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Sonando van sus nuevas allent parte del mar  | Albert o
Mont aner Frut os

El☝Cid
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germanística:
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consideraciones
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sobre un héroe
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distinto
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Victor Millet
p. 285-296

Texto completo
I
1 Durante bastante tiempo fue habitual dedicar trabajos
contrastivos de poesía épica a las comparaciones entre
textos o a las filiaciones entre motivos de una y otra
literatura1. Sin embargo, en el presente trabajo no
pretendo buscar nexos entre elementos cidianos y sus
correspondientes en las obras germanas. En primer lugar
porque tales estudios descansan sobre una base
metodológica muy exigua y a menudo resulta algo
forzado2. En segundo lugar porque creo que  –en la
actualidad–  no es tan importante determinar posibles
nexos entre tradiciones heroicas germanas y románicas
(aunque en otra ocasión habrá que volver sobre algunas
de las teorías avanzadas hasta la fecha)3, como fomentar
el intercambio de metodologías entre germanistas y
romanistas, con el fin de enriquecer y diferenciar nuestra
interpretación de las obras4. La progresiva especialización
académica ha aportado grandes avances en las filologías
en las últimas décadas, principalmente gracias al

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desarrollo de metodologías nuevas o específicas,
adaptadas a los textos transmitidos en cada lengua. Sin
embargo, el alejamiento de las áreas de conocimiento ha
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que no sepamos qué hacen nuestros
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vecinos. Es en este sentido que el intercambio entre las
disciplinas me parece que puede resultar más fructífero,
✓ OK, acept
pues ar t odas
permite conocer nuevas formas de aproximación a
problemas que, sobre todo en el ámbito de las literaturas
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medievales,
cookies no dejan de ser bastante parecidos. Por ello
me he propuesto plantear mis reflexiones como el
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germanista que soy y explicar cómo analizaría el Cid
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esa perspectiva, exponer las premisas de las que
partiría y el tipo de análisis que trataría de realizar5. No
lo ejemplificaré en ningún texto germano, porque lo he
hecho extensivamente en un libro relativamente reciente6.
Por el contrario, trataré de exponer, de manera sucinta,
qué es lo que más llamaría la atención al germanista si el
Cantar de mio Cid fuera un texto alemán, qué pensaría de
él y cómo lo analizaría. Muchas de las observaciones no
son nuevas, pero a lo mejor mis comentarios  –que son
netamente experimentales–  contribuirán a ver el
problema que se plantea desde una nueva óptica. Luego
los especialistas cidianos verán si algo de lo que he dicho
puede resultar de utilidad. Haré comparaciones con la
épica germánica, pero no para establecer filiaciones, sino
meramente para mostrar paralelismos que expliquen mi
forma de operar.
II
2 Lo primero que llama la atención al germanista es la
insistencia de la crítica en denominar al personaje
literario del Cid héroe por cualidades como la mesura, la
lealtad, la astucia y la sumisión, así como por otras
muchas virtudes que, en el Cantar, hacen de él un hombre
cabal7. No cabe duda de que el texto presenta así a su
protagonista, pero resulta difícil aceptar estas
características como definición de un héroe épico. En las

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tradiciones germánicas, el héroe se caracteriza por tener
un punto de exorbitancia y desmesura que lo distingue
8
del
Este común
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cookies y . Donde mejor se observa es en
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aquellos héroes que luchan contra monstruos: vencer al
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dragón, la bestia que representa el caos y el mal, conlleva
siempre adoptar algunas de sus características. Sigfrido
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se baña en la sangre del dragón y adquiere una piel tan
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dura quet odas las
ningún arma logra traspasarla; según las
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versiones escandinavas, la sangre toca su lengua y
entonces entiende el lenguaje de los pájaros9. En cualquier
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caso, el héroe se deshumaniza parcialmente para poder
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superar a la fiera; y eso es lo que hace de él un héroe. En
otros casos hay que hacer un esfuerzo para
rehumanizarlo: CúChulainn regresa tan embravecido de
su lucha contra los vástagos de la bestia Nechta que hay
que sumergirlo consecutivamente en tres barriles de agua
fría: el primero revienta por el contraste de temperaturas,
en el segundo el agua hierve al instante y en el tercero ya
sólo se pone tibia10. Teodorico, que es el héroe principal de
la épica alemana del siglo XIII, es un combatiente normal
y por tanto vencible hasta que algo le hace enfurecer;
entonces desarrolla tal furia en el combate que ningún
adversario se le resiste. En algunas versiones incluso
escupe fuego por la boca o su armadura se pone
incandescente11. En otra dirección van las imágenes de
Hogni riendo mientras le arrancan el corazón o de
Gunnar tocando el arpa en la sima de las serpientes
ponzoñosas, que presenta el Cantar de Atli escandinavo
del siglo XIII y que son emblemáticas porque responden a
una acción –el viaje a la corte de Atila– emprendida con la
conciencia de que se trataba de una trampa y en una
especie de furia embriagadora (af mó∂i stórom, v. 9,8) que
lanza al héroe a esa muerte segura que le garantiza la
victoria12.
3 Resulta evidente que, en comparación con estos y otros
muchos héroes germanos, el heroísmo del Cid del Cantar

