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La Independencia del Perú fue un capítulo importante en las guerras de

independencia hispanoamericanas. Fue un proceso histórico y social, el cual


corresponde a todo un periodo de fenómenos sociales, levantamientos y conflictos
bélicos que propiciaron la independencia política y el surgimiento de República
Peruana como un estado independiente de la monarquía española, resultado de la
ruptura política y desaparición del Virreinato del Perú por la convergencia de las
corrientes liberadoras y la acción de los ejércitos patriotas.

Los antecedentes más remotos de un afán de independencia se pueden encontrar desde


la misma creación del Virreinato del Perú hasta bien entrado del siglo XVIII. A lo
largo de estas épocas se sucedieron múltiples movimientos y manifestaciones contra
la dominación colonial, algunos de las cuales devinieron en auténticas rebeliones.
Pero la aplicación de las reformas borbónicas incrementó la desazón y la
inconformidad tuvo su estallido en la rebelión de Túpac Amaru II, que no fue la
primera ni la última, pero sí la más importante ocurrida, y que terminó en una
violenta represión por parte de las autoridades virreinales, aunque permaneció
latente el descontento entre la población. Por primera vez las documentos
coloniales usaron el término insurgentes y un movimiento proclamó la abolición de
la esclavitud en el Perú,8 pero se discute si la finalidad de esta rebelión era una
verdadera revolución del orden social colonial o tenía como objetivo la
emancipación.

A principios del siglo XIX se produce la invasión francesa a España, los reyes
españoles Carlos IV y su hijo Fernando VII fueron secuestrados por el emperador
francés Napoleón Bonaparte y abdicaron al trono a su favor, quien cedió la corona a
su hermano, José Bonaparte. Como consecuencia de la ocupación francesa se produjo
el levantamiento de España y se crean juntas autónomas de gobierno en diversos
puntos de la América española que disputaban la hegemonía sin pretender cambiar el
orden colonial. Fue entonces que el virrey Abascal hizo del Ejército Real del Perú,
y del virreinato peruano, la base de la contrarrevolución frente a los
revolucionarios en el Alto Perú, Quito, Chile y el Río de la Plata. Las primeras
rebeliones autónomas peruanas surgieron en 1811 en el contexto de descontento
indígena y colaboración criolla con la revolución rioplatense. La insurgencia
peruana puso en rebelión el interior del país, si bien los múltiples levantamientos
de Tacna, Huánuco, Huamanga, Cuzco, Apurimac y otras no lograron alcanzar la
libertad del país, no obstante se mantuvieron los movimientos insurgentes de
guerrillas y montoneras a la llegada de las corrientes libertadoras.

En 1820, la rebelión de la Grande Expedición de Ultramar hizo desaparecer la


amenaza de invasión del Río de la Plata y Venezuela, y posibilitó la llegada al
Perú de las corrientes libertadoras. La Expedición Libertadora del Perú al mando
del general argentino José de San Martín desembarcó en las costas peruanas
procedente de Chile. Los realistas abandonaron Lima, se fortificaron en el Cuzco y
el general San Martín proclamó la independencia del Estado peruano el 28 de julio
de 1821, y bajo su Protectorado se formó el primer Congreso Constituyente del país.
La Guerra de Maynas consigue liberar el oriente peruano en 1822. Con el
estancamiento del conflicto y la decepcionante Entrevista de Guayaquil con el
Libertador Simón Bolívar, San Martín se ve obligado a retirarse del Perú. La joven
república sostenía una guerra de resultado incierto contra los reductos realistas
en el interior del país, y esta situación propicia la llegada al Perú de la
corriente libertadora del norte y de Simón Bolívar que se pone al frente del
Ejército Unido Libertador del Perú. Finalmente, en 1824, la rebelión del Alto Perú
quiebra el bastión de la sierra, tuvieron lugar las batallas de Junín y Ayacucho
que culminaron con la capitulación del ejército realista y el fin del Virreinato
del Perú.

Consecuente a la independencia del Perú, en abril de 1825, concluye la campaña de


Sucre en el Alto Perú y, en noviembre de ese mismo año, México consigue la
capitulación del castillo español de San Juan de Ulúa en Veracruz. Por último, en
enero de 1826, caen los reductos españoles del Callao y Chiloé. Una década más
tarde, España renuncia en 1836 a todos sus dominios continentales americanos.9

Los resultados de la Independencia fueron muy variados: en lo político se cortó la


dependencia de España, en lo económico se mantuvo la dependencia de Europa, y en lo
social el despojo de tierras a indígenas se acentuó en la era republicana.10 El
empleado doméstico indígena fue tratado de forma inhumana, incluso en las primeras
décadas del siglo XX.11 Esta población consiguió la ciudadanía en el mismo
nacimiento de la república, el 27 de agosto de 1821;1213 sin embargo, aún en pleno
siglo XXI se sigue construyendo una sociedad genuinamente democrática, donde sea
posible la plena garantía y el respeto de los derechos humanos.14

Índice
1 Antecedentes
2 Guerra de Independencia hispanoamericana (1810 - 1830)
3 Primera parte: levantamientos autónomos del Perú
3.1 Tacna y las expediciones rioplatenses al Alto Perú
3.1.1 Primera revuelta de Tacna de 1811
3.1.2 Segunda revuelta de Tacna de 1813
3.2 Rebelión de Huánuco de 1812
3.3 Rebelión del Cuzco de 1814
3.3.1 Expedición al Alto Perú
3.3.2 Expedición a Huamanga
3.3.3 Expedición a Puno y Arequipa
3.4 Rebelión de Aymaraes de 1818
4 Segunda parte: corrientes libertadoras de América
4.1 La corriente libertadora del Sur y el surgimiento de la República Peruana
(1820 - 1823)
4.1.1 Expedición de William Brown al Pacífico
4.1.2 Expediciones de Thomas Cochrane
4.1.3 José de San Martín y la expedición libertadora del Perú
4.1.3.1 Desembarco en Paracas
4.1.3.2 Las conferencias de Miraflores
4.1.3.3 Rebelión de Guayaquil
4.1.3.4 Inicio de la campaña militar del Perú (Campaña de Ica)
4.1.3.5 Primera expedición de Arenales a la sierra
4.1.3.6 Campaña del Norte peruano
4.1.3.7 Segunda expedición de Arenales a la sierra
4.1.3.8 El motín de Aznapuquio
4.1.3.9 Conferencias de Punchauca
4.1.4 La ocupación de Lima por los patriotas
4.1.4.1 Proclamación de la independencia del Perú
4.1.4.2 El Protectorado del Perú
4.1.4.3 Independencia de Maynas
4.1.4.4 Campaña de Canterac sobre el Callao
4.1.4.5 El retiro del almirante Cochrane
4.1.4.6 Conjura de los oficiales patriotas contra San Martín
4.1.4.7 Desastre de La Macacona
4.1.4.8 Campaña auxiliadora de la independencia de Quito
4.1.4.9 Entrevista de Guayaquil
4.1.5 San Martín abandona el Perú (Primer Congreso Constituyente)
4.1.5.1 Gobierno de la Suprema Junta Gubernativa
4.1.5.2 Primera Campaña de Intermedios
4.2 La corriente libertadora del Norte y la consolidación de la independencia
(1823 - 1826)
4.2.1 José de la Riva Agüero y el motín de Balconcillo
4.2.1.1 Disolución de la Junta y elección de Riva Agüero
4.2.1.2 Gobierno de José de la Riva Agüero
4.2.1.3 Segunda Campaña de Intermedios
4.2.1.4 Pugna con el Congreso
4.2.1.5 El labor patriótica de José Olaya
4.2.2 Bolívar es invitado a consolidar la independencia del Perú (Dictadura
Bolivariana)
4.2.2.1 La sublevación del Callao y la ayuda de los Montoneros
4.2.2.2 Campaña y Batalla de Junín
4.2.2.3 El avance patriota hacia el sur
4.2.2.4 El contingente y las armas de ambos ejércitos
4.2.2.5 La marcha hacia los campos de Ayacucho
4.2.2.6 La Batalla de Corpahuaico o Matará
4.2.2.7 Movimientos preliminares
4.2.2.8 Batalla de Ayacucho
4.2.2.9 La Capitulación de Ayacucho
4.3 Últimos focos de resistencia española
4.3.1 Campaña del Alto Perú
4.3.2 El castillo del Callao y la isla de Chiloé
4.3.3 Fin de la guerra y acontecimientos posteriores
5 El pago de la deuda de la independencia
6 Tratado de paz y amistad
7 Véase también
8 Notas
9 Referencias
10 Bibliografía
11 Enlaces externos
Antecedentes
Véase también: Protestas y rebeliones del siglo XVIII
Algunos de los primeros conquistadores españoles que exploraron el Perú hicieron
los primeros intentos de independencia de la corona española. Intentaron liberarse
del Virreinato, que gobernaba en nombre del rey de España. A lo largo del siglo
XVIII, hubo varios levantamientos indígenas contra el dominio virreinal y su trato
por parte de las autoridades coloniales. Algunos de estos levantamientos se
convirtieron en verdaderas rebeliones. Las Reformas Borbónicas acrecentaron el
malestar, y la disidencia tuvo su estallido en la rebelión de Túpac Amaru II que
fue reprimida, pero la causa fundamental del descontento de los indígenas
permaneció latente.

Durante la guerra de la Independencia española (1807-1814) se perdió la autoridad


central en el Imperio español y muchas regiones establecieron juntas autónomas. El
virrey del Perú, José Fernando de Abascal, jugó un papel decisivo en la
organización de ejércitos para reprimir los levantamientos en el Alto Perú y en la
defensa de la región de los ejércitos enviados por las juntas del Río de la Plata.
Después del éxito de los ejércitos realistas, Abascal anexó el Alto Perú al
virreinato, lo que benefició a los comerciantes de Lima ya que el comercio de la
región rica en plata ahora se dirigía al Pacífico. Debido a esto, el Perú se
mantuvo fuertemente realista y participó en las reformas políticas implementadas
por las Cortes de Cádiz. A pesar de la resistencia realista, el virreinato
finalmente sucumbió a los ejércitos independentistas después de las decisivas
campañas continentales de José de San Martín y Simón Bolívar.15

Guerra de Independencia hispanoamericana (1810 - 1830)


Artículos principales: Guerra de independencia hispanoamericana, Era de la
revolución y Retroversión de la soberanía de los pueblos.

Mapa animado de la revolución hispanoamericana (1808-1825):


Territorios bajo control realista.
Territorios bajo control de movimientos independentistas.
Territorios bajo control de la Gran Colombia.
España bajo ocupación francesa.
España dominada por el Trienio Liberal.
Zonas sin un gobierno claro.

Mariano Florentino Olivares - Alegoría de la unión americana, 1895


La emancipación americana forma parte de un periodo mayor, denominado de
Revoluciones Atlánticas, que ocurre entre finales del siglo XVIII y principios del
XIX, y proponían nuevas formas de gobierno liberales o republicanas, donde el rey
es suprimido o relegado a un papel secundario, y engloba hechos tales como la
Independencia de Estados Unidos en 1776, la Revolución francesa de 1789, la
Revolución haitiana de 1791, o la Independencia de Brasil, y que ocurrieron fuera
del mundo hispano.

El principal detonante de la independencia hispanoamericana fue la invasión


napoleónica a España de 1808 y el descabezamiento de la monarquía española,
mediante las Abdicaciones de Bayona. Desde entonces, los patriotas, denominados así
por su identificación con América (Término empleado desde 1820 por el bando
independentista peruano, ya que antes de esa fecha era identificado con los
virreinales del Perú)16 defendieron la libertad e independencia frente a las
autoridades peninsulares. Según la retroversión de la soberanía, los reinos
americanos eran posesiones del rey de España, independientes de otros reinos de
España, si bien todos formaban una misma corona, que ahora había caído de forma
ilegítima en manos de los Bonaparte. Pero el establecimiento de las Cortes de Cádiz
de un imperio unitario de hegemonía peninsular en ambos hemisferios, como el
Estatuto de Bayona, fue un punto de quiebre con las Juntas americanas que pedían el
autogobierno; entonces se las declaró en rebeldía, y propició la aparición de las
primeras declaraciones de independencia y el comienzo del conflicto armado.

Tras la derrota de Napoleón, el Tratado de Valençay reconoció a Fernando VII rey de


España, y como rey efectivo, rechazó la constitución española de 1812 por
considerarla una constitución republicana,17 contraria al Antiguo Régimen. Las
Cortes españolas, lo mismo que las Juntas americanas, defendían los derechos de
Fernando VII pero como un rey subordinado a ellas. El rey veía su soberanía
entregada o compartida. No reconocían a Fernando ningún poder superior, le
consideraban poco más que un funcionario despojado de soberanía. Pero, la
restauración de Fernando VII en la península ibérica tampoco significó la vuelta al
Antiguo Régimen sino a una nueva forma de poder, más radicalizado hacía una tiranía
personal, el Absolutismo. En España, a través de un golpe de estado, el Manifiesto
de los Persas, Fernando declaró estos decretos "nulos y de ningún efecto", se borró
todo rastro de liberalismo, se persiguió y exilió a los liberales españoles,
mientras volvían los afrancesados, bonapartistas favorables al poder establecido.
En América, por el contrario, la resistencia armada de las juntas posibilitó nuevas
declaraciones de independencia a través de sus congreso constituyentes y la
creación de estados republicanos ahora completamente separados del Imperio español.

En este contexto podemos dividir las campañas político-militares de la


independencia peruana en dos grandes periodos:

La primera fase (1811-1818), de los levantamientos autónomos, en la que se


desarrollan una serie de conspiraciones y rebeliones que dan comienzo a la lucha
por la libertad del Perú.
La segunda fase (1820-1824), de las corrientes libertadoras de América, es la fase
que comienza con la llegada de la Expedición Libertadora de José de San Martín
(corriente libertadora del sur) y posteriormente por la de Simón Bolívar (corriente
libertadora del norte), que concluye con las victorias en los campos de Junín y
Ayacucho y en la que se alcanza la derrota de las fuerzas virreinales y la
consolidación de la independencia del Perú.
Primera parte: levantamientos autónomos del Perú
Al producirse la invasión francesa de España, los reyes católicos Carlos IV y su
hijo Fernando VII abdicaron del trono español en favor del emperador francés
Napoleón Bonaparte, quien cedió la corona a su hermano, José Bonaparte. Como
consecuencia de la ocupación francesa se produjo el levantamiento y revolución de
España y, de toda la América española contra los franceses. Pero en diversos puntos
de América se crean juntas autónomas de gobierno que disputan la hegemonía del país
sin pretender cambiar el orden colonial. Se convocan Juntas insurgentes en
Chuquisaca, La Paz y Quito. En este marco el virrey del Perú, José Fernando de
Abascal hizo del Ejército Real del Perú, y del virreinato peruano, la base de la
contrarrevolución frente a los avances revolucionarios en el Alto Perú, Quito,
Chile y el Río de la Plata. Las primeras rebeliones autónomas peruanas se suceden a
partir de estas primeras campañas de los ejércitos convencionales, en un contexto
peruano de descontento social del indígena y de colaboración criolla con la
revolución rioplatense, pero la guerra irregular desarrollada en el Perú no
consiguió alcanzar la libertad del país.

Tacna y las expediciones rioplatenses al Alto Perú


Véase también: Expediciones Auxiliadoras al Alto Perú
Primera revuelta de Tacna de 1811
Artículo principal: Insurrección de Tacna (1811)

Francisco Antonio de Zela, líder de la primera revuelta de Tacna.


Los patriotas peruanos, conocedores del avance de los ejércitos rioplatenses en el
Alto Perú (actual Bolivia), organizaron en Tacna un movimiento libertario contra el
virrey José Fernando de Abascal. El 20 de junio de 1811 (día de la batalla de
Guaqui, en donde las tropas realistas al mando del general José Manuel de Goyeneche
vencieron a los independentistas rioplatenses), los patriotas, dirigidos por
Francisco Antonio de Zela, asaltaron los dos cuarteles militares realistas de
Tacna, proclamando a Zela comandante militar de la plaza, a Rabino Gabino Barrios
como coronel de milicias de infantería y al curaca Toribio Ara como comandante de
la división de caballería. El día 25 de junio se supo en Tacna de la derrota de los
patriotas rioplatenses en Guaqui. Aprovechando el desconcierto provocado por la
noticia, los realistas desmontaron el movimiento y tomaron preso a Francisco
Antonio de Zela, a quien llevaron a Lima donde fue condenado a cadena perpetua en
la cárcel de Chagres, Panamá, donde falleció en 1819, a los 50 años de edad.

Segunda revuelta de Tacna de 1813


Artículo principal: Rebelión de Tacna de 1813
El general argentino Manuel Belgrano reorganizó las tropas rioplatenses derrotadas
en la batalla de Guaqui. El 24 de septiembre de 1812, se enfrentó a las tropas
comandadas por el general Pío Tristán, las venció y detuvo el avance del ejército
realista sobre Tucumán. Más tarde, obtuvo otra victoria en la batalla de Salta, por
lo que Pío Tristán, capituló el 20 de febrero de 1813, con lo cual el Ejército
argentino volvió a emprender otra ofensiva y ocupó nuevamente el Alto Perú. El
general español Joaquín de la Pezuela, que había reemplazado a Goyeneche en La Paz
por disposición del virrey del Perú Abascal, reorganizó el Ejército Real del Perú y
derrotó al argentino Manuel Belgrano en la batalla de Vilcapugio el 1 de octubre de
1813 y seguidamente en la batalla de Ayohúma, el 14 de noviembre de 1813.

