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A principios del siglo XIX se produce la invasión francesa a España, los reyes
españoles Carlos IV y su hijo Fernando VII fueron secuestrados por el emperador
francés Napoleón Bonaparte y abdicaron al trono a su favor, quien cedió la corona a
su hermano, José Bonaparte. Como consecuencia de la ocupación francesa se produjo
el levantamiento de España y se crean juntas autónomas de gobierno en diversos
puntos de la América española que disputaban la hegemonía sin pretender cambiar el
orden colonial. Fue entonces que el virrey Abascal hizo del Ejército Real del Perú,
y del virreinato peruano, la base de la contrarrevolución frente a los
revolucionarios en el Alto Perú, Quito, Chile y el Río de la Plata. Las primeras
rebeliones autónomas peruanas surgieron en 1811 en el contexto de descontento
indígena y colaboración criolla con la revolución rioplatense. La insurgencia
peruana puso en rebelión el interior del país, si bien los múltiples levantamientos
de Tacna, Huánuco, Huamanga, Cuzco, Apurimac y otras no lograron alcanzar la
libertad del país, no obstante se mantuvieron los movimientos insurgentes de
guerrillas y montoneras a la llegada de las corrientes libertadoras.
Índice
1 Antecedentes
2 Guerra de Independencia hispanoamericana (1810 - 1830)
3 Primera parte: levantamientos autónomos del Perú
3.1 Tacna y las expediciones rioplatenses al Alto Perú
3.1.1 Primera revuelta de Tacna de 1811
3.1.2 Segunda revuelta de Tacna de 1813
3.2 Rebelión de Huánuco de 1812
3.3 Rebelión del Cuzco de 1814
3.3.1 Expedición al Alto Perú
3.3.2 Expedición a Huamanga
3.3.3 Expedición a Puno y Arequipa
3.4 Rebelión de Aymaraes de 1818
4 Segunda parte: corrientes libertadoras de América
4.1 La corriente libertadora del Sur y el surgimiento de la República Peruana
(1820 - 1823)
4.1.1 Expedición de William Brown al Pacífico
4.1.2 Expediciones de Thomas Cochrane
4.1.3 José de San Martín y la expedición libertadora del Perú
4.1.3.1 Desembarco en Paracas
4.1.3.2 Las conferencias de Miraflores
4.1.3.3 Rebelión de Guayaquil
4.1.3.4 Inicio de la campaña militar del Perú (Campaña de Ica)
4.1.3.5 Primera expedición de Arenales a la sierra
4.1.3.6 Campaña del Norte peruano
4.1.3.7 Segunda expedición de Arenales a la sierra
4.1.3.8 El motín de Aznapuquio
4.1.3.9 Conferencias de Punchauca
4.1.4 La ocupación de Lima por los patriotas
4.1.4.1 Proclamación de la independencia del Perú
4.1.4.2 El Protectorado del Perú
4.1.4.3 Independencia de Maynas
4.1.4.4 Campaña de Canterac sobre el Callao
4.1.4.5 El retiro del almirante Cochrane
4.1.4.6 Conjura de los oficiales patriotas contra San Martín
4.1.4.7 Desastre de La Macacona
4.1.4.8 Campaña auxiliadora de la independencia de Quito
4.1.4.9 Entrevista de Guayaquil
4.1.5 San Martín abandona el Perú (Primer Congreso Constituyente)
4.1.5.1 Gobierno de la Suprema Junta Gubernativa
4.1.5.2 Primera Campaña de Intermedios
4.2 La corriente libertadora del Norte y la consolidación de la independencia
(1823 - 1826)
4.2.1 José de la Riva Agüero y el motín de Balconcillo
4.2.1.1 Disolución de la Junta y elección de Riva Agüero
4.2.1.2 Gobierno de José de la Riva Agüero
4.2.1.3 Segunda Campaña de Intermedios
4.2.1.4 Pugna con el Congreso
4.2.1.5 El labor patriótica de José Olaya
4.2.2 Bolívar es invitado a consolidar la independencia del Perú (Dictadura
Bolivariana)
4.2.2.1 La sublevación del Callao y la ayuda de los Montoneros
4.2.2.2 Campaña y Batalla de Junín
4.2.2.3 El avance patriota hacia el sur
4.2.2.4 El contingente y las armas de ambos ejércitos
4.2.2.5 La marcha hacia los campos de Ayacucho
4.2.2.6 La Batalla de Corpahuaico o Matará
4.2.2.7 Movimientos preliminares
4.2.2.8 Batalla de Ayacucho
4.2.2.9 La Capitulación de Ayacucho
4.3 Últimos focos de resistencia española
4.3.1 Campaña del Alto Perú
4.3.2 El castillo del Callao y la isla de Chiloé
4.3.3 Fin de la guerra y acontecimientos posteriores
5 El pago de la deuda de la independencia
6 Tratado de paz y amistad
7 Véase también
8 Notas
9 Referencias
10 Bibliografía
11 Enlaces externos
Antecedentes
Véase también: Protestas y rebeliones del siglo XVIII
Algunos de los primeros conquistadores españoles que exploraron el Perú hicieron
los primeros intentos de independencia de la corona española. Intentaron liberarse
del Virreinato, que gobernaba en nombre del rey de España. A lo largo del siglo
XVIII, hubo varios levantamientos indígenas contra el dominio virreinal y su trato
por parte de las autoridades coloniales. Algunos de estos levantamientos se
convirtieron en verdaderas rebeliones. Las Reformas Borbónicas acrecentaron el
malestar, y la disidencia tuvo su estallido en la rebelión de Túpac Amaru II que
fue reprimida, pero la causa fundamental del descontento de los indígenas
permaneció latente.
Juan José Crespo y Castillo, uno de los líderes de la rebelión de Huánuco de 1812.
