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Gozar Del Cuerpo
Gozar Del Cuerpo
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GOZAR DEL CUERPO
LA PROPUESTA CLÍNICA DE JACQUES LACAN
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ÍNDICE
6 La sustancia gozante
38 Epílogo
40 Anexo
www.psicoanalistajuanmanuelmartinez.com
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UNA BREVE INTRODUCCIÓN
5
CAPÍTULO 1
LA SUSTACIA GOZANTE
6
Entonces, teniendo en cuenta estas dos cuestiones que
mencionamos, y pensando en la mejor manera de poder abordarlo,
la propuesta es: acotar el tema lo más posible.
Al ser un concepto que abarca casi toda la obra, decir que en este
libro vamos a hablar sobre El goce sería emprender una empresa que
no acabaría nunca. Por eso proponemos trabajar la lógica del goce
en cierto momento, en cierto seminario del desarrollo de la obra de
Lacan.
Con ese objetivo en mente trabajaremos aquí la clase número 2 del
seminario 20, seminario que lleva por título en francés: Encore y en
español: Aun. La elección de esta clase, que en la versión de la
editorial Paidós se llama: A Jakobson –puesto que, de hecho,
Jakobson está presente y Lacan mantiene un diálogo con él al
comienzo de la clase- se debe a que allí se trabaja –y es lo que nos
interesa trabajar aquí- la perspectiva del goce a partir de tres
elementos fundamentales:
7
El significante, nos estamos refiriendo a dos cosas. Por un lado, a cada
uno de los significantes, por ejemplo, cada uno de los términos que
utiliza un paciente en una sesión a medida que habla, y por otro lado,
nos referimos a su generalidad, es decir, a todos los significantes. En
ese sentido, lo que está intentando explicar Lacan en este punto de
la clase es cómo pasamos del uno al colectivo, cómo pasamos de un
significante a la colectividad de significantes. A esa colección de
significantes él la va a llamar la tontería, y afirmará que surge de la
propuesta psicoanalítica de pedirle al paciente que cumpla con la
regla fundamental, es decir, que diga todo lo que le venga a la mente.
He aquí la cita:
1Lacan, Jacques. El seminario, Libro 20: Aun, Buenos Aires, Ed. Paidós, 2006, pág.
29
8
Lacan: “la redondez se extrae de lo redondo”. Aquí tenemos un
adjetivo, redondo, del cual se extrae y se crea un sustantivo: la
redondez. Lo mismo con la justicia, que se extrae de lo justo. Y esto es
para Lacan, la tontería, un modo de colectivizar el significante que
surge de la propuesta del psicoanálisis y su regla fundamental.
A esto último podemos constatarlo en la siguiente cita, donde Lacan
afirma:
2 Ibíd., pág. 30
9
Cuando se sustantiva, es para suponer una sustancia, y hoy en
día, sustancias, la verdad sea dicha, no es lo que abunda.
Tenemos la sustancia pensante y la sustancia extensa3
3 Ibídem.
4 Ibíd., pág. 31
10
La pregunta que surge aquí es: si tradicionalmente tenemos dos
sustancias, la pensante y la extensa ¿Dónde ubicamos la dimensión
del dicho? En términos más coloquiales: ¿Dónde ubicamos nuestro
significante? ¿De qué lado va? ¿Del lado de la sustancia pensante?
Es decir, de aquello que puede ser pensado, o ¿del lado de la
sustancia extensa? Donde los cuerpos tienen extensión dentro de las
dimensiones espaciales. A partir de aquí, Lacan comenzará –como
siempre- a desarrollar una especie de crítica a estas dos formas
tradicionales de pensar la sustancia.
Continuemos con esta cita:
5 Ibídem.
11
por ende, existe. Entonces, el pensar se convirtió a partir de la
filosofía moderna en la justificación de la existencia. No es algo
menor.
