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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL

FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS


PROF. EN LETRAS
ANÁLISIS DEL DISCURSO
TRABAJO FINAL
NATALIA FERREYRA
2023

“La operatividad de las “cadenas de equivalencias” y


la instalación de “significantes vacíos” en la
construcción de antagonistas como estrategia central
dentro de discursos que disputan un poder político”
1. INTRODUCCIÓN Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
El contenido político como tema en los artículos de opinión es trabajado desde
estrategias discursivas que buscan determinar un programa ideológico dado el
predominio de una voz en 1° persona que presupone una postura objetiva al momento
de caracterizar una situación perteneciente al orden de lo real, ocultando los procesos de
manipulación de los imaginarios sociales para la posterior instalación de las propias
ideas bajo un efecto de verdad. Consideramos que éste es el propósito que sienta las
bases para la organización de la información en el artículo que vamos a analizar, cuyo
título es “‘Evitista’ y ‘neoliberal’, las dos caras de una misma moneda peronista” (2022)
perteneciente a Loris Zanatta, columnista del diario La Nación.
Más allá de la problematización sobre la naturaleza de los elementos distintivos
de un movimiento político, creemos que lo que el texto nos permite observar son
procesos de consolidación de grupos de poder a partir de una asociación de significados
sobre un mismo “significante vacío” (Laclau, 1996) que al mismo tiempo, delimita una
alteridad con la que disputar. Por esta razón, la elección del marco teórico ligado al
pensamiento de Ernesto Laclau (1935-2014) nos conduce a abarcar no sólo la
construcción diacrónica del peronismo como “significante vacío” sino que además
podemos desandar, con el apoyo de lo dicho por Alejandro Horowicz en Los cuatro
peronismos (1985), el conflicto social subyacente a la adjudicación de diferentes
significados en varios momentos históricos.
Nuestra hipótesis busca fundamentar que, más allá de caracterizar las
particularidades de las políticas y el modo de actuar públicamente de Juan Domingo
Perón y Eva Duarte de Perón (Evita), lo central de la nota es agrupar todos los valores
que instalan al peronismo como significante representante de un colectivo que excede a
los nombres propios. Se trata de sentar las bases de una construcción ideológica,
reinterpretando y resignificando los tópicos para poder identificarlo junto a las
representaciones a ellos asociadas, como antagonistas de quien enuncia y el conjunto
dentro del que se reconoce partícipe.
Bajo esta lógica, desde el análisis del discurso estudiaremos el funcionamiento
del poder que ya no actúa sólo sobre la proclamación del seguimiento a determinadas
ideas como parte de políticas de adoctrinamiento interesadas en moldear la conciencia
social, sino que apunta a la construcción de una otredad que se rige por la
resemantización y reorientación de los mismos ejes de discusión dada la apelación a las
mismas “cadenas de equivalencias”.
CONTEXTO HISTÓRICO
El abordaje diacrónico nos permite conocer cómo un mismo concepto se va
llenando de nuevos sentidos ya que los significados se complejizan al estar en constante
redefinición. Por este motivo, nos resultó pertinente recurrir a los planteos de Alejandro
Horowicz en Los cuatro peronismos (1985), interesado por desandar el largo proceso
histórico-político que devino en la consolidación del peronismo como una de las
principales fuerzas políticas en la Argentina durante el siglo XX. El cambio en los
modelos económicos, las crisis financieras, la repercusión de los esquemas productivos
y el peso de las relaciones internacionales son algunos de los ejes que modificaron la
geografía política de nuestro país, impactando en la cristalización de determinadas
representaciones.
La consolidación de la clase terrateniente frente a un radicalismo que mantenía
un proyecto nacional que pregonaba la matriz agraria dentro de un país subordinado y
conservador, anulaba el conflicto o lucha de clases dado que el proletariado carecía de
conciencia social para expresar su disconformidad tras la homogeneización e
imposición de los intereses de la clase dominante. Siguiendo el rumbo de la
incertidumbre, se abrió camino a una unificación de fuerzas (con Perón a la cabeza)
cuya política social democrática estuvo orientada a conseguir un lugar parlamentario
para los sectores históricamente excluidos.
La entrada de los obreros a la escena pública fue el eje nuclear de la política
peronista así como la base de la consolidación de su poder sociopolítico tras presentarse
como una vía de acceso de los trabajadores a la república burguesa al permitirles elegir
a sus representantes bajo una promesa de reivindicación social que no hacía más que
validar los intereses particulares. Tal es así que,
“el coronel no se proponía ser el candidato militar del partido obrero, más
bien se planteaba que el movimiento obrero debía militar bajo las banderas
del coronel. Perón los aceptaba en tanto ciudadanos, el que fueran obreros lo
tenía sin cuidado, salvo a la hora en que los ciudadanos-obreros intentaran
organizarse políticamente como obreros (…)” (Horowicz 2013: 123).

En este mismo contexto, la construcción de “Evita” como símbolo representante


de la defensa a los débiles y desamparados emergió como un mito que cristalizó el
acceso al pasado dado su impacto en los imaginarios sociales de los argentinos.
Resignificando la dinámica del opresor-oprimido, su rol fue facilitar las relaciones entre
el movimiento obrero y el Estado, contando con el amparo y la movilización de la masa
popular en defensa de los deseos del poder que eran tomados como propios.
No obstante, Eva Duarte no hubiera podido de ninguna manera ser una figura de
político-electoral ya que, según Horowicz, esto habría implicado pasar de un
representante surgido del gobierno que mediaba frente a esa conciencia colectiva, a la
construcción de un referente propio que podría haber amenazado la estructura del
gobierno de Perón. Por esta razón, su muerte la trasformó en un símbolo afín a la
construcción de hegemonía. Esta capacidad del gobierno también aseguró la
centralización del poder desde la resemantización de los discursos opositores y las
alianzas para con los reconocidos como antagonistas, siempre tratando de mantener el
respaldo social de la masa mayoritaria.