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resulta, como mínimo, cuestionable. Nadie duda de que es
un buen estratega y luchador, pero en vano buscamos
alguna
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sus supuestos colegas del norte. No hay en el Cantar de
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mio Cid ningún episodio que muestre al protagonista
realizando alguna gesta que le haga sobresalir por
✓ OK, acept ar t odas
encima de los demás hombres. Se da por supuesto que el
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Cid es un t odas las pero el lector del Cantar no encuentra
héroe,
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ninguna heroicidad que vaya más allá de ser un buen
soldado. Es un buen combatiente, quizás incluso el mejor,
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pero jamás hace algo que lo convierta en héroe porque
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ningún otro humano sería capaz de hacerlo. Ni siquiera el
episodio del león es útil en este sentido, dado su evidente
significado alegórico13  y sobre todo por la total ausencia
de acción. Además, se presenta al Cid como vasallo en
busca de un buen señor; eso también choca al conocedor
de la épica germánica, donde ningún héroe que se precie
necesita someterse a un señor, puesto que le basta la
fuerza guerrera que le distingue. Por eso, casi todos los
héroes germanos son reyes; aunque su reino sea pequeño,
son independientes porque su poderío militar les permite
prescindir de un señor.
4 Otro elemento que llama la atención a quien viene de los
textos germanos es el tratamiento del dinero, la
insistencia en registrar los gastos, negociar sueldos,
indicar el valor de cada botín y resaltar el precio de los
objetos más destacados. Para el héroe germano el oro sólo
se concibe como tesoro, es decir como acumulación mayor
o menor de riquezas que otorga poder o que es símbolo
del mismo. El oro no es divisible en la épica germánica
porque lo que importa es su valor simbólico y su
capacidad de atraer a otros héroes14. Los problemas que
acarrea el oro de los Nibelungos derivan precisamente de
ese afán de partir un tesoro que sólo es concebible como
unidad15. El único texto en que se cuentan las piezas es el
Waltharius, una obra cuyo objetivo es precisamente el de

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llevar a cabo una ácida parodia del género heroico
germano. Allí los héroes tratan incluso de negociar el
número
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y de oro que ha de quedarse cada
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uno y al final, cuando también se han repartido el daño y
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los tres han perdido alguno de sus miembros, el autor
levanta el dedo moralizante y formula su famoso
✓ OK, acept ar t odas
comentario «  Así, así se repartieron los brazaletes
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hunos» 16 t odas las
.
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5 Finalmente, hay un tercer factor mucho más importante
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llama la atención del germanista porque subraya esa
ausencia de heroísmo en el Cantar de mio Cid: el conflicto
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no se dirime por la vía agonal, es decir por el
enfrentamiento del héroe con su adversario, sino que se
diluye hasta que nadie parece acordarse de él. Es cierto
que al final hay un combate, pero sin la participación del
héroe y cuando todo ya está resuelto por la vía jurídica.
Pero la vía jurídica es la negación del heroísmo. Lo que es
el conflicto principal en torno al que gira la mayor parte
del poema ha sido despojado de todo elemento que pueda
conducir a un enfrentamiento. Aunque no conservemos
los primeros cuarenta o cincuenta versos del poema, a
tenor de la prosificación de la Crónica de Castilla el
destierro del Cid no se narraba al principio del Cantar,
sino que se debió de dar por conocido o hacer referencia a
él de forma muy somera. Más adelante, el retorno del
héroe se describe como un acto de sumisión y sin que se
vuelva a hacer mención del conflicto que originó el
destierro. Eso carece de lógica narrativa (aunque la tenga
jurídica) a un nivel intratextual. Pero la imagen que se
ofrece del Cid sometiéndose a su rey llama
poderosamente la atención de cualquiera que esté
familiarizado con los textos germanos. Teodorico no
regresa de su destierro solicitando clemencia de quien lo
echó al exilio, sino con un poderoso ejército dispuesto a
reconquistar su territorio o perder la vida17. Hildebrand
combate contra su propio hijo por no querer someterse en

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el regreso de su destierro18. Walther no entrega el oro a
Gunther y Hagen, que le salen al paso en su huída de la
corte
Este de usa
sitio web Atila, sinoy que se enfrenta a ellos en feroz pelea19.
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Ni siquiera Wieland, al que el rey ha mandado cortar los
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tendones de las rodillas y condenado a servir de herrero y
orfebre en una oscura fragua, se somete, sino que pone en
✓ OK, acept ar t odas
marcha una terrible venganza que aniquila el linaje del
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rey 20 t odas las Iring, a quien el rey de Turingia ordenó
. E incluso
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que matara al rey de Sajonia, no se somete cuando, nada
másPersonalizar
cometido el magnicidio, el de Turingia lo destierra
por traidor. Iring mata también al otro rey, coloca su
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cadáver debajo del primero y se abre paso entre la
multitud con su espada21. El Cid en cambio se humilla,
muerde la hierba y llora por obtener el perdón de su rey,
cuyo poder efectivo es muy inferior al del propio
protagonista (vv. 2019-2025). A quien viene de las
tradiciones heroicas germánicas, el personaje castellano
tiene que parecerle, dicho de manera provocadora, un
blando que no da la talla.
III
6 Para el germanista no cabría duda de que en todo ello se
refleja la mano del autor del Cantar. La hipótesis más
habitual, visto lo que ocurre con todos los textos
conservados en las literaturas germánicas, sin excepción
alguna, sería que posiblemente existió una historia sobre
el Cid que circulaba por tradición oral y que el autor del
Cantar la modificó para adaptarla a los intereses de
quienes le hicieron el encargo.
7 Conviene justificar brevemente esta hipótesis. Ni en la
filología alemana, ni en la inglesa, ni en la escandinava ha
existido el debate entre tradicionalistas e individualistas
que tanto ha marcado la investigación de la epopeya
romance desde finales del siglo XIX y que tanta energía
costó hasta hace pocas décadas. La existencia de leyendas
de tradición oral se consideró siempre un hecho. El motivo
principal es sencillo: a diferencia de lo que ocurre en la

