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IMPUGNACIÓN O TACHA DE TESTIGOS

TACHA DE TESTIGOS

Establece que “los tribunales deben valorar la fuerza probatoria de las declaraciones de los
testigos conforme a las reglas de la sana crítica, tomando en consideració n la razó n de
ciencia que hubieren dado, las circunstancias que en ellos concurran y, en su caso, las tachas
formuladas y los resultados de la prueba que sobre éstas se hubiere practicado”.

De lo anterior se sigue que la valoració n de la prueba testifical no está sometida a regla


tasada de prueba, sino que tiene que valorarse conforme a las reglas de la sana crítica, sin
que las circunstancias concurrentes en los testigos (sean o no causa de “tacha“) impidan la
valoració n de la prueba segú n dichas reglas

Esto es, la “tacha de testigos” solo pretende acreditar las circunstancias que puedan afectar
a la imparcialidad del testigo.

En otras palabras, la “tacha de testigos” sirve para poner sobre aviso al Tribunal acerca de
ponderar con cautela la declaració n de un testigo, hasta el punto que si el testigo reconoce
el motivo en que se fundamenta la “tacha“, el propio mecanismo de formulació n de “tacha”
deviene inú til.

Adviértase que. Con arreglo a lo previsto, la finalidad de la “tacha” de los testigos es poner
de manifiesto al Tribunal determinadas circunstancias que puedan influir en la valoració n
del testimonio.

Ahora bien, ha de significarse que el resultado de la “tacha” ú nicamente afectará a la


valoració n de la declaració n del testigo, al igual que sucede con las circunstancias que el
testigo haya reconocido al contestar a las preguntas (que el epígrafe del precepto califica
como “preguntas generales al testigo“).

La “tacha” no impedirá que no se tenga en cuenta el testimonio del testigo. No lo convertirá


en testigo inhá bil, o cuyas manifestaciones hayan de rechazarse totalmente, sino que es una
advertencia al tribunal a fin de que tamice adecuadamente esas manifestaciones

Es importante resaltar, tal y como se exponía en el Auto del Tribunal Supremo de fecha
01/07/2008, que la “tacha de testigos” no impide al Juez valorar el testimonio conforme a la
sana crítica y en concordancia con el resto de circunstancias que rodean al proceso, pues la
existencia de una causa de “tacha” no lleva de forma matemá tica e irremisible a la falta de
veracidad del testigo, sino que la “tacha” constituye un instrumento procesal a través del
cual, sobre la base de criterios objetivos, se pone en evidencia la posible parcialidad de un
testigo, cuya existencia, por tanto, ha de ser puesta en conocimiento del juzgador a los
efectos que procedan, pudiendo este, si las circunstancias del caso así lo aconsejan, no tener
en cuenta en absoluto el testimonio, tenerlo en cuenta en parte o simplemente, acoger el
mismo sin reservas.
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Esto es, la concurrencia de una “tacha”, en el aspecto en que así se entienda, en un testigo o
en un perito, no impide al Tribunal poder tener en cuenta, por su razó n de ciencia, y en
conjunció n con otras pruebas, su dictamen o testimonio; y, en sentido inverso, puede el
Tribunal no tenerlo en cuenta, aunque no se admita la recusació n o tacha (véase la
Sentencia del Tribunal Supremo de fecha 30/03/2007), cosa distinta es que pueda
cuestionarse la declaració n o el informe resultante por su cará cter manifiestamente iló gico
o arbitrario al amparo de la ley.

El hecho de que un testigo (o varios) sea tachado no impide su valoració n como prueba.
Viene siendo reiterada la jurisprudencia que sostiene que la “tacha de testigos” no produce
su inhabilidad y no impide, aun concurriendo los motivos que para su tacha señ ala la Ley,
que su testimonio sea valorado por el Juzgador si tiene el convencimiento de su veracidad,
veracidad que no se considera contradicha eficazmente cuando no se pone de manifiesto
desviació n alguna del testimonio, ya que no alcanzan a serlo las causas que hayan servido
de base a la “tacha de testigos” , pues, de ser así, la “tacha de testigos” equivaldría a
anulació n del testimonio.