Bajo esta lógica, el largo exilio y la vuelta de Perón, marcada con su repentina
muerte, son la prueba de la imposibilidad para restablecer esa hegemonía peronista
perdida en medio de constantes crisis sociales y económicas. Horowicz reconoce así
que, un “tercer peronismo” muere con Perón y su imagen así como la cristalización de
los significados asociados a él y sus políticas se trasforman en un significante de larga
presencia en los discursos que nos atraviesan incluso en la actualidad. En este sentido,
“todos eran conscientes de que la geografía política argentina mutaba definitivamente;
en la muerte de Perón se balbuceaban las primeras sílabas del fin de una etapa histórica,
iniciada en 1930, que con Isabel alcanzaría acabado perfecto” (2013: 360) tras el Golpe
Militar orquestado en 1976.
La adhesión social del proletariado al peronismo tiene explicación en el marco
de ese cumplimiento de las demandas populares junto a la toma de conciencia de su
incapacidad de gobernar de manera independiente (necesidad de un líder). De esta
manera, la alineación de estas “figuras de ausencia” logró instalar tópicos y
representaciones asociados a la legitimación del movimiento político que defendió a los
históricamente excluidos, en discursos que buscaban resignificar el poderío civil y
político del proletariado (referencias al “primer peronismo”).
Con ello se explican los procesos de formación de una conciencia colectiva que
vuelve siempre sobre estos “fantasmas del pasado” ya que no se apunta a un proceso de
reeducación cultural sino más bien, a una actualización de lo existente, contribuyendo al
avance de políticas como las de Raúl Alfonsín o el propio Carlos Menem, cuyo
principal objetivo fue accionar alrededor de las crisis económicas y de gobernabilidad
dada la ausencia de un programa de país. Del mismo modo, la anulación o absorción de
toda disidencia es una estrategia que se replica en los actuales grupos justicialistas que
tienen como principal objetivo consolidar una mayoría electoral para asegurar su
permanencia en el poder.
Es allí donde Néstor Kichner (1950-2010) encontró una oportunidad para
implementar medidas basadas en la estatización, la intervención gubernamental y la
repartición indiscriminada de subsidios hacia diferentes sectores. Este crecimiento de lo
que Luis Alberto Romero definió en Breve historia contemporánea de la Argentina
(1994) como una política de asistencialismo social les permitió a estos gobiernos no
sólo estabilizar la economía sino además, ganar el apoyo ideológico de la masa
proletaria en consonancia con los beneficios obtenidos.
En el marco de una sociedad empobrecida y fragmentada luego de la crisis del
2001, estas acciones de “inclusión social” estaban centralmente basadas en la
dependencia y el adoctrinamiento. Con ello, el kichnerismo elaboró además, nuevos
mecanismos para desactivar la oposición y todo tipo de pensamiento disidente por
medio de la manipulación a los medios de comunicación, centralizando la opinión
pública y delimitando un modelo político que concentraba en el presidente todo el poder
de decisión. De esta manera, alcanzaron una mayor adhesión social a partir de
contraprestaciones y una fuerte maquinaria discursiva que presentaba una interpretación
de lo real que los colocaba como el único esquema con la suficiente capacidad para no
volver al pasado.
En el marco de esta revisita a la historia argentina, peronismo y evitismo
compartieron la conformación de grupos sociales que, en lugar de apelar a la
reivindicación, buscaban legitimar los intereses de aquellos que se prestaron a
representarlos. En este caso, la asimilación que el enunciador del artículo realiza entre el
peronismo como movimiento político característico de una época, y el matrimonio
Kichner tiene que ver con reconocer allí una reorientación de los mismos discursos y
formas de operar adaptadas a los cánones contemporáneos.
Por su parte, podemos hipotetizar que la lectura propuesta por Loris Zanatta
tiene que ver con el posicionamiento ideológico del diario La Nación, fundado en 1970
por Bartolomé Mitre (1821-1906), ex presidente argentino durante el período 1862-
1868. Siguiendo los lineamientos de la investigación trazada por Ricardo Sidicaro en La
política mirada desde arriba (1993), el contenido general de este medio de
comunicación recorta entre su público a los sectores más altos de la estructura social en
tanto “el diario contribuía en buena medida a homogeneizar las ideas de muchos sujetos
dispersos en el espacio social cuyas visiones de la sociedad no confluían mecánicamente
por el hecho de ocupar posiciones en los respectivos sistemas de práctica en que
actuaban” (Sidicaro 1993: 10).
Bajo una línea de opinión asociada al conservadurismo liberal y con ideas
asociadas a la “derecha política”, reivindica el orden y las jerarquías sociales basándose
en el libre accionar individual (meritocracia) con el debido control estatal para mantener
el orden estructural. Al tratarse de un periódico de gran intervención en la política,
existe una predisposición de sus columnistas y editores a analizar el rol del Estado y su
interacción con la sociedad lo que orienta la decodificación de los hechos al buscar
moldear la opinión pública e intervenir en las disputas político-partidarias. Esa tarea de
“explicar” lo real, habilita la validación de una mirada objetiva que oculta en esa
neutralidad, la perspectiva a la que adhiere (fortalecer una forma de pensar) tras
fundamentar un “modo de leer” y por ende, de cómo actuar (dimensión prescriptiva).
MARCO TEÓRICO
Al igual que la teoría del signo saussureano, Ernesto Laclau (1935-2014)
concibe que los valores de cada entidad se definen por oposición, por aquello que las
separa entre sí y respecto a los demás elementos del sistema. A partir de allí, un
conjunto de elementos variados pueden agruparse bajo un principio de equivalencia
que prevalece por sobre la diferencia entre sus valores. Si las cadenas de equivalencias
se tocan y logran consolidar por dónde pasa el antagonismo, se asegura el éxito de la
hegemonía tras hacer de él una diferencia. Sin embargo, es clave distinguir que no todos
estos conjuntos se vuelven diferencias dado que: “todos participamos en numerosos
sistemas de creencias que son contradictorios entre sí y, sin embargo, ningún
antagonismo surge de esas contradicciones” (1987: 213).
Estratégicamente, toda sociedad llena por medio del uso del lenguaje, los vacíos
para ocultar su imposibilidad de conformar una unidad ya que también los límites están
dentro de lo social en tanto todo sistema contiene aquello que subvierte su orden. La
elección de este marco teórico para abordar el tema que aquí nos interesa se basa
fundamentalmente en que, para Laclau, la posibilidad del cambio social radica en que la
misma carece de esencia por lo que sólo hay construcciones subjetivas de la realidad.