La rebelión indígena de Huánuco del 22 de febrero de 1812 se dirigió contra el
régimen colonial. Las tropas del virrey se organizaron en Cerro de Pasco y se
dirigieron a Huánuco, donde se produjo la batalla de Ambo el 5 de marzo de 1812. El
intendente de Tarma José González Prada reconquistó Ambo el 10 de marzo con un
contingente colonial. Los rebeldes abandonaron Ambo y Huánuco; los realistas
entraron a ambas ciudades el 19 de marzo de 1812. González Prada salió de la ciudad
en persecución de los insurrectos, que contaban con 2000 hombres. Los indígenas se
dispersaron y los cabecillas fueron capturados por González Prada, entre ellos, a
Juan José Crespo y Castillo, al curaca Norberto Haro y al alcalde pedáneo de
Huamalíes, José Rodríguez, quienes fueron enjuiciados sumariamente y ejecutados con
la pena del garrote. A otros sublevados se les desterró y muchos fueron puestos en
prisión.
Los hermanos Angulo: José, Vicente y Mariano Angulo, líderes de la Rebelión del
Cuzco de 1814.
En 1814, se produjo la Rebelión del Cuzco que abarcó el sur del virreinato del
Perú. La rebelión de 1814 se inició con la confrontación política entre el Cabildo
Constitucional y la Real Audiencia del Cuzco: el primero era percibido como pro
americano y el segundo como pro peninsular. A raíz de este enfrentamiento, fueron
encarcelados los hermanos Angulo a fines de 1813. Para agosto de 1814, los hermanos
Angulo y otros criollos escaparon y tomaron el control de la ciudad del Cuzco. En
esos momentos, ya se habían aliado con el brigadier y cacique de Chincheros, Mateo
Pumacahua. Este último personaje fue uno de los grandes defensores de la monarquía
española durante la rebelión de Túpac Amaru II y comandante de los indígenas
realistas en la batalla de Guaqui; sin embargo, había cambiado su postura
beligerante movido por imposición del virrey Abascal de no garantizar el
cumplimiento de la Constitución de Cádiz de 1812 en el virreinato del Perú.
Expedición a Huamanga
La segunda sección patriota marchó a Huamanga, bajo el mando del argentino Manuel
Hurtado de Mendoza, que tenía por lugartenientes al clérigo José Gabriel Béjar y a
Mariano Angulo y llegaron a la plaza de la ciudad el 20 de septiembre. Días antes
se desarrolló en esa ciudad el levantamiento de cientos de mujeres campesinas el
cuartel de Santa Catalina (actual Centro Artesanal Soshaku Nagase) lideradas por
Ventura Ccalamaqui, en apoyo a la causa. Hurtado de Mendoza ordenó marchar a
Huancayo, ciudad que tomaron pacíficamente. Para enfrentarlos el virrey Abascal
envió desde Lima al regimiento español Talavera, bajo el mando del coronel Vicente
González. Se produjo la batalla de Huanta, el 30 de septiembre de 1814; las
acciones duraron tres días, luego de los cuales los patriotas abandonaron Huamanga.
Se reorganizaron en Andahuaylas y volvieron a enfrentarse a los realistas el 27 de
enero de 1815, en Matará, donde fueron nuevamente derrotados. Los patriotas
volvieron a reorganizarse gracias a las guerrillas formadas en la provincia de
Cangallo. Entre tanto, el argentino Hurtado de Mendoza conformó una fuerza con 800
fusileros, 18 cañones, 2 culebrinas (fundidas y fabricadas en Abancay) y 500
indios. Estas fuerzas estuvieron bajo el mando de José Manuel Romano, apodado
“Pucatoro” (toro rojo). Debido a la traición de José Manuel Romano sobre Hurtado de
Mendoza, a quien dio muerte y rindió a los realistas, los patriotas se dispersaron
y los cabecillas de la revuelta fueron capturados. Las traiciones fueron un hecho
común en las rebeliones independentistas de toda América. Las biografías de los
actores sociales muestran que los cambios de bandos no eran extraños. En el caso de
los líderes locales, sus filiaciones políticas estaban vinculadas a los conflictos
locales que se expresaban en una mayor dimensión. Los hermanos Angulo, Béjar, Paz,
González y otros sublevados fueron capturados, llevados al Cuzco y ejecutados
públicamente el 29 de marzo de 1815. La Corona tenía la política del escarmiento
público como un mecanismo para intimidar a la población y evitar futuros
alzamientos.
Las tropas realistas, al mando del general Juan Ramírez Orozco, ingresaron a
Arequipa el 9 de diciembre de 1814. Luego de reponer fuerzas y de reforzar su
milicia, el general Ramírez salió de Arequipa en busca de los patriotas en febrero
de 1815. Dejó como gobernador al general Pío Tristán. Ambos ejércitos, el realista
y el patriota, se desplazaron cautelosos por diversos parajes de los Andes,
buscando un lugar propicio para el enfrentamiento. El 10 de marzo de 1815, se
encontraron cerca de Puno, en la batalla de Umachiri, saliendo vencedores los
realistas. El triunfo realista se debió al correcto equipamiento y mayor disciplina
de sus tropas. Hubo más de un millar de muertos en el curso de la batalla. Entre
los patriotas capturados estuvo el célebre poeta Mariano Melgar, quien fue fusilado
en el mismo campo de batalla. Pumacahua fue apresado en Sicuani, donde fue
sentenciado a morir decapitado, pena que se cumplió el 17 de marzo.
Rafael del Riego conduciendo a las tropas expedicionarias sublevadas en el año 1820
y con ello desapareció la amenaza de invasión española del Río de la Plata y
Venezuela. Esto posibilitó la convergencia de las corrientes libertadoras al Perú.
La segunda fase de la independencia (1820-1824) o de las corrientes libertadoras de
América, ahora identificada con la Patria, y sus partidarios, los Patriotas, con la
Soberanía, pero no como referencias al territorio nacional del Perú. Comienza con
la llegada de la Expedición Libertadora de José de San Martín (corriente
libertadora del sur) y concluye, por el arribo al Perú del Libertador Simón Bolívar
(corriente libertadora del norte), periodo en el que se consigue la derrota
definitiva de las fuerzas virreinales.
