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Instituto Tecnológico Nacional de México

Instituto Comitán

Carlos David Guzmán López

ENSAYO

“La nueva Reforma a la Ley de la Industria Eléctrica”

Comitán de Domínguez, Chiapas a 30 de Abril 2022


Introducción

La Reforma Energética es un paso decidido rumbo a la modernización del sector energético de


nuestro país, sin privatizar las empresas públicas dedicadas a la producción y al aprovechamiento
de los hidrocarburos y de la electricidad. La Reforma Energética, tanto constitucional como a nivel
legislación secundarias, surge del estudio y valoración de las distintas iniciativas presentadas por
los partidos políticos representados en el Congreso.
El Gobierno mexicano ha dado un modelo energético que va proponiendo desde hace más de dos
años. Al rechazar la acción de inconstitucionalidad, la Suprema Corte dejó intacta este jueves una
ley que echa para atrás la liberalización de la generación eléctrica y supone un golpe a las energías
renovables. Da la preferencia a la CFE sobre las centrales privadas, muchas de ellas eólicas y
solares, y permite la revocación de permisos. En resumen, arrincona la participación privada en un
sector que ha atraído 50.000 millones de dólares de inversión en las últimas dos décadas. El
presidente Andrés Manuel López Obrador se ha declarado este viernes “feliz” y ha tachado la
decisión del tribunal de “histórica y patriota”.

Sin embargo, todavía es pronto para que el Gobierno cante victoria. Pese a la decisión de la
Suprema Corte y a los deseos de López Obrador, los juicios de amparo iniciados por empresas y
asociaciones ambientalistas siguen su curso y las suspensiones decididas por los juzgados de
primera instancia impiden la aplicación inmediata de la nueva Ley de la Industria Eléctrica (LIE),
según los expertos. Es probable que los amparos lleguen al máximo tribunal, donde una mayoría
simple de ministros amenaza con propinarle una derrota al Gobierno. Para evitarlo, el Ejecutivo
puede tratar de sacar adelante su reforma constitucional eléctrica, inapelable y mucho más
agresiva que la ley.

Las modificaciones a la LIE, aprobadas en marzo de 2021 pero paralizadas en los tribunales desde
entonces, se hicieron como un traje a medida para la Comisión Federal de Electricidad (CFE). El
Gobierno lleva años insistiendo en que la reforma de 2013 condenaba a la paraestatal a la
desaparición. El orden de despacho para subir la electricidad a la red se determinaba por los
costos marginales de producción de las centrales. Como la CFE es más cara que las privadas, las
plantas eólicas y solares privadas iban primero. Así, la participación de la paraestatal en la
generación total ha caído del 100% antes de la liberalización al 54% en 2018 y al 38% ahora.

La nueva ley elimina la preferencia por las centrales más baratas y se la da a las de la CFE o a
aquellas plantas privadas con un nuevo tipo de contrato llamado de “cobertura eléctrica con
entrega física”. Estos contratos implican la entrega de energía en una “hora o fecha futura
determinada”. Sin nombrarlas, la eólica y la solar quedan excluidas porque, al ser intermitentes,
no pueden asegurar una cantidad específica para un momento específico. “Este contrato beneficia
en los hechos a la CFE y echa para atrás a las renovables en el orden de despacho”, afirma Óscar
Ocampo, analista del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). La eólica y la solar
representan el 16% de la capacidad energética total del país.

Los Productores Independientes de Energía (PIEs) centrales privadas anteriores a 2014,


principalmente ciclos combinados que funcionan con gas podrían firmar estos contratos. Sin
embargo, como solo lo pueden hacer con un suministrador final de electricidad y la CFE es el único
jugador en este sector, quedan a la merced de la voluntad de la paraestatal. “Al darle a la CFE
Suministrador de Servicios Básicos el poder de celebrar contratos bilaterales, es probable que esta
haga contratos con las centrales de sus propias subsidiarias sin que necesariamente ofrezcan
menores costos”, señala Ocampo.

El Gobierno tiene entre ceja y ceja la revisión de contratos de centrales privadas que considera son
producto de la “corrupción del pasado”. La nueva ley abre la puerta a la cancelación de permisos
vigentes. Los esquemas de autoabastecimiento entre centrales privadas y empresas serán
revocados si se percibe “fraude a la ley” y los contratos firmados por PIEs, terminados si no son
rentables para el Gobierno.