Pero a ese yo pienso, el psicoanálisis le dio una estocada mortal, que
fue la idea del inconsciente. Si lo pensamos en los términos de
Freud, si algo viene a enseñar el inconsciente es que el yo no es amo
de su casa. O sea que, el sistema racional moderno occidental sobre
el cual se había sustentado toda la filosofía a partir del cogito
cartesiano queda fundamentalmente cuestionado cuando
introducimos la noción de inconsciente psicoanalítico.
Continuemos un poco más. Dice Lacan:
6 Ibídem.
12
viene a la mente, por eso, más estrictamente hablando, lo que se le
pide es que diga tonterías. Que diga cualquier cosa, aunque eso no
tenga ningún sentido, le parezca que es algo tonto o que le dé
vergüenza.
En resumen, la propuesta del inconsciente, junto con su oferta
clínica, genera un quiebre a la estructura del sujeto racional
propuesto por el sistema cartesiano. Entonces, la sustancia
pensante, la res cogitans, queda bastante golpeada después de la
aparición del psicoanálisis, en los términos de que ya no suponemos
que sea el sujeto el que piensa, y por ende pierde su categoría de
existir por el hecho de pensar.
Volvamos a las tonterías. Continúa Lacan:
7 Ibídem.
8 Ibídem.
13
Lacan se refiere a la regla fundamental, ese juego de decir todo lo
que se le viene a la mente para conocer un poquito más y que no
admite desdecirse. No vale decir: yo no quise decir eso. Aquí, los dichos,
te atrapan. La clave del sistema clínico del psicoanálisis es que los
dichos te atrapan.
En el párrafo siguiente:
9 Ibídem.
14
moderno –justamente, la sustancia extensa es para nosotros,
en el sentido del plano cartesiano, el espacio donde nos
movemos- sustancia de puro espacio, así como se dice puro
espíritu. No se puede decir que sea muy prometedor10
10 Ibíd., pág. 32
11 Descartes, René. Meditaciones metafísicas, Madrid, Ed. Gredos, 2010, pág. 172
15
intensásemos poner otra taza en el mismo lugar al mismo tiempo,
se chocarían, sería imposible. Finalmente, agrega Descartes a la
definición de cuerpo, en el sentido de la sustancia extensa: “lo que
puede ser sentido ya sea por el tacto, ya por la vista o por el oído o
por el gusto o por el olfato”.12
Revisada esta referencia retomemos, entonces, la cita de Lacan:
12Ibídem.
13Lacan, Jacques. El seminario, Libro 20: Aun, Buenos Aires, Ed. Paidós, 2006, pág.
31
16
La pregunta es: ¿Qué tipo de sustancia es el significante con el cual
el psicoanálisis trabaja? Y para responder esa pregunta Lacan
propone algo que para nosotros será el punto fundamental: otra
forma de sustancia, la sustancia gozante.
En el párrafo siguiente, Lacan afirma:
14 Ibídem.
17
cuerpo significante -y que no tiene nada que ver con un cuerpo en
el sentido imaginario o biológico.
Es decir, sustancia gozante y cuerpo significante. Porque la clave del
goce en esta clase que estamos analizando, es que se encuentra en
estrecha relación con el significante. El goce es el efecto del
significante. Hay goce porque hay significante. Y es por esto que a
continuación Lacan dirá que el cuerpo “no se goza sino
corporeizándolo de manera significante. Lo cual implica algo
distinto del partes extra partes de la sustancia extensa”15.
Aquí la cita es lo suficientemente clara para despejar cualquier tipo
de duda. El cuerpo significante de la sustancia gozante del cual se
goza, es el cuerpo del cual se goza porque se habla.
Si se tratase del cuerpo de la sustancia extensa entonces no habría
sido necesario que el psicoanálisis introdujera otro tipo de sustancia,
y si introduce este nuevo tipo de sustancia es porque las sustancias
existentes, heredadas de Descartes, la sustancia pensante y la
extensa, no le servían a Lacan para ejemplificar, para ubicar, la lógica
de su significante. El significante de Lacan no proviene ni del
pensamiento ni de la materialidad espacial del mundo.
