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¿𝐐𝐔𝐄́ 𝐄𝐑𝐀 𝐑𝐄𝐀𝐋𝐌𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐄𝐋 𝐀𝐆𝐔𝐈𝐉𝐎́𝐍 𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐂𝐀𝐑𝐍𝐄 𝐃𝐄 𝐏𝐀𝐁𝐋𝐎?

𝑃𝑜𝑟: 𝑃𝑠. 𝑃𝑒𝑑𝑟𝑜 𝐶𝑜𝑡𝑡𝑜


La falsa interpretación de "𝐄𝐥 𝐚𝐠𝐮𝐢𝐣𝐨́𝐧 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐜𝐚𝐫𝐧𝐞 𝐝𝐞 𝐏𝐚𝐛𝐥𝐨" es una de las escrituras
más mal interpretada y manipulada en nuestros tiempos. No permita que sabiduría de
hombre le 'parafrasee' o le 'justifique' esta escritura. Las respuestas a preguntas sobre la
Biblia, se encuentran en la Biblia y no en filosofía humana. Cuando no entienda una
escritura, pídale al Espíritu Santo que le guie a toda verdad, y el Espíritu le mostrara la
verdad por medio de la misma Biblia. Siempre lea la Biblia en contexto para evitar
confusiones.
¿𝗤𝘂𝗲́ 𝗲𝘀 𝗲𝗹 𝗮𝗴𝘂𝗶𝗷𝗼́𝗻 𝗲𝗻 𝗹𝗮 𝗰𝗮𝗿𝗻𝗲 𝗱𝗲 𝗣𝗮𝗯𝗹𝗼?
La tradición nos ha enseñado que el aguijón de Pablo era un tipo de dolencia o
enfermedad. Si le dedica tiempo al estudio de la Palabra, se dará cuenta que eso no es
cierto. En 2 Corintios 12:7, Pablo claramente expresó que por las extraordinarias
revelaciones que él había recibido se le fue dado un aguijón en la carne, un mensajero de
Satanás. La palabra griega traducida como mensajero siempre se refiere a alguien que es
enviado, lo cual indica que era una persona.
Este mismo término mensajero se traduce en otra versión del Nuevo Testamento como
ángel. Los ángeles, como mensajeros de Dios, son seres creados con personalidades. Los
enviados por Satanás estaban en la misma categoría. Ahora bien, la enfermedad no es una
persona ni un mensajero.
El aguijón de Pablo era un espíritu malvado o un ángel enviado por Satanás para
abofetearlo. Abofetear significa: “𝑝𝑒𝑔𝑎𝑟 𝑟𝑒𝑝𝑒𝑡𝑖𝑑𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒”. Dios por ningún motivo manda
espíritus malignos en contra del Cuerpo de Cristo (lea Santiago 1:13). Él envió al Espíritu
Santo y nos ha dado Su Palabra, la cual es útil para la doctrina, la reprensión, la corrección,
y la instrucción en justicia, a fin de disciplinarnos y guiarnos (lea Juan 16:13; 2 Timoteo
3:16-17).
La frase “𝑎𝑔𝑢𝑖𝑗𝑜́𝑛 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑟𝑛𝑒” es una expresión figurativa o una ilustración. Por ejemplo,
cuando alguien nos irrita lo llamamos: “𝑢𝑛 𝑑𝑜𝑙𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑐𝑎𝑏𝑒𝑧𝑎”. Asimismo, el aguijón de
Pablo era un ángel malvado que le causaba una intensa molestia, pero no era con
enfermedad o dolencias. En 𝟐 𝐂𝐨𝐫𝐢𝐧𝐭𝐢𝐨𝐬 𝟏𝟏:𝟐𝟒-𝟐𝟔, Pablo enumera algunas de esas
“𝑚𝑜𝑙𝑒𝑠𝑡𝑖𝑎𝑠”: fue prisionero, apedreado, golpeado, atacado por multitudes enardecidas; y
además, naufragó en el mar.
