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Notas sobre el empate argentino1

Juan Manuel Nuñez (UNR)

Hay conceptos que hacen historia. Por su poder de síntesis, de graficar una situación con
rapidez, la noción de empate es unos de esos signos perdurables, persistentes en nombrar
distintas situaciones históricas. En los últimos años, autores tan variados como José
Nátanson, Pablo Gerchunoff, Ricardo Aronskind, Ana Castelani y Alfredo Pucciarelli han
buscado en la vieja fórmula del "empate argentino", como sintagma que sintetice los
dilemas políticos argentinos.

Ante este panorama –reactualización, en nuestro presente, de un significante que hizo época
para encuadrar la reflexión crítica- nos interesa detenernos en tres ejes: 1- resituar el
concepto en su emergencia, analizar cómo Portantiero lo utiliza en los 70' para dar cuenta
de la crisis de dominación abierta por la caída del peronismo en el 55'; 2- detenernos en los
modos en que ese concepto se resignifica y recupera para pensar en los impasses y
bloqueos que tiene el modelo macrista para consolidarse en tanto orden durable ; 3- rastrear
algunas hipótesis -muy provisorias inclusive- que, al mismo tiempo, retome algunas de las
reflexiones contemporáneas y que, como mirando por el ojo de una cerradura, nos permita
entender ciertos reacomodamientos políticos actuales, justamente, como síntomas de esos
bloqueos.

A En otra era geológica, en los albores de la primavera camporista, leyendo la catástrofe de


las izquierdas de entreguerras europeas para iluminar la situación argentina, Juan Carlos
Portantiero acuña por primera vez el concepto "empate" en el artículo Clases dominantes y
crisis política en la argentina actual.2 Publicado en el primer número de la segunda época
de la revista Pasado y Presente, el autor realiza un sutil análisis de la crisis hegemónica por
la que atravesaba el capitalismo argentino, que se origina, en su hipótesis, en una asincronía
entre el desarrollo económico y social del sector de punta de la burguesía
1
El presente artículo es una versión corregida de la charla que dimos con los compañeros Hernan Uliana y
Ezequiel Gatto: "Hegemonía e ideología: límites y posibilidades de los discursos críticos" oganizado por la
Cátedra de Estudios Sociales del Sur- CESS. Más allá de la revisión, reescritura y del tiempo transcurrido,
intenté mantener los lineamientos centrales de aquella reflexión -bien situada en el último año de Macri-
pues creo que aún estamos atravesados por los interrogantes que el borrador dibujaba.
2
Portantiero, Juan Carlos, "Clases dominantes y crisis política en la argentina actual", en Pasado y Presente
Nº 1 (nueva serie), Año IV, Abril/Junio (1973), pp. 31-64.
transnacionalizada y su incapacidad para traducir esa hegemonía económica en el plano de
la política, es decir, en el plano de un proyecto de dominación más o menos estable. La
crisis de hegemonía es la expresión de un empate entre las fuerzas sociales, pues marca la
imposibilidad de la elite económica en sortear en el tiempo los bloqueos defensivos que
otros actores articulan para limitar su preeminencia. Lo que surge es una sociedad
bloqueada en un juego pendular imposible, donde sus actores tienen suficiente fuerza para
vetar los proyectos contrarios, pero ninguna posibilidad de lograr reunir los recursos
necesarios para asumir el liderazgo. En suma, la dirección política del país -en el sentido
gramsciano de la expresión- está vacante: ninguno puede presentar sus intereses como los
intereses de toda la sociedad y formar un bloque histórico que imponga un sentido común
que la oriente en una dirección determinada. 

Esa vacancia hegemónica, es decir, esa ausencia de un patrón de dominación


establecido que distribuya -bajo la dirección proyectiva de la elite transnacionalizada-
ganadores y perdedores, disciplinando y subordinando a los demás actores a su estrategia,
es el eje central para analizar la inestabilidad política, social y económica del ciclo post
55'.