Los cambios causaron gran alarma en el sector privado cuando fueron presentados. Las causas de
revocación de permisos contempladas por la nueva ley son suficientemente amplias como para
que las empresas teman una aplicación discrecional. En el caso del autoabastecimiento, el
Gobierno ha dicho que 110 de los 243 esquemas existentes son “fraudulentos” y que estos
abastecen a 77.000 clientes. Con la nueva ley, la continuidad de su operación se ve amenazada.

El embajador de EE UU en México, Ken Salazar, declaró el jueves que la ley “probablemente abrirá
la puerta a litigios sin fin”. “Vamos a seguir en un espacio de ambigüedad”, coincide el experto
Pablo Zárate, de la consultora FTI. “Si se ejecutan los cambios, se acabaría en una de las olas de
arbitrajes internacionales más grandes de la historia reciente”. Antes de recurrir a paneles de
arbitraje, sin embargo, las empresas deben agotar los recursos judiciales domésticos.

Por ahora, la decisión de la Suprema Corte no significa que los cambios a la ley eléctrica se vayan a
aplicar inmediatamente. Antes de que el máximo tribunal admitiera a trámite la acción de
inconstitucionalidad, empresas y asociaciones ambientalistas presentaron cientos de amparos
ante los juzgados de primera instancia y a muchas les concedieron suspensiones con efectos
generales. Es decir, la ley se dejó de aplicar a todos los participantes del sector mientras se resolvía
el fondo del asunto. Un buen número de estas suspensiones sigue vigente, según los expertos,
aunque los tribunales colegiados ya han empezado a revertirlas.

Aunque cancelen las suspensiones, los juicios de amparo seguirán avanzando. Si bien no se
alcanzó una mayoría cualificada, una mayoría de ministros de la Suprema Corte se pronunció por
la inconstitucionalidad de las partes más polémicas de la ley, como el cambio el orden de
despacho. Esa mayoría simple puede llevar a los jueces de primera y segunda instancia a resolver
en favor de las empresas u organizaciones ambientalistas. “La ley queda sujeta a la interpretación
de los jueces. Como no se alcanzó mayoría cualificada queda un criterio que no tiene
obligatoriedad”, dice Alfonso Herrera, profesor de Derecho de la Universidad Panamericana. “Las
mayorías simples suelen ser más persuasivas para los jueces que los votos, en este caso, de los
cuatro ministros que se opusieron a la inconstitucionalidad”.

Si los denunciantes ganan y el Gobierno recurre, los casos llegarán tarde o temprano a la Suprema
Corte, donde una mayoría simple y no una cualificada como en la acción de inconstitucionalidad
determinarán la suerte de los amparos. En las dos salas del tribunal, formadas cada una por cinco
ministros, son mayoría los que se pronunciaron por la inconstitucionalidad de varias partes de la
ley eléctrica, lo que abre la puerta a una futura derrota del Gobierno. La asociación ambientalista
Nuestro Futuro ya ha aclarado que sigue en la batalla legal y que espera que su caso llegue al
máximo tribunal.

Para desembarazarse de los amparos, el Gobierno tiene otra opción: sacar adelante la reforma
constitucional en materia energética que está en discusión en el Congreso. De aprobarse, todos los
amparos quedarían sin fundamento legal porque la Constitución en la que estos se basan habría
sido modificada. Morena, la formación del presidente, ha afirmado que empujarán por la reforma
incluso con una decisión de la Suprema Corte favorable al Gobierno. Por ahora, sin embargo, no
tienen los votos en el Congreso.

El Ejecutivo ha logrado muchos de sus objetivos en política energética con la LIE, principalmente el
cambio de orden de despacho. Por otro lado, la reforma constitucional va más allá en su intento
por limitar la participación privada, al fijar un porcentaje mínimo de generación para la paraestatal
de 54%, frente al 46% de las empresas. Además, ordena cancelar todos los contratos de centrales
particulares y, a diferencia de la LIE, ni siquiera se mencionan causas para la terminación. La
reforma también elimina la autonomía de la Comisión Reguladora de Energía y del Centro
Nacional de Control de Energía (Cenace), el operador del sistema eléctrico. “La reforma y la LIE
comparten el mismo espíritu, pero hay una diferencia en el alcance”, señala Óscar Ocampo.
Conclusión

La iniciativa que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, presentó al Congreso en
materia de electricidad, pretende la modificación de tres artículos de la Constitución y tiene como
principal objetivo corregir el desorden en el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) que provocó la
reforma energética del expresidente Enrique Peña Nieto. Esta abrió abruptamente la posibilidad a
empresas privadas de participar en la generación de electricidad, sin antes preparar
adecuadamente a la empresa estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE).

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