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Criminal Compliance
Criminal Compliance
2021
CRIMINAL
COMPLIACE
Derecho Mercantil I – Facultad de derecho
y Ciencia Política
UNP 1
INTEGRANTES:
C.U
GRUPO: N° 0
CICLO: V
PIURA – PERÚ
Universidad Nacional de Piura
INDICE
INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................................ I
CAPITULO I: ............................................................................................................................................. 1
a) LA SITUACIÓN ACTUAL……………………………………………………………………………………4
b) LA DELIMITACIÓN DEL CRIMINAL COMPLIANCE EN SENTIDO ESTRICTO………….5
1.3 PROBLEMAS ESPECÍFICOS DEL CRIMINAL COMPLIANCE.................................................... 6
CAPITULO II ........................................................................................................................................... 10
LINKOGRAFIA ......................................................................................................................................... IV
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INTRODUCCIÓN
En estos días, a casi 20 años de iniciado del siglo XXI, es “normal” hablar de globalización y “natural”
ser partícipe de ella. Pues, el mercado de hoy traspasa fronteras, es una época en la que, los avances
tecnológicos, la gestión por proyectos, los sistemas integrados, entre otros, no solo alcanza a todos,
sino que está en constante cambio; frente a ello, las personas, las grandes y medianas empresas, así
como las microempresas tienen que adaptarse aquellos cambios para permanecer en el mercado.
El trabajo propone, en primer lugar, un estudio del origen, los elementos y la aplicación del Criminal
Compliance, también llamado, Programa de Cumplimiento Normativo, entendido como un
dispositivo interno que las empresas implementan para cumplir con la normatividad vigente, así
como para prevenir y detectar las infracciones legales que se produzcan dentro de las mismas o
como parte de las actividades que estas realizan.
En tal sentido, se desarrolla la aplicación que el Estado peruano ha realizado del referido Programa
de Cumplimiento Normativo en el ordenamiento jurídico, en concreto los avances sectoriales.
La vinculación del derecho penal y las personas jurídicas en el caso peruano si en tal caso una
responsabilidad administrativa o penal.
Finalmente, se analiza el impacto del Criminal Compliance en el ordenamiento jurídico penal. Para
ello, se hace una referencia al sistema de responsabilidad penal adoptado en el Perú y de qué
manera esto impacta en la aplicación del Criminal Compliance.
I
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OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN
OBJETIVO GENERAL
Describir el Criminal Compliance, Prevención y Detección de Delitos en las empresas públicas
en el Perú, así como el sistema de responsabilidad penal adoptado y la manera que impacta
en la aplicación del Criminal Compliance.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
Estudiar el origen, los elementos y la aplicación del Criminal Compliance.
Determinar el al criminal compliance en nuestro país.
Determinar el estado actual de Criminal Compliance, Prevención y Detección de
Delitos en el Perú.
II
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CAPITULO I:
Nociones Generales
1.1 CRIMINAL COMPLIANCE
El Criminal Compliance es un mecanismo interno que las empresas implementan y que consiste en
un conjunto de medidas tendentes a asegurar que cada uno de sus miembros, desde los directivos
hasta el último empleado, cumplan con las normas penales, de esta manera, se busca prevenir y
detectar eficazmente la comisión de delitos en la empresa. (JAVE, 2016)
Este mecanismo interno también contiene procedimientos para sancionarlos delitos, demostrando
que la organización busca cumplir el Derecho y rechaza las infracciones a la ley penal que se
generen. En tal sentido que estos mecanismos son útiles y adecuados para ejercer la defensa de la
empresa y poder excluir o atenuar su responsabilidad.
La finalidad Criminal Compliance tiene que prevenir y detectar, mediante el cumplimiento de la ley,
los ilícitos penales que se pueden cometer en el interior de la empresa, sea en su perjuicio o
beneficio, además, busca evitar la imposición de una sanción a la empresa.
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La función Represiva, o también conocida como de Reacción, se realiza tras detectarse una
infracción penal, la empresa debe de disponer de mecanismos para detectar delitos y para
reaccionar frente a ellos, a través de investigaciones internas se puede establecer como se perpetró
el delito, identificar a los autores e imponer sanciones y determinar, si corresponde para ponerlos a
disposición de las autoridades competentes.
Estas funciones sueles ser tomadas en cuenta por los ordenamientos jurídicos, a fin de eximir o
atenuar la responsabilidad de la organización ante la comisión de un delito por uno de sus
miembros. (JAVE, 2016)
El criminal compliance debe tener como objeto la prevención y detección de delitos relacionados
con la actividad que realiza la organización, ello dependerá de cada ordenamiento jurídico y las
conductas que se hayan criminalizado.
Teniendo en cuenta, que los agentes económicos realizan transacciones comerciales que pueden
estar sujetas a ordenamiento jurídico penales extranjeros y que las empresas transnacionales están
sometidas a normas supranacionales, se hace necesario que el Criminal Compliance, no quede
limitado al cumplimiento de la normativa nacional, sino que se oriente a los demás estándares
internacionales, es decir se determine como conductas que se deben prevenir aquellas que se
establezcan en el ordenamiento más exigente.
El Criminal Compliance, en tanto sea un mecanismo que contiene un conjunto de medidas o normas
internas, tienen evidentes receptores. En primer lugar, los destinatarios inmediatos son los
funcionarios y trabajadores de la empresa, sobre quienes recaen las directivas destinadas a la
prevención, detección y sanción de delitos.
