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VIOLENCIA DOMÉSTICA COMO PROBLEMA

SOCIAL

José Antonio Marina Torres


Filósofo. Escritor
VIOLENCIA DOMÉSTICA COMO PROBLEMA SOCIAL

Se entiende por violencia doméstica la perpetrada en el ámbito


familiar, es decir, en el ámbito privado. Esta característica hace que
resulte muy difícil estudiar y medir el fenómeno, sin violar la inti-
midad. Desde el punto de vista jurídico y ético plantea también el
serio problema de la distinción entre lo privado y lo público. Como
veremos más tarde, una de las reivindicaciones feministas motiva-
das por este problema consiste en convertir en político los aconteci-
mientos privados. Consideran que la reclusión de la mujer en la
esfera privada, mientras que el hombre ocupaba la esfera pública,
está en el origen de gran parte de los hechos que vamos a tratar aquí.
Conviene advertir que el Derecho de familia es también un dominio
disputado porque muchas de sus normas son imperativas y caen, por
lo tanto dentro del Derecho público. Algunos tratadistas han llega-
do a defender que debía incluirse dentro de este ámbito.
La protección de la infancia rompe de nuevo la clara distinción
entr público y privado. Durante milenios, el niño fue propiedad
del padre, que podía hacer con él lo que le viniera en gana: acep-
tarle, venderle, exponerle o matarle. La legislación romana hasta
el siglo IV d.C. lo demuestra. En cambio, ahora nos parece que el
Estado tiene que proteger al niño, ejerciendo una vigilancia sobe
los padres en caso de que no se comporten debidamente.
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Encuentros "violencia doméstica"

El problema que vamos a tratar hoy es endémico en la Humani-


dad. Nuestra historia es cruel. Lo que ocurre es que ahora nos pare-
cen insoportables usos a los que el ser humano estuvo habituado
durante siglos. Por ejemplo, la cremación de las viudas hindúes.
Hace muy pocos años se hubiera considerado impensables –y para
muchos disparatado– el que se pudiera hablar de violación dentro
del mátrimonio. La teoría del débito conyugal lo impedía. El nivel
moral de una sociedad se caracteriza por el trato que da a los débi-
les: las mujeres, los niños, los ancianos y los enfermos. Hoy día los
problemas se hacen más visibles y, en los últimos treinta años algu-
nos se han agravado. Entre ellos el que tratamos hoy.
Hay 4 tipos principales de violencia doméstica:

— Violencia de género.
— Violencia contra la infancia.
— Violencia contra los ancianos.
— Violencia de los jóvenes contra los padres.

No todas, evidentemente, tienen la misma gravedad. La violen-


cia de adolescentes contra sus padre no es muy grande, se da fun-
damentalmente en casos de adolescentes masculinos en familias
monoparentales, que se han criado sólo con su madre, y hacia la
que adoptan posturas patriarcales y machistas. El 80% son chicos
y, prevalentemente, entre los 15-17 años. Hay un caso que me
interesa especialmente: el de reclamaciones de muchachos mayo-
res de edad que continúan exigiendo a sus padres pensiones para
estudios, que el juez suele concederlos porque la ley no ha marca-
do un límite para las responsabilidades de los padres.
En los cuatro casos se trata de una violencia contra las perso-
nas más débiles de la familia, lo que hace suponer que implica una
situación de poder y un abuso de esta situación. La violencia de
los hombres sobre otros hombres suele ser externa, en la calle,
pero no en la casa. La violencia de género suele ser protagoniza-
da en más de un 90% por hombres, la violencia contra niños tam-
bién, pero no en una proporción tan desigual, la perpetrada contra
los ancianos es todavia menos diferenciada, y la de los jóvenes
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Violencia doméstica como problema social