Lo que no se debe entender aquí es que el goce pueda implicar algo
del cuerpo en el sentido imaginario o biológico, del partes extra partes,
no es esa la propuesta de Lacan. La propuesta de Lacan –al menos
en esta clase- es que aquello que vamos a entender como el cuerpo
en el sentido de la sustancia gozante es aquel que se puede
corporeizar de forma significante y es eso de lo que se goza.
15 Ibíd., pág. 32
18
Es importante tener esto muy claro para poder pasar a los otros dos
puntos que tomamos como eje: qué significa gozar del cuerpo y qué
relación hay entre el significante y el goce.
19
CAPÍTULO 2
GOZAR DEL CUERPO
16Lacan, Jacques. El seminario, Libro 20: Aun, Buenos Aires, Ed. Paidós, 2006, pág.
33
20
La idea que Lacan destaca sobre el gozar del cuerpo incluye lo que se
conoce -tanto en francés como en castellano- como: genitivo. Un
genitivo suele estar, en la mayoría de los casos, conformado por la
sílaba de, aunque a veces aparece como del –como en el caso de gozar
del cuerpo-. Y contiene esa ambigüedad propia del significante porque
se le puede leer de dos maneras o tener dos determinaciones: objetiva
o subjetiva. Según la determinación sea objetiva o subjetiva la frase podrá
tener dos connotaciones diferentes. Veremos entonces qué
determinación tiene esta frase para Lacan, para poder entender de
qué se trata este gozar del cuerpo.
Tomemos algunos ejemplos para pensar este problema. Uno de
ellos es el siguiente: El temor del pueblo. La clave para establecer la
determinación de la frase consiste en pensar si el sustantivo está del
lado del objeto o del sujeto de la oración. En esta frase, si el pueblo es
el sujeto, entonces la frase se interpreta como el temor que el pueblo le
tiene a algún individuo o a otro pueblo. Puede ejemplificarse en la
frase: Se observaba el temor del pueblo. Aquí la determinación es
subjetiva, y el pueblo es aquel que teme. Sin embargo, si el pueblo no
fuese el sujeto sino el objeto, la determinación sería objetiva, y la
frase se entenderá como el temor que alguien siente por el pueblo. Un
ejemplo sería: Era famoso el temor del pueblo. Aquí el pueblo no es quien
siente temor sino quien lo infunde. Esta anfibología puede sortearse
diciendo el temor al pueblo.
Veamos un segundo ejemplo: El asesino de Juan. Dependiendo de si
Juan es el sujeto o el objeto de la oración -y por ende, del asesinato-
será el asesino o la víctima. Si el genitivo tiene una determinación
objetiva entonces Juan es el objeto de la oración, y por ende es quién
fue asesinado. Por ejemplo, podríamos leer en una noticia que titule
que Se descubrió, finalmente, quién es el asesino de Juan. Ahora bien, si la
21
determinación del genitivo es subjetiva, entonces, Juan es el sujeto de
la oración, es decir, quien cometió el asesinato. Y alguien podría
decir: Ahí viene el asesino de Juan.
A lo largo de la obra de Lacan encontramos una gran cantidad de
enunciados de este tipo. Podríamos retomar, por ejemplo, una de
las frases más comentadas y repetidas del psicoanálisis lacaniano,
uno de los pilares de su enseñanza: El inconsciente es el discurso del Otro.
Encontramos aquí también un genitivo, y podríamos preguntarnos si
debe leerse con una determinación objetiva o subjetiva.
Con una determinación objetiva, el Otro es el objeto de la oración,
y en ese caso el inconsciente es el discurso que habla sobre el Otro.
Pero, si lo leemos con una determinación subjetiva, la connotación
del enunciado cambia completamente –esta es una idea
interesantísima- puesto que el Otro sería el sujeto de la oración,
quien efectúa la acción. Es decir, es el Otro quien habla. El
inconsciente sería, en consecuencia, el discurso donde el Otro habla.
