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Manuel Zapata Olivella, “El 9 de abril. Versión comunista”, Sábado, 9 de abril de 1949.

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La lucha revolucionaria del 9 de abril comprobó las tesis teóricas de los marxistas
colombianos y desbarató las utopías evolucionistas de los “revolucionarios” a sueldo de la
burguesía. El Partido Comunista, desde su V Congreso, reunido en Julio de 1947, enjuició
la actual situación política nacional y mundial, como una época de saltos revolucionarios,
conmociones violentas y choques armados, debidos a la evolución económica que se gesta
en el seno del sistema capitalista agónico y a la nueva economía socialista. Por eso la
contradicción principal del mundo contemporáneo es la que se deriva del continuo y
creciente choque entre los imperialistas que pretenden implantar su hegemonía rapaz y los
pueblos que luchan por mantener su autonomía o conquistar su independencia económica y
política, con la Unión Soviética, faro y guía del proletariado universal, a la cabeza.
Contrariamente a este enjuiciamiento marxista, algunos renegados del partido, sirviendo a
los intereses de la burguesía, pregonan que “estamos en un periodo de lucha pacífica,
dentro de los marcos de la democracia burguesa”. La insurrección espontánea de las masas
populares el 9 de abril contra el estado oligárquico que había auspiciado el plan imperialista
de asesinar a todos los líderes populares del mundo en cuyo trágico ajedrez señalaron al
doctor Jorge Eliécer Gaitán, confirmó que el grado de miseria, el hambre, el desempleo, el
alto costo de la vida y la política de “sangre y fuego” para defender a los explotadores, han
originado un clímax revolucionario que tiende a adaptar las condiciones políticas al grado
de evolución económica del pueblo colombiano y de las relaciones económicas mundiales.
Demuestra cómo la democracia burguesa es incapaz ya no de asegurar las libertades
populares, sino tampoco la estabilidad de su régimen oligárquico sobre el desamparo y
hambreamiento de las clases trabajadoras. El 9 de abril, engendrado por la política de
grandes ganancias para los oligarcas y bayonetas para el pueblo, es el mentís más rotundo a
las concepciones “pacifistas” y abrió en Colombia la etapa de las grandes luchas anti-
oligárquicas y anti-imperialistas. La insurrección del 9 de abril fue un acto revolucionario,
que de acuerdo con las tesis marxistas de los saltos en la historia, debe ser considerado
como el cambio político de la lucha embozada en una pugna de partidos por una nueva fase
caracterizada por una abierta y franca lucha de clases en que el pueblo descubre la
necesidad imprescindible de recurrir a nuevas tácticas para derrocar al estado oligárquico.

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