vuelve otra vez a ser mayoritariamente masculina. Es curioso que


la palabra "criminal" sea masculina y la palabra "víctima" femeni-
na. El caracter intrafamiliar produce complejas reacciones psico-
lógicas. En primer lugar, porque una familia es ante todo un siste-
ma de comunicación interactiva. Hay en ella una expectativa de
felicidad y de realización personal. Un compromiso psicológico
profundo y la violencia no sólo rompe esas expectativas sino que
produce unos efectos emocionales destructivos, por ejemplo, sen-
timientos de fracaso y vergüenza que impulsan a mucha gente a
ocultar los hechos.
El maltrato doméstico tanto en su origen como en su desarrollo
está influido por toda una mitología familiar. Suelen constituir un
"secreto de familia", que incluso las víctimas desean ocultar. La
violencia física, las agresiones sexuales, los incestos, se ocultan
porque se consideran deshonrosos. Todavía el honor de las perso-
nas depende del honor de la familia. "Los estereotipos sociales y
muy en particular la consideración de que la violencia atañe sólo
al ámbito de lo privado (los trapos sucios se lavan en casa) desem-
peñan un papel importante en la minusvaloración del problema"
(Javier URRA: Tratado de psicología forense, pág. 378). Por eso
las encuestas dan resultados dispares. Una encuesta realizada por
el Instituto de la Mujer en año pasado asegura que más del 11% de
las mujeres han sufrido maltrato doméstico. Sin embargo, sólo el
4% de las encuestadas reconocían haberlo sufrido.
Como muestra de los complejos elementos que intervienen, les
hablaré brevemente de un caso estudiado por Aron BECK, un
famoso psiquiatra norteamericano. A su consulta llegaban muchas
mujeres que habían sufrido un fracaso familiar y que se presenta-
ban con un cuadro depresivo agravado con profundos sentimien-
tos de culpabilidad. En el origen de esta culpabilidad halló una
creencia aceptada irreflexivamente por las pacientes: "Quien da
amor recibe amor". Como la respuesta que recibía era: "Pues no te
quieren", la conclusión era: "No he querido lo suficiente". Este
tipo de creencias pasivamente asimiladas, socialmente inducidas,
son una parte importante del problema, que enlaza las estructuras
psicológicas con los estereotipos sociales.
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Encuentros "violencia doméstica"

¿En qué sentido es la violencia doméstica un problema social?


En tres sentidos distintos:

1. Afecta a estructuras básicas de la sociabilidad -la educa-


ción de los niños, la familia- lo que tiene después profundas reper-
cusiones sociales.

2. Por su extensión y frecuencia se convierte en un problema


social en términos cuantitativos.

3. Porque está fomentada por estructuras sociales, formas de


convivencia y vigencias culturales.

Según los sociólogos, en los años 60 ocurrió una gran ruptura


social en los paises desarrollados, que se manifiesta por la apari-
ción simultánea de tres fenómenos muy llamativos: el aumento de
la criminalidad, el aumento del número de fracasos familiares, la
quiebra de la confianza ciudadana. Estos tres fenómenos aparecie-
ron al mismo tiempo, por lo que no se puede considerar que uno
sea causa de otro. La hipótesis que manejo es que los tres deriva-
ron de un complejo cambio cultural, una alteración de las normas
y creencias vigentes. Algunas de las principales son:

1. Quiebra del sistema de normas sociales. La religión, que


tradicionalmente había impuesto claras normas morales, pierde
vigencia y deja un vacío normativo.

2. La liberación de la mujer hunde el sistema patriarcal, y


produce una alteración en las pautas familiares. Desaparece una
estabilidad familiar basada en la sumisión.

3. Se desarrolla un Individualismo generalizado, que se


manifiesta por una pérdida de sentido social, un narcismo ram-
pante y un hedonismo "fun", divertido.
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Violencia doméstica como problema social

4. La caida de las ideologías, la obra de los maestros de la


sospecha (Marx, Freud, Nietzsche) fomentan un escepticismo
generalizado.

5. Se generaliza un concepto equivocado de libertad, basado


en la autosuficiencia y la desvinculación, lo que fomenta el indi-
vidualismo.

6. Se fomenta una mala pedagogía de los derechos, lo que


produce una sociedad de la reclamación y la queja, y no de la cola-
boración.

7. Dependencia de las instituciones y desconfianza de ellas.

Estos elementos produjeron un descenso del capital social de


las naciones desarrolladas. Creo que esta noción, que he tratado en
mi último libro –La creación económica– es una buena herramien-
ta para entender el problema y para diseñar soluciones sociales.
Capital es el conjunto de recursos acumulados que amplian las
posibilidades de acción de las personas, los grupos o las naciones.
Capital social es el capital que tiene una sociedad y que amplía
sus posibilidades de:

— Bienestar económico.
— Relaciones afectivas.
— Libertad y creatividad.