El campo de la acción humana es entendido así como una estructura simbólica
donde sólo hay relaciones y posiciones, donde también las identidades están
conformadas por un conjunto de valores en conflicto, muchos contradictorios entre sí
pero cuya estabilidad se entiende a partir de ese carácter social que articula significados
para mantener un orden dado su carácter incompleto, abierto y negociable. Así, toda
muestra de fijación o regularidad es una mera excepción ya que la estabilización
presupone una imposición puesto que:
“(…) el hecho mismo de que la relación de lo social a la interioridad de un
sistema fijo de diferencias es imposible, implica que también lo es la pura
exterioridad, ya que las identidades para ser totalmente las unas respecto a las
otras, requerirían ser totalmente internas respecto a sí mismas; es decir tener
una identidad plenamente constituida que no es subvertida por ningún
exterior. Pero esto es precisamente lo que acabamos de rechazar. Este campo
de identidades que nunca logran ser plenamente fingidas es el campo de la
sobredeterminación” (Laclau y Mouffe 1987: 189).

En este sentido, volver consciente el funcionamiento de la estructura social


como una articulación implica reconocer las diferentes manifestaciones de la ideología
dado que, para la construcción de hegemonía es clave contar con un medio que agrupe
ese conjunto heterogéneo de elementos, un principio de organización externo a los
fragmentos y que permita recomponer una idea de unidad. Del mismo modo, los
antagonismos no son oposiciones pertenecientes a áreas irreconciliables sino que están
asociados a signos diferentes que comparten algún punto en común ya que para poder
nombrarlos, la estructura cuenta sólo con sus propios elementos.
Debido a ello, toda “formación hegemónica abarca también lo que se le opone,
en la medida en que la fuerza opositora acepta el sistema de articulaciones básicas de
dicha formación como aquello que ella niega, pero el lugar de la negación es definido
por los parámetros internos de la propia formación” (1987: 236). Los límites se vuelven
fronteras en tanto toda formación necesita reconocer eso a lo que se opone, lo cual hace
que se vayan desplazando para no disolver la totalidad.
En este sentido, los significantes vacíos (Laclau, 1996) suelen ser empleados
para conformar antagonismos al posibilitar la articulación de significantes,
invisibilizando su propio significado en el armado de “cadenas de equivalencias”. Lo
central de la teoría es poder pensar lo social como un “campo abierto” donde coexiste
una pluralidad de espacios carentes de unicidad y autonomía que se definen sobre las
uniones realizadas a un mismo conjunto de elementos. De esta manera, los
“significantes vacíos” también se caracterizan a partir de la arbitrariedad del signo
lingüístico pero, esta posibilidad “(…) sólo puede surgir si la significación en cuanto tal
está habitada por una imposibilidad estructural, y si esta imposibilidad sólo puede
significarse a sí misma como interrupción (subversión, distorsión, etc.) de la estructura
del signo” (Laclau 1996: 70).
Estos elementos exponen los procesos de construcción del sentido donde se
reúnen o superponen significados pertenecientes a campos antagónicos, en términos
cuya referencialidad se diluye. No conducen a algo abstracto por más de que carezcan
de referencialidad puesto que son organizados para articular y condensar significados
representando un vacío, clave para la instalación de la hegemonía. Su intervención es
precaria y puede ser reversible dada la lucha por disputar valores, sujetos a estadios de
constante resignificación que impiden reponer una única lectura. Como la sociedad no
puede constituirse en una totalidad ni representarse a sí misma, necesita producir
“significantes vacíos” que serán llenados y alterados de acuerdo a los intereses en juego,
borrando su contenido originalmente asociado.
No anulan la existencia de una realidad sino que muestran que nuestro acceso o
interpretación de los hechos está siempre mediado por las estructuras que nos
atraviesan. Por esta razón, no hay significados últimos y únicos dadas las limitaciones
para con la fijación y la no fijación puesto que las relaciones se definen por las
articulaciones en puntos nodales. Por lo tanto, el equilibrio entre significados constantes
y variables da cuenta de la construcción de hegemonía tras la imposición de una
interpretación de aparición inmediata. Así, los “significantes vacíos” son también la
condición de posibilidad de la hegemonía al lograr que las particularidades de un grupo
pasen a representar el interés de toda la sociedad tras la negociación sobre cómo recibir
y almacenar información.
En política, las disputas por el poder tienen que ver entonces, con la
construcción de “cadenas de equivalencias” en momentos donde el sistema de
diferencias es inestable, desencadenando mayores puntos de antagonismo aun cuando
éstos carezcan de centralidad o no se propongan crear un nuevo orden social. En este
sentido, la teoría de Laclau nos lleva a comprender lo social como un campo discursivo
sujeto a la lucha por imponer sentidos donde el sujeto se sirve de las formaciones
discursivas disponibles para articular elementos de más de un campo. De esta manera,
las disputas hegemónicas se enmarcan dentro de una regularidad histórica sobre la que
recae la condensación de representaciones que se repiten, bajo diferentes lógicas, a lo
largo del tiempo.
De acuerdo a la ideología predominante en la enunciación, los significantes
construyen posiciones discursivas que remiten a grupos de sujetos, unificados bajo
cosmovisiones compartidas. Por ello, nos atenemos a desarrollar no sólo la construcción
diacrónica de los “significantes vacíos” asociados al peronismo sino que además,
trataremos de abordar el conflicto social interno a la instalación de cada significado a él
asociado como punto de definición de los antagonistas.
CATEGORÍAS DE ANÁLISIS
 Lenguaje e ideología (1975) de Hodge y Kress - Lenguaje y control (1979) de
Fowler, Kress, Hodge & Trew.
“Modelos de agentividad”: Las reglas gramaticales son definidas como “constructoras
de realidad” dado que las combinaciones determinan los procesos de relación e
interacción posibles entre las dimensiones referidas por las categorías. De esta forma, la
información nos llega en forma de modelos, posibilitando su fácil interpretación bajo
ciertos marcos y anulando el carácter de verdad referente a lo enunciado.
