.
- ICRU. Publicación 60.
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