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Romania, contamos con un número suficiente de
testimonios que nos permiten tener la certeza de que
existieron
Este leyendas
sitio web usa cookies y heroicas de tradición oral que
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alcanzaron extraordinaria difusión en el espacio y en el
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tiempo, cruzando incluso fronteras lingüísticas y
geográficas22. No sólo conservamos textos poéticos, sino
✓ OK, acept ar t odas
también testimonios indirectos, es decir resúmenes por
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parte de t analistas
odas las latinos o alusiones en otros escritos e
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incluso representaciones plásticas, y eso desde época muy
temprana.
PersonalizarEn consecuencia, nadie pudo presentar jamás
una tesis como la de Joseph Bédier y nunca hubo dudas
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acerca de la amplia existencia de leyendas de tradición
oral.
8 Otra cosa es que los testimonios sean más o menos
clarificadores en cuanto a la historia que narraba la
leyenda en cuestión, porque a menudo las alusiones son
tan escuetas o tan sesgadas que es difícil hacer
afirmaciones sobre qué relato conocía el público de la
época. Tampoco sabemos cómo nacieron las distintas
tradiciones, aunque hay cierto consenso en la suposición
de que no existieron relatos noticieros que se fueron
deshistorizando, sino que la leyenda nace desde un
principio como relato literario23. Finalmente, tampoco
sabemos cómo era esa tradición oral. Existen motivos
para dudar de que cada recitación implicara una nueva
repentización de la historia, como defendía Albert Lord
en base a su estudio de la tradición balcánica24; pero no
cabe duda tampoco de que la tradición oral es abierta,
admite un amplio espectro de variantes, permite la
constante modificación de frases y motivos, siempre que
el relato siga siendo el mismo. La oralidad es una maraña
de voces dispares25 e incluso cabe la posibilidad de que se
transmitiera conocimiento sobre una leyenda en forma de
resúmenes o comentarios26.
9 Sin embargo, los textos que han llegado hasta nosotros no

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reproducen jamás de manera fiel la materia que abordan.
En primer lugar porque la tradición oral  –la materia–
  ponía
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disposición
cookies y del autor un cúmulo de variantes y
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posibilidades demasiado confuso y era obligado llevar a
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cabo una selección. Pero, sobre todo, porque el cambio de
medio de comunicación –de la oralidad a la escritura– no
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era meramente técnico ni casual, sino que respondía a
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una t odas lasconcreta de dotar al viejo relato de un
voluntad
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nuevo significado. El autor medieval que pone por escrito
unaPersonalizar
leyenda de tradición oral, lo hace porque sabe que
con los instrumentos que le brinda la escritura podrá
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conferirle un sentido novedoso y de actualidad para su
público. La composición de un poema épico significa que
se quiere dar una nueva interpretación de la vieja
historia. Hay que tener en cuenta que el enorme esfuerzo
económico que suponía la composición de una obra
literaria tenía que merecer la pena; de lo contrario, era
más barato contratar a un juglar. El poeta, sin embargo,
escribe su nueva versión de la historia para un público
que conoce la leyenda tan bien como él. De esta manera se
establece un diálogo a tres bandas, pues el público
compara el nuevo texto con sus propios conocimientos, de
suerte que sutiles diferencias o cambios de orden pueden
abrir, por contraste, nuevos horizontes de
27
interpretación .
10 Para la germanística, pues, está claro que una cosa es el
texto escrito, que es más o menos fijo y que se transmite
por medio de copias, de las que a su vez se pueden hacer
remaniements, y otra la leyenda de tradición oral, que
vive en un número desconocido de versiones, variantes y
voces a las que no tenemos acceso. Al primero lo
llamamos poema épico, porque es el único que puede
recibir tal nombre. A la segunda la llamamos Sage,
término que en castellano suele traducirse como leyenda,
si bien se da la circunstancia de que etimológicamente la
palabra < leyenda > viene de legere, lo que denota textos

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escritos, mientras que el sustantivo Sage procede de
sagen, en castellano decir, lo que presupone oralidad. Al
germanista
Este le desorienta
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hispanística se hable de cantares e incluso de poemas
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épicos tanto para definir obras que son producto de la
escritura culta, como el Cantar de mio Cid, como para
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definir leyendas de tradición oral28. Para un germanista,
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un poema t odas las
épico y un cantar son siempre textos o
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fragmentos de textos, en todo caso composiciones únicas y
cuya literalidad ha sido fijada. La oralidad, sin embargo,
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aunque no excluye la memorización de ciertos versos, es
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algo mucho más abierto y complejo, que vive de la
variante y la variabilidad, donde una voz no se asemeja a
la otra, donde no existe necesariamente una forma fija (o
no una sola) y donde un relato puede transmitirse en
verso y con música, pero también de otras muchas
maneras que prescindan de tales requisitos. Para el
público, una leyenda no es otra cosa que el recuerdo de
todas las recitaciones, los extractos, resúmenes, digestos,
repertorios e incluso comentarios que ha oído de la
misma historia, es decir que es una noción abstracta que
se concretiza y se adapta cada vez que se escucha de
nuevo total o parcialmente. Por ello, para el germanista la
referencia a una tradición oral no puede hacerse
utilizando términos acuñados para textos literarios y que
transmiten la falsa noción de una teórica posibilidad de
reconstrucción o la existencia de textos fijados.
IV
11 A la hora de analizar el Cantar de mio Cid desde esta
perspectiva, la primera cuestión que se plantea es si hubo
realmente una tradición oral en torno al Cid en la que se
basara el Cantar. La situación es algo compleja en el caso
castellano, porque aunque la crítica no descarta la
existencia de leyendas heroicas cidianas29, es obvio que a
lo largo del siglo XII los relatos sobre este personaje de la
ficción oral  –si existieron–  fueron sometidos a diversos