- Modelos de acción: En los transactivos, se ponen en relación dos objetos con un
proceso verbal, donde uno es causa de la acción y el otro el paciente afectado. Remite a
un desplazamiento de la acción. Los no transactivos marcan la presencia de una sola
entidad relacionada al proceso bajo el rol de actor o paciente afectado.
- Modelos relacionales: Vinculan dos entidades de forma ecuativa (igualdad) o una
sola entidad con alguna clasificación o característica (atributivo).
“Transformaciones”: Son procesos para cambiar el sentido que no sólo proponen un
cambio de significados sino que también incluyen operaciones de modificación del tipo
borramiento, sustitución, combinación, reordenamiento sintagmático, etc. Pueden estar
asociadas a una economía discursiva para evitar repeticiones o buscar distorsionar o
desviar el foco de atención.
- Conversión a voz pasiva: Inversión del orden actor-afectado, borramiento del agente,
debilitameinto del nexo que vincula actor y proceso o bien, empleo del verbo “ser” para
marcar un proceso terminado.
- Nominalización: Borra a los participantes, fija frases hechas, anula tiempo y
modalidad a la vez que simplifica las estructuras.
- Modalidad: Organiza las formas de pregunta, aserción y orden. Remite no sólo al
modo verbal sino también a elementos alusivos a la carga valorativa del hablante sobre
lo enunciado.
 La palabra adversativa (1987) de Eliseo Verón
“Destinación”: La representación de una posición enunciativa remite no a una persona
real sino a su imagen. Por lo tanto, los destinatarios no son agentes sociales de
existencia material y concreta sino que remiten a una construcción que organiza el
contenido enunciativo. Eliseo Verón plantea la posibilidad de reconocer, en la
enunciación política, la presencia de tres destinatarios.
- Prodestinatario: Es todo aquel que pertenece al colectivo con el que el enunciador se
identifica ya que comparten un mismo sistema de creencias. Ese partidario es hacia el
que se dirige todo el contenido perteneciente al orden del “refuerzo a las creencias”.
- Paradestinatario: Construcción de un público al que hay que convencer por medio de
la persuasión (indecisos), siendo éstos los de mayor presencia en los discursos
pertenecientes a los Estados en democracia. Desde una suspensión de la creencia
buscando presentar el interés propio como el de todo un colectivo.
- Contradestinatario: El discurso político construye necesariamente un adversario en
tanto se anticipa a una réplica. Esta otredad le permite instalar la polémica haciendo
posible para el enunciador la reafirmación o confirmación de sus ideas desde una
postura radicalmente opuesta.
“Entidades”: Tiene que ver con cómo son nombradas las identidades del imaginario
político de acuerdo al tipo de destinatario al que se dirige.
- Colectivo de identificación: Fundan identidades al hacer alusión a grupos, son
cuantificables. También permiten construir la legitimidad en la toma de la palabra por
ejemplo, en el uso del “nosotros” inclusivo, que vincula al enunciador con el
prodestinatario pero también puede tener un sentido negativo vinculado al
contradestinatario.
- Colectivos de generalización: No identifican a los actores en presencia sino que
aluden a grupos mayores a los colectivos, construyendo receptores potenciales por eso
suelen estar orientados al paradestinatario.
- Metacolectivos singulares: Abarcan una generalización mayor a un colectivo pero no
son enumerables ni fragmentables.
- Formas nominalizadas: Expresiones que sirven a la argumentación al activar una
interpretación particular dentro del contexto discursivo. Son “fórmulas aisladas”,
palabras o expresiones que adquieren un nuevo significado dado su valor metafórico y
autonomía semántica para hacer referencia a la doctrina del enunciador o de una
posición política.
“Componentes”: Noción asociada a las modalidades con las que el enunciador
construye las identidades del imaginario al que se dirige, ordenando sus enunciados.
Este ordenamiento repercute en el despliegue de diferentes zonas de interés dentro del
discurso para definir cómo y qué entidades se nombran.
- Componente descriptivo: Espacio donde se construye un estado de situación por
medio de una constatación (predominio de la 1° persona, contraste pasado-presente,
modalizaciones apreciativas).
- Componente didáctico: Junto a la descripción opera en la dimensión del saber pero
para construir una verdad universal (intemporalidad) ya que presenta la manera en la
que deben darse las cosas apelando a algo que “todo el mundo sabe”.
- Componente prescriptivo: Contenido asociado al “deber ser” donde la necesidad de
un orden guía la construcción de reglas, de allí el predominio de formas impersonales y
los imperativos.
- Componente programático: Es todo enunciado dirigido al futuro, haciendo
referencia a promesas o anuncios donde el enunciador se compromete con lo dicho
ANÁLISIS DEL DISCURSO
El vínculo lenguaje-sociedad delimita la aparición de determinadas
interpretaciones sobre lo real, permitiendo moldear la conciencia del sujeto social. De
esta manera, se reconoce la validez de un estudio que aborde el funcionamiento de la
sintaxis desde los usos sociales de la misma, en el armado de estructuras pensadas para
causar determinados efectos. El lenguaje como constructor de la realidad se sostiene en
este uso instrumental basado en la formación de ejes de discusión en tanto tiene el poder
de problematizar lo establecido y buscar validar la propia lectura.
Hablar de peronismo como “significante vacío” implica observar que a lo largo
del tiempo, este signo pasó a formar parte de las disputas ideológicas entre grupos en
conflicto, asociado a diferentes representaciones. Esas diferencias semióticas impactan
en los modelos de discursivización de acuerdo a qué tipo de efectos se busca generar.
En este caso, más allá del propósito informativo que rige a todo texto periodístico,
advertimos que nuestro discurso presenta un modelo de realidad que incluye sus formas
de negación así como ideas alternativas, organizando un intercambio entre varias
“cadena de equivalencias”.