Añ á dase que el Tribunal Supremo viene sosteniendo que no procede la casació n por la
inadmisió n de la prueba de “tacha de testigos”, pues la apreciació n de sus declaraciones,
sean tachables o no, es siempre de libre apreciació n del juzgador.

Asimismo el Alto Tribunal tiene declarado que no está sujeta a reglas legales de valoració n,
de modo que el testimonio de un solo testigo o el testimonio de un testigo susceptible de ser
tachado, pueden inducir vá lidamente a formar el convencimiento del juez sobre la
veracidad de sus manifestaciones.

Son las reglas de la sana crítica a las que habrá de acudirse para realzar tal valoració n,
debiéndose entender las mismas como las má s elementales directrices de la ló gica humana
(véase la Sentencia del Tribunal Supremo de fecha .11/04/1998)...

Segú n la Sentencia del Tribunal Supremo Nú m. 594/2006, de 8 junio, las ” tachas


testifícales” no tiene otro trá mite que probar la causa alegada y no impiden que en
Sentencia los juzgadores valoren las ” tachas” concurrentes y la importancia del testigo
tachado, por lo que no resulta de prohibició n legal que se pueda tener en cuenta, en todo o
en parte, el testimonio prestado, al autorizar su apreciació n discrecional, ponderando las
circunstancias concurrentes en cada testigo y aquellas por las que fueron tachados

En definitiva, ni la “tacha de un testigo” impide su declaració n, ni desde luego sin má s


invalida o deja sin efecto la misma, sino que las circunstancias que rodean a dicho testigo
que en su caso hubieran podido fundamentar tal “tacha”, lo que lleva es a que sus
declaraciones sean valoradas en uno u otro sentido por el Juez o Tribunal, a quien no se le
exige un especial pronunciamiento sobre dicha tacha sino que valore la declaració n del
testigo conociendo todas sus circunstancias
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En todo caso, la vinculació n de un testigo con una de las partes no impedirá que su
declaració n pueda ser tenida en cuenta, pues como se establecía en la Sentencia del
Tribunal Supremo de fecha 04/02/2015, el resultado de la “tacha” ú nicamente afecta a la
valoració n que en la Sentencia se haga de la declaració n del testigo, al igual que sucede con
las circunstancias que el testigo haya reconocido al contestar a las preguntas (que el
epígrafe del precepto califica como “preguntas generales al testigo”: si tiene relació n con la
parte, interés en el asunto, etc.,) pues la “tacha” só lo pretende acreditar las circunstancias
que afectan a la imparcialidad del testigo para el caso de que éste no las reconozca al ser
interrogado.

Por otro lado, ha de destacarse que no procede dictar una resolució n sobre la “tacha”, tanto
se estime que los motivos de la misma concurren como se estime que no concurren.

Es por ello que, al que se remite, señ ala que el tribunal tenga en cuenta la “tacha” y su
eventual negació n o contradicció n en el momento de valorar la prueba, pero no exige que
“resuelva el incidente de tacha”, ni pronunciamiento expreso en la Sentencia sobre si
aprecia o no esa “tacha”.

Solamente cuando considere que la “tacha” no solo no concurre sino que ademá s
menoscaba la consideració n profesional o personal del testigo, declarará , mediante
Providencia, la falta de fundamento de la “tacha”, y si apreciase temeridad o deslealtad
procesal en la “tacha” , a causa de su motivació n o del tiempo en que se formulara, podrá
imponer a la parte responsable una multa (véanse, entre otras, las Sentencias del Tribunal
Supremo de fechas 03/07/2012 y 04/02/2015).

TACHA DE PERITOS. La finalidad de la “tacha de peritos” es poner de manifiesto al Tribunal


la concurrencia en el perito de alguna circunstancia que pueda comprometer su
imparcialidad. Su formulació n queda al arbitrio de la parte. Planteada puede ser objeto de
prueba.

El Tribunal a la hora de resolver la tendrá en cuenta, sin que en ningú n caso su valoració n
quede determinada por la tacha (véase el Auto dictado por Iltma. Secció n 9ª de la Audiencia
Provincial de Alicante de fecha03/12/2013).

Como exponía, la Iltma. Secció n 5ª de la Audiencia Provincial de Zaragoza, en Sentencia de


fecha12/01/2016, sobre la tacha de peritos, el concepto de “tacha” no es el mismo que el de
recusació n.