Otros ejemplos de las persecuciones que sufrió Pablo se encuentran en Hechos 13:45, 50;
14:5-7, 19-20. El mensajero de Satanás utilizó a personas como instrumentos de
persecución.
El ángel maligno fue asignado con el propósito de impedir que Pablo predicara la Palabra a
dondequiera que fuera; éste incitaba a las personas para que actuaran contra el Apóstol.
Satanás intentó robar la Palabra que había en Pablo mediante todo ese hostigamiento
(Marcos 4:14-20).
El diablo intentará que los creyentes no sean victoriosos por la medida de la Palabra que
habita en ellos. Pues a través de esa Palabra que está viva en su corazón, ellos obran
firmemente. Por tanto, tendrán que permanecer en fe por cada revelación que reciban.
Muchos han usado 𝐆𝐚́𝐥𝐚𝐭𝐚𝐬 𝟒:𝟏𝟑 para respaldar la tradicional enseñanza de que el
aguijón de Pablo eran enfermedades y dolencias: «𝑃𝑢𝑒𝑠 𝑣𝑜𝑠𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠 𝑠𝑎𝑏𝑒́𝑖𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑎 𝑐𝑎𝑢𝑠𝑎 𝑑𝑒
𝑢𝑛𝑎 𝑒𝑛𝑓𝑒𝑟𝑚𝑒𝑑𝑎𝑑 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑐𝑢𝑒𝑟𝑝𝑜 𝑜𝑠 𝑎𝑛𝑢𝑛𝑐𝑖𝑒́ 𝑒𝑙 𝑒𝑣𝑎𝑛𝑔𝑒𝑙𝑖𝑜 𝑎𝑙 𝑝𝑟𝑖𝑛𝑐𝑖𝑝𝑖𝑜». La palabra
griega para enfermedad significa: “𝑛𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑧𝑎; 𝑑𝑒𝑏𝑖𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑, 𝑖𝑛𝑐𝑎𝑝𝑎𝑐𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒
𝑝𝑟𝑜𝑑𝑢𝑐𝑖𝑟 𝑟𝑒𝑠𝑢𝑙𝑡𝑎𝑑𝑜𝑠”. Esta misma traducción se utiliza en 𝟏 𝐂𝐨𝐫𝐢𝐧𝐭𝐢𝐨𝐬 𝟐:𝟑: «𝑌 𝑒𝑠𝑡𝑢𝑣𝑒
𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑣𝑜𝑠𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛 𝑑𝑒𝑏𝑖𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑, 𝑦 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑜 𝑡𝑒𝑚𝑜𝑟 𝑦 𝑡𝑒𝑚𝑏𝑙𝑜𝑟». Al igual que muchos
creyentes, cuando Pablo comenzó a ministrar, sintió que no tenía la capacidad para llevar
a cabo la obra que Dios le había designado. Pero en el siguiente versículo se nos explica
que él de todos modos era obediente y que el Espíritu Santo marcó la diferencia con la
manifestación de Su poder: «𝑌 𝑛𝑖 𝑚𝑖 𝑝𝑎𝑙𝑎𝑏𝑟𝑎 𝑛𝑖 𝑚𝑖 𝑝𝑟𝑒𝑑𝑖𝑐𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑓𝑢𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑝𝑎𝑙𝑎𝑏𝑟𝑎𝑠
𝑝𝑒𝑟𝑠𝑢𝑎𝑠𝑖𝑣𝑎𝑠 𝑑𝑒 ℎ𝑢𝑚𝑎𝑛𝑎 𝑠𝑎𝑏𝑖𝑑𝑢𝑟𝑖́𝑎, 𝑠𝑖𝑛𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑑𝑒𝑚𝑜𝑠𝑡𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒𝑙 𝐸𝑠𝑝𝑖́𝑟𝑖𝑡𝑢 𝑦 𝑑𝑒
𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟» (𝟏 𝐂𝐨𝐫𝐢𝐧𝐭𝐢𝐨𝐬 𝟐:𝟒). El padecimiento de Pablo o la debilidad de su carne le brindó
la oportunidad al Espíritu Santo para realizar una obra poderosa.
