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Antes que nada, me gustaría recalcar que los sucesos negativos, desgracias o situaciones
dolorosas que acontecen en nuestra vida no son culpa del Altísimo y mucho menos tomarlo
como castigo de su parte.
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La muerte es una parte esencial del plan de salvación del Padre Celestial (véase 2
Nefi 9:6). Para llegar a ser como nuestro Padre Eterno, tenemos que experimentar
la muerte para después obtener un cuerpo perfecto y resucitado.
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1 Corintios 15:51-58
51 He aquí, os digo un misterio: No todos adormiremos, pero todos
seremos transformados
52 en un momento, en un aabrir y cerrar de ojos, al sonar la trompeta final;
porque se tocará la btrompeta, y los cmuertos serán resucitados
incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
53 Porque es menester que esto acorruptible se haya vestido de
incorrupción, y esto mortal se vista de binmortalidad.
54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto
mortal se haya vestido de ainmortalidad, entonces se cumplirá la palabra
que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.
55 ¿Dónde está, oh amuerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh bsepulcro, tu victoria?
56 El aguijón de la amuerte es el bpecado, y el poder del pecado, la cley.
57 Mas sean dadas agracias a Dios, que nos da la bvictoria por medio de
nuestro Señor Jesucristo.
58 Así que, amados hermanos míos, estad afirmes y constantes, creciendo
en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no
es en vano.
2 Nefi 9:6-15
6 Porque así como la muerte ha pasado sobre todos los hombres, para
cumplir el misericordioso adesignio del gran Creador, también es
menester que haya un poder de bresurrección, y la resurrección debe venir
al hombre por motivo de la ccaída; y la caída vino a causa de la
transgresión; y por haber caído el hombre, fue ddesterrado de la presencia
del Señor.
7 Por tanto, es preciso que sea una aexpiación binfinita, pues a menos que
fuera una expiación infinita, esta corrupción no podría revestirse de
incorrupción. De modo que el cprimer juicio que vino sobre el hombre
habría tenido que dpermanecer infinitamente. Y siendo así, esta carne
tendría que descender para pudrirse y desmenuzarse en su madre tierra,
para no levantarse jamás.
8 ¡Oh, la asabiduría de Dios, su bmisericordia y cgracia! Porque he aquí, si
la dcarne no se levantara más, nuestros espíritus tendrían que estar sujetos
a ese ángel que ecayó de la presencia del Dios Eterno, y se convirtió en
el fdiablo, para no levantarse más.
9 Y nuestros espíritus habrían llegado a ser como él, y nosotros seríamos
diablos, aángeles de un diablo, para ser bseparados de la presencia de
nuestro Dios y permanecer con el padre de las cmentiras, en la miseria
como él; sí, iguales a ese ser que dengañó a nuestros primeros padres,
quien se etransforma casi en fángel de luz, e incita a los hijos de los
hombres a gcombinaciones secretas de asesinato y a toda especie de obras
secretas de tinieblas.
10 ¡Oh cuán grande es la bondad de nuestro Dios, que prepara un medio
para que escapemos de las garras de este terrible monstruo; sí, ese
monstruo, amuerte e binfierno, que llamo la muerte del cuerpo, y también
la muerte del espíritu!
11 Y a causa del medio de la aliberación de nuestro Dios, el Santo de Israel,
esta bmuerte de la cual he hablado, que es la temporal, entregará sus
muertos; y esta muerte es la tumba.
12 Y esta amuerte de que he hablado, que es la muerte espiritual, entregará
sus muertos; y esta muerte espiritual es el binfierno. De modo que la
muerte y el infierno han de entregar sus muertos, y el infierno ha de
entregar sus espíritus cautivos, y la tumba sus cuerpos cautivos, y los
cuerpos y los cespíritus de los hombres serán drestaurados los unos a los
otros; y es por el poder de la resurrección del Santo de Israel.
13 ¡Oh cuán grande es el aplan de nuestro Dios! Porque por otra parte,
el bparaíso de Dios ha de entregar los espíritus de los justos, y la tumba los
cuerpos de los justos; y el espíritu y el cuerpo son crestaurados de nuevo
el uno al otro, y todos los hombres se tornan incorruptibles e dinmortales;
y son almas vivientes, teniendo un econocimiento fperfecto semejante a
nosotros en la carne, salvo que nuestro conocimiento será perfecto.
14 Por lo que tendremos un aconocimiento perfecto de toda nuestra bculpa,
y nuestra impureza, y nuestra cdesnudez; y los djustos,
hallándose evestidos de fpureza, sí, con el gmanto de rectitud, tendrán un
conocimiento perfecto de su gozo y de su rectitud.
15 Y acontecerá que cuando todos los hombres hayan pasado de esta
primera muerte a vida, de modo que hayan llegado a ser inmortales,
deben comparecer ante el atribunal del Santo de Israel; y entonces viene
el bjuicio, y luego deben ser juzgados según el santo juicio de Dios.
Mosíah 16:6-8
6 Ahora bien, si Cristo no hubiese venido al mundo, hablando de cosas
futuras acomo si ya hubiesen acontecido, no habría habido redención.
7 Y si Cristo no hubiese resucitado de los muertos, o si no hubiese roto las
ligaduras de la muerte, para que el sepulcro no tuviera victoria, ni la
muerte aaguijón, no habría habido resurrección.
8 Mas hay una aresurrección; por tanto, no hay victoria para el sepulcro, y
el aguijón de la bmuerte es consumido en Cristo.
9 Él es la aluz y la vida del mundo; sí, una luz que es infinita, que nunca se
puede extinguir; sí, y también una vida que es infinita, para que no haya
más muerte.