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REALIZA LA LECTURA DE LA OBRA: “PANTALONES DE SAN MARTÍN”

NARRADOR: ERA UNA MAÑANA DEL 28 DE JULIO DE 1821, DON JOSÉ DE SAN MARTÍN SE
HABÍA ACOSTADO MUY TARDE

LA NOCHE ANTERIOR PREPARANDO Y DISCUTIENDO CON SUS GENERALES, LOS TÉRMINOS


ADECUADOS PARA LA PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA .

(En la sala de la casa de San Martín)

Mestizo. — ¡Mi general, mi general! (al público) Ya son las nueve de la mañana y el general
que no se levanta. ¿Quién lo

diría? Quedará escrito en la historia que el generalísimo don José de San Martín se quedó
dormido el día de la proclama

de la independencia. ¡Eso no puede ser! (Tocando la puerta) ¡Mi general, despierte mi general!
(nada. Canta) Despierta,

mi bien, despierta, mira que ya amaneció (nada. Toca y grita más fuerte) ¡Mi general, mi
general! ¡Ya son las nueve de

la mañana!

San Martín. — (Entra en pijama) ¿Qué ocurre, mestizo? ¿Por qué tanto ruido?

Mestizo. — Son las nueve, mi general.

San Martín. — ¿De la mañana o de la noche?

Mestizo. — ta madre, de la mañana pues.

San Martín. — Ah.

Mestizo. — ¿Ah? ¿Cómo que ah?

San Martín. — Ah que ah, que son las nueve.

Mestizo. — ¿Y no está apurao?

San Martín. — ¿Apurado? (pronuncia bien “apurado”, como enseñándole) ¿Por qué?

Mestizo. — (Al público) ¿Este se hace o está sampao? No recuerda que hoy va a proclamar la
independencia del Perú.

San Martín. — Por supuesto que sí. Ah, prepárame el baño.

Mestizo. — (Contento) El baño está listo.

San Martín. — Prepara mi uniforme de gala mientras me baño, hoy es un día solemne para el
Perú (sale por donde entró).

Mestizo. — (Va saliendo mientras que habla) Primero lo primero, unos tamalitos, un juguito de
naranja y enamorar a la

Concepción para que me guarde carnitas de puerco y ave que preparan para el banquete.

San Martín. — (Entra con una toalla atada a la cintura y unos pantalones blancos en la mano)
¡Mestizo!, ¡mestizo!
(nada. Al público) Se imaginarán ustedes, damas y caballeros, que hoy la emoción me
embarga, la lucha llega a su fin,

mucha sangre derramada, muchos sueños dejados en medio de la batalla, hoy triunfan todos
los peruanos que dejaron

su sangre en el mar y la arena para que usted, peruano, pueda vivir en libertad... bueno, el
agua se enfría, el baño me

espera (sale).

Mestizo. — Uniforme de gala, perjume francés, fiesta y comilona (entra por la puerta por
donde salió San Martín y sale

con la chaqueta de este, la sacude un poco) ¡Los pantalones! ¡Dios mío!, ¡No están los
pantalones! (vuelve a entrar

y salir por la puerta dos veces) ¡Los pantalones!, ¡los pantalones de gala! ¿Dónde estarán? Ah
calma, calma ¡Ya sé!,

segurito Ña Panchita se los llevó a lavar (recupera la calma y llama) ¡Panchita! ¡Panchitaaaa!
(nada) Pancha, ven acá.

Panchita. — (Desconcertada) Qué tanto ruido, por el Señó, no sabe usía que etamos
preparando un banquete. ¿Po qué,

pue, me llama así?

Mestizo. — Panchita, negrita linda y sabrosona, dígame usted dónde están los pantalones de
gala de mi general.

Panchita. — ¿Pantalones? ¿qué pantalones?

Mestizo. — (Molesto, grita) Los pantalones del uniforme de gala de mi generalísimo don José
de San Martín.

Panchita. — ¿Y yo qué voa saber?

Mestizo. — (Imitándola) ¿Cómo que voa saber? ¿Tú no eres la lavandera?