El tacneño Juan Francisco Paillardelli fue emisario de Belgrano en las


coordinaciones que el general argentino pretendió establecer en Perú. Junto a Juan
Francisco Paillardelli, su hermano Enrique Paillardelli conspiraba en Tacna y
Julián Peñaranda lo hacía en Tarapacá. Enrique recibió sus instrucciones de
Belgrano en Puno. El plan consistía en concertar el alzamiento de todo el sur del
Perú. Bajo el liderazgo de Enrique Paillardelli, los patriotas tacneños, el 3 de
octubre de 1813, se apoderaron de los cuarteles tacneños y apresaron al gobernador
realista de la provincia.

El intendente de Arequipa, José Gabriel Moscoso, enterado de los acontecimientos,


envió una milicia realista al mando de José García de Santiago. Se produjo el
combate de Camiara, el 13 de octubre, donde fueron derrotados los patriotas de
Paillardelli que se replegaron a Tacna. A los pocos días se supo de la derrota de
Belgrano y los patriotas se volvieron a dispersar. Enrique Paillardelli y unos
cuantos seguidores huyeron hacia el Alto Perú, el 3 de noviembre de 1813, mientras
que Tacna fue retomada por los realistas.

Rebelión de Huánuco de 1812


Artículo principal: Rebelión de Huánuco

Juan José Crespo y Castillo, uno de los líderes de la rebelión de Huánuco de 1812.
La rebelión indígena de Huánuco del 22 de febrero de 1812 se dirigió contra el
régimen colonial. Las tropas del virrey se organizaron en Cerro de Pasco y se
dirigieron a Huánuco, donde se produjo la batalla de Ambo el 5 de marzo de 1812. El
intendente de Tarma José González Prada reconquistó Ambo el 10 de marzo con un
contingente colonial. Los rebeldes abandonaron Ambo y Huánuco; los realistas
entraron a ambas ciudades el 19 de marzo de 1812. González Prada salió de la ciudad
en persecución de los insurrectos, que contaban con 2000 hombres. Los indígenas se
dispersaron y los cabecillas fueron capturados por González Prada, entre ellos, a
Juan José Crespo y Castillo, al curaca Norberto Haro y al alcalde pedáneo de
Huamalíes, José Rodríguez, quienes fueron enjuiciados sumariamente y ejecutados con
la pena del garrote. A otros sublevados se les desterró y muchos fueron puestos en
prisión.

Rebelión del Cuzco de 1814


Artículo principal: Rebelión del Cuzco

Los hermanos Angulo: José, Vicente y Mariano Angulo, líderes de la Rebelión del
Cuzco de 1814.
En 1814, se produjo la Rebelión del Cuzco que abarcó el sur del virreinato del
Perú. La rebelión de 1814 se inició con la confrontación política entre el Cabildo
Constitucional y la Real Audiencia del Cuzco: el primero era percibido como pro
americano y el segundo como pro peninsular. A raíz de este enfrentamiento, fueron
encarcelados los hermanos Angulo a fines de 1813. Para agosto de 1814, los hermanos
Angulo y otros criollos escaparon y tomaron el control de la ciudad del Cuzco. En
esos momentos, ya se habían aliado con el brigadier y cacique de Chincheros, Mateo
Pumacahua. Este último personaje fue uno de los grandes defensores de la monarquía
española durante la rebelión de Túpac Amaru II y comandante de los indígenas
realistas en la batalla de Guaqui; sin embargo, había cambiado su postura
beligerante movido por imposición del virrey Abascal de no garantizar el
cumplimiento de la Constitución de Cádiz de 1812 en el virreinato del Perú.

Mateo Pumacahua, cacique de Chinchero y otro de los líderes de la Rebelión del


Cuzco.
Los hermanos Angulo y Pumacahua organizaron un ejército divido en tres secciones:

Expedición al Alto Perú


La primera de ellas fue enviada al Alto Perú, al mando del iqueño Juan Manuel
Pinelo y del cura argentino Ildefonso Muñecas. Estas fuerzas rodearon La Paz con
500 fusileros y 20 000 indios armados con piedras y hondas, el 14 de septiembre de
1814. El 24 del mismo mes, tomaron la ciudad. Los realistas fueron confinados en
sus cuarteles, pero estos aprovecharon la situación para hacer volar el polvorín;
enfurecidos, los insurgentes paceños les dieron muerte. Para reconquistar La Paz,
marchó desde Oruro un regimiento realista de milicianos cuzqueños, con 1500
fusileros al mando del general español Juan Ramírez Orozco. Se enfrentaron en las
afueras de La Paz, el 1 de noviembre de 1814, y los insurgentes resultaron
derrotados. Pinelo y Muñecas ordenaron replegarse y una parte de la tropa quedó
dispersa en la región en forma de guerrillas.

Expedición a Huamanga
La segunda sección patriota marchó a Huamanga, bajo el mando del argentino Manuel
Hurtado de Mendoza, que tenía por lugartenientes al clérigo José Gabriel Béjar y a
Mariano Angulo y llegaron a la plaza de la ciudad el 20 de septiembre. Días antes
se desarrolló en esa ciudad el levantamiento de cientos de mujeres campesinas el
cuartel de Santa Catalina (actual Centro Artesanal Soshaku Nagase) lideradas por
Ventura Ccalamaqui, en apoyo a la causa. Hurtado de Mendoza ordenó marchar a
Huancayo, ciudad que tomaron pacíficamente. Para enfrentarlos el virrey Abascal
envió desde Lima al regimiento español Talavera, bajo el mando del coronel Vicente
González. Se produjo la batalla de Huanta, el 30 de septiembre de 1814; las
acciones duraron tres días, luego de los cuales los patriotas abandonaron Huamanga.
Se reorganizaron en Andahuaylas y volvieron a enfrentarse a los realistas el 27 de
enero de 1815, en Matará, donde fueron nuevamente derrotados. Los patriotas
volvieron a reorganizarse gracias a las guerrillas formadas en la provincia de
Cangallo. Entre tanto, el argentino Hurtado de Mendoza conformó una fuerza con 800
fusileros, 18 cañones, 2 culebrinas (fundidas y fabricadas en Abancay) y 500
indios. Estas fuerzas estuvieron bajo el mando de José Manuel Romano, apodado
“Pucatoro” (toro rojo). Debido a la traición de José Manuel Romano sobre Hurtado de
Mendoza, a quien dio muerte y rindió a los realistas, los patriotas se dispersaron
y los cabecillas de la revuelta fueron capturados. Las traiciones fueron un hecho
común en las rebeliones independentistas de toda América. Las biografías de los
actores sociales muestran que los cambios de bandos no eran extraños. En el caso de
los líderes locales, sus filiaciones políticas estaban vinculadas a los conflictos
locales que se expresaban en una mayor dimensión. Los hermanos Angulo, Béjar, Paz,
González y otros sublevados fueron capturados, llevados al Cuzco y ejecutados
públicamente el 29 de marzo de 1815. La Corona tenía la política del escarmiento
público como un mecanismo para intimidar a la población y evitar futuros
alzamientos.

Expedición a Puno y Arequipa


El tercer agrupamiento patriota hizo su campaña en Arequipa y Puno, al mando del
antiguo brigadier realista Mateo Pumacahua, y contaba con 500 fusileros, un
regimiento de caballería y 5000 indios. Pumacahua, como curaca de Chinchero, tenía
un gran dominio y liderazgo entre la población indígena. Al Cuzco fueron enviados
los hermanos José y Vicente Angulo, con algún resguardo de indios y negros leales.
El control del Cuzco era fundamental por motivos ideológicos y de logística. Por
múltiples motivos, Cuzco tenía una fuerte influencia sobre el Alto Perú; y, a su
vez, el Alto Perú mantenía un vínculo colonial administrativo con la ciudad de
Buenos Aires, uno de los grandes centros revolucionarios de los años 1810 en
Sudamérica.

Mateo Pumacahua, se enfrentó exitosamente a los realistas en la Batalla de la


Apacheta, el 9 de noviembre de 1814. Tomó prisioneros al intendente de Arequipa
José Gabriel Moscoso y al mariscal realista Francisco Picoaga, su antiguo compañero
de armas de la batalla de Guaqui. Los patriotas ingresaron a Arequipa. Por presión
de las tropas patriotas, el cabildo de Arequipa reconoció a la Junta Gubernativa
del Cuzco, el 24 de noviembre de 1814. Pero la reacción realista no se hizo
esperar. Pumacahua, enterado de la aproximación de tropas realistas, abandonó
Arequipa. El cabildo abierto de Arequipa se volvió a reunir y se apresuró a acordar
lealtad al rey, el 30 de noviembre de ese año. Tales cambios de “lealtad” en los
dirigentes locales fueron normales durante toda la guerra, pues se escogía al
sector que era dueño de la plaza fuerte, como una forma de garantizar la seguridad
personal, familiar y de los bienes, no necesariamente por una inclinación
ideológica ni menos una predisposición para la lucha a favor de cualquier bando.

Las tropas realistas, al mando del general Juan Ramírez Orozco, ingresaron a
Arequipa el 9 de diciembre de 1814. Luego de reponer fuerzas y de reforzar su
milicia, el general Ramírez salió de Arequipa en busca de los patriotas en febrero
de 1815. Dejó como gobernador al general Pío Tristán. Ambos ejércitos, el realista
y el patriota, se desplazaron cautelosos por diversos parajes de los Andes,
buscando un lugar propicio para el enfrentamiento. El 10 de marzo de 1815, se
encontraron cerca de Puno, en la batalla de Umachiri, saliendo vencedores los
realistas. El triunfo realista se debió al correcto equipamiento y mayor disciplina
de sus tropas. Hubo más de un millar de muertos en el curso de la batalla. Entre
los patriotas capturados estuvo el célebre poeta Mariano Melgar, quien fue fusilado
en el mismo campo de batalla. Pumacahua fue apresado en Sicuani, donde fue
sentenciado a morir decapitado, pena que se cumplió el 17 de marzo.

Rebelión de Aymaraes de 1818


Artículo principal: Rebelión de Aymaraes (1818)
La rebelión de Aymaraes es el levantamiento contra el domino colonial español
ocurrido en el partido de Aymaraes, de la intendencia del Cuzco, y actualmente en
el Departamento de Apurímac, ocurrida en la segunda mitad del año 1818.
Inicialmente se trató de una revuelta indígena de protesta social que terminó
convertida por los dirigentes mestizos que tomaron el control en un movimiento que
proclama la independencia. La rebelión fue derrotada por las tropas realistas pero
sus montoneras y guerrillas siguieron combatiendo hasta el arribo de la Expedición
Libertadora de José de San Martín.

Segunda parte: corrientes libertadoras de América

Rafael del Riego conduciendo a las tropas expedicionarias sublevadas en el año 1820
y con ello desapareció la amenaza de invasión española del Río de la Plata y
Venezuela. Esto posibilitó la convergencia de las corrientes libertadoras al Perú.
La segunda fase de la independencia (1820-1824) o de las corrientes libertadoras de
América, ahora identificada con la Patria, y sus partidarios, los Patriotas, con la
Soberanía, pero no como referencias al territorio nacional del Perú. Comienza con
la llegada de la Expedición Libertadora de José de San Martín (corriente
libertadora del sur) y concluye, por el arribo al Perú del Libertador Simón Bolívar
(corriente libertadora del norte), periodo en el que se consigue la derrota
definitiva de las fuerzas virreinales.

Previamente el monarca Fernando VII tenía reunido en Andalucía el mayor ejército de


Ultramar, la Grande Expedición, destinado a sofocar definitivamente la sublevación
de las provincias de América. Pero el levantamiento y rebelión de Rafael Riego en
Andalucía el año 1820, desintegró y dispersó las tropas expedicionarias reunidas,
con ello desapareció la amenaza de invasión española del Río de la Plata y
Venezuela y en consecuencia se desmorona la resistencia realista en dichas
regiones. Esto posibilitó la convergencia de las corrientes libertadoras al Perú,
que junto a otros focos de resistencia, son los últimos bastiones de la monarquía.
Por fin, José de San Martín invade el Perú desde Chile. El Trienio Liberal sin
embargo renuncia a mandar expediciones militares contra la independencia de
América, en cambio, obliga a entablar unas conversaciones de paz en Miraflores y
Punchauca que fracasan. La reacción absolutista española se ayuda del ejército
francés en 1823 para restaurar a Fernando VII en el trono. Pero en el Perú, en
plena intervención de Simón Bolívar, esto provoca una guerra doméstica, que termina
por desarticular y dividir las tropas realistas, que así, finalmente, serán
derrotadas en las campañas de Junín y Ayacucho.

La corriente libertadora del Sur y el surgimiento de la República Peruana (1820 -


1823)
Expedición de William Brown al Pacífico
Artículo principal: Expedición corsaria de Brown al Pacífico
Guillermo Brown, de origen irlandés, inició su carrera en la marina estadounidense
y llegó a ser jefe de las fuerzas navales de las provincias del Río de la Plata. En
el año 1815 formó una expedición en Buenos Aires compuesta por 4 barcos que sumaban
150 cañones con una tripulación de 500 hombres. Brown regresó a Buenos Aires en
1818 con gran parte de su flota perdida en la navegación o apresada por la marina
inglesa, después de cerrar la costa de Chile y de incursionar en los puertos del
Callao y Guayaquil.

Expediciones de Thomas Cochrane


Artículo principal: Campaña de Thomas Cochrane

Captura de la fragata española Esmeralda en el puerto del Callao.


El marino escocés Thomas Cochrane llegó a Chile el 28 de noviembre de 1818 para
tomar el mando de la marina chilena, contratado por un agente del gobierno de ese
país. A comienzos de 1819 el gobierno chileno empezó a hacer preparativos para
hacer incursiones en las costas del Perú con su flota naval al mando de Cochrane,
como medida que sirviera de antesala para la futura expedición libertadora. El
objetivo de esto era para obtener información, difundir la propaganda patriota para
aunar a los locales a esa causa, combatir a las fuerzas marítimas españolas
apostadas en el Callao, bloquear sus puertos y capturar o destruir cualquier
embarcación en la que estuviera comprometido algún interés español.18 Para estas
operaciones Cochrane se valió de diversas tácticas alternativas y novedosas como el
uso de brulotes, cohetes incendiarios, la quinta columna, desembarcos sorpresivos
de pequeñas unidades, entre otros.

En enero de ese año, Cochrane hizo una primera expedición a las costas peruanas,
bombardeando y bloqueando el puerto del Callao, arrebatando varios buques a los
españoles y encerrando el resto en ese puerto. También pasó por Huacho, Huaura,
Supe (cuyo cabildo se declaró por la independencia), Huarmey y Paita, para tomar
provisiones y buscar la adhesión de sus pobladores a la causa patriota. Cochrane
regresó a Valparaíso en junio.

Se embarcó en una segunda expedición en septiembre del mismo año, en que volvió a
bloquear el Callao, y continuó sobre otros puntos, destacando entre ellos Pisco y
Guayaquil. De regreso a las costas de Chile se dirigió al sur con el objeto de
atacar los enclaves españoles de Valdivia y Chiloé, logrando conquistar el primero.
En esta acción se destacó el subteniente peruano Francisco de Vidal, que se había
unido a Cochrane durante sus expediciones a las costas peruanas, y que sería
llamado como el “primer soldado del Perú”.19 Por último, Cochrane procedió a atacar
Chiloé pero fracasó, siendo derrotado por Antonio de Quintanilla. Luego de estas
acciones, Cochrane fondeó en Valparaíso a mediados de febrero de 1820 para formar
parte de la Expedición Libertadora del Perú como jefe de la escuadra del gobierno
de Chile, que transportaría y apoyaría al ejército al mando del general José de San
Martín.20

José de San Martín y la expedición libertadora del Perú


Artículo principal: Expedición Libertadora del Perú

Retrato en óleo del general rioplatense José de San Martín.


La pacificación interior del virreinato peruano permitió al virrey del Perú la
organización de dos expediciones contra los patriotas de Chile formado por
regimientos realistas de Arequipa y Lima y batallones expedicionarios europeos. En
1814 la primera expedición permitió la reconquista de Chile en la Batalla de
Rancagua. En 1817 tras el triunfo de las armas patriotas en la Batalla de
Chacabuco, otra vez se recurrió al Ejército Real del Perú para salvar la monarquía,
y una segunda expedición parte en 1818, obtuvo una victoria en la Batalla de Cancha
Rayada, pero finalmente fue destruida por José de San Martín en la batalla de
Maipú.

Para llevar adelante la independencia del Perú, se firmó el 5 de febrero de 1819 un


tratado entre Argentina y Chile.21 El general José de San Martín creía que la
independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata no estaría totalmente
segura mientras el Perú fuera un importante bastión de las fuerzas realistas.22 Se
organizó una fuerza militar anfibia que en un principio sería financiada
conjuntamente por los gobiernos de Argentina y de Chile, pero debido a la situación
de anarquía en las provincias rioplatenses, el gobierno de Buenos Aires se
desentendió de los presupuestos, siendo la casi totalidad de los costos asumidos
por el gobierno de Chile dirigido por Bernardo O'Higgins. Se determinó que el mando
del ejército fuera para José de San Martín y de la escuadra para el almirante
Thomas Alexander Cochrane.

