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¿Te has preguntado cuantas veces has culpado a Dios por

cualquier desgracia que sucede en tu vida y en el mundo?


Muchas veces he tenido que escuchar a algunas personas culpar a Dios por todo lo negativo
que sucede en sus vidas, cuestionarlo y afirmar también que Él castiga a la humanidad.

Antes que nada, me gustaría recalcar que los sucesos negativos, desgracias o situaciones
dolorosas que acontecen en nuestra vida no son culpa del Altísimo y mucho menos tomarlo
como castigo de su parte.

Es por ello que te compartimos estas 6 ideas:

1. Culpamos a Dios por los desastres naturales


Actualmente hay quienes se dejan engañar por supersticiones y cometen el error de
pensar que Él Creador castiga con desastres naturales. Los huracanes, tornados,
tormentas eléctricas, inundaciones, incendios forestales y muchos más, son creación de
la naturaleza. Está científicamente comprobado que la tierra busca mantener su propio
equilibrio como respuesta a nuestras acciones.
2. Culpamos a Dios por la pérdida de algún familiar querido
Cuando fallece un ser querido, pasas por una etapa de duelo, en la cual llegas a culpar al
Señor y te castigas a ti mismo, alejándolo de tu vida. No te dejes cegar por el dolor, no
olvides que esta vida es de paso y la muerte es el paso para llegar a la verdadera vida
eterna.
3. Culpamos a Dios por las enfermedades
Además de culpar al Salvador, hay quienes le cuestionan y exigen que les retiren su
enfermedad, sin pensar antes en: ¿para qué?. Existen dos formas de vivir una
enfermedad: vivir con el sufrimiento y el dolor hasta el último suspiro o amar la
enfermedad y aceptarla como un proceso de purificación que Él tiene para ti.
4. Culpamos a Dios por las muertes injustas de personas inocentes
Es bueno preocuparte por el fallecimiento de una persona que ni siquiera conoces. Lo
que no termino de entender es: ¿Por qué el responsable tiene que ser Dios?. En estos
casos, yo te invito a orar por el eterno descanso de esa  persona que sin conocer, tocó tu
corazón y pedir por su arrepentimiento.
5. Culpamos a Dios cuando concluye una relación sentimental
Es normal sentir que el mundo se termina cuando tu relación amorosa finaliza. Lo que no
debería ser normal es culparlo a Él. Te recuerdo que Él Rey del universo, en su inmensa
sabiduría sabe porque hace las cosas, y si tu relación llega a su fin, confía que quiere
algo mejor para ti.
6. Culpamos a Dios por nuestra estabilidad económica
Nadie es culpable de tus problemas económicos, la única persona responsable de tu
economía eres tú. Él Creador da por igual la capacidad de discernir y la libertad de tomar
decisiones uno mismo. Administra tus bienes siempre para bien y deja en manos del
Salvador lo que no puedes dirigir, para obtener un mejor resultado.
Tal vez estas pasando por un momento difícil y por ello culpas a Dios, hacerlo te hace sentir
mejor momentáneamente, pero la oración es la única alegría permanente.  Él ama a todos sus
hijos por igual y no te pone pruebas que no puedas superar.
La muerte física
La muerte física es la separación del espíritu y el cuerpo mortal. La caída de
Adán introdujo la muerte física en el mundo (véase Moisés 6:48). Gracias a
la expiación y a la resurrección de Jesucristo, toda la humanidad resucitará y será
redimida de la muerte física.

Información adicional
La muerte es una parte esencial del plan de salvación del Padre Celestial (véase 2
Nefi 9:6). Para llegar a ser como nuestro Padre Eterno, tenemos que experimentar
la muerte para después obtener un cuerpo perfecto y resucitado.

Cuando el cuerpo físico muere, el espíritu sigue viviendo. En el mundo de los


espíritus, los espíritus de los justos son “recibidos en un estado de felicidad que se
llama paraíso: un estado de descanso, un estado de paz, donde descansarán de
todas sus aflicciones, y de todo cuidado y pena” (Alma 40:12). Un lugar
denominado prisión de los espíritus está reservado para “los que [han] muerto en
sus pecados, sin el conocimiento de la verdad, o en transgresión por haber
rechazado a los profetas” (D. y C. 138:32). A los espíritus que se encuentran en la
prisión se les enseña “la fe en Dios, el arrepentimiento del pecado, el bautismo
vicario para la remisión de los pecados, el don del Espíritu Santo por la imposición
de las manos y todos los demás principios del evangelio que les [son] menester
conocer” (D. y C. 138:33–34). Si aceptan los principios del Evangelio, se
arrepienten de sus pecados y aceptan las ordenanzas efectuadas a su favor en los
templos, se les permitirá entrar en el paraíso.

Gracias a la expiación y a la resurrección de Jesucristo, la muerte física es sólo


temporal: “Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos
serán vivificados” (1 Corintios 15:22). Todos resucitaremos, lo cual significa que
los espíritus de todas las personas se reunirán con su cuerpo y serán
“restablecido[s] a su propia y perfecta forma” y nunca más estarán sujetos a la
muerte (Alma 40:23; véase también Alma 11:44–45).

Véase también Expiación de Jesucristo; Paraíso; Plan de Salvación; Resurrección

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Referencias de las Escrituras


Isaías 25:8
8 aDestruirá ala bmuerte para siempre, y enjugará Jehová el cSeñor toda
lágrima de todos los rostros; y quitará la dafrenta de su pueblo de toda la
tierra, porque Jehová lo ha dicho.
 