Panchita. — Sí, ¿y?

Mestizo. — (Perdiendo la paciencia) ¿Que dónde están los pantalones del general?

Panchita. — Ahhh, los pantalones.

Mestizo. — ¿Sí, ¿dónde están?

Panchita. — Y yo qué voa saber, yo soy lavandera y lavo nomá.

Mestizo. — Panchita, escúchame con atención, el general se está bañando y cuando salga del
baño me va pedir su uniforme, y si no se lo doy no puede ir a proclamar la independencia del
Perú, ¡entiendes!

Panchita. — (Riéndose) No, no puede ir sin pantalones.

Mestizo. — Vaya, ya entendiste.


Panchita. — Pero yo ya los lavé, segurito que la Flora los ha quemao, por eso que no están (se
acerca a la puerta) ¡Flora!

¡Flora!

Flora. — (Con dejo de la selva) ¿Pa’ qué me has llamao? Ya deja la conversa y vamos que
tenemos que ayudar en la cocina.

Panchita. — Oye, tú has planchao los pantalones del general.

Flora. — ¿Pantalones?

Panchita. — Sí, los pantalones.

Flora. — ¿Del general?

Panchita. — Sí, del general

Flora. — ¿Cuáles pantalones?

Mestizo. — (Colérico) Los pantalones del uniforme de gala de mi generalísimo don José de San
Martín.

Flora. — Ah, del General. Sí, pues, yo nomás plancho del general sus uniformes.

Panchita. — ¿Y en dónde están los pantalones? Segurito los has quemao.

Flora. — ¿Quemado? ¿De qué color son pues?

Mestizo. — ¡Blancos!, ¡los pantalones blancos del general!

Flora. — Blancos yo no he quemado.

Panchita. — ¿Estás segura?

Flora. — Azules sí, pero ya estaban viejos. Su capa también, pero ya estaba vieja, su...

Mestizo. — ¡Flora, piénsalo bien, mira que de esto depende la independencia.

Flora. — Blancos no he quemado jamases de los jamases.

Panchita. — Si yo no los he roto, y la Flora no los a quemao... segurito los españoles se los han
robao para que no se

proclame la independización.

Mestizo. — Claro, se los han robado para arruinar la proclama.

Flora. — Con razón las damas esas vinieron diciendo que iban a ayudar a preparar el banquete,
ya decía yo... antes

españolas, ahora peruanas. Esto está sospechoso, seguro que ellas se los robaron.

Mestizo. — Sí, eso debe ser un complot. ¿Y ahora qué hacemos?

Panchita. — Yo tengo mi amiga costurera, ella por la causa puede cocer unos nuevos al ratito
nomá.

Mestizo. — Entonces, vamos, no hay tiempo que perder, el general no se puede enterar de
esto.
Flora. — Sí, es verdad, de la tela su ropa lo hace bien rápido. El general ni lo va saber.

Flora. — Aquicito nomás dijiste, y ya me estoy cansando y nada de llegar.

Panchita. — Si te pones a chismear con todo el que te encuentras...

Mestizo. — Rápido, rápido que el general debe estar por salir del baño.

(Pregones al público)

Ramilletera. — Fresca flores de mil olores.

Para el caballero galante,

lleve, señora; lleven, señores,

que para hablar de amor

basta con flores.

Picaronera.— Me llaman picaronera

porque vendo picarones

y no me llaman ratera,

yo no robo pantalones.

Ramilletera. — ¿Qué dices que no te entiendo?

¿Si un clavel yo te vendo?

Picaronera. — ¡Qué españoles picarones!

¡Se han robado los pantalones!

Ramilletera. — Ya me lo habían dicho,

mis flores están sin bichos.

Picaronera. — Me voy donde el coronel,

él los prefiere sin miel.

Y tiene pantalones,

los llevo pronto a él.

Panadero. — Bizcochos de ajonjolí,

¡qué noticia la que oí!

Pan de yema,

la cosa está que quema.

Ricos panetones,

San Martín sin pantalones.

Chichera. — Chicha rica y fresquita,


el asombro no se me quita.