La posibilidad de pensar al peronismo como un “significante vacío” se asocia a
la acumulación de significados que se le dan en lo enunciado, en medio de una lectura
sobre la que el enunciador no se responsabiliza sino que la postula como una verdad
irrefutable. Bajo este propósito, todas las estrategias discursivas están orientadas a
formar cadenas de significados vinculadas al reconocimiento de la “ideología peronista”
para marcar así una diferencia respecto de quién enuncia y su forma de pensar. La
naturalización de estos esquemas de pensamiento pueden pensarse en términos de
ideología si nos atenemos al hecho de que se trata de un cuerpo de ideas organizadas
desde un punto de vista particular (Hodge & Kress).
Esta construcción identitaria está asociada al agrupamiento de rasgos que hacen
a la delimitación de grupos de poder enmarcados en las luchas por imponer
determinados valores a las unidades del léxico. Sin embargo, el carácter fragmentario de
las identidades sociales es lo que posibilita la utilización de un término o representación,
desde lecturas no “literales” ya que la forma en la que ese yo enuncia al otro se justifica
en cómo recorta su propia percepción así como la del grupo al que cree pertenecer.
De esta manera, la estructura del artículo está centrada en la supuesta existencia
de un modelo político que entra en conflicto de intereses con otros sectores sociales
(medios de comunicación) al ejercer el poder de forma unilateral, fijando significados e
interpretaciones. Por esta razón, los movimientos afines a la mirada peronista, cuyas
principales estrategias apuntan a homogeneizar y ganar el apoyo de la masa proletaria,
atentan contra la ideología más individualista y la defensa a una misma línea política
que actualmente consta de fronteras cada vez más difusas, postura a la que adhiere
dicho diario.
Por ende, es necesario configurar un discurso donde predomine la descripción
del “estado de situación” anclado en lo conceptual y la precisión terminológica para
oponerle la lectura del sentido común. Ambas dimensiones buscan naturalizar el
enfrentamiento para con ese monopolio ideológico de gran impacto en la conciencia
social de los ciudadanos. Esto posibilita que el pasado pase a ser un constructo donde la
interpretación y el cómo se recuerda pasa a estar eclipsado por la perspectiva de la
instancia enunciativa.
Toda homogeneidad es amenazada por estas redefiniciones histórico-culturales
pertenecientes a los diferentes grupos de poder que van complejizando los sentidos
asociados a los hechos que cobran relevancia para un determinado medio. En su
instalación de una verdad, la acumulación de significados contribuye a producir un
efecto de sentido invisibilizador de la perspectiva opositora dada la superposición de
“cadenas de equivalencias” referentes al peronismo con un punto nodal de articulación:
el neoliberalismo. Este otro “significante vacío” articula los sistemas de clasificación
que corresponden a una alineación de vocablos vinculados a un programa político-
ideológico, operando para validar el valor (casi siempre negativo) de los demás
elementos imperantes en la cadena.
Por ello, toda “nueva” figura y/o nombre que se abre paso en la escena pública y
política debe ser colocada dentro de algunos de los paradigmas previamente existentes
(Massa, Grabois) a fin de poder interpretar matizadamente sus enunciados, extendiendo
la crítica hacia todos aquellos alineados a los paradigmas de aquel “primer peronismo”
(1945-1955) en tanto la distinción no es más que una mera ilusión. Por esta razón, la
“visión de mundo” que se deja entrever desde lo enunciado remite a una naturalización
de un estado de situación al reconocer una misma línea de continuidad entre los
diferentes tipos de peronismo que, más allá del cambio a nivel terminológico, reproduce
siempre las mismas bases y por ende, un mismo programa a lo largo del tiempo.
De esta manera, el análisis sintáctico nos permitió desglosar el funcionamiento
de los modelos de agentividad presentes en la enunciación, los cuales se destacan por
un predominio de verbos no transactivos que facilitan el borramiento de la agentividad
en las estructuras sintácticas, permitiendo introducir premisas que se corresponden con
la construcción de la realidad desde la propia mirada. En el mismo sentido, las formas
verbales impersonales como los infinitivos (afirmar, negar, hacer, actuar, eludir,
distorsionar, argumentar, salir, entre otros), gerundios y participios (escondido, barrida,
aclarado, asumida, apaciguada, etc.) contribuyen a inhabilitar la representación de quien
enuncia aun cuando ésta sea recuperable por medio de la relación paradigmática entre
los enunciados y la reposición de los sintagmas elididos.
La mayoría de las cláusulas habilita una lectura que se centra en causas no
adjudicables a sujetos o colectivos sino que reponen una ideología como sujeto
sintáctico: “Si el capitalista convencido puede Ø producir un capitalismo más o menos
saludable, el capitalista vergonzoso siempre producirá un capitalismo efímero y
corrupto” (Zanatta 2022: online). En este caso, si reemplazamos capitalista por
peronista continuamos en la misma línea argumentativa pero sin poder individualizar a
la otredad. Bajo esta lógica, las construcciones subordinadas que se relacionan
sintagmáticamente apuntan a activar la posibilidad de leer el sintagma “los peronistas”
como sujeto-agente elidido para invisibilizar la propia adhesión ideológica a los fines de
focalizar en la caracterización de ese otro.
Siguiendo la misma línea, las repeticiones son centrales para mantener el foco en
“el peronismo”, activando este sintagma determinante como sujeto en casi todas las
cláusulas en su forma activa:
“a fuerza de Ø despreocuparse de los equilibrios fiscales, de Ø distorsionar
tarifas, de Ø subsidiar privilegios, de Ø cultivar clientes políticos con dinero
público, de Ø burlarse de la productividad como fantasía tecnocrática, de Ø
defender la ineficiencia denigrando “el eficienticismo”, de Ø argumentar
que el déficit público no causa inflación, de Ø negar que el proteccionismo
perjudique a la innovación” (2022: online).

Existen casos donde las transformaciones de las oraciones a voz pasiva apelan a la
reposición de un “nosotros inclusivo”. Estas estructuras donde el sujeto está elidido,
invisibilizado o convertido en un argumento paciente-afectado, cumplen con el
propósito de promover la objetividad para avalar la autoridad del propio juicio u
opinión.