En este grupo se encuentra también, los proveedores, colaboradores y terceros que mantengan
relaciones comerciales o de naturaleza con la empresa, ya que se les podía exigir a estos que se
cumplan con ciertos requisitos mínimos, ello a fin de prevenir la comisión de futuros delitos
generados a consecuencia de las relaciones surgidas a razón de un contrato con la empresa.
En segundo lugar, el Estado y las entidades públicas que intervienen en la investigación, persecución
y sanción del delito. Ósea, quienes deben reconocer los efectos que tiene el Criminal Compliance y
valorarlos ante una probable sanción a la empresa.
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Para ello, claro está que hay que dotar de herramientas a los operadores de justicia, dado de que se
trata de una perspectiva relativamente reciente. (JAVE, 2016)
a) LA SITUACIÓN ACTUAL
Entre las ramas distintas del ordenamiento para acoger en su seno al Compliance, esto se venido
convirtiendo en el objeto de estudio de las más variadas ramas del ordenamiento jurídico, de forma
simultánea al progresivo de competencia tanto como en el ámbito científico como en el práctico.
(JAVE, 2016)
En la rama del Derecho Penal no supone un punto de excepción alguna, como sabemos el Derecho
Penal de entre el resto de ramas del ordenamiento jurídico sanciona con penas de prisión o multas
únicamente la infracción de las normas graves en el ámbito Compliance.
Algunas pocas empresas están dotando sus departamentos de Compliance de una manera
absolutamente desproporcionada, surgiendo así a su vez un subsistema interempresarial que precisa
en sí mismo de un nuevo departamento de Compliance.
Los resultados en temas de Gobierno Corporativo en el Perú, muestran que, en los últimos tres años,
los directorios de las empresas más importantes del país han invertido mayor tiempo en abordar
cuestiones de ética y Compliance, promoviendo, a su vez, la conformación de comités de ética y de
auditoría y dando énfasis a la necesidad de establecer políticas internas para prevenir los delitos de
corrupción pública y privada. Y es que, al igual que en su momento se hizo en Estados Unidos, en
algunos países de Europa y en nuestros países vecinos de Latinoamérica como en Chile, Argentina,
Ecuador, México.
Sin embargo, la gran mayoría de las empresas que tendrían motivos para preocuparse y que están
en el punto de mira de los órganos de persecución penal y éstas también son en especial las
empresas de tamaño intermedio no hacen nada al respecto. De ahí que el Compliance se haya
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convertido en el principal punto de agenda de los directorios y gerencias en los últimos años,
teniendo en consideración las sanciones que ha previsto la mencionada ley, que van desde fuertes
multas hasta la disolución de la empresa, pasando por la temida inhabilitación definitiva para
contratar con el Estado.
Por otro lado, en el ámbito de la Ciencia del Derecho penal sigue sin haberse abordado de forma
pormenorizada la cuestión de qué supone o qué significa el fenómeno del Compliance para el
Derecho penal desde el punto de vista político-criminal y dogmático.
En la actualidad, para controlar y prevenir estos nuevos riesgos que se generan como consecuencia
de la actividad del sector empresarial, se ha creado el Compliance Program o Programa de
Cumplimiento Normativo, el cual constituye un mecanismo de autorregulación de las empresas para
prevenir y evitar la comisión de infracciones legales.
La idea es que las empresas internalicen o implementen un conjunto de normas o medidas que
traten de asegurar la prevención de infracciones que se podrían generar como consecuencia de las
actividades que realizan o debido al nivel de complejidad de su estructura organizacional.
El incumplimiento Compliance es uno de los asuntos legales más importantes en la actividad de las
empresas, por qué se habla de delitos, entre otros muchos, que pueden conllevar serias
consecuencias para las empresas y sus administradores, y de ahí la importancia de incorporar a su
ámbito empresarial sistemas de control para en primer lugar evitar la comisión de estos delitos.
(JAVE, 2016)
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El hecho de que en ocasiones se considere el Compliance una moda pasajera vacía de contenido
encuentra su razón esencialmente en que en la mayoría de ocasiones en mayor o menor medida en
el concepto se subsume de manera arbitraria todo aquello que constituye tanto el objeto de estudio
de la Ciencia jurídico penal, atendiendo exclusivamente a su objetivo común, esto es, la evitación de
la responsabilidad penal anticipada. Las cuestiones acerca de la responsabilidad del administrador
de una empresa no representan asimismo un fenómeno novedoso, independiente y original
específico del Compliance.
Los problemas específicos del Criminal Compliance son, en verdad, otros. Éstos todavía no han sido
abordados científicamente y realmente sitúan al Derecho penal clásico ante nuevos desafíos.
Algunos de ellos serán presentados a continuación en una primera y sistemática selección con
carácter meramente aproximativo. (ROTSCH, 2012)
Con ello aflora aquí de forma especialmente clara la necesaria conexión entre ciencia y praxis. Sin
una comprensión científica no podrá llevarse a cabo un buen asesoramiento de Compliance como
tampoco será posible apenas el desarrollo de soluciones específicas a las cuestiones del Compliance
sin una retroalimentación de la ciencia desde la praxis de consultoría idoneidad y práctica. (ROTSCH,
2012)
En realidad, lo que ha de aclararse en si respecto a las personas jurídicas tiene sentido un sistema de
imputación o de responsabilidad penal basado en las mismas categorías que el existente en el caso
de las personas físicas, que adoptara un concepto de delito basado en la estructura del
comportamiento, típico, antijurídico, culpable y punible.