Está compuesto por instituciones, creencias y valores compar-


tidos, modos de resolución de problemas, hábitos de cooperación.
El capital social puede medirse con arrego a unos parámetros
positivos (riqueza social) y negativos (pobreza social):

— Positivos:

• Distribución equitativa de la riqueza:


• Escolarización.
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Encuentros "violencia doméstica"

• Participación en organizaciones voluntarias.


• Pago de impuestos.

— Negativos:

• Delincuencia.
• Alcoholismo y consumo de drogas.
• Fracaso escolar.
• Rupturas familiares.
• Violencia de género.
• Violencia infantil.
• Corrupción política.
• Suicidios.
• Número de pleitos.
• Consumo de tranquilizantes y consultas psiquiátricas.
• Relativismo moral.

Si la ruptura social fue provocada por un cambio cultural, la


solución a los problemas que causó o agravó tendrá que venir de
otro cambio cultural, en el que la educación, los sistemas jurídi-
cos, la presión social, los medios de comunicación, los sistemas de
prestigios, de premios y castigos, jueguen un papel importante.

Como les decía, la violencia domestica se distingue de otros


tipos de violencia porque se da en el punto de unión entre lo pri-
vado y lo público. Desde el punto de vista psicológico los com-
portamientos violentos suelen seguir una misma pauta:

1. Una actitud de hostilidad (por múltiples razones, que cam-


bia en cada tipo de violencia doméstica).

2. Un estado emocional de ira, que puede no estar provocado


por la víctima que, en muchos casos ocupa un papel vicario.
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Violencia doméstica como problema social

3. Unos factores desencadenantes directos (consumo de alco-


hol, discusiones, actos irritantes o que se interpretan como tales, el
llanto de los niños).

4. Un repertorio de conductas pobres, o una incapacidad para


enfrentarse con un problema, que incita a regresar a formas muy
primitivas de resolución de conflictos, como es la violencia.

5. La percepción de la vulnerabilidad de la víctima y de su


incapacidad de resultar peligrosa. El 74% de los violentos lo son
sólo en el hogar, manteniendo a veces una actitud sumisa fuera de
él.

6. Los logros obtenidos –el disfrute del poder, el desahogo de


la venganza– favorecen la repetición de estas conductas.

La violencia doméstica es un problema social porque afecta


profundamente a los fundamentos de la sociabilidad. La sociabili-
dad primaria se desarrolla dentro de la familia, por lo que cuando
se desestructura –y más aún cuando se convierte en profudamente
perturbadora o patógena– los efectos en la sociabilidad son evi-
dentes y profundos. El capital social se degrada, los problemas se
transfieren a la escuela que tiene que atender a esos procesos bási-
cos de socialización, sin estas en buenas condiciones para hacer-
lo. La experiencia del maltrato marca profundamente al niño, y,
con frecuencia reproduce las pautas violentas. Las encuestas nos
dicen que el 80% de los agresores han sufrido o presenciado agre-
siones en la infancia.
La violencia doméstica también es un problema social por el
número de víctimas que produce. Se calcula que uno de cada 150
niños sufre maltrato. Según el Informe de Población Mundial
2000 de la ONU, una de cada tres mujeres ha padecido algún tipo
de violencia. En España, de acuerdo con el Instituto de la Mujer,
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Encuentros "violencia doméstica"

sufren maltrato 2,5 millones de españolas. Y este fenómeno es


causa de entre 200 y 400 suicidios. El 98% de las mujeres asesi-
nadas lo han sido después de denunciar a sus parejas. Según la
OMS se calcula que entre el 4 y el 6% de los ancianos son vícti-
mas de violencia, aunque es un número muy difícil de comprobar.