Con ello, se cristaliza un efecto de lectura vinculado a un tipo de discurso
científico desde donde las pruebas resultan suficientes para entender lo enunciado en el
mismo sentido crítico que como lo ve el enunciador. Esa presunción de objetividad
encauza el objetivo principal del discurso ya que promueve una verdad clave para
implantar la idea de un “cambio de rumbo”. Las premisas devienen de la forma en que
se construye la argumentación así como la posibilidad de brindar un desenlace “natural”
de los hechos.
Respecto a los “modelos de relación”, tanto los del tipo atributivo como los
ecuativos funcionan en un mismo sentido, construir una representación lo más
abarcativa posible de todos los significados asociados al peronismo, incluso si estos se
contradicen entre sí. Este modo de definir la otredad impulsa una “cadena de
equivalencias” entre significados que van forjando enunciados claves y naturalizando
una representación donde los programas políticos no son más que una simple repetición
con ligeras variaciones. Por ejemplo, la igualdad en construcciones que habilitan una
interpretación ecuativa buscan alinear los signos de dos conjuntos, donde las
construcciones subordinadas operan para introducir el juicio externo que se vuelve parte
de la caracterización:
“Si esta observación es correcta, Ø podemos deducir que en el peronismo
coexisten dos almas, “evitista” y “neoliberal”, peronista de Eva y peronista
de Perón, anticapitalista y mesiánica la primera, capitalista a pesar suyo y
pragmática la segunda, la primera “popular” e Ø imbuida de “sensibilidad
social”, como le Ø gusta definirse a sí misma, la segunda cínica y
“tecnocrática”, según la desprecian muchos” (2022: online).

En este ejemplo además, el modo condicional que expresa probabilidad opera a favor de
la legitimación del propio punto de vista.
Por esta razón, la alineación de significados pertenecientes a cadenas diferentes
desde estructuras ecuativas, logra forjar representaciones que reúnen ambas
dimensiones para definir a un antagonista. Al mismo tiempo, los modelos relaciones
refuerzan esta agrupación de los significados para vincular primero dos entidades en una
relación de igualdad y luego ésta con un conjunto de valores como en: “Ø sería injusto
Ø afirmar que los dos peronismos son en realidad uno solo, el mismo traje al revés”
(2022: online), premisa que sostiene la primera parte del desenvolvimiento
argumentativo.
En esta misma lógica, el peronismo pasa a ser un constructo a identificar, de allí
que se refuercen las cadenas de significados asociadas a un todo homogéneo pese a la
acumulación de particularidades diversas ya que el desarrollo discursivo activa una
lectura de extrema adaptación que se condice con la falta de determinación del grupo.
Esta reposición paradigmática se orienta a construir una cristalización de atributos que
en lugar de pertenecer a dos “cadenas de equivalencias” en interacción, terminan por
volverse parte del mismo sistema de clasificación al ser contrapuestas con la postura
adoptada por el enunciador, tratando de justificar su invalidación ideológica. Tal y como
se advierte en enunciados del tipo: “Si esta es, en pocas palabras, la trama de la que Ø
hablaba, se Ø pueden entender mejor dos elementos recurrentes de la historia
argentina. Uno más que el otro” (2022: online).
Además de la lectura condicional basada en la comprobación de un juicio
valorativo, la acumulación de significantes se encamina a avalar una representación que
presupone la alineación de definiciones propias y ajenas. Esto hace posible instalar los
valores sobre los que se construye el antagonismo y al mismo tiempo, por oposición, la
propia cosmovisión. Bajo esta lógica, todo lo que distingue al “yo” y su colectivo de
identificación se posiciona desde una oposición para con las cualidades recurrentes
sobre el tema central del artículo: el peronismo.
Respecto a las transformaciones, la elisión de la agentividad nos lleva a reponer
en función sujeto formas nominales como ‘el gobierno’, ‘los peronistas’, ‘la Argentina’
para plantear así un distanciamiento entre la postura de quien enuncia y una otredad
carente de nombres propios. Por medio de este recurso, se justifica el predominio de
verbos no transactivos así como de subordinadas donde la elisión del sujeto agiliza la
lectura en tanto éste puede ser repuesto con facilidad: “Ø Confunde así roles y funciones
que en toda democracia Ø van separados. En su atávica pulsión totalitaria, nunca Ø
asumida por lo tanto nunca Ø superada” (2022. online). Allí radica la construcción de
una oposición o antagonismo en tanto, más allá de la elisión del agente, las
subordinadas del participio tienen asociada una carga valorativa que comanda el cómo
interpretar sus enunciados.
De la misma manera, la utilización de sucesivas preguntas retóricas contribuye a
legitimar un juicio afirmativo ya que la función de sujeto gramatical pasa a trasladarse
al pronombre interrogativo. Afirmar por medio de preguntas conduce a una
desresponsabilización para con lo enunciado así como también, la utilización de
metáforas abren camino hacia “lo posible”, dotando de significado a cosas, entidades
y/o eventos hasta el momento no introducidas al orden simbólico.
Al mismo tiempo, las comparaciones que guían el encadenamiento de la
argumentación organizan una interpretación contrapuesta bajo modelos del orden de lo
certero, lo que deriva en oraciones del tipo: “Así como Juan Perón fue en su segundo
mandato el sepulturero del evitismo de Eva, así como Carlos Menem lo Ø fue del
evitismo sindical, que había hecho la vida imposible a Raúl Alfonsín, ¿será Sergio
Massa el que le hará el funeral al evitismo kichnerista?” (2022: online) donde, más allá
de la construcción de frases nominales para recortar grupos, lo importante es que
acudimos a una afirmación donde las cláusulas que anteceden a la pregunta, organizan
la clave de comprensión.
Por otro lado, el uso del ‘se’ dentro de perífrasis verbales de condicional también
se orienta a anular esa lectura agentiva para, por ejemplo, fortalecer el carácter de
verosimilitud de la información política circulante. En este sentido, los procesos de
pasivización que recurren al ‘se impersonal’ para borrar al argumento agente, buscan
reponer un sujeto semánticamente indefinido ya que remiten a una lectura de causalidad
como en: “Si esta es, en pocas palabras, la trama de la que Ø hablaba, se Ø pueden
entender mejor dos elementos recurrentes de la historia argentina” (2022: online). Esta
naturalización habilita una reinterpretación de la historia dado el intento por cristalizar
un modo de entender aquello que no puede ser cuestionado por la clausura histórica. La
reducción de información cumple su objetivo al sintetizar el propio juicio como algo
que no es necesario explicar, asociado a los “significantes vacíos”.