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Una primera particularidad fundamental reside en el objetivo del Criminal Compliance. En la mayoría
de los casos se circunscribe éste a la evitación de la responsabilidad, es cierto en el sentido de que
en lo que al consejo de administración se refiere, por regla general, se trata únicamente de que no
nazca ya desde un principio la responsabilidad penal.
La responsabilidad penal no se diluye sin dejar rastro en la empresa, sino que en cierto modo se
transfiere a los trabajadores subordinados. La supuesta evitación de la responsabilidad sería
entonces un mero traslado de la responsabilidad que afectaría penalmente a otros sujetos, lo cual
desde el punto de vista empresarial puede ser igualmente desastroso.
Un concepto de Compliance dirigido a una completa evitación de la responsabilidad penal debe por
lo tanto tomar en consideración la empresa en su conjunto, en su caso a todos los trabajadores de la
empresa y no sólo a la cúpula directiva.
Las normas ISO han contribuido a aclarar notablemente el sistema de delegación de funciones
dentro de la empresa estableciendo responsabilidades precisas, a implantar sistemas documentales
que demuestran que el sistema funciona o que dejan constancias, de los problemas existentes, a
crear flujos de comunicación, deberes de supervisión, a destacar la importancia de la formación y la
necesidad de implicar a empleados y muy especialmente a directivos.
Por otro lado, Quien pretende garantizar que las decisiones empresariales no se corresponden con
formas de comportamiento penalmente relevantes se ve obligado a anticipar la responsabilidad
penal.
No obstante, este proceso de anticipación se lleva a cabo con frecuencia bajo condiciones
extraordinariamente complejas. Por un lado, el Derecho penal económico trata con realidades
extraordinariamente complicadas, por otro, esta disciplina jurídica es de por sí tan compleja y
nebulosa que a menudo sólo puede ser dominada por reconocidos expertos, y finalmente, en
amplios sectores no existen apenas enunciados fiables en lo que a la amenaza penal se refiere.
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Sin embargo, en este contexto se plantea además inmediatamente la pregunta de en qué medida es
posible con carácter general influir mediante la regulación empresarial interna en la responsabilidad
penal, en el mejor de los casos, también en aras de su evitación.
El hecho de que el Criminal Compliance deba evitar el castigo, esto es, que deba poder anticipar la
posible responsabilidad penal en atención a comportamientos futuros representa un inmenso
problema práctico para el asesoramiento en Compliance.
La objeción que aquí salta a la vista de que no es ningún rasgo distintivo del Criminal Compliance y
que más bien obedece a la naturaleza de las cosas, pues es siempre el tribunal el que después del
hecho simplemente conoce mejor lo sucedido, no es del todo acertada. En el Derecho penal del
núcleo esperamos con razón que el autor conozca y entienda la prohibición y que
consecuentemente la atienda, a diferencia de lo que sucede en el Derecho penal económico en
donde la legitimidad de dicha representación no ha sido evidenciada. En este sentido, la peculiaridad
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obedece a la acumulación del Criminal Compliance con su objeto de referencia, el Derecho penal
económico.
1.4 PERSPECTIVA
El Derecho penal, en el ámbito del así llamado Criminal Compliance, en primer lugar, debe delimitar
el objeto de estudio del Derecho penal económico de los contenidos específicos del Compliance.
Pudiendo hablar en términos generales de los contenidos del Derecho penal económico del Criminal
Compliance, se deberían consecuentemente tomar así bajo el concepto de Criminal Compliance en
un verdadero y limitado sentido sólo aquellas cuestiones que resultan precisamente de la especial
necesidad de anticipación de la responsabilidad penal por los riesgos y la pretendida aminoración
preventiva de los mismos.
En el marco de un Criminal Compliance así concebido, en sentido estricto, pueden distinguirse entre
cuestiones de fundamento científico y cuestiones específicas de la práctica de asesoramiento, si
bien, como es lógico, ambas se encuentran correlacionadas.
Y del mismo modo que no puede darse una fundamentación científica a cuestiones específicas del
Criminal Compliance sin considerar otras no jurídico-penales ramas del Derecho, tampoco lo será
con frecuencia el llevar a cabo en la praxis una asesoría en Compliance completa, seria e integral con
el objetivo de conseguir la más amplia minimización posible de cualquier responsabilidad por los
riesgos de la empresa, y en su caso, de los trabajadores.
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Derecho penal tradicional como instrumento de reacción, hacia un mecanismo de control para la
prevención de la responsabilidad penal.
Este desarrollo puede razonadamente lamentarse, pero ya no revertirse. El cometido del futuro
debe consecuentemente pasar por la formulación de soluciones científicas sólidas y trasladables a
los problemas del Compliance en la práctica.
El Criminal Compliance supone una nueva prueba más de que debemos definitivamente despedirnos
de la idea de que existe un Derecho penal unitario y homogéneo capaz de solucionar todos y cada
uno de los problemas de las sociedades modernas. (ROTSCH, 2012)
Para vigilar los riesgos que la actividad empresarial produce hay distintos modelos, siendo el de
autorregulación y el de heterorregulación los más utilizados desde una perspectiva histórica; en el
primer caso, se le otorga plena libertad a los privados para que determinen cómo controlar los
riesgos que generan; en el segundo, el Estado interviene de manera casi absoluta y establece los
mecanismos de prevención y control de los riesgos empresariales.
