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Índice
1Antecedentes
3.3.2Expedición a Huamanga
4.1.2.1Desembarco en Paracas
4.1.2.3Rebelión de Guayaquil
4.1.2.9Conferencias de Punchauca
4.1.4.1Independencia de Maynas
4.1.4.6Desastre de La Macacona
4.1.4.7Campaña auxiliadora de la
independencia de Quito
4.1.4.8Entrevista de Guayaquil
4.2.2.4Expedición a Intermedios
4.2.3.8Movimientos preliminares
4.2.3.9Batalla de Ayacucho
7Véase también
8Notas
9Referencias
10Bibliografía
11Enlaces externos
Antecedentes[editar]
Véase también: Protestas y rebeliones del siglo XVIII
Algunos de los primeros conquistadores españoles que exploraron el Perú hicieron los
primeros intentos de independencia de la corona española. Intentaron liberarse
del Virreinato, que gobernaba en nombre del rey de España. A lo largo del siglo XVIII,
hubo varios levantamientos indígenas contra el dominio virreinal y su trato por parte de las
autoridades coloniales. Algunos de estos levantamientos se convirtieron en verdaderas
rebeliones. Las Reformas Borbónicas acrecentaron el malestar, y la disidencia tuvo su
estallido en la rebelión de Túpac Amaru II que fue reprimida, pero la causa fundamental del
descontento de los indígenas permaneció latente.
Durante la guerra de la Independencia española (1807-1814) se perdió la autoridad central
en el Imperio español y muchas regiones establecieron juntas autónomas. El virrey del
Perú, José Fernando de Abascal, jugó un papel decisivo en la organización de ejércitos
para reprimir los levantamientos en el Alto Perú y en la defensa de la región de los
ejércitos enviados por las juntas del Río de la Plata. Después del éxito de los ejércitos
realistas, Abascal anexó el Alto Perú al virreinato, lo que benefició a los comerciantes
de Lima ya que el comercio de la región rica en plata ahora se dirigía al Pacífico. Debido a
esto, el Perú se mantuvo fuertemente realista y participó en las reformas políticas
implementadas por las Cortes de Cádiz. A pesar de la resistencia realista, el virreinato
finalmente sucumbió a los ejércitos independentistas después de las decisivas campañas
continentales de José de San Martín y Simón Bolívar.15
Juan José Crespo y Castillo, uno de los líderes de la rebelión de Huánuco de 1812.
En 1814, se produjo la Rebelión del Cuzco que abarcó el sur del virreinato del Perú. La
rebelión de 1814 se inició con la confrontación política entre el Cabildo Constitucional y
la Real Audiencia del Cuzco: el primero era percibido como pro americano y el segundo
como pro peninsular. A raíz de este enfrentamiento, fueron encarcelados los hermanos
Angulo a fines de 1813. Para agosto de 1814, los hermanos Angulo y otros criollos
escaparon y tomaron el control de la ciudad del Cuzco. En esos momentos, ya se habían
aliado con el brigadier y cacique de Chincheros, Mateo Pumacahua. Este último personaje
fue uno de los grandes defensores de la monarquía española durante la rebelión de Túpac
Amaru II y comandante de los indígenas realistas en la batalla de Guaqui; sin embargo,
había cambiado su postura beligerante movido por imposición del virrey Abascal de no
garantizar el cumplimiento de la Constitución de Cádiz de 1812 en el virreinato del Perú.
Mateo Pumacahua, cacique de Chinchero y otro de los líderes de la Rebelión del Cuzco.
Los hermanos Angulo y Pumacahua organizaron un ejército divido en tres secciones:
Expedición al Alto Perú[editar]
La primera de ellas fue enviada al Alto Perú, al mando del iqueño Juan Manuel Pinelo y del
cura argentino Ildefonso Muñecas. Estas fuerzas rodearon La Paz con 500 fusileros y
20 000 indios armados con piedras y hondas, el 14 de septiembre de 1814. El 24 del
mismo mes, tomaron la ciudad. Los realistas fueron confinados en sus cuarteles, pero
estos aprovecharon la situación para hacer volar el polvorín; enfurecidos, los insurgentes
paceños les dieron muerte. Para reconquistar La Paz, marchó desde Oruro un regimiento
realista de milicianos cuzqueños, con 1500 fusileros al mando del general español Juan
Ramírez Orozco. Se enfrentaron en las afueras de La Paz, el 1 de noviembre de 1814, y
los insurgentes resultaron derrotados. Pinelo y Muñecas ordenaron replegarse y una parte
de la tropa quedó dispersa en la región en forma de guerrillas.
Expedición a Huamanga[editar]
La segunda sección patriota marchó a Huamanga, bajo el mando del argentino Manuel
Hurtado de Mendoza, que tenía por lugartenientes al clérigo José Gabriel Béjar y
a Mariano Angulo y llegaron a la plaza de la ciudad el 20 de septiembre. Días antes se
desarrolló en esa ciudad el levantamiento de cientos de mujeres campesinas el cuartel de
Santa Catalina (actual Centro Artesanal Soshaku Nagase) lideradas por Ventura
Ccalamaqui, en apoyo a la causa. Hurtado de Mendoza ordenó marchar a Huancayo,
ciudad que tomaron pacíficamente. Para enfrentarlos el virrey Abascal envió
desde Lima al regimiento español Talavera, bajo el mando del coronel Vicente González.
Se produjo la batalla de Huanta, el 30 de septiembre de 1814; las acciones duraron tres
días, luego de los cuales los patriotas abandonaron Huamanga. Se reorganizaron
en Andahuaylas y volvieron a enfrentarse a los realistas el 27 de enero de 1815,
en Matará, donde fueron nuevamente derrotados. Los patriotas volvieron a reorganizarse
gracias a las guerrillas formadas en la provincia de Cangallo. Entre tanto, el argentino
Hurtado de Mendoza conformó una fuerza con 800 fusileros, 18 cañones,
2 culebrinas (fundidas y fabricadas en Abancay) y 500 indios. Estas fuerzas estuvieron
bajo el mando de José Manuel Romano, apodado “Pucatoro” (toro rojo). Debido a la
traición de José Manuel Romano sobre Hurtado de Mendoza, a quien dio muerte y rindió a
los realistas, los patriotas se dispersaron y los cabecillas de la revuelta fueron capturados.
Las traiciones fueron un hecho común en las rebeliones independentistas de toda América.
Las biografías de los actores sociales muestran que los cambios de bandos no eran
extraños. En el caso de los líderes locales, sus filiaciones políticas estaban vinculadas a
los conflictos locales que se expresaban en una mayor dimensión. Los hermanos Angulo,
Béjar, Paz, González y otros sublevados fueron capturados, llevados al Cuzco y
ejecutados públicamente el 29 de marzo de 1815. La Corona tenía la política del
escarmiento público como un mecanismo para intimidar a la población y evitar futuros
alzamientos.
Expedición a Puno y Arequipa[editar]
El tercer agrupamiento patriota hizo su campaña en Arequipa y Puno, al mando del antiguo
brigadier realista Mateo Pumacahua, y contaba con 500 fusileros, un regimiento de
caballería y 5000 indios. Pumacahua, como curaca de Chinchero, tenía un gran dominio y
liderazgo entre la población indígena. Al Cuzco fueron enviados los hermanos José y
Vicente Angulo, con algún resguardo de indios y negros leales. El control del Cuzco era
fundamental por motivos ideológicos y de logística. Por múltiples motivos, Cuzco tenía una
fuerte influencia sobre el Alto Perú; y, a su vez, el Alto Perú mantenía un vínculo colonial
administrativo con la ciudad de Buenos Aires, uno de los grandes centros revolucionarios
de los años 1810 en Sudamérica.
Mateo Pumacahua, se enfrentó exitosamente a los realistas en la Batalla de la Apacheta,
el 9 de noviembre de 1814. Tomó prisioneros al intendente de Arequipa José Gabriel
Moscoso y al mariscal realista Francisco Picoaga, su antiguo compañero de armas de
la batalla de Guaqui. Los patriotas ingresaron a Arequipa. Por presión de las tropas
patriotas, el cabildo de Arequipa reconoció a la Junta Gubernativa del Cuzco, el 24 de
noviembre de 1814. Pero la reacción realista no se hizo esperar. Pumacahua, enterado de
la aproximación de tropas realistas, abandonó Arequipa. El cabildo abierto de Arequipa se
volvió a reunir y se apresuró a acordar lealtad al rey, el 30 de noviembre de ese año. Tales
cambios de “lealtad” en los dirigentes locales fueron normales durante toda la guerra, pues
se escogía al sector que era dueño de la plaza fuerte, como una forma de garantizar la
seguridad personal, familiar y de los bienes, no necesariamente por una inclinación
ideológica ni menos una predisposición para la lucha a favor de cualquier bando.