La violencia de género. El dramatismo de los sucesos llama la


atención del público sobre estos problemas. A veces, sobre la vio-
lencia contra la infancia, a raiz de algunos asesinatos terribles, o
del descubrimiento de redes de pedófilos. En otras ocasiones,
sobre la violencia de género, a raíz del número de crímenes de este
tipo que se cometen en nuestro pais. La violencia de género ha
sido más estudiada porque es un fenómeno que obedece a patro-
nes culturales, y que está incluido en una problema más general de
discriminación de la mujer.
La Asamblea General de la ONU del 2000 concluyó: "el hecho
de que no se comprendan suficientemente las causas profundas de
todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas obsta-
culiza las actividades que se realizan para eliminar dicha violen-
cia". Rhonda COPELON escribe: "En el caso de la violencia en la
intimidad, son la supremacia masculina, la ideología y las condi-
ciones las que dan al hombre la impresión de tener el derecho y
hasta la obligación de castigar a su esposa. Por consiguiente, mal-
tratar a la esposa no es un acto individual aislado o aberrante, sino
una licencia social, una obligación o un signo de masculinidad,
propiamente arraigado en la cultura e inmune –completamente o
en gran medida– a toda sanción legal".
En el año 1996 la Relatora Especial de la ONU para este pro-
blema afirmó que: "La violencia contra la mujer en general y la
violencia en el hogar particular son componentes esenciales de las
sociedades que oprimen a la mujer, ya que la violencia contra ella
no sólo se deriva de los estereotipos sexuales dominantes sino que
también lo sostienen. Es uno de los mecanismos sociales funda-
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Violencia doméstica como problema social

mentales mediante los cuales se coloca a la mujer en una posición


de subordinación". Los movimientos mundiales de mujeres con-
sideran que "atacar las causas de la violencia, es por consiguien-
te, atacar todas las formas individuales y colectivas del sexismo,
así como los mitos y falsedades que los alimentan y perpetuan.
Por su parte, la Plataforma de Beijing instaba a los gobiernos para
desarrollar los conocimientos y propiciar la comprensión de las
causas.
En 1998 la Comisión de la Condición Jurídica de la Mujer de
la ONU se separó deliberadamente del concepto "violencia do-
méstica", que reduce a conflictos individuales entre "personas" lo
que son expresiones concretas de las relaciones de género a esca-
la planetaria, y opta por la expresión "violencia de género en el
ámbito familiar". El informe de Amnistía Internacional critica la
web del Instituto de la Mujer porque presenta la violencia domés-
tica como un problema familiar y no como un problema de sexis-
mo extremo. Dirige la misma crítica a la circular del Fiscal Gene-
ral de 1998 que dice: "El irracional fenómeno de la violencia que
se comete en el seno de la familia es sufrido ordinariamente por
mujeres y niños". Las organizaciones femeninas insisten en que no
es un fenómeno irracional y que el primer paso para abordarlo es
comprender las razones. Quieren llamar la atención sobre los com-
ponentes sociales, los mitos y las ideologías que favorecen estas
agresiones.

Todas las conductas discriminadoras se apoyan, por una parte,


en intereses, y por otra en mitos de legitimación. Los que han
soportado la discriminación femenina son principalmente dos:

1. La mujer es peligrosa.

2. La mujer es mentalmente inferior e incapaz por ello de


dirigir adecuadamente sus comportamientos.
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Encuentros "violencia doméstica"

Ambas cosas fomentan la idea de que se la debe controlar y


dirigir. Hasta 1975, estuvo vigente el articulo 57 del Código civil
que decía:"El marido debe proteger a la mujer, y ésta obedecer al
marido". El preámbulo de la ley en que se promulgó este articulo
(24 de abril de 1958) lo justifica así:

"Existe una potestad de dirección, que la naturaleza, la reli-


gión y la historia atribuyen al marido, dentro de un régimen en
el que se recoge fielmente la tradición católica que ha inspira-
do siempre y debe inspirar en lo sucesivo las relaciones entre
los cónyuges."

En la actualidad se concede gran importancia a las creencias


que dirigen algunos comportamientos. Hace unos años, una
encuesta mostró que cerca del 40% de universitarios norteameri-
canos declaraba que habrían violado a alguien si hubieran sabido
que no iban a ser castigados. La razón que daban como justifica-
ción era: "A las mujeres les gusta ser violadas".
Thimoty BENEKE, en su libro Los hombres y la violación,
enumera alguna de las ideas que los violadores tienen sobre sus
víctimas:

A todas las mujeres les gusta ser violadas


No se puede violar a una mujer en contra de su voluntad
A las mujeres no hay que creerlas.
Cuando una mujer dice "no" en realidad está diciendo "sí"
Las mujeres tienen lágrimas de cocodrilo.
Se la estaba buscando.
Las mujeres están llenas de mensajes contradictorios, esto
produce frustración en los hombres.
Las mujeres se exhiben y tienen poder sobre uno
Ellas provocan, ellas se la buscan
Ellas se rien de uno y eso provoca humillación.