El estado ha entendido que los privados se encuentran en una mejor posición para gestionar los
riesgos que su actividad produce, ya que cuentan con información certera a bajo costo y fácil
disposición, mayor conocimiento de su estructura y actividades, control sobre las actividades y su
personal, en general, un conjunto de herramientas de las que carece el Estado. Pero, a la vez, ha
comprendido que es necesaria una presión externa para promover la implementación de
mecanismos de prevención y detección de delitos.
El Criminal Compliance tiene su origen en la necesidad de las empresas de controlar riesgos y evitar
la comisión de delitos penales como consecuencia de las actividades que llevan a cabo en el
mercado. (ROTSCH, 2012)
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CAPITULO II
Importancia del Criminal Compliance en la Micro y Pequeña Empresa en el
Perú
Las pequeñas empresas proveen productos o servicios a las grandes empresas, ya que a estas les
resulta costoso producirlas o desarrollarlas dentro de su organización debido a los altos costos
directos e indirectos. Es así que, las micro y pequeñas empresas han cobrado gran relevancia en la
economía peruana y, por ende, el legislador peruano ha procurado brindarle ciertos beneficios o
incentivos para fortalecer su existencia y coadyuvar a su crecimiento.
En esa misma línea, se ha señalado que la micro, pequeña y mediana empresa tienen como
característica común su capacidad de adaptarse fácilmente a los cambios tecnológicos y de mercado
otorgando gran flexibilidad a la economía de cada país.
Frente a esta situación, ha sido necesario que surjan nuevos modelos jurídicos como el de la
responsabilidad de la persona jurídica, que implica la intervención del Estado mediante regulación
en el mayor control de las actividades empresariales, encargando al empresario a hacerse cargo de
la adopción de mecanismos que le permitan un desempeño más diligente.
García Cavero señala que “cuando se comete un delito desde la actividad de una empresa, las reglas
generales de la imputación penal deben tener en consideración las particularidades propias del
sector empresarial”.
Es decir que, si la empresa ha implementado un sistema de compliance idóneo, tendría que tenerse
en cuenta a la hora de proceder con la imputación penal; y si no lo hubiera implementado o no ha
sido idóneo, se deberá evaluar si la responsabilidad penal alcanza a los responsables de su
implementación. En esta parte es necesario hacer mención que como característica de la empresa se
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debe considerar también que las hay micro, pequeñas y grandes; por lo cual, no todas estarían en las
mismas condiciones de realizar una infracción o de evitarlo mediante la implementación del
compliance. (Riega & Chirinos, 2019)
Dentro de una empresa, en el día a día, se desarrolla una gran cantidad de tareas, que de manera
general se consideran unas funciones básicas, como son social, administrativa, comercial, técnica y
financiera, las de suma importancia para el logro de sus objetivos no solo económicos, sino también
de carácter social.
En tanto que una empresa, independientemente de los fines de lucro que normalmente tenga, tiene
fines de carácter social, en tanto que el desarrollo de sus actividades está orientadas a brindar un
producto servicio a la sociedad, siendo necesario que, para su propio desarrollo, actúe de forma
ética, entendiendo la ética como aquel tipo de saber que pretende encaminar el quehacer humano
en un sentido racional. Las relaciones entre seres humanos y de estos con el mundo se basan en
valores o antivalores; la ética busca un conocimiento objetivo y fundamentado de tales relaciones.
Una organización funciona de forma correcta cuando existe una sincronía de los elementos divididos
en áreas que se establecen anteriormente. Si existe un fallo en alguna de ellas, sus consecuencias se
reflejarán en el resto de las categorías y la organización no podrá funcionar de forma correcta. Todos
los integrantes de la empresa tienen cierta participación en todas las áreas establecidas, a pesar de
su empleo específico, cada parte de la organización están importante como esta, vista como una
totalidad. (Riega & Chirinos, 2019)
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Un entramado legal que no solo afecta a los ciudadanos, sino también a las empresas: en la medida
en que estas operan e interactúan con la sociedad, también tienen que ajustarse a una normativa
que, en definitiva, está orientada a posibilitarla convivencia y garantizar el funcionamiento del
sistema.
La figura del compliance surgió para asegurar que la empresa se ajuste y cumpla con el
ordenamiento jurídico; pero también para asegurarse y verificar que en la empresa se cumpla con
sus propias normas internas.
Lo que representa un esfuerzo por devolver la confianza en el sistema, y sobre todo en las
compañías que a lo largo de los años habían adquirido una mala reputación embestida producto de
las acciones de comisión de actos delictivos. Asimismo, es de recordar que la palabra “compliance”
responde nada más que a un deber de cumplimiento al cual se someten en la actualidad gran sector
innovador de las empresas.
Se debe tener en cuenta ¿Por qué implantar este sistema? Pues, en teoría lo novedoso siempre es
difícil de adquirir; sin embargo, los altos niveles de informalidad, ilegalidad e incluso corrupción han
orillado a las grandes empresas, grupos empresariales y corporaciones a adherirse a este
mecanismo, ya que tales actos atentaban contra ese activo intangible del cual goza una empresa y
ello las ligaba a responder penalmente frente a determinadas situaciones.
Lo mencionado por los mismos, hace referencia a la relación de este concepto corporativo al ámbito
del derecho penal, donde en base a escalas de calificaciones y deberes éticos se busca someter a las
empresas elevando sus niveles y busca reducir en la medida en que fuere posible la responsabilidad
penal que se pudiera derivar de la realización de ilícitos, o por lo menos tener un mayor control de
prevención en el marco funcional y gestacional de la empresa.