Las tropas realistas, al mando del general Juan Ramírez Orozco, ingresaron a Arequipa el
9 de diciembre de 1814. Luego de reponer fuerzas y de reforzar su milicia, el general
Ramírez salió de Arequipa en busca de los patriotas en febrero de 1815. Dejó como
gobernador al general Pío Tristán. Ambos ejércitos, el realista y el patriota, se desplazaron
cautelosos por diversos parajes de los Andes, buscando un lugar propicio para el
enfrentamiento. El 10 de marzo de 1815, se encontraron cerca de Puno, en la batalla de
Umachiri, saliendo vencedores los realistas. El triunfo realista se debió al correcto
equipamiento y mayor disciplina de sus tropas. Hubo más de un millar de muertos en el
curso de la batalla. Entre los patriotas capturados estuvo el célebre poeta Mariano Melgar,
quien fue fusilado en el mismo campo de batalla. Pumacahua fue apresado en Sicuani,
donde fue sentenciado a morir decapitado, pena que se cumplió el 17 de marzo.
Rafael del Riego conduciendo a las tropas expedicionarias sublevadas en el año 1820 y con ello
desapareció la amenaza de invasión española del Río de la Plata y Venezuela. Esto posibilitó la
convergencia de las corrientes libertadoras al Perú.
La Primera Escuadra Nacional de Chile tuvo la misión de llevar la guerra a las costas del Virreinato
del Perú.
La pacificación interior del virreinato peruano permitió al virrey del Perú la organización de
dos expediciones contra los patriotas de Chile formado por regimientos realistas
de Arequipa y Lima y batallones expedicionarios europeos. En 1814 la primera expedición
permitió la reconquista de Chile en la batalla de Rancagua. En 1817 tras el triunfo de las
armas patriotas en la batalla de Chacabuco, otra vez se recurrió al Ejército Real del
Perú para salvar la monarquía, y una segunda expedición parte en 1818, obteniendo una
victoria en la batalla de Cancha Rayada, pero finalmente fue destruida por San Martín en
la batalla de Maipú.
Para llevar adelante la independencia del Perú, se firmó el 5 de febrero de 1819 un tratado
entre Argentina y Chile.21 El general José de San Martín creía que la independencia de
las Provincias Unidas del Río de la Plata no estaría totalmente segura mientras el Perú
fuera un importante bastión de las fuerzas realistas.22 Se organizó una fuerza militar anfibia
que en un principio sería financiada conjuntamente por los gobiernos de Argentina y
de Chile, pero debido a la situación de anarquía en las provincias rioplatenses, el gobierno
de Buenos Aires se desentendió de los presupuestos, siendo la casi totalidad de los costos
asumidos por el gobierno de Chile dirigido por Bernardo O'Higgins. Se determinó que el
mando del ejército fuera para José de San Martín y de la escuadra para
el almirante Thomas Cochrane.
El operativo inicial del general San Martín estaba demostrando en la práctica que el plan
para liberar al Perú, bastión del colonialismo, estaba bien concebido. Tras rebelión
del Trienio Liberal y la desarticulación de la Grande Expedición de Ultramar, sin la llegada
de estos ingentes refuerzos, los españoles no tenían una escuadra bien equipada, por lo
que la expedición de Cochrane frente a la costa peruana mostró eficiencia y causó temor a
los realistas. San Martín preparó así con mayor seguridad su expedición al Perú. Para
atraer a la aristocracia peruana, sobre todo la limeña y la trujillana, San Martín les ofreció
establecer un reino independiente en el Perú, cuyo trono sería ocupado por un miembro de
la casa real española u otra europea, sin cambiar las estructuras sociales, incluso
manteniendo al mismo ejército realista. Dicha opinión no la cambiaría nunca, porque
estaba convencido de su aplicabilidad, ya que todos los países europeos se regían por
monarquías normalmente en ese entonces.
Desembarco en Paracas[editar]
Artículo principal: Desembarco de San Martín
El 21 de agosto de 1820, se embarcó el Ejército Libertador del Perú, conformado por una
fuerza combinada de chilenos y rioplatenses, que sumaban 4118 efectivos. Salió
de Valparaíso con ocho buques de guerra con 247 cañones y víveres para seis meses,
tripulados por 1600 marineros y soldados, y 16 transportes con más de siete mil toneladas
y once lanchas cañoneras.
El 7 de septiembre el Ejército Libertador inició el desembarco en Paracas.
Ocupó Pisco el 8 de septiembre. Tomado el puerto de Pisco, San Martín dirigió una
proclama para que sus tropas no cayeran en abusos, con líneas principistas, como las
siguientes:
“La ferocidad y la violencia son que no conocen los soldados de la libertad; y si contra todas mis
esperanzas, alguno de los nuestros olvidase sus deberes, declaro desde ahora que será
inexorablemente castigado conforme a los artículos siguientes:
1º Todo el que robe o tome por violencia de dos reales por arriba, será pasado por las
armas, previo proceso verbal que está observado en el ejército.
2º Todo el que derrame una gota de sangre fuera del campo de batalla, será castigado
con la pena del Talión.
3º Todo insulto contra los habitantes del país, sean europeos o americanos, será
castigado hasta con la pena de la vida, según la gravedad de las circunstancias.
4º Todo exceso que ataque la moral pública o las costumbres del país, será castigado
en los mismos términos que previene el artículo anterior”.
Posteriormente, un destacamento del ejército libertador, tomó posesión de la ciudad
de Chincha, al norte del puerto de Pisco.23
Las conferencias de Miraflores[editar]
Artículo principal: Conferencias de Miraflores
Pezuela ratificó el armisticio a las ocho de la noche. Luego, se dio inicio a las
Conferencias.
No se logró ningún acuerdo porque los puntos de ambas partes eran inconciliables. Por el
lado español se intentó que los patriotas reconocieran la autoridad del Rey de España bajo
el amparo de la Constitución liberal de 1812 que acababa de jurar. San Martín, por su
parte, exigió el reconocimiento incondicional de la independencia de América.
Lo más interesante de estas Conferencias, fue lo que propuso muy reservadamente San
Martín, por intermedio de sus delegados, acerca de la instalación de una Monarquía
Constitucional en el Perú independiente, con un príncipe español a su cabeza. El Virrey
eludió dar una respuesta, pues era un tema que solo competía decidir a la corte de Madrid.
Y así finalizaron las conferencias de Miraflores. No se ha precisado el local en que se
llevaron a cabo. Según el padre Vargas, debió ser la casa hacienda de Surquillo, hoy junto
al teatro Marsano, más o menos, en el parque Miranda.
El resultado de estas negociaciones lo leemos del oficio que San Martín dirigió a Pezuela
el 4 de octubre de 1820:
“Son las 6 de la tarde y esta mañana llegaron mis diputados por cuyo conducto quedo instruido de
las proposiciones a que se han extendido los de V.E. Nunca esperé después de las protestas
pacíficas en que abundaban las comunicaciones de V.E. que el resultado de las aperturas fuese tan
diametralmente opuesto a mis más sinceros deseos, suficientemente manifestados por mis
diputados. Pero ya que ha sido imposible conciliar las ideas de V.E. con las intenciones de América
en general, con las del gobierno de Chile y las de las Provincias Unidas y con el honor del ejército
que mando, me es sensible verme en la necesidad de librar al éxito de mis armas, el destino de los
pueblos, cuya independencia he venido a proteger”.
El por qué de esta falta de conciliación, la encontramos en el manifiesto que San Martín
hace al pueblo peruano, sobre el resultado de las negociaciones el 13 de octubre de 1820:
“Las proposiciones del Virrey de Lima, han sido o totalmente inadmisibles o desnudas de una
verdadera garantía”.
Rebelión de Guayaquil[editar]
Véase también: Independencia de Guayaquil
Placa referente a la independencia de Huamanga, hecha por las referencias del opúsculo
de Jervasio Álvarez y Montaño del año de 1847.
Juan Antonio Álvarez de Arenales, militar rioplatense de origen español que participó en las guerras
de la independencia de Argentina, Chile y Perú.
Las acciones militares de la Expedición Libertadora del Sur, comenzaron el día 4 de
octubre, día límite del armisticio pactado en las Conferencias de Miraflores. Ese día el
general San Martín, envió 1.242 soldados al mando del general Juan Antonio Álvarez de
Arenales, a la sierra central del Perú para propiciar la independencia y para ganar adeptos
entre sus habitantes.
Arenales se dirigió primero a la ciudad de Ica. Esta ciudad estaba guarnecida por 800
soldados realistas al mando del coronel Manuel Quimper. En la madrugada del 6 de
octubre, cuando estaba cerca de la ciudad de Ica, Arenales recibió a dos compañías del
ejército de Químper que deseaban pasarse al lado patriota. También se enteró que
Químper se había fugado con el resto de su ejército, hacia el oriente.
