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Se Viene El Malón
Se Viene El Malón
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El surgimiento de gestos y expresiones abiertamente racistas durante los
disturbios de 2013 y su relación con la sensación de que “se viene un malón” contradice
aquel viejo discurso que por mucho tiempo sostuvo que en la Argentina “no hay problemas
de racismo”, porque esta sería supuestamente una nación “homogénea” y “europea”.
Durante la campaña presidencial de 1983, Raúl Alfonsín repetía en sus discursos que la
ausencia de racismo era una de las virtudes de la Argentina y casi dos décadas más tarde
el escritor Marcos Aguinis (2001) reiteraba la misma idea al iniciar su libro El atroz encanto
se ser argentinos. Sin embargo, esta idea celebratoria de la sociedad argentina como libre
de racismo ha coexistido con el uso cotidiano de un lenguaje y actitudes profundamente
racistas para nombrar a “esos negros de mierda”: a esos millones de argentinos que serían
la parte no blanca y despreciable de la nación y que amenazan irrumpir desde sus villas y
barrios populares para “invadir” los lugares civilizados y blancos de la Argentina.
Esta racialización es parte también de una formación de clase, donde “los
negros” hace además referencia a los pobres. De hecho, muchos niegan que el término “los
negros” sea racista porque aludiría a una posición de clase antes que a un color de piel, con
lo cual subordinan lo racial a la clase social. Sin embargo, que los pobres sean llamados “los
negros” y no de otra manera revela cómo en la Argentina las sensibilidades raciales permean
y estructuran percepciones de clase. Y cuando “los negros” aparecen en gran número y
amenazantes en las calles, tal como sucedió a finales de 2013, es común escuchar llamados
entrelazados con insultos racistas a su exterminio, porque serían hordas salvajes
comparables a los malones del pasado.