Bajo esta lógica, las estrategias orientan la naturalización de una construcción de
lo real desde la descripción de la política argentina “tal cual es” donde todo encuentra
una explicación en base a la relectura de lo ya acontecido. Esto supone un tipo de
transformación asociado a la reinterpretación, motivado por la selección, abstracción y
cambio de foco de ciertos lexemas que cristalizan diferentes épocas en unas pocas
palabras, resignificando las doctrinas ya circulantes.
La historia se vuelve así, un contenido moldeable de acuerdo a los intereses que
comandan la enunciación. De acuerdo a esta manipulación asociada al cómo leer la
política argentina, la construcción de la destinación orienta gran parte de sus ejes hacia
la figura de un paradestinatario, aunque también hemos encontrado formas que permiten
dirigir la información hacia creencias compartidas así como a posibles críticas respecto
a lo dicho (adversario).
Las afirmaciones que se orientan al prodestinatario pertenecen a todo el
contenido referente a ese “pasado peronista” a los fines de reafirmar las premisas hacia
el interlocutor con el que se comparte un mismo razonamiento. El enunciador busca la
complicidad para con su lector, quien debe adherir a su cosmovisión, llevando a
construir enunciados del tipo: “Ø Aclarado esto, Ø volvamos a nuestras preguntas. Ø
Sería injusto Ø afirmar que los dos peronismos son en realidad uno solo. (…) Ø Sería
miope no Ø advertir el denso sistema de vasos comunicantes que Ø hace muy fluido el
paso de ideas y personas de un peronismo a otro” (2022: online).
Apelar a una información del tipo académico sobre la naturaleza de dicho grupo
organiza la comprensión bajo la demostración de una hipótesis. En este caso, los
colectivos de identificación que se recortar en el “nosotros inclusivo” acompañan la
lógica de quien enuncia en el armado de un conjunto interno que reúne al yo con “el
pueblo”, de allí la crítica y la posibilidad de pensar en un cambio de modelo. Con ello,
podemos deducir que la interpretación de lo real avanza en la misma línea presupuesta
por el prototipo de lector que elige el diario La Nación.
No obstante, el enunciador se reconoce partícipe indirecto (simpatizante) de un
partido político, por lo que muchas de las estrategias se organizan en torno a la
representación de un receptor indeciso. Formas pertenecientes al orden de la persuasión
pero donde la presentación de la propia opinión como una verdad impacta en la
búsqueda del adoctrinamiento de la mirada en el orden del convencimiento. Por otro
lado, las estructuras de tipo causal se adelantan a la probable réplica de un
contradestinatario, habilitando la posibilidad de comprobar la veracidad de lo dicho. Por
esta razón, los colectivos de identificación buscan alinear principios ideológicos para así
reforzar la mirada crítica tras la comparación con otros países (peronista, kichnerista,
castrismo, chavismo, “los gobiernos”, etc.).
En el mismo sentido, los metacolectivos singulares refuerzan un pasaje
paradigmático entre modelos ideológicos que hacen a la representación de
homogeneidad respecto a la realidad latinoamericana (América Latina, país, Argentina,
democracia, Chile, Colombia, Cuba, Venezuela) con distintos valores asociados. Es así
como se legitima la construcción de una realidad que fundamenta la propia opinión y se
presenta como algo compartido no sólo para descartar la crítica sino también para
convencer al paradestinatario de que lo que se afirma es algo desencadenante de un
modelo repicado en otros Estados.
Por esta razón, el foco está puesto en la apelación hacia aquellos a quienes se
intenta persuadir (paradestinatarios), organizando un conjunto de significantes que
permitan atraer a esa masa al plano de la propia ideología. De eso se trata, de encaminar
la postura del “indeciso” hacia el mismo sistema de creencias, buscando que vea el
mundo de la misma forma en que lo propone el texto, es allí donde operan todas las
estrategias pertenecientes a la interpelación. Los colectivos de identificación remiten
explicativamente a ese público ya que quien enuncia es consciente de su postura así
como la de quienes la comparten pero apunta al convencimiento de ese grupo quizás
mayoritario sobre el que recae el peso argumentativo.
Todo enunciado ligado a la narración se vincula con el paradestinatario para
alinear pasado y presente, impactando en el ordenamiento de los enunciados y su
correspondiente comprensión contemporánea. De esta manera, como ya lo hemos
advertido, los colectivos de identificación asociados a “el peronismo” y formas
derivadas son los más recurrentes al delimitar el tema que sostiene el marco textual,
dando lugar por ejemplo, a comparaciones que se corresponden a una lectura de
asimilación entre figuras políticas.
En este sentido, los colectivos de generalización permiten referirse a los
“ciudadanos” o “argentinos” buscando el apoyo de estos paradestinatarios en la
introducción de un “nuevo” grupo político al poder, con el que se identifica todo aquel
que reconozca y adhiera a la política ideológica del diario. En lo referente a la
asimilación de estas entidades, subsiste un mayor uso de formas nominales con un
sentido marcadamente explicativo que apuntalan un nuevo “modo de leer” orientado a
desmontar ciertas representaciones naturalizadas (“intolerancia peronista, sensibilidad/
sostenibilidad social, crisis financiera, enamoramiento menemista”, etc.).
La carga valorativa de estos sintagmas refuerza un sentido irónico que recae en
la creación de un colectivo incapaz de gobernar. Todas estas nominalizaciones
cristalizan las identidades y los valores asociados a esa “oposición” desde los mismos
marcos interpretativos: “¿Resultado? El peor de los mundos: paternalismo, moralismo,
irracionalidad, familismo, amiguismo, mala conciencia” (2022: online). Los refuerzos
negativos sobre la caracterización de esta otredad pueden pensarse en términos de
mitigación dado que existe una acumulación de significados que activan una lectura
causal, no para remitir a un ataque directo sino naturalizando el hecho de que los
antagonistas son la causa de aquello que denuncian.