En enero de ese año, Cochrane hizo una primera expedición a las costas peruanas,
bombardeando y bloqueando el puerto del Callao, arrebatando varios buques a los
españoles y encerrando el resto en ese puerto. También pasó por Huacho, Huaura,
Supe (cuyo cabildo se declaró por la independencia), Huarmey y Paita, para tomar
provisiones y buscar la adhesión de sus pobladores a la causa patriota. Cochrane
regresó a Valparaíso en junio.
Se embarcó en una segunda expedición en septiembre del mismo año, en que volvió a
bloquear el Callao, y continuó sobre otros puntos, destacando entre ellos Pisco y
Guayaquil. De regreso a las costas de Chile se dirigió al sur con el objeto de
atacar los enclaves españoles de Valdivia y Chiloé, logrando conquistar el primero.
En esta acción se destacó el subteniente peruano Francisco de Vidal, que se había
unido a Cochrane durante sus expediciones a las costas peruanas, y que sería
llamado como el “primer soldado del Perú”.19 Por último, Cochrane procedió a atacar
Chiloé pero fracasó, siendo derrotado por Antonio de Quintanilla. Luego de estas
acciones, Cochrane fondeó en Valparaíso a mediados de febrero de 1820 para formar
parte de la Expedición Libertadora del Perú como jefe de la escuadra del gobierno
de Chile, que transportaría y apoyaría al ejército al mando del general José de San
Martín.20
El operativo inicial del general San Martín estaba demostrando en la práctica que
el plan para liberar al Perú, bastión del colonialismo, estaba bien concebido. Tras
rebelión del Trienio Liberal y la desarticulación de la Grande Expedición de
Ultramar, sin la llegada de estos ingentes refuerzos, los españoles no tenían una
escuadra bien equipada, por lo que la expedición de Cochrane frente a la costa
peruana mostró eficiencia y causó temor a los realistas. San Martín preparó así con
mayor seguridad su expedición al Perú. Para atraer a la aristocracia peruana, sobre
todo la limeña y la trujillana, San Martín les ofreció establecer un reino
independiente en el Perú, cuyo trono sería ocupado por un miembro de la casa real
española u otra europea, sin cambiar las estructuras sociales, incluso manteniendo
al mismo ejército realista. Dicha opinión no la cambiaría nunca, porque estaba
convencido de su aplicabilidad, ya que todos los países europeos se regían por
monarquías normalmente en ese entonces.
Desembarco en Paracas
Artículo principal: Desembarco de San Martín
El 21 de agosto de 1820, se embarcó el Ejército Libertador del Perú, conformado por
una fuerza combinada de chilenos y rioplatenses, que sumaban 4118 efectivos. Salió
de Valparaíso con ocho buques de guerra con 247 cañones y víveres para seis meses,
tripulados por 1600 marineros y soldados, y 16 transportes con más de siete mil
toneladas y once lanchas cañoneras. El 7 de septiembre el Ejército Libertador
inició el desembarco en Paracas. Ocupó Pisco el 8 de septiembre. Tomado el puerto
de Pisco, San Martín dirigió una proclama para que sus tropas no cayeran en abusos,
con líneas principistas, como las siguientes:
1º Todo el que robe o tome por violencia de dos reales por arriba, será pasado por
las armas, previo proceso verbal que está observado en el ejército.
2º Todo el que derrame una gota de sangre fuera del campo de batalla, será
castigado con la pena del Talión.
3º Todo insulto contra los habitantes del país, sean europeos o americanos, será
castigado hasta con la pena de la vida, según la gravedad de las circunstancias.
4º Todo exceso que ataque la moral pública o las costumbres del país, será
castigado en los mismos términos que previene el artículo anterior”.
Posteriormente, un destacamento del ejército libertador, tomó posesión de la ciudad
de Chincha, al norte del puerto de Pisco.23
Pezuela ratificó el armisticio a las ocho de la noche. Luego, se dio inicio a las
Conferencias.
No se logró ningún acuerdo porque los puntos de ambas partes eran inconciliables.
Por el lado español se intentó que los patriotas reconocieran la autoridad del Rey
de España bajo el amparo de la Constitución liberal de 1812 que acababa de jurar.
San Martín, por su parte, exigió el reconocimiento incondicional de la
independencia de América.
Lo más interesante de estas Conferencias, fue lo que propuso muy reservadamente San
Martín, por intermedio de sus delegados, acerca de la instalación de una Monarquía
Constitucional en el Perú independiente, con un príncipe español a su cabeza. El
Virrey eludió dar una respuesta, pues era un tema que solo competía decidir a la
corte de Madrid.
El resultado de estas negociaciones lo leemos del oficio que San Martín dirigió a
Pezuela el 4 de octubre de 1820:
“Son las 6 de la tarde y esta mañana llegaron mis diputados por cuyo conducto quedo
instruido de las proposiciones a que se han extendido los de V.E. Nunca esperé
después de las protestas pacíficas en que abundaban las comunicaciones de V.E. que
el resultado de las aperturas fuese tan diametralmente opuesto a mis más sinceros
deseos, suficientemente manifestados por mis diputados. Pero ya que ha sido
imposible conciliar las ideas de V.E. con las intenciones de América en general,
con las del gobierno de Chile y las de las Provincias Unidas y con el honor del
ejército que mando, me es sensible verme en la necesidad de librar al éxito de mis
armas, el destino de los pueblos, cuya independencia he venido a proteger”.
Rebelión de Guayaquil
Véase también: Independencia de Guayaquil
El día 10 de octubre de 1820, el Cabildo abierto de Guayaquil proclamó su
independencia, declarándose integrante del Perú. Guayaquil fue liberada del dominio
español gracias a la sublevación de la guarnición de la ciudad formada por el
regimiento llamado de "Granaderos de Reserva" integrado por realistas peruanos
originarios del Cuzco y que estaban al mando de su jefe el Teniente Coronel
Gregorio Escobedo. El territorio más tarde se declara Provincia Libre de Guayaquil
y tras la ocupación por el ejército de la Gran Colombia y la entrevista de
Guayaquil pasa a formar parte de dicho país.
