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Movimiento 19 de abril.

El movimiento nació el 19 de abril de 1973 sus fundadores provienen de organizaciones

marxistas lerditas y de la Apano el partido del ex general Rojas Pinilla, su primer golpe fue

el robo de la espada de Simón Bolívar situada en un museo de Bogotá, los nuevos

guerrilleros dijeron que no devolverían la espada hasta que el país no hubiera conquistado

la libertad con este golpe nació la guerrilla urbana.

Para algunos analistas, la guerrilla del M-19 era fundamentalmente política. “El M- 19

nunca tuvo una proposición de cambio del sistema sino de cambio de personas. De subir

ellos al poder. Es más, su lema es “con las armas al poder”. Esa es la razón de unas

acciones armadas tan intrépidas, demagógicas y publicitadas. Se querían ganar con ellas el

apoyo del pueblo, como cualquier político hace mediante su campaña. La de ellos era una

campaña armada, con un programa de gobierno claro y en marcha. En palabras de Jorge

Castañeda, el M-19, “fundado con la furia y la desesperación provocada por el fraude

electoral en las elecciones del candidato Gustavo Rojas Pinilla, tomó las armas para

conquistar el derecho a participar en las elecciones y no para hacer la revolución, a pesar de

que se autodefinía como movimiento revolucionario. (Salinas S. , 1997)

En los primeros años (1965-1975), la coexistencia de los grupos guerrilleros se caracterizó

por el enfrentamiento mutuo, en especial por el control de las zonas, de las masas y de la

defensa de sus principios, pero a partir de 1975 entraron en una etapa de distensión. El M-

19 buscó contacto con otras guerrillas, como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y

las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Según Darío Villamizar, fue

en la cárcel donde se consolido la cercanía entre los grupos, pues allí se encontraron
muchos dirigentes y militares de las guerrillas entre 1979 y 1982 (Villamizar, 2005) . El M-

19 fue una guerrilla con pretensiones y condiciones históricas que le permitieron tener una

visión de la realidad menos ortodoxa que las guerrillas de primera generación, además de

poseer una educación revolucionaria mucho más amplia en relación a la representación

política. Puesto que los guerrilleros usaban la cultura popular como parte integral de

sus discursos comunicativos, usaban un lenguaje claro y sencillo, además de concebir la

revolución como una fiesta, una actividad alegre que le permitiría al pueblo alcanzar

determinadas metas el poder político. (Melo, 2013)

Por último, el M-19 suscribió el 24 de agosto de 1984 un pacto de cese al fuego con el

gobierno. Además del acuerdo con las FARC, el gobierno había firmado también treguas

con el EPL y con el ADO. La firma de los acuerdos de Corinto y el hobo fueron

consecuencia del accidentado proceso que recrudeció del conflicto, dado que a lo largo de

las conversaciones, las acciones militares del M19 se intensificaron y se prolongaron hasta

la misma semana de firmas de tregua, pues dirigentes del M19 reafirmaron que la presión al

proceso de paz tenía que ser militar. Su concepción seguía moviéndose, al parecer, en el

contexto ya superado de la administración de Turbay. El gobierno tampoco se veía

satisfecho por el método del M19 que consistía en mantener las acciones armadas mientras

se negociaba, como medio de presión para darle subir el volumen a sus existencias.

(posada, 1890) Simultáneamente, por parte de sectores enemigos de la paz también hubo

ataques. Uno de los más graves fue el ocurrido el 10 de agosto de 1984, dos semanas antes

de firmar el acuerdo de tregua, cuando, a plena luz del día y en una calle céntrica de

Bucaramanga, cayó asesinado Carlos Toledo Plata, médico y dirigente nacional del M-19,

quien, convencido de la inminencia del alto al fuego, decidió salir de la clandestinidad y

volver a esa ciudad.