Para el autor, esa crisis en las alturas para sintetizar un proyecto, crea posibilidades
revulsivas para el universo plebeyo, pues crea las condiciones para que sea el movimiento
nacional y popular, encabezado por el proletariado peronista, el que resuelva esa crisis
hegemónica en crisis revolucionaria. Pero ese movimiento, para ese Portantiero, no era
homogéneo. Por el contrario, el peronismo tenía en su interior tanto a sectores que se
movilizaban por la constitución de un bloque anticapitalista y nacional, como también
“cuñas larvadas del capitalismo monopolista”, es decir, representantes del pasado nacional-
reformista-burgués en el presente: la burocracia sindical. Dos almas se escondían tras el
pecho del movimiento peronista, y todos los enigmas encerrados en la apertura camporista
residían en si podía abandonar su forma histórica tradicional reformista, burocrática y
ciegamente verticalista para desplegar su verdadero contenido socialista, emancipatorio y
revolucionario.

Luego del golpe del 76', Portantiero se exilia en México y regresa al concepto de
empate en Economía y política en la crisis argentina (1958-1973) para pensar, no la
hipótesis de una crisis revolucionaria, sino la derrota en todos los frentes de ese proyecto. 3
Si se lo compara con el artículo publicado en Pasado y Presente hay una evidente pérdida
de las esperanzas pretéritas respecto a la deriva socialista de la experiencia peronista. Ésta
pierde las dos almas que contenía en la víspera. Nuevamente aparece la crisis hegemónica
como signo para pensar la crisis política del capitalismo argentino en el pos-peronismo:
crisis en la construcción de un modelo de acumulación compartido por todos los sectores
del gran capital. Imposibilidad de trasladar la preeminencia económica al plano de un
proyecto político estable que sintetice esa preeminencia. Vacancia hegemónica que, según
el texto, se cierra con la fuerza bruta del triunfo de la espada, con el advenimiento del golpe
del 76'. El peronismo, despojado de sus contenidos revulsivos, designa específicamente al
sindicalismo como actor organizado; habrá sido uno de los grupos de presión que, al
interior del sistema político, impedían, defensivamente, la estabilización de un orden que
cristalice políticamente la hegemonía que el sector de la burguesía transnacionalizada ya
había conseguido en la economía. En 1973, el objetivo del peronismo en el gobierno, para
el Portantiero exiliado, consistió en intentar romper la situación de “empate” entre las
clases dominantes apoyándose en la pequeña burguesía urbana nacional; intento que derivó
en un absoluto fracaso.

B- El empate de Portantiero y la reactualización de la hegemonía gramsciana son


prismáticos retomados por Pucciarelli y Castellani para pensar las derivas que se abren en
la época de la posconvertabilidad en la introducción de Los años del kirchnerismo.4 Para
estos autores, la escena política de la que somos contemporáneos, crispada y rabiosa, no
está construida sobre el mero choque superficial de estilos enfrentados. Desde el conflicto
del gobierno de Cristina Kirchner con las patronales agrarias durante el año 2008 en
adelante se produjo un régimen de proyectos prehegemónicos enfrentados, donde los
bloques en contienda luchaban -y luchan- para construir la dirección de un orden estable, es
decir, que sintetice un determinado régimen de acumulación, un modo de gestión
institucional y un régimen de legitimación ideológico y político. Es decir, la dirección

3
Portantiero, Juan Carlos, "Economía y política en la crisis argentina (1958-1973), en Revista Mexicana de
Sociología, Vol. 39, Nª 2, Abril-Junio (1977), pp. 531-565.
4
Castellani, Ana; Pucciarelli, Alfredo: "Introducción. El kirchnerismo y la conformación de un régimen de
hegemonía escindida" en Pucciarelli, Alfredo; Castellani, Ana (Coordinadores), Los años del kirchnerismo. La
disputa hegemónica tras la crisis del orden neoliberal, Buenos Aires, Siglo XXI, 2017, pp 15-31.
moral e intelectual sobre un bloque de fuerzas sociales que proyecten hacia el resto de la
sociedad un sentido coherente de desarrollo, unidad y orden.