Por ese motivo, Pablo pudo declarar: «…𝑃𝑜𝑟 𝑡𝑎𝑛𝑡𝑜, 𝑑𝑒 𝑏𝑢𝑒𝑛𝑎 𝑔𝑎𝑛𝑎 𝑚𝑒 𝑔𝑙𝑜𝑟𝑖𝑎𝑟𝑒́ 𝑚𝑎𝑠
𝑏𝑖𝑒𝑛 𝑒𝑛 𝑚𝑖𝑠 𝑑𝑒𝑏𝑖𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠 [𝑓𝑎𝑙𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝑓𝑜𝑟𝑡𝑎𝑙𝑒𝑧𝑎], 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑟𝑒𝑝𝑜𝑠𝑒 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒 𝑚𝑖́ 𝑒𝑙 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑑𝑒
𝐶𝑟𝑖𝑠𝑡𝑜. 𝑃𝑜𝑟 𝑙𝑜 𝑐𝑢𝑎𝑙, 𝑝𝑜𝑟 𝑎𝑚𝑜𝑟 𝑎 𝐶𝑟𝑖𝑠𝑡𝑜 𝑚𝑒 𝑔𝑜𝑧𝑜 𝑒𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑑𝑒𝑏𝑖𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠, 𝑒𝑛 𝑎𝑓𝑟𝑒𝑛𝑡𝑎𝑠, 𝑒𝑛
𝑛𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠, 𝑒𝑛 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑒𝑐𝑢𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠, 𝑒𝑛 𝑎𝑛𝑔𝑢𝑠𝑡𝑖𝑎𝑠; 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑠𝑜𝑦 𝑑𝑒́𝑏𝑖𝑙, 𝑒𝑛𝑡𝑜𝑛𝑐𝑒𝑠
𝑠𝑜𝑦 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑡𝑒» (𝟐 𝐂𝐨𝐫𝐢𝐧𝐭𝐢𝐨𝐬 𝟏𝟐:𝟗-𝟏𝟎). Una vez que aprendamos a depender del poder del
Espíritu Santo, nuestras debilidades ya no serán un problema.
Dios le reveló a Pablo la autoridad del creyente. El Apóstol tenía autoridad sobre Satanás
en el nombre de Jesús —al igual que usted—. Sin embargo, en lugar de ejercer su
autoridad ordenándole directamente al espíritu maligno que desistiera de sus maniobras
en su contra; Pablo buscó recibir su liberación de parte del Señor: «𝑅𝑒𝑠𝑝𝑒𝑐𝑡𝑜 𝑎 𝑙𝑜 𝑐𝑢𝑎𝑙
𝑡𝑟𝑒𝑠 𝑣𝑒𝑐𝑒𝑠 ℎ𝑒 𝑟𝑜𝑔𝑎𝑑𝑜 𝑎𝑙 𝑆𝑒𝑛̃𝑜𝑟, 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑚𝑖́» (𝟐 𝐂𝐨𝐫𝐢𝐧𝐭𝐢𝐨𝐬 𝟏𝟐:𝟖).
Si desea resultados, no le pida a Dios que enfrente al diablo por usted. Pues de la misma
manera en que el Señor sólo instruyó a Moisés para que sacara a los moradores del país
(𝐍𝐮́𝐦𝐞𝐫𝐨𝐬 𝟑𝟑:𝟓𝟐), Él también le ordena a usted que saque a los demonios y espíritus
malignos (𝐌𝐚𝐫𝐜𝐨𝐬 𝟏𝟔:𝟏𝟕). «𝑆𝑜𝑚𝑒𝑡𝑒𝑜𝑠, 𝑝𝑢𝑒𝑠, 𝑎 𝐷𝑖𝑜𝑠; 𝑟𝑒𝑠𝑖𝑠𝑡𝑖𝑑 𝑎𝑙 𝑑𝑖𝑎𝑏𝑙𝑜, 𝑦 ℎ𝑢𝑖𝑟𝑎́ 𝑑𝑒
𝑣𝑜𝑠𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠» (𝐒𝐚𝐧𝐭𝐢𝐚𝐠𝐨 𝟒:𝟕).