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procesos de apropiación por parte de sectores clericales y
políticos diversos con la intención de ofrecer una
interpretación
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Campidoctoris, la Historia Roderici, el Linage de Rodric
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Diaz y la Cronica Naierensis). Esto significa que hubo
intentos de reinterpretación de la tradición y que
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conviene estudiar con sumo cuidado los testimonios,
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como t odas la
lo hace lashispanística en general30.
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12 Aunque no podamos reconstruir verbalmente las
leyendas orales sobre el Cid, sí podemos tratar de
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entender el patrón que siguieron, la lógica de su ficción.
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Los relatos tradicionales se basan siempre en
determinados patrones argumentales que, de manera
similar a los motivos, están presentes en muchas culturas
distintas31. La leyenda germánica de Hildebrand sigue el
patrón del combate entre padre e hijo que, con
paralelismos muy estrechos, se encuentra también en una
de las historias del héroe irlandés CúChulainn, en otra
dedicada al gran héroe ruso Il’ja Muromec y en la de
Rustem y Sohrab del Libro de los Reyes del poeta persa
Ferdowsi32. La leyenda de los Nibelungos se basa en el
mismo esquema argumental que el mabinogi galés de
Branwen y que la historia anglosajona de Finn33. Las
leyendas de Hilde y de Walther son variantes del tipo
narrativo de la conquista de la esposa con rapto
consentido34. Estos patrones argumentales no son más
que esqueletos narrativos: unos personajes determinados
y una acción que se desarrolla con una secuencia
particular. El margen de variabilidad es amplio, pero está
delimitado por el propio patrón.
13 Así pues, para entender la leyenda del Cid, el germanista,
acostumbrado al análisis de las materias heroicas
septentrionales, buscaría primero dar con el patrón
argumental en el que se fundamentaba. Los testimonios
disponibles son escasos y exigen sumo cuidado por las
diversas dificultades que cada caso plantea. Con todo,

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puede constatarse que tanto los romances más antiguos
como la Historia Roderici coinciden con el Cantar en
resaltar
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sitio web usa tema y del destierro. Para el germanista no
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resulta problemático consultar también las baladas para
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tratar de descubrir cuál pudo haber sido el argumento de
una leyenda heroica. Bien es cierto que, tratándose de
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textos muy tardíos, se imponen grandes reservas. El
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género t odas
la las
balada, además de ofrecer versiones muy
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breves de la leyenda, se caracteriza por oscurecer el
contexto histórico y eliminar el elemento trágico del
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35
conflicto . Así por ejemplo, la balada sobre el héroe
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germano Hildebrand, que aparece a finales del siglo XV y
no guarda relación directa alguna con el Cantar de
Hildebrand escrito a principios del siglo IX, narra el
mismo combate armado entre padre e hijo, pero elimina
la muerte de este último y termina en una reconciliación.
Esta balada es un testimonio decisivo para poder afirmar
que existió una tradición narrativa que contaba el
enfrentamiento armado entre Hildebrand y su hijo
cuando el padre regresaba de su exilio, a pesar de que la
historia genuina no debió de terminar tal y como lo hace
el texto más reciente36. Pero en otros casos sabemos con
seguridad que testimonios tardíos basados en la tradición
oral pueden sacar a la luz motivos de los que sabemos
que son muy antiguos37.
14 Asumamos pues, aunque sólo sea por motivos heurísticos,
que existió un núcleo narrativo de tradición oral sobre el
destierro del Cid38. Probablemente no fue el único tema en
torno al cual circulaban historias sobre este personaje y
según parece convivía también con tradiciones clericales.
Pero fue uno de los núcleos narrativos existentes. Ahora
bien, el destierro del héroe es –en la literatura como en la
historia–  siempre un momento de elevado nivel
conflictivo. Así ocurre también en la leyenda alemana de
Teodorico. Su tío Ermanarico usurpa el poder y Teodorico
opta por ir al destierro para no causar daño a sus leales

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amigos. Con sus mejores guerreros acude a la corte de
Atila. Desde allí regresará con un poderoso ejército con el
que
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usa cookies y a Ermanarico en una batalla cruenta y
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despiadada en la que parientes y amigos se matan unos a
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otros39. El enfrentamiento con el rey significa el encuentro
de los dos máximos poderes del lugar y es un signo
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inequívoco de la debilidad del soberano; y Ermanarico es,
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por lo quet odas
delasél cuentan otras historias, sin duda alguna
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el más felón de los monarcas de la épica germánica. Su
usurpación
Personalizar del poder y la posterior matanza entre
parientes significa la ruptura de la continuidad dinástica.
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Por su parte, el héroe épico se caracteriza por su fuerza
como guerrero, representa de hecho el poder fáctico de
las armas. Por ello, no es propiamente desterrado ni
marcha sin sustento ni seguridad jurídica, sino que
abandona el reino arropado por su poderío militar, lo que
para el rey implica la pérdida de uno de sus pilares
defensivos.
15 En consecuencia, desde la perspectiva germanista,
cualquier relato heroico de tipo tradicional que pretenda
ser tomado en serio debe tratar este conflicto y mostrar
esa superioridad del protagonista. Así lo hacen Lucas de
Tuy y más tarde los romances cuando tratan la jura de
Santa Gadea: el rey destierra al héroe por un año y él se
destierra por cuatro, es decir que añade su voluntad al
exilio40. No quiero afirmar que en la tradición que conocía
el autor del Cantar de mio Cid el motivo del destierro
fuera el juramento. Pero sí que se debió de tratar de un
episodio en el que el Cid ponía en duda la autoridad regia
y demostraba que su marcha no suponía una total
sumisión41. Desde la lógica del funcionamiento de los
relatos heroicos tradicionales, ésta sería la hipótesis más
plausible. Parece confirmarse, además, por el hecho de
que tanto los romances como las Mocedades de Rodrigo y
sus antecedentes nos muestran a un héroe provocador e
insumiso42. Aquí nos encontraríamos al verdadero héroe,