El 15 de octubre de 1820 un agrupamiento de soldados patriotas comandados por el
teniente coronel Manuel Patricio Rojas, que había sido comisionado para perseguir a
Químper, llegó a Nazca con 80 jinetes y 80 infantes. Esta unidad sorprendió a Químper en
la hacienda San Juan, al sur de Nazca. La contienda fue corta pero encarnizada. Químper
aprovechó la confusión para escapar pero se produjo el desbande total de las tropas
realistas. En la batalla de San Juan, hubo 40 muertos realistas, buen número de heridos y
36 prisioneros.
El 16 de octubre de 1820, el patriota teniente Suárez, encomendado por el teniente coronel
Rojas, se apoderó de un convoy realista en Acarí (en la actual región de Arequipa); este
convoy llevaba armas, municiones, ropas y alimentos. Finalmente Suárez se reunió con
Rojas y ambos regresaron a Ica el 19 de octubre, habiendo limpiado el camino para que
continuara la expedición de Arenales. El 21 de octubre de 1820, se juró la independencia
en Ica.24
Arenales siguió camino a la sierra. El día 31 de octubre entró en Huamanga y el 20 de
noviembre lo hizo en Huancayo. Luego llegó a Jauja, desde donde envió una avanzada
a Tarma, al mando del coronel Rojas. Este entró en Tarma el 23 de noviembre,
produciéndose el desbande realista. En Tarma se juró la independencia el día 29 de
noviembre.
Arenales continuó camino a Cerro de Pasco, que era su objetivo. El 6 de diciembre de
1820 se enfrentó a las tropas realistas, comandadas por el general Diego O´Reilly, que
contaba con 1300 efectivos. La batalla de Cerro de Pasco fue una total victoria patriota. La
división realista de O´Reilly tuvo 58 muertos y 18 heridos durante la batalla. «La acción se
resolvió a favor de los patriotas, y en la persecución que éstos emprendieron,
seguidamente, capturaron 380 prisioneros, la bandera del “Victoria”, los estandartes de
caballería, el armamento y cuanto tuvieron que perder», según la expresión empleada por
Arenales en el parte que elevó al general San Martín. Los prisioneros aumentaron en los
días subsiguientes, obteniéndose la captura del mismo general O´Reilly, que poco
después, fue remitido a Huaura como prisionero de calidad. Una vez que los patriotas se
apoderaron de Cerro de Pasco, tuvieron expeditas sus comunicaciones con el Cuartel
General del Ejército Libertador en Huaura.25
Independencia del Norte Peruano[editar]
Artículos principales: Tercer bloqueo del Callao e Independencia de Trujillo.
La escuadra chilena del almirante Thomas Cochrane bloqueando por tercera vez el puerto del
Callao.
El Batallón Numancia recibe la Bandera del Ejército Libertador al momento de pasar el puente
de Huaura.
En diciembre de 1820, Pezuela se decidió a tomar la ofensiva contra San Martín. Nombró
a José de la Serna comandante en jefe del ejército realista. Pero entre ambos había una
antigua enemistad, que se había acrecentado por su divergencia en la estrategia
empleada en la guerra contra los patriotas. Esta divergencia repercutió entre los oficiales
realistas, y fue astutamente azuzada por los patriotas, hasta que el 29 de enero de 1821,
los oficiales del ejército realista acantonado en Aznapuquio (entre los que estaban José de
Canterac, Antonio Seoane, Andrés García Camba, José Ramón Rodil y Gerónimo Valdés)
presentaron al virrey un petitorio firmado por todos ellos, solicitándole que renunciara al
mando en el término de cuatro horas, y que abandonara el país. Ante la imposibilidad de
resistir, Pezuela aceptó las exigencias de los sublevados, y La Serna fue nombrado virrey
en su reemplazo, nombramiento que recibió la aprobación del ejército, y que fue más tarde
ratificado por el rey.293031
Campaña de Miller a los puertos intermedios[editar]
Artículo principal: Campaña de Miller a los puertos intermedios
Por iniciativa del almirante Cochrane, el general San Martín autorizó una expedición al sur
del Perú en marzo de 1821, esta fuerza se componía de 500 infantes del batallón N.º 4 de
Chile y 100 jinetes al mando del comandante Guillermo Miller, la expedición partió
de Huacho y desembarcó en Paracas el 21 del mismo mes. Avanzando por tierra Miller
ocupó Chincha donde cuatro días después sostuvo una escaramuza con las avanzadas
realistas. En este lugar pudo aumentar sus fuerzas con esclavos negros huidos de las
haciendas de sus amos, los cuales le sirvieron para cubrir las bajas que la peste había
causado en sus filas. Para evitar mayores bajas por enfermedad se reembarcó para Arica,
puerto en que no se decidió a desembarcar por estar bien defendido con una guarnición y
piezas de artillería. Miller ordenó entonces el desembarco en Sama al norte de Arica, de
donde avanzó y ocupó la ciudad de Tacna y luego Arica que fue evacuada por los
realistas. En Tacna, Miller formó un contingente peruano al cual entregó una bandera azul
con un sol al medio como distintivo, algunos autores consideran a este enseña como el
primer emblema del Perú.
Mientras tanto los realistas habían despachado un contingente en Arequipa al mando del
coronel José Santos de la Hera siendo derrotado por Miller el 22 de mayo en el combate
de Mirave, quien el 24 de ese mes logró capturar Moquegua y el día 26 dispersó
completamente a las fuerzas de La Hera en el combate de la Calera. Tras el
armisticio Punchauca del 2 de junio, entre el virrey de la Serna y San Martín, que regía
hasta el 30 de junio de 1821, La Hera capturó Moquegua y reanudó operaciones el 15 de
junio, entrando en Tacna el 20 de junio y en Arica el 22, en donde se embarcaron las
tropas de Miller poniendo fin a la expedición.32
Conferencias de Punchauca[editar]
Artículo principal: Conferencias de Punchauca
Óleo de Juan Lepiani que representa la entrevista de Punchauca, entre el virrey del Perú José de la
Serna y el Libertador José de San Martín.
En abril de 1821, el virrey de La Serna, mal de su grado, pero obligado por las
instrucciones traídas desde España por el comisionado Abreu, en el sentido de llegar a un
acuerdo pacífico con los patriotas, invitó oficialmente a San Martín a entrar en
negociaciones, lo que el general argentino aceptó. Como sede de estas reuniones se
designó la casa hacienda Punchauca, situada a 25 km al norte de Lima, en la jurisdicción
de Carabayllo.
En la primera fase de estas conferencias, se reunieron los delegados de San
Martín: Tomás Guido, Juan García del Río y José Ignacio de la Roza; y los delegados del
virrey: Manuel de Llano y Nájara, José María Galdeano y Mendoza y Manuel Abreu (4 de
mayo de 1821). Los delegados patriotas fueron instruidos para que se abstuviesen de
llegar a algún acuerdo en tanto que no fuese reconocida la independencia de las
Provincias Unidas del Río de la Plata, Chile y Perú. Como ya había ocurrido en las
anteriores conferencias de Miraflores, los españoles se mantuvieron inflexibles en no
reconocer la independencia, lo que hacía que ambas partes se enquistaran en posiciones
insalvables. Se decidió solo un armisticio de 20 días y se programó una entrevista personal
entre los jefes adversarios, es decir entre de La Serna y San Martín.
La entrevista entre de La Serna y San Martín se realizó el 2 de junio. Acompañaban al
virrey, el general José de La Mar y los brigadieres José de Canterac y Juan Antonio Monet.
Por su parte, San Martín estaba acompañado por el general Juan Gregorio de Las
Heras, Mariano Necochea y James Paroissien.
Según testimonio del comisionado Abreu, el plan que San Martín expuso al virrey consistía
esencialmente en lo siguiente: que se instalaría una regencia, de la que de La Serna sería
Presidente y que estaría, además, integrada por un vocal nombrado por el virrey, y otro
nombrado por San Martín. Los dos ejércitos beligerantes deberían unificarse y se
declararía la independencia. Luego, San Martín en persona viajaría a Madrid para solicitar
de las Cortes que escogieran a un infante de España, un príncipe Borbón, que debía ser
proclamado Rey del Perú. En un primer momento, a de La Serna no le pareció inaceptable
este plan y consideró incluso la voluntad de San Martín de ir a España como un gesto de
buena voluntad. Al parecer, esa también fue la primera impresión de sus oficiales, que
departieron con los delegados patriotas en medio de brindis y chanzas. El virrey pidió dos
días para consultar a todos sus oficiales y, según parece, se impuso entonces el criterio de
sus dos oficiales más importantes, Canterac y Valdés, que vieron en el plan de San Martín
solo un pérfido ardid para ganar tiempo. De la Serna se abstuvo de dar una respuesta a
San Martín, aduciendo que no tenía instrucciones para decidir en asuntos tan
trascendentes.