Estas creencias sobre las mujeres van acompañadas por otras


creencias acerca de los hombres:
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Violencia doméstica como problema social

La sociedad marca como debe ser un hombre de verdad:


debe hacer el amor muchas veces y debe ser agresivo con las
mujeres.
Nadie va a violar a una mujer que no lo haya provocado.
La violación es un acto de venganza contra las mujeres que
envían mensajes contradictorios.
Un hombre tiene un impulso sexual fuerte y es capaz de violar.

La agresión es un problema psicológico complejo. Los primeros


estudios sobre violencia de género se dejaron llevar por las ideolo-
gías ambientales, y buscaron algún rasgo en la personalidad o en la
conducta de las mujeres maltratadas, que incitara a ese comporta-
miento. Leonor WALKER describió el círculo de la violencia:

1. Fase de acumulación de tensión.

2. Fase aguda (provocada por cualquiera desencadenante que


lleva al descontrol).

3. Fase de calma y reconciliación, que suele ser efímera, pero


que con frecuencia induce a la víctima a no cortar la relación. La
película Te doy mis ojos, de Iciar Bollain, muestra con claridad
estas etapas.

Son muy pocas las mujeres que denuncian los maltratos, por
una variada serie de razones, según Patricia Villavicencio:

1. Por miedo a las represalias.


2. Por temor a que no las crean.
3. Por temor a que las acusen de ser las culpables.
4. Por vergüenza y sentimiento de culpa.
5. Por una tendencia de las víctimas a minimizar la situación.
6. Porque dudan de su capacidad para elegir bien la pareja.
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Encuentros "violencia doméstica"

Los estudios hechos sobre las personas agresivas indican que se


trata de una actitud peculiar. Una persona puede ser violenta y
agresiva con su familia, pero no serlo fuera de ella. Las encuestas
dicen que en su mayor parte no hay personalidades patológicas. La
mayoría de los expertos creen que el factor de riesgo más impor-
tante para ser agresor es que previamente haya sido testigo o víc-
tima de violencia por parte de su padre. Esto ocurre en el 80% de
los agresores.
Las motivaciones del agresor suelen ser:

1. Necesidad de control sobre la mujer.

2. Sentimiento de poder.

3. Evaluación de la independencia femenina como pérdida de


control.

4. Liberación de la rabia ante un ataque a su posición pa-


triarcal.

Creo que hay que añadir los fenómenos de desahogo vicario.


La furia desencadenada por personas más fuertes suele desaho-
garse maltratando a personas más débiles. Las tácticas del agresor
pretenden conseguir un control absoluto y suelen incluir (1) aisla-
miento de la víctima, que al principio se puede exigir por amor. (2)
Los celos como estrategia de control. (3) Las amenazas y las coac-
ciones.
Todas las agresiones provocan en las víctimas una percepción
negativa de sí mismas, lo que favorece la cronificación del mal-
trato. Con frecuencia está dispuesta a fases de reconciliación en
las que recuerda al hombre del que se enamoró. A partir de ese
momento se produce lo que WALKER llama unión traumática:
"Dependencia emocional hacia el agresor producida por la inter-
mitencia de los malos tratos y los periodos de reconciliación. Se
desarrolla entonces una serie de sistemas defensivos, que en reali-
dad son destructivos, por los que la víctima niega el maltrato, lo
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Violencia doméstica como problema social

minimiza, o se siente culpable de ellos. Según las encuestas, los


motivos que dieron las mujeres para no haberse separado –hay que
recordar que la mayoria de las personas que denuncian malos tra-
tos reconocen haberlos sufrido al menos 5 años– suelen ser:

1. No tengo donde ir o no puedo mantenerme sola (31%).

2. Tengo hijos pequeños (32%).

3. Tiene miedo al agresor (18%).

4. Quiere a su pareja (16%).

5. No lo sabe, lo que prueba la contradicción en que cae la


víctima (40%).

El Gobierno español aprobó en 1998 el I Plan de Acción con-


tra la violencia doméstica y en el 2001 el II Plan Integral que tiene
vigor hasta el 2004. Según la introducción de este Plan se dirige
sobre todo a la violencia de género.

Medidas inmediatas: Jurídicas, de protección, económicas.

Está comprobado que la protección social es indispensable para


vencer una situación de terror.

Medidas de eficacia a largo plazo:

— Educativas: cambio de estereotipos machistas.

— Vigencias sociales: la imagen de la mujer sigue siendo ins-


trumental: se usa de ella.
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Encuentros "violencia doméstica"

— Capacitación laboral.