Luego de estos ejemplos y aclaraciones, estamos en condiciones de
retomar el punto que nos convoca: gozar del cuerpo. Ahora sabemos
que la clave está en determinar si el cuerpo es aquí el objeto o el sujeto
del enunciado. Es decir, si el cuerpo es el objeto o el sujeto de la acción
de gozar.
La determinación más frecuente con la que se lee –basta con revisar
un poco la bibliografía psicoanalítica lacaniana más difundida- es la
subjetiva, es decir, aquella en la que el cuerpo es el sujeto de la
acción, y por ende, el que goza. Frecuentemente escuchamos a
nuestros colegas hablar de cuerpos que gozan, de individuos que gozan
de las cosas que le suceden, de neuróticos que gozan del malestar
del que se quejan. Y que es también la idea del mismísimo Freud:
que una parte del aparato psíquico se satisface con aquello que es
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insatisfactorio para la otra parte. Lo que conscientemente disgusta o
lastima, inconscientemente genera cierto placer –y viceversa. Esa
misma concepción freudiana transportada a términos lacanianos es
la que sostiene la idea del cuerpo gozante.
Ahora bien, lo interesante de esta cita de Lacan es que hace
referencia a la otra forma de pensar la frase: una determinación
objetiva. Implicando que el cuerpo no es el sujeto de la oración, sino el
objeto. Que no es el cuerpo quien goza sino que es gozado: que hay
algo que goza de ese cuerpo. Y la pregunta que asoma es: si el cuerpo
es el objeto gozado, ¿quién es el sujeto del goce? O, para decirlo todo,
¿Quién goza en realidad?
Con esto en mente, releamos la cita:
17 Ibídem.
23
goce del cuerpo neurótico, aquel que goza es precisamente el Otro.
Es decir, el lenguaje.
Ahora podemos comprender mejor la idea de la sustancia gozante: el
cuerpo como sustancia gozante es aquello de lo que goza el Otro.
Por eso Lacan lo bautiza sin reparos como el goce del Otro.
De allí que sea necesaria una nueva sustancia para poder ubicar el
significante de Lacan. Una sustancia de la que se goza, que se puede
identificar con este otro cuerpo con el que el psicoanálisis trabaja.
El cuerpo entendido como aquello de lo que se goza, y no el cuerpo
material que ocupa un lugar en el espacio, puesto que para eso ya
teníamos una sustancia: la res extensa. Y finalmente, quien goza de
esa sustancia gozante es el Otro, es decir, nadie en realidad, el
lenguaje.
En el punto en que nos encontramos, podemos observar el quiebre
que se produce con aquello que Freud articula en Mas allá del principio
de placer. Donde propone, en términos generales, que es la pulsión
de muerte la que se satisface mientras el organismo se autodestruye.
Como si hubiese dentro de cada uno de nosotros un impulso que
nos lleva a la autodestrucción o, más precisamente, hacia un estado
anterior a la vida que Freud relaciona con el Nirvana.
En este punto encontramos una clara diferenciación porque para
Lacan no se trata de que ese cuerpo goce con su sufrimiento. Si lo
pensamos en un paciente que padece en el cuerpo de cierta
sintomatología ya no podemos especular que es él mismo, desde su
propia individualidad, quien por un lado padece y por el otro
disfruta de ese sufrimiento. Aún cuando esa es una idea muy
presente en la obra de Freud: léanla por ejemplo en el texto Los que
fracasan cuando triunfan. Para Lacan, la cuestión no opera en ese
sentido, sino que más bien lo que ocurre es que hay un cuerpo -
24
corporizado por el significante- que es gozado por el Otro. Es decir,
es gozado por el lenguaje.
