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Las políticas neoliberales en la década de1990 fueron devastadoras; dejo el doble de deuda externa (145.

000
millones de dólares), una pobreza del 36% y una indigencia del 8,6% y una desocupación del 14,5%. Este período a
pesar que en el 1999 gano la Alianza (UCR- Frepaso) continuó con las mismas recetas neoliberales, a tal punto que
tuvo a Domingo Cavallo como ministro de Economía. Cuando finalizó el infausto gobierno tras el estallido del 2001,
la deuda externa era de 132.000 millones de dólares, la desocupación del 18,3% y la pobreza en el 36% llegando a
casi el 54% en 2002.

La primera acción de este gobierno fue llevar a cabo El Consenso de Washington, el cual consiste en:

• Discplina fiscal, evitando abultados déficits fiscales respecto al PBI;

• Redireccionamiento del gasto público, desde subsidios (indiscriminados) hacia la provisión en áreas clave
para el crecimiento y sectores de bajos ingresos (educación, salud, infraestructura, etcétera);

• Reforma impositiva, aumentando la base imponible, pero con tasas marginales moderadas.

• Tasas de interés determinadas por el mercado y (moderadamente) positivas en términos reales.

• Tipo de cambio competitivo.

• Liberalización del comercio (externo): liberalizar las importaciones, con particular énfasis en la eliminación
de restricciones cualitativas. Cualquier protección debe ser en base a tasas bajas y relativamente uniformes.

• Liberalización de las inversiones extranjeras directas.

• Privatización de empresas estatales.

• Desregulación: eliminar las regulaciones que impidan la entrada o restrinjan la competencia, excepto para
aquellos casos con justificación de seguridad, medio ambiente, protección al consumidor y una supervisión
prudencial del sistema financiero.

• Protección legal de los derechos de propiedad.

Entre otras medidas se realizó una reducción de gastos públicos: se privatizaron empresas del Estado, se abandonó
la obra pública, y se congelaron las vacantes en empleos estatales, culminando con la política de retiros voluntarios,
donde la gente recibía dinero por abandonar sus trabajos antes de la edad jubilatoria, con lo que supuestamente
podrían realizar inversiones de empleo, privadas (convertirse en comerciantes, remiseros, etcétera).

En el ámbito del empleo privado se protegió a las empresas y no a los trabajadores que perdieron muchas de sus
conquistas, especialmente la estabilidad en sus trabajos, con la implementación de la flexibilización laboral.

La industria local se vio fuertemente resentida con la apertura indiscriminada a los productos importados.

El modelo menemista neoliberal comenzó a mostrar signos de agotamiento durante su segundo mandato tras un
primer período presidencial favorable, donde la paridad del peso con el dólar fue de uno a uno, a partir de una
fórmula utópica; y condujo a un estallido social durante el gobierno de su sucesor, el radical Fernando de la Rúa,
cuando los depósitos de los ahorristas fueron congelados (EL CORRALITO), ante la suposición real de una fuga
desproporcionada, por la creciente desconfianza de los depositantes.

En el ámbito de la educación el gobierno del presidente Menem, como en olas demas áreas, introdujo sin reservas
las políticas recomendadas por el Banco Mundial. Asumió como propios, también, los planteos de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL] que proponía reubicar a la educación en el centro del debate
(Educación y conocimiento. Eje de la transformación productiva con equidad, 1992) sugiriendo la “concertación” y el
“consenso” como estrategias políticas para la transformación educativa.

La Ley de Transferencias (1991), la Ley Federal de Educación (1993), la Ley de Educación Superior (1995) y normativa
de menor nivel (decretos, resoluciones ministeriales, circulares, etc.) llevaron adelante el proyecto político educativo
acordado con los organismos internacionales, haciendo vivir a la sociedad una “ilusión” de proceso democrático y
participativo.
Estas leyes, expresión del estilo político-normativo del neoliberalismo en la Argentina, transformaron
estructuralmente el sistema. El elemento común entre las tres normas es su aprobación e imposición, a pesar de las
demandas y reclamos formulados por amplios sectores de la sociedad a través de múltiples manifestaciones.

los mayores problemas cuantitativos y cualitativos del sistema transformado se concentraron en el Tercer Ciclo de la
Educación General Básica [EGB 3] y en el Ciclo Polimodal. Los datos sobre la matrícula inicial en los cursos de EGB 3
(7°, 8° y 9° año) y del Ciclo Polimodal indican que se ha producido un importante descenso en el número de
inscriptos con el consecuente cierre de cursos y, en algunos casos, cierre de establecimientos.

La estructura del sistema educativo que surgió en los ´90 resultó funcional para el proceso de fuerte diferenciación
social, la caída de la clase media y una polarización que no tiene precedentes en nuestra historia. La forma en que se
implantó el Tercer Ciclo de la Educación Básica y el Polimodal, sin infraestructura, sin equipamiento, sin la necesaria
y prolongada preparación de los docentes, reforzó su carácter discriminador, desalentó a jóvenes y adolescentes que
ya no visualizaron a la educación como instrumento para la movilidad económica y social.

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