Arenales se dirigió primero a la ciudad de Ica. Esta ciudad estaba guarnecida por
800 soldados realistas al mando del coronel Químper. En la madrugada del 6 de
octubre, cuando estaba cerca de la ciudad de Ica, Arenales recibió a dos compañías
del ejército de Químper que deseaban pasarse al lado patriota. También se enteró
que Químper se había fugado con el resto de su ejército, hacia el oriente.
La escuadra chilena del almirante Thomas Cochrane bloqueando por tercera vez el
puerto del Callao.
El motín de Aznapuquio
Artículo principal: Pronunciamiento de Aznapuquio
En diciembre de 1820, Pezuela se decidió a tomar la ofensiva contra San Martín.
Nombró a José de La Serna comandante en jefe del ejército realista. Pero entre
ambos había una antigua enemistad, que se había acrecentado por su divergencia en
la estrategia empleada en la guerra contra los patriotas. Esta divergencia
repercutió entre los oficiales realistas, y fue astutamente azuzada por los
patriotas, hasta que el 29 de enero de 1821, los oficiales del ejército realista
acantonado en Aznapuquio (entre los que estaban José de Canterac, Antonio Seoane,
Andrés García Camba, José Ramón Rodil y Jerónimo Valdés) presentaron al virrey un
petitorio firmado por todos ellos, solicitándole que renunciara al mando en el
término de cuatro horas, y que abandonara el país. Ante la imposibilidad de
resistir, Pezuela aceptó las exigencias de los sublevados, y La Serna fue nombrado
virrey en su reemplazo, nombramiento que recibió la aprobación del ejército, y que
fue más tarde ratificado por el rey.293031
Conferencias de Punchauca
Artículo principal: Conferencias de Punchauca
Óleo de Juan Lepiani que representa la entrevista de Punchauca, entre el virrey del
Perú José de la Serna y el Libertador José de San Martín.
En abril de 1821, el virrey de La Serna, mal de su grado, pero obligado por las
instrucciones traídas desde España por el comisionado Abreu, en el sentido de
llegar a un acuerdo pacífico con los patriotas, invitó oficialmente a San Martín a
entrar en negociaciones, lo que el general argentino aceptó. Como sede de estas
reuniones se designó la casa hacienda Punchauca, situada a 25 km al norte de Lima,
en la jurisdicción de Carabayllo.
En la primera fase de estas conferencias, se reunieron los delegados de San Martín:
Tomás Guido, Juan García del Río y José Ignacio de la Roza; y los delegados del
virrey: Manuel de Llano y Nájara, José María Galdeano y Mendoza y Manuel Abreu (4
de mayo de 1821). Los delegados patriotas fueron instruidos para que se abstuviesen
de llegar a algún acuerdo en tanto que no fuese reconocida la independencia de las
Provincias Unidas del Río de la Plata, Chile y Perú. Como ya había ocurrido en las
anteriores conferencias de Miraflores, los españoles se mantuvieron inflexibles en
no reconocer la independencia, lo que hacía que ambas partes se enquistaran en
posiciones insalvables. Se decidió solo un armisticio de 20 días y se programó una
entrevista personal entre los jefes adversarios, es decir entre de La Serna y San
Martín.
Según testimonio del comisionado Abreu, el plan que San Martín expuso al virrey
consistía esencialmente en lo siguiente: que se instalaría una regencia, de la que
de La Serna sería Presidente y que estaría, además, integrada por un vocal nombrado
por el virrey, y otro nombrado por San Martín. Los dos ejércitos beligerantes
deberían unificarse y se declararía la independencia. Luego, San Martín en persona
viajaría a Madrid para solicitar de las Cortes que escogieran a un infante de
España, un príncipe Borbón, que debía ser proclamado Rey del Perú. En un primer
momento, a de La Serna no le pareció inaceptable este plan y consideró incluso la
voluntad de San Martín de ir a España como un gesto de buena voluntad. Al parecer,
esa también fue la primera impresión de sus oficiales, que departieron con los
delegados patriotas en medio de brindis y chanzas. El virrey pidió dos días para
consultar a todos sus oficiales y, según parece, se impuso entonces el criterio de
sus dos oficiales más importantes, Canterac y Valdés, que vieron en el plan de San
Martín solo un pérfido ardid para ganar tiempo. De la Serna se abstuvo de dar una
respuesta a San Martín, aduciendo que no tenía instrucciones para decidir en
asuntos tan trascendentes.
El ejército realista al mando del general José Canterac, ya había dejado Lima,
rumbo a la sierra, el 25 de junio de 1821. En su persecución fue enviado Arenales.
Este destacamento patriota ya estaba a punto de enfrentarse a las fuerzas de
Canterac, pero desistió por órdenes de San Martín. Indudablemente, el general
argentino no deseaba un enfrentamiento frontal con los españoles.
Sobre el ánimo de los limeños al tiempo del ingreso del Ejército Libertador a Lima,
Pedro Escribano, nos dice: «parece mentira. En los días siguientes Lima se fue
reanimando lentamente. Poco a poco la población tomó confianza en los emancipadores
y comprobó que no había razón para el temor. Mucho había pesado, en todo caso, la
mala conciencia»
Por su parte, sobre lo mismo, Basil Hall, dice: «Era inconcebible que tanta gente
pudiera estar encerrada tan largo tiempo sin tentarse siquiera una vez a curiosear,
especialmente cuando el peligro no era inminente o cierto».
Video externo
Así fue la proclamación de la Independencia del Perú (2016) en Youtube (Agencia
Andina de Noticias)
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Fundación Wikimedia.
DESDE ESTE MOMENTO EL PERÚ ES LIBRE E INDEPENDIENTE POR LA VOLUNTAD GENERAL DE LOS
PUEBLOS Y POR LA JUSTICIA DE SU CAUSA QUE DIOS DEFIENDE. ¡VIVA LA PATRIA!, ¡VIVA LA
LIBERTAD!, ¡VIVA LA INDEPENDENCIA!.