No obstante, las conversaciones continuaron, nuevamente entre delegados. El clima
insalubre del valle de Chillón obligó a que la sede de las conferencias se trasladara
nuevamente al pueblo de Miraflores, al sur de Lima. Allí, el 8 de junio, los diputados del
Virrey de La Serna, Manuel del Llano, José María Galdiano, Manuel Abreu, con su
secretario Francisco Moar y los diputados de San Martín, Tomás Guido, Juan García del
Río, José Ignacio de La Rosa, con el secretario Fernando López Aldana, reiniciaron las
conferencias. No se logró ningún resultado. Desde el 20 de junio, las reuniones
continuaron a bordo del buque neutral Cleopatra, igualmente sin resultado en lo que
respecta a los puntos centrales. Lo único rescatable que se acordó en todas estas
reuniones fue prorrogar el armisticio hasta el 30 de junio, así como un canje de
prisioneros.33
Tras las conferencias de Punchauca el virrey José de la Serna observó que mantenerse en
Lima le era totalmente desfavorable desde todo punto de vista, por lo que tomó la decisión
de retirarse de la ciudad capital del virreinato con sus tropas, acción que ejecuta el 6 de
julio de 1821. Empero, dejó un destacamento al mando del general José de La Mar, para
que custodiara la Fortaleza del Real Felipe, en el Callao.
La ocupación de Lima por los patriotas[editar]
José de San Martín recibido por los ciudadanos de Lima. Pintura de Teófilo Castillo Guas.
A comienzos de julio de 1821 se vivía en Lima una tremenda escasez de alimentos, debido
precisamente al asedio de las montoneras, que cortaron las vías de comunicación con el
exterior. Las tropas realistas no contaban con recursos y los patriotas ya habían
conseguido importantes victorias al interior del país (como en Cerro de Pasco), en tanto la
población entera reclamaba la presencia del libertador.34
Ante la cercanía del Ejército Libertador, dice Pedro Escribano:
«Lima se convirtió en una fuente inagotable de rumores tremebundos. Las puertas de tiendas,
pulperías y negocios fueron cerradas ante el temor de un inminente saqueo. Los limeños, corrían
por las calles, en tumulto, desconcertados. Muchos buscaron refugio al conocer la noticia. La
insurgencia emancipadora, no era un movimiento con muchos adeptos en la capital del virreinato. El
pánico, por ello, fue generalizado. Miles de familias se dejaron arrastrar por una ola de histeria y
desesperación. El rumor de la Independencia, fue asumido, y no por pocos, como si se tratara de la
inminencia de un cataclismo. Circulaba el rumor que el Ejército Libertador, era extremadamente
violento y sanguinario, que estaba compuesto por hordas de indios, negros y resentidos sociales,
que su sed de venganza contra los sectores pudientes que residían en Lima desataría una matanza
nunca vista. Todos vivían la sensación de estar en la víspera del fin del mundo».
El ejército realista al mando del general José Canterac, ya había dejado Lima, rumbo a la
sierra, el 25 de junio de 1821. En su persecución fue enviado Arenales. Este destacamento
patriota ya estaba a punto de enfrentarse a las fuerzas de Canterac, pero desistió por
órdenes de San Martín. Indudablemente, el general argentino no deseaba un
enfrentamiento frontal con los españoles.
El 5 de julio de 1821, el virrey José de la Serna anunció a los limeños que abandonaba la
capital para refugiarse en el Callao, en la fortaleza del Real Felipe. Lima quedaba
abandonada a su suerte. Según el marino inglés Basil Hall, que se hallaba entonces en
Lima: «los timoratos eran presa fácil de los temores más extraños; los audaces y fuertes
no sabían de qué modo utilizar su coraje; los vacilantes estaban en el estado más
calamitoso». Como la fortaleza del Real Felipe, según el virrey, era el sitio más seguro,
«multitudes se precipitaron hacia el castillo, y al ser interrogadas sobre las razones que les
empujaban a abandonar la ciudad, no daban otra que el miedo». Mientras tanto, parte del
pueblo limeño, representado por algunos notables (españoles y criollos), hizo llegar una
invitación a San Martín para que ingrese a Lima, el 9 de julio de 1821.35 En efecto, el
Libertador del Sur, mandó un pequeño destacamento de patriotas e hizo su entrada a Lima
en la noche del 12 de julio de 1821. «En vez de venir con pompa oficial, como tenía
derecho a hacerlo, San Martín esperó que oscureciese para entrar a la capital a caballo y
sin escolta, acompañado por un simple ayudante», continúa diciendo Basil Hall. Dos días
después lo hizo el grueso del ejército libertador, «siendo recibido con mucho fervor
patriótico».
Sobre el ánimo de los limeños al tiempo del ingreso del Ejército Libertador a Lima, Pedro
Escribano, nos dice: «parece mentira. En los días siguientes Lima se fue reanimando
lentamente. Poco a poco la población tomó confianza en los emancipadores y comprobó
que no había razón para el temor. Mucho había pesado, en todo caso, la mala conciencia»
Por su parte, sobre lo mismo, Basil Hall, dice: «Era inconcebible que tanta gente pudiera
estar encerrada tan largo tiempo sin tentarse siquiera una vez a curiosear, especialmente
cuando el peligro no era inminente o cierto».
Proclamación de la independencia del Perú[editar]
Artículo principal: Declaración de Independencia del Perú
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Basil Hall, capitán de la marina británica, que por entonces se hallaba en Lima, al
comentar la ceremonia culmina diciendo:
Sus palabras fueron recogidas y repetidas por la multitud que llenaba la plaza y las calles
adyacentes, mientras repicaban todas las campanas y se hacían salvas de artillería entre
aclamaciones como nunca se había oído en Lima.42
Cabe destacar que hay cuestiones históricas que dicen que San Martín ya había jurado la
independencia peruana el 27 de noviembre de 1820 en la ciudad de Huaura (al norte
de Lima), en el denominado Balcón de Huaura, aunque este tema es muy debatido, lo
cierto es que en Huaura el Libertador reorganizó su ejército y comenzó el plan para el
asedio de la capital del virreinato.43
El Protectorado del Perú[editar]
Artículo principal: Protectorado de San Martín
El general San Martín había asumido el mando político militar de los departamentos libres
del Perú bajo el título de Protector, como dice el decreto del 3 de agosto de 1821. Para
todo efecto práctico, el Perú se hallaba dividido militar y administrativamente en dos
partes:
1º Lima, el norte y un sector del centro del país estaban en manos de los
patriotas.
2º Y la sierra sur y centro y el Cusco estaban en manos de los realistas.
Luego, el título de Protector fue cambiado por el de Protector de la Libertad del Perú. El
Perú debe al Protectorado, que duró apenas un año y 17 días, las siguientes realizaciones
político administrativas:
Sitio donde se libró la batalla de Habana en 1822, mapa del actual departamento de San Martín.
A pesar del progresivo desmembramiento del Virreinato del Perú en sus principales zonas
de influencia como Lima y Trujillo; la Comandancia General de Maynas seguía siendo fiel a
la corona española y solía ser refugio de varios soldados realistas que huían de los
territorios controlados por los patriotas, Nicolás Arriola —uno de los militares argentinos
que se quedó en Perú para continuar la guerra de independencia— auspiciado por José
Bernardo de Tagle desde Trujillo decidió comenzar la campaña para expulsar a los últimos
españoles que se refugiaban en la espesura de la selva amazónica, iniciando la guerra
el 28 de julio de 1821 desde la pampa de Higos Urco donde conseguiría sus primeras
victorias, en Higos Urco proclamaría oficialmente la independencia de Maynas el 19 de
agosto del mismo año, posteriormente se alisto para sitiar Moyobamba fracasando por la
traición de uno de sus comandantes que se pasó al bando realista, la campaña
desembocaría en una guerra de guerrillas hasta 1822 donde Arriola vuelve a lanzar un
asedio inesperado para los realista, logrando los patriotas la toma de Moyobamba el 4 de
septiembre donde vuelven a jurar la independencia de Maynas, la guerra termina
definitivamente el 23 de septiembre cuando el ejército patriota logra la victoria en la batalla
de Habana donde se refugiaban grandes cargos españoles que escaparon
de Moyobamba. Posteriormente Maynas estaría durante unos meses controlado de
facto por un gobierno militar provisional patriota autosustentado y dirigido por Nicolás
Arriola que más adelante cedería y reconocería formalmente la soberanía peruana sobre el
territorio que administraba.444546
Primer Sitio del Callao[editar]
Véase también: Primer sitio del Callao
Mientras que en Lima, San Martín se dedicaba a fundar el nuevo estado peruano, el virrey
La Serna, aprovechando el retiro de Álvarez de Arenales de la sierra central, empezó a
recuperar posiciones. Reforzó sus posiciones en Jauja y Huancayo, puntos desde donde
planeó hostigar a Lima, pero esta operación no era fácil, por la resistencia que oponían los
peruanos andinos. Como en los castillos del Callao permanecía una guarnición española
apostada con gran cantidad de armamentos, el virrey planeó hacer una incursión allí. La
temeraria expedición española se preparó en Jauja, seleccionándose a 2500 infantes y
900 de caballería, al frente de los cuales fue puesto el general Canterac.