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aquel que echábamos en falta al principio, el que se basta
a sí mismo como guerrero y está dispuesto a dirimir
cualquier
Este sitio web usatipo dey conflicto o diferencia por la vía del
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enfrentamiento agonal, es decir por el combate. Los
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héroes no entienden de sutilezas legales, para ellos rige
siempre la ley del más fuerte y ese es su cometido
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literario. El Cid de los romances y de las Mocedades es un
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héroe cont odas
estaslascaracterísticas.
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16 A menudo se ha dicho que este otro carácter del héroe
tuvo que ser un elemento tardío. Sin duda, existen
Personalizar
argumentos para pensarlo. Pero si el Cid fue alguna vez
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un héroe legendario, al germanista habituado a otra clase
de héroes le resultaría más probable que fuera ese el tipo
de personaje que la tradición presentaba. De hecho, los
múltiples esfuerzos de la documentación más antigua,
incluidos el Carmen Campidoctoris y la Historia Roderici,
por presentar al Cid como vasallo modélico y hombre
mesurado e inteligente podrían indicar que competían
con una tradición oral que afirmaba todo lo contrario.
Porque no hay que olvidar que todo narrar es generar
significado, de manera que una tradición narrativa sobre
un héroe que cuestiona la autoridad monárquica era
como mínimo susceptible de ser objeto de rectificación
por parte de quienes ostentaban la escritura y en
consecuencia la historiografía oficial.
17 Ahora bien, las conclusiones que se extraen sobre la
tradición oral heroica mediante reflexiones de este tipo no
pueden ser un fin en sí del análisis académico, porque la
oralidad medieval es irrecuperable. Puesto que lo único
que poseemos son los textos, que son literarizaciones
tendenciosas de las leyendas, la validez de nuestras
hipótesis se mide por la luz que vierten sobre las obras
escritas y por lo que nos permiten entender de ellas. Si
partimos de la hipótesis aquí apuntada de que la
tradición que el público y el autor del Cantar de mio Cid
conocían sobre este personaje contaba una historia de un

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héroe duro e insumiso, que salía orgulloso al destierro,
las consecuencias para la comprensión de este poema
épico
Este serían
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usa cookies y Su labor habría consistido en hacer
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del vasallo rebelde un vasallo reflexivo, dócil y sabio,
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transformar al Cid joven e impetuoso en un hombre más
sosegado y maduro. Desheroizar al personaje, en
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definitiva, como se ha indicado al principio, para dotarlo
✗ Denegar
de trazost odas
máslashumanos y más verosímiles, pero menos
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épicos y menos literarios.
18 Desde esta óptica, el hecho de que el autor obviara el
Personalizar
episodio del destierro (o sólo lo tratara muy por encima,
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porque para más no daban los escasos cincuenta versos
perdidos) podría ser interpretado como intento de pasar
de soslayo por un episodio que daba una imagen del
héroe poco acorde con la que se pretendía transmitir.
Darlo por supuesto era la mejor manera de mantener
sobre él el velo del semi-olvido y de la confusión entre
variantes. Algo parecido hizo el autor del Cantar de los
Nibelungos, quien en lugar de presentar a un Sigfrido que
se forma en una herrería en el bosque, que mata el
dragón, se baña en su sangre y obtiene luego el tesoro de
los Nibelungos, como lo conocía la tradición, presenta al
lector a un príncipe cortés en cuya biografía no hay
espacio visible para aquellas salvajes heroicidades43. Bien
es cierto que en el Cantar de mio Cid Martín Antolínez
ofrece a los judíos Rachel y Vidas una explicación del
destierro (vv. 109-116). Según él, el Cid se apropió de
parte de las parias destinadas al rey y fue acusado y
desterrado. Al germanista le sorprendería mucho que este
motivo fuera genuino, porque nadie es exiliado por
diferencias económicas, al menos en la literatura épica
que conocemos. Ser desterrado por deber dinero no es
heroico; ni siquiera es aristocrático. Si el autor del Cantar
ha derivado las razones del exilio hacia asuntos
económicos significa que intentó minimizar el problema,
presentarlo como una pequeñez. Tampoco hay que

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olvidar que la de Martín Antolínez no es la explicación
oficial del destierro, sino la versión que da un personaje a
otros
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sitio web los quey se pretende engañar, de manera que
te permite controlar las que
resulta poco fiable. El autor no podría haber encontrado
deseas activar
una vía mejor para cuestionar los fundamentos del
destierro y sumirlos en una confusión que no queda
✓ OK, acept ar t odas
resuelta.
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En todo tcaso,
odas lasni en la escena de la reconciliación ni en
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ninguna otra se retoma el motivo del destierro, sino que
todo se focaliza sobre los deseos del Cid de reconciliarse
Personalizar
con el rey. No se soluciona el conflicto, sino que se olvida;
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en consecuencia, el héroe deja de serlo porque no tiene
ocasión para mostrarse como tal. Por otro lado, el propio
rey se comporta todo el tiempo de manera que el lector
incluso duda de que tuviera motivos verdaderos para
desterrar al protagonista. Todo está pensado para reducir
el potencial de tensión que la trama alberga. La intención
ideológica es evidente: la debilidad del monarca se
disimula y la fortaleza del héroe se somete
voluntariamente al soberano para engrandecer el
imperio. No es de extrañar que las crónicas castellanas
recurrieran al Cantar de mio Cid e incluso lo copiaran casi
literalmente; tampoco que Lucas de Tuy volviera a sacar
al héroe menos refinado.
20 Sin embargo, para cumplir su cometido, el autor ha tenido
que sacrificar toda la apasionante tensión que podría
haber generado entre los principales personajes si
hubiera mantenido las características heroicas de la
materia. Redujo su potencial literario para aumentar su
proximidad a la historia. Para un germanista conocedor
de la poesía heroica de la temprana Edad Media o para
cualquiera que espere hallar en el poema castellano un
heroísmo tópico, el Cantar de mio Cid resulta francamente
aburrido. Ahora bien, no cabe duda de que la obra refleja
al mismo tiempo un cambio de actitud hacia lo heroico44.
Aunque éste también se observa en los textos germanos

