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Ciencia

James Webb: la historia detrás del telescopio de 18 espejos que nos


hizo ver el universo como nunca antes

Conoce la historia detrás de uno de los logros científicos más importantes


de la última década.

JUNIOR ZAGACETA VALVERDE Actualizado el 03/08/2022 07:30 a.m.


juan.zagaceta@peru21.com

El Telescopio James Webb es, hasta la fecha, el telescopio espacial más grande y renombrado de la
astronomía moderna, algo que ha marcado un hito en la ciencia como la conocemos y que hace poco nos
permitió ver el universo como nunca antes lo habíamos hecho.

Es una de las proezas de la ingeniería aeroespacial más significativas de la última década y nos ha permitido
ver el espacio de una forma sin precedentes gracias a sus poderosos 18 espejos.

La historia detrás del telescopio más avanzado hasta hoy, el James Webb, inicia en 1989, incluso antes del
lanzamiento de su antecesor, el Hubble, en abril 1990. En el Space Telescope Science Institute, los
astrónomos Garth Illingworth y Peter Stockman ya planificaban lo que sería el siguiente paso: la idea
desembocó, tres décadas después, en el lanzamiento del James Webb.
MIRA: Telescopio James Webb: ¿Cómo logró capturar el espacio y qué revelaron las
primeras imágenes?

Las ideas empezaron a barajarse en el proyecto Next Generation Space Telescope (NGST). Antes de que la
misión del Hubble inicie, los hombres de ciencia ya pensaban en la siguiente misión.

Esta debía ser más ambiciosa y el planteamiento fue sorprendente y complicado a la vez: un telescopio más
grande y que sea capaz de registrar la luz infrarroja de los confines del universo, una luz invisible para
nuestros ojos y para el Hubble.

Esto permitiría ver más allá y llegar a ver lo que se creía imposible: el nacimiento de nuestro universo millones
de años luz lejos de nuestro modesto planeta. Si bien la NASA se volcó a la misión del Hubble durante esos
años, el sueño de un mejor telescopio no se perdió.

El James Webb, un proyecto de más de 30 años que nos permitió ver al universo como nunca antes lo habíamos hecho(Foto: NASA)

El origen de una proeza científica

En 1996, lo que parecía un sueño demasiado ambicioso para la época pasó a ser una maravillosa realidad: el
proyecto NGST pasó a tener un nombre y apellido: James Webb Space telescope, en honor al líder de la NASA
durante la tragedia del Apolo I, James E. Webb.
du a te a t aged a de po o , Ja es . ebb.

Formular su diseño, construcción y puesta en órbita iba a ser el reto más grande de la misión, evidentemente.
Era el desafío más grande para la ingeniería aeroespacial sin duda alguna, pues se necesitaba de un telescopio
sumamente sensible, que capte la mayor cantidad de luz y, en consecuencia, debía ser del tamaño más grande
posible.

Para empezar, los científicos de la NASA se enfrentaban a el primer dilema: el tamaño del espejo. El del
Hubble, el más grande hasta ese momento, era una pieza sólida de dos metros de diámetro, el cual ya nos
permitía husmear en las entrañas del espacio y el tiempo. El James Webb debía romper este récord.

Para lograr el objetivo de desentrañar el universo de una mejor manera de lo que lo hacía el Hubble, el plan
era llevar al espacio un espejo con el triple de diámetro y un área seis veces más grande. Sin embargo, el
cohete de carga más grande de la época, el Ariane 5, que se usa hasta hoy en día, solo permitía llevar fuera del
planeta un espejo de 4.5 metros de diámetro.

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