José de San Martín. Lima, 28 de julio de 1821.40
Basil Hall, capitán de la marina británica, que por entonces se hallaba en Lima, al
comentar la ceremonia culmina diciendo:
Sus palabras fueron recogidas y repetidas por la multitud que llenaba la plaza y
las calles adyacentes, mientras repicaban todas las campanas y se hacían salvas de
artillería entre aclamaciones como nunca se había oído en Lima.41
Cabe destacar que hay cuestiones históricas que dicen que San Martín ya había
jurado la independencia peruana el 27 de noviembre de 1820 en la ciudad de Huaura
(al norte de Lima), en el denominado Balcón de Huaura, aunque este tema es muy
debatido, lo cierto es que en Huaura el Libertador reorganizó su ejército y comenzó
el plan para el asedio de la capital del virreinato.42
1º Lima, el norte y un sector del centro del país estaban en manos de los
patriotas.
2º Y la sierra sur y centro y el Cusco estaban en manos de los realistas.
Luego, el título de Protector fue cambiado por el de Protector de la Libertad del
Perú. El Perú debe al Protectorado, que duró apenas un año y 17 días, las
siguientes realizaciones político administrativas:
1º En una medida francamente conservadora, San Martín respetó todos los títulos de
la nobleza colonial, cambiando la denominación de Títulos de Castilla por la de
Títulos del Perú.
2º Quedó fundada la Sociedad Patriótica de Lima, con la intención de defender la
instauración de un régimen monárquico peruano, del que San Martín era partidario;
pero, en la práctica, sus integrantes abogaron por el sistema republicano.
3º Se creó la Orden El Sol del Perú para reconocer la labor de los peruanos más
distinguidos y darles un estatus parecidos al de los Títulos del Perú.
4º Una comisión especial, integrada por García del Río y Paroissien, viajó a Europa
por orden de San Martín para buscar un príncipe que viniera al Perú como rey. Estos
dos personajes salieron del Perú en diciembre de 1821 y arribaron a Londres en
septiembre de 1822, época en que se terminaba el Protectorado de San Martín. Aunque
fueron reemplazados por Ortiz de Zevallos y Juan Parish Robertson, en el Perú se
había consolidado la idea del sistema republicano, por tanto, los comisionados
tanto de la primera como de la segunda, fracasaron en su intento.
5º Los primeros miembros del gabinete sanmartiniano fueron: Juan García del Río,
ministro de Relaciones Exteriores; Bernardo Monteagudo, ministro de Guerra y
Marina; e Hipólito Unanue, ministro de Hacienda. El primero era colombiano, natural
de Cartagena de Indias; el segundo, argentino, de la provincia de Tucumán; y el
tercero, peruano nacido en Arica.
6º Prefecto de Lima fue nombrado José de la Riva Agüero, un joven y rico
aristócrata de Lima, que había colaborado intensamente por la causa de la libertad.
Independencia de Maynas
Artículo principal: Guerra de Independencia de Maynas
Sitio donde se libró la batalla de Habana en 1822, mapa del actual departamento de
San Martín.
A pesar del progresivo desmembramiento del Virreinato del Perú en sus principales
zonas de influencia como Lima y Trujillo; la Comandancia General de Maynas seguía
siendo fiel a la corona española y solía ser refugio de varios soldados realistas
que huían de los territorios controlados por los patriotas, Nicolás Arriola —uno de
los militares argentinos que se quedó en Perú para continuar la guerra de
independencia— auspiciado por José Bernardo de Tagle desde Trujillo decidió
comenzar la campaña para expulsar a los últimos españoles que se refugiaban en la
espesura de la selva amazónica, iniciando la guerra el 28 de julio de 1821 desde la
pampa de Higos Urco donde conseguiría sus primeras victorias, en Higos Urco
proclamaría oficialmente la independencia de Maynas el 19 de agosto del mismo año,
posteriormente se alisto para sitiar Moyobamba fracasando por la traición de uno de
sus comandantes que se pasó al bando realista, la campaña desembocaría en una
guerra de guerrillas hasta 1822 donde Arriola vuelve a lanzar un asedio inesperado
para los realista, logrando los patriotas la toma de Moyobamba el 4 de septiembre
donde vuelven a jurar la independencia de Maynas, la guerra termina definitivamente
el 23 de septiembre cuando el ejército patriota logra la victoria en la batalla de
Habana donde se refugiaban grandes cargos españoles que escaparon de Moyobamba.
Posteriormente Maynas estaría durante unos meses controlado de facto por un
gobierno militar provisional patriota autosustentado y dirigido por Nicolás Arriola
que más adelante cedería y reconocería formalmente la soberanía peruana sobre el
territorio que administraba.434445
Canterac partió de Jauja el 25 de agosto de 1821, rumbo al valle del Rímac (Lima y
Callao). En el trayecto sufrió el ataque de los montoneros peruanos, que le
ocasionaron numerosas bajas. Impresionado por este ataque, Canterac dividió sus
fuerzas en dos columnas, una bajo su mando, que marchó por la ruta de San Mateo, y
otra bajo el mando de Lóriga, que siguió la ruta de Lurín. Ambos se encontraron en
Cieneguilla, unos km al sur de Lima. Los realistas se encontraban en condiciones
desastrosas, tanto física como moralmente. En esas condiciones habría sido posible
que los patriotas los acorralaran y exterminaran. No obstante, San Martín, que
desde su emplazamiento estaba al tanto de los movimientos de los realistas, no
quiso atacarlos.
Fue así que, en una maniobra sorprendente, y sin que las tropas patriotas los
obstaculizaran, los realistas de Canterac llegaron hasta el Callao y se encontraron
con las fuerzas del general José de La Mar, que custodiaba la Fortaleza del Real
Felipe (10 de septiembre de 1821). Luego de hacerles conocer las nuevas órdenes del
virrey La Serna, y de entregarles avituallamiento militar, Canterac regresó a la
sierra el 16 de septiembre.
Como a los marinos de su escuadra no se les había pagado desde la salida de Chile,
pese a los reiterados pedidos, Cochrane confiscó el tesoro público que resguardaba
en uno de los navíos, con el cual hizo el pago de los sueldos y los premios, pero
haciendo las cuentas claras y devolviendo a la Casa de Moneda los saldos que
quedaban. No obstante, San Martín se enojó y ordenó a Cochrane que volviera a
Valparaíso. El marino expresó que no le debía obediencia y enfiló su escuadra hacia
el norte, para perseguir al resto de los flota española. Retornó al Callao, en
donde tuvo algunas fricciones. Finalmente, zarpó el 10 de mayo de 1822, para no
volver más al Perú, considerando que su contribución a la causa independentista no
era realmente apreciada ni aprovechada.