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(desde el Cantar de los Nibelungos, el más vehemente,
hasta la Saga de Teodorico, el más global), resulta
innegable
Este sitio web usaque el ypoema castellano opera de una manera
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te permite controlar las que
muy peculiar en el contexto europeo, ofrece una visión
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diferente de la que hallamos en los otros textos del
género45. En este sentido tiene sin duda grandes
✓ OK, acept ar t odas
cualidades y ofrece muchos atractivos para la crítica.
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Notas
Personalizar
1. Mantengo el formato de ponencia con el que estas páginas fueron
presentadas. Sin embargo, he tratado de completarlas según los
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múltiples comentarios que recibí, y que agradezco mucho, en un
intento de trasladar a mi trabajo el excelente clima de debate que se
generó en Burgos. Espero que el lector entienda tan bien como lo
hizo el generoso público que mi iconoclasia no es más que una
invitación a la reflexión crítica.
2. Entre los trabajos más meritorios figura K. Wais, Frühe Epik
Westeuropas und die Vorgeschichte des Nibelungenliedes. I: Die Lieder
um Kriemhilt, Brünhilt, Dietrich und ihre frühen außerdeutschen
Beziehungen, Tübingen, Niemeyer, 1953. Pero la crítica señaló
enseguida la debilidad metodológica, de manera que Wais ya no
publicó el segundo volumen planeado. La germanística nunca ha
tomado muy en serio los trabajos de Erich von Richthofen, Studien
zur romanischen Heldensage des Mittelalters, Halle, Niemeyer, 1944 (y
posteriores).
3. Véase de momento la introducción a Victor Millet, Épica germánica
y tradiciones épicas hispánicas: Waltharius y Gaiferos, Madrid, Gredos,
1998.
4. Realicé un primer intento en esta dirección en Victor Millet,
«  Tradición y epopeya: Ensayo metodológico sobre la poesía épica
castellana », Cultura Neolatina, 54, 1994, p. 125-160.
5. Véase como introducción general Klaus von See, Germanische
Heldensage. Stoffe  –  Probleme  –  Methoden, 2.a ed., Wiesbaden,
Athenaion, 1981.
6. Victor Millet, Héroes de libro: Poesía heroica en las culturas anglo-
germánicas medievales, Santiago de Compostela, Universidad, 2007.
7. Pongo por ejemplo un libro tan poco sospechoso de ofrecer una
visión sesgada como el de Alan Deyermond, El « Cantar de Mio Cid » y
la épica medieval española, Barcelona, Sirmio, 1987. Sigo el texto de

☝🍪
Cantar de mio Cid, ed. Alberto Montaner, Madrid, Real Academia
Española; Barcelona, Galaxia Gutenberg (Biblioteca Clásica de la Real
Academia
Este Española,
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y 2011.
te permite controlar las que
8. Klaus von See, « Was ist Heldendichtung? », en Klaus von See (ed.),
deseas activar
Europäische Heldendichtung, Darmstadt, Wissenschaftliche
Buchgesellschaft, 1978, p.  1-38  (reeditado en Klaus von See, Edda,
✓ OK, Skaldendichtung,
Saga, acept ar t odas Heidelberg, Winter, 1981, p.  154-193). Desde
otra perspectiva lo ha estudiado Brian O. Murdoch, The Germanic
✗ Denegar t odas las
Hero. Politics and Pragmatism in Early Medieval Poetry, Londres,
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Hambledon, 1996.
Personalizar
9. Das Nibelungenlied, ed. Karl Bartsch, Helmut de Boor y Roswitha
Wisniewski, Mannheim, Brockhaus, 198822. Cantar de los Nibelungos,
Política de privacidad
ed. Lorenzo Criado, Madrid, Cátedra, 1994; The Poetic Edda, ed.
Ursula Dronke, t. 1, Oxford, Clarendon, 1969; Edda Mayor, ed. Luis
Lerate, Madrid, Alianza, 1986. Se hallarán los textos y las
descripciones en V. Millet, Héroes de libro (cit. nota 6).
10. Die altirische Heldensage Táin bó Cúalnge, ed. Ernst Windisch,
Leipzig, Hirzel, 1905, capítulo VII, p.  164-169. Se puede consultar
también la traducción inglesa The Táin, ed. Thomas Kinsella, Oxford,
University Press, 1970. Sobre este episodio puede verse ahora
Alberto Montaner, « La triple furia de Cú Chulainn: Motivos literarios
y correlatos antropológicos », Revista de Poética Medieval, 25 2011, [=
monográfico Épica, folklore y literatura comparada: Nuevas
perspectivas, ed. Ó. Abenojar y A. Boix], p. 221-294.
11. Rabenschlacht, ed. Elisabeth Lienert y Dorit Wolter, Tübingen,
Niemeyer, 2005; la Saga de Teodorico puede leerse ahora en
traducción francesa: La Saga de Théodoric de Vérone. Introduction,
traduction du norrois et notes, ed. Claude Lecouteux, París, Champion,
2001, así como en traducción castellana: Saga de Teodorico de Verona.
Anónimo del s. XIII, ed. Mariano González Campo, Madrid, La esfera
de los libros, 2010.
12. Edda Poética (cit. nota 9).
13. Véanse los trabajos de Carina Zubillaga y Alfonso Boix en este
mismo volumen.
14. Alois Wolf, Gestaltungskerne und Gestaltungsweisen in der
altgermanischen Heldendichtung, München, Fink, 1965.
15. Esto se plasma de manera muy clara en la Saga de los Volsungos
noruega del s. XIII, en la cual pesa una maldición sobre un tesoro que
afecta a quien lo posea como un todo. Véase Saga de los Volsungos, ed.
Javier E. Díaz Vera, Madrid, Gredos, 1998.