Paradójicamente, mientras se intensificaban los ataques entre guerrilla y Ejército en

territorio colombiano, se continuaba con la agenda de la paz en su siguiente paso: el

Diálogo Nacional. Así, el 5 de marzo de 1985 se instalaron públicamente los dos primeros

campamentos urbanos de paz y democracia del M-19 en barrios populares de Cali, sin

embargo estos campamentos duraron poco tiempo, pues el 6 de junio el gobierno expidió el

Decreto 1560, que ordenaba a los alcaldes de todo el país disponer su cierre.Para esa fecha,

el Ejército ya había allanado y desmantelado algunos campamentos por considerarlos de

entrenamiento militar. En medio del enrarecido ambiente de la “tregua”, el 20 de mayo se

efectuó un primer encuentro entre los principales comandantes de las organizaciones

guerrilleras que operaban en el país, con excepción de las FARC y el Comando Quintín

Lame. El objetivo central era discutir una posición conjunta frente al paro nacional que se

había convocado para el 20 de junio. Tres días después del encuentro, en una cafetería en

Cali se encontraban desayunando los integrantes del M-19 Antonio Navarro, Eduardo

Chávez, María Eugenia Vásquez, Alberto Caicedo, Carlos Alonso Lucio y Álvaro

Alvarado, cuando fueron víctimas de un ataque con una granada de fragmentación que

ocasionó graves heridas a Navarro. El gobierno no condenó el hecho: “ni una frase por

parte del presidente Betancur, ni una declaración por parte de los funcionarios de su

gobierno” Después de este atentado, el 20 de junio se llevó a cabo una jornada nacional de

protesta, enmarcada en el temor generalizado ante posibles acciones terroristas y actos

vandálicos, y por las medidas represivas utilizadas por el gobierno para impedir o disminuir

el apoyo que pudiera tener entre la población. En la entrevista con la Comisión de la

Verdad, Jaime Castro, entonces ministro de Gobierno, manifestó que cuando en junio de

1985 se convocó un paro nacional, el gobierno se preparó muy bien y lo conjuró.

Posteriormente escribió: La importancia de la fecha radica en que “ese día el M-19


aprovechó para retirarse del proceso de paz pensando en una insurrección, pues querían

estar del lado de las barricadas”. (Castro, 2009) En efecto, el comandante del M-19, Carlos

Pizarro, el mismo 20 de junio de 1985 declaró definitivamente rota la tregua y anunció que

pasaban a ejecutar acciones ofensivas. No hubo un proceso de paz serio, pues ninguna de

las partes tuvo una voluntad sincera hacia ella. Rosemberg Pabón dijo a la Comisión de la

Verdad que “desde el 24 de agosto de 1984 hasta que se rompe la tregua en 1985 no hubo

un día de descanso, todos los días fuimos atacados. Se llamó una tregua armada. Nunca se

creyó en la paz de lado y lado”. Tanto el Ejército como el M-19 rompieron la tregua y

oscilaron constantemente entre la guerra y la paz. El M-19 “desafiaba permanentemente el

límite de tolerancia de los militares y del gobierno”, desgastando el poder civil y

aprovechando el espacio que les concedía la no entrega de armas en la tregua. En opinión

de algunos analistas, “el M-19 confundió régimen político y gobierno: no supo diferenciar

entre la estrechez habitual del régimen político colombiano y la amplitud coyuntural del

gobierno de Betancur. No estableció la diferencia entre la estrategia represiva del gobierno

anterior y la nueva estrategia de negociación. Siguió luchando por la paz con los fusiles,

como en tiempos de Turbay”. Con la ruptura de la tregua el M-19 volvió a la clandestinidad

y la guerra continuó, esta vez sin la esperanza de paz en el horizonte. Fue así como “las

escaramuzas con el Ejército se intensificaron en la segunda mitad del año 1985 y en una de

ellas el Ejército dio de baja al jefe máximo del M-19 en ese momento, Iván Marino