Desastre de La Macacona
Artículo principal: Batalla de Ica
El problema mayor para San Martín, era, indudablemente, la guerra contra los
realistas. Hay quienes le han reprochado el no emprender una ofensiva total sobre
los realistas, como lo había hecho en Chile, pero el Libertador tenía sus razones
para proceder así. En primer término, ganar tiempo iba a su favor, ya que el poder
virreinal perdía legitimidad por las controversias entre liberales y absolutistas
del gobierno peninsular. En segundo lugar era consciente de la inferioridad
numérica de sus fuerzas, comparada con la de los virreinales, a los que esperaba
atraer a favor de la independencia. Pero los realistas dominaban el interior del
país, desde Jauja hasta el Alto Perú, y sumaban un total de 23.000 soldados,
mayormente hombres andinos y mestizos reclutados a la fuerza. San Martín solo
contaba con 4.000 efectivos. Un importante triunfo para los patriotas fue la
rendición de las fortalezas del Callao, el 19 de septiembre de 1821, cuyo jefe, el
mariscal peruano José de La Mar, se sumó a la causa patriota. Mientras tanto, el
virrey La Serna reorganizaba sus fuerzas en la sierra central y sur del Perú y en
el Alto Perú, desde donde realizó atrevidas incursiones sobre la costa, que
sorprenden y destruyen un ejército independiente en la batalla de Ica o de La
Macacona, el 7 de abril de 1822.
Entrevista de Guayaquil
Artículo principal: Entrevista de Guayaquil
Entrevista de Guayaquil, entre los libertadores José de San Martín y Simón Bolívar.
San Martín, no pudo, sin embargo, culminar la guerra contra los españoles. Si bien
todo el norte del Perú se había sumado voluntariamente a la causa patriota, el
centro y el sur del país permanecían ocupadas por las tropas virreinales. San
Martín consideró necesaria la ayuda militar externa y en pos de ella fue a
entrevistarse en Guayaquil con Bolívar. En la entrevista de Guayaquil, realizada
entre los días 26 y 27 de julio de 1822, los Libertadores discutieron tres
importantes cuestiones:
La suerte de Guayaquil, que siendo territorio peruano, fue anexado por Bolívar a la
Gran Colombia.
La ayuda que debía prestar Bolívar para el fin común de la independencia del Perú.
La forma de gobierno que debían adoptar las nacientes repúblicas hispanoamericanas.
La entrevista no llegó ningún resultado concreto. En lo que respecta al primer
punto, Bolívar ya había decidido que Guayaquil perteneciera a la Gran Colombia y no
admitió ninguna discusión al respecto. En cuanto al segundo punto, Bolívar ofreció
enviar al Perú una fuerza auxiliar grancolombiana de 2000 hombres, que San Martín
consideró insuficiente. Y en lo referente al tercer punto, Bolívar era
decididamente republicano, contraponiéndose así al monarquismo del Libertador
rioplatense. Desilusionado, San Martín retornó al Perú, ya convencido de que debía
retirarse para dar pase al Libertador del Norte.
José de San Martín se retiró a la Magdalena, en donde tenía una casa de campo.
Acompañado por una pequeña escolta y un ayudante, la misma noche de su renuncia,
montado a caballo, se dirigió a Ancón, al norte de Lima. En la madrugada del día 22
de septiembre, en el bergantín Belgrano, se embarcó rumbo a Valparaíso, Chile.
Mapa de las campañas de independencia en Ecuador, Perú y Bolivia entre 1823 y 1826.
Tras la proclamación de independencia del Perú, el proceso parecía estancado por la
resistencia militar española y la inestabilidad de los primeros gobiernos
independientes. Así, mientras la costa y el norte del Perú eran independientes, la
sierra peruana y el Alto Perú seguían siendo realistas. El virrey La Serna había
establecido su sede de gobierno en el Cuzco. Dos campañas militares emprendidas por
los gobiernos de Lima para acabar el rincón de la resistencia realista en el sur
peruano (Campañas de Intermedios), culminarían en sendas derrotas. La anarquía
amenazaba al naciente Estado Peruano, que vio producirse el primer golpe de estado
de su historia (Motín de Balconcillo).
La crisis se ahondó al ser presentada otra solicitud al Congreso por parte de las
milicias cívicas acuarteladas en Bellavista y una tercera encabezada por Mariano
Tramarría. El día 27 de febrero las tropas se movilizaron desde sus acantonamientos
hasta la hacienda de Balconcillo, a media legua de Lima, desde donde exigieron la
destitución de la Junta. Estos sublevados estaban encabezados por el general Andrés
de Santa Cruz. Fue el primer golpe de estado de la historia republicana peruana,
conocido como el Motín de Balconcillo, con el que se inauguró la sucesión de
gobiernos de facto que jalonaron el transcurso de la vida republicana.47
Riva Agüero no acató tal disposición congresal y se embarcó a Trujillo (norte del
Perú) con parte de las autoridades. Mantuvo su investidura de Presidente, decretó
la disolución del Congreso (19 de julio de 1823) y creó un Senado integrado por
diez diputados. Formó tropas e intentó reforzarlas con los restos de la campaña de
Intermedios. Mientras que en Lima, el Congreso fue nuevamente convocado por el
presidente provisorio Torre Tagle, el 6 de agosto del mismo año. Este Congreso
reconoció a Tagle como Presidente de la República, siendo este el segundo ciudadano
en adoptar dicho título, después de Riva Agüero. Cundió pues la anarquía en el
Perú, al existir al mismo tiempo dos gobiernos.49
Llevado al palacio virreinal ante la presencia de Rodil, éste intentó que delatara
a los patriotas comprometidos con las cartas, ofreciéndole a cambio premios y mucho
dinero; como no diera efecto, recurrió a las amenazas. Como Olaya permaneciera
incólume, fue torturado. Sufrió doscientos palazos, le arrancaron las uñas y lo
colgaron de los pulgares. Pero Olaya no se amilanó ante el dolor y permaneció en
silencio.51 Se dice que, en medio de las torturas, pronunció su célebre frase:
«Si mil vidas tuviera gustoso las perdería, antes de traicionar a mi patria y
revelar a los patriotas».