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16. V. 1404: Sic sic armillas partiti sunt Avarenses, en Waltharius, ed.
Karl Strecker, Weimar, Boehlau, 1951  (MGH, Poetae VI, aevi
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Véase y
la traducción: Cantar de Valtario, ed. Luis Alberto de
te permite controlar las que
Cuenca, Madrid, Siruela, 1987.
deseas activar
17. Dietrichs Flucht, ed. Elisabeth Lienert y Gertrud Beck, Tübingen,
Niemeyer, 2003; véanse también los textos citados en la nota 11.
✓ OK, acept ar t odas
18. Se hallará una traducción al castellano en Millet, Héroes de libro
✗ Denegar
(cit. t odas
nota 6), las
p. 32-34.
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19. Waltharius, cit. nota 16; cf. Walter Haug, « Von der Schwierigkeit
heimzukehren.
Personalizar Die Walthersage in ihrem motivgeschichtlichen und
literaturanthropologischen Kontext  », en Burkhard Krause (ed.),
Política de privacidad
Verstehen durch Vernunft. Festschrift für Werner Hoffmann, Viena,
Fassbaender, 1997, p. 129-144.
20. Edda Poética, cit. nota 9; Saga de Teodorico, cit. nota 11.
21. Widukind von Corvey, Res gesta Saxonicae, ed. Ekkehart Rotter y
Bernd Schneidmüller, Stuttgart, Reclam, 1992, vol. I, p. 13.
22. Vid. Wilhelm Grimm, Die deutsche Heldensage, Darmstadt,
Gentner, 19574; Hermann Schneider, Germanische Heldensage, Berlín;
Lepzig, de Gruyter, 1928-1934, 3 vols..
23. Marcaron la investigación del siglo XX dos breves trabajos de
Andreas Heusler, Lied und Epos in germanischer Sagendichtung,
Dortmund, Ruhfus, 1905, y Andreas Heusler, Nibelungensage und
Nibelungenlied. Die Stoffgeschichte des deutschen Heldenepos,
Dortmund, Ruhfus, 1921. La discusión fue continua, pero quien más a
fondo revisó la base metodológica fue Walter Haug, «  Andreas
Heuslers Heldensagenmodell: Prämissen, Kritik und Gegenentwurf »,
Zeitschrift für deutsches Altertum und deutsche Literatur, 1975, vol.
104, p.  273-292, y «  Normatives Modell oder hermeneutisches
Experiment: Überlegungen zu einer grundsätzlichen Revision des
Heuslerschen Nibelungen-Modells  », en Achim Masser (ed.),
Hohenemser Studien zum Nibelungenlied, Dornbirn, Vorarlberger
Verlagsanstalt, 1981, p.  212-226  (ambos reeditados en W. Haug,
Strukturen als Schlüssel zur Welt. Kleine Schriften zur Erzählliteratur
des Mittelalters, Tübingen, Niemeyer, 1989, p.  277-292  y  308-325
respectivamente); así como ahora Walter Haug, «  Szenarien des
heroischen Untergangs  », en Alfred Ebenbauer y Johannes Keller
(ed.), 8. Pöchlarner Heldenliedgespräch. Das Nibelungenlied und die
europäische Heldendichtung, Viena, Fassbaender, 2006, p. 147-161.
24. Albert B. Lord, The Singer of Tales, Cambridge (Mass.), Harvard
Univ. Press, 1960. Alfred Ebenbauer, « Improvisation oder memoriale

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Konzeption? Überlegungen zur Frühzeit der germanischen
Heldendichtung  », en Ursula Schaefer y Edda Spielmann (ed.),
Varieties and Consequences of Literacy and Orality, Tübingen, Narr,
Este sitio p. 5-31.
2001, web usa cookies y
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25. deseas
El término
activares de Jan-Dirk Müller, Spielregeln für den Untergang.
Die Welt des Nibelungenliedes, Tübingen, Niemeyer, 1998.
26.
✓ OK,Hugo
aceptKuhn, «  Heldensage vor und außerhalb der Dichtung  », en
ar t odas
Edda, Skalden, Saga. Festschrift zum 70. Geburtstag von Felix Genzmer,
✗ Denegar t odas
Heidelberg, las 1952, p. 262-278.
Winter,
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27. Además del libro de Jan-Dirk Müller citado en la nota  25, que
resume la investigación anterior, puede consultarse también Michael
Personalizar
Curschmann, «  Nibelungenlied und Nibelungenklage. Über
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Mündlichkeit und Schriftlichkeit im Prozeß der Episierung  », en
Deutsche Literatur im Mittelalter. Kontakte und Perspektiven. Hugo
Kuhn zum Gedenken, Stuttgart, Metzler, 1979, p. 85-119.
28. Por ejemplo en el libro de Alan Deyermond, La literatura perdida
de la Edad Media castellana. Catálogo y estudio. I: Épica y romances,
Salamanca, Universidad, 1995.
29. Jules Horrent, «  Tradition poétique du Cantar de Mio Cid au XIIe
siècle », Cahiers de Civilisation Médiévale, 7, 1964, p. 451-477.
30. Véase Rodericus Campidoctor: Literatura latina y materia cidiana
temprana, sección monográfica de e-Spania: Revue interdisciplinaire
d’études hispaniques médiévales et modernes, 10, décembre  2010,
accesible en línea en <http://e-spania.revues.org/19945>.
31. Ahí están los catálogos de Antti Aarne (The Types of the Folktale,
translated and enlarged by Stith Thompson, 2nd revision, Helsinki,
Suomalainen Tiedeakatemia, 1961) y de Stith Thompson (Motif-Index
of Folk-Literature, ed. rev., Bloomington; Copenhagen, Indiana
University Press; Rosenkilde  & Bagger, 1955-1958, 6  vols.) para
demostrarlo.
32. Anthony van der Lee, Zum literarischen Motiv der Vatersuche,
Amsterdam, Noord-Hollandsche Uitgevers, 1957  (Verhandelingen
der Koninklijke Nederlandse Akademie van Wetenschappen, Afd.
Letterkunde. Nieuwe Reeks, deel LXIII, No. 3). El texto de Ferdowsi
se puede leer en traducción inglesa: Abolqasem Ferdowsi,
Shahnameh. The Persian Book of Kings, ed. Dick Davis, Nueva York,
Viking, 2006.
33. Cf. Haug, « Szenarien... », cit. nota 25.
34. Friedmar Geissler, Brautwerbung in der Weltliteratur, Halle,