Cuando Pablo le pidió al Señor que apartara de él a este mensajero de Satanás, Él le
respondió: «…𝐵𝑎́𝑠𝑡𝑎𝑡𝑒 𝑚𝑖 𝑔𝑟𝑎𝑐𝑖𝑎; 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑖 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑠𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑓𝑒𝑐𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑑𝑒𝑏𝑖𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑…»
(𝟐 𝐂𝐨𝐫𝐢𝐧𝐭𝐢𝐨𝐬 𝟏𝟐:𝟗). Él no contestó que el mensajero no se iría, sino que Su favor era
suficiente, de modo que si sentía que humanamente ya no tenía fuerzas, Pablo tenía el
nombre de Jesús para detener los ataques de Satanás y expulsarlo.
La Palabra griega dunamis que se traduce como fuerza en este versículo, también puede
ser traducida como poder dinámico. Es la misma palabra que Jesús usó en 𝐇𝐞𝐜𝐡𝐨𝐬 𝟏:𝟖:
«𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑟𝑒𝑐𝑖𝑏𝑖𝑟𝑒́𝑖𝑠 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 [𝑑𝑢𝑛𝑎𝑚𝑖𝑠], 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 ℎ𝑎𝑦𝑎 𝑣𝑒𝑛𝑖𝑑𝑜 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒 𝑣𝑜𝑠𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠 𝑒𝑙 𝐸𝑠𝑝𝑖́𝑟𝑖𝑡𝑢
𝑆𝑎𝑛𝑡𝑜…». En 𝟐 𝐂𝐨𝐫𝐢𝐧𝐭𝐢𝐨𝐬 𝟏𝟐:𝟗 leemos: «…𝑇𝑒 𝑏𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑚𝑖 𝑔𝑟𝑎𝑐𝑖𝑎, 𝑝𝑢𝑒𝑠 𝑚𝑖 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑟 𝑠𝑒
𝑝𝑒𝑟𝑓𝑒𝑐𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑑𝑒𝑏𝑖𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑…» (𝑁𝑢𝑒𝑣𝑎 𝑉𝑒𝑟𝑠𝑖𝑜́𝑛 𝐼𝑛𝑡𝑒𝑟𝑛𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑙).
Todo esto es opuesto a la enseñanza tradicional, la cual afirma que Pablo no obtuvo la
victoria sobre el aguijón en la carne.
Pablo vivió hasta ser un hombre de edad avanzada, y luego expresó que no podía decidir
si quedarse o irse con el Señor (𝐅𝐢𝐥𝐢𝐩𝐞𝐧𝐬𝐞𝐬 𝟏:𝟐𝟐-𝟐𝟒). Era importante que él se quedara
por el bien de la Iglesia; sin embargo, anhelaba irse para estar con Jesús. El Apóstol dejó
este mundo hasta que él y el Señor estuvieron preparados. Ésa no es la descripción de una
persona que vivió con enfermedad y dolencias.