Ospina”. A raíz de la muerte de uno de sus más antiguos comandantes, ocurrida el 28 de

agosto de 1985, el M-19 arreció sus acciones violentas. El 19 de octubre se produjo uno de

los hechos político-militares más audaces en la historia de la guerrilla en Colombia: la

Compañía Jaime Bateman Cayón de la fuerza militar del M-19 atacó el Batallón de

Ingenieros Cisneros Número 8 de la III División del Ejército, con sede en Armenia, capital
del departamento del Quindío. Apenas cuatro días después, un comando del M-19 atentó

contra la vida del general Rafael Zamudio Molina, comandante del Ejército, en momentos

en que se desplazaba por el noroccidente de Bogotá hacia las instalaciones del Ministerio

de Defensa. Como resultado del ataque quedó Levemente herido el alto oficial, así como

varios de sus guardaespaldas. (Ramirez, 2000)

Los gaitanistas

Fundados en la región del Urabá antioqueño en 2006, los Gaitanistas se han expandido a lo

largo de las costas atlántica y pacífica, y en menor medida hacia los llanos orientales. Es,

con creces, el mayor de los tres grupos armados. Los Gaitanistas se agrupan en dos

categorías: combatientes a tiempo completos y delincuentes subcontratados. Los

combatientes armados uniformados operan en zonas rurales, como Urabá, el sur de

Córdoba, Bajo Cauca Antioqueño, Chocó y el sur de Bolívar, donde buscan el control

territorial, y están organizados en bloques y frentes liderados por comandantes regionales y

de los frentes. Los subcontratados son miembros de pandillas locales contratados por los

comandantes y coordinadores regionales, lo que permite a la organización adquirir

influencia directa sobre el territorio. Operan en Nariño, Antioquia, y a lo largo de la costa

atlántica y la frontera con Venezuela. La organización tiene un alto mando central, formado

por comandantes regionales, y un ala política. Detrás del liderazgo hay una jerarquía

vertical con varios niveles de control, incluidos escuadrones, secciones, grupos, compañías,

frentes y bloques. Esta jerarquía ha permitido a los Gaitanistas sobrevivir y expandirse a

pesar de la pérdida de líderes clave como su fundador, Don Mario, que fue capturado en

2009, y su reemplazo Giovanny, asesinado en 2012, además de soportar algunas divisiones

internas en Antioquia. El grupo afirma que se vio “obligado” a recurrir a las armas debido
al “proceso de paz mal hecho”, en referencia a la desmovilización paramilitar de hace poco

más de diez años, y argumenta que defiende su territorio del ELN. Los Gaitanistas también

afirman que gozan de “legitimidad y representación política”, una afirmación que parece

ser cierta en partes del noroeste de Colombia. Pero en áreas en las que los Gaitanistas

compiten con otros grupos armados, como el ELN en Chocó o el GUP en Nariño, la

violencia contra civiles es común. El grupo ha asesinado a dieciséis agentes de policía en lo

que va del año, mientras que el gobierno afirma que el grupo es responsable de numerosos

asesinatos recientes de líderes sociales, aunque no hay pruebas contundentes de esto.

Los Gaitanistas están principalmente interesados en las actividades delictivas,

especialmente el narcotráfico, la minería ilegal de oro y la extorsión. El grupo transporta

cocaína a lo largo de la costa atlántica y exige pagos a otros traficantes para permitirles

cruzar áreas bajo su control. Además ha comenzado a comprar pasta de coca, con la posible

intención de dominar completamente el narcotráfico en partes del noroeste. Los Gaitanistas

obtienen ganancias de la minería informal en áreas como el Bajo Cauca Antioqueño,

Córdoba y Chocó, donde gestionan minas directamente, exigen el pago de tasas a mineros

locales o extorsionan a quienes usan retroexcavadoras para buscar oro. De modo más

amplio, extorsionan a los negocios y granjas locales por grandes sumas de dinero.

(Abailable, 2017)

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