Canterac partió de Jauja el 25 de agosto de 1821, rumbo al valle del Rímac (Lima y
Callao). En el trayecto sufrió el ataque de los montoneros peruanos, que le ocasionaron
numerosas bajas. Impresionado por este ataque, Canterac dividió sus fuerzas en dos
columnas, una bajo su mando, que marchó por la ruta de San Mateo, y otra bajo el mando
de Lóriga, que siguió la ruta de Lurín. Ambos se encontraron en Cieneguilla, unos km al
sur de Lima. Los realistas se encontraban en condiciones desastrosas, tanto física como
moralmente. En esas condiciones habría sido posible que los patriotas los acorralaran y
exterminaran. No obstante, San Martín, que desde su emplazamiento estaba al tanto de
los movimientos de los realistas, no quiso atacarlos.
Los realistas empezaron el 8 de septiembre a desplazarse de Cieneguilla con dirección al
Callao, dispuestos en tres unidades, mandadas por Valdés, Monet y Carratalá, mientras
que Canterac iba al frente de la caballería. Los 7000 soldados de línea del Ejército
Libertador y los más de 3000 montoneros peruanos, que contemplaban atónitos tal
avance, ardían por entrar a combate, pero San Martín, pese a los ruegos de su jefe de
estado mayor, general Las Heras, se negó a dar la orden de ataque. Hasta el mismo
almirante Cochrane visitó a San Martín y le pidió que le pusiera al mando de 2000
soldados, con los que prometió aniquilar a todas las fuerzas realistas. Pero San Martín se
volvió a negar, siendo recriminado por Cochrane; fue en ese momento en que se produjo
la ruptura entre ambos. Se afirma que la actitud de San Martín, de no querer atacar a los
realistas, se debía a la esperanza que depositaba en que estos aceptarían las ofertas que
les había planteado en la conferencias de Punchauca para llegar a un acuerdo de paz; de
ser cierto ello, se equivocaba rotundamente.
Fue así que, en una maniobra sorprendente, y sin que las tropas patriotas los
obstaculizaran, los realistas de Canterac llegaron hasta el Callao y se encontraron con las
fuerzas del general José de La Mar, que custodiaba la Fortaleza del Real Felipe (10 de
septiembre de 1821). Luego de hacerles conocer las nuevas órdenes del virrey La Serna, y
de entregarles avituallamiento militar, Canterac regresó a la sierra el 16 de septiembre.
El alto mando del ejército libertador, reaccionó tarde, cuando Canterac ya se hallaba
rumbo a la sierra. Se dispuso que las tropas patriotas al mando del general Guillermo
Miller (que era nacido en Inglaterra e incorporado a las filas patriotas desde 1817,
en Buenos Aires) le siguieran produciéndose escaramuzas entre la vanguardia del ejército
patriota y la retaguardia del ejército realista. Como consecuencia de estos enfrentamientos
armados, se produjeron bajas considerables en el ejército de Canterac, principalmente por
desbande y por la acción heroica de los montoneros peruanos. Canterac se reunió con La
Serna en Jauja, el 1 de octubre de 1821, 35 días después de que iniciara la osada
expedición al Callao.
El retiro del almirante Cochrane[editar]
El almirante Cochrane se retiró a sus navíos, muy molesto por la actitud de San Martín de
desaprovechar una magnífica oportunidad para infligir un duro golpe a los realistas. El
marino británico fue enfático en considerar a San Martín como de un intelecto militar
inferior al suyo y que el Protectorado que estaba ejerciendo carecía de decisión y se
mostraba dubitativo.
Como a los marinos de su escuadra no se les había pagado desde la salida de Chile, pese
a los reiterados pedidos, Cochrane confiscó el tesoro público que resguardaba en uno de
los navíos, con el cual hizo el pago de los sueldos y los premios, pero haciendo las
cuentas claras y devolviendo a la Casa de Moneda los saldos que quedaban. No obstante,
San Martín se enojó y ordenó a Cochrane que volviera a Valparaíso. El marino expresó
que no le debía obediencia y enfiló su escuadra hacia el norte, para perseguir al resto de
los flota española. Retornó al Callao, en donde tuvo algunas fricciones. Finalmente, zarpó
el 10 de mayo de 1822, para no volver más al Perú, considerando que su contribución a la
causa independentista no era realmente apreciada ni aprovechada.
Conjura de los oficiales patriotas contra San Martín[editar]
El problema mayor para San Martín, era, indudablemente, la guerra contra los realistas.
Hay quienes le han reprochado el no emprender una ofensiva total sobre los realistas,
como lo había hecho en Chile, pero el Libertador tenía sus razones para proceder así. En
primer término, ganar tiempo iba a su favor, ya que el poder virreinal perdía legitimidad por
las controversias entre liberales y absolutistas del gobierno peninsular. En segundo lugar
era consciente de la inferioridad numérica de sus fuerzas, comparada con la de los
virreinales, a los que esperaba atraer a favor de la independencia. Pero los realistas
dominaban el interior del país, desde Jauja hasta el Alto Perú, y sumaban un total de
23.000 soldados, mayormente hombres andinos y mestizos reclutados a la fuerza. San
Martín solo contaba con 4.000 efectivos. Un importante triunfo para los patriotas fue la
rendición de las fortalezas del Callao, el 19 de septiembre de 1821, cuyo jefe, el mariscal
peruano José de La Mar, se sumó a la causa patriota. Mientras tanto, el virrey La Serna
reorganizaba sus fuerzas en la sierra central y sur del Perú y en el Alto Perú, desde donde
realizó atrevidas incursiones sobre la costa, que sorprenden y destruyen un ejército
independiente en la batalla de Ica o de La Macacona, el 7 de abril de 1822.
Mientras que en la zona de Ayacucho, se batían bravamente las montoneras patriotas,
bajo el mando de Cayetano Quirós y Basilio Auqui; en ese contexto se produjo el heroísmo
de la dama ayacuchana María Parado de Bellido, que desde Huamanga cooperaba con las
fuerzas de Quirós enviando cartas con informaciones sobre los movimientos de los
realistas. Descubierta, fue fusilada por orden del general José Carratalá el 11 de mayo de
1822.
Campaña auxiliadora de la independencia de Quito[editar]
Artículos principales: Expedición Auxiliar de Santa Cruz a Quito e Independencia de Quito.
Batalla de Camino Real. Después de su independencia, el gobierno de la provincia guayaquileña
formó un ejército de 1500 hombres para liberar al resto de la Real Audiencia, se llamó División
Protectora de Quito.
San Martín envía una división auxiliar peruana al mando de Andrés de Santa Cruz para la
independencia de Quito. El 24 de mayo de 1822, tropas peruano-colombianas derrotaron a
los realistas en la batalla de Pichincha (actual territorio del Ecuador) y ocuparon Quito el 25
de mayo. El contingente peruano que intervino en esta batalla, estuvo compuesto por
1,600 efectivos al mando del coronel Andrés de Santa Cruz y se unió a la tropa patriota
colombiana en Saraguro, el 9 de febrero de 1822. Este suceso es memorable, pues por
primera vez confluían las dos corrientes libertadoras, la del Norte y la del Sur.
Posteriormente, el general Simón Bolívar invadió Guayaquil, con el afán de anexarla a la
Gran Colombia, de la que era su caudillo indiscutible. Tanto el Libertador del Norte,
Bolívar, como el Libertador del Sur, San Martín, estaban convencidos de que la definición
de la independencia americana, tenía que darse en suelo peruano.
Entrevista de Guayaquil[editar]
Artículo principal: Entrevista de Guayaquil
San Martín, no pudo, sin embargo, culminar la guerra contra los españoles. Si bien todo el
norte del Perú se había sumado voluntariamente a la causa patriota, el centro y el sur del
país permanecían ocupadas por las tropas virreinales. San Martín consideró necesaria la
ayuda militar externa y en pos de ella fue a entrevistarse en Guayaquil con Bolívar. En
la entrevista de Guayaquil, realizada entre los días 26 y 27 de julio de 1822, los
Libertadores discutieron tres importantes cuestiones:
La suerte de Guayaquil, que siendo territorio peruano, fue anexado por Bolívar
a la Gran Colombia.
La ayuda que debía prestar Bolívar para el fin común de la independencia del
Perú.
La forma de gobierno que debían adoptar las nacientes repúblicas
hispanoamericanas.
La entrevista no llegó ningún resultado concreto. En lo que respecta al primer punto,
Bolívar ya había decidido que Guayaquil perteneciera a la Gran Colombia y no admitió
ninguna discusión al respecto. En cuanto al segundo punto, Bolívar ofreció enviar al Perú
una fuerza auxiliar grancolombiana de 2000 hombres, que San Martín consideró
insuficiente. Y en lo referente al tercer punto, Bolívar era decididamente republicano,
contraponiéndose así al monarquismo del Libertador rioplatense. Desilusionado, San
Martín retornó al Perú, ya convencido de que debía retirarse para dar pase al Libertador
del Norte.