Chicha en la puesta del sol,

desgraciado el español.

Chica de Tejones,

¿dónde están los pantalones?

Frutero. — Fruta que es una delicia, todo Lima sabe la noticia. Lleve, caserita, melones

¡y que aparezcan los pantalones!

Tamalera. — Tamales, tamales, tamales,

Ta mal esto que han hecho los españoles.

Tamales solos o con frijoles,

tamales de gallina, tamales de cerdo,

hay que llegar a un acuerdo.

Frutero. — Por qué seguimos pregonando

como en la época de la invasión

si ya somos libres...

Casera, lleve melón.

(Se juntan todos los pregoneros y conversan animadamente)

(En la sala de la casa de San Martín, entran Panchita, Flora y el mestizo cansados)

Panchita. — Por fin, fíjate si ya salió del baño el general.

Mestizo. — (Acerca el oído a la puerta) No, todavía. Flora, tú que sabes hacerte a la tonta,
entretienes al general hasta

que llegue la costurera con los nuevos pantalones.

Flora. — ¿Y qué me darás a cambio? ¿Un besito de amor?... (tocan a la puerta y Panchita abre).

Panadero. — Aquí traigo estos pantalones que me dio el Coronel Cicuta, ojalá que le queden al
general.

Panchita. — (Enseña los pantalones en señal de triunfo) Y si no le quedan le decimos que se


han encogido (tocan nuevamente y Flora abre).

Ramilletera. — Que doña María del Campo Verde manda estos pantalones para el general.

Flora. — Si le quedan grandes le decimos que él se ha encogido de tanto bañarse (tocan y el


mestizo abre).

Picaronera.— ¡Picarones! ¡Que traigo la solución: unos nuevos pantalones! (tocan, abre el
mestizo).
Chichera.— Que nadie se entere de esto, el capitán don Lorenzo envía estos pantalones para el
general (tocan nuevamente).

Frutero.— ¡Qué melones ni qué melones, lo que yo traigo son pantalones! Del capitán
Gregorio para el generalísimo

(tocan otra vez).

Mestizo.— Gracias, gracias (tocan).

Panchita.— Gracias, gracias (van poniendo todos los pantalones sobre una silla, tocan)

Flora.— Gracias, pues, gracias. Otro más (lo pone sobre los demás, tocan)

Tamalera.— Yo traigo la solución, los problemas terminaron. Aquí está el pantalón y que se
proclame la independencia

(tocan).

Mestizo.— Gracias, gracias (tocan).

Panchita.— Gracias, gracias (siguen amontonando los pantalones, tocan).

Flora.— Gracias, pues, gracias. Otro más (lo pone sobre los demás, tocan).

Panchita.— (Con otros pantalones más) Es la costurera, dice que quiere cobrar.

Flora.— ¡Qué cobrar ni qué cobrar, mándala a rodar!

Voz de San Martín.— ¡Mestizo! ¡Mestizo!

(Los tres corren tratando de escoger el pantalón que le queda mejor)

San Martín.— (Entra con el pantalón blanco puesto y los tres se paran delante de los
pantalones para que no los vea)

¡Mestizo mi uniforme!

Panchita.— (Al mestizo) ¿Cómo? ¿no que se habían rubado los pantalones?

Flora.— (Al mestizo) Conque complot de los españoles, ¿no?

Apagón

(Aparecen en escena todos menos los soldados y los virreyes, que pueden aparecer como
soldados peruanos)

San Martín.— Peruanos, el Perú es desde este momento libre e independiente por la voluntad
general de los pueblos y

por la justicia de su causa que Dios defiende. ¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la
independencia!

Todos.— ¡Viva!

Pequeño apagón

Obispo.— Felicidades, muchacho, tarea cumplida. El Perú te lo agradece.

San Martín.— Mantengamos la paz y luchemos siempre por el progreso.


Conde de San Isidro.— ¡Qué bueno que le quedaron mis pantalones!

San Martín.— (Al público) Eso es cosa que no entiendo, hoy todos los coroneles y generales me
dijeron lo mismo. ¿Será

una clave que no entiendo?

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