No es casualidad que Lacan analice a través de todo este seminario,
el problema de la mística cristiana para poder pensar el problema del
Otro que goza. La poesía medieval supone el goce de Dios tanto en
sus alabanzas como en sus flagelos corporales: el sacrificio del
propio cuerpo y las renuncias a las tentaciones de la carne, agradan
a Dios.
Lacan utiliza esta misma noción para pensar el problema de la
neurosis, ya que aún cuando el neurótico no goce de sus
padecimientos supone la existencia de un Otro que sí goza. He allí
la idea nuclear de la neurosis.
25
la cual por poder ser solicitada como lo haré enseguida, nos
muestra hasta qué punto era ilusoria. El significante es la causa
del goce18
18 Ibídem.
26
de lo hecho, y lo que hace cambiar algo respecto de lo
cambiado”. La causa eficiente está relacionada, entonces,
con quién o qué produce que eso sea.
4) Causa final: “Y en otro sentido causa es el fin, esto es,
aquello para lo cual es algo, por ejemplo, el pasear respecto
de la salud”–es decir, el objetivo por el cual se hacen las
cosas, el fin en tanto finalidad, el para qué- “Pues ¿por qué
paseamos? A lo que respondemos: para estar sanos, y al
decir esto creemos haber indicado la causa”. Y agrega,
Aristóteles: “Y también cualquier cosa que, siendo movida
por otra cosa, llega a ser un medio respecto del fin” –es
decir que, en esta categoría no sólo incluye al fin último sino
también a los medios con respecto a ese fin. Siguiendo con
el ejemplo de la salud:- “Como el adelgazar, la purgación y
los instrumentos quirúrgicos llegan a ser medios con
respecto a la salud” –y concluye- “todas estas cosas son para
un fin, y se diferencian entre sí en que unas son actividades
y otras instrumentos”19
19 Aristóteles. Física, Libro II, Madrid, Ed. Gredos, 1995, pág. 142
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la causa final, está relacionada con el objetivo de construir una silla,
su finalidad. Por ejemplo, para sentarse o para reposar.
Entonces, concluye, Aristóteles, que:
Tales son, pues, los sentidos en que se dice de algo que es causa.
Pero, como causa se dice en varios sentidos, ocurre también
que una misma cosa tiene varias causas, y no por accidente. Así,
en el caso de una estatua, tanto el arte del escultor como el
bronce son causas de ella, y causas de la estatua en tanto que
estatua y no con respecto a otra cosa; pero no lo son del mismo
modo: uno es causa como materia, otro aquello de donde
proviene el movimiento20
20 Ibídem.
28
sustancia extensa. En cambio, las otras causas restantes, la causa
eficiente y la causa final, son externas al objeto: quién y para qué realizó
la acción.
29
CAPÍTULO 3
LAS CAUSAS DEL GOCE
1) Causa material
2) Causa formal
3) Causa eficiente
4) Causa final
30
A continuación, analizaremos la forma en que Lacan retoma cada
una de ellas en relación al goce, pero, primero retomemos la cita que
comenzamos a analizar en el apartado anterior y veamos cómo
continúa. Dice Lacan:
21 Lacan, Jacques. El seminario, Libro 20: Aun, Buenos Aires, Ed. Paidós, 2006, pág.
33
22 Op.cit. pág.
31
Esta es una idea muy interesante porque a lo largo de nuestra
formación como analistas es algo que siempre queda a oscuras.
Nunca nos es aclarado de qué índole sustancial es el goce, nunca
queda claro si es algo que está situado dentro de las células o en qué
parte. Se dice que surge de un instinto de autodestrucción, que es
algo que está más allá del principio del placer, que proviene de lo
real del cuerpo, etcétera. Pero nunca se dice de qué está hecho el
goce, y en esta cita está claro: el goce está hecho del significante. La
causa material del goce es el cuerpo en tanto sustancia gozante, es
decir, en tanto corporizado de manera significante.