La similitud entre “peronismo” y “evitismo” se desancla de los nombres propios
y las épocas puntuales puesto que el ‘traslado’ de ideas y sujetos permite reconocer la
repetición de modelos y es allí donde se incentiva al paradestinatario bajo la
constatación de un sistema caótico carente de determinismos ideológicos claros. En
torno a esta lógica, si bien la organización de una lectura de corte histórico busca
reforzar el convencimiento al prodestinatario a la vez, trata de captar la atención del
paradestinatario motivando la duda respecto a la ideología peronista dada la
comprobación empírica de la hipótesis: “No Ø es raro que algunas fotos amarillentas
nos recuerden el pasado enamoramiento menemista de tantos kichneristas puros y
duros de hoy” (2022: online).
Como ya hemos mencionado, el predominio de componentes asociados a la
descripción encamina la interpretación hacia la naturalización de una representación de
la alteridad que opera junto a esa recapitulación del pasado para introducir la necesidad
de un cambio. La narración, vinculada a estructuras del tipo declarativas pero también
interrogativas en uso retórico, configura una construcción de “lo real” que explica el
cómo deben darse los hechos, ligados a la “visión del mundo” que reenvía a la
validación del enunciador como fuente de legitimidad.
Mientras tanto, las zonas textuales asociadas al didactismo irrumpen en
momentos donde por ejemplo, las referencias se saturan a través de una comparación
para con entidades de la industria cultural (Dr. Jekyll y Mr. Hyde, cuento de los tres
cerditos), o en casos donde el despliegue del saber está ligado a la explicitación del
funcionamiento de la política en Argentina y sus correspondientes consecuencias:
“Me Ø explico: si la Argentina debe ingerir dosis masivas y dolorosas de
medicinas “neoliberales” con mayor frecuencia y virulencia que otros
países, Ø es porque lo Ø imponen los efectos de la intolerancia peronista
hacia la economía de mercado, de su pretensión de Ø gobernarla con
preceptos teológicos” (2022: online).

De la misma forma, el abordaje del tipo enciclopédico sobre las diferentes


acepciones del término “neoliberal” también puede considerarse un contenido ligado al
orden del saber ya que busca reconstruir el proceso de resignificación de dicho término
como “significante vacío”. Por otro lado, no pudimos relevar fragmentos asociados a un
componente programático al no identificar promesas de campaña ni de otro tipo sino
que la lectura se centra en la descripción, con apoyo de un matiz didáctico para reforzar
lo enunciado como el orden en que deben darse las cosas.
Finalmente, parte de un componente prescriptivo se encuentra al final del
artículo al hacer alusión a un adoctrinamiento que supone impulsar la toma de decisión
ante un posible acto eleccionario. De esta manera, el peso del futuro votante y su poder
para cambiar el estado actual es uno de los principales objetivos al reafirmar que: “ el
día que los argentinos rompan esta cadena, que Ø cambien el guión, Ø comenzará el
fin del declive” (2022: online). Sobre esta base, el carácter imperativo de esta cláusula
final traslada fundamentalmente a la figura del paradestinatario, la responsabilidad para
con lo que suceda en el país.
CONCLUSIONES
A partir de los datos arrojados por el análisis, es claro que la construcción de
“cadenas de equivalencias” reconocibles bajo los colectivos “evitismo” y “peronismo”
posibilitan una reconstrucción del pasado desde una lógica particular. Las disputas por
el poder pasan por este poder-decir, asociado a una descripción que no sólo brinda una
representación caótica del país sino que además, introduce la causa de tal deterioro en el
reconocimiento de un antagonista (peronismo). La operatividad en el manejo del
lenguaje hizo posible que la construcción del peronismo como ideología sea atravesada
por una valoración negativa, habilitando la crítica a los sujetos y sus correspondientes
roles sociales, determinando las formas empleadas para nombrar a esos otros y su
construcción como “significante vacío” en tanto es asociado a diferentes significados a
lo largo del tiempo.
La previa caracterización de los movimientos políticos tiene como objetivo
entonces, ordenar todos los lexemas asociados a esa otredad para poder identificarla
bajo el reconocimiento de una oposición. En este sentido, la exaltación de la alteridad
centraliza la consolidación de una postura que, según se entiende, es definida por ser la
antítesis de todo lo asociado al peronismo, propuesta comandada desde la anulación a
toda lectura agentiva ligada al yo que enuncia.
Por lo tanto, el antagonismo no se entiende como una oposición absoluta sino
que se trata de reinterpretaciones sobre los mismos signos, advirtiendo el carácter cuasi
hegemónico de un movimiento político que supo anular toda forma de oposición.
Apelar a los mismos significantes da cuenta de cómo el enunciador delimita la imagen
de lo que cree ser, haciendo uso de las “cadenas de equivalencias” circulantes en los
esquemas de poder dando cuenta de que toda sociedad recurre necesariamente a los
mismos valores para recortar sus fronteras dado que la negación se configura desde los
parámetros que también distinguen la propia formación.
De esta manera, las identidades político-partidarias se entienden a partir de una
acumulación de sentidos que van mutando, permitiéndole al enunciador reordenar
elementos para establecer su propio grupo. Las estrategias operan así, en la recuperación
diacrónica de estos “significantes vacíos” y sus usos para diferentes objetivos, no sólo
buscando desandar lo que se omite al hablar de peronismo sino sobre todo tratando de
postular una diferencia a partir de la resignificación de términos largamente
modificados por usos políticos e históricos.
Por esta razón, las representaciones son lo más abarcativas posibles ya que se
apunta a negociar el carácter distintivo de esos significados de acuerdo a la lectura que
se imprime en lo enunciado. Es así como, todo grupo político que disputa poder valida
su identidad a partir de la constatación con otras cadenas de significados ya circulantes
sobre las que recaen los procesos de transformación y resignificación. Éste es el proceso
de construcción de hegemonía que el artículo pone en evidencia, esbozando estrategias
para disputar una posición de relevancia allí.
BIBLIOGRAFÍA
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peronista” Diario La Nación. Disponible online en:
https://www.lanacion.com.ar/opinion/evitista-y-neoliberal-las-dos-caras-de-una-misma-
moneda-peronista-nid18082022/

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