El operativo inicial del general San Martín estaba demostrando en la práctica que
el plan para liberar al Perú, bastión del colonialismo, estaba bien concebido. Tras
rebelión del Trienio Liberal y la desarticulación de la Grande Expedición de
Ultramar, sin la llegada de estos ingentes refuerzos, los españoles no tenían una
escuadra bien equipada, por lo que la expedición de Cochrane frente a la costa
peruana mostró eficiencia y causó temor a los realistas. San Martín preparó así con
mayor seguridad su expedición al Perú. Para atraer a la aristocracia peruana, sobre
todo la limeña y la trujillana, San Martín les ofreció establecer un reino
independiente en el Perú, cuyo trono sería ocupado por un miembro de la casa real
española u otra europea, sin cambiar las estructuras sociales, incluso manteniendo
al mismo ejército realista. Dicha opinión no la cambiaría nunca, porque estaba
convencido de su aplicabilidad, ya que todos los países europeos se regían por
monarquías normalmente en ese entonces.

Desembarco en Paracas
Artículo principal: Desembarco de San Martín
El 21 de agosto de 1820, se embarcó el Ejército Libertador del Perú, conformado por
una fuerza combinada de chilenos y rioplatenses, que sumaban 4118 efectivos. Salió
de Valparaíso con ocho buques de guerra con 247 cañones y víveres para seis meses,
tripulados por 1600 marineros y soldados, y 16 transportes con más de siete mil
toneladas y once lanchas cañoneras. El 7 de septiembre el Ejército Libertador
inició el desembarco en Paracas. Ocupó Pisco el 8 de septiembre. Tomado el puerto
de Pisco, San Martín dirigió una proclama para que sus tropas no cayeran en abusos,
con líneas principistas, como las siguientes:

“La ferocidad y la violencia son que no conocen los soldados de la libertad; y si


contra todas mis esperanzas, alguno de los nuestros olvidase sus deberes, declaro
desde ahora que será inexorablemente castigado conforme a los artículos siguientes:

1º Todo el que robe o tome por violencia de dos reales por arriba, será pasado por
las armas, previo proceso verbal que está observado en el ejército.
2º Todo el que derrame una gota de sangre fuera del campo de batalla, será
castigado con la pena del Talión.
3º Todo insulto contra los habitantes del país, sean europeos o americanos, será
castigado hasta con la pena de la vida, según la gravedad de las circunstancias.
4º Todo exceso que ataque la moral pública o las costumbres del país, será
castigado en los mismos términos que previene el artículo anterior”.
Posteriormente, un destacamento del ejército libertador, tomó posesión de la ciudad
de Chincha, al norte del puerto de Pisco.23

Las conferencias de Miraflores


Artículo principal: Conferencias de Miraflores

Joaquín de la Pezuela, virrey del Perú (1816-1821).


Al momento del desembarco de la Expedición Libertadora, el virrey Joaquín de la
Pezuela, se hallaba en preparativos para jurar la Constitución liberal de 1812,
cumpliendo así la orden del rey Fernando VII (que a la vez se había visto obligado
a jurar y cumplir dicha Constitución por obra de los liberales españoles que
instauraron el llamado Trienio liberal en España). La noticia del desembarco de San
Martín llegó a Lima el 11 de septiembre de 1820, pero pese a ello, se realizó la
ceremonia de la juramentación el día 15 de septiembre. Pezuela creyó que el cambio
político en la península ibérica podría ayudar de algún modo a lograr un acuerdo
con San Martín y los patriotas.
Pezuela envió una carta a San Martín ofreciéndole entrar en negociaciones, el 14 de
septiembre de 1820. Al día siguiente, San Martín aceptó negociar. A partir del 25
de septiembre, los comisionados de ambos bandos iniciaron las tratativas en
Miraflores, al sur de Lima. Los delegados de San Martín eran: su ayudante de campo
coronel Tomás Guido y su Secretario de gobierno Juan García del Río. Los
representantes del Virrey eran: el Conde de Villar de Fuentes, el teniente de navío
Dionisio Capaz e Hipólito Unanue. Se iniciaron así los intentos diplomáticos para
dar término al conflicto por la independencia hispanoamericana, que
territorialmente involucraba a una inmensa parte del continente sudamericano (Perú,
Chile y Provincias Unidas del Río de la Plata).

El día 26 de septiembre, a las cinco de la tarde y como paso y medida previa


indispensable para el mejor y mayor resultado de cualquier negociación, se firmó un
armisticio. Las principales cláusulas del armisticio, eran las siguientes:

El ejército patriota permanecerá en el valle de Pisco y el realista en el de


Cañete. Si no llegara a un acuerdo, las hostilidades no podrán renovarse hasta
después de 24 horas de la notificación; las presas hechas por ambas partes en el
plazo de los ocho días del armisticio, deberán ser devueltas, las propiedades
tomadas por el ejército libertador, serán conservadas y respetadas íntegramente
hasta el resultado de las negociaciones. Tanto el General San Martín como Pezuela,
pondrán al tanto de esto, a sus fuerzas.

Pezuela ratificó el armisticio a las ocho de la noche. Luego, se dio inicio a las
Conferencias.

No se logró ningún acuerdo porque los puntos de ambas partes eran inconciliables.
Por el lado español se intentó que los patriotas reconocieran la autoridad del Rey
de España bajo el amparo de la Constitución liberal de 1812 que acababa de jurar.
San Martín, por su parte, exigió el reconocimiento incondicional de la
independencia de América.

Lo más interesante de estas Conferencias, fue lo que propuso muy reservadamente San
Martín, por intermedio de sus delegados, acerca de la instalación de una Monarquía
Constitucional en el Perú independiente, con un príncipe español a su cabeza. El
Virrey eludió dar una respuesta, pues era un tema que solo competía decidir a la
corte de Madrid.

Y así finalizaron las conferencias de Miraflores. No se ha precisado el local en


que se llevaron a cabo. Según el padre Vargas, debió ser la casa hacienda de
Surquillo, hoy junto al teatro Marsano, más o menos, en el parque Miranda.

El resultado de estas negociaciones lo leemos del oficio que San Martín dirigió a
Pezuela el 4 de octubre de 1820:

“Son las 6 de la tarde y esta mañana llegaron mis diputados por cuyo conducto quedo
instruido de las proposiciones a que se han extendido los de V.E. Nunca esperé
después de las protestas pacíficas en que abundaban las comunicaciones de V.E. que
el resultado de las aperturas fuese tan diametralmente opuesto a mis más sinceros
deseos, suficientemente manifestados por mis diputados. Pero ya que ha sido
imposible conciliar las ideas de V.E. con las intenciones de América en general,
con las del gobierno de Chile y las de las Provincias Unidas y con el honor del
ejército que mando, me es sensible verme en la necesidad de librar al éxito de mis
armas, el destino de los pueblos, cuya independencia he venido a proteger”.

El por qué de esta falta de conciliación, la encontramos en el manifiesto que San


Martín hace al pueblo peruano, sobre el resultado de las negociaciones el 13 de
octubre de 1820:
“Las proposiciones del Virrey de Lima, han sido o totalmente inadmisibles o
desnudas de una verdadera garantía”.

Rebelión de Guayaquil
Véase también: Independencia de Guayaquil
El día 10 de octubre de 1820, el Cabildo abierto de Guayaquil proclamó su
independencia, declarándose integrante del Perú. Guayaquil fue liberada del dominio
español gracias a la sublevación de la guarnición de la ciudad formada por el
regimiento llamado de "Granaderos de Reserva" integrado por realistas peruanos
originarios del Cuzco y que estaban al mando de su jefe el Teniente Coronel
Gregorio Escobedo. El territorio más tarde se declara Provincia Libre de Guayaquil
y tras la ocupación por el ejército de la Gran Colombia y la entrevista de
Guayaquil pasa a formar parte de dicho país.

Inicio de la campaña militar del Perú (Campaña de Ica)

Placa referente a la independencia de Huamanga, hecha por las referencias del


opúsculo de Jervasio Álvarez y Montaño del año de 1847.

Bandera del regimiento independiente de Tacna formado por Guillermo Miller.


Las acciones militares de la Expedición Libertadora del Sur, comenzaron el día 4 de
octubre, día límite del armisticio pactado en las Conferencias de Miraflores. Ese
día el general San Martín, envió 1.242 soldados al mando del general Juan Antonio
Álvarez de Arenales, a la sierra central del Perú para propiciar la independencia y
para ganar adeptos entre sus habitantes.

Arenales se dirigió primero a la ciudad de Ica. Esta ciudad estaba guarnecida por
800 soldados realistas al mando del coronel Químper. En la madrugada del 6 de
octubre, cuando estaba cerca de la ciudad de Ica, Arenales recibió a dos compañías
del ejército de Químper que deseaban pasarse al lado patriota. También se enteró
que Químper se había fugado con el resto de su ejército, hacia el oriente.

El 15 de octubre de 1820 un agrupamiento de soldados patriotas comandados por el


teniente coronel Rojas, que había sido comisionado para perseguir a Químper, llegó
a Nazca con 80 jinetes y 80 infantes. Esta unidad sorprendió a Químper en la
hacienda San Juan, al sur de Nasca. La contienda fue corta pero encarnizada.
Químper aprovechó la confusión para escapar pero se produjo el desbande total de
las tropas realistas. En la batalla de San Juan, hubo 40 muertos realistas, buen
número de heridos y 36 prisioneros.

El 16 de octubre de 1820, el patriota teniente Suárez, encomendado por el teniente


coronel Rojas, se apoderó de un convoy realista en Acarí (en la actual región de
Arequipa); este convoy llevaba armas, municiones, ropas y alimentos. Finalmente
Suárez se reunió con Rojas y ambos regresaron a Ica el 19 de octubre, habiendo
limpiado el camino para que continuara la expedición de Arenales. El 21 de octubre
de 1820, se juró la independencia en Ica.24

Primera expedición de Arenales a la sierra


Véase también: Primera campaña de Arenales a la sierra del Perú

Juan Antonio Álvarez de Arenales, militar rioplatense de origen español que


participó en las guerras de la independencia de Argentina, Chile y Perú.
Arenales siguió camino a la sierra. El día 31 de octubre entró en Huamanga y el 20
de noviembre lo hizo en Huancayo. Luego llegó a Jauja, desde donde envió una
avanzada a Tarma, al mando del coronel Rojas. Este entró en Tarma el 23 de
noviembre, produciéndose el desbande realista. En Tarma se juró la independencia el
día 29 de noviembre.
Arenales continuó camino a Cerro de Pasco, que era su objetivo. El 6 de diciembre
de 1820 se enfrentó a las tropas realistas, comandadas por el general O´Reilly, que
contaba con 1300 efectivos. La batalla de Cerro de Pasco fue una total victoria
patriota. La división realista de O´Reilly tuvo 58 muertos y 18 heridos durante la
batalla. «La acción se resolvió a favor de los patriotas, y en la persecución que
éstos emprendieron, seguidamente, capturaron 380 prisioneros, la bandera del
“Victoria”, los estandartes de caballería, el armamento y cuanto tuvieron que
perder», según la expresión empleada por Arenales en el parte que elevó al general
San Martín. Los prisioneros aumentaron en los días subsiguientes, obteniéndose la
captura del mismo general O´Reilly, que poco después, fue remitido a Huaura como
prisionero de calidad. Una vez que los patriotas se apoderaron de Cerro de Pasco,
tuvieron expeditas sus comunicaciones con el Cuartel General del Ejército
Libertador en Huaura.25

Campaña del Norte peruano


Artículos principales: Tercer bloqueo del Callao e Independencia de Trujillo.

La escuadra chilena del almirante Thomas Cochrane bloqueando por tercera vez el
puerto del Callao.

El Batallón Numancia recibe la Bandera del Ejército Libertador al momento de pasar


el puente de Huaura.

Placa en el Monumento a la Libertad recordando la proclamación de la Independencia


de Trujillo por el Marqués de Torre Tagle.
El 30 de octubre de 1820, San Martín arribó a Ancón, y en acción concertada, el 5
de noviembre de ese mismo año, en una incursión sorpresiva del almirante Cochrane
al Callao, se capturó a la fragata “Esmeralda”, con lo que se dio el golpe de
gracia a la escuadra española.

El 10 de noviembre, San Martín ingresó a Huacho (a 170 km al norte de Lima), donde


desembarcó. Al frente de su ejército, San Martín avanzó hasta el poblado vecino de
Huaura, donde estableció su cuartel general.26 Fue en Huaura donde por primera vez
San Martín proclamó la independencia del Perú, en noviembre de 1820, desde un
balcón que hasta hoy se conserva como joya histórica.27

El 2 de diciembre, el batallón realista Numancia se rindió y adhirió a las fuerzas


de Arenales, quien retornaba de su campaña a la sierra central para reencontrarse
con San Martín en el norte chico. El 27 de diciembre de 1820, se proclamó la
independencia en Lambayeque. El 29 de diciembre de 1820, Trujillo, convocado a
Cabildo Abierto por su intendente José Bernardo de Tagle, Marqués de Torre Tagle,
juró la independencia. El 6 de enero de 1821, Piura juró la independencia. En el
mismo mes, también declararon la independencia Cajamarca, Chachapoyas, Jaén y
Maynas.28

Mientras tanto, la semilla sembrada por la expedición en la sierra central empezó a


dar inmediatos frutos y se formaron las montoneras. Dichos grupos guerrilleros
indios, liderados por patriotas criollos o indígenas, comenzaron a asediar a los
realistas, sin dejarlos en paz. El alzamiento popular fue incontenible. Dándose
cuenta de ello, San Martín ordenó al general Arenales otra expedición a la sierra
central.

Segunda expedición de Arenales a la sierra


Véase también: Segunda campaña de Arenales a la sierra del Perú
Saliendo de Huacho y hacia el norte, Arenales emprendió otra campaña a la sierra
central del Perú. Cuando estaba por diezmar al ejército de Carratalá, ya muy
debilitado por la acción de las montoneras, y pisándole los talones, recibió
Arenales a un emisario del general San Martín con órdenes de cesar el
hostigamiento, por cuanto se había abierto negociaciones con el comisionado regio
venido de España, capitán de fragata Manuel Abreu, con el objetivo de finalizar la
guerra.

El motín de Aznapuquio
Artículo principal: Pronunciamiento de Aznapuquio
En diciembre de 1820, Pezuela se decidió a tomar la ofensiva contra San Martín.
Nombró a José de La Serna comandante en jefe del ejército realista. Pero entre
ambos había una antigua enemistad, que se había acrecentado por su divergencia en
la estrategia empleada en la guerra contra los patriotas. Esta divergencia
repercutió entre los oficiales realistas, y fue astutamente azuzada por los
patriotas, hasta que el 29 de enero de 1821, los oficiales del ejército realista
acantonado en Aznapuquio (entre los que estaban José de Canterac, Antonio Seoane,
Andrés García Camba, José Ramón Rodil y Jerónimo Valdés) presentaron al virrey un
petitorio firmado por todos ellos, solicitándole que renunciara al mando en el
término de cuatro horas, y que abandonara el país. Ante la imposibilidad de
resistir, Pezuela aceptó las exigencias de los sublevados, y La Serna fue nombrado
virrey en su reemplazo, nombramiento que recibió la aprobación del ejército, y que
fue más tarde ratificado por el rey.293031

Campaña de Miller a los puertos intermedios

Artículo principal: Campaña de Miller a los puertos intermedios


Por iniciativa del almirante Cochrane, el general San Martín autorizó una
expedición al sur del Perú en marzo de 1821, esta fuerza se componía de 500
infantes del batallón N.º 4 de Chile y 100 jinetes al mando del comandante
Guillermo Miller, la expedición partió de Huacho y desembarcó en Paracas el 21 del
mismo mes. Avanzando por tierra Miller ocupó Chincha donde cuatro días después
sostuvo una escaramuza con las avanzadas realistas. En este lugar pudo aumentar sus
fuerzas con esclavos negros huidos de las haciendas de sus amos, los cuales le
sirvieron para cubrir las bajas que la peste había causado en sus filas. Para
evitar mayores bajas por enfermedad se reembarcó para Arica, puerto en que no se
decidió a desembarcar por estar bien defendido con una guarnición y piezas de
artillería. Miller ordenó entonces el desembarco en Sama al norte de Arica, de
donde avanzó y ocupó la ciudad de Tacna y luego Arica que fue evacuada por los
realistas. En Tacna, Miller formó un contingente peruano al cual entregó una
bandera azul con un sol al medio como distintivo, algunos autores consideran a este
enseña como el primer emblema del Perú.