É ste permite apartar a un perito del juicio por reunir condiciones que objetivamente le
hacen sospechoso de parcialidad (véase el art. 124 de la Ley de Enjuiciamiento Civil); la
“tacha“, por el contrario, no impide la realizació n de la pericia, pero avisa al Juez de una
situació n que ha de tener en cuenta a la hora de valorar esa prueba (véase el art. 343 de la
Ley de Enjuiciamiento Civil.
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Desde la introducció n en la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil, de la


“pericial de parte” -y precisamente por la diná mica de la misma- só lo los peritos designados
judicialmente podrá n ser objeto de recusació n, no los de parte.

La “tacha” ú nicamente pretende sacar a relucir relaciones o circunstancias que no hubieran


sido expuestas o no constaran en su juramento o promesa.

A partir de ahí, pertenece al Juzgador, en relació n con la sana crítica poner en relació n las
conclusiones periciales con sus relaciones extraprocesales con las partes. (Véase la
Sentencia de la Iltma. Secció n 1ª de la Audiencia Provincial de La Rioja de fecha
31/07/2017).

No huelga señ alar que, en la Ley de Enjuiciamiento Civil, se establece primero el deber de
abstenció n de los peritos que incurran en las causas de recusació n y, a continuació n, a falta
de tal abstenció n, se preceptú a en el art. 124.1 que só lo los peritos designados por el
tribunal mediante sorteo podrá ser recusados .

No obstante, frente a la previsió n de ese precepto, el art. 343 de la Ley Procesal Civil, que se
ocupa de la “tacha de los peritos”, no limita la recusació n a los peritos designados por
sorteo, sino que se refiere a todos los peritos de designació n judicial, es decir:

 Por acuerdo de las partes (véase el art. 339.4 de la Ley Procesal Civil),
 Por consentimiento de los litigantes, cuando por la singularidad de la materia só lo se
disponga del nombre de una persona entendida (véase el art. 341.2 de la Ley Procesal
Civil),
 por el procedimiento establecido en la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita cuando el
litigante carezca de recursos para litigar (véase el art. 339.1 de la Ley Procesal Civil),
 Por el Juez de oficio en los supuestos establecidos en el art. 339.5 de la Ley Procesal Civil
(esto es, en la declaració n o la impugnació n de la filiació n, paternidad y maternidad,
sobre la capacidad de las personas o en procesos matrimoniales.

Son causas específicas de recusació n para los peritos las siguientes:

 Haber dado anteriormente sobre el mismo asunto dictamen contrario a la parte


recusante, ya sea dentro o fuera del proceso.
 Haber prestado servicios como tal perito al litigante contrario o ser dependiente o socio
del mismo;
 tener participació n en sociedad, establecimiento o empresa que sea parte del proceso.

El procedimiento de recusació n es sustancialmente parecido al previsto en la Ley de


Enjuiciamiento Civil de 1881, pues ésta se propondrá por escrito firmado por Abogado y
Procurador, si intervinieran en la causa, en el que se habrá de expresar la causa de la
recusació n y los medios de probarla, y se acompañ ará n copias para el recusado y para las
demá s partes del proceso.
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Si la causa de la recusació n fuera anterior a la designació n, el escrito habrá de presentarse


dentro de los dos días siguientes al de la notificació n del nombramiento.

Si fuera posterior a la designació n, pero anterior a la emisió n del dictamen, el escrito de


recusació n podrá presentarse antes del día señ alado para el juicio o vista o al comienzo de
los mismos.

Después del juicio o vista no podrá recusarse al perito, sin perjuicio de que aquellas causas
de recusació n existentes al tiempo de emitir el dictamen, pero conocidas después de
aquélla, podrá n ser puestas de manifiesto al tribunal antes de que dicte Sentencia, y, si esto
no fuese posible, al tribunal competente para la segunda instancia (véase el art. 125 de la
Ley Procesal Civil).

Propuesta la recusació n, se dará traslado de copia del escrito al perito recusado y a las
partes.

El recusado tendrá que manifestar ante el Letrado de la Administració n de Justicia si es o


no cierta la causa en que la recusació n se funda.