El ángel enviado por Satanás, el aguijón en la carne, no logró vencer a Pablo por medio de
las circunstancias adversas, pues el poder de Cristo estaba sobre él. En 𝐅𝐢𝐥𝐢𝐩𝐞𝐧𝐬𝐞𝐬
𝟒:𝟏𝟐-𝟏𝟑, él expresó: “𝐻𝑒 𝑎𝑝𝑟𝑒𝑛𝑑𝑖𝑑𝑜 𝑒𝑛 𝑐𝑢𝑎𝑙𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟 𝑦 𝑡𝑜𝑑𝑎 𝑐𝑖𝑟𝑐𝑢𝑛𝑠𝑡𝑎𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑒𝑙 𝑠𝑒𝑐𝑟𝑒𝑡𝑜
𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑛𝑓𝑟𝑒𝑛𝑡𝑎𝑟 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑠𝑖𝑡𝑢𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛…” [Traducción libre de The Amplified Bible]. En el
siguiente versículo reveló este secreto: “𝑇𝑒𝑛𝑔𝑜 𝑙𝑎 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑧𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑟𝑒𝑎𝑙𝑖𝑧𝑎𝑟 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑒𝑛 𝐶𝑟𝑖𝑠𝑡𝑜
𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑓𝑜𝑟𝑡𝑎𝑙𝑒𝑐𝑒, [𝑒𝑠𝑡𝑜𝑦 𝑙𝑖𝑠𝑡𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑦 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑛𝑓𝑟𝑒𝑛𝑡𝑎𝑟 𝑐𝑢𝑎𝑙𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟 𝑐𝑜𝑠𝑎 𝑝𝑜𝑟
𝑚𝑒𝑑𝑖𝑜 𝑑𝑒 𝐸́𝑙, 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑚𝑒 𝑖𝑛𝑓𝑢𝑛𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑧𝑎 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟]” [Traducción libre de The
Amplified Bible].
Cuando Pablo era débil, en Cristo se hacía fuerte. El ángel de Satanás, el aguijón en la
carne del que hemos oído tanto, nunca pudo vencer a Pablo ni al poder de Dios. El diablo
sólo logró exasperar y hostigar al Apóstol como una espina en la carne, una incomodidad
temporal que pudo ser removida. Pablo fue un hombre de compromiso con Dios, él corrió
la carrera y la ganó. Él conocía su autoridad como creyente; y además sabía que el escudo
de la fe podía apagar todos los dardos encendidos del maligno (𝐄𝐟𝐞𝐬𝐢𝐨𝐬 𝟔:𝟏𝟔). Cuando él
comenzó a usar su fe, el Señor pudo librarlo de todas las aflicciones y persecuciones (𝟐
𝐓𝐢𝐦𝐨𝐭𝐞𝐨 𝟑:𝟏𝟎-𝟏𝟏).
L interpretación falsa de "𝐄𝐥 𝐚𝐠𝐮𝐢𝐣𝐨́𝐧 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐜𝐚𝐫𝐧𝐞 𝐝𝐞 𝐏𝐚𝐛𝐥𝐨" es una tradición que
Satanás ha utilizado para engañar y robarle a muchas personas. Usándola como excusa, la
tradición afirma que Dios se gloría en las enfermedades para que el mundo pueda ver la
forma tan maravillosa de cómo los cristianos resisten el dolor y la agonía. La tradición
nunca brinda la respuesta correcta. Cualquiera sabe que el mundo ya tiene suficiente
dolor y agonía, y lo que necesita es una salida de la enfermedad, no otra forma de vivirla.
Si permitimos que las tradiciones de los seres humanos usurpen la autoridad de la Palabra
de Dios, nos encontraremos indefensos para enfrentar la enfermedad. Dios no podrá
defendernos porque habremos invalidado la Palabra sobre nuestra vida (𝐌𝐚𝐭𝐞𝐨 𝟏𝟓:𝟔).
Utilice la siguiente confesión de fe (si lo desea) para declarar su libertad en Cristo Jesús
sobre las inútiles tradiciones religiosas, a fin de que pueda caminar en el poder de la
Palabra de Dios:
«Señor, Tu Palabra es verdadera, es una semilla incorruptible que deposito en mi corazón.
Creo que ésta ha sido sembrada en buena tierra y que recibo una poderosa cosecha.
No acepto las inútiles tradiciones religiosas del mundo, las cuales anulan la Palabra; y
arranco de raíz toda doctrina perversa. Resisto el poder de las tinieblas que viene a robar
la Palabra de Dios.
Las Escrituras revelan Tu voluntad y me pongo de acuerdo con ellas. Renuevo mi mente a
diario con Tu Palabra, a fin de entablar una relación más íntima contigo y así conocer Tus
caminos. Mientras Tu Palabra se establece en mi corazón, yo me arraigo y me cimiento en
la verdad. En el nombre de Jesús, ¡Amén!»

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