Mientras tanto los realistas habían despachado un contingente en Arequipa al mando


del coronel José Santos de la Hera siendo derrotado por Miller el 22 de mayo en el
combate de Mirave, quien el 24 de ese mes logró capturar Moquegua y el día 26
dispersó completamente a las fuerzas de La Hera en el combate de la Calera. Tras el
armisticio Punchauca del 2 de junio, entre el virrey de la Serna y San Martín, que
regía hasta el 30 de junio de 1821, La Hera capturó Moquegua y reanudó operaciones
el 15 de junio, entrando en Tacna el 20 de junio y en Arica el 22, en donde se
embarcaron las tropas de Miller poniendo fin a la expedición.32

Conferencias de Punchauca
Artículo principal: Conferencias de Punchauca

Óleo de Juan Lepiani que representa la entrevista de Punchauca, entre el virrey del
Perú José de la Serna y el Libertador José de San Martín.
En abril de 1821, el virrey de La Serna, mal de su grado, pero obligado por las
instrucciones traídas desde España por el comisionado Abreu, en el sentido de
llegar a un acuerdo pacífico con los patriotas, invitó oficialmente a San Martín a
entrar en negociaciones, lo que el general argentino aceptó. Como sede de estas
reuniones se designó la casa hacienda Punchauca, situada a 25 km al norte de Lima,
en la jurisdicción de Carabayllo.
En la primera fase de estas conferencias, se reunieron los delegados de San Martín:
Tomás Guido, Juan García del Río y José Ignacio de la Roza; y los delegados del
virrey: Manuel de Llano y Nájara, José María Galdeano y Mendoza y Manuel Abreu (4
de mayo de 1821). Los delegados patriotas fueron instruidos para que se abstuviesen
de llegar a algún acuerdo en tanto que no fuese reconocida la independencia de las
Provincias Unidas del Río de la Plata, Chile y Perú. Como ya había ocurrido en las
anteriores conferencias de Miraflores, los españoles se mantuvieron inflexibles en
no reconocer la independencia, lo que hacía que ambas partes se enquistaran en
posiciones insalvables. Se decidió solo un armisticio de 20 días y se programó una
entrevista personal entre los jefes adversarios, es decir entre de La Serna y San
Martín.

La entrevista entre de La Serna y San Martín se realizó el 2 de junio. Acompañaban


al virrey, el general José de la Mar y los brigadieres José de Canterac y Juan
Antonio Monet. Por su parte, San Martín estaba acompañado por el general Gregorio
de las Heras, Mariano Necochea y Diego Paroissien.

Según testimonio del comisionado Abreu, el plan que San Martín expuso al virrey
consistía esencialmente en lo siguiente: que se instalaría una regencia, de la que
de La Serna sería Presidente y que estaría, además, integrada por un vocal nombrado
por el virrey, y otro nombrado por San Martín. Los dos ejércitos beligerantes
deberían unificarse y se declararía la independencia. Luego, San Martín en persona
viajaría a Madrid para solicitar de las Cortes que escogieran a un infante de
España, un príncipe Borbón, que debía ser proclamado Rey del Perú. En un primer
momento, a de La Serna no le pareció inaceptable este plan y consideró incluso la
voluntad de San Martín de ir a España como un gesto de buena voluntad. Al parecer,
esa también fue la primera impresión de sus oficiales, que departieron con los
delegados patriotas en medio de brindis y chanzas. El virrey pidió dos días para
consultar a todos sus oficiales y, según parece, se impuso entonces el criterio de
sus dos oficiales más importantes, Canterac y Valdés, que vieron en el plan de San
Martín solo un pérfido ardid para ganar tiempo. De la Serna se abstuvo de dar una
respuesta a San Martín, aduciendo que no tenía instrucciones para decidir en
asuntos tan trascendentes.

No obstante, las conversaciones continuaron, nuevamente entre delegados. El clima


insalubre del valle de Chillón obligó a que la sede de las conferencias se
trasladara nuevamente al pueblo de Miraflores, al sur de Lima. Allí, el 8 de junio,
los diputados del Virrey de La Serna, Manuel del Llano, José María Galdiano, Manuel
Abreu, con su secretario Francisco Moar y los diputados de San Martín, Tomás Guido,
Juan García del Río, José Ignacio de La Rosa, con el secretario Fernando López
Aldana, reiniciaron las conferencias. No se logró ningún resultado. Desde el 20 de
junio, las reuniones continuaron a bordo del buque neutral Cleopatra, igualmente
sin resultado en lo que respecta a los puntos centrales. Lo único rescatable que se
acordó en todas estas reuniones fue prorrogar el armisticio hasta el 30 de junio,
así como un canje de prisioneros.33

Tras las conferencias de Punchauca el virrey José de la Serna observó que


mantenerse en Lima le era totalmente desfavorable desde todo punto de vista, por lo
que tomó la decisión de retirarse de la ciudad capital del virreinato con sus
tropas, acción que ejecuta el 6 de julio de 1821. Empero, dejó un destacamento al
mando del general José de La Mar, para que custodiara la Fortaleza del Real Felipe,
en el Callao.

La ocupación de Lima por los patriotas


Véase también: Primer sitio del Callao
Ante la cercanía del Ejército Libertador, dice Pedro Escribano:

«Lima se convirtió en una fuente inagotable de rumores tremebundos. Las puertas de


tiendas, pulperías y negocios fueron cerradas ante el temor de un inminente saqueo.
Los limeños, corrían por las calles, en tumulto, desconcertados. Muchos buscaron
refugio al conocer la noticia. La insurgencia emancipadora, no era un movimiento
con muchos adeptos en la capital del virreinato. El pánico, por ello, fue
generalizado. Miles de familias se dejaron arrastrar por una ola de histeria y
desesperación. El rumor de la Independencia, fue asumido, y no por pocos, como si
se tratara de la inminencia de un cataclismo. Circulaba el rumor que el Ejército
Libertador, era extremadamente violento y sanguinario, que estaba compuesto por
hordas de indios, negros y resentidos sociales, que su sed de venganza contra los
sectores pudientes que residían en Lima desataría una matanza nunca vista. Todos
vivían la sensación de estar en la víspera del fin del mundo».

El ejército realista al mando del general José Canterac, ya había dejado Lima,
rumbo a la sierra, el 25 de junio de 1821. En su persecución fue enviado Arenales.
Este destacamento patriota ya estaba a punto de enfrentarse a las fuerzas de
Canterac, pero desistió por órdenes de San Martín. Indudablemente, el general
argentino no deseaba un enfrentamiento frontal con los españoles.

El 5 de junio de 1821, el virrey José de la Serna anunció a los limeños que


abandonaba la capital para refugiarse en el Callao, en la fortaleza del Real
Felipe. Lima quedaba abandonada a su suerte. Según el marino inglés Basil Hall, que
se hallaba entonces en Lima: «los timoratos eran presa fácil de los temores más
extraños; los audaces y fuertes no sabían de qué modo utilizar su coraje; los
vacilantes estaban en el estado más calamitoso». Como la fortaleza del Real Felipe,
según el virrey, era el sitio más seguro, «multitudes se precipitaron hacia el
castillo, y al ser interrogadas sobre las razones que les empujaban a abandonar la
ciudad, no daban otra que el miedo». Mientras tanto, parte del pueblo limeño,
representado por algunos notables (españoles y criollos), hizo llegar una
invitación a San Martín para que ingrese a Lima, el 9 de julio de 1821.34 En
efecto, el Libertador del Sur, mandó un pequeño destacamento de patriotas e hizo su
entrada a Lima en la noche del 12 de julio de 1821. «En vez de venir con pompa
oficial, como tenía derecho a hacerlo, San Martín esperó que oscureciese para
entrar a la capital a caballo y sin escolta, acompañado por un simple ayudante»,
continúa diciendo Basil Hall. Dos días después lo hizo el grueso del ejército
libertador, «siendo recibido con mucho fervor patriótico».

Sobre el ánimo de los limeños al tiempo del ingreso del Ejército Libertador a Lima,
Pedro Escribano, nos dice: «parece mentira. En los días siguientes Lima se fue
reanimando lentamente. Poco a poco la población tomó confianza en los emancipadores
y comprobó que no había razón para el temor. Mucho había pesado, en todo caso, la
mala conciencia»

Por su parte, sobre lo mismo, Basil Hall, dice: «Era inconcebible que tanta gente
pudiera estar encerrada tan largo tiempo sin tentarse siquiera una vez a curiosear,
especialmente cuando el peligro no era inminente o cierto».

Proclamación de la independencia del Perú


Artículo principal: Declaración de Independencia del Perú

Proclamación de la Independencia del Perú. Óleo de Juan Lepiani.


En cumplimiento de lo acordado con San Martín, los notables de Lima se reunieron en
Cabildo Abierto, con el propósito de jurar la Independencia. La firma del Acta de
Independencia del Perú tuvo lugar el 15 de julio de 1821. Unos 300 ciudadanos
principales firmaron el Acta ese día; en los días siguientes lo hicieron muchos
más.35 Manuel Pérez de Tudela, letrado ariqueño, más tarde Ministro de Relaciones
Exteriores, fue quien redactó el Acta de la Independencia.36 El almirante Cochrane
entró en Lima el 17 de julio.

El sábado 28 de julio de 1821, en una ceremonia pública muy solemne, el


generalísimo José de San Martín enunció la célebre proclamación de la Independencia
del Perú. Primero lo hizo en la Plaza Mayor de Lima, después en la plazuela de La
Merced, luego, en la plaza Santa Ana, frente al Convento de los Descalzos y
finalmente en la plaza de la Inquisición (hoy plaza Bolívar).3738 Según testigos de
la época, presenciaron la ceremonia más o menos 16 000 personas.39 El libertador
con una recién creada bandera peruana en la mano, exclamó:

Video externo
Así fue la proclamación de la Independencia del Perú (2016) en Youtube (Agencia
Andina de Noticias)
Atención: este archivo está alojado en un sitio externo, fuera del control de la
Fundación Wikimedia.
DESDE ESTE MOMENTO EL PERÚ ES LIBRE E INDEPENDIENTE POR LA VOLUNTAD GENERAL DE LOS
PUEBLOS Y POR LA JUSTICIA DE SU CAUSA QUE DIOS DEFIENDE. ¡VIVA LA PATRIA!, ¡VIVA LA
LIBERTAD!, ¡VIVA LA INDEPENDENCIA!.
José de San Martín. Lima, 28 de julio de 1821.40
Basil Hall, capitán de la marina británica, que por entonces se hallaba en Lima, al
comentar la ceremonia culmina diciendo:
Sus palabras fueron recogidas y repetidas por la multitud que llenaba la plaza y
las calles adyacentes, mientras repicaban todas las campanas y se hacían salvas de
artillería entre aclamaciones como nunca se había oído en Lima.41
Cabe destacar que hay cuestiones históricas que dicen que San Martín ya había
jurado la independencia peruana el 27 de noviembre de 1820 en la ciudad de Huaura
(al norte de Lima), en el denominado Balcón de Huaura, aunque este tema es muy
debatido, lo cierto es que en Huaura el Libertador reorganizó su ejército y comenzó
el plan para el asedio de la capital del virreinato.42

El Protectorado del Perú


Artículo principal: Protectorado de San Martín

Primer Escudo de la República peruana.


El general San Martín había asumido el mando político militar de los departamentos
libres del Perú bajo el título de Protector, como dice el decreto del 3 de agosto
de 1821. Para todo efecto práctico, el Perú se hallaba dividido militar y
administrativamente en dos partes:

1º Lima, el norte y un sector del centro del país estaban en manos de los
patriotas.
2º Y la sierra sur y centro y el Cusco estaban en manos de los realistas.
Luego, el título de Protector fue cambiado por el de Protector de la Libertad del
Perú. El Perú debe al Protectorado, que duró apenas un año y 17 días, las
siguientes realizaciones político administrativas:

1º Comienzo de un régimen administrativo autónomo después de tres siglos de


colonialismo.
2º Posibilidad de que el pueblo elija el sistema que más conviniera a los intereses
nacionales.
3º Los símbolos de la patria: la primera bandera (ver Bandera del Perú y el himno
nacional (ver Himno Nacional del Perú).
4º La moneda nacional, signo fiduciario de libre poder económico.
5º Reglamento básico de su sistema comercial para iniciar relaciones económicas con
otros países del mundo.
6º La creación de la Marina de Guerra del Perú y la adquisición de los primeros
buques para su escuadra nacional a fin de defender la soberanía adquirida.
7º La organización básica de su fuerza militar, para resguardar la seguridad
interna y externa.
8º La determinación de su propia ejecutoria educacional con la fundación de la
Escuela Normal, así como las primeras escuelas públicas del Perú libre.
9º El primer intento de rescatar, valorizar y difundir la cultura nacional mediante
la creación de la Biblioteca Nacional del Perú.
El Protectorado fue una dictadura que se basó en un Estatuto, que tuvo las
siguientes características:

1º El Estatuto de gobierno fue una norma de emergencia, provisional,


correspondiente a una situación revolucionaria para un Estado emergente, que había
conquistado su independencia parcial y que trataba de culminarla.
2º En sus principios declarativos fue de corte liberal, porque incluía la defensa
de los derechos del hombre, que habían inspirado la revolución Francesa y la
independencia norteamericana.
3º La organización territorial del Estado independiente se basó en el sistema
departamental.
4º La Alta Cámara de Justicia reemplazó a la Audiencia Real del virreinato y asumió
las funciones jurídicas y políticas del país.
5º Se propuso crear un Consejo de Estado, que secundaría al Protector en su
gobierno, formado por varios miembros, entre los cuales estarían 3 condes criollos
y un marqués inca.
Otras disposiciones que se dieron en el Perú, durante el Protectorado, fueron:

1º En una medida francamente conservadora, San Martín respetó todos los títulos de
la nobleza colonial, cambiando la denominación de Títulos de Castilla por la de
Títulos del Perú.
2º Quedó fundada la Sociedad Patriótica de Lima, con la intención de defender la
instauración de un régimen monárquico peruano, del que San Martín era partidario;
pero, en la práctica, sus integrantes abogaron por el sistema republicano.
3º Se creó la Orden El Sol del Perú para reconocer la labor de los peruanos más
distinguidos y darles un estatus parecidos al de los Títulos del Perú.
4º Una comisión especial, integrada por García del Río y Paroissien, viajó a Europa
por orden de San Martín para buscar un príncipe que viniera al Perú como rey. Estos
dos personajes salieron del Perú en diciembre de 1821 y arribaron a Londres en
septiembre de 1822, época en que se terminaba el Protectorado de San Martín. Aunque
fueron reemplazados por Ortiz de Zevallos y Juan Parish Robertson, en el Perú se
había consolidado la idea del sistema republicano, por tanto, los comisionados
tanto de la primera como de la segunda, fracasaron en su intento.
5º Los primeros miembros del gabinete sanmartiniano fueron: Juan García del Río,
ministro de Relaciones Exteriores; Bernardo Monteagudo, ministro de Guerra y
Marina; e Hipólito Unanue, ministro de Hacienda. El primero era colombiano, natural
de Cartagena de Indias; el segundo, argentino, de la provincia de Tucumán; y el
tercero, peruano nacido en Arica.
6º Prefecto de Lima fue nombrado José de la Riva Agüero, un joven y rico
aristócrata de Lima, que había colaborado intensamente por la causa de la libertad.
Independencia de Maynas
Artículo principal: Guerra de Independencia de Maynas

Sitio donde se libró la batalla de Habana en 1822, mapa del actual departamento de
San Martín.
A pesar del progresivo desmembramiento del Virreinato del Perú en sus principales
zonas de influencia como Lima y Trujillo; la Comandancia General de Maynas seguía
siendo fiel a la corona española y solía ser refugio de varios soldados realistas
que huían de los territorios controlados por los patriotas, Nicolás Arriola —uno de
los militares argentinos que se quedó en Perú para continuar la guerra de
independencia— auspiciado por José Bernardo de Tagle desde Trujillo decidió
comenzar la campaña para expulsar a los últimos españoles que se refugiaban en la
espesura de la selva amazónica, iniciando la guerra el 28 de julio de 1821 desde la
pampa de Higos Urco donde conseguiría sus primeras victorias, en Higos Urco
proclamaría oficialmente la independencia de Maynas el 19 de agosto del mismo año,
posteriormente se alisto para sitiar Moyobamba fracasando por la traición de uno de
sus comandantes que se pasó al bando realista, la campaña desembocaría en una
guerra de guerrillas hasta 1822 donde Arriola vuelve a lanzar un asedio inesperado
para los realista, logrando los patriotas la toma de Moyobamba el 4 de septiembre
donde vuelven a jurar la independencia de Maynas, la guerra termina definitivamente
el 23 de septiembre cuando el ejército patriota logra la victoria en la batalla de
Habana donde se refugiaban grandes cargos españoles que escaparon de Moyobamba.
Posteriormente Maynas estaría durante unos meses controlado de facto por un
gobierno militar provisional patriota autosustentado y dirigido por Nicolás Arriola
que más adelante cedería y reconocería formalmente la soberanía peruana sobre el
territorio que administraba.434445

Campaña de Canterac sobre el Callao

El militar español José de Canterac.


Mientras que en Lima, San Martín se dedicaba a fundar el nuevo estado peruano, el
virrey La Serna, aprovechando el retiro de Álvarez de Arenales de la sierra
central, empezó a recuperar posiciones. Reforzó sus posiciones en Jauja y Huancayo,
puntos desde donde planeó hostigar a Lima, pero esta operación no era fácil, por la
resistencia que oponían los peruanos andinos. Como en los castillos del Callao
permanecía una guarnición española apostada con gran cantidad de armamentos, el
virrey planeó hacer una incursión allí. La temeraria expedición española se preparó
en Jauja, seleccionándose a 2500 infantes y 900 de caballería, al frente de los
cuales fue puesto el general Canterac.