El año 2008 es el momento del surgimiento de una hegemonía escindida entre dos
proyectos prehegemónicos en disputa: uno de carácter republicano, conservador y
neoliberal; y el otro de carácter nacional-popular y democrático.

Para Pucciareli y Castellani, estos son bloques sociopolíticos consolidados en tanto


1- conforman un bloque social identificable. 2- se identifican con los objetivos planteados y
las acciones realizadas por un conglomerado constituido por un conjunto de actores
políticos, sociales e institucionales; 3- se reconoce por medio de un discurso distintivo y
nuevo capaz de construir sentidos que dote de sentido los conflictos del presente y sus vías
de resolución. Sin embargo, más allá de esa cristalización identitaria confrontativa, no han
podido superar el carácter de proyectos prehegemónicos. En la visión de los autores
estaríamos todavía empantanados en el bloqueo del empate entre proyectos alternativos que
tienden a contrabalancearse permanentemente.

Pero otros ecos del empate recorren las reflexiones actuales de autores inesperados.
Habitando cierto borde imposible -cierto posibilismo liberal-conservador, cierta
centroizquierda macrista-, defensor a ultranza del "gradualismo" y de la necesidad de
otorgarle consistencia social y espesor político al gobierno de Macri para proyectar sus
reformas en el largo plazo, Pablo Gerchunoff intenta dotar -en entrevistas y artículos- al
bloque neoliberal, una mirada estratégica, una visión de conjunto. Quizás, por primera vez,
debemos agradecer la ceguera cortoplacista y la ausencia de escucha gubernamental
macrista.

En esa tarea, el autor de El ciclo de la ilusión y el desencanto, es entrevistado en los


días previos a las elecciones de medio término de fines de octubre de 2017 por diario
español El País y plantea que “Hay un conflicto muy tenso entre una Argentina que quiere
incorporarse a la globalización y un bloque social que no tiene fuerza para proponer un
patrón de crecimiento distinto pero sí para impugnar el camino de la modernización.
Argentina es eso. ¿Qué pasa cuando una fuerza irresistible se enfrenta con una resistencia
incontenible? Es la Argentina del empate conflictivo”5.

Nuevamente la escena del empate: un bloque hegemónico en lo económico,


representativo de la modernización capitalista y de la apertura globalizadora enfrentado a
un bloque defensivo que no puede plantear una estrategia de desarrollo alternativo, pero si
entorpecer el avance contrario. La historia reciente argentina, plantea Gerchunoff, está
atravesada por dos intentos modernizadores fallidos: el de la última dictadura y el que
estalla con la convertibilidad. La cuestión es cómo hacer para no perder la oportunidad, la
brecha abierta a partir del 2015 para desbalancear los bloqueos crónicos con la
consolidación de reformas económicas que puedan consolidarse en el tiempo y se tornen
irreversibles. Dotar de consistencia al proyecto macrista, para Gerchunoff, consiste en
construir una alianza de largo plazo con el peronismo no kirchnerista y el sindicalismo para
conformar una coalición social mayoritaria pro-exportadora con el objetivo de sacar del
impasse el desarrollo argentino y, al mismo tiempo, aislar y desarticular cualquier reacción
defensiva de un bloque alternativo.

Obviamente, Gerchunoff intenta diluir en su análisis los efectos desastrosos de las


supuestas experiencias modernizadoras. Como plantea Aronskind, Gerchunoff participa de
la cantinela de los "70 años de decadencia" proferidas por las voces menos sofisticadas del
macrismo que, para explicar la crisis argentina, intentan ocultar en el largo plazo, los
efectos desgarradores para el tejido social de los diversos proyectos de "modernización" y
su parentesco: subordinación a Estados Unidos, transferencias de ingresos hacia la elite
económica transnacionalizada, política antiobrera y fuertemente represiva, endeudamiento
externo, desindustrialización, etc.6

A su vez, las debilidades del proyecto liderado por Macri para consolidarse, la
podemos encontrar en los modos en que ha amalgamado en la función pública a los Ceos de
las grandes empresas.