Por su parte, Coca Vila señala que “Por compliance hay que entender aquel conjunto de medidas
tendentes a garantizar que todos y cada uno de los miembros de una empresa, desde el presidente
del consejo de administración hasta el último empleado, cumplan con los mandatos y la prohibición
es jurídico-penal, en caso de infracción, sea posible su descubrimiento y adecuada sanción”.
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Por otro lado, es de considerarse que el derecho penal lo que busca es regular aquellas conductas
que vayan en contra del orden público o quede encajar en tales supuestos se hayan previsto las
sanciones necesarias para que tal conducta y el correspondiente daño producido no queden
impunes.
De allí, que hasta el día de hoy cuando se habla de la comisión de delitos aún se hace referencia a
supuestos de carácter individual donde los sujetos materia de imputación son las personas jurídicas
en sí mismas.
En ese sentido, el derecho penal como última ratio en el ámbito sancionador busca imponerla
medida correctiva necesaria a los sujetos que a pesar de haberse encontrado bajo la previsión
legislativa de la norma no cumplieron con lo establecido. Ligado al compliance se tiene que ambos
buscan el cumplimiento normativo y mejor desenvolvimiento en el campo en el que buscan
desarrollarse. (Riega & Chirinos, 2019)
Esta organización fue creada en 1961 y tiene su sede en París. Es la sucesora de la Organización
Europea para la cooperación económica (OECE), que se creó para administrar la ayuda proveniente
de EEUU y Canadá a través del Plan Marshall para la reconstrucción de Europa tras la segunda guerra
Mundial.
La OCDE tiene como objetivo principal promover políticas para mejorar el bienestar social, cooperar
para responder a los desafíos económicos, sociales, medioambientales y de buen gobierno, los
desafíos acentuados con la globalización y a su vez aprovechar mejor las oportunidades que surgen
de la misma; los objetivos de la OCDE son los siguientes: a) Lograr la más fuerte expansión posible de
la economía y del empleo, y aumentar el nivel de vida en los países miembros, manteniendo la
estabilidad financiera y contribuyendo así al desarrollo de la economía mundial; b) Contribuir a una
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sana expansión económica en los países miembros y en los no miembros en vías de desarrollo; c)
Contribuir a la expansión del comercio internacional. Los fines de la OCDE son, según el Ministerio
de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, ayudar a la mejora de las políticas públicas de
un lugar centrando su trabajo en el en el análisis del desarrollo económico y social, así como todas
las políticas sectoriales que influyen en él.
En el Perú como nación al pasar por un mal momento político, los niveles de corrupción hacen que el
ciudadano desconfíe no solo de las actividades que realiza el trabajador de la empresa sino también
de los propios socios, qué en teoría siempre buscan el bien de su corporación; sin embargo, se ha
encontrado que en algunos casos se esconden finalidades ajenas al marco legal.
Bajo este marco, al revisar el Código Penal peruano, se encuentra que el legislador consideró que la
persona jurídica no puede responder por la comisión de delitos, pero sí se le puede imponer las
consecuencias accesorias establecidas en el artículo 105° de la norma acotada, como son suspensión
de actividades, disolución y liquidación, “si su organización es peligrosa en términos de favorecer o
encubrir hechos delictivos de sus miembros individuales”.
Con ello se buscaba presentar una modificación a la denominación de la Ley N° 30424, ley que regula
la responsabilidad administrativa de las personas jurídicas por el delito de cohecho activo
transnacional. Por lo que el marco legal tiene dos aspectos sustanciales: 1) Las sanciones que
pueden ir desde una multa hasta el cierre del negocio; 2) El modelo de prevención que, si se
implementa y aplica correctamente, puede “salvar a la compañía”.
Siguiendo la misma línea, con acotada disposición se esclarece aún más el tratamiento legislativo
que puede tener la persona jurídica respecto de las responsabilidades que se le imputan, y aunque
en este caso se hace sobre los órganos administrativos de referido sujeto de derechos, que poco a
poco se está planteando un tratamiento más adecuado dejando de lado la percepción de ficción
legal en algunas oportunidades. (Riega & Chirinos, 2019)
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Ahora bien, así como se establecen supuestos de responsabilidad, también es cierto que se están
previendo aquello que resalta respecto de las ventajas de tales incorporaciones legislativas, ya que
“lo más importante de esta nueva legislación es que ahora las empresas pueden ser responsables
por los actos de sus subordinados o empleados representantes cuando antes esto no existía.
a) Lavado de activos
Respecto de ello, “la complejidad misma de del lavado de activos, que busca justamente sortear
toda actividad persecutoria del delito; su indudable vinculación con la criminalidad organizada; actos
de corrupción; quizás estas pueden ser solamente algunas de las razones por las cuales, tras una
larga investigación o juzgamiento”.
Por lo que actos como los que se realizan de parte de los sujetos materia de imputación no podrían
realizarlos solos, y en la mayoría de ocasiones se está hablando de sujetos que se agruparon con
otros, a los que se les denomina organizaciones criminales.