San Martín abandona el Perú (Primer Congreso Constituyente) [editar]
Antes de los sucesos de Guayaquil, San Martín había convocado al Primer Congreso
Constituyente de la República del Perú, el 1 de mayo de 1822. Se eligieron 80 diputados,
instalándose solemnemente este legislativo el 20 de septiembre de 1822. Lo presidía el
clérigo Francisco Xavier de Luna Pizarro. Apenas instalado este Primer Congreso
Constituyente, aprobó una proposición que decía: «…que el Congreso Constituyente del
Perú está solemnemente constituido e instalado, la soberanía reside en la nación, y su
ejercicio en el Congreso que legítimamente la representa».
Luego de la instalación y en la misma fecha, este Congreso ofreció al general José de San
Martín, poderes dictatoriales, que rehusó. Se varió el ofrecimiento al de Fundador de la
Libertad del Perú y Generalísimo de las Armas, título que fue aceptado por el general San
Martín, aunque de manera honorífica. Su decisión de retirarse, era terminante.
El Congreso aceptó la renuncia de San Martín y convino en la proposición de Arce
diciendo que «como quiera que el Congreso debe retener cuanta autoridad sea dable para
hacer cumplir sus determinaciones, y corriendo riesgo de que un Poder Ejecutivo extraño,
aislado y separado de él, aunque hechura suya, le puede formar partido de oposición»
determinaba que «el Congreso conserve el Poder Ejecutivo». Se decidió también que
Poder Ejecutivo debería estar conformado por tres personas. Uno de los diputados, José
Faustino Sánchez Carrión, el célebre El Solitario de Sayán, sentenció en aquella
oportunidad: «Tres no se unen para oprimir. El gobierno de uno es más eficaz si gobernar
es tratar a la raza humana como a las bestias…» y agrega: «La Libertad es mi ídolo, como
lo es del pueblo. Sin ella no quiero nada; la presencia de uno sólo en el mando me ofrece
la imagen odiada del Rey». Y así quedó constituida la Suprema Junta Gubernativa,
conformada por tres congresistas:
La misión primordial de la Suprema Junta Gubernativa, era proseguir la lucha contra los
realistas. El virrey La Serna contaba con más de 20 000 soldados que ocupaban el
territorio entre Cerro de Pasco (centro del Perú) y el Alto Perú (sur del Perú, actual Bolivia).
Ya San Martín había previsto que eran necesarias más fuerzas para poder derrotar a los
realistas, quienes habían convertido todo ese territorio en un verdadero bastión de su
poderío. Se hallaba todavía en curso la ayuda que Bolívar había ofrecido al Perú para
derrotar a los españoles. Efectivamente, durante la Entrevista de Guayaquil, Bolívar ofreció
a San Martín ayuda militar al Perú, la que se concretizó en julio de 1822, con el envío de
tropas al mando de Juan Paz del Castillo, pero estas eran todavía insuficientes. En
septiembre de ese año, Bolívar ofreció otros 4.000 soldados más, pero la ya instalada
Suprema Junta Gubernativa solo aceptó la recepción de 4000 fusiles. Las relaciones del
Perú con la Gran Colombia entraron en su punto más crítico debido a la anexión
de Guayaquil a territorio grancolombiano. A ello se sumó el hecho de que Juan Paz del
Castillo recibiera instrucciones de su gobierno de no comprometer a sus fuerzas solo en
caso de que el éxito estuviera garantizado y solo en el norte peruano, por lo que entró en
conflicto con los intereses del Perú, que se enfocaban en atacar a los realistas del centro y
del sur. Dicho oficial colombiano retornó a su patria, en enero de 1823, disgustado al no
lograr imponer sus condiciones. Las relaciones con la Gran Colombia se enfriaron
entonces, en los precisos instantes en que se libraba la llamada Primera Campaña de
Intermedios.
Primera Campaña de Intermedios[editar]
Artículo principal: Primera Campaña de Intermedios
Puertos intermedios en un detalle del mapa de Samuel Augustus Mitchell publicado en 1839.
La Suprema Junta de Gobierno organizó una expedición militar contra los españoles que
todavía dominaban el sur del Perú. Esa expedición se conoció como Campaña de los
puertos intermedios o simplemente Campaña de Intermedios, pues el plan era atacar a los
españoles desde la costa sur situada entre los puertos de Ilo y Arica. Este plan había sido
bosquejado por el mismo San Martín, pero originalmente contemplaba, además del ataque
desde la costa sur peruana, una ofensiva combinada de los argentinos por el Alto Perú y
de los patriotas de Lima por el centro del Perú. Sin embargo, la Junta no pudo lograr el
concurso del gobierno de Buenos Aires, abrumado por dificultades internas, y no otorgó al
ejército que guarnecía Lima los medios necesarios para que iniciara oportunamente una
ofensiva a la sierra central. La partida del colombiano Juan Paz del Castillo influyó también
para que se paralizaran los preparativos del llamado ejército patriota del Centro.
Esta primera Campaña de Intermedios, comandada por el general rioplatense Rudecindo
Alvarado, acabó en total fracaso al no seguirse el plan completo y al no ponerse
dinamismo en las acciones, lo que dio tiempo a que los realistas se pusieran a la
defensiva.
Alvarado llegó a Iquique en donde hizo desembarcar un destacamento para que iniciara
acción sobre el Alto Perú. Luego se dirigió a Arica, donde permaneció sin desembarcar por
espacio de tres semanas, dando tiempo para que el virrey La Serna, informado por su
servicio de espionaje de la presencia patriota, ordenara a sus lugartenientes José de
Canterac y Gerónimo Valdés acudir con sus fuerzas a la zona amenazada. Cuando a fines
de diciembre Alvarado desembarcó en Arica y avanzó sobre Moquegua se encontró con
las fuerzas realistas que ocupaban mejores posiciones. Valdés le salió al encuentro,
librándose la batalla de Torata. El jefe realista resistió ocho horas hasta que llegó en su
auxilio Canterac con su caballería; juntos pusieron en fuga a los patriotas, logrando así la
victoria para las banderas del Rey (19 de enero de 1823). Animado por su éxito, Valdés
persiguió a las tropas de Alvarado, alcanzándolas y venciéndolas definitivamente en
la batalla de Moquegua (21 de enero de 1823). Las tropas patriotas, reducidas a la cuarta
parte de su número original, tuvieron que reembarcarse precipitadamente y retornar al
Callao con cerca de 1000 sobrevivientes.47
De entonces data la letrilla que los españoles difundieron desde su campamento situado a
poca distancia de Lima, en la que se burlaban del Congreso:
Congresito ¿cómo estamos
Mapa de las campañas de independencia en Ecuador, Perú y Bolivia entre 1823 y 1826.
Los oficiales patriotas al mando de las tropas que guarnecían Lima, ante el temor de una
ofensiva española, firmaron una solicitud ante el Congreso, fechada el 23 de febrero de
1823 en Miraflores, invocando la designación de un solo Jefe Supremo «que ordene y sea
velozmente obedecido», en reemplazo del cuerpo colegiado que integraba la Junta; se
sugería incluso el nombre del oficial indicado para asumir el gobierno: el coronel José de la
Riva-Agüero.
La crisis se ahondó al ser presentada otra solicitud al Congreso por parte de las milicias
cívicas acuarteladas en Bellavista y una tercera encabezada por Mariano Tramarría. El día
27 de febrero las tropas se movilizaron desde sus acantonamientos hasta la hacienda de
Balconcillo, a media legua de Lima, desde donde exigieron la destitución de la Junta. Estos
sublevados estaban encabezados por el general Andrés de Santa Cruz. Fue el primer
golpe de estado de la historia republicana peruana, conocido como el Motín de Balconcillo,
con el que se inauguró la sucesión de gobiernos de facto que jalonaron el transcurso de la
vida republicana.48
Ante tal presión, ese mismo día, el Congreso acordó cesar a la Junta Gubernativa y
encargar interinamente la máxima magistratura al jefe militar de mayor graduación, que
era José Bernardo de Tagle, marqués de Torre Tagle. El 28 de febrero, el Congreso
ordenó poner en libertad al general José de La Mar, que había sido arrestado en su
domicilio, y citó al general Andrés de Santa Cruz, quien hizo una exposición oral de la
posición de los jefes y terminó diciendo que acataban la orden del Congreso pero que si no
se nombraba a Riva Agüero como Presidente de la República, él y los jefes militares
renunciarían y se irían del país. Ante lo expresado por Santa Cruz, el Congreso nombró a
Riva Agüero como Presidente de la República por 39 votos a favor de un total de 60; no se
le asignó funciones ni plazos. Pocos días después el mismo Congreso lo ascendió a Gran
Mariscal y dispuso que utilizara la banda bicolor como distintivo del poder ejecutivo que
administraba (4 de marzo de 1823). Desde entonces todos los Presidentes del Perú han
lucido dicha banda presidencial.