☝🍪
Niemeyer, 1955.
35. Sigue siendo fundamental el estudio de William Entwistle,
European Balladry, Oxford, Clarendon, 1939.
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36. El texto las que leer en Deutsche Volkslieder. Balladen, ed. John
se puede
deseas activar
Meier, t. 1, Berlín; Leipzig, de Gruyter, 1935; cf. Michael Curschmann,
«  Jüngeres Hildebrandslied  », en Kurt Ruh y otros (ed.), Die deutsche
Literatur
✓ OK, acept des
ar tMittelalters.
odas Verfasserlexikon, t. 4, Berlín, de Gruyter,
1983, columnas 918-922.
✗ Denegar t odas las
37. Véase por ejemplo la llamada Prosa del libro de los héroes, sobre la
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que ofrece primera información Victor Millet, «  El ocaso de los
héroes: Origen y fin de la edad heroica según un texto alemán del
Personalizar
siglo XV  », en Actas del XI Congreso Internacional de la Asociación
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Hispánica de Literatura Medieval, León, Universidad, 2007, vol. 2,
p. 873-879.
38. Coincide con este análisis y en muchos puntos de la
argumentación siguiente el trabajo de Óscar Martín, « El episodio del
destierro en el Cantar de Mio Cid y su relación con la primera
tradición cidiana », La Corónica, 32, 2003, p. 265-285.
39. Véase Dietrichs Flucht, cit. nota  17; Rabenschlacht, cit. nota  11; y
Saga de Teodorico, cit. nota 11.
40. Existen tres versiones de este romance: la del Cancionero de
Romances de Martín Nucio, Amberes s.a. (ed. Ramón Menéndez Pidal,
Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1914; para las demás
impresiones antiguas vid. Giuseppe Di Stefano, «  Los versos finales
del romance En santa Águeda de Burgos  », en Homenaje a Eugenio
Asensio, Madrid, Gredos, 1988, p.  141-158, nota  1); la de la segunda
edición (1550) del mismo Cancionero (ed. Antonio Rodríguez-Moñino,
Cancionero de Romances (Anvers, 1550), Madrid, Castalia, 1967); y la
versión manuscrita (ed. Ramón Menéndez Pidal, « En Santa Gadea de
Burgos », en Estudios sobre el Romancero, Madrid, Espasa-Calpe, 1973,
p.  89-106; ed. Giuseppe Di Stefano, «  Los versos  » [cit.], p.  147). La
versión manuscrita es de finales del siglo XV o principios del XVI.
41. Véase también el trabajo de Mercedes Vaquero, « El cantar de la
Jura de Santa Gadea y la tradición del Cid como vasallo rebelde  »,
Olifant, 15, 1990, p. 47-84.
42. Mocedades de Rodrigo. Estudio y edición de los tres estados del
texto, ed. Leonardo Funes y Federico Tenenbaum, Woodbridge,
Tamesis, 2004. Alan Deyermond, Epic Poetry and the Clergy: Studies on
the « Mocedades de Rodrigo », Londres, Tamesis, 1969.
43. Cf. Cantar de los Nibelungos, cit. nota 9.
44. F. Rico, «  Estudio preliminar  », en Cantar de mio Cid, ed. A.

☝🍪
Montaner, Barcelona, Crítica, 1993, p. XI-XLIII, hablaba de una
«  nueva épica  » (agradezco a Francisco Bautista que me recordara
esas
Este sitiopáginas). En estey sentido se podría discutir sobre si el Cantar es
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todavíacontrolar
te permite un poema épico, pero el debate tendría más interés para la
las que
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historia de la filología que para el estudio del texto medieval.
45. Sobre este aspecto, véase ahora Alfonso Boix Jovaní, El Cantar de
✓ OK,Cid:
Mio acept ar t odas genérica y estructura tripartita, Vigo, Academia
Adscripción
del Hispanismo (Biblioteca Canon, 5), 2012.
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Autor
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Victor Millet
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Universidade de Santiago de
Compostela

FFI2009-07157  «  Ortnit  » y
« Wolfdietrich »
© Presses universitaires du Midi, 2013

Condiciones de uso: http://www.openedition.org/6540

Referencia electrónica del capítulo


MILLET, Victor. El Cid y la germanística: consideraciones sobre un
héroe distinto In: Sonando van sus nuevas allent parte del mar: El
Cantar de mio Cid y el mundo de la épica [en línea]. Toulouse: Presses
universitaires du Midi, 2013 (generado el 04 juin 2022). Disponible en
Internet: <http://books.openedition.org/pumi/38451>. ISBN:
9782810709748. DOI: https://doi.org/10.4000/books.pumi.38451.

Referencia electrónica del libro


MONTANER FRUTOS, Alberto (dir.). Sonando van sus nuevas allent
parte del mar: El Cantar de mio Cid y el mundo de la épica. Nueva
edición [en línea]. Toulouse: Presses universitaires du Midi, 2013
(generado el 04 juin 2022). Disponible en Internet:
<http://books.openedition.org/pumi/38276>. ISBN: 9782810709748.
DOI: https://doi.org/10.4000/books.pumi.38276.

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