De ello se deriva que el delito de lavado de activos afecta no solo un bien jurídico protegido y
dirigido hacia un sujeto, sino que en ocasiones se encuentra ligado al mal desarrollo del mercado y
de las relaciones empresariales, sobre como esconder el dinero que de por sí proviene de otras
actividades que no se encuentran admitidas por ley y que por su parte generan un beneficio ya que
se hacen pasar como lícitas.
b) Cohecho
El delito de cohecho pasivo se encuentra considerado como el tipo penal insigne que representa el
soborno cotidiano realizado entre funcionarios públicos y particulares o contratos celebrado con el
fin de efectivizar la compra-venta de la función pública. Coloquialmente hablando, se tiene que el
cohecho lo constituyen todas aquellas actividades a las que se les denomina soborno y que afectan
el debido desarrollo de la función pública.
En nuestro ordenamiento jurídico se ha proscrito la conducta tanto del funcionario que acepta o
solicita el pago por la venta de la función pública como del sujeto particular que compra o recibe el
ofrecimiento del funcionario. la primera es el delito de cohecho pasivo y la segunda el de cohecho
activo genérico. (Riega & Chirinos, 2019)
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El criminal compliance se inserta dentro de la conformación de una empresa con el fin de poder
generar la confianza no solo internamente, sino que esta se irradie hacia el exterior, a efectos de
poder evidenciar el cumplimiento no solo de sus políticas internas que aseguren la finalidad de la
misma, sino que además permita evidenciar el cumplimiento del marco normativo específico frente
a los órganos responsables de su aplicación, en este caso las autoridades judiciales.
El compliance, más allá de ser una imposición, esto es, una autorregulación regulada debe ser vista
como una oportunidad de desarrollo empresarial; la implementación de esta institución permitirá
recobrar los valores con el actuar diligente de cada uno de sus miembros, creando o mejorando la
cultura organizacional en base a un desempeño dentro del cumplimiento del derecho.
Además, el desempeño de los miembros de la empresa basado en la ética y respeto por la norma
evitará reprocesos en el desarrollo de sus actividades, lo cual se verá reflejado en la mejor
satisfacción de sus clientes, mejorando su imagen corporativa y, con ello, mejorando sus ratios
económicas.
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CAPITULO III:
El Criminal Compliance: la Responsabilidad Penal de las personas jurídicas y
el cumplimiento normativo
La respuesta a esta pregunta es aún tema de análisis y debate en varios aspectos. La doctrina no es
unánime en este tema y, frente a la posición del derecho penal moderno que nos orienta hacia el
nuevo modelo de responsabilidad penal de las personas jurídicas, subsiste la doctrina que no
reconoce abiertamente la existencia de una responsabilidad penal de las personas jurídicas; el caso
peruano es un claro ejemplo de este segundo esquema doctrina-rio conforme se desprende de
la normativa aprobada por la Ley 30424 y sus modificaciones, que regula lo que se ha
denominado “responsabilidad administrativa autónoma” de las personas jurídicas dentro de
un proceso penal, incorporándose la herramienta del “Compliance” como el instrumento de
gestión necesario para establecer el marco del cumplimiento normativo que se exige a la
empresa, manteniendo vigente la regulación de las “consecuencias accesorias para las
personas jurídicas” contempladas en el artículo 105 del Código Penal peruano.
El principio “societas deliquere non potest” traducido como la imposibilidad de que la persona
jurídica pueda cometer delitos, pertenece al derecho penal clásico. Su sustento radica en la teoría
de la ficción jurídica que crea a los entes empresariales. A decir del Dr. Carlos Gómez-Jara:
“En la discusión jurídico-penal en torno a la responsabilidad penal de las personas jurídicas aparece,
en unas más veladas que en otras, la crítica de que, en última instancia, las únicas personas que
existen en el mundo real son las personas físicas y no las personas jurídicas”
En concordancia con esta doctrina del derecho penal clásico, las personas jurídicas, por su
naturaleza incorpórea y por ser producto de una ficción del derecho, se sostiene que no pueden
desarrollar conductas típicas ni asumir culpabilidad directa; entonces, al no resultar aplicable la
teoría del delito a una persona jurídica, no es posible imponerle una sanción penal, pudiendo
únicamente sufrir las consecuencias accesorias derivadas de la pena impuesta a las personas físicas
que, actuando en nombre y/o representación de la empresa, sean condenadas por la comisión de
un delito. (Saldaña, 19)
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Es importante entonces establecer una definición clara y práctica de lo que se entiende por
Compliance en el campo del derecho penal. En España, donde la doctrina del Compliance está muy
desarrollada, éste se define como: “el conjunto de herramientas de carácter preventivo con el
objeto de prevenir la infracción de normas de carácter penal y evitar eventuales sanciones que
generen responsabilidad a la empresa”
El derecho está en la necesidad de crear las herramientas jurídicas necesarias para sancionar, pero
principalmente, prevenir la corrupción. Las relaciones contractuales entre los Estados y las
empresas generan escenarios diversos y, junto con ellos, se ha develado una nueva forma de
criminalidad que ha encontrado importantes espacios para la configuración de una serie de delitos
económicos vinculados a la infracción del deber del funcionario público con dominio funcional y con
la participación de personas jurídicas. El cohecho en sus diversas modalidades, la colusión, el
peculado, son algunas figuras penales que se configuran en el marco de la actividad empresarial y de
la actuación de funcionarios y/o servidores públicos.
Nace así, en el derecho penal moderno, la necesidad de crear un marco de responsabilidad penal
para estas figuras que involucre a las personas jurídicas, debido a que la sanción a las personas
físicas, responsables de desarrollar las conductas típicas, no resultaría suficiente para ejercer un
adecuado control de las actividades corruptas que se desarrollan bajo este esquema.