Gobierno de José de la Riva Agüero[editar]
Riva Agüero puso en marcha una gran actividad para poner al Perú en condiciones de
terminar por cuenta propia la guerra de la Independencia. Su obra gubernativa se concretó
en los siguientes puntos:
Andrés de Santa Cruz, fue el general que comandaba la Segunda Campaña de Intermedios, lo que
concluyó en un fracaso para los patriotas.
El Congreso peruano acatando las recomendaciones del general Sucre, invitó al Libertador
del Norte, general Simón Bolívar a trasladarse al Perú «para consolidar la independencia».
Bolívar se embarcó en el bergantín Chimborazo en Guayaquil, el 7 de agosto de 1823,
llegando al Callao el 1 de septiembre del mismo año. El día 10 de septiembre el Congreso
de Lima le otorgó la suprema autoridad militar en toda la República. Seguía siendo Torre
Tagle presidente, pero debía ponerse de acuerdo en todo con Bolívar. El único obstáculo
para Bolívar era Riva Agüero, quien dominaba el norte del Perú, con capital en Trujillo.
Riva Agüero no dio señal de querer llegar a un acuerdo que posibilitara la unificación de
todas las fuerzas patriotas bajo el mando del Libertador del Norte, y más bien quiso
entenderse con los realistas.
Bolívar nombró una comisión compuesta por el diputado José María Galdeano y el general
de brigada Luis Urdaneta para tratar con Riva Agüero. El 11 de septiembre llegaron al
cuartel general en Huaraz sin lograr un acuerdo aceptable con el disidente pues este
esperaba noticias favorables del ejército de Santa Cruz y de las negociaciones que llevaba
con los españoles.
Bolívar invitó varias veces a Riva Agüero a sumar los 3.000 hombres que el disponía con
el fin de abrir la campaña que el conduciría contra los españoles. Mientras tanto Sucre
buscaba acercar a Santa Cruz y así cortar el apoyo de este a Riva Agüero. Bolívar se
enteró entonces de la disolución del ejército de Santa Cruz junto con las alarmantes
noticias de que Riva Agüero buscaba un acuerdo con el virrey La Serna. Agotados los
recursos diplomáticos el Libertador inicio los preparativos para reducir a Riva Agüero por la
fuerza. El mismo Bolívar abrió campaña contra Riva Agüero, marchando al norte.
Campaña militar contra Riva Agüero[editar]
Los rebeldes se hallaban en Huaraz y Trujillo y el Virrey en Jauja y Cerro de Pasco. Bolívar
decidió enfrentar a ambos ocupando el territorio entre ambos ejércitos e impedir así que
unieran fuerzas. Sucre se había negado a tomar parte en la campaña contra los rebeldes
peruanos, pues creía que no debían inmiscuirse en los asuntos de dicha nación. Por tanto
Bolívar los destino a contener a los españoles en Jauja y Pasco. La campaña en el sur
contra las fuerzas de Santa Cruz había movilizado muchos hombres de los que disponía el
Virrey en el norte, dejando unos pocos en la zona en donde Bolívar y Sucre operaban.
Salí a interponerme entre Riva Agüero y los godos del Jauja, porque este malvado, desesperado de
triunfar, estaba tratando de entregar su patria a los enemigos, para salir con más provecho aunque
menos lucido.
Bolívar a Santander, Pallasca, 8 de diciembre de 1823.56
Con las tropas colombianas, 3.000 soldados,57 Bolívar ascendió desde la costa hacia
la Cordillera Negra, siguiendo por los valles de Pativilca y las fortalezas; atravesando la
Cumbre, descendió al callejón de Huaylas. El grueso del ejército marchó hacia Huaraz, en
donde se incorporó Sucre y su división. A Sucre se le encargó cruzar la cordillera con
algunos cuerpos selectos, y dirigirse al sur para enfrentar a los españoles que se hallaban
en las regiones de Huánuco y Pasco; mientras tanto, Bolívar se dirigía al norte
directamente contra Riva Agüero quien se había retirado a Trujillo. Mientras en la sierra se
desarrollaba la campaña, en la costa el almirante Martín Guise se pronunció a favor de
Riva Agüero, y estableció el bloqueo de toda la costa peruana
desde Cobija hasta Guayaquil.
Pero antes de que se desatara la guerra civil, Riva Agüero fue apresado por sus propios
oficiales encabezados por el comandante Antonio Gutiérrez de la Fuente, quien,
desobedeciendo la orden de fusilarlo, lo desterró a Guayaquil (25 de noviembre de 1823),
mientras que en Santa hizo lo mismo el coronel Ramón Castilla, prendiendo al
general Ramón Herrera y Rodado. Bolívar permaneció en la cordillera occidental
persiguiendo a los subalternos de Riva Agüero, que se habían retirado al Marañón y se
iban rindiendo por donde pasaba Bolívar.
Al finalizar la campaña, Bolívar entró a Trujillo en diciembre de 1823 y quedó así
dominando la escena política y militar del Perú. Luego emprendió regreso a Lima. El 1 de
enero de 1824, estuvo en Nepeña y Huarmey, de ahí pasó a Pativilca en donde enfermó
de paludismo.
La sublevación del Callao y la ayuda de los Montoneros[editar]
Artículo principal: Sublevación del Callao
Con poderes absolutos y contando con refuerzos llegados de la Gran Colombia, Bolívar se
instaló en Trujillo, donde organizó el Ejército Unido Libertador del Perú, con miras a las
campañas finales de la independencia del Perú. Para ello contó con los recursos humanos
y materiales que le brindó la población peruana a manos llenas.64
Mientras tanto, la Restauración absolutista en España causó la división en las filas
realistas, lo que se hizo evidente con la sublevación del 22 de enero de 1824 del
general Pedro Antonio Olañeta en el Alto Perú. La Serna se vio obligado a enviar al
general Valdés contra Olañeta, produciéndose el enfrentamiento de la mitad del ejército
realista entre sí.65 Aprovechando esta coyuntura, Bolívar abrió campaña contra el ejército
realista más cercano, que era el de José de Canterac, el cual estaba acantonado
entre Jauja y Huancayo.
Los Pizarro y Almagros pelearon; peleó La Serna con Pezuela; peleó Riva Agüero con el Congreso,
Torre Tagle con Riva Agüero, y con su patria Torre Tagle; ahora, pues, Olañeta está peleando con
La Serna y, por lo mismo, hemos tenido tiempo de rehacernos y de plantarnos en la palestra
armados de los pies a la cabeza.
Carta de Bolívar a Santander, Huamachuco, 6 de mayo de 1824.66
El ejército libertador avanzó hacia el Sur, rumbo a la sierra central, apoyado eficazmente
por las montoneras peruanas. En junio de 1824, arribó a Huánuco y luego siguió
hacia Cerro de Pasco.
A principios de agosto de 1824, Bolívar concentró sus fuerzas en la región de Quillota,
Rancas y Sacramento. Sumaban en total unos 8.000 hombres. El 2 de agosto pasó revista
a su ejército en el llano de Rancas, a 36 km de Cerro de Pasco. Terminada la revista,
arengó a sus soldados desplegando una elocuencia arrolladora, una virtud que se
complementaba con su talento militar:
¡Soldados! Vais a completar la obra más grande que el cielo ha encomendado a los hombres: la de
salvar un mundo entero de la esclavitud.
¡Soldados! Los enemigos que vais a destruir se jactan de catorce años de triunfos. Ellos, pues serán
dignos de medir sus armas con las vuestras que han brillado en mil combates.
¡Soldados! El Perú y la América toda aguardan de vosotros la paz, hija de la victoria, y aún la
Europa liberal os contempla con encanto porque la libertad del Nuevo Mundo es la esperanza del
Universo. ¿La burlaréis? No. No. Vosotros sois invencibles.
El ejército libertador continuó su avance hacia el Sur, bordeando el lago Junín. Canterac,
que avanzaba por la orilla contraria del lago, fue sorprendido por el avance patriota y
continuó apuradamente su marcha hacia al Sur, con el propósito de enlazar con el grueso
de las fuerzas virreinales, pero ya era tarde. Al amanecer del 6 de agosto, ambos
adversarios convergían al extremo sur del lago sobre la ciudad de Reyes (hoy Junín).
Eran las dos de la tarde del 6 de agosto de 1824 cuando Bolívar llegó a la pampa de Junín
y observó que la infantería realista ya había pasado y que solo la caballería realista, que
iba a retaguardia, se encontraba a la vista, en medio de una inmensa polvareda. Por su
parte, la caballería patriota, de 900 efectivos, que venía a la vanguardia de su ejército,
convergía en esos momentos por la quebrada de Chacamarca, mientras su infantería se
encontraba todavía distante, como a 5 km al norte.
Bolívar quiso entonces evitar que Canterac huyera y ordenó a su caballería que atacara al
ejército realista, para dar tiempo a que llegara la infantería patriota. Desde los altos de la
quebrada de Chacamarca se lanzaron los escuadrones patriotas al llano, al mando del
general Mariano Necochea.