Canterac partió de Jauja el 25 de agosto de 1821, rumbo al valle del Rímac (Lima y
Callao). En el trayecto sufrió el ataque de los montoneros peruanos, que le
ocasionaron numerosas bajas. Impresionado por este ataque, Canterac dividió sus
fuerzas en dos columnas, una bajo su mando, que marchó por la ruta de San Mateo, y
otra bajo el mando de Lóriga, que siguió la ruta de Lurín. Ambos se encontraron en
Cieneguilla, unos km al sur de Lima. Los realistas se encontraban en condiciones
desastrosas, tanto física como moralmente. En esas condiciones habría sido posible
que los patriotas los acorralaran y exterminaran. No obstante, San Martín, que
desde su emplazamiento estaba al tanto de los movimientos de los realistas, no
quiso atacarlos.

Los realistas empezaron el 8 de septiembre a desplazarse de Cieneguilla con


dirección al Callao, dispuestos en tres unidades, mandadas por Valdés, Monet y
Carratalá, mientras que Canterac iba al frente de la caballería. Los 7000 soldados
de línea del Ejército Libertador y los más de 3000 montoneros peruanos, que
contemplaban atónitos tal avance, ardían por entrar a combate, pero San Martín,
pese a los ruegos de su jefe de estado mayor, general Las Heras, se negó a dar la
orden de ataque. Hasta el mismo almirante Cochrane visitó a San Martín y le pidió
que le pusiera al mando de 2000 soldados, con los que prometió aniquilar a todas
las fuerzas realistas. Pero San Martín se volvió a negar, siendo recriminado por
Cochrane; fue en ese momento en que se produjo la ruptura entre ambos. Se afirma
que la actitud de San Martín, de no querer atacar a los realistas, se debía a la
esperanza que depositaba en que estos aceptarían las ofertas que les había
planteado en la conferencias de Punchauca para llegar a un acuerdo de paz; de ser
cierto ello, se equivocaba rotundamente.

Fue así que, en una maniobra sorprendente, y sin que las tropas patriotas los
obstaculizaran, los realistas de Canterac llegaron hasta el Callao y se encontraron
con las fuerzas del general José de La Mar, que custodiaba la Fortaleza del Real
Felipe (10 de septiembre de 1821). Luego de hacerles conocer las nuevas órdenes del
virrey La Serna, y de entregarles avituallamiento militar, Canterac regresó a la
sierra el 16 de septiembre.

El alto mando del ejército libertador, reaccionó tarde, cuando Canterac ya se


hallaba rumbo a la sierra. Se dispuso que las tropas patriotas al mando del general
Guillermo Miller (que era nacido en Inglaterra e incorporado a las filas patriotas
desde 1817, en Buenos Aires) le siguieran produciéndose escaramuzas entre la
vanguardia del ejército patriota y la retaguardia del ejército realista. Como
consecuencia de estos enfrentamientos armados, se produjeron bajas considerables en
el ejército de Canterac, principalmente por desbande y por la acción heroica de los
montoneros peruanos. Canterac se reunió con La Serna en Jauja, el 1 de octubre de
1821, 35 días después de que iniciara la osada expedición al Callao.

El retiro del almirante Cochrane


El almirante Cochrane se retiró a sus navíos, muy molesto por la actitud de San
Martín de desaprovechar una magnífica oportunidad para infligir un duro golpe a los
realistas. El marino británico fue enfático en considerar a San Martín como de un
intelecto militar inferior al suyo y que el Protectorado que estaba ejerciendo
carecía de decisión y se mostraba dubitativo.

Como a los marinos de su escuadra no se les había pagado desde la salida de Chile,
pese a los reiterados pedidos, Cochrane confiscó el tesoro público que resguardaba
en uno de los navíos, con el cual hizo el pago de los sueldos y los premios, pero
haciendo las cuentas claras y devolviendo a la Casa de Moneda los saldos que
quedaban. No obstante, San Martín se enojó y ordenó a Cochrane que volviera a
Valparaíso. El marino expresó que no le debía obediencia y enfiló su escuadra hacia
el norte, para perseguir al resto de los flota española. Retornó al Callao, en
donde tuvo algunas fricciones. Finalmente, zarpó el 10 de mayo de 1822, para no
volver más al Perú, considerando que su contribución a la causa independentista no
era realmente apreciada ni aprovechada.

Conjura de los oficiales patriotas contra San Martín

El militar rioplatense Juan Gregorio Las Heras.


Cuando oficiales generales del ejército Libertador vieron retirarse a la expedición
de Canterac hacia la sierra, luego de su espectacular avance al Callao, fueron
presas de la más exacerbada indignación. No podían entender la razón por la que San
Martín se había negado a dar la orden de ataque, perdiéndose varias oportunidades
de batir a las fuerzas realistas en el largo trayecto de Cieneguilla al Callao.
Según ellos, se había desperdiciado una magnífica oportunidad de acelerar el fin de
la guerra de la independencia. Al no hallar una explicación de carácter
estratégico, surgieron diversas hipótesis sobre problemas personales que aquejaban
al Libertador. Una de ellas decía que su adicción al uso del opio para combatir sus
dolores estomacales (que se le presentaron de manera aguda a partir de la batalla
de Chacabuco), habían minado su voluntad y firmeza. Sea como fuera, casi todos los
oficiales concordaron en que era preciso deshacerse de San Martín, si se deseaba
rectificar la estrategia militar que debía conducir al triunfo. Surgió así una
conjura para deponerlo, apresarlo y deportarlo. Las reuniones de los conjurados se
realizaron en las oficinas del estado mayor, en los primeros días de octubre de
1821. Tácitamente, apoyaban la conjura el comandante del ejército, general Juan
Gregorio de Las Heras, y el jefe de estado mayor Rudecindo Alvarado. Cuando ya
estaba a punto de darse el golpe, los conjurados cometieron el error de poner al
tanto del plan al coronel venezolano Tomás Heres, comandante del batallón
Voltígeros (ex Numancia), creyendo que se les uniría. Pero Heres corrió presuroso a
informar de la conjura a San Martín, quien se limitó a confrontar al denunciante
con los oficiales acusados. Estos negaron rotundamente la acusación e incluso
desafiaron al venezolano a someterse a duelo. San Martín apaciguó los ánimos y
envió a Heres a Colombia, para evitar que sufriera algún atentado. Naturalmente, el
plan de los conjurados se desbarató, al perderse el factor sorpresa. San Martín no
impuso ningún castigo a los oficiales implicados, e incluso, logró que el cabildo
de Lima obsequiara a 20 altos oficiales, fincas en el Perú por un valor cercano de
500 mil pesos (propiedades que habían sido confiscadas a los españoles). Entre los
beneficiados se hallaban Guise, Luzuriaga, Las Heras, Necochea, García del Río,
Monteagudo, Álvarez de Arenales, Miller y Heres. Pero muchos de ellos venderían sus
propiedades y se retirarían del Perú.

Desastre de La Macacona
Artículo principal: Batalla de Ica
El problema mayor para San Martín, era, indudablemente, la guerra contra los
realistas. Hay quienes le han reprochado el no emprender una ofensiva total sobre
los realistas, como lo había hecho en Chile, pero el Libertador tenía sus razones
para proceder así. En primer término, ganar tiempo iba a su favor, ya que el poder
virreinal perdía legitimidad por las controversias entre liberales y absolutistas
del gobierno peninsular. En segundo lugar era consciente de la inferioridad
numérica de sus fuerzas, comparada con la de los virreinales, a los que esperaba
atraer a favor de la independencia. Pero los realistas dominaban el interior del
país, desde Jauja hasta el Alto Perú, y sumaban un total de 23.000 soldados,
mayormente hombres andinos y mestizos reclutados a la fuerza. San Martín solo
contaba con 4.000 efectivos. Un importante triunfo para los patriotas fue la
rendición de las fortalezas del Callao, el 19 de septiembre de 1821, cuyo jefe, el
mariscal peruano José de La Mar, se sumó a la causa patriota. Mientras tanto, el
virrey La Serna reorganizaba sus fuerzas en la sierra central y sur del Perú y en
el Alto Perú, desde donde realizó atrevidas incursiones sobre la costa, que
sorprenden y destruyen un ejército independiente en la batalla de Ica o de La
Macacona, el 7 de abril de 1822.

Campaña auxiliadora de la independencia de Quito


Artículos principales: Expedición Auxiliar de Santa Cruz a Quito e Independencia de
Quito.

Batalla de Camino Real. Después de su independencia, el gobierno de la provincia


guayaquileña formó un ejército de 1500 hombres para liberar al resto de la Real
Audiencia, se llamó División Protectora de Quito.
San Martín envía una división auxiliar peruana al mando de Andrés de Santa Cruz
para la independencia de Quito. El 24 de mayo de 1822, tropas peruano-colombianas
derrotaron a los realistas en la batalla de Pichincha (actual territorio del
Ecuador) y ocuparon Quito el 25 de mayo. El contingente peruano que intervino en
esta batalla, estuvo compuesto por 1,600 efectivos al mando del coronel Andrés de
Santa Cruz y se unió a la tropa patriota colombiana en Saraguro, el 9 de febrero de
1822. Este suceso es memorable, pues por primera vez confluían las dos corrientes
libertadoras, la del Norte y la del Sur.

Posteriormente, el general Simón Bolívar invadió Guayaquil, con el afán de anexarla


a la Gran Colombia, de la que era su caudillo indiscutible. Tanto el Libertador del
Norte, Bolívar, como el Libertador del Sur, San Martín, estaban convencidos de que
la definición de la independencia americana, tenía que darse en suelo peruano.

Entrevista de Guayaquil
Artículo principal: Entrevista de Guayaquil

Entrevista de Guayaquil, entre los libertadores José de San Martín y Simón Bolívar.
San Martín, no pudo, sin embargo, culminar la guerra contra los españoles. Si bien
todo el norte del Perú se había sumado voluntariamente a la causa patriota, el
centro y el sur del país permanecían ocupadas por las tropas virreinales. San
Martín consideró necesaria la ayuda militar externa y en pos de ella fue a
entrevistarse en Guayaquil con Bolívar. En la entrevista de Guayaquil, realizada
entre los días 26 y 27 de julio de 1822, los Libertadores discutieron tres
importantes cuestiones:

La suerte de Guayaquil, que siendo territorio peruano, fue anexado por Bolívar a la
Gran Colombia.
La ayuda que debía prestar Bolívar para el fin común de la independencia del Perú.
La forma de gobierno que debían adoptar las nacientes repúblicas hispanoamericanas.
La entrevista no llegó ningún resultado concreto. En lo que respecta al primer
punto, Bolívar ya había decidido que Guayaquil perteneciera a la Gran Colombia y no
admitió ninguna discusión al respecto. En cuanto al segundo punto, Bolívar ofreció
enviar al Perú una fuerza auxiliar grancolombiana de 2000 hombres, que San Martín
consideró insuficiente. Y en lo referente al tercer punto, Bolívar era
decididamente republicano, contraponiéndose así al monarquismo del Libertador
rioplatense. Desilusionado, San Martín retornó al Perú, ya convencido de que debía
retirarse para dar pase al Libertador del Norte.

San Martín abandona el Perú (Primer Congreso Constituyente)

Primer Congreso Constituyente del Perú (1822).


Antes de los sucesos de Guayaquil, San Martín había convocado al Primer Congreso
Constituyente de la República del Perú, el 1 de mayo de 1822. Se eligieron 80
diputados, instalándose solemnemente este legislativo el 20 de septiembre de 1822.
Lo presidía el clérigo Francisco Javier de Luna Pizarro. Apenas instalado este
Primer Congreso Constituyente, aprobó una proposición que decía: «…que el Congreso
Constituyente del Perú está solemnemente constituido e instalado, la soberanía
reside en la nación, y su ejercicio en el Congreso que legítimamente la
representa».

Luego de la instalación y en la misma fecha, este Congreso ofreció al general José


de San Martín, poderes dictatoriales, que rehusó. Se varió el ofrecimiento al de
Fundador de la Libertad del Perú y Generalísimo de las Armas, título que fue
aceptado por el general San Martín, aunque de manera honorífica. Su decisión de
retirarse, era terminante.

El Congreso aceptó la renuncia de San Martín y convino en la proposición de Arce


diciendo que «como quiera que el Congreso debe retener cuanta autoridad sea dable
para hacer cumplir sus determinaciones, y corriendo riesgo de que un Poder
Ejecutivo extraño, aislado y separado de él, aunque hechura suya, le puede formar
partido de oposición» determinaba que «el Congreso conserve el Poder Ejecutivo». Se
decidió también que Poder Ejecutivo debería estar conformado por tres personas. Uno
de los diputados, José Faustino Sánchez Carrión, el célebre El Solitario de Sayán,
sentenció en aquella oportunidad: «Tres no se unen para oprimir. El gobierno de uno
es más eficaz si gobernar es tratar a la raza humana como a las bestias…» y agrega:
«La Libertad es mi ídolo, como lo es del pueblo. Sin ella no quiero nada; la
presencia de uno sólo en el mando me ofrece la imagen odiada del Rey». Y así quedó
constituida la Suprema Junta Gubernativa, conformada por tres congresistas:

El general José de La Mar, natural de Cuenca, en el actual Ecuador.


El jurista y militar Felipe Antonio Alvarado, natural de Río de la Plata.
El conde Manuel Salazar y Baquíjano, noble limeño.
Varias declaraciones de este Primer Congreso Constituyente, marcan el final de los
sueños monárquicos, como la declaración del 11 de noviembre de 1822 sobre la
incompatibilidad de la Orden del Sol y de los Títulos de Castilla con la forma de
Gobierno del Perú y la declaración del 12 de noviembre del mismo año,
desautorizando a los comisionados García del Río y Paroissien.

José de San Martín se retiró a la Magdalena, en donde tenía una casa de campo.
Acompañado por una pequeña escolta y un ayudante, la misma noche de su renuncia,
montado a caballo, se dirigió a Ancón, al norte de Lima. En la madrugada del día 22
de septiembre, en el bergantín Belgrano, se embarcó rumbo a Valparaíso, Chile.

El Primer Congreso Constituyente promulgó el 12 de noviembre de 1823, la Primera


Constitución Política de la República, de clara tendencia liberal. Fue una
Constitución efímera; cuando llegó al Perú el general Simón Bolívar, el propio
Congreso Constituyente, tuvo que suspender sus efectos para poderle dar al
Libertador poderes dictatoriales.

Gobierno de la Suprema Junta Gubernativa


Artículo principal: Suprema Junta Gubernativa del Perú
José de la Mar, presidente de la Suprema Junta Gubernativa del Perú (1822-1823).
La misión primordial de la Suprema Junta Gubernativa, era proseguir la lucha contra
los realistas. El virrey La Serna contaba con más de 20 000 soldados que ocupaban
el territorio entre Cerro de Pasco (centro del Perú) y el Alto Perú (sur del Perú,
actual Bolivia). Ya San Martín había previsto que eran necesarias más fuerzas para
poder derrotar a los realistas, quienes habían convertido todo ese territorio en un
verdadero bastión de su poderío. Se hallaba todavía en curso la ayuda que Bolívar
había ofrecido al Perú para derrotar a los españoles. Efectivamente, durante la
Entrevista de Guayaquil, Bolívar ofreció a San Martín ayuda militar al Perú, la que
se concretizó en julio de 1822, con el envío de tropas al mando de Juan Paz del
Castillo, pero estas eran todavía insuficientes. En septiembre de ese año, Bolívar
ofreció otros 4.000 soldados más, pero la ya instalada Suprema Junta Gubernativa
solo aceptó la recepción de 4000 fusiles. Las relaciones del Perú con la Gran
Colombia entraron en su punto más crítico debido a la anexión de Guayaquil a
territorio grancolombiano. A ello se sumó el hecho de que Juan Paz del Castillo
recibiera instrucciones de su gobierno de no comprometer a sus fuerzas solo en caso
de que el éxito estuviera garantizado y solo en el norte peruano, por lo que entró
en conflicto con los intereses del Perú, que se enfocaban en atacar a los realistas
del centro y del sur. Dicho oficial colombiano retornó a su patria, en enero de
1823, disgustado al no lograr imponer sus condiciones. Las relaciones con la Gran
Colombia se enfriaron entonces, en los precisos instantes en que se libraba la
llamada Primera Campaña de Intermedios.

Primera Campaña de Intermedios


Artículo principal: Primera Campaña de Intermedios

Puertos intermedios en un detalle del mapa de Samuel Augustus Mitchell publicado en


1839
La Suprema Junta de Gobierno organizó una expedición militar contra los españoles
que todavía dominaban el sur del Perú. Esa expedición se conoció como Campaña de
los puertos intermedios o simplemente Campaña de Intermedios, pues el plan era
atacar a los españoles desde la costa sur situada entre los puertos de Ilo y Arica.
Este plan había sido bosquejado por el mismo San Martín, pero originalmente
contemplaba, además del ataque desde la costa sur peruana, una ofensiva combinada
de los argentinos por el Alto Perú y de los patriotas de Lima por el centro del
Perú. Sin embargo, la Junta no pudo lograr el concurso del gobierno de Buenos
Aires, abrumado por dificultades internas, y no otorgó al ejército que guarnecía
Lima los medios necesarios para que iniciara oportunamente una ofensiva a la sierra
central. La partida del colombiano Juan Paz del Castillo influyó también para que
se paralizaran los preparativos del llamado ejército patriota del Centro.