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del marco normativo que estaba comprometida a proteger, respetar y velar por su adecuada
aplicación. (Saldaña, 19)
En la doctrina moderna, existen debates y distintas posiciones adoptadas en torno a los delitos
corporativos. El Compliance penal o “Criminal Compliance”, se ha convertido en un modelo acogido
por la gran mayoría de las legislaciones occidentales del Civil Law. Sin embargo, la incorporación de
este modelo genera una consecuencia natural de discusión que radica en la importancia de trasladar
la teoría general del delito desde la persona física —persona natural— hacia la persona jurídica.
¿De qué manera se puede entonces determinar la responsabilidad penal de una persona jurídica de
forma independiente de la responsabilidad de la persona física que desarrolla la acción? Surge una
interrogante obligada orientada a responder cómo opera el Compliance y cuál es su verdadero rol en
un contexto penal.
Si como hasta ahora se ha analizado, la tendencia adoptada a partir del Compliance establece un
marco de responsabilidad independiente o autónoma para la persona jurídica, cabe preguntarse
cómo opera esta responsabilidad en la práctica. Es así que, el Compliance se puede convertir en una
forma de conducta con reproche penal cuya infracción radica precisamente en incumplir la norma
jurídica. Esta definición se puede comprender dentro del concepto doctrinario que se aplica a los
delitos de peligro abstracto, en los cuales la infracción penal se configura por la sola generación de
un riesgo potencial para la seguridad de la sociedad, sin que sea necesario lesionar algún bien
jurídico en concreto. De esta forma, se fija el camino jurídico para el nuevo ámbito de la
responsabilidad empresarial autónoma. En esta línea de razonamiento, la persona jurídica incurre en
una situación de incumplimiento si es que no adopta un modelo de Compliance al interior de su
organización, o si contando con uno, no ejerce su responsabilidad de hacerlo efectivo o de aplicar
sus mecanismos de denuncia por las conductas que lo vulneren. Es precisamente este
incumplimiento el que se sanciona, independientemente del delito cometido por la persona natural
involucrada en un hecho penal.
Así, un importante sector de la doctrina considera al nuevo delito corporativo como un delito de
riesgo, de peligro abstracto, en la medida que se sanciona el incumplimiento normativo de la
persona jurídica aun cuando se determine que la persona natural no cometió delito, es decir no
lesionó bien jurídico alguno. Entonces, en este escenario, el derecho penal actúa “ex ante”
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previniendo las lesiones a bienes jurídicos concretos, reprochando la lesión a la conducta debida de
cumplir con la norma, en este caso específico, con el Compliance. (Saldaña, 19)
Sería materia de otro análisis, cómo esta figura del delito corporativo se adapta a los
requisitos de la teoría del delito para determinar la culpabilidad, la antijuridicidad, la
aplicación del principio de lesividad y establecer dogmáticamente, de qué forma la persona jurídica
que no cumple con el Criminal Compliance, eleva el riesgo permitido a su actividad empresarial y lo
convierte en potencialmente lesivo para la sociedad al transgredir su deber de cumplimiento
normativo. La preocupación dogmática sobre este punto de discusión, radica a su vez en que se
podría estar frente a situaciones de responsabilidad objetiva, donde el solo incumplimiento sería la
causa de una sanción penal. Sin embargo, los avances en este nuevo modelo de responsabilidad de
la persona jurídica están adoptando, como en el caso español, criterios jurisprudenciales para
regular los requisitos para procesar a una persona jurídica, marcándose pautas para su absolución o
condena. (Saldaña, 19)
El Compliance, del inglés “To comply with” —“cumplir con”—, es un término adoptado del derecho
anglosajón que existe como figura jurídica desde hace muchas décadas, sobre todo en los Estados
Unidos de América, de donde provienen las principales experiencias en esta regulación.
En los años más recientes, las tendencias globales contra las prácticas corruptas exigen que los
Estados adopten medidas unificadas y dirigidas a brindar un apoyo efectivo contra este flagelo.
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empresarial transparente y respetuosa del marco jurídico vigente en cada país, que no deberá ser
transgredido ni afectado.
De esta forma, el Compliance se asienta con fuerza en las legislaciones occidentales, como
una herramienta que regula una conducta positiva de la persona jurídica, en base al desarrollo de
modelos internos de control normativo, que deben ser elaborados sobre el análisis de diversos
factores vinculados al contexto en el que la empresa desarrolla su actividad societaria, los riesgos
a los que puede enfrentarse en sus relaciones comerciales, las políticas internas de control,
códigos de conducta, prohibiciones de transgredir las normas penales y en general, el cumplimiento
del marco normativo asociado al giro del negocio. Pero, sobre todo, el eje de los modelos de
Compliance radica en un adecuado sistema de monitoreo y en el establecimiento de un protocolo
para la detección de riesgos, acompañado de un sistema de denuncias en caso de que, pese a la
adecuada aplicación del modelo, el riesgo se haga efectivo y se lesionen bienes jurídicamente
protegidos.
Es importante iniciar este punto, haciendo mención que en el Perú coexisten dos modelos de
responsabilidad aplicables a las personas jurídicas dentro de un proceso penal: Por un lado, el
artículo 105 del Código Penal y por otro, la Ley 30424 y su modificatoria, el Decreto Legislativo 1352,
que regulan la “responsabilidad administrativa autónoma de las personas jurídicas” para los delitos
específicamente contemplados en estas normas.