Finalmente, fue sentenciado a pena de muerte por fusilamiento bajo el cargo de
traición. A las once de la mañana del 29 de junio de 1823, fue llevado a un pasaje
aledaño a la Plaza Mayor de Lima, llamado entonces Callejón de los Petateros, y que
ahora tiene su nombre: Pasaje Olaya. Sus verdugos, según la costumbre, le
preguntaron si tenía un último deseo. Olaya pidió que se le sepultara con la
escarapela rojiblanca, el emblema de su patria libre, deseo que se le concedió.
Luego, se procedió a su fusilamiento.50
El mismo Bolívar abrió campaña contra Riva Agüero, marchando al norte. Pero antes
de que se desatara la guerra civil, Riva Agüero fue apresado por sus propios
oficiales encabezados por el coronel Antonio Gutiérrez de la Fuente, quien,
desobedeciendo la orden de fusilarlo, lo desterró a Guayaquil (25 de noviembre de
1823). Bolívar entró a Trujillo en diciembre de 1823 y quedó así dominando la
escena política y militar del Perú. Luego emprendió regreso a Lima. El 1 de enero
de 1824, estuvo en Nepeña y Huarmey, de ahí pasó a Pativilca en donde enfermó de
paludismo.
Una semana después del motín del Callao, Bolívar ordenó abandonar Lima, y desde
Huaraz, se pone en marcha la retirada general del ejército de Colombia en dirección
hacia el norte,53 enviando órdenes para reagruparse en Huamachuco (en la sierra) y
Trujillo (en la costa). Ordenó que el repliegue general se hiciera devastando el
territorio peruano, talando los campos, secuestrando el ganado, y bajo una política
general de Tierra quemada, destruyendo cualquier recurso de los pueblos peruanos
para que no pudiera servir de sustento al Ejército Real del Perú. Lo que Tomás de
Heres había venido a llamar “guerra a la colombiana”. A los departamentos libres
del Perú, además de la contribución sangre, se les exigió el dinero hasta pagar el
sueldo íntegro del ejército colombiano.54 Respecto a la marina peruana, Bolívar
desde Trujillo ordenaba al jefe de la escuadra Martín Guise, echar a pique los
buques patriotas del Callao que no pudieran abandonarlo, entre ellos se perdió la
fragata Venganza o Guayas, y cambiar por colombianos los capitanes de los buques
peruanos Limeña y Macedonia que se encontraban en el puerto de Guayaquil.55
Bolívar comisionó a los líderes de los montoneros para actuar en los siguientes
frentes: Francisco de Paula Otero, nombrado Comandante General de los montoneros de
la sierra; Quispe Ninavilca, de la zona de Huarochirí, quien posteriormente fue
nominado como representante ante el congreso; el coronel Francisco de Vidal, de La
Oroya; el mayor Vicente Suárez, de Canta; y el comandante María Fresco, a cargo de
Junín.
¡Soldados! Vais a completar la obra más grande que el cielo ha encomendado a los
hombres: la de salvar un mundo entero de la esclavitud.
¡Soldados! Los enemigos que vais a destruir se jactan de catorce años de triunfos.
Ellos, pues serán dignos de medir sus armas con las vuestras que han brillado en
mil combates.
Eran las dos de la tarde del 6 de agosto de 1824 cuando Bolívar llegó a la pampa de
Junín y observó que la infantería realista ya había pasado y que solo la caballería
realista, que iba a retaguardia, se encontraba a la vista, en medio de una inmensa
polvareda. Por su parte, la caballería patriota, de 900 efectivos, que venía a la
vanguardia de su ejército, convergía en esos momentos por la quebrada de
Chacamarca, mientras su infantería se encontraba todavía distante, como a 5 km al
norte.
Bolívar quiso entonces evitar que Canterac huyera y ordenó a su caballería que
atacara al ejército realista, para dar tiempo a que llegara la infantería patriota.
Desde los altos de la quebrada de Chacamarca se lanzaron los escuadrones patriotas
al llano, al mando del general Mariano Necochea.
Bolívar, que ya daba por descontada la derrota y se había alejado del campo,
recibió de pronto el parte enviado por Guillermo Miller en que se anunciaba la
victoria. El Libertador estalló en alegría y dispuso desde entonces rebautizar a
los Húsares del Perú como los Húsares de Junín.62
Uniforme para granaderos y cazadores aprobado por las Cortes en 1821, las
disposiciones no siempre podían ser cumplidas a cabalidad en el Perú quedando
muchas unidades con uniformes adoptados de acuerdo a las circunstancias.
La Serna, convencido de la cercanía de la batalla decisiva, había formado un
ejército numeroso con 10 mil soldados, pero en base a un reclutamiento
indiscriminado, la mayor parte mestizos de “habla quechua”, criollos, negros,
pardos e indios portadores. En realidad campesinos uniformados, dicho ejército
supuestamente disponía de 14 batallones de infantería, 2 brigadas de caballería y
14 piezas de artillería. La Serna comandaba la caballería. Valdez iba a la
vanguardia con una división de infantería. Las otras dos estaban comandadas por
Canterac y Monet.
La tropa patriota iba de pueblo en pueblo, alentada por los montoneros, era
recibida y ayudada efusivamente por sus habitantes. En cambio la tropa realista,
iba eludiendo todo contacto con los pobladores de los pueblos por donde pasaba,
cuidado de esta manera el desbande de las tropas. El general Guillermo Miller en
sus Memorias, afirmó:
“En cualquier punto donde hacían alto, los cuerpos acampaban en columna y ponían
alrededor un círculo de centinelas de los soldados de más confianza; además de
estos centinelas, un gran número de oficiales estaban siempre de servicio, y ningún
soldado podía salir de la línea de ellas, con cualquier pretexto que fuese. Por la
misma razón era muy opuesto el virrey a enviar partidas en busca de ganado, porque
en tales ocasiones era segura la deserción. La consecuencia de este sistema fue que
durante el avance rápido de los realistas sufrieron mucho más por falta de
provisiones que los patriotas, tanto que el 3 de diciembre se vieron obligados a
comer carne de caballo, mula y borrico”.