5
Gerchunoff, Pablo, "No hay duda de que 2011-2020 será una década perdida en Argentina", El País, 6 de
octubre de 2017. Disponible en
https://elpais.com/internacional/2017/10/05/argentina/1507218303_606369.html
6
Aronskind, Ricardo, "De Alsogaray a Macri" en El cohete a la luna, Argentina, 23 de Septiembre 2018.
Disponible en https://www.elcohetealaluna.com/de-alsogaray-a-macri/
Castellani y Gaggero demuestran en un artículo reciente, los modos en que se
conformó el Foro de Convergencia Empresarial hacia el año 2013. 7 El mismo ofició de
mixtura política y organizativa de las oposiciones al kirchnerismo: desde Massa hasta
Binner, desde Macri hasta Carrió o Saenz pasaron por sus estrados, en un ambiente que
sugería la integración de la oposición en un frente unificado y, por sobre todo, componía
bajo un mismo pliego el discurso republicano del respeto de la división de poderes y de la
ley, la profesionalización administrativa de los funcionarios y la posibilidad de establecer
puentes de cooperación entre el empresariado y el estado en un proyecto que no inhiba, con
dirigismos anacrónicos, la inversión privada. El punteo temático, en síntesis, con que
Cambiemos iba a construir su gramática electoral próximamente ganadora.

Una vez que triunfa Cambiemos en las elecciones del 2015, según las autoras, se
produce el desembarque en el Estado de los Ceos agregados en el Foro. Es imposible
pensar la conformación Cambiemos sin los apoyos que brindó desde un principio el Foro;
más de un tercio de los funcionarios del gabinete nacional de Macri habían ocupado puestos
de alta o media gerencia en el sector empresarial, muchos de ellos inmediatamente antes de
asumir. Más que una conexión, es una toma del Estado por la tecnoburocracia gerencial del
gran capital argentino. La larga marcha de los Ceos para cumplir la promesa postergada de
la "modernización" del país.

Pero esa pegatina gerencial redunda en el cortoplacismo y zigzagueo continuo del


gobierno. La ausencia de mirada estratégica en la política económica del gobierno,
principal preocupación del posibilismo de Gerchunoff, puede ser pensado como un efecto
de las diversas fracciones corporativas cohabitando a los empujones bajo el paraguas de las
decisiones gubernamentales. En rigor, estás no son más que una sumatoria de demandas de
los diversos grupos del alto empresariado que convergen y se integran a la gestión. El
engendro del modelo refleja fielmente el acuerdo implícito de los diversos capitales
concentrados que confluyeron en torno al proyecto Cambiemos, pero que no puede
esconder sus contradicciones internas.

7
Castellani, Ana; Gaggero, Alejandro, "La relación entre el Estado y la élite económica" en Pucciarelli,
Alfredo; Castellani, Ana (Coordinadores), Los años del kirchnerismo. La disputa hegemónica tras la crisis del
orden neoliberal, Buenos Aires, Siglo XXI, 2017, pp. 175-208.
Como plantea Aronskind en el texto arriba mencionado, el amontonamiento
desordenado de medidas a pedido de los principales vectores del poder económico, la
utopía de darle a cada fracción del capital lo que pida,- independientemente de su impacto
en el conjunto del esquema para que, una vez que esté liberado de las trabas a su
despliegue, el mercado haga el resto-, también lleva a la imposibilidad hegemónica. Un
Estado habitado por las pujas de las grandes corporaciones está empujado a bailar al ritmo
de sus intereses y se encuentra maniatado en ganar autonomía y autoridad para enmarcar las
medidas en una visión de conjunto. El endeudamiento, entonces, ofició de un puente
anestésico para que el cambio en el modelo de acumulación no creara grandes convulsiones
en el bloque empresarial y en los sectores sociales agredidos. El corte del financiamiento
externo, el pedido de salvataje al FMI y la política de ajuste draconiano es el fin de la
utopía; la de contentar, al un mismo tiempo, a todos los sectores del capital concentrado,
simplemente cumpliendo todas sus exigencias. La puja se desata contra los sectores
asalariados, medios y populares, pero también con fracciones aliadas que -más allá de
apoyar en sí mismo el paradigma cambiemitas (flexibilidad laboral, achicamiento de
impuestos, reducción del gasto público) sufren directamente los efectos devastadores de la
crisis afectando directamente su rentabilidad.