Estatura que representa la batalla de Junín.
Uniforme para granaderos y cazadores aprobado por las Cortes en 1821, las disposiciones no
siempre podían ser cumplidas a cabalidad en el Perú quedando muchas unidades con uniformes
adoptados de acuerdo a las circunstancias.
Dispuestos a entablar la batalla definitiva, los realistas ocuparon las faldas del cerro
Condorcunca y los patriotas se desplegaron en la Pampa de la Quinua. Los primeros
contaban con 9.310 hombres y los segundos con 5.580.
La Pampa de la Quinua se ubica a 12 km de la ciudad de Huamanga; los indígenas la
denominan Ayacucho. Es un área de suave declive que prolonga las faldas del cerro
Condorcunca (cuello de cóndor), montaña que se destaca en el Ande de esa región.
Descendiendo de las faldas de este cerro de este a oeste y continuando por la pampa, que
tiene una longitud de 1,600 m, se llega al pueblo de artesanos de La Quinua, situado al
término de la pendiente. En la parte más ancha la pampa tiene 600 m y se encuentra
limitada al norte por un barranco, y al sur por una abrupta quebrada. En la época de la
batalla y a mitad de la pampa, existían enormes piedras, producto de avalanchas o lloclla,
que cortaba el campo de norte a sur.
El virrey La Serna formó su ejército de la siguiente manera:
El plan de los realistas, concebido por el general Canterac, consistía en que Valdés
empezara embistiendo contra la izquierda patriota, es decir, contra la Legión Peruana,
para hacerla retroceder y envolverla, pasando seguidamente a atacar por el flanco y la
retaguardia al resto del ejército patriota. Simultáneamente, Villalobos atacaría contra la
derecha patriota, mientras Monet lo haría por el centro, para atrapar al adversario y
liquidarlo en una especie de operación de tenazas.
La batalla se inició a las diez de la mañana. Como consecuencia del plan seguido por los
españoles, la Legión Peruana de La Mar fue la que afrontó el ataque más fuerte de los
realistas, a manos de la división Valdés. La Mar y sus bravos soldados resistieron a pie
firme, pero cuando empezaron a ceder y requerir auxilio, Sucre les envió dos batallones
para sostenerlos. La Legión Peruana pudo entonces contener a Valdés, lo que fue un
hecho crucial para el resultado final de la batalla.
En el otro flanco, el coronel español Joaquín Rubín de Celis, que mandaba el Regimiento
primero del Cuzco, y que debía proteger el emplazamiento de la artillería, que descendía
despiezada y cargada en sus mulas, se adelantó impetuosamente al llano
prematuramente, interpretó defectuosamente órdenes directas del Virrey "se arrojó solo y
del modo más temerario al ataque" donde su unidad fue destrozada y él mismo muerto. Al
mismo tiempo, Sucre ordenó avanzar a Córdova, quien al grito lacónico de «¡Adelante!
¡Armas a discreción! ¡Paso de vencedores!», y convenientemente reforzado por caballería,
inició un contraataque que desorganizó la izquierda realista al mando de Villalobos,
llegando hasta el Condorcunca.
La caballería española descendía al llano pero poder sin formar eran acometidos sable en
mano por la caballería de Miller. Empezó entonces el repliegue de los realistas. Canterac
no consiguió rehacer la línea. La Mar se repuso y, a su vez, avanzó contra Valdés, quien
resistió desesperadamente. El virrey La Serna, que bregó en el campo, resultó herido y
cayó prisionero. Canterac asumió entonces el mando.
La batalla terminó en la cima del Condorcunca a la una de la tarde, con una completa
victoria de los independientes.
La batalla fue sangrienta. Los realistas tuvieron 1800 muertos y 700 heridos, quedando
prisioneros entre 3000 y 2000 combatientes. Los patriotas tuvieron 370 muertos y 609
heridos. La cuarta parte de los combatientes resultaron muertos o heridos, lo que nos da
una idea de la fiereza de la lucha. A Canterac, Valdés y a los altos jefes españoles, no les
quedó otro recurso que aceptar la oferta de honrosa capitulación que La Mar les hizo
llegar. La rebelión de Pedro Antonio Olañeta en la retaguardia hacía que la retirada fuese
impracticable.
En teoría, en Ayacucho combatieron en filas patriotas unos 4.000 colombianos y unos
1500 peruanos (más una escasa fracción de chilenos y rioplatenses). Sin embargo, hay
que tener en cuenta que las bajas en los escuadrones o batallones colombianos eran
cubiertas con los naturales del país, por lo que el número de peruanos debió ser más
elevado.69
La Capitulación de Ayacucho[editar]
Artículo principal: Capitulación de Ayacucho
Luego de firmada la Capitulación de Ayacucho, las fuerzas realistas que ocupaban el sur
del territorio peruano, entre Cuzco, Arequipa y Puno se fueron entregando a las fuerzas
independentistas. El 14 de diciembre de 1824, el general Sucre ingresó al
Cuzco. Francisco de Paula Otero, primero y Lara, después, tomaron Arequipa.
Pero en el Alto Perú se encontraba el general español Pedro Antonio Olañeta, quien no
aceptó ni la Constitución de Cádiz ni la la Capitulación de Ayacucho y anunció su deseo de
seguir batiéndose por el rey absoluto. Sucre abrió entonces campaña en dicho territorio,
cruzando el río Desaguadero con las división de Córdova y la división del Perú del ejército
libertador.71 Depósitos y agrupaciones realistas capitularon en los pueblos unas tras otras
por el camino. La guerra regular en el Alto Perú terminó con el combate de Tumusla,
donde el mismo Olañeta resultó victimado en una balacera desatada por sus propios
soldados.72
El gobierno del Perú (lo mismo que el rioplatense el 9 de mayo de 1825), emitió un decreto
donde pidió la delimitación de la fronteras y también dejó en libertad a Simón Bolívar para
resolver la pertenencia del Alto Perú a la Argentina o el Perú, o la independencia de
Bolivia que fue lo que finalmente ocurrió.7374
Resolución del Congreso constituyente del Perú se deja al juicio del Libertador el establecimiento de
un gobierno provisorio en las provincias indemnización para el caso de que las Altas queden
separadas de las del Perú. Decreto del 23 de febrero de 1825:
artículo 3º: que si verificada la demarcación según el artículo constitucional resultaren las provincias
Altas separadas de esta república el gobierno a quien pertenecieren indemnizará al Perú los costos
causados en emanciparlas.
Plano de la Plaza del Callao que representa la posición y trabajos del Ejército sitiador y el de su
escuadra bloqueadora por fin del sitio que terminó en 23 de enero de 1826.
Bolívar ordenó a Sucre que se ocupara de la negociación de la isla de Chiloé y del Callao
en la capitulación de Ayacucho, pero Canterac se negó rotundamente a incluir Chiloé en la
capitulación, para no sumar más hechos negativos a su derrota en Ayacucho y porque no
le obedecerían. Lo mismo con el Castillo del Callao. Lo único que se acordó con Canterac
fue que el poderoso navío Asía abandonase el Pacífico poniendo rumbo a Manila.75 Así
que los dos únicos bastiones que restaban del Virreinato del Perú quedaron
desconectados y aislados. Mientras la isla de Chiloé resistía al frente de Antonio
Quintanilla, como gobierno militar aislado, otro militar español se negó a acatar los
términos secretos de la capitulación de Ayacucho, que dejaba fuera de la capitulación a los
defensores del Callao, fue José Ramón Rodil quien, al mando de la Fortaleza del Real
Felipe, se mantuvo tercamente leal al rey de España. Como recordaremos, dicha fortaleza
había vuelto a poder realista en febrero de 1824 y había servido de refugio a la población
limeña que huía de la represión patriota, entre ellos el presidente peruano José Bernardo
de Tagle y su familia. Bolívar acentuó el sitio de dicho bastión, cortándole todo género de
suministros, tanto por tierra como por mar. Tras meses de empecinada resistencia, recién
el 23 de enero de 1826, Rodil aceptó capitular, entregando la Fortaleza a las fuerzas
sitiadoras del general colombiano Bartolomé Salom. De 6 mil refugiados limeños, entre
militares y civiles, mujeres y niños, salieron después de la rendición apenas unas
centenas, en su mayoría militares. Fueron los únicos sobrevivientes de una acción
desesperada. De ese grupo, solo 400 eran militares que partieron a tambor batiente
llevando sus banderas, se trata de los regimientos realistas de Arequipa y Real de Lima. El
general Rodil, el último paladín de los realistas en Sudamérica, se embarcó hacia España
en la fragata inglesa Briton. De esta manera tan agónica culminaba el sangriento proceso
independentista de la América española.76
Fin de la guerra y acontecimientos posteriores[editar]
Artículo principal: Guerra de Iquicha (1825-1828)