La Batalla de Corpahuaico o Matará
Artículo principal: Batalla de Corpahuaico
El 3 de diciembre de 1824, en las cercanías de Corpahuaico o Matará hubo combate
entre las retaguardias, con consecuencias militares nada favorables para los
patriotas. En las fuerzas patriotas que estaban al mando del general Guillermo
Miller, se contaron 300 muertos; mientras que en el sector realista, a órdenes del
general Jerónimo Valdez, se hallaron 30 muertos. Además, los patriotas perdieron
buena parte de su parque y artillería.
Batalla de Ayacucho
Artículo principal: Batalla de Ayacucho
Al amanecer del 9 de diciembre de 1824 todo estaba listo para librarse la batalla
final por la independencia del Perú. Efectivamente, las fuerzas del virrey La Serna
constituían el último ejército español de importancia que aún se batía en el
continente bajo las banderas del rey de España. Sucre arengó a sus soldados con
estas palabras:
«De los esfuerzos de hoy pende la suerte de la América del Sur, otro día de gloria
va a coronar vuestra admirable constancia. ¡Soldados!: ¡Viva el Libertador! ¡Viva
Bolívar, Salvador del Perú!»
La caballería española descendía al llano pero poder sin formar eran acometidos
sable en mano por la caballería de Miller. Empezó entonces el repliegue de los
realistas. Canterac no consiguió rehacer la línea. La Mar se repuso y, a su vez,
avanzó contra Valdés, quien resistió desesperadamente. El virrey La Serna, que
bregó en el campo, resultó herido y cayó prisionero. Canterac asumió entonces el
mando.
La Capitulación de Ayacucho
Artículo principal: Capitulación de Ayacucho
El gobierno del Perú (lo mismo que el rioplatense el 9 de mayo de 1825), emitió un
decreto donde pidió la delimitación de la fronteras y también dejó en libertad a
Simón Bolívar para resolver la pertenencia del Alto Perú a la Argentina o el Perú,
o la independencia de Bolivia que fue lo que finalmente ocurrió.6768
Resolución del Congreso constituyente del Perú se deja al juicio del Libertador el
establecimiento de un gobierno provisorio en las provincias indemnización para el
caso de que las Altas queden separadas de las del Perú. Decreto del 23 de febrero
de 1825:
Plano de la Plaza del Callao que representa la posición y trabajos del Ejército
sitiador y el de su escuadra bloqueadora por fin del sitio que terminó en 23 de
enero de 1826.
Bolívar ordenó a Sucre que se ocupara de la negociación de la isla de Chiloé y del
Callao en la capitulación de Ayacucho, pero Canterac se negó rotundamente a incluir
Chiloé en la capitulación, para no sumar más hechos negativos a su derrota en
Ayacucho y porque no le obedecerían. Lo mismo con el Castillo del Callao. Lo único
que se acordó con Canterac fue que el poderoso navío Asía abandonase el Pacífico
poniendo rumbo a Manila.69 Así que los dos únicos bastiones que restaban del
Virreinato del Perú quedaron desconectados y aislados. Mientras la isla de Chiloé
resistía al frente de Antonio Quintanilla, como gobierno militar aislado, otro
militar español se negó a acatar los términos secretos de la capitulación de
Ayacucho, que dejaba fuera de la capitulación a los defensores del Callao, fue José
Ramón Rodil quien, al mando de la Fortaleza del Real Felipe, se mantuvo tercamente
leal al rey de España. Como recordaremos, dicha fortaleza había vuelto a poder
realista en febrero de 1824 y había servido de refugio a la población limeña que
huía de la represión patriota, entre ellos el presidente peruano José Bernardo de
Tagle y su familia. Bolívar acentuó el sitio de dicho bastión, cortándole todo
género de suministros, tanto por tierra como por mar. Tras meses de empecinada
resistencia, recién el 23 de enero de 1826, Rodil aceptó capitular, entregando la
Fortaleza a las fuerzas sitiadoras del general colombiano Bartolomé Salom. De 6 mil
refugiados limeños, entre militares y civiles, mujeres y niños, salieron después de
la rendición apenas unas centenas, en su mayoría militares. Fueron los únicos
sobrevivientes de una acción desesperada. De ese grupo, solo 400 eran militares que
partieron a tambor batiente llevando sus banderas, se trata de los regimientos
realistas de Arequipa y Real de Lima. El general Rodil, el último paladín de los
realistas en Sudamérica, se embarcó hacia España en la fragata inglesa Briton. De
esta manera tan agónica culminaba el sangriento proceso independentista de la
América española.70
El Presidente del Perú Ramón Castilla, durante su primer gobierno el Perú iniciaría
el pago de la deuda.
Consumada la independencia del Perú, quedó pendiente el pago de la deuda que este
país había contraído con Chile y la Gran Colombia, a cuenta de los gastos hechos
por estos países en la organización de las campañas militares de la última fase de
la independencia (es decir, las expediciones libertadoras de San Martín y Bolívar).
Con España también había una deuda pendiente, de acuerdo a lo estipulado en la
Capitulación de Ayacucho. Otro rubro era la deuda con Inglaterra, contraída también
durante el proceso de la independencia y que al permanecer impaga había crecido
excesivamente, por los intereses acumulados.71 De otro lado, existía una deuda
interna con particulares que habían aportado, en especie o en dinero, a favor de
las campañas independentistas.72
Y con respecto a la deuda con España, si bien este país exigió su pago durante la
crisis que desembocó en la guerra hispano-sudamericana (1865-1866), ella no se
pagó, ni se la volvió a mencionar en el tratado definitivo de paz firmado entre
ambas naciones en 1879.