Esta primera Campaña de Intermedios, comandada por el general rioplatense Rudecindo


Alvarado, acabó en total fracaso al no seguirse el plan completo y al no ponerse
dinamismo en las acciones, lo que dio tiempo a que los realistas se pusieran a la
defensiva.

Alvarado llegó a Iquique en donde hizo desembarcar un destacamento para que


iniciara acción sobre el Alto Perú. Luego se dirigió a Arica, donde permaneció sin
desembarcar por espacio de tres semanas, dando tiempo para que el virrey La Serna,
informado por su servicio de espionaje de la presencia patriota, ordenara a sus
lugartenientes José de Canterac y Jerónimo Valdés acudir con sus fuerzas a la zona
amenazada. Cuando a fines de diciembre Alvarado desembarcó en Arica y avanzó sobre
Moquegua se encontró con las fuerzas realistas que ocupaban mejores posiciones.
Valdés le salió al encuentro, librándose la batalla de Torata. El jefe realista
resistió ocho horas hasta que llegó en su auxilio Canterac con su caballería;
juntos pusieron en fuga a los patriotas, logrando así la victoria para las banderas
del Rey (19 de enero de 1823). Animado por su éxito, Valdés persiguió a las tropas
de Alvarado, alcanzándolas y venciéndolas definitivamente en la batalla de Moquegua
(21 de enero de 1823). Las tropas patriotas, reducidas a la cuarta parte de su
número original, tuvieron que reembarcarse precipitadamente y retornar al Callao
con cerca de 1000 sobrevivientes.46

La corriente libertadora del Norte y la consolidación de la independencia (1823 -


1826)
Véase también: Campañas del Sur

Mapa de las campañas de independencia en Ecuador, Perú y Bolivia entre 1823 y 1826.
Tras la proclamación de independencia del Perú, el proceso parecía estancado por la
resistencia militar española y la inestabilidad de los primeros gobiernos
independientes. Así, mientras la costa y el norte del Perú eran independientes, la
sierra peruana y el Alto Perú seguían siendo realistas. El virrey La Serna había
establecido su sede de gobierno en el Cuzco. Dos campañas militares emprendidas por
los gobiernos de Lima para acabar el rincón de la resistencia realista en el sur
peruano (Campañas de Intermedios), culminarían en sendas derrotas. La anarquía
amenazaba al naciente Estado Peruano, que vio producirse el primer golpe de estado
de su historia (Motín de Balconcillo).

La conclusión de la guerra independentista del Perú vendría con la intervención de


Simón Bolívar y la Gran Colombia.

José de la Riva Agüero y el motín de Balconcillo


Artículo principal: Motín de Balconcillo
Los oficiales patriotas al mando de las tropas que guarnecían Lima, ante el temor
de una ofensiva española, firmaron una solicitud ante el Congreso, fechada el 23 de
febrero de 1823 en Miraflores, invocando la designación de un solo Jefe Supremo
«que ordene y sea velozmente obedecido», en reemplazo del cuerpo colegiado que
integraba la Junta; se sugería incluso el nombre del oficial indicado para asumir
el gobierno: el coronel José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete.

La crisis se ahondó al ser presentada otra solicitud al Congreso por parte de las
milicias cívicas acuarteladas en Bellavista y una tercera encabezada por Mariano
Tramarría. El día 27 de febrero las tropas se movilizaron desde sus acantonamientos
hasta la hacienda de Balconcillo, a media legua de Lima, desde donde exigieron la
destitución de la Junta. Estos sublevados estaban encabezados por el general Andrés
de Santa Cruz. Fue el primer golpe de estado de la historia republicana peruana,
conocido como el Motín de Balconcillo, con el que se inauguró la sucesión de
gobiernos de facto que jalonaron el transcurso de la vida republicana.47

Disolución de la Junta y elección de Riva Agüero


Ante tal presión, ese mismo día, el Congreso acordó cesar a la Junta Gubernativa y
encargar interinamente la máxima magistratura al jefe militar de mayor graduación,
que era José Bernardo de Tagle, marqués de Torre Tagle. El 28 de febrero, el
Congreso ordenó poner en libertad al general José de La Mar, que había sido
arrestado en su domicilio, y citó al general Andrés de Santa Cruz, quien hizo una
exposición oral de la posición de los jefes y terminó diciendo que acataban la
orden del Congreso pero que si no se nombraba a Riva Agüero como Presidente de la
República, él y los jefes militares renunciarían y se irían del país. Ante lo
expresado por Santa Cruz, el Congreso nombró a Riva Agüero como Presidente de la
República por 39 votos a favor de un total de 60; no se le asignó funciones ni
plazos. Pocos días después el mismo Congreso lo ascendió a Gran Mariscal y dispuso
que utilizara la banda bicolor como distintivo del poder ejecutivo que administraba
(4 de marzo de 1823). Desde entonces todos los Presidentes del Perú han lucido
dicha banda presidencial.

Gobierno de José de la Riva Agüero

José de la Riva Agüero, primer Presidente de la República del Perú (1823).


Riva Agüero puso en marcha una gran actividad para poner al Perú en condiciones de
terminar por cuenta propia la guerra de la Independencia. Su obra gubernativa se
concretó en los siguientes puntos:

Se abocó a una labor de organización y mejoramiento del Ejército poniendo gran


empeño en aumentar sus efectivos con elementos peruanos. Al frente de él puso al
general Andrés de Santa Cruz. Ordenó al comandante Antonio Gutiérrez de la Fuente
formar fuerzas de reserva en las provincias del norte, en Trujillo, así como al
coronel Ramón Castilla la creación del cuarto Escuadrón de Húsares.
Formó la primera escuadra peruana, cuyo mando encargó al Vicealmirante Jorge Martín
Guisse. Creó la Escuela Naval. Estableció un permanente bloqueo de la costa para
defenderla de las incursiones realistas.
Recogió el papel moneda emitida bajo el Protectorado de San Martín y cuya
circulación quedó prohibida.
Envió misiones diplomáticas a la Gran Colombia, Chile y Argentina para solicitar la
ayuda inmediata de estos países para consolidar el proceso de independencia. La
ayuda que más necesitaba Riva Agüero era la de Bolívar, nombrando con tal fin como
su Ministro Plenipotenciario ante el Libertador al general Mariano Portocarrero.
Portocarrero pactó con Bolívar en Guayaquil un auxilio de 6.000 hombres, equipados
y pagados por el Perú, y conforme a este pacto, empezaron a llegar al Callao las
primeras tropas grancolombianas (abril de 1823). Junto con ellas llegó, en calidad
de Enviado Extraordinario de Bolívar, el general Antonio José de Sucre, pero cuyo
verdadero objetivo era preparar el terreno para que Bolívar fuera llamado al Perú.
Riva Agüero envió también a Chile al diplomático José de Larrea y Loredo, quien
logró conseguir un empréstito del gobierno chileno y una ayuda en hombres y
materiales para la continuar la guerra contra los españoles. Ante la Argentina
encargó la representación del Perú al Vicealmirante Manuel Blanco Encalada, sin
resultados positivos.
Los comisionados Diego Paroissien y Juan García del Río lograron la contratación
con Inglaterra de un empréstito por 1.200.000 libras esterlinas, el primero de la
historia republicana del Perú. Ello permitió a Riva Agüero disponer de los fondos
necesarios para su obra gubernativa.
Segunda Campaña de Intermedios
Artículo principal: Segunda Campaña de Intermedios

Andrés de Santa Cruz, fue el general que comandaba la Segunda Campaña de


Intermedios, lo que concluyó en un fracaso para los patriotas.
Riva Agüero emprendió la Segunda Campaña de Intermedios, embarcándose sus tropas
del 14 a 25 de mayo de 1823, rumbo a los puertos del sur, desde donde planeaba
atacar a los españoles que todavía dominaban todo el sur peruano. Esta expedición
la comandaba el general Andrés de Santa Cruz y como jefe de estado mayor iba el
entonces coronel Agustín Gamarra. Santa Cruz prometió regresar victorioso o muerto.
Era la primera vez que se ponía en acción un ejército formado íntegramente por
peruanos. Santa Cruz desembarcó sus fuerzas en Iquique, Arica y Pacocha y avanzó
sobre el Alto Perú. Los patriotas obtuvieron al principio algunas victorias.
Gamarra ocupó Oruro y Santa Cruz La Paz. Pero la reacción de los realistas no se
hizo esperar. El virrey La Serna envió a su general Gerónimo Valdes para que
atacara a Santa Cruz, produciéndose la batalla de Zepita (25 de agosto de 1823), a
orillas del lago Titicaca. Los patriotas quedaron dueños del campo, pero sin
obtener una victoria decisiva. Acto seguido, Santa Cruz ordenó la retirada hacia la
costa, siendo perseguido muy de cerca por las fuerzas de La Serna y Valdes, quienes
despectivamente denominaron a esta campaña como la «campaña del talón», aludiendo a
lo cerca que estuvieron de los patriotas que se retiraban, casi «pisándoles los
talones». Santa Cruz no paró hasta llegar al puerto de Ilo donde se embarcó con 700
sobrevivientes. La campaña terminó, pues, en total fracaso para los patriotas.48

Pugna con el Congreso


Al quedar Lima desguarnecida, el jefe realista José de Canterac avanzó desde la
sierra contra la capital. Riva Agüero ordenó entonces el traslado de los organismos
del gobierno y las tropas a la Fortaleza del Real Felipe del Callao, el 16 de junio
de 1823. El día 19 las fuerzas españolas ocupaban Lima.

En el Callao estalló la discordia entre el Congreso y Riva Agüero. El Congreso


resolvió que se trasladasen a Trujillo los poderes Ejecutivo y Legislativo; creó
además un Poder militar que confió al general venezolano Antonio José de Sucre (que
había llegado al Perú en mayo de dicho año, al frente de las primeras tropas
colombianas), y acreditó una delegación para solicitar la colaboración personal de
Simón Bolívar en la guerra contra los españoles (19 de junio de 1823). Enseguida,
el mismo Congreso concedió a Sucre facultades iguales a las de Presidente de la
República mientras durara la crisis, y el día 23 de junio dispuso que Riva Agüero
quedara exonerado del mando supremo.

Riva Agüero no acató tal disposición congresal y se embarcó a Trujillo (norte del
Perú) con parte de las autoridades. Mantuvo su investidura de Presidente, decretó
la disolución del Congreso (19 de julio de 1823) y creó un Senado integrado por
diez diputados. Formó tropas e intentó reforzarlas con los restos de la campaña de
Intermedios. Mientras que en Lima, el Congreso fue nuevamente convocado por el
presidente provisorio Torre Tagle, el 6 de agosto del mismo año. Este Congreso
reconoció a Tagle como Presidente de la República, siendo este el segundo ciudadano
en adoptar dicho título, después de Riva Agüero. Cundió pues la anarquía en el
Perú, al existir al mismo tiempo dos gobiernos.49

El labor patriótica de José Olaya

Retrato de José Olaya por el pintor José Gil de Castro.


El ejército realista, al mando de José Ramón Rodil, aprovechando que las tropas
patriotas se encontraban lejos, tomó Lima. Fue en ese contexto que ocurrió el
sacrificio de José Olaya, un humilde pescador de la villa de San Pedro de
Chorrillos.

Sucre necesitaba imperiosamente comunicarse con los patriotas de Lima, ya que


quería conocer los movimientos de los realistas y los pertrechos con los que
contaban. Olaya se ofreció a ser el portador de los mensajes. Se contactó en Lima
con Juana de Dios Manrique, una aristócrata y patriota que era sobrina de Antonio
Riquero, antiguo contador mayor y uno de los refugiados en el Callao; este
personaje era el nexo con Sucre.5051 Olaya llevaba ocultamente los mensajes
escritos, cubriendo la ruta entre Chorrillos y Lima, simulando llevar pescado para
su venta en la ciudad; esa ruta, de 15 km, estaba muy vigilada por los realistas,
de modo que el riesgo era muy grande. No obstante, Olaya hizo el recorrido muchas
veces; se ignora cuántas exactamente. Los realistas empezaron a sospechar que
alguien filtraba informaciones y redoblaron la vigilancia.52El 27 de junio de 1823,
cuando llevaba, entre otros recados, una carta de Sucre para Narciso de Colina (un
patriota limeño), Olaya fue descubierto. Emboscado por un piquete de soldados
realistas en la calle de Acequia Alta (actualmente en el cruce de la cuadra 5 de
los jirones Caylloma y Moquegua), antes de ser apresado arrojó las cartas en una
acequia; otra versión, menos creíble, dice que se comió las misivas.50

Llevado al palacio virreinal ante la presencia de Rodil, éste intentó que delatara
a los patriotas comprometidos con las cartas, ofreciéndole a cambio premios y mucho
dinero; como no diera efecto, recurrió a las amenazas. Como Olaya permaneciera
incólume, fue torturado. Sufrió doscientos palazos, le arrancaron las uñas y lo
colgaron de los pulgares. Pero Olaya no se amilanó ante el dolor y permaneció en
silencio.51 Se dice que, en medio de las torturas, pronunció su célebre frase:

«Si mil vidas tuviera gustoso las perdería, antes de traicionar a mi patria y
revelar a los patriotas».
Finalmente, fue sentenciado a pena de muerte por fusilamiento bajo el cargo de
traición. A las once de la mañana del 29 de junio de 1823, fue llevado a un pasaje
aledaño a la Plaza Mayor de Lima, llamado entonces Callejón de los Petateros, y que
ahora tiene su nombre: Pasaje Olaya. Sus verdugos, según la costumbre, le
preguntaron si tenía un último deseo. Olaya pidió que se le sepultara con la
escarapela rojiblanca, el emblema de su patria libre, deseo que se le concedió.
Luego, se procedió a su fusilamiento.50

Bolívar es invitado a consolidar la independencia del Perú (Dictadura Bolivariana)

Retrato en óleo del general venezolano Simón Bolívar.


El Congreso peruano acatando las recomendaciones del general Sucre, invitó al
Libertador del Norte, general Simón Bolívar a trasladarse al Perú «para consolidar
la independencia». Bolívar se embarcó en el bergantín Chimborazo en Guayaquil, el 7
de agosto de 1823, llegando al Callao el 1 de septiembre del mismo año. El día 10
de septiembre el Congreso de Lima le otorgó la suprema autoridad militar en toda la
República. Seguía siendo Torre Tagle presidente, pero debía ponerse de acuerdo en
todo con Bolívar. El único obstáculo para Bolívar era Riva Agüero, quien dominaba
el norte del Perú, con capital en Trujillo. Riva Agüero no dio señal de querer
llegar a un acuerdo que posibilitara la unificación de todas las fuerzas patriotas
bajo el mando del Libertador del Norte, y más bien quiso entenderse con los
realistas.

El mismo Bolívar abrió campaña contra Riva Agüero, marchando al norte. Pero antes
de que se desatara la guerra civil, Riva Agüero fue apresado por sus propios
oficiales encabezados por el coronel Antonio Gutiérrez de la Fuente, quien,
desobedeciendo la orden de fusilarlo, lo desterró a Guayaquil (25 de noviembre de
1823). Bolívar entró a Trujillo en diciembre de 1823 y quedó así dominando la
escena política y militar del Perú. Luego emprendió regreso a Lima. El 1 de enero
de 1824, estuvo en Nepeña y Huarmey, de ahí pasó a Pativilca en donde enfermó de
paludismo.

La sublevación del Callao y la ayuda de los Montoneros


Artículo principal: Sublevación del Callao
Las tropas de la Expedición libertadora de San Martín que guarnecían la Fortaleza
del Real Felipe en el Callao, se amotinaran, reclamando pagos devengados y otros
maltratos. Instigados por uno de los prisioneros, el coronel español José María
Casariego, los amotinados lograron tomar el fuerte, liberaron a los prisioneros
españoles, les devolvieron sus cargos y jerarquías y junto con ellos, enarbolaron
la bandera española, cometiendo traición a la causa libertadora. Este acto de
sedición causó desconcierto en Lima (5 de febrero de 1824). Ante tal delicada
situación, el Congreso dio el 10 de febrero un memorable decreto entregando a
Bolívar la plenitud de los poderes dictatoriales para que hiciera frente al
peligro, anulando la autoridad de Torre Tagle. Se instaló así la Dictadura.

Montonero peruano, acuarela de Pancho Fierro.


Canterac ordenó que los generales realistas Rodil y Monet aprovecharan esa
circunstancia y tomaran Lima. A marchas forzadas, el general Monet, desde Jauja y
el general Rodil, desde Ica, se juntaron en Lurín, el 27 de febrero de 1824. Los
patriotas de Lima, se vieron obligados a abandonarla, al mando del general
Necochea, quien junto con 400 montoneros a caballo, fueron los últimos en retirarse
el 27 de febrero. Los realistas ingresaron a Lima el 29 de febrero del mismo año.