Hasta aquí la referencia a la primera causa. Desde allí Lacan pasa
directamente a la causa final, y dirá:
Si para Aristóteles la causa final tenía que ver con el objetivo, el fin
en el sentido del para qué, incluso con los medios para llegar a tal fin,
Lacan le dará una vuelta más. Fiel a su teoría, dado que un
significante en sí mismo no significa nada y de hecho puede
significar muchas cosas según el contexto o la situación en que se lo
use. Entonces, será final en todos los sentidos del término, también
de lo que hace tope, de límite.
Hagamos un pequeño paréntesis en este punto porque esto es muy
interesante para pensar no solamente la clínica sino la forma de leer
23Lacan, Jacques. El seminario, Libro 20: Aun, Buenos Aires, Ed. Paidós, 2006, pág.
34
32
la teoría de Lacan. Ocurre con frecuencia que esperamos encontrar
en la obra de Lacan sentidos coagulados, definiciones concretas de
los conceptos, definiciones certeras, pero -si lo pensamos un
momento- esa idea es anti-lacaniana. No en vano al principio de este
libro decidimos dejar en claro su proyecto, sus limitaciones y el
marco desde el cual íbamos a pensar un concepto tan amplio, tan
rico y tan problemático como el del goce. Cada vez que tomemos
un concepto en la obra de Lacan, el que sea, debemos plantearnos
su contexto, una cierta ubicación espacio-temporal, no será lo
mismo en el año 1953 que en 1972.
Suponer que existe una definición única, una sola forma de pensar
un concepto, es una pretensión neurótica. El problema del sentido
es un problema de la neurosis. El neurótico está siempre buscando
coagular el sentido de forma tal que algo signifique algo. Ésta es la
lógica de las esencias tan presente en ciertos paradigmas del lenguaje,
cuya función es la de nuclear los sentidos para que luego esa
significación funcione como guía. Es decir, creer que las cosas son
siempre de cierta forma y utilizar esos mismos elementos de lectura
en distintos contextos. Eso es repetir.
Entonces, la respuesta a la demanda neurótica sobre la definición de
goce –o de cualquier otro elemento de la propuesta de Lacan- será
que depende del contexto, porque el significante en sí mismo no significa
nada, aunque eso implique una gran decepción. Todo esto nos lleva
a pensar que las cosas son dependiendo de dónde y cuándo se digan.
Esa es la gran propuesta sofística de Lacan donde la realidad se
fundamenta en el lenguaje, es decir, que las cosas son porque se
dicen, y si se dijese otra cosa quizás las cosas serían otras. Son hechos
de dichos. Y aunque esto sea tan difícil de asimilar para la neurosis, es
precisamente la herramienta de trabajo del psicoanalista.
33
Dicho esto, retomemos, entonces, la cita de Lacan de la pág. 34:
24 Ibíd., pág. 34
25 Ibídem.
34
que se presentará más adelante en este Seminario: si la realidad
depende del significante, entonces no hay realidad pre-discursiva.
Tampoco hay goce pre-discursivo.
Continuemos un poco más. En la misma página Lacan hará
referencia ahora a la causa eficiente y dirá:
Otra vez, el problema del principio y del final en relación a que, para
Aristóteles, causa eficiente significa lo que posibilita al ser. Retomemos
el ejemplo de la estatua, en ese caso la causa eficiente será el escultor.
Es decir, aquella persona o cosa que posibilita que eso advenga a ser.
Pero Lacan dirá que la causa eficiente del goce no es más que el
proyecto con el que se lo limita, es decir, el límite que el significante
le pone al goce. Nuevamente, el significante es otra de sus causas.
Por último, la causa formal. Veamos qué dice Lacan al respecto:
En esta cita Lacan propone abiertamente que el goce se rige por una
gramática: hay una gramática del goce. La conexión aquí con el
significante, nuevamente, es indudable. La gramática es el conjunto
26 Ibídem
27 Ibídem
35
de normas y reglas para hablar y escribir correctamente una lengua,
estas normas y leyes designan cómo se deben decir las cosas en un
lenguaje determinado, o lo que es lo mismo, la estructura formal de
una oración para asegurar que esté correctamente escrita o dicha.