C. Queda articular algunas hipótesis que recupere algo de lo expresado arriba pero también
se abra a pensar nuestra situación signada por la aparente descomposición del bloque
macrista.

1- Para el bloque de poder gubernamental se trata de sobrevivir al precario plan de


estabilización construido a las apuradas, a los efectos de emparchar los potencialmente
disruptivos efectos de la recesión y los indicadores catastróficos de los resultados
económicos. La salida ganadora para el macrismo, con las relaciones de fuerzas actuales y
las tendencias que se entrevén, no consiste en poder forzar en el mediano plazo una ruptura
del empate, el pase de un proyecto pre-hegemónico a uno hegemónico en el vocabulario de
Pucciarelli y Castellani, en la posibilidad de construir un orden duradero que sedimente un
consenso de largo plazo, sino en la menos ambiciosa posibilidad de llegar con posibilidades
a los penales del ballotage del año entrante. Lo que se juega a futuro es la sobrevida posible
del macrismo como proyecto más que su consolidación.
2- Como efecto de esa debilidad, debemos evaluar el posible distanciamiento entre el
gobierno y los sectores que lo auparon y que naturalmente tendría que representar: la elite
económica. Tendremos que estar atentos y detenernos a analizar los corrimientos al interior
de AEA, como portavoz, organizadora e impulsora del gran capital. Esta puede ser una
coyuntura propicia para el surgimiento de un “bloque productivo nacional”, capitaneado
por algunos de las fracciones de la oligarquía financiera diversificada, que pueden llegarse
a reacomodar al compás de la crisis y sus efectos. Puede que hasta Arcor, Techint y Perez
Compang hagan gestos de recogimiento y reconversión en clave nacional-popular; y esto
no sería una novedad. Puede que se reconfigure el movimiento pendular de la burguesía
argentina en su crisis hegemónica y se abra la posibilidad de reconstruir -bajo otros clivajes
y puntos de apoyo- el bloque postconvertibilidad articulado por Duhalde en el post 2001y
continuado por el primer kirchnerismo.

3- Posibilidad cierta de un giro “pragmático” del kirchnerismo hacia posiciones más de


centro: necesarias desde el punto de vista electoral -dado que debe salir a captar el voto
independiente que le fue esquivo en el último lustro, proyectivas -dado que deberá afrontar
la parálisis económica con vencimientos gravosísimos durante todo el período presidencial
y sin el empuje anabólico externo del primer ciclo, y social -dado que deberá incluir en su
proyecto pre-hegemónico a facciones del gran capital que se desperdiguen del ocaso del
bloque oficial macrista y recomponga las alianzas tejidas con antiguos aliados que se le
fueron desperdigando en el último período cristinista.

Luis Betnaza visitando en el Instituto Patria a Kicillof. Hugo Méndez reconociendo su error
estratégico y de cálculo al apoyar a Cambiemos. Eduardo Costantini quejándose porque no
es más billonario sino millonario gracias a la gestión macrista. Un Grobocopatel
despreocupado por el retorno kirchnerista -con otros entornos y otra política económica-, en
lo posible. La recomposición de los vínculos y cercanías entre Moyano y sus antiguos
aliados del peronismo kirchnerista bajo el sintagma de la unidad. Todos estos son signos
que anuncian la posibilidad de la recomposición de un bloque defensivo que pueda
nuevamente bloquear los proyectos neoliberales y situarnos en un nuevo capítulo de nuestro
empate.

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