Una semana después del motín del Callao, Bolívar ordenó abandonar Lima, y desde
Huaraz, se pone en marcha la retirada general del ejército de Colombia en dirección
hacia el norte,53 enviando órdenes para reagruparse en Huamachuco (en la sierra) y
Trujillo (en la costa). Ordenó que el repliegue general se hiciera devastando el
territorio peruano, talando los campos, secuestrando el ganado, y bajo una política
general de Tierra quemada, destruyendo cualquier recurso de los pueblos peruanos
para que no pudiera servir de sustento al Ejército Real del Perú. Lo que Tomás de
Heres había venido a llamar “guerra a la colombiana”. A los departamentos libres
del Perú, además de la contribución sangre, se les exigió el dinero hasta pagar el
sueldo íntegro del ejército colombiano.54 Respecto a la marina peruana, Bolívar
desde Trujillo ordenaba al jefe de la escuadra Martín Guise, echar a pique los
buques patriotas del Callao que no pudieran abandonarlo, entre ellos se perdió la
fragata Venganza o Guayas, y cambiar por colombianos los capitanes de los buques
peruanos Limeña y Macedonia que se encontraban en el puerto de Guayaquil.55

Bolívar sabía que la división de Canterac se hallaba asentada en Jauja, aparcada a


la espera de la llegada de la división de Jerónimo Valdés. Y que reunidas
iniciarian la ofensiva en la sierra, lo que obligaría a Bolívar a una retirada, y
esto produciría la desaparción del ejército de Colombia en el Perú, y haría
peligrar el sur de Colombia, hasta las región de Pasto, favorable todavía a la
monarquía española.56 Bolívar se puso en contacto con sus generales en Quito y con
su vicepresidente en Colombia advirtiéndoles de la irremediable pérdida del Perú.
Se puso en ejecución el plan de retirada,57 con Bolívar en Trujillo y con el
ejército colombiano en retirada general hacía el norte, cuando felizmente el bando
independentista recibió la noticias de la Rebelión de Olañeta.

Bolívar, ya recuperado de su enfermedad, inició los preparativos para la campaña


militar definitiva contra los españoles, al frente del Ejército Libertador. Instaló
su cuartel general en Trujillo y recibió la ayuda de los peruanos, tanto en dinero,
abastecimientos y recursos de toda índole, como en combatientes. Efectivamente,
fuera de su ejército regular, Bolívar contó con la valiosa ayuda de 10,000
montoneros. Este enorme contingente de soldados irregulares estaba conformado por
indígenas, los cuales eran mayoría en las guerrillas llamadas "Montoneras",
seguidos en número por los mestizos, y en un número bastante menor, por personas de
raza negra.58

Bolívar comisionó a los líderes de los montoneros para actuar en los siguientes
frentes: Francisco de Paula Otero, nombrado Comandante General de los montoneros de
la sierra; Quispe Ninavilca, de la zona de Huarochirí, quien posteriormente fue
nominado como representante ante el congreso; el coronel Francisco de Vidal, de La
Oroya; el mayor Vicente Suárez, de Canta; y el comandante María Fresco, a cargo de
Junín.

Campaña y Batalla de Junín


Artículos principales: Rebelión de Olañeta y Batalla de Junín.

Batalla de Junín - Óleo de Martín Tovar y Tovar.


Con poderes absolutos y contando con refuerzos llegados de la Gran Colombia,
Bolívar se instaló en Trujillo, donde organizó el Ejército Unido Libertador del
Perú, con miras a las campañas finales de la independencia del Perú. Para ello
contó con los recursos humanos y materiales que le brindó la población peruana a
manos llenas.59

Mientras tanto, la Restauración absolutista en España causó la división en las


filas realistas, lo que se hizo evidente con la sublevación del 22 de enero de 1824
del general Pedro Antonio Olañeta en el Alto Perú. La Serna se vio obligado a
enviar al general Valdés contra Olañeta, produciéndose el enfrentamiento de la
mitad del ejército realista entre sí.60 Aprovechando esta coyuntura, Bolívar abrió
campaña contra el ejército realista más cercano, que era el de José de Canterac, el
cual estaba acantonado entre Jauja y Huancayo.

El ejército libertador avanzó hacia el Sur, rumbo a la sierra central, apoyado


eficazmente por las montoneras peruanas. En junio de 1824, arribó a Huánuco y luego
siguió hacia Cerro de Pasco.

A principios de agosto de 1824, Bolívar concentró sus fuerzas en la región de


Quillota, Rancas y Sacramento. Sumaban en total unos 8.000 hombres. El 2 de agosto
pasó revista a su ejército en el llano de Rancas, a 36 km de Cerro de Pasco.
Terminada la revista, arengó a sus soldados desplegando una elocuencia arrolladora,
una virtud que se complementaba con su talento militar:

Terminada una virtud que se complementaba con su talento militar:

¡Soldados! Vais a completar la obra más grande que el cielo ha encomendado a los
hombres: la de salvar un mundo entero de la esclavitud.

¡Soldados! Los enemigos que vais a destruir se jactan de catorce años de triunfos.
Ellos, pues serán dignos de medir sus armas con las vuestras que han brillado en
mil combates.

¡Soldados! El Perú y la América toda aguardan de vosotros la paz, hija de la


victoria, y aún la Europa liberal os contempla con encanto porque la libertad del
Nuevo Mundo es la esperanza del Universo. ¿La burlaréis? No. No. Vosotros sois
invencibles.

El ejército libertador continuó su avance hacia el Sur, bordeando el lago Junín.


Canterac, que avanzaba por la orilla contraria del lago, fue sorprendido por el
avance patriota y continuó apuradamente su marcha hacia al Sur, con el propósito de
enlazar con el grueso de las fuerzas virreinales, pero ya era tarde. Al amanecer
del 6 de agosto, ambos adversarios convergían al extremo sur del lago sobre la
ciudad de Reyes (hoy Junín).

Eran las dos de la tarde del 6 de agosto de 1824 cuando Bolívar llegó a la pampa de
Junín y observó que la infantería realista ya había pasado y que solo la caballería
realista, que iba a retaguardia, se encontraba a la vista, en medio de una inmensa
polvareda. Por su parte, la caballería patriota, de 900 efectivos, que venía a la
vanguardia de su ejército, convergía en esos momentos por la quebrada de
Chacamarca, mientras su infantería se encontraba todavía distante, como a 5 km al
norte.

Bolívar quiso entonces evitar que Canterac huyera y ordenó a su caballería que
atacara al ejército realista, para dar tiempo a que llegara la infantería patriota.
Desde los altos de la quebrada de Chacamarca se lanzaron los escuadrones patriotas
al llano, al mando del general Mariano Necochea.

Estatura que representa la batalla de Junín.


Canterac, confiado en la superioridad numérica de su caballería, ordenó a ésta que
frenara a los patriotas, poniéndose él mismo a la cabeza, mientras que su
infantería continuaba su marcha al sur. Los patriotas no pudieron desplegar
completamente sus escuadrones por lo malo del terreno, que era un espacio angosto
entre un cerro y un pantano, mientras que la caballería realista, en terreno más
propicio, desplegaba sus líneas y atacaba también. A las cuatro de la tarde se
produjo el choque, que fue muy violento. Los patriotas comenzaron a retroceder,
perseguidos por los realistas. El mismo Necochea fue herido siete veces y todo
indicaba que la refriega culminaría en derrota para los patriotas. Fue entonces
cuando el escuadrón Húsares del Perú, que se encontraba en la reserva al mando del
teniente coronel argentino Isidoro Suárez, recibió la orden de cargar sobre los
realistas por la espalda. Fue el ayudante del primer escuadrón, mayor José Andrés
Rázuri, quien transmitió esa orden, supuestamente venida del mismo Bolívar, lo que
no era cierto. Rázuri, natural de San Pedro de Lloc (en el departamento de La
Libertad), cambió la orden original que era de retirada; y esta audaz decisión fue
la que cambió la historia, al trocarse una segura derrota patriota por una victoria
espléndida.61
La carga de los Húsares del Perú desorientó a los realistas y dio tiempo para que
los perseguidos patriotas se rehicieran y volvieran a la lucha. Luego de cuarenta y
cinco minutos de feroz combate solo con arma blanca (sable y lanza), los patriotas
obtuvieron el triunfo.

Bolívar, que ya daba por descontada la derrota y se había alejado del campo,
recibió de pronto el parte enviado por Guillermo Miller en que se anunciaba la
victoria. El Libertador estalló en alegría y dispuso desde entonces rebautizar a
los Húsares del Perú como los Húsares de Junín.62

El avance patriota hacia el sur


Canterac, luego de la batalla de Junín, perseguido por los montoneros de los
coroneles Marcelino Carreño, Otero, Terreros, por el comandante Peñaloza, por el
mayor Astete, tomó rumbo sur por las orillas del río Mantaro. Cruzó el puente de
Izcuchaca, y se dirigió por el río Pampas al Cusco, donde lo esperaba el virrey La
Serna. En su retirada, el general Canterac, perdió 3000 soldados, entre rezagados,
desertores, enfermos y extraviados. Además, quedaron abandonados almacenes, armas y
municiones.

Mientras el general Canterac seguía su fuga al sur hacia el Cusco, el itinerario de


Bolívar era el siguiente: el día 7 de agosto de 1824 estuvo celebrando la victoria
de Junín en el poblado de Reyes (hoy, Junín), el 8 de agosto estuvo en Tarma, el 12
de agosto en Jauja, el 14 de agosto en Huancayo y el 24 de agosto en Huamanga.
Llegó hasta Andahuaylas de donde retornó el 6 de octubre. Ordenó a Carreño que
hostilice permanentemente a Canterac. Delegó el mando del ejército patriota al
general Antonio José de Sucre. Con su cuartel general en Jauja, encargó al general
Andrés de Santa Cruz la jefatura de todos los montoneros de la sierra central.
Luego, acompañado solo de su escolta, se dirigió a Lima. El 15 de agosto, en
Huamanga, había designado a su gabinete ministerial que lo conformaban: José
Faustino Sánchez Carrión, ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores; coronel
Tomás de Heres, ministro de Guerra y Marina e Hipólito Unanue, ministro de
Hacienda.

Bolívar llegó a Chancay en el mes de noviembre de 1824, ingresando a Lima el 7 de


diciembre de ese año. Inmediatamente ordenó el sitio del Callao con el objetivo de
rendir a las tropas de Rodil, que estaban acantonadas en la Fortaleza del Real
Felipe.

Mientras, la situación en el ejército realista es descrita así por el general


García Camba:

«Este ejército brillante y animoso al principio de agosto, se hallaba ahora en el


estado más lamentable; no sólo había visto abatir la merecida fama de su caballería
en los mahadados campos de Junín; no sólo había perdido con pasmosa celeridad una
gran parte de sus provincias de Tarma y Lima, las de Huancavelica y Huamanga
completas, parte del Cusco, todos sus almacenes, muchas armas, municiones, efectos
de parque y sobre todo, 3,000 infantes por deserción, sino que en poco más de un
mes había alcanzado un grado de abatimiento moral apenas concebible… Carreño cubría
con todos los montoneros el país entre Abancay y el Apurímac» (Memorias para la
historia de las armas españolas en el Perú: 1809 – 1812).

El general Antonio José de Sucre se preparó para la campaña final. Estando en


Andahuaylas, reunió a su Estado Mayor ante los informes de que el realista Jerónimo
Valdez había llegado al Cusco con un fuerte contingente, poniéndose a órdenes del
virrey La Serna. Sucre, en una inspección, llegó a Mamara. En este pueblo envió una
avanzada al mando del general Miller para espiar al enemigo. Miller regresó el 30
de octubre y le informó que los colonialistas estaban a solo 36 km. Sucre,
entonces, ordenó el repliegue al noroeste.
El contingente y las armas de ambos ejércitos

Uniforme para granaderos y cazadores aprobado por las Cortes en 1821, las
disposiciones no siempre podían ser cumplidas a cabalidad en el Perú quedando
muchas unidades con uniformes adoptados de acuerdo a las circunstancias.
La Serna, convencido de la cercanía de la batalla decisiva, había formado un
ejército numeroso con 10 mil soldados, pero en base a un reclutamiento
indiscriminado, la mayor parte mestizos de “habla quechua”, criollos, negros,
pardos e indios portadores. En realidad campesinos uniformados, dicho ejército
supuestamente disponía de 14 batallones de infantería, 2 brigadas de caballería y
14 piezas de artillería. La Serna comandaba la caballería. Valdez iba a la
vanguardia con una división de infantería. Las otras dos estaban comandadas por
Canterac y Monet.

El ejército patriota unido, tenía unos 8000 soldados veteranos, perfectamente


pertrechados, más los montoneros. El ejército regular marchaba disperso y los
montoneros hacían tareas militares de «cobertura, enlace y apoyo».

La marcha hacia los campos de Ayacucho


Dada la presencia de Valdez cerca de Andahuaylas para cortar el paso, Sucre replegó
su ejército hacia Huamanga, por las orillas del río Pampas, reagrupando sus
fuerzas, sin apuro alguno. La Serna apuró la maniobra de rodear a Sucre, había
dispuesto a sus tropas andar a marchas forzadas, para ganar posiciones, llegó a
Huamanga el 16 de noviembre de 1824. El 24 de noviembre, ambos ejércitos marcharon
a ambas orillas del río Pampas, teniéndose a la vista. Desde ese día, ya no se
perdieron de vista.

La tropa patriota iba de pueblo en pueblo, alentada por los montoneros, era
recibida y ayudada efusivamente por sus habitantes. En cambio la tropa realista,
iba eludiendo todo contacto con los pobladores de los pueblos por donde pasaba,
cuidado de esta manera el desbande de las tropas. El general Guillermo Miller en
sus Memorias, afirmó:

“En cualquier punto donde hacían alto, los cuerpos acampaban en columna y ponían
alrededor un círculo de centinelas de los soldados de más confianza; además de
estos centinelas, un gran número de oficiales estaban siempre de servicio, y ningún
soldado podía salir de la línea de ellas, con cualquier pretexto que fuese. Por la
misma razón era muy opuesto el virrey a enviar partidas en busca de ganado, porque
en tales ocasiones era segura la deserción. La consecuencia de este sistema fue que
durante el avance rápido de los realistas sufrieron mucho más por falta de
provisiones que los patriotas, tanto que el 3 de diciembre se vieron obligados a
comer carne de caballo, mula y borrico”.
La Batalla de Corpahuaico o Matará
Artículo principal: Batalla de Corpahuaico
El 3 de diciembre de 1824, en las cercanías de Corpahuaico o Matará hubo combate
entre las retaguardias, con consecuencias militares nada favorables para los
patriotas. En las fuerzas patriotas que estaban al mando del general Guillermo
Miller, se contaron 300 muertos; mientras que en el sector realista, a órdenes del
general Jerónimo Valdez, se hallaron 30 muertos. Además, los patriotas perdieron
buena parte de su parque y artillería.

Pero a decir de entendidos, en el aspecto estratégico el resultado no fue decisivo.


Los patriotas, más cerca de sus bases, se mantenían reunidos y animados tras
escabullir el cerco, mientras que se ahondó la crisis moral entre los realistas, a
tal extremo que ese mismo día 15 soldados que habían sido reclutados por Valdez en
el Alto Perú, se pasaron a las filas de Sucre y le informaron el debilitamiento
moral en que se encontraban las filas enemigas; «casi están como prisioneros»,
dijeron.
Movimientos preliminares
Desde el día 4 de diciembre, ambos ejércitos marcharon separados por un abismo. Los
patriotas pasaron por Huaychao el día 5, y el 6 llegaron sus avanzadas un poco más
al norte de La Quinua. Los realistas tomaron la ruta de Huanta, por Paccaicasa. El
día 6, acamparon en Huamanguilla; la idea del virrey era cortar todo repliegue a
Sucre. El 7 de diciembre, cada ejército hizo los aprestos para la batalla, tratando
de encontrar la mejor ubicación. El día 8 hubo algunos choques entre patrullas.

Batalla de Ayacucho
Artículo principal: Batalla de Ayacucho

Óleo de la Batalla de Ayacucho, una obra de Martín Tovar y Tovar.


Dispuestos a entablar la batalla definitiva, los realistas ocuparon las faldas del
cerro Condorcunca y los patriotas se desplegaron en la Pampa de la Quinua. Los
primeros contaban con 9.310 hombres y los segundos con 5.580.

La Pampa de la Quinua se ubica a 12 km de la ciudad de Huamanga; los indígenas la


denominan Ayacucho. Es un área de suave declive que prolonga las faldas del cerro
Condorcunca (cuello de cóndor), montaña que se destaca en el Ande de esa región.
Descendiendo de las faldas de este cerro de este a oeste y continuando por la
pampa, que tiene una longitud de 1,600 m, se llega al pueblo de artesanos de La
Quinua, situado al término de la pendiente. En la parte más ancha la pampa tiene
600 m y se encuentra limitada al norte por un barranco, y al sur por una abrupta
quebrada. En la época de la batalla y a mitad de la pampa, existían enormes
piedras, producto de avalanchas o lloclla, que cortaba el campo de norte a sur.

El virrey La Serna formó su ejército de la siguiente manera:

La división Valdés, a la derecha del Condorcunca.