Cuando se quiere aprender un idioma no basta con conocer palabras
o tener un amplio vocabulario, no se las puede combinar
correctamente, no se puede armar una oración si no se conocen las
leyes gramaticales de ese idioma.
Habíamos visto que en la física aristotélica la causa formal se
corresponde con la forma o el modelo de aquellas cosas que existen.
Para Lacan la forma, el modelo, del goce es la gramática. Es decir,
que el goce tiene una ordenación lingüística formal, la forma con la
que está hecho el goce es la misma que la de un lenguaje.
Si retomamos la idea de la sustancia gozante, y recordamos la
articulación que hicimos entre la sustancia de Descartes como la
suma de la causa formal y la causa material de Aristóteles, entonces,
podríamos construir la siguiente fórmula: la sustancia gozante es la
suma del significante (causa material) más la gramática (causa
formal).
Aristóteles/ Sustancia
Causa material + Causa formal
Descartes extensa
Sustancia
Lacan Cuerpo Significante + Gramática
gozante
36
tope, la voz de alto; la causa eficiente del goce es el proyecto con el que
se lo limita –y como acabamos de decir, lo que está en el límite es el
significante- y la causa formal del goce es la gramática que lo rige.
Con esto aclarado, podemos retomar la frase de Lacan sobre el Goce
del Otro y leerla con el genitivo en su determinación subjetiva: es el
Otro el que goza porque la causa del goce es el significante, y el Otro
es el tesoro de los significantes, el lugar del saber en tanto que
significantes articulados formando una red.
Si el significante es la causa del goce, podemos concluir que por el
hecho de que hay lenguaje hay goce. Hay goce porque hablamos,
aún cuando ese goce no sea nuestro propio goce sino el goce del
Otro. Por el hecho de que hablamos eso goza de nosotros, de nuestro
cuerpo en tanto que sustancia gozante, corporizado de manera
significante. Y dado que ese goce tiene una gramática que lo rige y
es su causa formal, entonces, el goce es el efecto de la existencia del
lenguaje.
37
EPÍLOGO
38
analizar los padecimientos de ese cuerpo: la medicina. El
psicoanálisis se ocupa de los padecimientos corporales siempre y
cuando se entienda ese cuerpo como aquello de lo que se goza, aquello
que es gozado de manera significante. El ámbito en el que el
psicoanálisis se desempeña es el de la sustancia gozante, es decir, el
cuerpo que se crea significantemente por la operatoria del saber del
Otro como el lugar del lenguaje, y que goza de ese cuerpo
padeciente.
En ese sentido, nuestra tarea como psicoanalistas es tratar de
identificar cuáles son los parámetros lingüísticos que han producido
ese padecer: conocer las coordenadas de ese saber para incidir sobre
ellas. Pero sugiero abiertamente no pensar que es ese mismo cuerpo
el que goza con su propio padecimiento –y este es el punto fuerte
de la propuesta de Lacan- sino darnos cuenta que ese goce proviene
del Otro que goza con eso, ese Otro que no es nadie. Entonces, la
clave para resolver el padecimiento neurótico será determinar los
puntos fundamentales mediante los cuales ese saber, aún no sabido,
es operatorio para hacer la vida de esa persona en particular una vida
sufriente y miserable.
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ANEXO
40
• La propuesta lacaniana de la sustancia gozante como un tercer tipo
de sustancia en la cual situar al significante y al cuerpo con el
que trabaja el psicoanálisis, es decir, un cuerpo corporizado
significantemente -que nada tiene que ver con el cuerpo
biológico, que es sustancia extensa- y que es gozado por el Otro,
en tanto lugar del saber.
• El significante como la causa del goce, y la utilización de la física
aristotélica que hace Lacan para pensar el problema del goce.
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