1 Corintios 15:51-58
51 He aquí, os digo un misterio: No todos adormiremos, pero todos
seremos transformados
52 en un momento, en un aabrir y cerrar de ojos, al sonar la trompeta final;
porque se tocará la btrompeta, y los cmuertos serán resucitados
incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
53 Porque es menester que esto acorruptible se haya vestido de
incorrupción, y esto mortal se vista de binmortalidad.
54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto
mortal se haya vestido de ainmortalidad, entonces se cumplirá la palabra
que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.
55 ¿Dónde está, oh amuerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh bsepulcro, tu victoria?
56 El aguijón de la amuerte es el bpecado, y el poder del pecado, la cley.
57 Mas sean dadas agracias a Dios, que nos da la bvictoria por medio de
nuestro Señor Jesucristo.
58 Así que, amados hermanos míos, estad afirmes y constantes, creciendo
en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no
es en vano.

 
2 Nefi 9:6-15
6 Porque así como la muerte ha pasado sobre todos los hombres, para
cumplir el misericordioso adesignio del gran Creador, también es
menester que haya un poder de bresurrección, y la resurrección debe venir
al hombre por motivo de la ccaída; y la caída vino a causa de la
transgresión; y por haber caído el hombre, fue ddesterrado de la presencia
del Señor.
7 Por tanto, es preciso que sea una aexpiación binfinita, pues a menos que
fuera una expiación infinita, esta corrupción no podría revestirse de
incorrupción. De modo que el cprimer juicio que vino sobre el hombre
habría tenido que dpermanecer infinitamente. Y siendo así, esta carne
tendría que descender para pudrirse y desmenuzarse en su madre tierra,
para no levantarse jamás.
8 ¡Oh, la asabiduría de Dios, su bmisericordia y cgracia! Porque he aquí, si
la dcarne no se levantara más, nuestros espíritus tendrían que estar sujetos
a ese ángel que ecayó de la presencia del Dios Eterno, y se convirtió en
el fdiablo, para no levantarse más.
9 Y nuestros espíritus habrían llegado a ser como él, y nosotros seríamos
diablos, aángeles de un diablo, para ser bseparados de la presencia de
nuestro Dios y permanecer con el padre de las cmentiras, en la miseria
como él; sí, iguales a ese ser que dengañó a nuestros primeros padres,
quien se etransforma casi en fángel de luz, e incita a los hijos de los
hombres a gcombinaciones secretas de asesinato y a toda especie de obras
secretas de tinieblas.
10 ¡Oh cuán grande es la bondad de nuestro Dios, que prepara un medio
para que escapemos de las garras de este terrible monstruo; sí, ese
monstruo, amuerte e binfierno, que llamo la muerte del cuerpo, y también
la muerte del espíritu!
11 Y a causa del medio de la aliberación de nuestro Dios, el Santo de Israel,
esta bmuerte de la cual he hablado, que es la temporal, entregará sus
muertos; y esta muerte es la tumba.
12 Y esta amuerte de que he hablado, que es la muerte espiritual, entregará
sus muertos; y esta muerte espiritual es el binfierno. De modo que la
muerte y el infierno han de entregar sus muertos, y el infierno ha de
entregar sus espíritus cautivos, y la tumba sus cuerpos cautivos, y los
cuerpos y los cespíritus de los hombres serán drestaurados los unos a los
otros; y es por el poder de la resurrección del Santo de Israel.
13 ¡Oh cuán grande es el aplan de nuestro Dios! Porque por otra parte,
el bparaíso de Dios ha de entregar los espíritus de los justos, y la tumba los
cuerpos de los justos; y el espíritu y el cuerpo son crestaurados de nuevo
el uno al otro, y todos los hombres se tornan incorruptibles e dinmortales;
y son almas vivientes, teniendo un econocimiento fperfecto semejante a
nosotros en la carne, salvo que nuestro conocimiento será perfecto.
14 Por lo que tendremos un aconocimiento perfecto de toda nuestra bculpa,
y nuestra impureza, y nuestra cdesnudez; y los djustos,
hallándose evestidos de fpureza, sí, con el gmanto de rectitud, tendrán un
conocimiento perfecto de su gozo y de su rectitud.
15 Y acontecerá que cuando todos los hombres hayan pasado de esta
primera muerte a vida, de modo que hayan llegado a ser inmortales,
deben comparecer ante el atribunal del Santo de Israel; y entonces viene
el bjuicio, y luego deben ser juzgados según el santo juicio de Dios.

Mosíah 16:6-8
6 Ahora bien, si Cristo no hubiese venido al mundo, hablando de cosas
futuras acomo si ya hubiesen acontecido, no habría habido redención.
7 Y si Cristo no hubiese resucitado de los muertos, o si no hubiese roto las
ligaduras de la muerte, para que el sepulcro no tuviera victoria, ni la
muerte aaguijón, no habría habido resurrección.
8 Mas hay una aresurrección; por tanto, no hay victoria para el sepulcro, y
el aguijón de la bmuerte es consumido en Cristo.
9 Él es la aluz y la vida del mundo; sí, una luz que es infinita, que nunca se
puede extinguir; sí, y también una vida que es infinita, para que no haya
más muerte.

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