La división Monet, al centro.
La división Villallobos, a la izquierda, con un escuadrón de caballería a su
flanco.
Colocó su artillería en la cumbre, la misma que debía actuar no bien la infantería
le concediera el terreno apropiado en el llano. Si bien constaba de 14 piezas, solo
seis funcionaron, pues el resto se hallaba desmontado. Los realistas contaban, en
teoría, con una buena posición defensiva pero que debían abandonar para chocar con
los patriotas.

Sucre, por su parte, formó así:

La división La Mar (legión peruana), a su izquierda, frente a Valdés.


La división Lara (colombiana), al centro y un poco a retaguardia, junto con la
caballería.
La división Córdova (colombiana), a la derecha, frente a Villalobos.
Su única artillería que no había perdido era un cañón de a cuatro. El jefe de
Estado Mayor era el general Agustín Gamarra (peruano). El jefe de la caballería era
Guillermo Miller.

Al amanecer del 9 de diciembre de 1824 todo estaba listo para librarse la batalla
final por la independencia del Perú. Efectivamente, las fuerzas del virrey La Serna
constituían el último ejército español de importancia que aún se batía en el
continente bajo las banderas del rey de España. Sucre arengó a sus soldados con
estas palabras:

«De los esfuerzos de hoy pende la suerte de la América del Sur, otro día de gloria
va a coronar vuestra admirable constancia. ¡Soldados!: ¡Viva el Libertador! ¡Viva
Bolívar, Salvador del Perú!»

El plan de los realistas, concebido por el general Canterac, consistía en que


Valdés empezara embistiendo contra la izquierda patriota, es decir, contra la
Legión Peruana, para hacerla retroceder y envolverla, pasando seguidamente a atacar
por el flanco y la retaguardia al resto del ejército patriota. Simultáneamente,
Villalobos atacaría contra la derecha patriota, mientras Monet lo haría por el
centro, para atrapar al adversario y liquidarlo en una especie de operación de
tenazas.

Pintura que representa la batalla de Ayacucho.


La batalla se inició a las diez de la mañana. Como consecuencia del plan seguido
por los españoles, la Legión Peruana de La Mar fue la que afrontó el ataque más
fuerte de los realistas, a manos de la división Valdés. La Mar y sus bravos
soldados resistieron a pie firme, pero cuando empezaron a ceder y requerir auxilio,
Sucre les envió dos batallones para sostenerlos. La Legión Peruana pudo entonces
contener a Valdés, lo que fue un hecho crucial para el resultado final de la
batalla.

En el otro flanco, el coronel español Joaquín Rubín de Celis, que mandaba el


Regimiento primero del Cuzco, y que debía proteger el emplazamiento de la
artillería, que descendía despiezada y cargada en sus mulas, se adelantó
impetuosamente al llano prematuramente, interpretó defectuosamente órdenes directas
del Virrey "se arrojó solo y del modo más temerario al ataque" donde su unidad fue
destrozada y él mismo muerto. Al mismo tiempo, Sucre ordenó avanzar a Córdova,
quien al grito lacónico de «¡Adelante! ¡Armas a discreción! ¡Paso de vencedores!»,
y convenientemente reforzado por caballería, inició un contraataque que desorganizó
la izquierda realista al mando de Villalobos, llegando hasta el Condorcunca.

La caballería española descendía al llano pero poder sin formar eran acometidos
sable en mano por la caballería de Miller. Empezó entonces el repliegue de los
realistas. Canterac no consiguió rehacer la línea. La Mar se repuso y, a su vez,
avanzó contra Valdés, quien resistió desesperadamente. El virrey La Serna, que
bregó en el campo, resultó herido y cayó prisionero. Canterac asumió entonces el
mando.

La batalla terminó en la cima del Condorcunca a la una de la tarde, con una


completa victoria de los independientes.

Obelisco en Pampa de Quinua, Ayacucho, Perú. En honor y reconocimiento a los


combatientes independentistas de la batalla.
La batalla fue sangrienta. Los realistas tuvieron 1800 muertos y 700 heridos,
quedando prisioneros entre 3000 y 2000 combatientes. Los patriotas tuvieron 370
muertos y 609 heridos. La cuarta parte de los combatientes resultaron muertos o
heridos, lo que nos da una idea de la fiereza de la lucha. A Canterac, Valdés y a
los altos jefes españoles, no les quedó otro recurso que aceptar la oferta de
honrosa capitulación que La Mar les hizo llegar. La rebelión de Pedro Antonio
Olañeta en la retaguardia hacía que la retirada fuese impracticable.

En teoría, en Ayacucho combatieron en filas patriotas unos 4.000 colombianos y unos


1500 peruanos (más una escasa fracción de chilenos y rioplatenses). Sin embargo,
hay que tener en cuenta que las bajas en los escuadrones o batallones colombianos
eran cubiertas con los naturales del país, por lo que el número de peruanos debió
ser más elevado.63

La Capitulación de Ayacucho
Artículo principal: Capitulación de Ayacucho

Capitulación de Ayacucho, óleo del pintor peruano Daniel Hernández.


A pesar de que la firma de la Capitulación de Ayacucho, tiene fecha 9 de diciembre
de 1824, la realidad es que las deliberaciones duraron dos días, sellándose
definitivamente con este documento la independencia de América.64 En esta
capitulación se establece la rendición de los realistas. Con este objetivo, se
acordó la formación de comisiones mixtas para la transferencia del poder y de la
administración y para la entrega de todas las instalaciones militares, con sus
parques, maestranzas, almacenes, caballos y demás instrumentos y armamento, desde
los Castillos del Callao y Ayacucho hasta Desaguadero.

La segunda parte de la Capitulación establece una serie de concesiones a los


realistas. Por ejemplo, a todos los militares realistas que pretendieran regresar a
España se les pagaría el pasaje correspondiente. Mientras permanecieran en el Perú,
el gobierno patriota debería pagar por lo menos la mitad de sus sueldos. Las
propiedades muebles e inmuebles de los españoles residentes en Perú, serían
respetadas, así como sus grados militares, pudiendo ser asimilados al Ejército del
Perú. El gobierno peruano, también se comprometió a pagar todo el gasto que habían
hecho los realistas en la manutención de la campaña militar contra los patriotas.

Las consecuencias de la Capitulación de Ayacucho, fueron varias; pero las más


saltantes, son:

1º La Independencia del Perú y de toda América.


2º Desaparición del ejército realista, que había permanecido durante 14 años como
una poderosa cuña, apuntando y amenazando la reciente y precaria independencia de
los países americanos que lo hicieron antes de 1821.
3º España, finalmente, a pesar de haber sido derrotada, logró hacer que se le
reconozca “gastos de guerra” (la llamada deuda de la Independencia, que el Perú
nunca pagaría).
Últimos focos de resistencia española
Campaña del Alto Perú
Artículo principal: Campaña de Sucre en el Alto Perú

Alto Perú de John Pinkerton.


Pero en el Alto Perú se encontraba el general español Pedro Antonio Olañeta, quien
no aceptó ni la Constitución de Cádiz ni la la Capitulación de Ayacucho y anunció
su deseo de seguir batiéndose por el rey absoluto. Sucre abrió entonces campaña en
dicho territorio, cruzando el río Desaguadero con las división de Córdova y la
división del Perú del ejército libertador.65 Depósitos y agrupaciones realistas
capitularon en los pueblos unas tras otras por el camino. La guerra regular en el
Alto Perú terminó con el combate de Tumusla, donde el mismo Olañeta resultó
victimado en una balacera desatada por sus propios soldados.66

El gobierno del Perú (lo mismo que el rioplatense el 9 de mayo de 1825), emitió un
decreto donde pidió la delimitación de la fronteras y también dejó en libertad a
Simón Bolívar para resolver la pertenencia del Alto Perú a la Argentina o el Perú,
o la independencia de Bolivia que fue lo que finalmente ocurrió.6768

Resolución del Congreso constituyente del Perú se deja al juicio del Libertador el
establecimiento de un gobierno provisorio en las provincias indemnización para el
caso de que las Altas queden separadas de las del Perú. Decreto del 23 de febrero
de 1825:

artículo 3º: que si verificada la demarcación según el artículo constitucional


resultaren las provincias Altas separadas de esta república el gobierno a quien
pertenecieren indemnizará al Perú los costos causados en emanciparlas.
El castillo del Callao y la isla de Chiloé
Artículo principal: Segundo sitio del Callao
Artículo principal: Conquista de Chiloé

Plano de la Plaza del Callao que representa la posición y trabajos del Ejército
sitiador y el de su escuadra bloqueadora por fin del sitio que terminó en 23 de
enero de 1826.
Bolívar ordenó a Sucre que se ocupara de la negociación de la isla de Chiloé y del
Callao en la capitulación de Ayacucho, pero Canterac se negó rotundamente a incluir
Chiloé en la capitulación, para no sumar más hechos negativos a su derrota en
Ayacucho y porque no le obedecerían. Lo mismo con el Castillo del Callao. Lo único
que se acordó con Canterac fue que el poderoso navío Asía abandonase el Pacífico
poniendo rumbo a Manila.69 Así que los dos únicos bastiones que restaban del
Virreinato del Perú quedaron desconectados y aislados. Mientras la isla de Chiloé
resistía al frente de Antonio Quintanilla, como gobierno militar aislado, otro
militar español se negó a acatar los términos secretos de la capitulación de
Ayacucho, que dejaba fuera de la capitulación a los defensores del Callao, fue José
Ramón Rodil quien, al mando de la Fortaleza del Real Felipe, se mantuvo tercamente
leal al rey de España. Como recordaremos, dicha fortaleza había vuelto a poder
realista en febrero de 1824 y había servido de refugio a la población limeña que
huía de la represión patriota, entre ellos el presidente peruano José Bernardo de
Tagle y su familia. Bolívar acentuó el sitio de dicho bastión, cortándole todo
género de suministros, tanto por tierra como por mar. Tras meses de empecinada
resistencia, recién el 23 de enero de 1826, Rodil aceptó capitular, entregando la
Fortaleza a las fuerzas sitiadoras del general colombiano Bartolomé Salom. De 6 mil
refugiados limeños, entre militares y civiles, mujeres y niños, salieron después de
la rendición apenas unas centenas, en su mayoría militares. Fueron los únicos
sobrevivientes de una acción desesperada. De ese grupo, solo 400 eran militares que
partieron a tambor batiente llevando sus banderas, se trata de los regimientos
realistas de Arequipa y Real de Lima. El general Rodil, el último paladín de los
realistas en Sudamérica, se embarcó hacia España en la fragata inglesa Briton. De
esta manera tan agónica culminaba el sangriento proceso independentista de la
América española.70

Fin de la guerra y acontecimientos posteriores


Artículo principal: Guerra de Iquicha (1825-1828)
El 4 de septiembre de 1826, Bolívar se embarcó en el bergantín "Congreso" con
dirección a Colombia y no regresó más al Perú. La guerra de guerrillas se mantuvo
latente sin embargo en los Andes tras la caída de los bastiones españoles del
Callao y Chiloé. El caudillo Antonio Huachaca lideró la resistencia guerrillera que
en 1827 derrotó al batallón de Pichincha conocida como rebelión de Iquicha.
Finalmente fue vencido y no tuvo apoyo exterior.

El pago de la deuda de la independencia

El Presidente del Perú Ramón Castilla, durante su primer gobierno el Perú iniciaría
el pago de la deuda.
Consumada la independencia del Perú, quedó pendiente el pago de la deuda que este
país había contraído con Chile y la Gran Colombia, a cuenta de los gastos hechos
por estos países en la organización de las campañas militares de la última fase de
la independencia (es decir, las expediciones libertadoras de San Martín y Bolívar).
Con España también había una deuda pendiente, de acuerdo a lo estipulado en la
Capitulación de Ayacucho. Otro rubro era la deuda con Inglaterra, contraída también
durante el proceso de la independencia y que al permanecer impaga había crecido
excesivamente, por los intereses acumulados.71 De otro lado, existía una deuda
interna con particulares que habían aportado, en especie o en dinero, a favor de
las campañas independentistas.72

Por el Tratado de Guayaquil del 22 de septiembre de 1829, el gobierno peruano


ratificó su compromiso de pagar la deuda a la Gran Colombia, pero al fraccionarse
esta entidad en tres países (Ecuador, Nueva Granada y Venezuela), quedaron
suspendidas las negociaciones.73 En cuanto a la deuda con Chile, esta se vio
incrementada con los montos que este país exigió por las campañas restauradoras de
1838-1839, las mismas que habían puesto fin a la Confederación Perú-Bolivia.71
El pago de la cuantiosa deuda de la independencia peruana se fue prorrogando, hasta
que, bajo el primer gobierno de Ramón Castilla (1845-1851), al contar con una
holgura fiscal producto de las rentas del guano, se resolvió de una vez
cancelarlas. Se empezó con el pago de la deuda interna, conocida con el nombre de
"consolidación de la deuda interna", lo que originó un tremendo escándalo de
corrupción, que estallaría en el gobierno siguiente. Luego, por una ley de 1848,
Castilla ordenó el pago de la deuda a todos los países, menos a España, hasta que
este país reconociera la independencia del Perú. Hubo, sin embargo, voces
discrepantes dentro del Perú, de quienes se oponían a realizar tales pagos, ya que
al haber sido la campaña de la independencia una empresa mancomunada, en la que
cada nación aportó de su parte en la consecución de un fin común, el Perú no debía
dar ya más de lo que había dado, pues su aporte en recursos humanos y materiales
había sido tan importante como la del resto de los países. Sin embargo, en el
gobierno de entonces primó la idea de cancelar las deudas, pues había contratos
firmados, que se debían honrar, ya que era una manera de cimentar la confianza
internacional en el país.

Con Chile se firmó una convención el 12 de septiembre de 1848, en la que se acordó


como toda y única deuda el monto de 4 millones de pesos, los que se fueron pagando
hasta 1856, con los intereses correspondientes.74

Con los países de la antigua Gran Colombia se reiniciaron también las


negociaciones, las cuales concluyeron en 1853, bajo el gobierno de José Rufino
Echenique. Inicialmente, la demanda colombiana fue de más de 11 millones de pesos
como deuda global, pero luego quedaron reconocidos a favor de Nueva Granada y del
Ecuador 2 860 000 pesos.73 Con Venezuela se firmó un convenio aparte,
reconociéndose su deuda en 855 000 pesos. El pago se hizo en los años siguientes.
El Perú abonó, pues, 3 715 000 pesos a las tres Repúblicas grancolombianas.74

También se pagó a los herederos de Bolívar la suma de un millón de pesos, decisión


originada por una controvertida ley del Congreso Constituyente de 1825, que de esa
manera había premiado al libertador en medio de la algarabía suscitada por el
triunfo de Ayacucho.74

Y con respecto a la deuda con España, si bien este país exigió su pago durante la
crisis que desembocó en la guerra hispano-sudamericana (1865-1866), ella no se
pagó, ni se la volvió a mencionar en el tratado definitivo de paz firmado entre
ambas naciones en 1879.

Tratado de paz y amistad

Después de la guerra hispano-sudamericana, el Perú y España firmaron el Tratado de


París de 1879 en donde la nación peninsular reconocía la existencia de la república
americana.
Estados Unidos, Inglaterra y las potencias continentales europeas, principalmente
Francia, se disputaban el nuevo equilibrio del poder Atlántico, un drástico cambio
político y comercial, mediante el reconocimiento de las nacientes repúblicas tras
su separación de España.

El rey español Fernando VII muere en 1833 y el parlamento español el 4 de diciembre


de 1836 renuncia de todo derecho de soberanía sobre América continental y autoriza
a sus gobiernos para sellar tratados de paz y amistad con las nuevas repúblicas
reconociendo su independencia. Sin embargo, debido a distintos desencuentros,
España concluirá el tratado con el Perú en fecha de 14 de agosto de 1879, mediante
la firma en París del Tratado de Paz y Amistad España-Perú, por parte de España lo
hace el Marqués de Molíns y Mariano Roca de Togores, y por el Perú, Juan Mariano de
Goyeneche y Gamio, conde de Guaqui. España envía como su primer embajador en Lima a
Emilio de Ojeda.75
Véase también
Historia del Perú
Ejército Unido Libertador del Perú
Primer Congreso Constituyente del Perú de 1822
Capitulación de Ayacucho
Declaración de Independencia del Perú
Guerra de Independencia de Maynas
Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia
Fiestas Patrias en Perú
Notas
En plena convulsiones por las Guerras de independencia hispanoamericanas, la
corona española peninsular otorgó el control total del Virreinato del Perú sobre
todo el territorio del Imperio español en América del Sur, por lo cual las regiones
de la Provincia de Quito (Nueva Granada), Provincia de Charcas (Río de la Plata) y
Gobierno de Chiloé (Chile) que aun seguían luchando contra las fuerzas
independentistas quedaban subordinadas a las autoridades de Lima, como consecuencia
los combates y batallas en dichos territorios automáticamente pasaron a formar
parte de la guerra de independencia peruana.
Referencias
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combatientes en Chiloé
regimiento fijo Buenos Aires y combatientes del Alto Perú
regimiento Numancia y combatientes de Quito
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revolucionarios de las Trece colonias. Igualmente Napoleón Bonaparte llamaría
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