— Independencia psicológica.

La violencia sobre los niños es otro mal endémico. Tengan en


cuenta que hasta 1989 no cuajaron los movimientos en pro de los
derechos del niño. Ese año, la ONU aprovó la Convención sobre
los Derechos de los niños (20 de noviembre). Según el defensor
del Menor de Madrid "se maltrata más a los niños que a las muje-
res", pero las agresiones permanencen en la invisibilidad. Estamos
traspasando a los niños modos adultos de vivir. El Código penal
de 1995 admite que un niño o niña de 12 años y un día puede dar
consentimiento para tener relaciones sexuales con adultos. En la
actualidad se ha subido a 13.
Los elementos que favorecen la aparición del maltrato a los
hijos son:

1. La transmisión intergeneracional de la violencia.

2. El estatus socieconómico, pues ocurre con más frecuencia


en entornos económicamente deprimidos.

3. El estrés provocado por los hijos, el desempleo, problemas


económicos o ser padre único.

4. La falta de habilidades y recursos personales para ejercer


su rol.

5. Incapacidad para canalizar la frustración.

6. Planteamiento de expectativas y metas relativas a los hijos


no adaptadas a la realidad.
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Violencia doméstica como problema social

7. El aislamiento de los sistemas de apoyo social "avitualla-


miento psicológico social" necesario para mantener su salud psi-
cológica y emocional

8. El egoísmo y la ausencia de amor.

En la escuela estamos viendo el deterioro de la socialización en


la familia. Debemos intentar rearmar la urdimbre familiar, asunto
de gran complejidad. El problema de la conciliación de vida labo-
ral y de vida familiar, el cambio de algunas costumbres que afec-
tan al doble trabajo de la mujer, el conocimiento de las responsa-
bilidades parentales, la intolerancia social al maltrato infantil.
Nuestra situación es contradictoria. Necesitamos la familia, pero
no sabemos qué familia. Seguimos pensando que las relaciones
amorosas y familiares son la gran vía para la felicidad, pero des-
confiamos de que sea posible recorrerla. Creemos que una familia
unida es beneficiosa para los hijos, pero no sabemos como mante-
nerla unida sin sacrificar a veces la felicidad personal. La convi-
vencia resulta extremada difícil. Ulrick BECK dice lapidariamen-
te: "El amor se hace cada vez más necesario, y más imposible".
Estos son los problemas con que nos toca lidiar, de la misma
manera que otras épocas tuvieron que bregar con los suyos. Los
problemas sociales nunca tienen una solución lineal. Responden a
causas múltiples y necesitan soluciones complejas. La violencia
doméstica debe ser reprimida judicial y policialmente. Pero no es
bastante. Se da con frecuencia el caso de individuos que han ase-
sinado a sus parejas y luego se han suicidado o se han entregado a
la policía. Son casos de desesperación o de obnubilación pasional
ante los cuales las amenazas de la ley resultan ineficaces. Es posi-
ble que las dificultades planteadas por un cambio de paradigma en
las relaciones familiares –de un régimen patriarcal a un régimen
de igualdad– esté exacerbando la violencia. Por ello necesitamos
completar las medidas legales con medidas psicológicas y educa-
tivas. Debemos fomentar la independencia laboral de la mujer,
educarla en sus derechos, desmontar los mitos del secreto familiar
y los matrones machistas.
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Encuentros "violencia doméstica"

Desde la escuela, que es mi campo de acción, debemos inten-


tar romper el proceso de perpetuación de la violencia. Tenemos
que educar seriamente la inteligencia social, práctica, ética, indu-
ciendo cuatro estilos afectivos fundamentales:

— Sentimiento de seguridad y acogimiento del niño.


— Sentimiento de compasión.
— Sentimiento de indignación ante la injusticia.
— Sentimiento de respeto hacia los demás y hacia uno mismo.

Los problemas sociales deben ser resueltos por la sociedad. Eso


quiere decir: por sus instituciones y por cada uno de sus miem-
bros. Los políticos, legislando; los jueces, aplicando rápida y jus-
tamente la ley; la policía, reprimiendo los casos; los medios de
comunicación, dejado de ser transmisores de patrones violentos;
las religiones, ayudando a la igualdad de la mujer; los médicos de
familia, detectando situaciones de riesgo; la ciudadanía, siendo
intolerante con toda demostración de violencia. y colaborando con
las instituciones.

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