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El artículo 105 del Código Penal Peruano de 1991, regula las “consecuencias accesorias para las
personas jurídicas”. Como su propio nombre lo dice, se trata de medidas aplicables a las personas
jurídicas, involucradas en conductas penalmente reprochables, de manera accesoria y dependiente
de la condena que se aplique a las personas físicas sentenciadas por la comisión de un delito, cuando
éste haya sido cometido en ejercicio de su actividad comercial o en uso de la organización y siempre
que la organización social haya sido incorporada a la investigación fiscal y al proceso penal. Sin
embargo, la aplicación de estas consecuencias accesorias a las personas jurídicas no tiene un
tratamiento claro en nuestra jurisprudencia. Sobre este aspecto, la Corte Suprema de Justicia de la
República aprobó el Acuerdo Plenario Nº 007-2009, cuya importancia radica en el hecho que, se
estableció como criterio unificador de jurisprudencia que la persona jurídica podrá sufrir las
consecuencias accesorias de un delito, cuando esta sea incorporada a un proceso penal con todas las
garantías procesales que pro-tejan el debido proceso y garanticen el derecho a la defensa material y
procesal, aplicándose las reglas contenidas en el artículo 90 y siguientes del Código Procesal Peruano
del año 2004. (Saldaña, 19)
A partir del año 2016, se introduce en nuestra legislación peruana el modelo del Compliance con la
aprobación de la Ley 304246 para el caso específico del delito de Cohecho Activo Trasnacional
tipificado en el artículo 397-A del Código Penal, siendo las sanciones aplicables multas, inhabilitación
para continuar operando, inhabilitación para contratar con el Estado, cancelación de licencias y
disolución. Es en esta norma jurídica donde se establece la responsabilidad autónoma de la persona
jurídica.
En esta ley se incorpora por primera vez el Compliance como un modelo de prevención, que puede
configurarse como un eximente de responsabilidad si se prueba, dentro del proceso penal, que éste
fue adoptado con anterioridad a la comisión del delito y se aprecia la contradicción entre la
establecida responsabilidad “administrativa” de la persona jurídica y el carácter penal de la figura.
Precisamente en las disposiciones finales de la citada Ley 30424, se hace expresa mención a que esta
responsabilidad administrativa se establece y sanciona en el marco de un proceso penal.
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Importante destacar que la ley peruana considera una denominación amplia para el concepto de
persona jurídica, abarcando todo tipo de sociedades, fundaciones, organizaciones no
gubernamentales y comités no inscritos, además empresas públicas y entidades fiduciarias.
A partir del año 2019, entró en vigencia el reglamento de la Ley 3042411 que regula
fundamentalmente los modelos, estándares, componentes, requisitos mínimos y aplicabilidad
de los modelos de prevención —Compliance—, ratificando así la importancia de esta figura
para el nuevo modelo penal donde la empresa deja de ser un tercero civil, un espectador y se con-
vierte en un actor procesal con deberes, pero también con derechos procesales y garantías
para la defensa material y el debido proceso. Esta posición ha sido también abordada en el
derecho español y al respecto Juan Luis Gómez Colomer dice: “La pregunta inicial que surge in-
mediatamente, partiendo de esta configuración constitucional del proceso penal, al ser la persona
jurídica parte pasiva en el mismo, es la de si gozará exactamente igual que un imputado o acusado
persona física de los mismos derechos fundamentales que la Constitución reconoce a éste”.
En la mayoría de las legislaciones bajo el modelo del Civil Law, el Compliance se adopta como una
responsabilidad penal corporativa. Destaca el caso peruano en la medida que, la adopción de la
figura del Compliance ha sido incorporada, como ya se dijo, a nuestro sistema penal bajo la
denominación de Responsabilidad Administrativa de las Personas Jurídicas. (Saldaña, 19)
Se evidencia entonces que el espíritu del Compliance es específico, buscando prevenir la infracción,
mediante el compromiso de la empresa de actuar en un marco de respeto normativo orientado a
minimizar riesgos y establecer estrictos mecanismos de control interno en la organización para
actuar conforme a la norma, tomando acción directa cuando, dentro del uso del modelo de
Compliance, las personas natura-les cometan conductas presuntamente ilícitas. De esta forma, a
través de la denuncia, el Esta-do conoce de los hechos y se activa el aparato jurisdiccional.
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corporaciones como un sistema de cumplimiento normativo integral, que, con sus propias reglas y
protocolos de seguimiento, monitoreo y evaluación, se convierte en una importante herramienta
que conecta a la organización con el nuevo modelo de ética corporativa. Precisamente sobre este
punto, el profesor Percy García Cavero hace mención a la creación del concepto de “responsabilidad
social corporativa” destinado a “irradiar valores éticos a la actuación empresarial, a nivel de su
gestión y administración”.
En este nuevo modelo de gestión corporativa, la persona jurídica asume, frente a la sociedad, el reto
de proyectarse no solamente hacia lo que sus consumidores esperan, sino hacia una práctica
empresarial transparente y ajustada a derecho. Es así que la nueva visión empresarial apuesta por
respetar las normas que promueven la protección al medio ambiente, la protección a los derechos
de los consumidores, pro-mover las buenas prácticas y en general aplicar un cambio orientado hacia
una mejor imagen corporativa. Sobre esto, el profesor Percy García Cavero sostiene que se trata de:
“una función de confirmación del derecho que se materia-liza en el establecimiento de diversos
mecanismos confiables y seguros para la detección interna de las irregularidades cometidas”.
(Saldaña, 19)
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CONCLUSIONES
III
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LINKOGRAFIA
IV