Si la reconoce como cierta y el tribunal considera fundado el reconocimiento, se le tendrá


por recusado sin má s trá mites y será reemplazado por el suplente.

Si el recusado fuera el suplente, y reconociere la certeza de la causa, se estará a lo dispuesto


en el art. 342 de la Ley Procesal Civil, de modo que se procederá a llamar al siguiente en la
lista para proponerle el nombramiento.

Cuando el perito niegue la certeza de la causa de recusació n o el tribunal no aceptare el


reconocimiento por el perito de la concurrencia de dicha causa, el tribunal mandará a las
partes que comparezcan a su presencia el día y hora que señ alará , con las pruebas de que
intenten valerse y asistidas de sus abogados y procuradores, si su intervenció n fuera
preceptiva en el proceso.

Si no compareciere el recusante, se le tendrá por desistido de su recusació n; si


compareciere e insistiere en la recusació n, el tribunal admitirá las pruebas pertinentes y
ú tiles y, acto seguido, resolverá lo que estime conveniente.

Si se estima la recusació n el perito recusado será sustituido por el suplente.

Contra la resolució n no cabrá recurso alguno, sin perjuicio del derecho de las partes de
plantear la cuestió n ante la instancia superior.

En la Ley 1/2000, se contempla, junto a la recusació n de los peritos de designació n judicial,


la “tacha” de los no recusables, siempre y cuando concurra alguna de las causas de “tacha de
peritos” (véase el art. 343.1 de la Ley Procesal Civil). Estas circunstancias son las siguientes:

 ser có nyuge o pariente por consanguinidad o afinidad dentro del cuarto grado civil de
una de las partes, de sus Abogados o Procuradores;
 tener interés directo o indirecto en el asunto o en otro semejante;
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 estar o haber estado en situació n de dependencia o de comunidad o contraposició n de


intereses con alguna de las partes o con sus abogados o procuradores;
 Amistad íntima o enemistad manifiesta con cualquiera de las partes o sus abogados o
procuradores;
 Cualquier otra circunstancia, debidamente acreditada, que les haga desmerecer en el
concepto profesional.

Las “tachas” no podrá n formularse después del juicio o vista en los juicios verbales, y en el
juicio ordinario tendrá n que presentarse, en relació n a los dictá menes periciales
presentados, con la demanda y la contestació n a la demanda, en la audiencia previa al juicio.

Al formular la “tacha” se podrá proponer la prueba conducente a justificarla, excepto la


testifical.

Cualquier parte interesada podrá dirigirse al tribunal a fin de contradecir o de negar la


“tacha“, aportando los documentos pertinentes al efecto.

Si la “tacha” menoscabare la consideració n profesional del perito, éste podrá solicitar al


tribunal que, al término del proceso, declare que carece de fundamento.

Sin má s trá mites el tribunal tendrá en cuenta la “tacha” y su eventual negació n o


contradicció n en el momento de valorar la prueba, formulando en su caso, mediante
Providencia, declaració n de que carece de fundamento.

Si apreciare temeridad o deslealtad profesional en la “tacha“, a causa de su motivació n o del


tiempo en que se formulara, podrá imponer a la parte responsable, con previa audiencia,
multa correspondiente.

Por consiguiente, puede afirmarse que la “tacha” tiene por finalidad, a diferencia de la
recusació n, no el impedir la presentació n del correspondiente dictamen pericial, sino evitar
que un dictamen pericial carente de objetividad pueda influir en la decisió n judicial,
advirtiendo al juez en el momento de su valoració n acerca de la concurrencia de alguna de
las circunstancias antes referidas y que ponen de relieve la existencia de algú n interés de
tipo partidista en relació n a ese dictamen pericial.

Es por ello recomendable que, si el perito es consciente de la existencia de la posible causa


de tacha, no acepte, ló gicamente, el encargo de la parte.

En definitiva, el fundamento de esta institució n radica en que la actuació n procesal de los


peritos debe estar presidida por la imparcialidad y objetividad, debiendo acreditarse al
menos de modo razonable y coherente que concurre la “causa de tacha” alegada, sin que
baste con esparcir conjeturas o sospechas que no se concreten en actuaciones que denoten
la existencia de la causa alegada.

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